(Publicado
originalmente en mi cuenta Facebook el 24 de abril del 2015.)
Mientras caminaba
desde el Club Embassy (en Plaza San Martín) hasta el cruce de Uruguay y Alfonso
Ugarte, bajando las revoluciones con el frío aire de la madrugada limeña,
pensaba en lo complicado que sería escribir una reseña del concierto del
23/04/15. Y es que, a diferencia de TODOS los conciertos a los que había ido
hasta esa fecha, lo de esa noche fue más una fiesta privada. Para bien y para
mal. Para mal, porque fue el triste termómetro de nuestra realidad
rockera/electrónica/pop: somos pocos en un país con el gusto atrofiado por la desangelada papilla insípida que pregona la mass media como el supremo manjar
-Romeo Santos no se merecería ni medio pedo en la cara, si no fuera porque
tenemos los oídos llenos de caca-, pero ni siquiera esos pocos estuvimos
completos la noche de ayer. En Chile, seguramente habrá sido otra la historia.
¿Y para bien? Pues
porque la gente disfrutó enormemente de la velada sin estar apretujándonos unos
contra otros, respetando el espacio personal de quien está al costado. Desde el
live de Jaguares (abril del 2004), no veía algo semejante.
Como se esperaba,
arrancó la noche Neon Dominik. No hay mucho que comentar al respecto. Su
performance fue el fiel reflejo de lo realizado en el debut del año pasado, Lightness. Empezó bien y terminó mal:
tanto, que no supo cuándo cortarla -a punto se quedó de completar la hora sobre
el escenario, lo que es demasiado para un telonero. Para peor, hacia la mitad
de su set ND se convirtió en un calco de Underworld, de New Order, de cualquier
banda EBM centroeuropea promedio (¿sería por la proximidad del concierto de
Front242?). Para no abrumarme, opté por cabecear un rato, cómodamente sentado.
Mis oídos se dieron
cuenta del relevo sobre la tarima antes que mi conciencia. El cambio fue tan
evidente, que me desperecé por completo y corrí al borde del dance floor. En
efecto, ya estaban allí los !!! (Chk Chk Chk), el principal motivo por el que
nos congregamos cuando mucho 150 almas en ese local del Centro Histórico.
Ya se sabía que Nic
Offer suele brindar directos memorables. Sin embargo, una cosa es verle en
pantalla y otra muy distinta estar ahí. Ni bien comenzaron a sonar las notas de
“Get That Rhythm Right”, el frontman de !!! puso primera con el pie aplastando
el acelerador e ipso facto se le vaciaron los frenos: no paró hasta terminar el
set. Mejor aún, comprobamos que, en directo, Offer no es él ni ella -es un
ello, a veces masculino, a veces femenino. Durante muchos pasajes, Nic emuló
los pasos de Lady Miss Kier en el video de “Groove Is In The Heart” (el
veintiúnico hit de Dee-Lite). Tal cual queda escrito: Nic Offer es una fuerza
vital en calzoncillos que trasciende géneros.
Y mientras se
sucedían sin descanso “Slyd”, “All My Heroes Are Weirdos” (todo un himno,
ciertamente), “Except Death”, “One Girl/One Boy”, “Jamie, My Intentions Are
Bass”, “Me And Giuliani Down By The School Yard (A True Story)”, “Even When The
Water's Cold” y demás canciones del repertorio de los californianos; la onda
expansiva encontraba multitud de ecos en la pista de baile y aledaños. Incluso
entre los más reticentes... Lentamente la escarcha desapareció, y la savia
corrió como en años mozos, imposibilitada de sustraerse a lo que estaba
sucediendo delante de nuestras narices. Offer, contagiándose de la vitalidad de
un público por completo entregado, se bajó del escenario en más de una ocasión
para acompañar epilépticamente el baile tribal que !!! había conjurado.
Entonces, hasta los más reservados comenzamos a caer en un trance, aupados por
la guitarra de un espectacular Mario Andreoni.
Alguna vez alguien habló
del “hombre que escucha” y del “hombre que baila”. Incluso aquellos que tenemos
dos pies izquierdos por libre elección, y que sólo sabemos poguear, reconocemos
este conflicto interno -imposible acallar del todo lo que nos habla desde la
memoria genética de la Humanidad. Esa noche y al día siguiente, el “hombre que
baila” adelantó al “hombre que escucha” de un violento testarazo, y aunque no
logró hacerlo besar el piso, por un mágico momento equiparó su poder. Quizá no
sea del todo coincidencia que esta situación tuviera lugar en una etapa de mi
vida en la que he redescubierto cierta alegría y cierto goce puramente
corpóreos, sí, pero tan necesarios para equilibrar el espíritu, de continuo
entregado al placer intelectual.
Lo del 23/04/15 fue
más que una fiesta privada, más que una noche luminosa: fue una de esas
jornadas que a uno lo marcan de por vida en direcciones insospechadas (nada más
delectable que aquello que sobrepasa todas tus previsiones). Pero todo tiene su
final. Sobre las 2.30 de la madrugada, se acabó el show de !!! -sin haber
tocado “Heart Of Hearts” (...shit, scheisse, merde...)- y buena parte del
público abandonó el establecimiento. Lástima por Danny M, que fue de fondo,
aunque la noche ya había rebasado las más entusiastas expectativas. Piña por
quienes se lo perdieron.
Lo único
verdaderamente malo de la noche: en el Centro de Lima, 5 soles por una
Coca-Cola personal ni siquiera es un abuso. Es un robo descarado. La próxima
vez prefiero morirme de sed.
Hákim de Merv
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