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jueves, 10 de octubre de 2024

Las Olas (Noispop): Perdidxs En El Ruido EP // Hablemos Del Alma: Hypnótica

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 2 de octubre de 2024.)

Muchos años después de publicado su primerísimo Canciones Para Mis Amigxs EP, resucitan los chilenos de Las Olas (Noispop) casi sin proponérselo. Siendo la empresa original una suerte de documentación arqueológica de lo que significasen para el período ‘15-‘16 el hoy sexteto y su hasta hace poco unigénita referencia, el reagrupamiento derivó en una segunda vida, que testimonia el novísimo Perdidxs En El Ruido (editado por Fisura).

Sorprendentemente lanzado por la peruana Gatitx Discos, con el plus de un bonus track no disponible al sur de Tacna (“Todo El Tiempo Está Ahí”), Canciones Para Mis Amigxs es un registro que bordea el cuarto de hora. Cuidadosamente balanceados, sus seis asaltos pintan de cuerpo entero a un combo que idolatra por igual al pop y a la distorsión codificada al abrigo del noise rock. Los australes, sin embargo, no permitían que ambos amores les dirigiesen hacia alguna clasificación más específica, encorsetándoles. Podían guiñar tan pronto a los CDs más ruidosos de Yo La Tengo como al indie de Baja Fidelidad, al punk más aupado como al bubblegum pop -hoy extinto- que en décadas anteriores copase las propagandas mediáticas.

A pesar de doblarle en duración, Perdidxs En El Ruido EP no rebasa el límite de los 30 minutos. Como si lo hiciera por lejos: el esférico honra casi literalmente el título que la banda le ha puesto, ofreciendo resultados muy discretos en relación al estreno. La música de LO(N) se ha decantado visiblemente hacia el indie deudor del lo fi, con timing lo suficientemente potente para sortear la chillona cubierta de ruido deformante. En realidad, este tapizado no es todo lo espeso que debería, sino fácilmente desmontable -de ahí que dijese “chillona” en vez de “chirriante”.

No acontece lo mismo con el pop sencillo y efectivo que sobresalía en Canciones Para... A decir verdad, ese pop se ha vuelto trotón, voluble, antojadizo; cualidades que le emparentan con el denostado tontipop ibérico de entresiglo. Esa ligereza le impide abrirse paso por en medio de una capa de noise tan maleable como la del opus. Otro tanto ocurre con la voz: Camila Falcucci cantaba en la anterior jornada revistiéndose de una naturalidad que hoy está ausente. En Perdidxs..., sus vocales suenan impostadas, llenas de afectación forzada. Me hace pensar en una agudizada variación de la de Alison Shaw -y esto no es, ni por asomo, Cranes.

El rejunte, del que también participan Marina Gris, Luis Venegas, Javier Álvarez, Simón Errázuriz y Franco Perucca; parecía una buena idea en ese momento. Ahora no.

Con harto retraso se me da escuchar lo más reciente in extenso de Hablemos Del Alma. Liberado en mayo del ‘22, Hypnótica es un segundo paso al frente firmemente efectuado. Hacia adelante, si bien no tanto en la dirección que podía suponerse tras la puesta de largo Programática (‘20) -mucho menos girando hacia los lindes new age de su epónimo EP (‘16), que a día de hoy haríamos bien en considerar historia definitivamente pasada.

En su primer álbum propiamente dicho, el proyecto de Ángelo Santa Cruz se alimentó de cualquier ascesis eufónica de los 80s que pregonara genealogía synth o new wave. Ello, apertrechado de un modus operandi que ignoraba por completo conceptos como los de nitidez o fidelidad. Esta contradicción, no obstante, era siempre resuelta otorgando más peso a las construcciones sonoras que a las texturas de que éstas se envolvían; posibilitando que HDA se acerque por igual no sólo al minimal synth o al synthwave, sino también a códigos algo más densos como el darkwave.

Para Hypnótica (Poxi Records), el chileno deja a su mecánica ocupar el lugar de su metafísica. Quiere esto decir que ahora el lo fi obtiene un rol avasalladoramente hegemónico en comparación con la materia prima a maniobrar. Ésta sigue siendo la misma, pero lo que antes era genuina exploración al interior de las músicas electrónicas ochenteras, se ha convertido ahora en pastiche a-lo-lado-B del synth pop. ¿Tiene eso algo de malo? Ni la sombra. Se despunta la homónima obertura del cassette y queda clarísimo que se ha sepultado todo atisbo de aspiraciones ambient que pudiera rastrearse en la obra del sureño, como proclama también “Éxtasis”.

