miércoles, 28 de febrero de 2018

Quan Desapareix La Penombra (Per Tornar Sublimada): Ayer Y Hoy De La Escena En Barcelona (III)


(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 21 de febrero del 2018.)

Siete lustros dejó caer el árbol del Tiempo desde que se estrenase Domestic Sampler UMYU (1982) hasta su relanzamiento de ley en formato digital (2017). La ocasión la celebré en estos bytes hace varias semanas atrás: no era para menos, tratándose de uno de los primeros muestrarios colectivos -sino el fundacional- de esa escena de Barcelona que entre mediados de los 70s y fines de los 80s se ganase a pulso aquello de “el lado B de la movida española” (como en el resto del mundo se conoció a la movida madrileña ochentera y vecinas). Aquella vez prometí revisar en el futuro otro disco que, editado el año pasado, hacía otro tanto y complementaba admirablemente al Domestic...

Hoy cumplo con la palabra empeñada. Acaso acicateada por el fantástico título La Ciudad Secreta: Sonidos Experimentales En La Barcelona Pre-Olímpica (1971-1991) (2013), libro y testimonial disco triple del que también hablé aquí, la discográfica Domestica Records publicó en mayo pasado Abstracte (Barcelona Avantgarde & Industrial 1981-1986). La recopilación corona un proyecto de cuatro años que, al estar centrado en un período mucho más corto que el de La Ciudad Secreta... y sumergido en el espíritu de un solo decenio, examina muy de cerca a los estetas catalanes cuya obra se difundiese en los circuitos más alejados y ajenos al mainstream durante ese mítico par de lustros.

Si histórica y justificadamente Barcelona se ha ganado el apelativo que le dispensa el libro-tríptico de Jaime Gonzalo, con mucha mayor razón se puede hablar de una “revolución secreta”, llevada a cabo por sus principales experimentadores sonoros de genealogía pop. Abstracte... echa más luces sobre esos días en que francotiradores y precursores como New Buildings, Metakrilato®, Autoplex e Idee Du Femelle; convergieron desde múltiples trincheras para dar forma a una delirante e inusitada ola contracultural de renovación del lenguaje pop. En las exactas antípodas de la accesibilidad comercial, estos grupos reflejan un sistema de pensamiento coherente que rechazó por principio toda injerencia de las majors, al haber sido fundado en el impulso libertario-creativo que debe presidir las artes -desde siempre, rasgo distintivo de las culturas que en cualquier época han emergido de la antigua Barna.

Del post punk más vanguardista (Klamm) a la electrónica más oscura (Anton Ignorant), del dark dislocado (Ultratruita) a una mezcla exótica de ¿jazz? y ¿proto-industrial? (Víctor Nubla), del synth socarrón (Autoplex) al solemne (Terminal)... Cual sea el código seleccionado, siempre ha sido éste subvertido a los dictados de la experimentación sónica -en sí misma, toda una lección estética y ética de autogestión e independencia, originalidad y economía de medios, riesgo y autenticidad. El resultado es un artefacto redondo; que, felizmente, Domestica Records ha colgado en BandCamp para su libre escucha (la edición en formato LP quedó limitada a copias que ya obran en las manos de 500 beneficiados por los hados).


También en el 2017, pero en noviembre, la label barcelonesa NØVAK encajó una sustanciosa compilación -sólo que ésta enfocada en las huestes catalanas de nuestros días, adheridas por añadidura a la estética industrial. Como se sabe, la música industrial y los sonidos equivalentes más extremos han experimentado en años recientes un resurgimiento alrededor de la metrópoli “culé”. Como ejemplo señero de esta hibridación, ahí está el catálogo de la independiente Màgia Roja, que combina el industrial pesado, la psicodelia oscura e incluso no pocos pasajes de kraut rock.

La Edad De Plomo -se pasaron con el nombrecito- está innegablemente orientada hacia la música electrónica más densa e incordiante posible. He leído por ahí alguna nota de prensa que habla de pop industrial, pero la verdad es que de pop este registro no tiene ni siquiera el tipo de letra. Sí tiene, por el contrario, mucho del angst subversivo y flamígero que aportasen al género sus exponentes preclaros: SPK, Die Krupps, Laibach, Whitehouse, Throbbing Gristle...


