Aprovechando que la
Audiosesión en Fundación Telefónica de agosto pasado programó la participación del
unipersonal ariqueño ҚALA§A§AỴΛ, oportunidad tuve de agenciarme dos trabajos autogestionados
provenientes de la misma localidad que el proyecto de Víctor Jeremías. Las
rodajas en cuestión no son precisamente recientes, pero dada la poca o nula
accesibilidad a ediciones físicas ariqueñas desde Lima, convengo en reseñarlas -en
el marco de un circunloquio dedicado a tres combos meridionales allende Tacna.
Empiezo con
Desfound, cuarteto que a la fecha tiene al Dylan EP (2016) como única producción discográfica, y que conforme atestigua su página en Facebook se mantiene plenamente activo. Agrupados tras ese nombre
desde el 2014, Kianno Peccio, Hugo Ríos (ambos en guitarra y voz), José Morales
(bajo) y Felipe Vásquez (batería) declaran desde un inicio intenciones post
punk y new wave. Lo curioso es que Dylan
EP no les da precisamente la razón.
Primera referencia en
el catálogo de Sub Andes, sello que se mueve sobre todo en la XV Región (Arica
y Parinacota), de los géneros declarados el extended sólo tiene algunos minutos
entreverados/confusos en “New Wave”. Esa resonancia crepuscular que exuda la
grabación, por otro lado, nada tiene que ver con las atmósferas lóbregas de los
días posteriores al punk -y se explica mejor en función de ciertas limitaciones,
voluntarias o involuntarias, que ofreció el estudio escogido para realizarle.
Antes que en el
post punk, Desfound me hace pensar mucho en el sonido mainstream de los
primeros 90s. De hecho, su BandCamp incluye la etiqueta “alternative”, que se
queda corta, porque podría haberse sustituido con la de “Seattle” y hasta se
entendía mejor. No sé cuán conscientemente, estos gallos detentan una fuerte conexión
con el grunge, pero le añaden un toque oscurón -de tal forma que canciones como
“Novelty”, “Gorda De Porno” y “Chatos De Hamburgo” no llegan a lucir como
calcos o mimesis de algún grupo seminal del género. Ello, a pesar de sus riffs
testosterónicos, su tenue atonalidad y su densidad de-todos-modos pop.
El puntaje negativo
tiene dónde sustentarse en el aspecto formal del esférico -la mala presentación
del digipack. Encuentro difícil de creer que he sido tan piña, que me ha tocado
un ejemplar defectuoso. La pista de “New Wave” tiene un breve corte o drop
cuando está por llegar a los tres minutos. Algo similar ocurre con la de
“Novelty”. Que sea un CD-R y no un disco de fábrica no es excusa, porque en
Chile ambos se venden al mismo precio.
Otro acto ariqueño,
Vortex es un trío conformado por Sebastián Lucero (bajo), Jonathan Velis (guitarra)
y Nicolás Valderrama (batería). Grabado en diciembre del 2015, el debut Bon Voyage EP aparece al año siguiente. En
el caso de Vortex, la info es aún más difícil de encontrar: hasta donde me
entero, esta gente no maneja ni página en Facebook, ni cuentas en BandCamp o en
SoundCloud -apenas un canal de YouTube donde, como hicieran sus paisanos de
Desfound, expresan desde el saque pretensiones space rock. Y, como igualmente
sucede con aquel cuarteto, el extended no les da precisamente la razón.
Sea intencional o
no, en esencia Vortex no trasciende el formato pop, aunque a veces da la
impresión de procurarlo. Bon Voyage EP
puede ser escuchado por cualquier hijo de vecino sin capacitación previa en los
vericuetos del space -Gong, el primer Pink Floyd, Hawkwind: no llega a ser tal más
que cuando el flanger baja al llano y el intimidante mugido del bajo gana masa
muscular. Ésta es la situación de la sucinta “Deflesh”, de “Violette”, de tramos
intermitentes en “Contigo Al Fin” y de su cataclísmica arremetida final. En el
resto de tracks, el accionar del terceto remite oblicuamente al post punk
instrumental tipo Dif Juz.
