jueves, 22 de marzo de 2018

Tumi 1 - Música Electrónica Popular Del Perú MMXVIII // Dante Gonzáles: Fantasías Mentales // Ivo: Formas Hipnóticas EP

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 14 de marzo del 2018.)

No son escasas las razones que me asisten cuando afirmo que Tumi 1 - Música Electrónica Popular Del Perú MMXVIII es serio candidato a disco nacional del año, pese a tratarse de una apuesta colectiva. Por lo menos en su categoría -“compilación del año”-, tiene todo para llevársela de encuentro.

Con semejante subtítulo, Tumi 1... deja clarísimo a dónde apunta. Es, en principio, una estampa de los caminos que la electrónica peruana recorre en la segunda década del siglo XXI. Primera sorpresa, aunque quizá a estas alturas ya no lo es tanto: son casi 84 minutazos. Mi opinión personal es que, publíquese donde se publique, un documento sonoro no debería exceder los límites físicos del soporte digital, o en última instancia debería orquestársele como “disco doble”. De cualquier modo, esto no es más que una objeción formal: mientras más extenso sea un testimonio de época, mejor -pero, claro, esto impide cualquier edición física digital simple; toda vez que la única manera de acceder a la obra es a través de BandCamp (escuchándola online y/o descargándola).

Segunda sorpresa: “los caminos que la electrónica peruana recorre en la segunda década del siglo XXI” transitan paisajes bastante alejados de las nuevas tendencias que campeasen recientemente en el panorama internacional. Chillwave, footwork, vaporwave, post dub, etc; nada de eso se escucha aquí. Probablemente, alguien comentará con mala intención que el referente más cercano a grupos y artistas del Tumi 1... es el electrocläsh de Fisherspooner y Ladytron -sabiendo de que el electrocläsh es un pastiche procesado a partir de la new wave de los 80s y del synth de los 90s. No puedo desmentir que las raíces de casi todos los que meten mano en esta jornada son ésas, pero sí que los resultados sean vulgares refritos y/o anacronismos de quienes se niegan a evolucionar/prefieren vivir en el pasado.

Tercera sorpresa, consecuencia indirecta de la segunda: la compilación se exhibe atemporal. Temas como “Calid” (Matrix Operator), “3” (Replicas, el nombre homenajea sin alteraciones idiomáticas al segundo disco de Tubeway Army, la primera banda de Gary Numan), “Ver Flotar” (Autobahn 303 //\\ Autopista 303) o “Modern Mechanism” (Nomenclaturah); podrían haber aparecido hace 30 años, pero no lucen rescatados del baúl de los recuerdos. Lo mismo sucede con tracks como “Respirando A Veces” (El Lazo Invisible), “Amarillo (Circuit Mix)” (Kyleran) o “Isaac Aislado” (Operacional); que resisten ser equivocadamente fechados entre fines de los 90s y principios del nuevo milenio.

Varios bytes atrás escribí “...las raíces de casi todos los que meten mano en esta jornada...”. Existen, pues, las excepciones; entre las que podemos contar a “Epitafio En El Parque” (Gelatina Magma), a “Río Hablador (Revisited)” (Theremyn_4, ya ha anunciado álbum nuevo), a “Masken” (Laikamorí), a “Reflexiones Arquitectónicas” (Agfa Army) o a “Party In A Spacecraft” (Hamann, individualista muy versátil que tan pronto puede hacer de “Party...” una lección de pop cibernético como ponerse en plan doom psicodélico/space rock experimental bajo la denominación Jacko Wacko, un músico irreprochable). Pistas como éstas se barajan con las demás sin resentirse la tónica general del disco -ni las unas rejuvenecen ni las otras envejecen.