Percusiones apocalípticas, distorsión áspera que deja a cualquier lija como fino papel de envoltura, sintetizadores modulares abusados, temáticas sumamente perturbad(or)as, capas de sonidos reptantes, collages de pernicioso feedback... Alguien ha llamado a esto “ambient bélico”, y ciertamente puede ser el caso. Alguien más ha llamado a esto “el horror final producido por sociedades distópicas que se plantearon en principio como utópicas”, y ciertamente también puede ser el caso. De cualquier modo, nombres como D.Forma, Ferida, Escupemetralla, No Parfum, Arcos De Nepal, Dead Normal y Coágul (un viejo conocido); reverdecen los laureles del sonido industrial y ad-láteres.

Dieciocho sablazos que retoman el imaginario monstruoso de los films de terror, de las ciencias ocultas clásicas y del surrealismo; que ofrecen visiones deformes de futuros de pesadilla, que niegan los valores establecidos cualesquiera sean éstos, y que utilizan el Ruido para crear anti-suites cuya experiencia de audición sonaría poco menos que pavorosa -si no fuera porque hablamos de un género que ya tiene cuatro décadas a cuestas, y cuya irritabilidad fue superada por el noise binario de los 90s. Así y todo, otro panorámico harto recomendable, que también puede escucharse desde BandCamp al haberse agotado ya su tiraje (75 suertudos); sobre todo porque es la invitación perfecta a escuchar propuestas de similares coordenadas estilísticas y geográficas: Refectori, Abstraction, SDH, Tronald Dump...

La oportunidad está servida.


Hákim de Merv

jueves, 22 de febrero de 2018

Olaya Sound System: Música Del Mar // Vieja Skina: El Regreso De La Luna Verde

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 14 de febrero del 2018.)

Si bien a prima facie puede parecer un tanto arbitrario elegir para esta reseña doble a grupos que lucen relativamente disímiles, ambos guardan más en común de lo que ese somero primer vistazo revela.

Vieja Skina y Olaya Sound System provienen de las nuevas hornadas con que la escena independiente peruana ha afrontado su renovación en el siglo XXI. En consecuencia, su genealogía no está lastrada por los vicios de forma, contenido y función que determinaron el camino de sus más discretos pares en los 80s y los primeros 90s -vicios cuya supervivencia ha quedado felizmente relegada a guetos que todavía hoy persisten con géneros fosilizados in extremis. Los dos combos, además, tienen ya trayectorias que cuentan con al menos tres capítulos: cada uno, en lo suyo, ha alcanzado cierta proyección entre el público dentro y fuera de las fronteras nacionales -los Olaya vienen de una seguidilla de exitosos conciertos por el norte del país, y los skineros se presentaron hace unos cuantos días en un festival de ska en Colombia, al lado de los legendarios Bad Manners y su showman, el alocado Douglas Trendle/Buster Bloodvessel. Finalmente, tanto unos como otros se formaron allá por el 2008, partiendo de raíces cuyas conexiones telúricas los guían/conducen hacia un único punto geográfico: Jamaica.

Lo que pocos saben es que las primeras colaboraciones de ambos nombres fueron también, digamos, conjuntas. Al lado de Pilotocopiloto, Barrio Calavera, Plug-Plug, Las Amigas De Nadie, The Emergency Blanket, Stereo Karma, Deskartables y Mi Jardín Secreto; Olaya Sound System y Vieja Skina saltaron al verde a través de Elecciones Munisicales 2010: El Rock Limeño En Campaña (2010), publicado para libre descarga por Dorog Records. Estas primeras colaboraciones son indiciarias sólo parcialmente: mientras que VS acometía su performance en clave de ska, OSS visitaba las llanuras roots reggae (“La Mentalidad Del Hombre”) y dirigía no pocos guiños a la fusión (“Los Olaya”). A partir de este punto, separo las historias para su mejor exposición.