En tal sentido, no es errado postular que Hablemos Del Alma revisita desde las parcelas del nuevo milenio la poética del viejo synth cosecha 80s, en lugar de hacerlo afincándose en el propio contexto de éste. Esa intencionalidad vintage ya existe, por cierto, y responde al nombre de electrocläsh. Santa Cruz no da el salto en ningún momento hacia la etiqueta, aunque en más de una oportunidad flirtea con ella: “Amor Electro”, “Distracción, Veneno... Distorsión”, “Selfy Time Travel”, “Full Reflexiones”. En “Jardín De Noche” y en “Another Intergalactic Cosmic Love Song”, por otro lado, el tratamiento SD es tan evidente que poco le falta para conectar con otro revival del siglo XXI -el vaporwave.

El único pasaje en que siento respirar otra vez al viejo HDA es el del cierre. “Un Sueño En Un Sueño” me hizo pensar en esos Depeche Mode que iban mutando tras la salida de Clarke y la entronización de Gore, sólo que en clave más austera. Suerte de “Leave In Silence” de un universo alternativo, el round no es otra cosa que una alusión medio anacrónica al background inmediatamente anterior de Santa Cruz. No percibo riesgo de que éste vuelva, y sí menudean incertidumbres sobre qué hacer ahora: oscilar entre ambos revivalismos equivale a andar por la cuerda floja, y ésta nunca es lo bastante larga.

Hákim de Merv

miércoles, 21 de agosto de 2024

Alcalá Norte: Alcalá Norte

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 14 de agosto de 2024.)

Magníficas nuevas desde España. Al notable Plenilune de Rafael Sáez se suman el homónimo estreno de los valencianos Gazella, Santa Trinidad de Siloé (aunque lo de estos vallisoletanos empezó el ‘16), y la grandiosa puesta de largo de los madrileños Alcalá Norte. De momento en expectante espera el resto, paso revista ahora al debut de los capitalinos, que ha devenido viral en la península tras algunos meses de fervorosa rotación.

Nucleado en el ‘19 a instancias del cantante Álvaro Rivas, el batería Jaime Barbosa y el guitarra Juan Pablo Juliá, Alcalá Norte declina el alias inicial de Ciudad Lineal debido a que ya existía una agrupación catalana bautizada así. En octubre del año siguiente se publica el EP Demos, ninguna de cuyas canciones ha sido repescada en el disco del ‘24 pero que ya anuncia el vivo fuego oscuro al que la banda consagra su actividad. Casi un lustro después, covers de The Cure o Alaska Y Dinarama y algunos singles lanzados de por medio, el sexteto que completan Laura De Diego (teclados), Carlos Elías (guitarra) y Pablo Prieto (bajo) firma con la escudería vasca Balaunka.

Alcalá Norte se inscribe en la tradición necropop que inaugurasen los excelentes Antiguo Régimen y que más adelante exhibieran con orgullo gentes como Santa Companha o Mausoleo. Es decir, un revival del viejo dark rock de los 80s, sólo que ahora desprovisto de casi cualquier mácula de teatralidad. Es decir, una resurrección del género que no sólo descree del canon instaurado en los 90s, sino que también lo contradice apelando a la austeridad y a la sencillez. Sin grandilocuencias, sin pretensiones impresionistas, sin folklore ultraterreno -o, al menos, sin mucho de esto último.

Al resonar nomás las primeras notas de “La Sangre Del Pobre”, sientes la entusiasta vitalidad de un combo que rara vez quita el pedal del acelerador, la desbordante reconvención minimal a cuyo amparo éste sortea los clichés, la inteligencia puesta en juego -¿emocional? ¿existencial? ¿colaborativa?- para que la flama que escupe a mil la música no opaque su lobreguez (y viceversa). En composiciones como “Los Chavales”, “La Calle Elfo” o “La Vida Cañón”, se hace palpable además un tremebundo esfuerzo de producción, pensada ésta para sacarle el máximo partido posible a unos teclados de por sí inspiradísimos.

