#AguanteChile
El nombre de Yanara
Zahri lo asocio al de la alineación art punk y dream prog Columpios Al Suelo -por
lo menos desde el 2016, año en que se lanza el split Gritos & Susurros junto a la gente de Dolorio & Los
Tunantes (hago esta salvedad porque son las únicas referencias que he degustado
del cuarteto santiaguino fundado en el 2011). En paralelo a sus actividades al
interior de CAS -donde manipula sintetizadores y empuña la eléctrica, además de
cantar-, Zahri inaugura carrera solista con el proyecto Las Brumas. Umbral, publicado como parte del
catálogo de Sultan Discos (Cochebomba, El Purpurado De Charol, Los Estadios
Vacíos), es su bautizo de fuego.
Producida por la propia
Yanara, si bien lo ofrecido en la rodaja ya se había anunciado parcialmente a
través del 45 promocional “En Las Piedras”, ello no ha atenuado la gratísima
experiencia de su audición. La crudeza de lo vivido que asoma en muchas de las
letras es sublimada por el envoltorio sónico que postula la también actriz. El
indie de Las Brumas se mimetiza en formas pop y rock que muévense y palpitan
próximas al oyente, más del 50% de ellas aupada sobre experimentos que la
cantautora realiza amparándose en la síncopa de la cueca. Ése es, tal vez, el
mayor rasgo a subrayar de Umbral: en
surcos como “Humedal”, “Arrebato” o “Mundo Al Revés”; el golpe identitario del
género folklórico chileno por antonomasia cabalga evocando rozagante el
recuerdo de Violeta Parra.
Otro rasgo mayúsculo,
del que se hace imperioso hablar, es la habilidad de Zahri para dibujar
bellísimos arpegios ejecutados desde la guitarra electroacústica. Aunque no es
una constante, y de hecho hay minutos disruptivos en los que se abstiene de materializarse,
como los de “Negro Fantasma” (que me trajo a la memoria a los Pixies) o “Caigo”
(el áspero lunar del CD); es esta diáfana habilidad la que alisa el imaginario
de las canciones y esmerila la estética predominante en Umbral. Un disco de exquisita artesanía pop, atestado de preciosas composiciones
-“Parajes Mágicos”, “Las Brumas”, “En Las Piedras”- con que enfrentar los
claroscuros que nos depara este valle de lágrimas.
La vara queda a una
gran distancia del piso.
El hándicap de Incentro, lo nuevo de Narval Orquesta,
es su tenaz insularidad. Digo, Narval Orquesta es ya de por sí un ensamble de propiedades
harto infrecuentes en el universo del pop independiente latinoamericano. Son
nueve músicos -Felipe Mellado en piano, Andrés Quezada en clarinete y batería,
Valentina Bianchi en violín, Clemente Salas en saxofón alto, Valentina Palomino
en cello, Sebastián Agurto en saxofón tenor, Francisco Riffo en teclados y
guitarra electroacústica, Felipe Baldovino en bajo, Camilo Roca en contrabajo-
que maridan sin sacarse la cresta el post-rock, la música concreta, el
neoclásico y el free jazz. Con bagaje de magnitudes tan paradójicas, la
orquesta llegó a cuadrar el círculo en su primer LP, Aventuras De Otoños Tardíos, Pequeñas Iluminaciones Y Laaa Lalala
(2017).
El problema es que Incentro, cuyos forma y contenido no son
ecualizados pero se sincronizan demasiado, se revela insular aún para esas
coordenadas. El aspecto es el primer obstáculo: un solo tema de 20 minutos y extras,
que no me permite ubicarlo como mini-álbum, extended o single. En tanto el
láser le reproduce, la cara que opta por empoderar el colectivo es la del free
jazz. Se podría trazar una topografía de la pieza para confirmar esa tesis: los
dos minutos de arranque prescinden de los vientos, manteniéndose los demás instrumentos
en una única nota. Luego, los vientos afinan/calientan enfilando baterías hacia
el minuto tres, y a partir de allí el free exhorta a todos los músicos a correr
desbocados. Hasta el postrer segundo, las metamorfosis en registro y velocidad
son moneda común.
Aunque la pureza es
un lujo que estos capitalinos no consienten, y pueden tener momentos en que
saltan de un Satie maximalista al gamberrismo de la fanfarria non-sense, todo
aquello que no pertenece al abecedario free jazz acaba subsumido a sus reglas
(o a la falta de ellas). El eclecticismo enarbolado en la jornada anterior,
pues, desaparece. Su lugar ha sido ocupado por la atonalidad radicalizada, que
descree de la técnica y vitupera tanto a la métrica como a la armonía. Aleatoriedad
automática que cobija esas nuevas categorías con que la tecnología del nuevo
siglo ha pertrechado al lenguaje sonoro y sus soportes: distorsión, desgaste,
indeterminación, corrosión...