No está mal BV EP. La composición deja entrever
algunas cosas interesantes, como su correcta artesanía de potencial filigrana y
su empatía con las atmósferas desérticas, tan propias de su entorno natural.
Lástima que, como asimismo ocurre con Desfound, la presentación deje mucho que
desear. Si esto fuese un vinilo, los seis surcos se dividirían equitativamente
entre las dos caras, y la evidencia indiciaria de ello es que Vortex quiere que
los temas de cada “lado” vayan entrelazados. Pero no lo están, pues parece que
olvidaron ese pequeño gran detalle a la hora de elaborar los discos físicos.
Estás en pleno trip con “Gare Du Nord” o “Levitar Al Instinto”, y te chantan
una pausa de dos segundos que te malogra el viaje. Aquí es claro que se trata
de un defecto de toda la tirada: el compartimento del empaque en que viene el
CD-R me llegó sellado, así que es un fatal error de fabricación. Con lo bien
que me había apantallado el booklet -un brutal desafío para cualquier
papiroflexor, que aún no termino de comprender (ver foto a continuación).
(La terna cuela un hidden
track que sí está mucho más cerca del viejo space rock setentero, pero
dejémoslo como sorpresa.)
La revelación y
gratísima sorpresa de esta digresión escrita se las debo a otro terceto, que
pese a su breve existencia hace gala de una madurez y un oficio dignos de
aplauso. Me refiero a Sistemas Inestables, conjunto fundado apenas en abril del
2017 en la capital chilena. Militan en él Mauricio Lacrampette (bajo), Javier
Hechenleitner (batería y secuencias) y José Tomás Molina. Este último es un notable
músico multi-instrumentista sumamente habilidoso en los terrenos del ambient,
del clásico contemporáneo y de la música incidental: su carrera solista, que
arranca en el 2014 con La Orquesta
Errante, incluye el score editado (2015) de la serie documental Manufactura, que gira en torno a la recuperación del diseño artesanal artístico-funcional y de oficios manuales en Chile. Molina participa, de igual modo, en Presente Inexacto
-Acendrado data también de este 2018-
y en los proyectos abiertos Santropía y Macrosónica.
O, primer 33 del trinomio, apareció en BandCamp el
último 30 de agosto. Tengo entendido que la edición física en su país (LeRockPsicophonique)
hizo lo propio durante los primeros días de septiembre. Aunque al interior de
Sistemas Inestables Molina, quien se encarga de guitarra y teclados, ayuda en
gran medida al desarrollo de la performance colectiva; no se puede decir menos
de sus compañeros de aventura. Hechenleitner multiplica sus brazos cual
divinidad hindú para disponer constantemente una avalancha de tempos no-convencionales,
convirtiendo al disco en una memorable odisea polirrítmica. Lacrampette, desde
el mástil, complementa la construcción de los complejos movimientos que emanan
de las baquetas de Javier con un bajo acróbata, improvisando insólitos loopeos
de filiación jazzy y bizantinas estructuras de cierto tufillo progresivo.
Emulando a sus
pares del hardcore y del punk en la concisión de las inflexiones, y al progre
de avanzada en la imprevisibilidad armónica (“Retorno De Saturno”), la eléctrica
de JT altera aún más con sus disonancias y melodías angulares los ya de por sí
inestable/indivisible pulso y estridente orden de SE (“Azimut Shift / Zenith”).
Brillante ejercicio entre math rock y post rock a lo, por citar un par de
ejemplos coterráneos, Meridiano De Zürich o La Ciencia Simple -ha anunciado la
propia agrupación que se editará en Argentina (Chancho Discos), Colombia (EM
Records) y nuestro Perú (Anti-Rudo Records). Fantástico.
POST DATA DEL 11/10/18: Además de darme
a conocer la página Facebook de Vortex, el camarada Marco Rivarola concuerda en
que los esféricos de éstos y de Desfound son engañosos: “He podido chequearlos
en vivo y son bastante más ásperos los primeros y psicodelicones los segundos.
De todas maneras conocer la escena ariqueña ha sido una grata sorpresa para mí,
por la cantidad, calidad y variedad de sus actos, considerando que se trata de
una ciudad, digamos, pequeña”.
Hákim de Merv
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