Darkwave, o si lo prefieres dark pop, que petardea expectativas propias y ajenas. Lleno de fogonazos con que sobrepujar la marcha imparable de un soporte rítmico en anfetas (“420N”, “Supermán”), con que abrillantar más de una lírica militantemente anti-derechista (“La Sangre Del Rico Es Pus/La Vena Del Pobre Derrama Dinero/La Sangre Del Hijo De Dios/Carga Que Carga Borrego”), con que salirse incluso del propio molde (“Langemarck”, sus minutos más punk). Aún permitiéndose aminorar en algo la velocidad y condescender con ciertos tópicos del gothic, como en “El Guerrero Marroquí - Bakala Norte Mix”, en “El Rey De Los Judíos (Un Cosquilleo)” o en “Westminster”; Alcalá Norte permanece fiel a la visión que propone desde el principio.

Intensas armonizaciones pulsantes, atmósferas sucediéndose sin pausa, vocales que no tienen pelos en la lengua a la hora de retratar con crudeza sus cuantas verdades de a kilo. Dependiendo de la opinión que a cada quien merezca “No Llores, Dr. G”, 9/10 o puntaje perfecto. Me avengo más a lo primero.

Hákim de Merv

jueves, 15 de agosto de 2024

Zorstka: El Arte De La Nigromancia // La Vie Synthétique: Wrong Market EP

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 7 de agosto de 2024.)

¿Has notado que, de un tiempo a esta parte, “post punk” y “dark” -o “darkwave” o “dark-gothic”- han devenido erróneamente en sinónimos? Antes se decía de Siouxsie Sioux, verbigracia, que era la “reina del dark-gothic”. Ahora, cada vez que se le menciona por alguna razón, se la adorna con el título de “reina del post punk”. ¿Ignorancia? ¿Tarupidez? ¿Un poco de aquí y de allá? Pese a algunos momentos históricos en que ambas tipologías se tocan, “post punk” y “dark” -o “darkwave” o “dark-gothic”- ni siquiera llegan a ser sinónimos relativos. “Post punk” alude al período ‘77-‘84, cuando aparecieron alienaciones cuyo único factor común era una desbordante creatividad para inventar nuevos mundos tras el holocausto punk -género ni siquiera tomado como avatar a superar. “Dark” y similares, por el contrario, comparten una fascinación por atmósferas que sólo toleran los apagados fulgores de unas eléctricas fantasmales/de unos teclados glaciales -y el resto, teñido de impertérrito negro.

Pasa algo extraño con El Arte De La Nigromancia (InClub Records), estreno del acto huancaíno Zorstka, que toma su nombre de la epónima canción de los bielorrusos Nürnberg. A lo largo de este mini-álbum, no son contados los pasajes en que los juninenses explicitan su devoción hacia el dark-gothic, en surcos de ligero o pesado tonelaje. “Sovetskiy Lyubov” y “Bailes Muertos” prueban respectivamente esa afirmación: en clave pop, el primero explora la agilidad trepidante de unos Skeletal Family, mientras que las teclas del segundo se tornan algo más densas a fin de coquetear con la maliciosa crudeza de Southern Death Cult; fugaz protagonista de la primera asonada darkie en el Reino Unido al que se recuerda únicamente por habérsele desgajado The Cult -y que se puede conocer in extenso gracias a la reedición digital cosecha ‘98 que se hizo de la compilación homónima de 1983.

Sin embargo, tan evidente como la veta dark-gothic de Zorstka, que en “Nigromancia” roza la caricaturización (iba a decir que la canción suena a unos The Shroud de segunda, pero los The Shroud mismos son de quinta); es la casi ominosa influencia que sobre el bajo sintético y programaciones del binomio ejercen Stephen Morris y Peter Hook. Y no creo gratuito señalar a estos dos integrantes de los míticos Joy Division, porque fue justamente la banda de Manchester uno de esos pocos episodios -acaso el más brillante, dejando atrás a gigantes como The Cure y los propios Siouxsie And The Banshees- en que confluyeron tanto el dark como el post punk. Temas como “Viaje A Las Estrellas”, “Disco” o “El Último De Los Románticos” acaban favorecidos por la confluencia de gruesos/nerviosos/indesmayables graves y de cortantes/secos golpeteos percusivos que hiciera de los mancunianos uno de los grupos más personales en la historia de la música pop.

No deja de sonar rara la mixtura que (¿cuán intencionalmente?) se ensaya en El Arte De La Nigromancia. De todas formas es claro que requiere de un fogueo bastante más intenso, de una práctica mucho más recurrente, para que bajo ambas instancias comience el dúo a esbozar un estilo lo suficientemente identificable como propio. No es ese camino aún por transitar lo que le resta puntos al mini-LP. Lo que se los quita es un número como “El Retorno”, de prosa tan atrozmente elemental, que me hizo preguntarme si no se la habrían encargado a limitados al mango como Páez, Calamaro o Sabina. Eso, y la voz. A diferencia de lo que sucede en el apartado instrumental, el vocalista y guitarrista de Zorstka demuestra excesivo apego por Nosferatu, Rosetta Stone, The Wake (US), Love Like Blood y similares. Más firmeza y menos impostación, que las voces indiscutidas del dark-gothic se concentraban en ser teatrales antes que teatreras.

