(Publicado
originalmente en mi cuenta Facebook el 12 de mayo del 2016.)
Conocí a Los Tetas
al año siguiente de su debut discográfico, el celebérrimo Mama Funk (1995). Eran los días en que el rock latinoamericano
finalmente concretaba el asalto definitivo a una ya entonces más permeable MTV,
a través de su señal para la región, y Chile comenzaba a ganarse a pulso el
honroso título de la tercera mejor escena latina, por detrás de México y
Argentina. Todavía la feria de Quilca se asentaba en la primera cuadra del
jirón homónimo, aquí en Lima, y en medio de los stands había un hueco al que
llegaban discos de grupos latinoamericanos conforme iban saliendo -Fobia,
Babasónicos, Víctimas Del Dr. Cerebro, Nicole, Panteras Negras, Control
Machete, Cacería De Lagartos, Lucybell... En cassette pirata, obviamente: aún
faltaba para que arribase a estas costas la tecnología que posibilitaba
duplicar los CDs.
Al Mama Funk lo recuerdo con mucho cariño.
Pese a que el nombre del disco proclamaba la devoción que Camilo Castaldi/Tea Time
(voz y scratch), Cristian Moraga/C-Funk (voz, guitarra, bajo, teclados), David
Eidelstein/Rulo (voz, bajo, guitarra) y Francisco González/Pepino (batería)
profesaban por el género que apadrinase el inconmensurable James Brown; MF no
tendía al purismo. Tengo muy presentes prolongados, sudorosos ejercicios de
funk fusionados a una apisonadora percusión de ADN hip hop y a fraseos
rappeados al más puro estilo gansta. “Gangster” es im-pa-ga-ble, lo mismo que “Corazón
De Sandía”, “El Sol No Tiene Ganas De Venir” y “Superteta”. Afanoso por los
réditos de esta increíble puesta de largo, también le apliqué a La Medicina (1998), donde sí existe una
mayor dosis de funk -incluso siempre me pareció que aquí comenzaban a entrarle
al b-vox. “Vida Funk”, “Santiago”, “Planeta”, “El Elemento”; son algunos de los
aciertos de este segundo esfuerzo.
No alcancé a
escuchar Tómala (2002), tercera
producción de la banda, ya lejos del regazo de EMI Odeón. Pero sí supe que Los
Tetas llegaron a tocar por entonces en Lima. Aunque no sería la última vez que
pisasen suelo peruano (se volvieron a presentar hará unos tres años), no he
tenido la suerte de verles en vivo. Eso sí, cuando se me dio la oportunidad de
acceder a nuevo material del grupo, no lo pensé dos veces y me agencié un
ejemplar de El Movimiento, disco que
los volvió a juntar en el estudio tras la amarga separación del 2004. Publicado
a fines del 2012 (el cuarteto se había reunido un año antes), es un registro a
medio camino entre el EP y el mini-álbum: ocho temas, sí, pero tres de ellos
son remixes de surcos que aparecen allí mismo. Esto no pasaría de lo anecdótico
si el reentré estuviera a la altura de las circunstancias. Simplemente no es el
caso.
Porque, esta vez,
Los Tetas han abandonado toda aspiración hip hop en favor de... la música
disco. Tal vez una pluma más proclive a este -puajjjjjj- “género” sería la
indicada para escribir sobre el particular. Lamentablemente, tengo un
prácticamente inexistente respeto por ese sonido -Giorgio Moroder, piezas que
no suman una mano, y más nada. Ergo, comienza a sonar el tema título, y el
gesto se me descompone. Medio que “If You Like It” recupera el aliento de las
primeras grabaciones, pero la ilusión no demora nada en desvanecerse. El
balance es, para mí, tan discreto; que hasta me atrevo a decir que lo mejor de
EM son las tomas remixadas, y no precisamente porque tengan el mismo efecto que
“If You Like It” -sino por la destreza de quienes se hacen cargo del remix
respectivo.
No ha vuelto a
publicarse un nuevo material de Los Tetas desde entonces, así que me lo pensaré
seriamente si vuelven a venir.
:(
Hákim de Merv
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