Nadar En El Cemento (2010) conserva esa vena roots que Olaya Sound System exhibía en “La Mentalidad...”, ciertamente un poco más salpicada que antes de raggamuffin. La fusión con las sonoridades de índole tropical-andina que anunciaba “Los Olaya” no sería explorada a consciencia sino a partir del segundo largo, Nuestra Casa (2012). Con Quién Es Quién (2015) y el reciente Música Del Mar (2017), queda en evidencia que el norte de los Olaya siempre fue el mestizaje entre la cumbia de sabor nacional (¿pero cuál de ellas?) y algunos de los más prominentes ritmos peruanos tradicionales, mestizaje sostenido/amalgamado por el reggae -de hecho, el alias de la banda es un indicio bastante evidente de la influencia que la ínsula antillana ha ejercido sobre ella, a pesar de no ser ésta precisamente la personificación del concepto mismo de “sound system” (al principio una furgoneta itinerante que posee potentes equipos de sonido a través de los que un pinchadiscos ambienta fiestas, luego un grupo de DJs e ingenieros de sonido que trabajan juntos como uno solo tocando y produciendo música).

En la interna, OSS ha atravesado muchos cambios. Los miembros fundadores Lorenzo Zolezzi (guitarra, voz) y Matteo Bonora (guitarra, voz) son los únicos que permanecen hasta la fecha. En otros tiempos, por sus filas pasaron Andrés Abugattás, Sebastián Legaspi y David Von Der Heyde, entre otros. El line up actual, que completan Alonso Rodríguez (bajo), Jim Marlow (percusión menor), Rodrigo Castillo (batería) y Óscar Mauricio (congas, voz); es el responsable de haber firmado Música Del Mar, un disco que puede tomarse como el “point of no return” para los Olaya.

Célebres por sus tremendos directos nocturnos, estos limeños ya manejan un perfil que les identifica nítidamente. Pese a la disparidad de las músicas que cubiletea (tropical-andina, afroperuana, jamaiquina), Música Del Mar se revela muy cohesionado. Festivo como siempre, sí, pero también plenamente consciente de sus habilidades expresivas; que se materializan a través de líricas que explotan en los momentos precisos -lo mismo que se materializa al oírlos el recuerdo de la ‘Internacional Latina’ de los 90s: Los Fabulosos Cadillacs, Maldita Vecindad Y Los Hijos Del Quinto Patio, Todos Tus Muertos, Mano Negra...

A algunas personas, esta extraña mescolanza les puede saber a sopaipilla en ácidos. Concedido. De hecho, a mí tampoco consigue atraparme del todo. Reconozco, eso sí, la capacidad de OSS para enyuntar fluidamente ritmos que en sus orígenes no comparten ni el aire que respiramos. No será la primera vez, sin embargo. Ya a fines del 2015, reseñando justamente el tema “Desaparecer Contigo” para el recuento anual de la página face Rock Achorao’, alegaba cierta imposibilidad de empatar con esta música en mi condición de urbanita domesticado -pero no podía negar que me hablaba desde algún rincón de mis genes, aupándome a despercudirme. Música Del Mar no hace otra cosa que rubricar, nos guste o no, la excéntrica identidad del zangolotino sexteto perteneciente a las filas de Descabellado Records.


Vieja Skina es un ensamble mucho más ortodoxo que el de los Olaya. Cuando debutan en Elecciones Munisicales..., era obvio -con ese nombre, para más inri- que lo suyo apuntaba de todas maneras al ska. Lo que no quedaba claro era a qué clase de ska. “Armagedón”, por ejemplo, es un instrumental MAGNÍFICO de ska en la onda de la ola británica 2-Tone (Madness, The Selector, Specials, The Beat) y de la etapa ochentera de Los Fabulosos Cadillacs; pero “El Alquimista” hablaba de intenciones serias de habérselas con el ska original, el de la ola jamaiquina, conocido como “ska tradicional”. Su primer disco, Ayahuaska (2012), era una declaración de principios en favor de esta segunda opción, cruzándola con música afroperuana y jazz, pero manteniendo una férrea preeminencia del ska que cultivasen The Skatalites y Desmond Dekker.