A pesar de señas e indicaciones que le sindican como extranjero, hace menos de dos meses apareció un extended play acreditado a cierto unipersonal que es peruano por sus cuatro costados. Verdad que el nombre del proyecto, La Vie Synthétique, apunta a una ascendencia francesa. Los orígenes, empero, son inequívocamente locales. Ídem con la denominación “indie” -más genérica hoy en día, imposible-, que en BandCamp figura junto a su ciudad de “residencia” (París).

Bueno, LVS es el alias individual creado por Alonso Almenara para dar curso a una nueva faceta que inaugurar en su experiencia vital -la de músico. O, en este caso, no-músico. Tarea nada sencilla, máxime si antes se ha estado mucho tiempo en las graderías de la crítica y ahora se salta a la arena -en cierto modo, la pesadilla de todo crítico. No parece ser así para el limeño, que con absoluto desparpajo refiere fecha de concepción y desarrollo concernientes a los canales adosados a Wrong Market EP: una escasa semana.

Quienes le conocemos apenas, podemos especular con que Almenara no busca enfrentarse al pop. Por desgracia, a ello le constriñen las coartadas estilísticas sonoras por él escogidas. En el extended se plasman fugaces paisajes cercanos por igual al happening y al post rock, al ambient y al free jazz, perforados por voces filtradas/tratadas y por fragmentos muestreados como a la vieja usanza del cut and paste. El resultado es asaz hosco para quien no ha paladeado antes esos acibarados sabores. Para quien sí, Wrong Market EP con las justas alcanza a dejar algo de miel en los labios -7 surcos en menos de trece minutos.

La asincopada desconexión del post americano (“Threads”), el despedazado(r) hibridismo del sound art (las dos partes de “Sound Waves”), el abrupto automatismo del free y del non-sense (“Drink Coffee, Dream Faster”, “Alien Procession”), el aislacionismo inherente al ambient de los 90s en adelante (“Dyson Sphere”)... Todo ello encuentra cabida en un minúsculo repertorio, que sólo en “Fishes” cede a la tentación del formato canción -único sístole del breviario en que La Vie Synthétique acaricia el pop como casi sin quererlo.

Habrá quienes califiquen a Wrong Market EP de sobrio debut. Lo es, dada su cortedad. El efecto colateral radica en que esa escueta suficiencia también le provee de un aura artificiosa. Faltó por ahí impulsar mayor evolución en los tracks, fomentar su crecimiento... Tener más paciencia, en resumen. Tal cual se ha editado, el extended tiene pinta de jugada calculadamente adscrita a sonidos blindados por aquello que aún sobrevive tras el rótulo de “crítica especializada”. No estoy asegurando que sea así, sino que lo parece -y mi percepción puede errar, naturalmente. Sea o no el caso, difícilmente podrá Alonso volver a dejarla picando en su siguiente movimiento.

Hákim de Merv

jueves, 25 de julio de 2024

Bosón De Higgs: Los Cuentos Espaciales

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 17 de julio de 2024.)

Por esos cortocircuitos sumamente insólitos que rara vez se producen entre interacciones varias online, supe de una banda de cuencanos que decidió debutar el año pasado con artefacto doble: Bosón De Higgs. Ni bien te empapas de info al respecto, las peculiaridades comienzan a saltar -el grupo proviene de Ecuador (país del que no me suelen llegar noticias relacionadas a la música pop contemporánea), su imaginario está profundamente marcado por la ciencia y esa ficción especulativa que ponderaba Harlan Ellison, el estreno tiene todas las trazas de ser un díptico conceptual a la usanza de los 60s y 70s...

Es un poco difícil acceder a Los Cuentos Espaciales. Aparece en Spotify, plataforma que no uso ni usaré nunca, y en YouTube sólo figura bajo la modalidad “playlist”, no “full album”. También se hace complicada su escucha para quienes no tienen los tímpanos encallecidos, ya que los norteños se encomiendan a un manojo de géneros de los cuales el más “joven” es el alternative rock de los 90s. Hard rock, space rock, progre y psicodelia son las otras constantes de que se sirve el output de Bosón De Higgs. Por suerte es el rock alternativo el llamado a revestir todas esas influencias con una pátina de relativa modernidad, como para que el viaje no rezume olor a naftalina, aunque de todos modos es ineludible hablar aquí de revivalismo.

