miércoles, 30 de octubre de 2024

Gazella: Gazella // Pablito Clon: Pomba Gira EP

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 23 de octubre de 2024.)

Nucleados hace tres almanaques, los valencianos Gazella han debutado en largo este ‘24 con un epónimo esférico merecedor de muchos y muy elogiosos comentarios. Han subrayado éstos la naturaleza polimórfica y polícroma de su música, concebida al interior del exquisito arte conceptual que el underground del pop contemporáneo viese florecer entre fines de los 80s y principios de los 90s, así como su adhesión a la cuidada nómina de la notable escudería catalana Foehn Records.

El breve y cristalino “AL1” adelanta, pues, una jornada llena de matices que van del primigenio dream pop glosolálico cosecha Cocteau Twins al shoegazing de Chapterhouse, Pale Saints y Mellonta Tauta. Circunstancia que no deja de ser curiosa por cuanto, en el mejor de los casos, estas gentes acababan de nacer cuando la primavera supersónica de los noventas era ya una realidad tangible. El extra de equipaje no es más reciente: ecos del noise rock y del indie noventosos, un andamiaje percusivo que no pocas veces emula el motorik del kraut teutón, electrónicas florituras ornamentales de procedencia fin de siècle...

Lo del quinteto refleja definitivamente una diversificada filia por el pasado más que un update retromaníaco. No obstante, es la semilla plantada por Elizabeth Fraser y compañía, que llegase a su máximo esplendor con My Bloody Valentine, y cuyos frutos fueran diseminados durante las edades míticas del primer shoegazing; la que se hace del cetro en la dialéctica de Gazella. Suele adoptar ésta dos formas. Una es la de canciones veloces y puntería envidiable. La otra es de cortes más reposados e igualmente efectivos. Y aunque la primera es más frecuente, la segunda lega asimismo momentazos para el recuerdo.

Enrolados en la división de caballería ligera, encontramos canales como “Cuerpo” (un estallido de baggy, literalmente), “Azul [Ctrl Z]”, los brutales mazazos de “Piscina De Arena” y “Sol Menor”. Piezas de una admirable fuerza arrolladora, con el pedal literalmente pisado hasta el fondo, de un magnífico melodicismo urgente y vital. Conscriptos de la pesada unidad de infantería, en cambio, hallamos asaltos del tipo de ”Ozymandias”, del paulatinamente denso “Espiral”, del contenido “Por Qué El Ser” y del mesurado “Inercia”. Números que priorizan la sostenida/sólida construcción de ambientaciones y texturas, el brío/brillo de esa melancolía pop de la que hablaba el finado Abdel De La Cruz (Fobya), el paso firme antes que el regate correlón.

La amalgama que homogeniza el primer disco de Gazella se compone de dos principios. Por un lado, la esmerada actuación del soporte rítmico, responsabilidad compartida entre Mauro Llopis (bajo) y Lluisen Capafons (batería y voz). Por otro lado, el inmenso trabajo en voces de Raquel Palomino. Sin mimetizarse los colores de sus cuerdas con los de las grandes referentes del ¿género?, su desenvolvimiento agudamente celestial remite -cuando indescifrable- al lenguaje preverbal de la Fraser. Son éstos los elementos que dan coherencia interna a la banda, y que le han ayudado a firmar una rotunda puesta de largo -que así y todo tiene su (saludable) excepción a la regla: la electrónica “Urkia”.

Completan la alineación de Gazella Alba Raja y Adrián Camáñez, ambos en guitarras y sintetizadores. Sorpresota ponderable por donde se le aborde.

Con más frecuencia que la que quisieras, es inevitable perder rastros prometedores a través del océano de información que surcas/ves pasar diariamente en Internet. Por eso, cuando logras detenerte a tiempo para pescar algo grande, a contrapelo de la velocidad de las correntadas; una situación tal suele reportar interesantes -e incluso cruciales- descubrimientos. No importa demasiado si se trata de hallazgos actuales, pertenecientes al pasado inmediato o correspondientes a una antigüedad mayor.