Incentro no deja de ser un trabajo interesante.
También sumamente complicado de seguir, y por ende difícilmente accesible para
quien no se haya fogueado en las tormentosas lecciones del free. Como mi
conocimiento del tema es verdaderamente mínimo, lo dejo ahí.
En el contexto del
ambient house facturado al sur de Arica, al que ya he aludido antes en un par
de ocasiones, sobresale contradiciendo (casi) todas las convenciones el dúo
IIOII. Formada por Gio Foschino y Nicolás Alvarado en el 2012, la dupla se ha
dado a conocer a través de sencillos online y algunos EPs, ninguno de los
cuales he tenido oportunidad de paladear. En este moribundo 2019, el tándem se
estrena por fin en 33 con Hacia Donde Va El Agua.
Grabado entre la
capital y Aculeo (comuna de Paine, provincia de Maipo), HDVEA fatiga climas sensoriales abroquelados tras un onirismo
nocturnal y acuoso, nublado pero inexplicablemente vívido. Debido a la
sobrecarga de voltaje hacia el lado abstracto de la ecuación, ello se condensa
en una mirada serena y despierta que opera en medio del tránsito a altas horas
de la noche. No obstante, la entronización de la osamenta ambient en desmedro
del afluente house no implica que este último haya sido desterrado -sino que aparece
a cuentagotas en cortes como “Cuando La Calle” o “Ámbar”, regresando a caudales
normales recién en “Invisible” y perdurando así hasta el desenlace “El Sueño De
Luis” (piano incluido).
Por oposición, la
primera parte del plástico está abducida por la solemnidad, por una oscuridad
celeste que apenas si tolera el débil titilar del neón. Su extensa
introducción, con “El Fin” y “Ámbar”, predispone a la contemplación de paisajes
níveos, de riberas espumosas, de alturas inverosímiles. En ese sentido, canales
como el breve “Solaris”, “Cuando La Calle” o “A Distancia De La Luz” son testimonios
definitivos de la capacidad con que Alvarado y Foschino han bocetado sugestivas
sensaciones metafísicas y abiertos espacios tanto marinos como eólicos.
Edita este cúmulo
de limbos abstractos y sensitivos la netlabel I S L A, que lo pone además para
descarga gratuita.
Prácticamente sobre
la hora, se libera el estreno en largo de otro grupo nucleado en el 2012, que
hasta el momento contaba con un EP brillante (Fisurando El Silencio), un 4-Way CD (Santiago/Portland, con los también chilenos Baikonur y los
usamericanos Coastlands y Long Hallways), y un par de singles de adelanto;
material que le había bastado para enlistarse en el regimiento de avanzada del
pop chileno independiente contemporáneo. Me refiero a Meridiano De Zürich.
Convertidos ahora
en quinteto con el concurso de Álvaro Riveros en sintetizadores y percusión,
los santiaguinos han dado un paso de gigante con respecto del extended. El
proceso, tengo entendido, no ha sido sencillo; pero tal vez lidiar con él fue
la instancia que galvanizó el fortalecimiento de sus virtudes colectivas, su paso
a la nómina de la netlabel mapocha LeRockPsicophonique, y el gran impulso que
ha comportado el reforzamiento del sostén rítmico en manos de Álvaro.
En efecto, la ahora vertiginosa percusión atrae miradas tanto como las
guitarras, luciéndose en casi todos los números mucho más que antes. De hecho,
al promediar los seis minutos de “Surprise”, las baquetas toman la palanca de
cambios y ya no la sueltan hasta culminar el viaje. Esta intensidad hace presa del
nuevo repertorio del grupo, pese a que no deja de sentírsele inusualmente
controlada: es como si Saudade
tuviese vida propia, y gracias a esta regulación la formación pasase de ser abducida
por el esférico a interactuar con éste en un orden de cosas, digamos,
“homeopático”.
El combo se toma espacio
y aire para labrar ambientaciones de carácter reflexivo, cuando no
introspectivo. Por suerte, tiene la pericia suficiente para desintegrarlas a punta
de tarola y bombo, y para reintegrarlas instantáneamente. Un tratado sobre la
texturología del segundo post rock -pictórica emocional, expresividad
matemática- que retumba invencible en tracks como “EVRST” (sencillo de
adelanto, lo mismo que “Surprise”), “Océanos De Boreal” o “Unísono”. Ojalá
pronto se les invite a tocar en el Perú.
Hákim de Merv
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