El primer volumen de Los Cuentos Espaciales abre guiñando al clásico de Stanley Kubrick 2001: A Space Odyssey (1968). No puede entenderse de otra manera “Overtura (Así Habló Zaratustra)”, que ni bien finiquita da paso a aplicadas embestidas rock, consecuencia de muchas horas de ensayo; lo que les hace lucir además correctamente cuadradas. Sucede con “Rocket Scientist” (prog que se esfuerza por no parecer prog), con “Las Jaulas De La Ciudad” (denso hard rock bien concluido), con “Bosón De Higgs” (de agilidad elogiable), con “Vía Láctea” y “Agujero Negro” (ambos de ciertos matices oscuros que me hacen dirigir la mirada hacia los 80s). Flexibilidad, soltura y presteza, que no vetan episodios más lentos y/o de medio tiempo -“Supercúmulo De Virgo” y “Aurora Parte 1”, instrumentales los dos.

Para el segundo volumen, el panorama sufre algunas modificaciones. La más notoria es el amago de tour de force que Bosón De Higgs practica a través de sus siete pistas: si bien entretejidas, el entrelazamiento no es tan evidente como pudiera esperarse. Asimismo, los venerables/vetustos géneros a los que se ha aludido antes asoman más perfilados, sin el sesgo “modernista” ya de que el alternativo les nimbaba. El instrumental “Danza De Polvo Estelar”, por ejemplo, se presenta impúdicamente en todo su progresivo vigor. Otro tanto sucede con el heavy blues de “Vistazo A Tierra”. Pero si hay un estilo que destaca por la cantidad de veces que es invocado, ése es el hard rock, sobre todo el del primer Deep Purple -el que no le hacía ascos al space ni a la psicodelia. Su estela asoma bastante obvia en “Cometa Rex” o en “Macrobélico”. También aquí hay lugar para digresiones balsámicas, como “Sálvame” y la insular “Pálido Punto Azul” -no entiendo muy bien qué quisieron hacer los ecuatorianos en esta última, más allá de reciclar el homónimo discurso del recordado divulgador científico Carl Sagan.

La doble jornada de Los Cuentos Espaciales cierra persianas con el hard prog de “Aurora Parte 2 (Final)”, en registro raudo y contundente. Bautizo ambicioso. Muy lejos de naufragar, tampoco es del todo logrado. Tratándose de una puesta de largo, tiene un nivel aceptable. Y, cómo no, cosas por enmendar. En contadas ocasiones, el hándicap de la laaaaaaarga duración de un CD puede contrarrestarse/revertirse a favor del combo. Éste podría ser el caso, ya que si decidimos meter todos los tracks en una sola rodaja, espacio  no  va  a  faltar. Su separación  en  dos  partes,  por  contraste,  parece  confirmar  la teoría de díptico conceptual -el vasto universo que nos circunda, sus visiones ensoñadoras, sus escenarios dantescos. Ningún esférico recibe nombre específico, sin embargo, como se estilaba antaño. En fin, estreno a tomar en cuenta para futuras referencias, lleno de elementos armónicos y melódicos; el del quinteto integrado por los hermanos Danny (bajo, voces) y Paul Galán (guitarra, voces), Fernando Marín (batería, percusiones varias), Esteban Cañizares (guitarra, voz principal) y Jorge Pezantes (su intensa performance en teclados lo hace el más interesante a seguir).

Hákim de Merv

jueves, 19 de septiembre de 2019

Geometría Subterránea: Compilado Post - Punk Chile

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 11 de septiembre del 2019.)

Hace casi tres meses, apareció en la Red un compendio independiente de referencias actuales que recibió el título de Geometría Subterránea: Compilado Post - Punk Chile. El upload es relevante por algunas razones que vale la pena revisar.