Cierto día, mi vista quedó clavada en el link compartido en un grupo dedicado a músicas periféricas sudamericanas. El motivo no fue tanto el nombre del acto, Pablito Clon, como sí del opus: Pomba Gira EP. Quizá algún día me sea dado fatigar las calles de la Roma Negra, Salvador Do Bahia De Todos Os Santos. Mientras, he de alimentar a paso de tortuga mi pobrísimo conocimiento sobre los ritos afrobrasileños... A Pomba Gira la conocí gracias a Umberto Eco y su extraordinaria novela El Péndulo De Foucault. Contaba en sus páginas “el Último Humanista” que Pomba Gira es la compañera de Exu, divinidades yorubas ambas que presiden las sesiones de umbanda.

A lo nuestro. Pablito Clon, a veces Pablo Clon, es Pablo Albornoz. Músico argentino natural de Magdalena, en La Plata (provincia de Buenos Aires), el man pertenece a esas estirpes de creadores empecinados en recorrer los márgenes de las músicas independientes -lejos de reflectores y primeras planas, pero cerca del impulso innovador/renovador y de la vocación francotiradora. En el caso del che, esa afiliación se traduce en investigaciones intuitivas en torno al ambient sombrío y negruzco que naciera de la confluencia entre el post industrial y el aislacionismo noventero.

En apariencia, éste no es el único alias de Albornoz. En apariencia, también, Pablito Clon comienza su andadura en el ‘22 con dos EPs simultáneos: Atrapado En El Futuro y Pomba Gira. Este último, sin embargo, asoma mucho más afianzado que su par. En paisajes de pesadilla como “Oh Muerte, Muerte” y “El Rito”, el ambient supera rápidamente los bosquejos ritualistas que sugieren título del extended y algunos intros para desparramarse sobre atmósferas aterradoras, plagadas de siniestrismo y frecuencias protervas cuya saturación desgarra sin reposo la propia epidermis de los temas. Aunque es verdad que tras el surco homónimo Pomba Gira EP condesciende a mostrarse más accesible en pistas comparativamente más convencionales, la atonal polución aguijoneante no aliviana la sensación de una drone music reptante, iterativa, horra.

Es imperativo subrayar que, deformadas y oscuras, las guturales voces dispuestas en el extended se hallan presentes en sus cinco rounds. Algunas veces más contoneadas, como sucede en “Oh Muerte, Muerte” o “Casa De Las Almas”, y otras mucho más enterradas, como en “Pomba Gira” y “Síndrome De Cotard”; pero siempre ininteligibles, sugestionando, imprecando, ¿profetizando? El ominoso peso de su inclusión apura un acabado de sórdida malignidad para el EP -uno que espero no esté ausente en posteriores trabajos como Nocturnes In The Cemetery (’24) o el recientísimo En La Madrugada EP, en comandita con Ariel Barié.

Hákim de Merv

lunes, 28 de octubre de 2024

Demoler! Demoler! Demoler! The Story Of Rebeca Llave And Disperu, Home To Los Saicos

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 16 de octubre de 2024.)

Coinciden las antiguas crónicas en que es DisPerú el primer sello independiente fundado por una mujer tanto a nivel Perú como Sudamérica. La gracia se la debemos a Rebeca Llave Vaccaro, quien con 17 eneros inicia las operaciones de su escudería en 1964, tras intenso fogueo en Dispesa -dupletearía en ambos frentes hasta 1968, año en que simplemente decidió pasar a otra cosa en la Vida. Pero ese lustro y sus copiosas referencias singleras bien le valieron un decisivo lugar en la historia de la música pop nacional.

Con Demoler! Demoler! Demoler! The Story Of Rebeca Llave And Disperu, Home To Los Saicos, la plataforma española Munster Records homenajea el legado de label y gestora recopilando en poco más de 37 minutos algunos de los que considera hitos representativos de tamaña trayectoria. Una que empezó apostando por sonidos beat, rock’n’roll y nuevaoleros, para terminar dirigiendo su atención a sociedades de ascendiente tropical (giro imposible de agradar a todos/as, ciertamente).