Hay un lunar en Tumi 1...: “Ein Rad Zu Drehen Ist, Was Sie Sind” de Kamila Lunae (Ich verstehe die deutsche Sprache nicht, por siaca). En un registro eminentemente electrónico, la colaboración de la ex Ensamble Santos Matta se acomoda más próxima al post rock. Desentona con el resto, claro, por su naturaleza divergente; pero posee una gran calidad testimonial: orgulloso espíritu amateur, melodía entre árida y colorida que se transfigura en pura textura y viceversa, cero vestigios de percusión, neoclasicismo desestructurado... Los cuatro minutos dispares de un dilatado trip electrónico con múltiples ventajas -y ningún punto bajo por donde se le ausculte. Laudos para todos los convocados.


De entre quienes participan en Tumi 1..., Dante Gonzáles es el único músico que figura allí por partida triple: como tal (inédita y fantástica “Destino Artificial”, tributo solapa al maestrazo Giorgio Moroder), como parte de El Hangar De Los Mecánicos (“ZYRKON 4X22”) y como miembro fundador de Sombras Del Teatro (“Minuet Sebastián”). El segundo es un trío que completan Max Salas y Alfredo Aliaga (AtomoSynth, también presente en Tumi 1...), mientras que el tercero fue una de las primeras aventuras sonoras en que se embarcó el buen “Dantrón”, antes de Casus Belli y de Inversor Demente. Dicho sea de paso, el tema de SDT es nuevo -pero su resurrección al lado de Javier Trujillo, el otro componente del dúo original, no está garantizada.

Gonzáles ha publicado hace muy poco un mini-álbum en formato cassette. Editado por Buh Records, como su predecesor Universos Paralelos (2015), Fantasías Mentales ocupa las mismas coordenadas estilísticas; incidiendo aún más en la síntesis por modulación de frecuencias (FM). Para quienes no conozcan el término, éste se refiere a la obtención de sonidos nuevos modificando artificialmente la frecuencia de una señal determinada, utilizando para ello osciladores de diversa índole. Es un procedimiento laaaaaargo, que requiere hartas dosis de esfuerzo y de paciencia, pero más efectivo que la síntesis aditiva y la substractiva. La síntesis FM se popularizó en los 80s gracias a John Chowning y a la corporación Yamaha, que compró el descubrimiento y diseñó series enteras de sus famosos sintetizadores a partir de la antedicha metodología.

El empleo de la síntesis FM en Fantasías... no es gratuito. Dante expresa aquí ese embeleso por la artificialidad del sonido que es moneda común en el disco previo. Fantasías... se construye a partir de una interacción casi dialéctica entre el pulso de tarolas electrónicas, las infaltables líneas de bajo y la prodigalidad de sintetizadores y teclados. Precisamente, estos últimos recuerdan a sus gélidos y chirriantes pares de los 80s (al promediar la mitad, la composición epónima guiña a la versión de “It’s More Fun To Compute” de Kraftwerk que aparece en el The Mix). La diferencia estriba en que el sonido sintético de Gonzáles se organiza en torno a una geométrica espiral que no se mueve en vertical (ni para arriba ni para abajo), sino en horizontal. Por lo demás, Fantasías... es electrónica con todas las cartas jugadas a la melodía en formato canción (excepto en “Estructuras”), obviamente prescindiendo de la voz. Un suculento tentempié, a la espera de la postergadísima reedición digital de Diseñar Y Construir (2001).


Termino este supino repaso discurriendo sobre otro viejo conocido. Ivo es el nuevo alias de Ives Ancieta Rojas, otrora músico perteneciente a las filas de Chip Musik con el seudónimo de Invisible Ambiente. Reinstalado en La Oroya (de donde es natural), Ives estrena chaplín con un EP que marca algunas distancias respecto de sus días como IA, pero que no quema todos los puentes tendidos hacia ese pasado. Formas Hipnóticas EP podría entenderse como una mirada documental a (¿im)posibles(?) realidades futuras: IDM/post IDM a la vez subacuático e ingrávido, de melodías a cuatro dimensiones trazadas con capacidad y firmeza -de ahí quizás ese magnetismo apenas insinuado, que seguro ganará consistencia conforme menudeen los lanzamientos.