La primera de ellas atañe al devenir y anales de la movida en el hermano país del sur. Que Chile no gozó de una camada de combos emparentados con el post punk ni el darkwave originales, es afirmación que roza el axioma. Durante los 80s y hasta mediados de los 90s existió variedad de nombres mapochos asociados a la new wave (Aparato Raro), al synth pop (Viena, Electrodomésticos), incluso a la no wave (TV Star, Dadá, Pinochet Boys); estilos germinados tras la explosión del punk. Pero la Historia posiciona a la escena sureña de aquel entonces tradicionalmente más cerca de este último (del mismo modo en que, antaño, el Perú fue laaaaaargo tiempo feudo del dark y del gothic): Anarkía, Los KK’s, 8 Bolas, Caos... De todos los protagonistas chilenos de esos días, quizá los únicos tributarios directos del provocador paroxismo y de la severa estética “anti-solos” del post punk fueron Emociones Clandestinas -sólo en algunas canciones-, 24 Ancianos y Upa!

Una segunda razón se relaciona a las crisis cíclicas de-innovación-y-no-tanto-de-creación que atraviesa el pop contemporáneo. Que en este siglo cada género del anterior tiene asegurados sus quince minutos de notoriedad gracias al correspondiente revival, también es verdad de perogrullo. Y no existe razón para avergonzarse de ello: si ha sucedido en New York o en Madrid, mucho más justificado está que pase en las periferias del mundo (in)civilizado. Lo curioso de que suceda en Chile, en todo caso, es que se trata de la primera movida generacional relativamente articulada adscrita al post punk.

Adherida al post punk, pero no excluyentemente tal, faltaba agregar. En Geometría Subterránea: Compilado Post - Punk Chile, toma posiciones gente que además le entra al darkwave, al shoegazing y hasta al pop punk. Aunque ello puede interpretarse como efecto colateral de las cuatro décadas transcurridas entre el surgimiento del post punk original a ambos lados del Atlántico, también se explica ante la ausencia de pares chilenos de The Rapture, Erase Errata o The Organ. Una circunstancia que asimismo ha tenido lugar en el Perú -por causas distintas: insólita y torrejamente, decenas de nuevas bandas dark-gothic seguían saliendo en paralelo a Liars, Radio 4 o Clinic.

Pese a que algunos artistas implicados en Geometría Subterránea... no le encuentren mayor chiste a conformarse con un facsímil inane del post punk (¿para qué reproducirle tal cual, si se le puede mejorar añadiendo elementos de otros territorios sonoros?), terminan siendo mayoría los que optan por la reinterpretación fiel -no deja de ser admirable, con todo, la devoción que en ellos aún inspiran los pilares del período. De los estupendos ariqueños BrendanJordan (dos EPs) al terceto capitalino Dosis Dionisios (dos discos completos), los músicos que eligen la pureza con reguladas inflexiones de darkwave ocupan siete de las diez plazas en esta breve y urgente compilación. Ubicándose para más señas a escasos centímetros de sonar a lo Joy Division o The Cure, están Bicho Raro (“Resiste”), Parasomnia (“Rasguños”), Nostalgia Eléctrica (una instrumental “Tiempos Bellakos”), BrendanJordan (“Ciudad Gótica”), Dosis Dionisios (“El Túnel”). La excepción a la regla la constituye Eleterios, cuya vitalista “Droga Legal” me recordó bastante al pop punk de fines de los 90s.

Por el lado del post punk corregido-aumentado-y-abierto, los restantes salvo uno: Intimate Stranger (el dream pop acibarado de “Swear To Me”), los también ariqueños Saxaband (el vendaval de reverberante distorsión fantasmagórica en “Nebulosa”) y los únicos a quienes conocía en la previa, los coquimbanos Seatemples -que ceden el tema “Lanterns” de su muy recomendable debut Down Memory Lane (2017, jornada a medio andar entre el post punk, el dark y el shoegazing). Si bien debería igualmente incluir en este último rubro a Efecto Violeta, el alias constituye una excepción por donde se le considere.


Efecto Violeta se funda en Mérida, Venezuela, siendo su principal impulsor, Alan Violet, de Maracaibo. El grupo se ha mudado a Lima en el 2017, residiendo en la ciudad desde entonces. Hace unos días Camila Rodríguez, de Casa Tomada (Concepción), se les ha unido en el bajo -y ya tienen tocata programada para el próximo 5 de octubre en cancha de nuestros vecinos, junto a Dosis Dionisios y a Parasomnia, lo que apunta a una nueva mudanza hacia el sur. Geometría Subterránea... se ha publicado el 21 de junio, sin embargo, por lo que su inclusión no queda del todo clara. Coyunturas aparte, “Viéndome Caer” no cuaja del todo: parece ser un sucedáneo de lo que Simon Reynolds denomina “big music”, es decir, la unión del minimalismo post punk y de la ampulosidad de las formaciones pop de fines de los 60s -Echo And The Bunnymen, Blue Orchids, U2, siguen nombres. Esa extraña indefinición impide que la participación de EV trascienda, a diferencia de lo acontecido con sus mayores. Mejor suerte para la próxima.

