(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 12 de octubre del 2022.)
¿Novedades? Sí, algunas. Y bastante sustantivas. El detalle es que, para advertirlas, sigue siendo imperativo horadar el fortificado murallón de bulla teñido de paranoica barbarie que este limeño exiliado al pie del Misti hace fructificar cada que se sienta a ¿componer?/¿descomponer? utilizando quién-demonios-sabe-qué herramientas. Ya al comentar el estreno de Pineda Méndez, anunciaba los graves peligros de exponerse sin prudencia a los altamente nocivos niveles de ruido que se hallaban allí desperdigados: presbiacusia, tinitis, mastoiditis... La admonición es igualmente relevante para efectos del presente tape -vale más prevenir atenuando el volumen y/o contando con las invaluables bondades de dos Aspirinas Forte al hilo.
Vislumbro tres tipos de pistas. El primero, el más evidente, es el relacionado con el pasado inmediato del alias: una tormenta de noise erosivo que chirría y muge/brama despedazando frecuencias y armónicos. O lo que es lo mismo, el ruido como exabrupto perenne, tal cual se mostraba en Crugita. A este ‘modelo’ se adhieren “DQHS”, la apertura “Archipiélago”, “Truhán” y “¿Cómo Te Puedo Llamar?”. Neurótica disfuncionalidad al mango.
El segundo tipo de pistas, el más desconcertante, es el que disminuye el exceso de decibeles y se expone proclive al fomento de giros imprevistos (“Asa”, “Valem”), ondulaciones (“Hípica”, “Borde”), estupros contra la guitarra (“Beneficios Y Riesgos En El Vacío”, “1991”), desbocamientos percusivos (“Cobertura De Leche”)... Es, de hecho, la tajada más sustanciosa y heterogénea de Una Hora... -me recordó las ocasiones en que el Liquidarlo Celuloide de sus dos primeros discos suprimía cualquier guiño lúdico para ponerse “serio”. Atendiendo a esta nutrida categoría, habría que preguntarse cuánto ha pesado el criterio de selección del material -a cargo de José María Málaga- para inclinar la balanza hacia este lado.
Aunque sorprendente, también era predecible esta suerte de viraje en el andar del acto arequipeño. Dada su irritante e iracunda naturaleza, experiencias como ésta tienen todo en contra para perdurar. O bien se suelen extinguir rápidamente, o bien se avienen a ceder después de un tiempo a la búsqueda de cielos más clementes. No espero que pase ni lo uno ni lo otro, claro, pero es casi una regla. Felizmente, éstas suelen venir acompañadas de excepciones. Veremos si consigue NRA Ruido escapar a estos sinos, convertido ahora en dúo con el ingreso de Ángeles Valverde aporreando hi-hats, tarola y bombo -en BandCamp propio, el tándem viene colgando nuevas piezas con laudable periodicidad.
Hákim de Merv
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