No esconde Ivo un ventarrón muy pronunciado a lo The Future Sound Of London y su característica placidez sensorial. Al tratarse de un nuevo debut, empero, la impronta derivativa se le puede disculpar. Edita este artefacto en modalidad de descarga gratuita la netlabel mexicana Bifronte Records.


Hákim de Merv

jueves, 15 de marzo de 2018

Gozne

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 7 de marzo del 2018.)

Si antes abarcar las obras completas de músicos hiperprolíficos como Fabio, Madelman o Carl Craig era una empresa difícilmente exitosa; hoy que sus vástagos son legión es, en la práctica, imposible. Algo equivalente ocurre con el chileno Eduardo Yáñez, quien en predios de la escena sureña ajena al mainstream dista barbaridades de ser un principiante. No podría asegurar que 1984 es el punto de partida de su trayectoria como músico, pero sí que ése es el año en que aparece el primer registro suyo del que se tienen noticias confirmadas (aunque otras fuentes apuntan a 1983). Más de tres décadas, pues, han pasado desde la aparición de la que de todas maneras debe colarse entre las referencias fundacionales para la música electrónica independiente mapocha: Radio EP.

Conforme a lo estipulado, entonces, no será ésta una revisión exhaustiva sobre el recorrido de Yáñez bajo su nom de guerre más célebre -Gozne. No terminaría nunca, y me interesa más su producción reciente, en que el camarada Eduardo da visos de haber accedido al zen que lo venía eludiendo tiempo atrás. Dejaré, por ende, que a esta crónica incompleta la guíe mi descubrimiento personal -ofreciendo, cómo no, algunas señas cronológicas para contextualizarla. Y dice así...

Lanzado como cassette, Radio EP compendia cuatro temas recorridos por un sonido industrial que ya no iza el estandarte dantesco de fines de los 70s, sino insignias mucho más caseras -el signo de los tiempos, que le dicen: recordemos que fue durante los 80s que la electrónica encontró calurosa acogida en el público masivo, donde reclutaría a quienes con el Tiempo se convirtieran en sus nuevos subversivos. El extended refleja el espíritu inquieto de quien saca la mayor ventaja posible de los aparatos con que cuenta, en una suerte de catarsis creativa y lúdica. No faltará quien afirme que, a diferencia de sus pares del Primer Mundo (O.M.D., The Future/The Human League, Ultravox, Pete Shelley), en Radio EP Yáñez no alcanza el balance entre experimentación y pop, entre maquinismo y calidez. Escuchados algunos de sus ejercicios posteriores, sospecho que nunca fue ésa la intención del autor.

A propósito, el EP ha sido colgado en junio del 2017 en el BandCamp de Heavenly Music para su descarga gratuita.


En este punto de mi relato, las sombras rodean el recuento que vengo haciendo. Metafóricamente hablando, claro: se trata de casi dos décadas en las que el músico prosiguió editando trabajos que no he podido escuchar todavía (Komunikatzion, Algún Lugar En El Tiempo, Vértigo, EPs y remixes varios). La excepción es la de sus días en Alvania, trío EBM/cyberpunk/techno industrial del que ya hablé anteriormente. En la sumilla que le dedica, la prestigiosa netlabel chilena Pueblo Nuevo indica que Gozne extendió la estela de Radio EP a lo largo de los 80s con “muchos discos experimentales” (Matine 15:30, por ejemplo), y que más adelante se reorientó hacia la E(lectronic)B(ody)M(usic); lo que coincide con el rastro dejado por Alvania.

