(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 11 de mayo del 2022.)
Al abrazar la causa de la independencia artística en la órbita de la música pop, ocurre -más veces de las que te imaginas- que lograr una razonable consolidación del estilo personal para componer y tocar es arduo, o como mínimo fatigoso. Incluso se te pueden pasar años pugnando por alcanzar esa meta -en cuyo caso, la recompensa suele ser doblemente generosa, al arribar por fin a aquella consecución.
Apoyándose inicialmente en Jason Norwood, Trampaluz despegó en el ‘13, siendo su debut un epónimo registro fechado a principios del ’15. En la actualidad, lleva publicados trece álbums completos, sin contar ni EPs ni singles; ni tampoco los tres trabajos que han visto la luz al amparo de la peruana Chip Musik Records entre noviembre y enero últimos (todos en modalidad free download). Algunos de esos primeros pasos están signados por la liberadora/libertaria exploración que desde el post punk emprendía Dif Juz, pasos obviamente atenidos a su contexto tercermundista. Sin embargo, cuando menos con Trampaluz EP (abril del ’14) y sobre todo con el largo Refracción (junio del mismo almanaque), el chileno se despoja de muchas de las influencias que aún le marcaban el imaginario -jazz modal, sonido Canterbury, post punk, primera psicodelia, post bop- a efectos de instalarse en ese mayo francés del ‘68 que para las vanguardias sonoras fueron los 90s.
Instalación tumultuosa, por lo demás. Reflejos En Calles Desoladas (11/21) mostraba a Trampaluz tratando de mantener el equilibrio sin despeinarse, en medio del fuego cruzado entre un bliss pop emotivo y un post rock proceloso. Valiéndose de(l desfase de) la tecnología vintage para incrustar grabaciones de campo, loops y digitalizaciones; el músico tentaba matizar la sañuda borrasca a cámara lenta de “Separando Luces De Fondo”, “En Algún Ángulo O Una Esquina” o “Habiendo Recorrido Las Calles”. Mejor resuelto brotaba 45 días después Un Silencio, que cuenta con el plus de una pedalera inspirada -si bien todavía insuficiente.
De otro lado, el soporte rítmico cumplimenta
una discreta presencia constante, pero no siempre íntegra. Mientras que en instrumentales
como “Acentúan Un Tiempo” y el vigoroso “Una Señal Transitoria” puede apreciarse
entera, en temas como ”Incluso Una Forma Regular”, “Tiene Similar Recurrencia”
y ese tratado de texturología que responde al nombre de “Con Una Longitud Común”;
esa presencia se aferra a líneas de bajo que son apenas musitadas/sugeridas.
Los días en que cierta turbiedad hacía presa de la música de Arce son, pues, cosa del ayer -no es que ésta haya desaparecido, sino que ahora yace controlada/concentrada, lista para el desembalse cuando es menester. Ídem la dispersión que atormentaba al acto capitalino en episodios anteriores -aunque, en el caso de ésta, sí debe subrayarse su prescindencia absoluta. (Im)Pulsos es Trampaluz en pleno dominio de todas sus posibilidades -como lo demuestra “En Un Espacio Continuo”, que adapta interesantemente el patrón polikinético del drum’n’bass a la ebullición bliss. Su primer home run en ligas mayores, rebosante de post rock ingrávido, beatífico, sin lastres; que se abrillanta al invocar las imágenes de crepúsculos inacabables.
Hákim de Merv
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