Esta compilación, que sospecho tendrá continuidad y cuyo nombre es en sí mismo una tercera razón a subrayar, pues alude a la crispante angularidad esquemática del post punk 78-84; es de descarga gratuita. La puedes descargar haciendo click aquí.


Hákim de Merv

viernes, 9 de junio de 2017

Blind Dancers: Parallel Time EP

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 27 de octubre del 2014.)

FLASHBACK 1: MÁS DE TRES LUSTROS (17 AÑOS, PARA SER EXACTOS)

Si no me equivoco, fue durante mi segundo año en DeCajón.com que, gracias a Toño Zelada (Resplandor); conocí al argentino Jorge Gobbi. Primero a través del correo electrónico, y luego en persona (allá por marzo del 2002). La relación se hizo tan fluida, que le pasé el contacto a Percy Pezúa, editor de la legendaria Caleta, con quien el che también se entendió a la perfección. Al tiempo, Toño me prestó un ejemplar de la revista en que Gobbi escribía, Users MP3, con un CD de varias carpetas llenas de ese tipo de archivos -entre las cuales figuraba una dedicada al rock peruano de esas fechas. En la revista, se había pauteado un texto de Jorge a propósito de esa inclusión, que arrancaba citando a Pezúa y su rollo sobre el “síndrome del ochentero”: Percy apuntaba a aquellos que, habiendo nacido demasiado tarde para vivir esos calendarios, y que por lo tanto andaban más pegados a la teta que a la radio; formaban grupos calcando el sonido de esa década. Razón no le faltaba: ¿cómo se puede sentir nostalgia por una época que no se ha vivido?

FLASHBACK 2: 28 ALMANAQUES/O CÓMO SE NECESITAN MÁS EXPLICACIONES MIENTRAS MÁS SE RETROCEDE (GUARDA AHÍ, EL EFECTO “TÍO” ATACA DE NUEVO)


Como muchos de mi generación, no alcancé a ver a Indochine cuando se produjo el milagro de su presentación (1988) en el Coliseo Amauta -hoy, un potrero luce mejor conservado, dicho sea de paso-. Pero sí tenía entonces edad suficiente como para explorar la FM local. Recuerdo que 1989 fue la última ocasión en que La Más Más de Panamericana Radio se realizó en el Amauta: en adelante, el recuento anual que hacía la estación abandonaría definitivamente el formato de evento, para hacerse sólo a través de las ondas hertzianas. Con el correr de los años, lo que alguna vez fue una emisora decente, que propagaba rock & pop; abrazaría la pacharaca música tropical-andina que hoy la identifica -con la connivencia de algunos DJs que sobreviven desde los 80s (que la maldición de Eloy Quispe caiga sobre todos ellos).

Uno de los últimos recuerdos gratos que me dejó Panamericana, antes de olvidarme de la pusilánime FM peruana para dirigir mi atención hacia los cassettes y -en mucha menor medida- los LPs, fue el espacio Panamericana Retro. Lo agarré hacia el final, antes de que lo cogiera Michael Espíritu y lo transformase en “Los Dinosaurios”. En ambos espacios, el programador era toda una institución: el señor Elmer La Madrid. De esas fechas, creo, me viene el “síndrome del ochentero” -no la variedad descrita por Percy, sino una que afecta de modo distinto a los que sí logramos vivir algo de aquella década maravillosa. Ambos programas iban los domingos por la tarde/noche, cuando el sol y la semana mueren -y, como sus nombres lo indican, ponían cosas que ya entonces se consideraban “clásicos” radiales, acorde con el día y la hora. Tres ejemplos al azar: “I Wanna Know What Love Is” de Foreigner, “All Of My Love” de Led Zeppelin, “Lady In Red” de Chris De Burgh. Supongo que de hecho jugó su papel el momento de la semana en que se emitían. El caso es que canciones de este tipo, sobre todo un domingo por la tarde/noche, me ponen de veras al borde...


DE VUELTA AL PRESENTE

Hace tres años, pasé por una etapa en que me sentí solo. Muy solo. No la soledad que comporta no estar con alguien (así que ahórrense la insípida criollada de “que se consiga una hembrita, hue’on”), sino aquella referida a defender ideales y convicciones insulares. Con varios amigos no nos veíamos desde hacía meses, y eso de todas maneras afecta. Quiero mucho a mi familia, obviamente, pero son más receptores que interlocutores. Y aunque siempre trato de discutir temas verdaderamente importantes con la persona con la que vivo, llenos de aristas y matices; la gran brecha generacional impide que sea lo mismo. No hay modo. Así que, durante unos días, la pasé en un hoyo negrísimo.

