jueves, 6 de agosto de 2020

Javier Moraga: Perdiendo Contacto // Parasomnia: Parasomnia EP

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 29 de julio del 2020.)

#AguanteChile.

Pese al frecuente contacto vía Internet, Valpo siempre se las arregla para dejarme en offside. Supongo que con ese hándicap lidian quienes viven lejos de aquellas escenas independientes por las que sienten debilidad y/o admiración. El hecho concreto es que, habiendo trabado más amistades en Gran Valparaíso -...Valpo, Limache, Villa Alemana, Viña Del Mar, Reñaca, Concón...- desde mi país que cuando fatigué sus calles, la prolijidad y la mística de la movida valpeña continúan deparándome sorpresas.

Gracias a mi querida amiga Claudia Trejos, tomé conocimiento de Javier Moraga hace pocas semanas atrás. Recomponer su azarosa trayectoria fue ardua tarea, pues el originario de Viña ha desperdigado harta prole sónica a través de distintas escuderías, y ningún site la consigna toda. Para Discogs, por ejemplo, el músico inicia carrera con Toma Distancia (Amplified Music Pollution, 2007). La netlabel Modismo y la cuenta BandCamp de Moraga sindican a Autodidáctico (2006) como el debut. Y mientras el sello continúa enumerando el split junto a Los 5000 (proyecto paralelo de Carlos Reinoso, de Mostro), 666,777,888 (Horrible Registros, 2007), Lunáptico (Epa Sonidos, 2008), Sofismo (Pueblo Nuevo, 2008), A Suelo (Horrible Registros, 2009), Los Nauseabundos Circuitos Del Miedo (Pueblo Nuevo, 2009) y Años Luz (Música Para Antología) (2011, Epa Sonidos); en BandCamp la info salta hasta el single “Callar” (2017) y el Pensado EP (2019). Allí aparece además Recóndito (2020), que no figura en Discogs, y brilla por su ausencia Rasgos Particulares (Pueblo Nuevo, 2018) -que sí detalla la hoy famosa página de coleccionismo completista.

Lo que está verificado es que Moraga se desenvuelve en paralelo como sonidista y programador -Caja De Pandora, Sala De Máquinas- de la célebre radio Valentín Letelier, que sus antecedentes sonoros le sitúan militando en Olor A La Banda, y que en este 2020 ha editado una trilogía -Recóndito en marzo, Violence Is In The Air en abril- rematada en mayo por Perdiendo Contacto (Modismo). Si este último es o no el décimo título solista, es algo que no me corresponde establecer, dadas las circunstancias.


Ok, obviemos la largada en falso de “Luxury”. El viñamarino reformula en plan dialéctico/científico el abstract techno viajero de nombres como Ladies On Mars y Rhythm Box: el programático magma digital rebosante de ambientaciones filo-industriales, que fuera despojado de la furia/sordidez con la que éstas iban normalmente aparejadas, se ve irradiado por desacostumbradas síncopas de posología minimalista. La circularidad de los beats se afina/acentúa conforme avanza el lector sobre “Chulk” y “Sick Sick Sicario”, mientras va haciendo su paulatina entrada un swing delicioso, suerte de update al ralentí de aquello que durante la última década del siglo pasado se conoció como “Miami bass”. Este tramo de Perdiendo... cierra con “Mal En Sí”, cuyos bpms quitan el pie del acelerador para permitir la introducción de minúsculas cuñas downtempo.

A despecho de la floritura estilística, el principal encanto de Perdiendo Contacto radica en la fidelidad al libreto. La mayoría de sus pistas participa del peso, la consistencia, la textura y el moderado extremismo aural de ese Birmingham techno que levanta un puente entre la electrónica de clubes y el aputamadrado ambient de largos alcance y aliento degustado bajo el alias de IDM. Quizá en ese compromiso ético radica la libertad con que el chileno asimila atavíos a millas de distancia, como el insólito matiz free jazz de “Gatopardo”.