Como no podía ser de otra forma, el acetato es aperturado por la composición más difundida del buque insignia de DisPerú, Los Saicos; misma que por desgracia también ha devenido ya en trillado lugar común, de tanto que se recurre a ella: “Demolición”. Luego hacen su aparición nombres familiares de la época: Golden Boys, Jean Paul “El Troglodita”, Los Peruvian Brass... Incluso Los 4 Brillantes, abanderados uruguayos del shaker, son de la partida al haber sido editados por Llave Vaccaro. De ellos suena “Vuelve A Mi Barquita”, canción de mucha popularidad en esos días -con decirte que mi viejo se sabía la coreografía que desplegaba Ivonne Amorín en presentaciones televisivas.

De los citados Golden Boys se repesca “No Resisto Más”, a dos tiempos intercalándose sin cesar, uno usando modos de latin lover que para esas eras debían funcionar, y otro desenfrenadamente a gogó. Mientras, al recordado “Troglo” y a Los Peruvian Brass les representan respectivamente “Tema Del Troglodita” y “Vírgenes Del Sol”. El primero asumo corresponde a su edición 45 rpm, ya que Munster ha relanzado su inconseguible primer LP Tengo Un Mustang (1967) y la toma allí consignada no calza. Más allá de diferencias, “Tema...” pone de relieve por qué resultaba difícil clasificar el “cavernícola style” del chalaco como parte de la “nueva ola peruana”, o encuadrarle entre las hornadas de grupos de corte Los Incas Modernos o Los Belkings.

En cuanto a Los Peruvian Brass, su relectura del clásico de Jorge Bravo De Rueda luce mustia al lado de la que practicara el excelente conjunto ayacuchano Los Sideral’s. Completan este tramo la versión instrumental de “Te Amo” de Los Saicos (anteriormente difundida por Re-Psych-Led Records), el surf nuevaolero de Claudio Fabbri (“Fiesta De Verano”) y una curiosidad acreditada a la actriz Gloria Travesí e hijos (“Pobre Adán”).

Chano Scotty Y Su Combo Latino inaugura el segmento de la recopilación reservado a las sonoridades tropicalonas. La influencia de la cumbia colombiana es palpable desde los primeros minutos de “Prende La Vela”, y se extiende al amago de ¿mambo? de “Psicosis”, número donde Scotty se enyunta a Los Big Ben (a quienes me imagino les debemos los psicodelicoides frikismos terrorífico-gritones que le abren). El mismo sino siguen Alicia Estrada Y Su Orquesta, Los Guajiros Del Ritmo, Toño Y Sus Sicodélicos. La primera, sin mayores cambios (“Yolanda”, megaclásico de aquel entonces). Los segundos, atisbando en el horizonte el arribo de la supremacía de la salsa en el Caribe austral (“El Fresco”). Toño Y Sus Sicodélicos, haciendo gala de versatilidad tras haber entregado previamente “Mr. Boogaloo”, justamente en clave de boogaloo (género olvidado que gozó de cierta popularidad entre fines de los 60s y principios de los 70s, antes de que el sonido de Lavoe y Blades lo borrase de la historia). Prácticamente instrumental, el postrer “El Guayacol” -que ha de dedicarse a Waldir Sáenz, Christian Cueva y demás especímenes empinacodos de nuestra fauna local, exfutbolistas casi todos ellos- reafirma el influjo colocho.

Respecto de esta mitad, me parece mucho más interesante la cumbia que empezó a fermentar el Oriente peruano. No obstante, en la medida en que Demoler!... documenta un catálogo antes que un período o unas coordenadas histórico-geográficas concretas, no cabía sino que fuera fiel a aquello de lo que su historia da fe.

Hákim de Merv

jueves, 17 de octubre de 2024

Schmerz: Lamentum // DJ Locopro: Locopro Is Dead

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 9 de octubre de 2024.)

De tres a cuatro calendarios median entre EP (‘20) y Lamentum, primer álbum del unipersonal Schmerz. Débese el lapso al desfase existente entre la aparición online del 33 rpm (marzo del ‘23) y su confección en físico (a la que, según se ha anunciado, nos hallamos ad portas). Dado que el acto se mueve en circuitos que los músicos independientes nacionales mismos considerarían independientes, aún apegándonos a la primera fecha puede el debut en largo considerarse todavía novedad.

