(Publicado originalmente en mi cuenta
Facebook el 20 de abril del 2022.)
Nueva antología Buh Records, cuyo nombre ya anuncia
intenciones de enderezar la mirada hacia aquellos/as sobre quienes recae el
futuro de las músicas experimentales en nuestra movida independiente. Inicio
con buen pie, que le aparta del sesgo cansino/reiterativo del precedente Territorio
Del Eco: Experimentalismos Y Visiones De Lo Ancestral En El Perú (1975-1989). Valga la
aclaración, algunos comentarios han incidido en cierta unánime condición bisoña
de los/as colaboradores/as. Apreciación algo inexacta: la totalidad de temas no
corresponde a debutantes absolutos/as -pero incluso las trayectorias de quienes
ostentan cierto kilometraje no exceden el lustro de duración.
Mensajes Del Agua: Nuevos Sonidos Desde Perú Vol 1
arranca aludiendo al líquido que nuestra especie ha catalogado como el solvente
universal. Si piensas en la característica más notoria, su dinámica/informe fluidez,
como que el panorámico queda en debe. Es en las propiedades menos evidentes
-veloz propagación del sonido, alta absorción del calor, elevada tensión
superficial- que se revela adecuado el guiño del título. De entrecortada circulación,
el tape resiste con porfía digna de elogio la tentación de asimilar la abrasión
textural del ruidismo, si bien se vale de su yuxtapuesta/acumulativa dialéctica.
La cinta despliega el lado A y despide el
lado B con dos alias reconocibles del underground perucho: Mauricio Moquillaza y
la hiperprolífica artista escudada tras el seudónimo de Grave For Amanda. El
primero trabaja delicadas piezas de melancólico ambient modular, mientras que
la segunda despacha por igual -también usando los noms de guerre de Ojeras De Damita y Everynell- apacibles suites de melodioso post rock y compactas ráfagas
de reluciente ambient glacial. Uno y otra refrendan background en las
respectivas “Carácter Transitorio” y “Grounds Of Negligence”, así como avisan
acerca de la naturaleza unitaria de cada proyecto que estampa su firma en la
presente jornada.
Como advertía en el primer párrafo, aquí
escuchamos por igual a debutantes relativos/as y a pesos wélter camino de
convertirse en medio. Entre los/as primeros/as se encuentran Isabel Otoya (“Ansiedad,
Futurismo & Incertidumbre”, atonal ventisca non-sense de factura
compositiva contemporánea), Michael Magán (“Quick-A” emula las agudas
vibraciones que emitiría una imposible capa de cristal en permanente ondulación),
#DMTh5 (la inclemente desolación post rock de “En Honor A Los Caídos” es sólo
visitada por vientos sobre los que cabalgan fantasmales psicofonías del ayer),
Lucía Beaumont (extirpándole la furia, la breve “Escondite” se inspira en la
primera etapa de Einstürzende Neubauten para retratar el mugido del simún
percutiendo sobre diversas superficies) y Vered Engelhard. Este último merece
un comentario aparte, por ser “Dirty River” el episodio de Mensajes... cuyas
grabaciones de campo utilizadas dejan por fin escuchar la voz del agua -aunque
tampoco logra permearse de su armonioso discurrir. El número acaba siendo
jaloneado por ¿quenas?/¿pincullos?, mientras el trueno brama en el fondo.
Entre quienes acreditan un mayor recorrido se
cuentan el propio Moquillaza, Ayver (“Reconciliación Con La Vida”, muy en el
estilo neoclásico/electroacústico a lo 4AD ‘80-‘87 de José Luis Arango), la
antedicha Grave For Amanda, Vrianch (el de Víctor Chang es el acto más curtido,
como lo prueba la estética polimorfa de su output electrónico, que en “Brief, Cruel
And Anonymous” emite una leve iridiscencia bliss) y S O A R E R. Este último me
ha llamado la atención por introducir en mi vocabulario dos nuevos términos: “phaserwave”
y “slushwave”. Esos microgéneros no son exactas derivaciones del vaporwave, pero
sí provienen del mismo nicho -las comunidades online de músicos de dormitorio, productores
virtuales y melómanos. “Causa Y Efecto” es esencialmente un asalto dreampunk
que, pese a desentenderse de las programaciones percusivas, no prescinde de la
rítmica. Lo suyo es un ambient de veleidosos medios tiempos aupado por multitud
de plugins VST y phasers.