Recién en el 2007, la info que puede consultarse en Internet me vuelve a proporcionar pistas del villalemanino. En ese año, Yáñez publica primero un EP (Vivisección) y un mini-álbum (Nomenklatura), y luego un disco largo (Mate). Del extended del ’84 queda la experimentación lúdica, y de la fugaz aventura de Alvania, la dureza del techno. Glitch, house, IDM, ambient, etc... La impresión parcializada es la de un update dramático, diríase hasta violento -y por eso es importante subrayar las evidentes lagunas de las que este texto adolece. 2008 es un calendario apenas menos ajetreado, con el artefacto de remixes La Botica (tema extraído del Nomenklatura) y el Colliguay EP.

2011 marca la salida de un nuevo larga duración, Paisajes Cotidianos, a partir del cual se sucede una seguidilla de discos con los que el porteño no sólo ha ganado vigencia en el plano internacional, sino también continuidad. Más importante aún, Gozne finalmente llega a un corpus homogéneo en su mezcolanza de sonoridades, con que podrá dar forma y color a jornadas incluso conceptuales si ése es su deseo: Paisajes Cotidianos, Transmition Machine (2013), Non Human (2014) y Fin Del Tiempo (2017) -los tres últimos editados bajo la égida de Pueblo Nuevo.

Estos cuatro títulos tienen en común la misma posología, a saber, generar abundante ornamentación sonoro-timbral. La esencia de esta metodología de creación es analógica, aunque Yáñez jamás haya renunciado a incorporar la nueva tecnología disponible y las ilimitadas posibilidades de nuevos ruidos concordantes/discordantes que ella promete. Si antes fueron los secuenciadores, las pedaleras y las drum machines; hoy son el iElectribe, el GZN Micromodular System y el Crumar DS-2 los encargados de esculpir armazones minimalistas lo suficientemente versátiles como para acoger florecientes percusiones electrónicas, palimpsestos digitales de sonidos traslúcidos y a la vez estridentes, inflexiones en caída libre de sintetizadores virtuales.


Exceptuando a Fin Del Tiempo, estos discos lucen como el resultado de una expedición triunfal de exploración a través de la intuitio mentis. En ese sentido, recuerdan mucho a Kraftwerk: la energía que convierte melodías circulares en fisiológicamente hipnóticas, las ambientaciones maquinales, las resonancias que tan pronto empujan al escucha hacia una realidad alternativa más densa como se tornan incorpóreas, la “obcecación” por la simbiosis entre lo natural y lo artificial/el carbono y el silicio/lo orgánico y lo inorgánico... Circunstancias/obsesiones todas que presiden el mágico legado de los Robots de Düsseldorf y, por extensión, los albores de la edad pop de la música electrónica.

Pero, obvio, ésta no es la música de Kraftwerk; sino la de Gozne, que se halla lejos de ser llanamente derivativa.


Fin Del Tiempo es la obra conceptual digresora en el camino de Yáñez, o al menos en los tramos que he podido oír. Desde el arte de portada y contraportada -si las ilustraciones no son de Doré, el estilo le debe mucho al del genio francés-, la idea subyacente va de especular sobre el ocaso y el destino final de la especie humana. El fin del mundo y del Tiempo, para efectos de lo que nos interesa como seres vivos dotados de conciencia. En virtud de ello, Gozne se ha inspirado en determinados versículos de la Biblia. Salvo por este concepto de fondo, que añade oscuridad ante la posibilidad de ser testigos de nuestra propia hecatombe, FDT transita el mismo sendero que sus predecesores. Lo que no hace sino corroborar la proteicidad del sonido al que Gozne arribó tras 27 años en la ruta, y que ha puesto en uso intensivo a partir de entonces.

Sea desde la síntesis de modulación de frecuencias, sea desde la manipulación de plug-ins, sea desde procesos computacionales; Yáñez se las ha ingeniado para mantener al día su característico sonido analógico. Nada mal para un músico con 34 años de periplo, que además es artista audiovisual, y encima es capaz de hacer más música con otro alias: Zacarías Malden. Pero ello ya es parte de otra historia, una que tal vez no quede igual de inconclusa que ésta.


Hákim de Merv