Side effect
negativo del mundo globalizado en que nos movemos hoy, “gracias” al home run obtenido
por la serie de Netflix ahora resulta que tooooooodo el mundo ha sido/es fan de
Luis Miguel. En el mejor escenario, para mí no es otra cosa que un sujeto
premiado por Madre Natura con determinados talentos -malgastados, como otros
inútiles del mismo rubro (Juan Gabriel a primer lugar), en una carrera
comercial/marketera orientada a extraer los últimos dividendos que podían exprimírsele
a un ¿género? tan anodino e insípido como la “canción hispanoamericana”; equivalente
al risible schlager alemán de post-guerra.
Te preguntarás a
santo de qué hablar del así llamado “Sol de México”, cuya reaparición hace unos
dos o tres años lo hacía parecer más una metagalaxia, de lo rollizamente
adiposo que estaba. Obvio: por definición, el vaporwave se nutre de esa
nostalgia con que arrebujamos el pasado entre fines de los 70s y principios de
los 90s. Marcado por aquello que arbitrariamente imponían radio y televisión, y
a diferencia del Primer Mundo, el nuestro estuvo literalmente plagado de las
melodías de Luis Miguel y los de su especie. A ellos se debe el vaporwave de
origen latino, (les) guste o no.
Con la consigna de agrupar
a los músicos vaporwave de esta parte del globo alrededor de una plataforma
sólida e independiente, la discográfica Eternal Vibes viene operando desde hace
unos meses. Su primer lanzamiento data de noviembre del 2017 (la compilación Eternal Vibes Vol. I), y en menos de un
año ya bordea la veintena de títulos. Aunque el hecho de que la label haya sido
fruto de la iniciativa de un mexicano (Rubén Ibarra), un dominicano (Edgard
López) y un chileno (Salvador Mella), da pie como para hablar de una sede
social sita en Internet; lo cierto es que la producción física de los álbums
tiene lugar en Chile.
Capitalizando el
runrún generado por la serie de marras, la reciente aparición de Luismiwave: Tributo A Luis Miguel (2018)
ha sido cálidamente recibida en los circuitos underground latinos. Se apuntan
actos de cuatro países de la región: Chile (MALO420 y PEPSIMAN™),
Paraguay (bøbi), Argentina (PLASMA, Invisible Lover y プテ/Svn Prxtxctxr/ック) y México (サントダック
Saint Duck, Blue Fancy, RFKR BAS$, Skule Toyama, T H A 竜児かれ超神 R U, Jesse
Cassettes y EMBA Soundsystem). El rango de participación es similar al del Eternal Vibes Vol. I.
La intención de Luismiwave... queda en luminosa
evidencia desde el subtítulo. Es éste un homenaje “al icono musical de la
década de los 80, Luis Miguel”. Dadas las características ya enumeradas de un
¿género? como el vaporwave, no podía ser de otra forma. Por eso, me deja
bastante pensativo el arranque del disco. En “No Culpes A La Noche”, “Cómo Es
Posible Que A Mi Lado”, “La Chica Del Bikini Azul”, “Cuando Calienta El Sol” y
“Écrivain D'Amour”; los bpms andan bastante pasados de revoluciones: más que
admirativos, parecen paródicos, e incluso hasta autoparódicos. Obviando este
hecho, suenan muy divertidos, porque precisamente la idea de un tributo
electrónico, subrayada todavía más por el vaporwave; es quebrar el contexto
original de los samples y reacomodar éstos en otro más subversivo. Digamos que
la cadencia superacelerada y tonera de estos cinco tracks permite catalogarles,
por analogía imperfecta, de bersek future funk. Lo mismo vale para “Soy Como
Quiero Ser”, de bøbi.
A partir de
“Estrenando Amor”, de Jesse Cassettes, número future funk que cumple
religiosamente el canon; las revoluciones bajan ostensiblemente (con la
salvedad ya acotada de bøbi). Relecturas como “手をつないで (私の恋人と)” de Trans World Airlines, “Por Favor Señora”
de MALO420
y “Golden Law” de Invisible Lover fluctúan entre el vaporwave original y el
mallsoft/muzakcore; sin llegar a constituirse en híbridos. Sí lo hace “Sunny Protection” de
プテ/Svn Prxtxctxr/ック, en tanto que
“Inolvidable” de EMBA Soundsystem ignora la voz del casi cincuentón cantante
para alcanzar la (¿sub?)categoría de dreamwave.
