(Publicado
originalmente en mi cuenta Facebook el 18 de octubre del 2017.)
(Y dice así...)
Cuando está de
buenas (¿o de malas?), al Destino le encanta hacer gala de un finísimo sentido
de la Ironía. Lo digo porque conocí hace milenios a una parejita que hoy habría
sido fan irreductible de Summer Heart, proyecto sonoro que para ese entonces no
existía. Eran otros tiempos -comenzaba el siglo XX a agonizar, ni siquiera
soñábamos con Internet, y menos aún hubiéramos podido augurar el triunfo del
“subgénero infinito” en el milenio que ya asomaba a la distancia. Quizá fue
mejor así, pues el emparejamiento no duró nada: ella se casó ad portas del año
2000 y tuvo dos hijos, pero su vida está bien re-lejos de ser idílica. En
cuanto a él... bueno, él sigue dando tumbos para “avanzar” en la Vida... y a
veces escribe medio decentemente.
Tras un lustro, SH alumbra
por fin sucesor de su primerizo About A Feeling, un trabajo muy celebrado por los adictos al chillwave -si bien
tengo que reconocer que a este acto sueco al menos en Perusalem se le conoció
incluso antes, gracias al Never Let Me Go EP (2011). Ubicado entre los albums más sobresalientes de la segunda oleada
chillwave, About A Feeling es un
magnífico ejercicio de estilo a medio tempo, que le vale al compositor y
multi-instrumentista David Alexander comparaciones con Toro Y Moi e incluso con
MGMT (¡¡¡¡!!!!); pese a que su música es más permisiva que la de Chaz Bundick (TYM)
y también más ligera que la de Washed Out. Descripción equivalente aceptan los
primigenios Please Stay EP (2011) y Never Let... EP.
101 (2017) no es como el debut en largo. La placa monta un
tempo ligeramente aupado con respecto a su predecesor, pero es esa vitalidad
adicional la que va en detrimento del potencial de este nuevo título. Pudiendo
alcanzar las cotas de antaño, 101
queda algo rezagado, falla en enamorar a primera escucha. SH luce ahora más pop
que chillwave, lo que per se no tiene
nada de censurable. El problema, si es que existe, radica en que se esperaba del
nórdico algo más en consonancia con su “regimiento” -la caballería ligera del
chillwave.
Únicamente dos
temas podrían calificar como out-takes del About...:
“Far Out Far Gone” y “Can’t Wait”. Debió haber sido este último, en lugar de
“Follow”, el primer single del disco. Habría dado, ciertamente, una falsa
impresión de continuidad; pero es el que resume las virtudes del mejor Summer Heart: exoesqueleto ambient synth repleto de loopeos y microsamples,
endoesqueleto de pop pedestre, emoción expansiva a flor de piel. Así y todo, un
esférico de canciones para aprender y cantar -o al menos tararear- vagabundeando
al borde del mar, comiéndote unas Charadas (la de años que no sé qué es eso).
Del Viejo Mundo al
Nuevo. Concretamente, Austin (Texas). Hogar de Aaron Rossetto, cantautor que también
debutase en el 2012 con Safe Words EP
-aunque el estadounidense asegura que existen registros anteriores al 2012 (no
disponibles en Internet, obvio)-. Nombre artístico: Ask For Joy.
Sería un albur
esclarecer si Rossetto la tuvo clara desde un principio o si ha hecho camino al
andar. Sus primeras jornadas son elaboradas con prístina sencillez a partir del
shoegazing y de su correlato pop en el mainstream. Hasta el 2016, AFJ acredita
una producción copiosa de corto kilometraje -todos singles y EPs, ningún álbum
hasta ahora-. Notoriamente genérica, además: tracks como “Everywhere” o “Sleep
Fighter” podrían haberlos firmados cientos de artistas similares (de los que
hoy encuentras por montones).
Es con el extended New Private Windows (2016), que se
sucede una transformación innegable, al punto de obligarte a re-escuchar toda
su obra precedente con otros oídos. ¿Será posible que Ask For Joy haya aspirado
siempre a moldear un sonido propio maridando shoegazing y la añeja new wave de
los 80s? Pregunta bastante complicada. Lo cierto es que con, New... EP, se logra ese objetivo por
primera vez (no-sé-qué-tan-visionaria-pero-sí-efectivamente).
La reciente entrega
del tejano sigue decidida esa dirección: A Blow And A Kiss EP (2017) recuerda, más que a la vieja guardia new romantic,
a la gloriosa promoción new wave ochentera; cubierta por una recia capa baggy.
La melancólica vocalización de Rossetto bucea bajo el ígneo colorido de las
olas sonoras eyectadas desde resplandecientes guitarras, durante 26 de los
minutos más emotivos y luminosos que haya escuchado últimamente.
Dejo aquí para
libre descarga TODA la discografía rastreable en Internet de este unipersonal. Me
permito una fatuidad típica de los “críticos”: reclamo la invención de la
etiqueta “gazewave” para simplificar/reducir en una sola palabra la sonoridad
facturada por AFJ -no es la primera vez (hice lo mismo con los arequipeños Paisaje 3 y su hoy bien conocido “trip-gaze”).
Este poppy raid finaliza
trasladándose de Texas a New York y viceversa. Pocos han de ser los melómanos
que desconozcan el nombre de Beach Fossils, trío que naciera como cuarteto en Brooklyn
(2009). La banda, cuyo Clash The Truth
(2013) le reportara fama y (algo de) fortuna, acaba de lanzar su tercera placa
(Somersault).
Para quienes siguen
a Beach Fossils desde el principio, el nombre de John Peña tampoco ha de serles
ajeno, pues fue el bajista original de la banda. No obstante, tal vez muchos no
sepan que, tras salir del grupo (2011); Peña se mudó a Driftwood, Texas, y se
sacó de la manga a Heavenly Beat. Usando esta chapa, el bajista debutó en el
2012 con Talent. Yo recién le he
escuchado a partir del Eucharist
(2014): indie pop de ensueño para gónadas, meninges y glándulas salivares. Tres
años después, HB retorna con artefacto bautizado en honor a su único animador -simpáticamente,
en la página Facebook del acto se consigna, en la etiqueta de ‘Band Members’: “John
Peña Now, John Peña Tomorrow, John Peña Forever”. :D
John mantiene a Heavenly Beat bajo la estela
pop. Las canciones no se separan de ese esquema, pero el sonido mismo es menos
pop, más dream, más electrónico. Por momentos, el disco bordea la estética muzak
-no es de extrañar, después de todo HB es un proyecto de dormitorio, como asimismo
Summer Heart o Ask For Joy. En su ascendencia ambiental/atmosférica, el álbum
tiene cierta majestad, gracias a la obsesión de Peña por los detalles más
minúsculos (“Bodega” tiene un guiño a “The Telephone Call” de Kraftwerk -oh,
esplendor-). Y si por un lado John
desprende ese encanto nocturno, bien laidback, por otro lado esto contrasta con
algunas de las letras.
En la medida en que
no hay reconciliación a la vista con la gente de Beach Fossils, no queda más
que hacer de tripas corazón y seguirles tanto al uno como a los otros. Mientras
sigan ambos frentes como hasta ahora, los beneficiados seremos todos/as
nosotros/as.
Hákim de Merv
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