(Publicado
originalmente en mi cuenta Facebook el 19 de mayo del 2016.)
Chequeando
información sobre PedroPiedra en Internet, leo que durante sus años como parte
de diversos grupos (98-09), uno de éstos fue Hermanos Brothers. Para los
peruanos consumidores de música pop, este nombre es bien conocido -y, las más
de las veces, vilipendiado. Así que, como ya te habrás imaginado, estuve a
punto de sufrir un patatús. Para mi suerte, alcancé a leer lo suficiente como
para percatarme de que se trataba de dos bandas distintas. Los peruanos
Hermanos Brothers se forman en el año 2000, con la participación de algunos
músicos que ya tenían cierto kilometraje en la escena. Los chilenos Hermanos Brothers, en cambio, se juntan en el año 2001: a diferencia de sus homónimos
peruanos, que son un (mediocre) quinteto rockero, los sureños son un binomio
electro-hip hop-funk (con espacio para las limericks).
Fresco está aún en
mis recuerdos el día en que compré Emanuel
(2013), penúltimo disco de PedroPiedra a la fecha (el último, que data del año
pasado, es Ocho). Dudaba entre éste y
el Ser Humano!! de Tiro De Gracia
(1997, el primero del trío en ser editado por una major, EMI). Al final, pesó
(y mucho) la recomendación de mi yunta Claudia Trejos, quien lo definiese como “un
gallo que hace buenas canciones pop” (“gallo” es el chilenismo equivalente a
nuestro peruanísimo “pata”). Igual quedó pendiente conseguir más adelante
alguna muestra de la flamígera verborrea de TDG.
PedroPiedra es el
alias artístico de Pedro Subercaseaux García De La Huerta. Tiene la edad de mi
hermano Raúl. Además de su carrera solista, a día de hoy batea para Jorge
González (sí, el mismo) y la banda de 31
Minutos. Debuta en solitario con PedroPiedra
(2009), a través de la label Oveja Negra. Cripta
Y Vida (2011) ya aparece bajo las enseñas de la prestigiosa independiente
mapocha QuemaSuCabeza -que también ha editado Emanuel.
Lo primero que
pienso al escuchar a PedroPiedra es que sus canciones están fecundadas por una
fina artesanía indie: trazos melódicos sencillos, instrumentación elemental con
el timing intuitivo afinadísimo para aperturarse al ingreso de otros timbres
(saxo tenor, violín, piano trompeta), madurada sobriedad para evitar que cada
paso dado se desboque por exceso de ese espíritu medio tontolón que con los
años se ha incorporado al indie -y que nada tiene que ver con el feeling naif
de los primeros días del género...
Lo segundo que
pienso al escuchar al Emanuel es que
García De La Puerta no se hace problemas cuando debe despojarse de una vestimenta
para usar otra de corte y caída muy diferentes. Puede sonar aflamencado (“Para
Ti”), emocionalmente desarmado (“Eclipse Total”), disco funk (“Granos De Arena”),
folk (“Paraguas Y Máscaras”), vitalón (“Pasajero”) o simplemente romántico (“Ignición”).
Esto habla de una envidiable versatilidad, digna de un mago (¿será el de la
portada?), que se extiende al apartado de las colaboraciones: González, Jorge
De La Selva, Tomás Aguilera, el hoy omnipresente Gepe...
Lo tercero que
pienso, y esto ya cuando el Emanuel
sale de la bandeja, es que alguien debería invitarlo a presentarse en Lima; una
ciudad que por lo demás no le es ajena. “Lima”, justamente, testimonia que el
músico ya ha estado aquí, al menos de paso un par de días. Pondero este tema
porque, además, nos permite apreciar a PedroPiedra en otra faceta -la
melancólica. ¿Que no? Pues basta con prestarle atención a la letra y vivir acá:
la canción más emotiva sobre una ciudad que no pocas veces quisiéramos ver
combustionar hasta sus cimientos.
;)
Hákim de Merv
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