El burbujeante sonido líquido de ciencia-ficción de “Gramaláctico” le unge como la pieza definitiva de la jornada -partitura futurista que condensa todos los aciertos del disco, empacándoles en una titánica suite de 17 minutos y pico, llena de desequilibrantes frecuencias tridimensionales, ruido dislocado de complexión glitch, arrítmico breakbeat de dúctil plasticidad... Memoria RAM en perpetuo flujo. Inquieto ensayo sonoro sobre las actuales posibilidades de la electrónica sensitiva para crear/descubrir/describir nuevos universos en la comodidad de tu living o al interior de tu dormitorio.


Interesante el impulso que vienen tomando en Chile el post punk y el dark en sus variantes wave o gothic. Sobre todo porque, que yo sepa -y esto ya lo dije anteriormente-, ni en los 80s ni en los 90s hubo frentes consagrados a tales géneros. En efecto, sólo a algunas canciones podía colgárseles esos marbetes: recién al despuntar la década pasada sale el que debe ser el primer plástico chileno tributario del vacío negro y la noche oscura del alma. Me refiero al epónimo debut (y despedida) del dueto La Fría Lógica (2011), versión de Joy Division incluida. Tras él, se nuclean grupos como Dosis Dionisios, Patio Solar, Intimate Stranger, Gemidos Necrofílicos o BrendanJordan; algunos de ellos antologados en Geometría Subterránea: Compilado Post - Punk Chile (2019).

Parasomnia -no confundir con el trío cubano de gothem, ni con el dúo argentino de indie post garage- pertenece a esa camada. Se trata de una alineación novel cuyo primerizo single (“Rasguños”) se edita en junio del año pasado. Después de cederlo a la compilación antedicha, el terceto santiaguino entra al Necrotic Estudio a registrar los temas que cuajan su ópera prima en formato extended. Grabación, mezcla y masterizado culminan en noviembre; y en junio de este 2020 los mapochos firman contrato con la discográfica inca InClub Records -subsidiaria de InfraVox Records- para la manufactura de CDs y cassettes en octubre próximo.

La adelantada “Rasguños” -que se adicionará como bonus track en las ediciones físicas peruanas- retrataba a una terna dark purista, devota de los primeros The Cure y del cuarteto de Ian Curtis. Parasomnia EP abre el espectro hacia otros tótems como And Also The Trees o el imprescindible cuarteto sueco-español Décima Víctima. Ofrece evidencia suficiente, asimismo, para entender que el purismo de estos muchachos no es inflexible; ya que algunas composiciones enfilan hacia un hipotético fuego cruzado entre P.I.L. y Gang Of Four (lo que habrá debido padecer Francisco Cerda en las baquetas para estar a la altura del reto). Tal es el caso de los instrumentales “Huir” y “Perros Imaginarios”, así como el de la “ritual” apertura -la sección rítmica agita los pistones hasta que la eléctrica de Franco Reyes se cuela en fase darkwave, sin impedir que el hercúleo bajo de Mauro Rojas siga mugiendo hasta finalizada la canción.

Es por contraste en “10 De Julio” o “Nada Existe” donde las tinieblas hunden irrefrenables los colmillos. Las escarchadas brasas de los Joy, las agudas atmósferas espinosas de la trilogía Seventeen Seconds-Faith-Pornography, la poesía macabra del combo de los hermanos Havas y Jones; se enmarañan en ambos cortes. Éstos rubrican, de paso, la semejanza con las bandas peruchas en cuanto a arquetipos a emular -pero no en cuanto al modo de abordar aquellos modelos: mientras que mis connacionales se mueven del post punk al dark en un mismo número, los sureños efectúan ese movimiento pendular de un surco a otro.

Simpático EP, sugestivo sin ganar la orilla de la sutileza. Parasomnia resiste la tentación de mirarse en The Sisters Of Mercy y Bauhaus, sorteando así la grandilocuencia cliché en que cayó casi toda la escena noventera. Todavía falta, sin embargo, mayor austeridad para alcanzar las calcinantes cotas que exhiben hoy los herederos más avispados del viejo dark ochentero -Antiguo Régimen, verbigracia.


Hákim de Merv

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