Artefacto concebido como parte de una serie
producida para la nueva plataforma Centro Del Sonido, Mensajes Del Agua:
Nuevos Sonidos Desde Perú Vol 1 también testimonia el quehacer artístico-sonoro
producido fuera de Lima (Huancayo, Cajamarca, Piura, incluso New York).
Igualmente, el cassette visibiliza el papel protagónico de nuestras creadoras,
antes ignorado. Ojalá iniciativas idénticas, promotoras de la participación
igualitaria y de la descentralización geográfica, se sucedan pronto en mayor cantidad.
(Publicado originalmente en mi cuenta
Facebook el 13 de abril del 2022.)
Si bien ya avizorada a través de “Girasoles
Tricolor” y de “Spiderdance”, tracks cedidos respectivamente a las
compilaciones de Dorog Records Premoniciones (‘20) y Nuevas Anormalidades (‘21), no deja de sorprender la dramática metamorfosis que
Jucsay ha experimentado durante los años pandémicos. Entre Mutante (marzo
del ‘18), registro colectivo al alimón con los individualistas Pascal y Movan,
y Kuntur Raymi (octubre del ‘21), rebotado hace unas pocas semanas por la independiente de Giancarlo Samamé; ciertamente parecen haber transcurrido
muchos más años de los que ambas acreditaciones alegan.
Acrónimo ideado por el chachapoyano Juan
Carlos Salazar Yalta, autodidacta en las técnicas de inspiración audiovisual y
con una licenciatura en informática, Jucsay dio inicio a sus múltiples
actividades culturales en el ‘04 atravesando trochas muy distintas de las que hoy
recorre. Plasmadas a partir del ’13, las primeras experiencias discográficas que
publicase se encontraban plenamente instaladas en los ámbitos del arte sonoro
puro: composiciones electrónicas cuya retórica del Ruido epata un despiadado
minimalismo -el propio músico describe su estilo como harsh techno. Presiden la
mecánica de esa primera etapa la modelación de frecuencias, el incisivo procesamiento
de sonidos analógicos y digitales. Las grabaciones resultantes retratan hoscas ambientaciones
de distorsión reconvertida, que sutilmente aluden a crispantes sacralidades precristianas
-ahí están como ejemplos “Río Negro” y “Final De Tu Dolor” (mini-álbum Pétalo De Lata, 2014), o la post-humana “NHMDLG” y el inesperado vacío de “Oración”
(mini-álbum Muda, 2013). Esta faceta del artista amazónico continúa
vigente en otras actividades multimedia en las que despliega su talento...
Como músico, empero, Jucsay ha virado hacia
expresiones sónicas muchísimo más cercanas a formatos pop -esto es, imbuidas de
armonía y melodía. A este respecto, los antecedentes de “Girasoles Tricolor”
(ludismo proto IDM) y “Spiderdance” (jubilar electrónica de linaje house) daban
cuenta ya de la nueva topografía en que iba a trabajar nuestro connacional del
oriente. Sobre ella se aposenta resueltamente Kuntur Raymi, producido
gracias al beneficio de las Líneas de Apoyo Económico para el Sector Cultura dispensadas
por el ministerio ad-hoc. El disco, cuya denominación guiña a la Fiesta del Cóndor con que se rememora cómo los pueblos ancestrales del actual departamento
de San Martín recibían el solsticio de invierno (21/06), tiene dos mitades
perfectamente definidas: una empieza en “Río Marañón” y termina en “Aliento De
Tella”, mientras que la otra va de “Puyu” a “Shuka”. Ambos segmentos se
diferencian únicamente en los matices -mientras el primer tramo subraya entusiasta
la síncopa y se descubre favorable para intensas sesiones en las pistas de baile,
el segundo atesora una mayor inclinación no exenta de hedonismo hacia la
escucha no estática/el deleite en horizontal.
Descontando esa distinción, en conjunto lo
nuevo de Jucsay se adjudica suficientes trazas que le categorizan como vigoroso
update de los descubrimientos que los precursores de Detroit y de Chicago hicieran
en el período ’90-’92. Justo antes de la asonada ambient noventera: es
interesante paladear cómo el unipersonal emplea los potentes patrones de
ascendencia electro-funk que sacudieran la Ciudad de los Vientos y los mesmerizantes
graves ofrendados por la Ciudad Motor, para operar en territorios muy cercanos
al intelligent techno con un concepto infinitamente más elástico que el de sus
primeros días.