No es un detalle menor el que Ayahuaska fuese mezclado en segundas instancias nada menos que por Mad Professor, un nombre fuertemente asociado a gigantes como Public Enemy y Massive Attack. Tal fue el revuelo que causó este debut en medios internacionales, que la banda fue invitada a festivales latinoamericanos (Brasil incluido) especializados en ska, y se hizo de un nombre y de seguidores del género en países como Ecuador y México. Más aún, despertóse un inusitado interés por material de VS, lo que redundó en el rescate de La Esquina De Siempre, recopilación orquestada por el prestigioso blog RG&RBE en el 2010 y a la sazón primera referencia discográfica de los capitalinos.

Cinco años después de Ayahuaska, Vieja Skina lanza su segundo esfuerzo en estudio, El Regreso De La Luna Verde. Teniendo en cuenta el estado de cosas descritas líneas arriba, no sorprende que para la producción de este álbum el grupo haya contado con participaciones de lujo, una por tema salvo el par de Victor Rice, para un total de siete. A tal efecto, en ERDLLV colaboran Hugo Lobo (track epónimo), Victor Rice (“La Huaca” Y “Joan”), Lord Panamo (“Beautiful Day”), Mario Siperman (“Trane Steady”), Mr. T-Bone (“Skandinavia”) y Matteo Bonora. Sí, el vocalista de Olaya Sound System vuelve a acercar las historias de ambas formaciones poniendo su voz en “My Honey Girl” -cerrando de este modo el tema de las colaboraciones para el disco llamado a reportar la consagración definitiva del octeto integrado por Giacomo Novella (trombón), Daniel Ciudad (batería), Luis Monzón (saxo tenor), Edinho León (bajo), Sarid Challco (saxo alto), Camilo Gonzales (teclados), Bruno Rosazza (trompeta) y Julio Mejía (guitarra).

El Regreso... fue registrado en Lima, mezclado en São Paulo y masterizado en Buenos Aires. Cada una de estas etapas contó con un nombre de polendas tras la consola: Jorge Cavero, Sergio Soffiatti (Orquesta Brasilera de Música Jamaicana) y Mario Siperman (Los Fabulosos Cadillacs), respectivamente. En el plano instrumental, el estilo de Vieja Skina ha crecido de un modo admirable. Sin espacio para las fusiones a excepción de las ya enumeradas, su ska tradicional permanece inmaculado, a años-luz de distancia del referente punk más cercano. Es cierto que la nutrida lista de invitados aporta matices que hasta la fecha estos cumpas no habían explorado, pero siempre dentro de las coordenadas ya definidas. No hay espacio para el virtuosismo hueco, error frecuente en músicos entrenados que confunden la creatividad con la técnica, sino que todo en el esférico trasluce esa expresividad propia de quienes se abocan a lo suyo sin que la pericia instrumental les ahogue/relegue el entusiasmo y la devoción por lo que hacen.

ERDLLV ya ha llevado a VS a Colombia, a cosechar la admiración de nuestros vecinos del norte. Queda pendiente una presentación en Valparaíso (Chile), para fines de abril.


Hákim de Merv

jueves, 15 de febrero de 2018

Rock Lima Sur: Compilatorio Vol. 5

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 7 de febrero del 2018.)

Y un buen día, después de casi tres años en mutis, apareció la quinta entrega de las compilaciones/recopilaciones Rock Lima Sur. Valga la aclaración, esta saga de lanzamientos encaja tanto dentro de uno como dentro de otro casillero: son compilaciones porque se trata de cuadros colectivos cuyos participantes tienen algo en común (vivir/haber vivido en la zona austral de la capital peruana), y también son recopilaciones porque no pocos de los temas antologados pertenecen a bandas/artistas que permanecen en sus cuarteles de invierno o ya fenecieron.