Destaca otra diferencia importante, esta vez atenida a las dos producciones que Khrome Hitam Laga lanzase a través de InfraVox Records -una tercera se ha colgado únicamente en BandCamp propio, a mediados del presente: Ghost Tapes (Lost Demos)-. El extended de estreno pregonaba una cierta policromía que le salvaba de caer en los lugares comunes afectos al principal ingrediente de la retórica Schmerz. Éste era el gothic, matizado por el minimal synth y la coldwave, etiquetas ambas de relativa consanguinidad. Pese a que dicho protagonismo no ha cambiado, sí lo han hecho sus cotas de hegemonía.

Muy poco en Lamentum se posiciona más allá de las fronteras del dark fabulado durante los 90s desde factorías como las estadounidenses Cleopatra, Metropolis o Pendragon; o ya en los albores del nuevo siglo desde las holandesas Neophyte o Enzyme. Quizá por ahí las animosas armonías de ascendencia Xymox circa “7th Time” o “No Words”, que recupera “Eliza”. Quizá también el impulso de pop ambiental que cientos de bandas duplicaron en la segunda mitad de los 80s, plasmado en “Frozen Heart”. No mucho más. El color que abarrota la rodaja es el del gothic en simbiosis con la electrónica afín a gradaciones metálicas -de Evil Toys a Haujobb, de Pressurehed a Nosferatu.

A despecho de su notoria extensión, el CD no termina aburriéndote. Escuchando “Hex”, pensé que ése sería el caso. Por suerte, Schmerz demuestra suficiente talento como para alivianar el tempo en el instante justo, amén de dosificar el cariz de sus canciones evitando atosigar al/a la escucha. Mientras temas como “Thanatosis”, “Sanguis Rose” o “Chrysalis” despliegan motivos de intenciones épicas, canales como “Dance Macabre”, “A La Luné” o “Memento Mori” ilustran el lado más oscuro del electro-gothic. Los tiempos más elongados suelen ir adosados a estos últimos, y los más rápidos a los primeros, aunque no es una regla estricta.

Es evidente que el de Lamentum se corresponde con perfiles de muy específicas tribus urbanas nacidas en el seno de la cultura pop contemporánea. Hará las delicias de darkies y góticos, y probablemente sucederá otro tanto con los head hunters de la EBM y del industrial -no en vano, Hitam Laga toca asimismo en Monöchrome. Si bien he aludido a algunos segmentos en que pululan iridiscencias menos gravosas, lo que cohesiona el repertorio de cabo a rabo es la entonación de Khrome: distanciándose de EP, su fúnebre cavernosidad es completamente mórbida, sepulcral (a veces no funciona, cf. “Frozen Heart”, tan forzado como escuchar a Van Morrison cantando en un grupo tontipop español). Atenúa con sus jaspeadas vocales Casiopea Amore.

El mismo día de su salida (3/8), fui noticiado por Miguel Ángel Elescano de la aparición de éste, el último opus del más conocido de sus múltiples alias. Por su intermedio, DJ Locopro se despide de toda actividad, pasando a engrosar el catálogo de nombres a evocar como parte del legado histórico de la música pop originaria de estas tierras. En adelante, Elescano conducirá toda su creatividad artística utilizando seudónimos como los de Teiza Raizi, Lutero, Lima Centro Project, Maria Reiche...

Es una naturaleza bastante disociada la de este epilogal Locopro Is Dead. De un lado, es necesario enfatizar que si bien el menú completo se acredita a la autoría del músico capitalino, ésta se plasma empleando algunas de las diversas identidades que maneja. De otro lado, DJ Locopro ha querido poner punto final a su andadura con un artefacto recopilatorio, que empero reserva algunas plazas para material nuevo. Así sucede cuando concurre Lima Centro Project, portándose con “Otros Planetas” y “Gray Is Turning Blue”. Su sino es esquizoide: mientras que el primero luce un big beat desestructurado, vencido por la propia gravedad, el segundo se ampara en la IDM de los primeros años, ésa que no necesitaba del menor pálpito percusivo para alzar vuelo. Completa la terna “Lejos De Londres”, ambient trip al alimón con Afrosky MF.

