#AguanteChile.
Pese al frecuente contacto
vía Internet, Valpo siempre se las arregla para dejarme en offside. Supongo que
con ese hándicap lidian quienes viven lejos de aquellas escenas independientes
por las que sienten debilidad y/o admiración. El hecho concreto es que,
habiendo trabado más amistades en Gran Valparaíso -...Valpo, Limache, Villa
Alemana, Viña Del Mar, Reñaca, Concón...- desde mi país que cuando fatigué sus
calles, la prolijidad y la mística de la movida valpeña continúan deparándome
sorpresas.
Gracias a mi
querida amiga Claudia Trejos, tomé conocimiento de Javier Moraga hace pocas
semanas atrás. Recomponer su azarosa trayectoria fue ardua tarea, pues el originario
de Viña ha desperdigado harta prole sónica a través de distintas escuderías, y
ningún site la consigna toda. Para Discogs, por ejemplo, el músico inicia
carrera con Toma Distancia (Amplified
Music Pollution, 2007). La netlabel Modismo y la cuenta BandCamp de Moraga sindican
a Autodidáctico (2006) como el debut.
Y mientras el sello continúa enumerando el split junto a Los 5000 (proyecto
paralelo de Carlos Reinoso, de Mostro), 666,777,888
(Horrible Registros, 2007), Lunáptico
(Epa Sonidos, 2008), Sofismo (Pueblo Nuevo, 2008), A Suelo (Horrible
Registros, 2009), Los Nauseabundos
Circuitos Del Miedo (Pueblo Nuevo, 2009) y Años Luz (Música Para Antología) (2011, Epa Sonidos); en BandCamp la
info salta hasta el single “Callar” (2017) y el Pensado EP (2019). Allí aparece además Recóndito (2020), que no figura en Discogs, y brilla por su
ausencia Rasgos Particulares (Pueblo
Nuevo, 2018) -que sí detalla la hoy famosa página de coleccionismo completista.
Lo que está
verificado es que Moraga se desenvuelve en paralelo como sonidista y
programador -Caja De Pandora, Sala De Máquinas- de la célebre radio
Valentín Letelier, que sus antecedentes sonoros le sitúan militando en Olor A
La Banda, y que en este 2020 ha editado una trilogía -Recóndito en marzo, Violence Is
In The Air en abril- rematada en mayo por Perdiendo Contacto (Modismo). Si este último es o no el décimo
título solista, es algo que no me corresponde establecer, dadas las
circunstancias.
Ok, obviemos la
largada en falso de “Luxury”. El viñamarino reformula en plan dialéctico/científico
el abstract techno viajero de nombres como Ladies On Mars y Rhythm Box: el programático
magma digital rebosante de ambientaciones filo-industriales, que fuera despojado
de la furia/sordidez con la que éstas iban normalmente aparejadas, se ve
irradiado por desacostumbradas síncopas de posología minimalista. La circularidad
de los beats se afina/acentúa conforme avanza el lector sobre “Chulk” y “Sick
Sick Sicario”, mientras va haciendo su paulatina entrada un swing delicioso,
suerte de update al ralentí de aquello que durante la última década del siglo
pasado se conoció como “Miami bass”. Este tramo de Perdiendo... cierra con “Mal En Sí”, cuyos bpms quitan el pie del
acelerador para permitir la introducción de minúsculas cuñas downtempo.
A despecho de la
floritura estilística, el principal encanto de Perdiendo Contacto radica en la fidelidad al libreto. La mayoría de
sus pistas participa del peso, la consistencia, la textura y el moderado
extremismo aural de ese Birmingham techno que levanta un puente entre la
electrónica de clubes y el aputamadrado ambient de largos alcance y aliento degustado
bajo el alias de IDM. Quizá en ese compromiso ético radica la libertad con que
el chileno asimila atavíos a millas de distancia, como el insólito matiz free
jazz de “Gatopardo”.