Golpea trepidante el house en canales como “Huayra”,
la dulzona “Aliento...” o “Allko”, de fuerte flirteo esta última con el canon chill
out. Aflora aplastante el techno otro tanto en “Tingorbamba”, la exquisita “Puyu”
o la enigmática “Duende Azul” (dancefloor neuronal si cabe), confirmando esa
plausible habilidad con que Salazar enhebra contundentes programaciones y melodías
seductoras/adictivas. Alusiones a la tímbrica de la selva peruana y a los imaginarios
de sus etnias mil terminan por darle homogeneidad a este excelente esfuerzo con
que se reinventa el solista. Edita su propia plataforma, Seqes Records.
(Publicado originalmente en mi cuenta
Facebook el 6 de abril del 2022.)
Iba a empezar escribiendo que, hasta poder hablar/chatear
con él, no puedo saber qué había querido hacer Cristian Sánchez en el nuevo opus
de Asunción. Sin embargo, ello presupone que en esta oportunidad el ex tecladista
de El Diablo Es Un Magnífico se revistió de nuevos ropajes y/o se premunió de
nuevas herramientas, accidental o voluntariamente. No es ésa, en definitiva, la
situación -porque cuando menos desde el estreno en regla El Paisaje Interior
(2019), el santiaguino ya tenía definidos los elementos que identificarían a su
faceta solista, y el fino balance de éstos se ha depurado sorteando cambios traumáticos.
Más adecuado es afirmar, entonces, que no sé
qué expectativas esperaba colmar Sánchez con Materiales Y Símbolos. Lo
que sí tengo por seguro es que las ha dejado muy atrás a absolutamente TODAS.
Las propias y las ajenas. En poco menos de una hora, el chileno dosifica los
efluvios de iteración lisérgica que permeaban en abundancia su maremágnum creativo,
canalizándolos de manera que favorezcan evoluciones exponenciales de la otra
gran constante en su música como Asunción: el kraut rock, principal pero no
excluyentemente en fase Berlin school.
Las sibilantes cintas que Sánchez manipula, sus
sidéreos sintes a medio derretir, el estoico chisporroteo que le arranca a la
drum machine; se condensan en tres gemas cuya extensión ya guiña a las
gigantescas suites que el venerable kraut alemán concretó en irrepetibles
sesiones de kosmische musik y perennizó en un puñado de históricos vinilos.
Sobre la deconstruida síncopa motorik de “Los Vestigios Circulares”, por
ejemplo, Asunción desliza la pegadiza placidez embriagadora de unos armónicos
en permanente reverberación futurista. Esa impronta de ascendencia Düsseldorf es
evocada de nuevo, sin llegar a materializarle, en la segunda mitad de “El
Viento Eleva Una Esmeralda” -su primera parte, en cambio, vuelve la cara hacia
insistentes oleajes de proto ambient que titilan/vibran en la misma frecuencia del
track antes mencionado.
Con “Comunión Y Vigilia”, el capitalino me
transporta allende Próxima Centauri, un lugar al que muy pocas experiencias
sónicas me han catapultado. La primera vez que le escuché, quedé como alguna
vez dijo Cerati, “...Flotando Así/Sin Tocar El Suelo...”. “Comunión...
puede abordarse como una sucesión de informes abstracciones sonoras por casi 29
minutos. También, como una epifánica manifestación multimedia: a veces me
parece que el surco trasciende su mera naturaleza auditiva, transformándose en
un haz de luz con que escudriñar/atravesar las realidades de tiempo y espacio.
Impresiones que encuentran su origen en el hecho de encomendarse inequívocamente
Asunción al amparo de Tangerine Dream. La cósmica austeridad de la ambientación
predominante en “Comunión...” se condimenta con una voz filtrada/procesada,
mientras las notas exploran geografías etéreas que se transfiguran
periódicamente en melódicas, atmosféricas, experimentales, disonantes. Se
desplaza el unipersonal entre las telemétricas secuencias de Atem (1973)
y el space noise de Phaedra (1974), hasta que cerca del minuto 11 entra
a tallar la emotiva pulsión de Stratosfear (1976). El último golpe de
timón se produce hacia el minuto 20, cuando Sánchez atraviesa el Rubycon
(1975), rumbo al centro de la Vía Láctea.