Admito que se trata
de una encantadora revisión de lo publicado por el mexicano-que-en-realidad-es-puertorriqueño.
Reconozco que muchos fragmentos de sus canciones nunca dejarán de rodar por los
intrincados pliegues de mi materia gris, porque a fuerza de encontrarme con
ellos hasta en la sopa, se me han quedado grabados sin la menor intención. Pero
también es verdad que este Luismiwave...
es una lúdica manera de enfrentarlos, deconstruirlos para acelerarles o
sosegarles, y así socavarlos -(les) guste o no.
La comuna portuaria
de Coquimbo, en la región del mismo nombre al norte de Valparaíso, es el hogar de
Seatemples. Formados en los estertores del 2014, en septiembre del 2015 y en agosto
del 2016 germinan respectivamente sus primeros singles virtuales, “Lanterns” y “Further”
-el primero de ellos permanece para descarga gratuita en SoundCloud.
Ambos son repescados
en el debut largo Down Memory Lane
(septiembre del año pasado). Antes y después, la banda colabora en dos homenajes
orquestados por la prestigiosa bitácora brasilera The Blog That Celebrates Itself: Just For A Life: A Homage To Slowdive (febrero del 2017, con “Spanish Air”, del primigenio Just For A Day) y Popkiss - TBTCI Meets Sarah Recs (febrero de este año, con “Quicksilver”,
de The Field Mice, editado en el So Said
Kay EP). Las versiones a tamaños referentes no son gratuitas, pues ambos -tanto
Slowdive como la seminal escudería Sarah Records- pueden ser mapeados en el
genoma del grupo que conforman Moisés Segovia (sintetizador), Diego Herrera (batería),
Priscila Ugalde (bajo y voz) y Patricio Zenteno (voz, guitarra y programación).
Cabe aquí resaltar que, durante la etapa tempranera de Seatemples, signada por
un feedback muy interesante entre el combo y su entorno, documentado a través
de fotografías, logo y videos; Zenteno también se hizo cargo de secuenciadores
y samples.
Parte de esa
retroalimentación se refleja en DML sólo
de modo accesorio. Ello, debido a las dos improntas que rubrican sobremanera el
output de los coquimbanos. Por un lado, el post punk a centímetros de
convertirse en dark. Por el otro, el shoegazing en fase dream pop. De las
principales características de estos discursos no opuestos, pero sí distintos,
está repleto el disco: guitarras incisivas que producen luminiscentes telarañas
de sonido, en medio de la “silenciosa” e inagotable marcha del bajo; sugerentes
ambientaciones instrumentales de espacios cerrados, dentro de los que la pluma
de Zenteno describe emociones como la saudade, el amor, la vulnerabilidad; percusión
contenida delimitando envolventes melodías de una rara tonalidad acústica...
Down Memory Lane, que circunstancialmente añade a sus
cuarenta y tantos minutos pinceladas neopsicodélicas (como en “Seaweed”), me ha
traído a la memoria el fantástico To Deaf And Day (2017) de los californianos Glaare. En las calles un mes después
del debut chileno, la maravillosa web mexicana Sound And Vision describió a los
norteamericanos como el equivalente a escuchar un 33 de The Cure y tenerlo presente
en las neuronas durante un directo de Slowdive. La pequeña-pero-importante diferencia
entre ambos estriba en que el sonido de los sureños es mucho más acerado y
potente: piezas como “The Burning World”, “The Crack Of Light”, “When The Sea
Reveals” (me encantó el guiño a Mercury Rev) o “Coronal Loop” transpiran una
energía, un vigor que no tiene ninguna pista del To Deaf... (que así y todo sale bastante airoso).
Actualmente,
Seatemples vive días felices. Su ingreso al catálogo de la disquera
norteamericana Custom Made Music (Ringo Deathstarr, Citrus Clouds, Peter Hook
& The Light), que se ha encargado de la realización física del Down..., ocurre en medio del proceso de
composición del segundo capítulo del cuarteto. Maquetas del mismo ya dan cuenta
de por lo menos dos singles listos, tentativamente titulados “Secuestro” y
“Holograms”. No hay fecha de lanzamiento a la vista, de lo que se colige que
tampoco hay apuro. Por donde se sopese, esta apasionante alternativa a lo hecho
por The Holydrug Couple constituye una (otra) agradable sorpresa.
Hákim de Merv
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