(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 11 de octubre de 2023.)
Próximo/a a cumplir tres décadas practicando el hoy perdido/olvidado arte de escribir reseñas/artículos sobre discos/tendencias/grupos de música popular, llegas a obtener cierto grado de -si no sabiduría, al menos sí de- inteligencia. De entre la modesta que me ha reportado ese esotérico oficio, pesco una certeza que ni pedrada en ojo tuerto se presta mejor para la ocasión: cualquier ejercicio de dialéctica histórica en detrimento de estilos actualmente tenidos por “caducos” como el hardcore, el punk y el metal queda reducido a intentona estéril; si aquello de lo que éstos en principio se nutrieron permanece inmutable. Y hasta donde sé, todavía la Humanidad se halla muy lejos de ascender a la sociedad ideal que satisfaga a todos/as.
Dado el largo subtítulo que le orla, ponderar los colores que tiñen esta compilación de descarga gratuita es tarea algo reiterativa. Poco es, en efecto, lo que se hace menester añadir a la paleta: además de los géneros aludidos, cabe citar al extremecore, al kängpunk, al D-beat, al stenchcore, al speed, al crustcore, al anarcopunk, al fastcore y al death, tanto si este último prefija al metal como si al rock. Verdad que muchas de estas denominaciones son esencialmente sinónimas de las consignadas en el nombre del disco, pero los especialistas les suelen tener más bien por variantes y argumentar a tal fin disecciones muy enteradas/eruditas de cada rama, lo cual es suficiente motivo para mencionarlas aquí.
En mi opinión, el output predominante en The Infernal Sounds From Peru... es el del crossover. Muy pocas son las bandas que sólo abrazan uno u otro subgénero en este apocalíptico maelström. Tal vez ARZ, Dezerción (ambas arequipeñas) y los legendarios Atrofia Cerebral y DHK, por el lado de las tendencias de origen punk y hardcore. Quizás Nahual, Katari, Apnosia, Zyx66 (ambas ileñas), Deicidios (Ayacucho) y Humanicidio; por el lado de los marbetes de ascendencia metalera. Probablemente sea ésta una taxonomía errónea, pues la totalidad de formaciones involucradas -dieciocho, más de la mitad de ellas proveniente de provincia- seguramente reconocerá improntas de ambos lados y manifestará cerrada admiración por sus figuras tutelares.
Y es que hasta un profano en el tema como tu seguro servidor advierte que son más los vínculos que las barreras. Una imparable avalancha de iracundia brutal metamorfoseada en canciones que van de los 16 segundos (“Continuo Deterioro” de Atrofia Cerebral, adalid fundacional del grindcore patrio) a los 4 minutos (“Callejón Sin Salida” de Grito De Miseria, clásico indiscutible de la Ciudad Blanca), exceptuando la participación en directo de Nahual (“Agathodemon Or Kneph”). Una velocidad contundentemente abrasiva que obliga al rasposo exabrupto gutural o a la sangrante garganta en carne viva. Un ruidismo distinto del concebido por el avant garde -salvajonamente radicalizado, urgentemente rabioso, combativamente caótico, enérgicamente devastador. Un odio y un asco revulsivos hasta niveles intoxicantes, que impelen a tomar las armas que aún ofrece la ¿“musicalidad”? y a descerrajar equivalentes rollos igual de inconformistas.
Qué envidia contar con menos de 20 y recibir revelaciones como ésta, vertebrada por sangre nueva y por veteranos experimentados -los Atrofia, Demencia, DHK, Maestro Caníbal, Gritos De Miseria, ARZ, Nahual... La virulencia de su onda expansiva aún está por verse.
Hákim de Merv
No hay comentarios.:
Publicar un comentario