Tomando distancia de cómo luce en el plano artístico, toda compilación -y/o recopilación- guarda una innegable cuantía arqueológica, más en un medio como el de la música pop independiente peruana, que desde la precariedad ha luchado durante décadas hasta lograr una (in)cierta estabilidad. Esto es algo que he afirmado antes y seguiré afirmando las veces que sea necesario. También es verdad, sin embargo, que hay antecedentes artísticamente lamentables más allá de tal valor, como puede ser La Generación Perdida: Archivos Secretos Del Rock Independiente Peruano (1997). Las cuatro primeras rodajas de Rock Lima Sur, publicadas en el curso de los años 2014 y 2015, cojeaban justamente de ese pie: con altas y bajas según el episodio, una cuarta parte del global de los concurrentes era valiosa por su diversidad de propuestas, que se desmarcaba de las coordenadas habituales. El resto, por desgracia, redundaba derivativamente en estas últimas: hardcore, metal y sobre todo punk. No me olvido de la importancia del testimonio para nada, pero la repetición incesante en el abanico sonoro le jugaba en contra a la plausible iniciativa del camarada Renzo Lobato, principal encargado de orquestar estas panorámicas.

Se caían de maduras, entonces, preguntas como éstas: “¿es realmente todo lo que hay en el Cono Sur?”, “¿se prioriza el rescate de material de entidades extintas, so pena se desvanezca todo vestigio de su legado?”, “¿se reflejan sólo los gustos de los responsables de armar los discos?”, “¿falta establecer contacto con un espectro más amplio de lo que verdaderamente palpita en el sur de Lima Metropolitana?”.

Para mí, la tercera de estas preguntas seguirá siendo una incógnita en tanto los aludidos se abstengan de absolverla. A las demás parece responder categóricamente este Rock Lima Sur: Compilatorio Vol. 5. No, no era realmente todo lo que hay. Sí, parece haberse priorizado el rescate de material de nombres que ya fueron. Y sí, parece haber faltado antes una mayor comunicación con muchas de las propuestas que pululan de Chorrillos a Lurín, de Villa El Salvador a San Juan De Miraflores -distrito que ha aportado ¡¡¡8!!! de los 21 grupos convocados a esta quinta convocatoria.


Precisamente, consignar los distritos de procedencia es una de las innovaciones que veo en Rock Lima Sur: Compilatorio Vol. 5. Otra es añadir el status de “activo” o “inactivo”, lo que echa ciertas luces sobre el criterio que ha primado en la confección del disco. Únicamente dos alineaciones son acreditadas como inactivas: Amazua (rapcore) y Salón Dadá (after punk). Es esta última un clásico de la generación subte ochentera limeña cuya inclusión puede discutirse (no todos los integrantes vivían/viven en el Cono Sur), pero cuya participación (“Lista L”) corona, con sus guiños a lo Cocteau Twins del Garlands y del Head Over Heals; un esfuerzo discográfico que ahora sí trasciende por completo el mero interés arqueológico/testimonial y se convierte en una gran muestra de lo que, a las personas de inquieta curiosidad, el pop independiente limeño puede ofrecer entre el área capitalina y el Sur Chico. Aunque algunos ya lo supiéramos por Brain, Pez Linterna, Cabezas Descalzas o los desaparecidos Cono Surf.

Está, por ejemplo, el caso de 3Saravia, definido como “hacker music” y que prueba que la electrónica en esos rumbos no está limitada a Cristhdance. Están también los casos de La Musa, quinteto hard rock femenino de Villa El Salvador que emociona gratamente con “Patines Verdes”; de Dublin’s, que flirtea tímidamente con el shoegazing (“Winter”); de 1 Lío, cuyo vigoroso “Ella” me hace pensar en algunos combos de la Shelflife Records y/o en una versión pop de Velocity Girl... Por supuesto, también están los sospechosos comunes (Desastre Social, Darkanus, Necrocracia), pero éstos ahora ocupan sólo la cuarta parte del menú -invirtiendo la proporción de capítulos precedentes, otro acierto más del ...Vol. 5.


Quisiera, no, necesito subrayar dos intervenciones más en este quinto título, una que le disminuye puntos y otra que se los aumenta.