En lo concerniente a discordancia estilística, algo similar ocurre con Lutero y Teiza Raizi. Bajo el chaplín luterano, tan pronto hace implosionar Elescano un tech house de repiques vítreos (“Play”) como coser voluptuosas programaciones technoides a sampleos algo siniestros (“Seven”), creando atmósferas de ciberdélico horror folk. En cuanto a TR, no cabe esperar mayor congruencia: el armazón rítmico de “Jazzy Jungle” pondera su prosapia rebosante de swing, surcado por sampleos de inequívoca raigambre sacra en clave SD, al tiempo que “Time (Lucha Reyes Vs. Portishead)” hace honor a su denominación recreando la estética bristoliana mientras mixtura “Roads” de los genios británicos y “Regresa” de la fenecida cantante criolla.

El resto del track list es ocupado por DJ Locopro, asistido de algunos invitados y premunido de algunos muestreos en plan admirativo. Entre estos últimos quedan fijados los respectivos números techno y house de “Ride Me” y “Mily Star”, sendos tributos a Voz Propia (de quienes recicla “Llévame”, de su maqueta del ‘90, El Sueño) y a la artista folklórica conocida como Princesita Mily, lo mismo que el poliédrico remix de “Dudas”, de Vrianch. Entre los primeros, la vaporosa/quebradiza “Invisible” junto a Coppé, la cadenciosamente rocktrónica “In The Light” al lado de Raúl Santiago a.k.a. Rara Avis, el house anabolizado de “New Creature” en sociedad con la nipona 34423.

De esta forma contradictoria y plausible, dicen adiós DJ Locopro y el potente crisol de house y techno que lo acompañara en sus días de esplendor. Es posible que algo de ello se reencause empleando Miguel Ángel a tal fin cualquier otro de sus noms de guerre. Sospecho, sin embargo, que no será lo mismo. Extrañaré su invencible constancia, su comprometida prolificidad, la solidez de las convicciones vertidas en sus discos -podía discrepar de su curso de acción, pero no de su entrega. Hasta una próxima vida, Locopro.

Hákim de Merv

jueves, 10 de octubre de 2024

Las Olas (Noispop): Perdidxs En El Ruido EP // Hablemos Del Alma: Hypnótica

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 2 de octubre de 2024.)

Muchos años después de publicado su primerísimo Canciones Para Mis Amigxs EP, resucitan los chilenos de Las Olas (Noispop) casi sin proponérselo. Siendo la empresa original una suerte de documentación arqueológica de lo que significasen para el período ‘15-‘16 el hoy sexteto y su hasta hace poco unigénita referencia, el reagrupamiento derivó en una segunda vida, que testimonia el novísimo Perdidxs En El Ruido (editado por Fisura).

Sorprendentemente lanzado por la peruana Gatitx Discos, con el plus de un bonus track no disponible al sur de Tacna (“Todo El Tiempo Está Ahí”), Canciones Para Mis Amigxs es un registro que bordea el cuarto de hora. Cuidadosamente balanceados, sus seis asaltos pintan de cuerpo entero a un combo que idolatra por igual al pop y a la distorsión codificada al abrigo del noise rock. Los australes, sin embargo, no permitían que ambos amores les dirigiesen hacia alguna clasificación más específica, encorsetándoles. Podían guiñar tan pronto a los CDs más ruidosos de Yo La Tengo como al indie de Baja Fidelidad, al punk más aupado como al bubblegum pop -hoy extinto- que en décadas anteriores copase las propagandas mediáticas.

A pesar de doblarle en duración, Perdidxs En El Ruido EP no rebasa el límite de los 30 minutos. Como si lo hiciera por lejos: el esférico honra casi literalmente el título que la banda le ha puesto, ofreciendo resultados muy discretos en relación al estreno. La música de LO(N) se ha decantado visiblemente hacia el indie deudor del lo fi, con timing lo suficientemente potente para sortear la chillona cubierta de ruido deformante. En realidad, este tapizado no es todo lo espeso que debería, sino fácilmente desmontable -de ahí que dijese “chillona” en vez de “chirriante”.

