En los más de
cuatro meses que llevamos los peruanos bajo emergencia sanitaria, nuestros
circuitos independientes han visto realizarse muchos lanzamientos, afectados moderadamente
éstos por las nuevas condiciones en que hemos de vivir quién sabe hasta cuándo.
Contados, sin embargo, son por ahora los trabajos desde su mismísimo inicio concebidos
en tiempos pandémicos. Transmisores
(fines de mayo), última referencia en el catálogo de Chip Musik Records, figura
entre aquellos pioneros -si no es el primero entre ésos.
Dedicado a Florian
Schneider, histórico miembro de Kraftwerk fallecido en la veintena de abril, Transmisores se vocea como split. No
estoy de acuerdo con la denominación: esa chapa se reserva para discos cuyas
mitades son ocupadas por sendos grupos. Si los involucrados son tres o más, se
les adjudica el rótulo según la cantidad: “three-way”, “four-way”,
“five-way”... El caso es que este esfuerzo colectivo tampoco calza en esa
clasificación, pues el aporte de cada proyecto no es unitario -sino que se ha pauteado
en dos momentos equidistantes. Su estructura, entonces, va más en la línea de
la Compilación I (1997) de Crisálida Sónica y del Nueva Música Experimental Arequipeña (2019).
El regimiento se
halla conformado por cinco actos, cuatro de ellos enrolados muchos años ya en
las filas de la casa discográfica, y el restante en vías de debutar luciendo
las mismas sedas: Siam Liam, Xtredan, El Otro Infinito, Ionaxs y Mongo No Stars.
Es este último uno de los alias más enigmáticos de la escena off-mainstream
nacional: no tiene site, ni página en Facebook, ni cuenta en plataformas de
streaming. Virtualmente, no hay medio byte de información online, fuera de colaboraciones
cedidas para los capítulos octavo (LACASAZUL)
y decimotercero (Trece (El Final De Una Década)) de la serie Lego que impulsa la disquera de marras.
Ya que las piezas
de esa doble hélice que configura Transmisores
son idénticas en forma, contenido y emplazamiento; es notorio que el álbum dispone
de un orden que transforma en ciclo. Ambos -que iré describiendo en paralelo-
arrancan justamente con Mongo No Stars. En los Legos en que aparece, el
unipersonal ya había exhibido una sorprendente habilidad para acrisolar techno,
acid house y algo de la tosquedad EBM ochentera; sorteando siempre la eventual densidad
que puede acarrear semejante menjunje. “Early Morning Rain & The Wolf” y
“Love Reberveration” agregan a la mescolanza el rotundo intelligent pertinazmente
anti-bleep de los primeros Orbital, tiñéndola de bullente colorismo lúdico y
aceitando vital su isócrono engranaje. La síntesis catapulta a MNS a un estado
espiritual por decir lo menos hipnotizante, que se encumbra sobre los
descubrimientos de los estetas de Chicago y Detroit. Curiosamente, Siam Liam
-una de las tantas identidades que maneja Alexander Fabián- aterriza aquí en similares
coordenadas. El ruidoso IDM de lustre latino que poblaba su primogénito Sul Da Pradaira (2019) prescinde en
cierta medida del noise y de las riendas que utiliza para dosificar la
velocidad de bpms. Así, las breves “Visión Áurea” y “Dream On” ven volcada su
pictórica hacia el vibrante muralismo de una electrónica post rave de juguetona
onda expansiva, cuya artesanía es direccionada empero por una sobriedad casi
nipona.
El Otro Infinito orienta la proa del barco hacia mares más profundos, inmutables, sombríos. Alfonso Noriega persevera en la ruta que trazase su último opus, el acrónimo EOI (2019) -es decir, vastos itinerarios en los que la estética ambient ocupa completa la bóveda celeste, sumiendo el paisaje entero en un crepúsculo de pálidos grises que agonizan infinitamente. Lo interesante radica en la maña con que el músico elude entregar tracks inanes y anodinos: una secuencia abisal de ascendencia glitch agita las corrientes que surca “Ella Gustaba De Gritar A Las Nubes”, impeliéndole hacia cielos más benignos, mientras que los maquinales beats IDM otrora numerosos en el pasado de El Otro Infinito toman el control de la ennegrecida y resonante “Ligotti” -donde participa un invitado de lujo, el gran José Javier Castro. En la misma abstracta dirección, si bien mucho más decidido en su aproximación aislacionista, toma la posta Xtredan. El individualista Dante Izaguirre dirige su mirada hacia los años dorados de la Warp -el post rock coloidal de Seefeel, el Aphex Twin del abrasador Selected Ambient Works II (1994). Ergo, “Seres De Cristal” e “Inframundo” se adentran en la escuezante aridez que disemina el ambient de beats domeñados y funcionales a texturas construidas por capas tras capas de atmósferas -con seguridad, “Inframundo” es el tema más oscuro y mucilaginoso de Transmisores. Álgebra transnumérico hecho sonido para visitar planetas errantes, como también acontecía en su propio Conspiración (2017).
Ionaxs es el
encargado de finiquitar ciclo y disco, de maniobrar el timón para concretar una
cerrada vuelta en U, de zambullirse hasta tocar lecho marino en proximidades
costeras. Aunque se han quemado varios calendarios desde su último largo, Descomposiciones (2016), Jorge Rivas se
ha ejercitado publicando cortes nuevos a través de las compilaciones preparadas
por la label. Tanto “Melange (Mix)” como “No Mortal” revalidan el maridaje de
tamiz oceánico que practica el también Philkophillips desde que ingresara a la
nómina ChM -un bálsamo de bliss pop, ruido repujado, efluvios de shoegazing e
IDM a punto de desbocarse. Ambos canales comparten esa perlada sensibilidad
acuática que siempre ha labrado el limeño, pero es el punchero “No Mortal” el
que mejor la aprovecha, compendiando en sus cuatro minutos y medio muchas de
las particularidades que le confieren a Chip Musik sus facciones identitarias.
Rivas ya ha anunciado no sólo la pronta salida de un nuevo disco de Ionaxs,
sino además una segunda entrega de Transmisores
en ciernes. ¿Nueva serie a la vista?
Hákim de Merv
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