SÍNTESIS SANADORA

Pensaba en todo esto una noche de domingo -sí, justo domingo- mientras proseguía mi lectura de New Wave & Post Punk: De Depeche Mode A Franz Ferdinand (2008), libro al que he tenido acceso gracias a mi querido amigo Jaime Alfaro​, y sonaba en mi equipo el EP debut de Blind Dancers​ por enésima vez. De entrada no estoy de acuerdo con la teoría inicial del libro, que afirma que el post punk arria la bandera en 1984 y que, durante el resto de la década, los grupos sucedáneos devalúan su legado como si fuese un castillo de arena frente a la marea creciente. Se trata más del proceso (ejem) “dialéctico” inherente a la música rock, según el cual toda innovación underground o vanguardia es asimilada/canibalizada por la corriente pop...


...pero vaya que sí me ha golpeado duro el extended de Blind Dancers. “Landscapes” no se decide a revelar la faz que al menos en esta breve jornada exhibe el proyecto de Lu Falen (miembro de Theremyn_4​). Quizá atendiendo a su cariz es que por ahí he leído que le han definido como “indietrónica”. Es posible, pero los temas sucesivos no dejan lugar a dudas. El tema epónimo de esta entrega, “Parallel Time”, rasga el tejido del continuum espacio-tiempo y te deja en 1985 o 1986. La asociación con los O.M.D. del inmortal single “If You Leave” es espontánea, tanto como la conexión con la película que marca el punto más alto en la carrera del gran John Hughes​, el Filósofo de la Adolescencia -Pretty In Pink​ (1986, a pesar de que Hughes sólo produce, no dirige). Lo extraño es que Blind Dancers es un proyecto de reciente data: a Lu Falen lo alucino entre sus 20s y sus 30s, en vez de un vejancón que ya frisa los 40s. No debe haber vivido esa fantástica época y, por ende, seguro padece el “síndrome del ochentero” del que rajaba Percy Pezúa. Sea o no el caso, Blind Dancers se las arregla para hundir el dedo en la llaga de quienes sí “estuvimos allí”. El feeling del esférico es tan intenso, o al menos así me lo parece debido a la adictiva filia que me causan los 80s, que me abstengo de todo intento “objetivo” por reseñar el EP. Es que es mazazo tras mazazo. Ni bien dejo de soñar despierto con Molly Ringwald​ o Ally Sheedy​, suenan “Today Is Tomorrow” y sus guiños varios a los Tears For Fears​ más inspirados (los de “Change” o “Shout”, claro) -amén de ese monumental guiñazo a Groundhog Day (1993). La luminosa “Fingers” señala el fin de este viaje en el Tiempo, al que hay que agradecerle su cortedad: no puedo decir que hubiera aguantado un disco completo de BD sin salir corriendo tras Marty McFly. Tampoco sé si son éstas las coordenadas definitivas que adoptará Blind Dancers. Mi cerebro me dice que no, pero mi corazón espera que sí -y, como suele pasar, ya se declararon la guerra otra vez.

COLOFÓN

Mi amiga Cecilia Medo​ me dijo una vez que los 80s son para nosotros, los que alcanzamos a vivirlos en mayor o menor grado, lo que los 60s para las generaciones que disfrutaron de esa era auroral. Triste consuelo ya rebasados los 40s: si, como presumo, el Destino me condena a una larga vida, cuando nos hayamos ido, yo y mis coetáneos, y todos los que alcanzaron a nacer hasta 1978; habrán desaparecido los últimos testigos de una década como hasta ahora no ha existido otra -testigos en cuyos rostros se refleja esa luz que (mientras vivamos) nunca se apagará.

“Numenoreanos”, leí en alguna parte, con cacha y caché. Adopto la inteligente chapa con atrevimiento: por supuesto, hay gente que vivió los 80s y que reniega de ellos. Felizmente, Tolkien habla de numenoreanos “renegados”. Touché.

CODA: Cómprate el EP de Blind Dancers antes que bajártelo, ya que tiene canciones entrelazadas. No vale la pena afrontar una experiencia tal aguantando los baches que por defecto inserta el formato MP3 entre tema y tema.


Hákim de Merv