Voy primero con la mala noticia. El disco incluye un tema de Pounda & NoMódico, célebre tándem hip hop que en “Kintsugi” le entra al trap (puajjjjjjj). No sé por qué, francamente. Siendo P&NM un binomio que ha sabido de buenas, tremendas jornadas en el género de Prefuse 73 y RJD2, tiene algo de suicida arriesgarse con el trap -la cara “estilizada” de algo tan zafio, bárbaro y bruto como el reggaetón (estoy refiriéndome a lo estrictamente “sónico”, porque si entro en las letras, ya la cosa se pone escatológicamente aberrante)-. Otra manera de decirlo: un ¿género? prefabricado más, pensado para seguir engatusando a miles de impúberes/púberes/post-púberes que han caído redonditos desde hace años con las babosadas que ofrece nuestra mass media quintomundista. Aunque entiendo que la intención de la dupla chorrillana pueda ser no agarrarse del “fenómeno”, sino hacerlo evolucionar en algo más elaborado, en síntesis el trap es una puta mierda. ¿Para qué, pues, perder tiempo probando con él?

Ahora la buena noticia. El disco también incluye un tema de Pipi Of Monky, formación de Villa María Del Triunfo. No les he escuchado antes, ni en otros discos colectivos ni en vivo. El nombre me repelía lo bastante como para darles esa oportunidad. Hasta ahora. “Fin”, dispuesto casi cerrando el ...Vol. 5, es un sorprendente ejercicio de math rock instrumental; lleno de vitalidad, color, lucidez y energías. Como no les he audicionado previamente, dudo sobre si éste sea su sonido característico -de serlo, no deberían soltarlo nunca.


Felicitaciones a todos los implicados en y detrás del Rock Lima Sur: Compilatorio Vol. 5: un paso bien hacia adelante, dado con entereza, vale por dos.

Hákim de Merv

jueves, 8 de febrero de 2018

Distant Vol. 2 // Polar & Amokian: Signautica

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 31 de enero del 2018.)

Dos desde el remoto Sur -pa’ volver a coger ritmo al tiro, po’...

Vio la luz en octubre pasado el segundo volumen de Distant, serie de compilaciones que factura Meitrik Record Label. Se trata de una esquiva discográfica chilena especializada en música electrónica, fundada por Christian Ziehlmann y que está cumpliendo dos décadas de vida en junio de este 2018. Pocas referencias para tener ya casi cuatro lustros, pero debe tomarse en cuenta un hiato de 11 años entre el 2005 y el 2016, así como lo selecto de cada una de ellas. Revisando nombres en la Red -Metamann (el alias de Ziehlmann), Der Meister Geist, 100ML-, se evidencia la proclividad de la escudería hacia el house, el techno; y sobre todo el híbrido de ambos géneros que, evolucionando desde su simpleza y monotonía originales, lograse que pubs y discotecas electro se moviesen al son del tempo oscilante entre 120 y 128 bpms de mediados de los 90s en adelante. Una proclividad que la propia casa no oculta, ciertamente.

Para ser una compilación, Distant Vol. 1 (2016) cobijaba un track list más bien corto en minutaje y nómina. Su sucesor no sólo supera la barrera de los 70 minutos, sino que además conjura fuerzas confluyentes allende las fronteras de Chile. Dicen presente en el disco proyectos de México, Argentina y Perú; amén de los que juegan de local. Lo interesante es que Meitrik también ofrece espacio, si bien comparativamente reducido, a encarnaciones sonoro-electrónicas que no se ubican precisamente en sus coordenadas habituales. Difícilmente un número como “Pangea”, del crédito nacional Wilder Gonzales Agreda, puede describirse como cercano al dancefloor.

La batuta la llevan, previsiblemente, los participantes más afines al espíritu de la independiente. Tal es el caso de Quantum (“Mar”), Ergon (un post-tribal “Nisei”), Android (“Algorythm”), F600 de Miguel Conejeros (“Huincadead”), Le Championnat (“Can’t Love”), el acto IDM perucho Invisible Ambiente de Ives Ancieta (en el que debe haber sido su último estertor, “Volátil” se mueve preñado de esas texturas hi fi que eran moneda común en los 70s) o Polar (“Cometa”, bastante más abigarrado que sus pares).

No faltará quien prefiera contar a Polar entre los disidentes de turno, dada la complexión rítmica que luce su aporte. En todo caso, sí se le percibe muy diferente de TremoloAudio (la columna vertebral rítmica de “Monza” no pocas veces se asemeja al célebre y hoy vetusto motorik, provisto al vocabulario de la música pop contemporánea por el venerable kraut rock alemán setentero), del ya mencionado Gonzales Agreda (minimal “Pangea”, extraído del fantástico Lima Norte Metamúsica, 2014) y de Metamann (“Coisa Maloca” se relaja hasta convertirse en el equivalente a una pieza de jazz para viajes sub-espaciales).