No acontece lo mismo con el pop sencillo y efectivo que sobresalía en Canciones Para... A decir verdad, ese pop se ha vuelto trotón, voluble, antojadizo; cualidades que le emparentan con el denostado tontipop ibérico de entresiglo. Esa ligereza le impide abrirse paso por en medio de una capa de noise tan maleable como la del opus. Otro tanto ocurre con la voz: Camila Falcucci cantaba en la anterior jornada revistiéndose de una naturalidad que hoy está ausente. En Perdidxs..., sus vocales suenan impostadas, llenas de afectación forzada. Me hace pensar en una agudizada variación de la de Alison Shaw -y esto no es, ni por asomo, Cranes.

El rejunte, del que también participan Marina Gris, Luis Venegas, Javier Álvarez, Simón Errázuriz y Franco Perucca; parecía una buena idea en ese momento. Ahora no.

Con harto retraso se me da escuchar lo más reciente in extenso de Hablemos Del Alma. Liberado en mayo del ‘22, Hypnótica es un segundo paso al frente firmemente efectuado. Hacia adelante, si bien no tanto en la dirección que podía suponerse tras la puesta de largo Programática (‘20) -mucho menos girando hacia los lindes new age de su epónimo EP (‘16), que a día de hoy haríamos bien en considerar historia definitivamente pasada.

En su primer álbum propiamente dicho, el proyecto de Ángelo Santa Cruz se alimentó de cualquier ascesis eufónica de los 80s que pregonara genealogía synth o new wave. Ello, apertrechado de un modus operandi que ignoraba por completo conceptos como los de nitidez o fidelidad. Esta contradicción, no obstante, era siempre resuelta otorgando más peso a las construcciones sonoras que a las texturas de que éstas se envolvían; posibilitando que HDA se acerque por igual no sólo al minimal synth o al synthwave, sino también a códigos algo más densos como el darkwave.

Para Hypnótica (Poxi Records), el chileno deja a su mecánica ocupar el lugar de su metafísica. Quiere esto decir que ahora el lo fi obtiene un rol avasalladoramente hegemónico en comparación con la materia prima a maniobrar. Ésta sigue siendo la misma, pero lo que antes era genuina exploración al interior de las músicas electrónicas ochenteras, se ha convertido ahora en pastiche a-lo-lado-B del synth pop. ¿Tiene eso algo de malo? Ni la sombra. Se despunta la homónima obertura del cassette y queda clarísimo que se ha sepultado todo atisbo de aspiraciones ambient que pudiera rastrearse en la obra del sureño, como proclama también “Éxtasis”.

En tal sentido, no es errado postular que Hablemos Del Alma revisita desde las parcelas del nuevo milenio la poética del viejo synth cosecha 80s, en lugar de hacerlo afincándose en el propio contexto de éste. Esa intencionalidad vintage ya existe, por cierto, y responde al nombre de electrocläsh. Santa Cruz no da el salto en ningún momento hacia la etiqueta, aunque en más de una oportunidad flirtea con ella: “Amor Electro”, “Distracción, Veneno... Distorsión”, “Selfy Time Travel”, “Full Reflexiones”. En “Jardín De Noche” y en “Another Intergalactic Cosmic Love Song”, por otro lado, el tratamiento SD es tan evidente que poco le falta para conectar con otro revival del siglo XXI -el vaporwave.

El único pasaje en que siento respirar otra vez al viejo HDA es el del cierre. “Un Sueño En Un Sueño” me hizo pensar en esos Depeche Mode que iban mutando tras la salida de Clarke y la entronización de Gore, sólo que en clave más austera. Suerte de “Leave In Silence” de un universo alternativo, el round no es otra cosa que una alusión medio anacrónica al background inmediatamente anterior de Santa Cruz. No percibo riesgo de que éste vuelva, y sí menudean incertidumbres sobre qué hacer ahora: oscilar entre ambos revivalismos equivale a andar por la cuerda floja, y ésta nunca es lo bastante larga.

Hákim de Merv