El burbujeante
sonido líquido de ciencia-ficción de “Gramaláctico” le unge como la pieza
definitiva de la jornada -partitura futurista que condensa todos los aciertos
del disco, empacándoles en una titánica suite de 17 minutos y pico, llena de
desequilibrantes frecuencias tridimensionales, ruido dislocado de complexión
glitch, arrítmico breakbeat de dúctil plasticidad... Memoria RAM en perpetuo
flujo. Inquieto ensayo sonoro sobre las actuales posibilidades de la
electrónica sensitiva para crear/descubrir/describir nuevos universos en la
comodidad de tu living o al interior de tu dormitorio.
Interesante el impulso
que vienen tomando en Chile el post punk y el dark en sus variantes wave o
gothic. Sobre todo porque, que yo sepa -y esto ya lo dije anteriormente-, ni en
los 80s ni en los 90s hubo frentes consagrados a tales géneros. En efecto, sólo
a algunas canciones podía colgárseles esos marbetes: recién al despuntar la
década pasada sale el que debe ser el primer plástico chileno tributario del vacío
negro y la noche oscura del alma. Me refiero al epónimo debut (y despedida) del
dueto La Fría Lógica (2011), versión de Joy Division incluida. Tras él, se
nuclean grupos como Dosis Dionisios, Patio Solar, Intimate Stranger, Gemidos
Necrofílicos o BrendanJordan; algunos de ellos antologados en Geometría Subterránea: Compilado Post - Punk Chile (2019).
Parasomnia -no
confundir con el trío cubano de gothem, ni con el dúo argentino de indie post
garage- pertenece a esa camada. Se trata de una alineación novel cuyo primerizo
single (“Rasguños”) se edita en junio del año pasado. Después de cederlo a la
compilación antedicha, el terceto santiaguino entra al Necrotic Estudio a
registrar los temas que cuajan su ópera prima en formato extended. Grabación,
mezcla y masterizado culminan en noviembre; y en junio de este 2020 los mapochos
firman contrato con la discográfica inca InClub Records -subsidiaria de
InfraVox Records- para la manufactura de CDs y cassettes en octubre próximo.
La adelantada
“Rasguños” -que se adicionará como bonus track en las ediciones físicas
peruanas- retrataba a una terna dark purista, devota de los primeros The Cure y
del cuarteto de Ian Curtis. Parasomnia EP abre el espectro hacia otros tótems como And Also The Trees o el
imprescindible cuarteto sueco-español Décima Víctima. Ofrece evidencia
suficiente, asimismo, para entender que el purismo de estos muchachos no es inflexible;
ya que algunas composiciones enfilan hacia un hipotético fuego cruzado entre
P.I.L. y Gang Of Four (lo que habrá debido padecer Francisco Cerda en las
baquetas para estar a la altura del reto). Tal es el caso de los instrumentales
“Huir” y “Perros Imaginarios”, así como el de la “ritual” apertura -la sección
rítmica agita los pistones hasta que la eléctrica de Franco Reyes se cuela en fase
darkwave, sin impedir que el hercúleo bajo de Mauro Rojas siga mugiendo hasta finalizada
la canción.
Es por contraste en
“10 De Julio” o “Nada Existe” donde las tinieblas hunden irrefrenables los
colmillos. Las escarchadas brasas de los Joy, las agudas atmósferas espinosas
de la trilogía Seventeen Seconds-Faith-Pornography, la poesía macabra del combo de los hermanos Havas y Jones;
se enmarañan en ambos cortes. Éstos rubrican, de paso, la semejanza con las
bandas peruchas en cuanto a arquetipos a emular -pero no en cuanto al modo de
abordar aquellos modelos: mientras que mis connacionales se mueven del post
punk al dark en un mismo número, los sureños efectúan ese movimiento pendular
de un surco a otro.
Simpático EP,
sugestivo sin ganar la orilla de la sutileza. Parasomnia resiste la tentación
de mirarse en The Sisters Of Mercy y Bauhaus, sorteando así la grandilocuencia
cliché en que cayó casi toda la escena noventera. Todavía falta, sin embargo,
mayor austeridad para alcanzar las calcinantes cotas que exhiben hoy los
herederos más avispados del viejo dark ochentero -Antiguo Régimen, verbigracia.
Hákim de Merv
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