Extraordinario logro del pop mapocho de
vanguardia, eyectado por la avispada Poxi Records. Donde quiera que esté, Edgar
Froese seguro dirigirá la mirada hacia la Tierra cuando las notas de este MYS
alcancen sus oídos.
Supe un poco más de Crisis Records a
propósito de un texto que redacté sobre Miradas Y Doncellas (2013), cuyo debut
(1995) se ha visto por fin recuperado en edición digital autorizada (2021). Iniciado
su andar en 1992, la independiente sureña se convirtió durante un quindenio en la
referencia a consultar si querías enterarte de la movida synth chilena. En
efecto, Crisis editó hasta el ‘06 no sólo el epónimo EP de MYD, sino también DIM
de 2CV6, La Última Tierra EP de Arteknnia, el hoy inhallable Olranigaminis
de Halugar-128 Bajo, A La Chuña de Mankacen y Visiones Nocturnas
de Invierno; entre otros trabajos más. Tras un receso de casi tres lustros (interrumpido
por No Lights de Automatique en el ’13), la label ha salido de animación
suspendida el año pasado mediante una seguidilla de singles y reediciones coronada
con el estreno formal de Ciudadano Kane, programado para el postrer día del ‘21.
Extraña historia la de este trío formado a fines
de los 90s con el concurso de Iván Guajardo, Cristián Riquelme y Tonko
Yutronic; procedente el último de Miradas Y Doncellas, y futuro animador de Lesbos
In Love y Astradyne. Ya para el ’01, Ciudadano Kane tenía listo el plástico. Imagino
que por razones circunstanciales, que luego se prolongaron indefinidamente, el
lanzamiento de Límites Deshabitados se ha efectuado veinte años después.
Con el update de rigor, claro: dos decenios de avance tecnológico en materia de
software y hardware no están para desperdiciarse -y sí para reformular/dinamizar/hacer
madurar algunos aspectos de los temas considerados.
Como (casi) todos sus camaradas de
discográfica, la terna concilia darkwave y synth, siendo mixta la naturaleza de
este último componente. Por un lado, la tradición europea se percibe en guiños
al Depeche Mode inmediatamente posterior a la partida de Vince Clarke, a los brillantes
LPs de Pete Shelley, incluso a los germanos de Camouflage. Por el otro, la escuela
usamericana deja sentada su huella en influencias a lo Seven Red Seven, Anything
Box y Red Flag -no por nada los 90s fueron la edad dorada del synth estadounidense.
El crisol vierte sobre Límites Deshabitados un oscuro synth pop de correcta
factura, que se despacha palpitante cuando más membrudo se exhibe: “Sonambulismo”,
“Mirada Ausente”, “Tulipán Amarillo”, “Espiando A Venus”...
Existen, además, otras composiciones que se
ajustan a un perfil predeterminado por la reluctancia y la niebla cegadora del fúnebre
romanticismo inglés. Muchas de las letras rubricadas por Ciudadano Kane y sus
compañeros de trinchera reflejan ese lóbrego tenor. En Límites..., la
pluma lastimera asoma inmaculada en “Antes O Después”, y matizada en semi-baladas
tipo “Hacia El Final”, “1899” (o Gary Numan bajo en serotonina) y la animosa “En
Tus Alas”. Sin necesidad de palabras, pliéganse asimismo a este molde los
instrumentales “Nowhere To Run” y el urgente/denso/tenso “Metrópolis” (ninguna
relación con el clásico de Kraftwerk).
Lo que son las cosas, pues. Si el CD hubiera
salido en su momento, tal vez se le habría catalogado como algo anacrónico
-demasiado tarde para participar del banquete synth latinoamericano o para considerarle
antecedente a subvertir por el electrocläsh. Hoy, que vivimos una desmodernidad
donde las barreras estilísticas son constantemente destruidas para ser
reedificadas, Límites Deshabitados ostenta el fuelle que ya entonces enarbolaba,
y que le sobra para conseguir el aprobado en esta ocasión. Virtudes no le faltan
-todas reunidas con mucho tino y sensatez en el estupendo cierre, “Viuda Negra”.