En el balance, Distant Vol. 2 no sólo le sirve a MRL para recuperar la continuidad luego de un oncenio de inactividad. También revisa/revisita tanto lo que se dijese alguna vez sobre el house (“el house es la música del infinito, porque incluye pasado, presente y futuro”) como lo que se dijese alguna vez sobre el techno (“el techno es el ritmo que jamás será vencido”). Ambas cosas es el tech-house.


Exactamente un año antes del Distant Vol. 2, Polar y Amokian unían energías en el cassette split Signautica, perteneciente a Barbatruco Producciones (netlabel mapocha creada en el 2008). La cinta lleva el sello de Alpha Experimental Breaks, con que BP distingue sus lanzamientos asociados al colectivo homónimo, en el que milita Polar. Éste es un viejo conocido, y no porque aparezca en el Distant Vol. 2: es la identidad paralela de Héctor Aguilar, 50% del dúo magallánico Lluvia Ácida. El alias cuenta con una nutrida discografía, de la que apenas he escuchado unos cuantos episodios. Así y todo, títulos como Alpha State (2010), Sueño Blanco (En 8 Bits) (2003) o Sesión 2 EP (2012); confirman el interés de Aguilar por cultivar sonoridades muy distintas a las exploradas con su partner en LlA, Rafael Cheuquelaf. A saber: breakbeat, hip hop abstracto, sampladelia, downtempo...

En cuanto al usamericano Igor Amokian, no había tenido el gusto de escucharle anteriormente. Lo que he leído en Internet es que, a lo largo de su carrera, el angelino ha desarrollado conexiones telepáticas con todos los géneros electrónicos basados en la técnica del circuit bending; participando asimismo en instalaciones sonoras, exhibiciones y performances en directo. Un obrero de lo que hace-más-de-veinte-años-y-aún-ahora se conoce como “electrónica experimental”.

Conforme manda el libro de estilo, cada lado del split se ha asignado a uno de los involucrados. El lado A es el de Polar, quien con este registro ha hecho pleno honor a su pseudónimo: incluso si me he perdido demasiados movimientos, encuentro poco o nulo parecido con todo lo que antes le había oído a Aguilar bajo esta etiqueta. Polar se ha convertido en sinónimo de una electrónica abstracta, fragmentaria, futurista y muchas veces también interestelar. Prácticamente nada he podido hallar de sus escaramuzas con el hip hop y el breakbeat. Sus 9 temas, que son los que mejor calzan con la portada del cassette, suenan muy bien -aunque igual me dejan frío, por la sorpresa (o mi ignorancia) del cambio que ha experimentado Polar. Ahora, ¿qué es mayor? ¿La novedad o los nuevos réditos artísticos? Difícil decirlo. Prefiero manifestarme más adelante, esperando acostumbrarme al cambio con prontitud.



Si cabe, es hasta más extrema la cara asignada a Amokian. Durando algo más que la cara A, tiene ¡¡¡21 temas!!!, muchos de los cuales no superan los dos minutos de extensión. También Amokian hace honor, pero al lado de la cinta que le ha tocado ocupar: su output hace las veces de auténtico lado B de la gama de sonidos que debe haber soltado el Gran Colisionador de Hadrones en las pruebas preliminares a su encendido. En sus momentos más hip hop, que los tiene (“Beat Slices Live”), la percepción constante es la de estar audicionando el borrador/bosquejo de un experimento de harsh noise. Y si bien decir que Amokian es una suerte de Blixa Bargeld nacido en la era digital resulta exagerado por donde se lo mire, semejante aseveración guarda un resquicio de verdad, avalado por la suciedad/el talante entrecortado y desvencijado/la disonancia de la propuesta del músico. Habrá a quienes les guste y a quienes no. Lo imposible de soslayar es esa sensación residual, borrosa, imperfecta; de haber presenciado algo inquietante sin ser plenamente conscientes de ello.


Hákim de Merv