(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 7 de agosto de 2024.)
¿Has notado que, de un tiempo a esta parte, “post punk” y “dark” -o “darkwave” o “dark-gothic”- han devenido erróneamente en sinónimos? Antes se decía de Siouxsie Sioux, verbigracia, que era la “reina del dark-gothic”. Ahora, cada vez que se le menciona por alguna razón, se la adorna con el título de “reina del post punk”. ¿Ignorancia? ¿Tarupidez? ¿Un poco de aquí y de allá? Pese a algunos momentos históricos en que ambas tipologías se tocan, “post punk” y “dark” -o “darkwave” o “dark-gothic”- ni siquiera llegan a ser sinónimos relativos. “Post punk” alude al período ‘77-‘84, cuando aparecieron alienaciones cuyo único factor común era una desbordante creatividad para inventar nuevos mundos tras el holocausto punk -género ni siquiera tomado como avatar a superar. “Dark” y similares, por el contrario, comparten una fascinación por atmósferas que sólo toleran los apagados fulgores de unas eléctricas fantasmales/de unos teclados glaciales -y el resto, teñido de impertérrito negro.
Sin embargo, tan evidente como la veta dark-gothic de Zorstka, que en “Nigromancia” roza la caricaturización (iba a decir que la canción suena a unos The Shroud de segunda, pero los The Shroud mismos son de quinta); es la casi ominosa influencia que sobre el bajo sintético y programaciones del binomio ejercen Stephen Morris y Peter Hook. Y no creo gratuito señalar a estos dos integrantes de los míticos Joy Division, porque fue justamente la banda de Manchester uno de esos pocos episodios -acaso el más brillante, dejando atrás a gigantes como The Cure y los propios Siouxsie And The Banshees- en que confluyeron tanto el dark como el post punk. Temas como “Viaje A Las Estrellas”, “Disco” o “El Último De Los Románticos” acaban favorecidos por la confluencia de gruesos/nerviosos/indesmayables graves y de cortantes/secos golpeteos percusivos que hiciera de los mancunianos uno de los grupos más personales en la historia de la música pop.
Bueno, LVS es el alias individual creado por Alonso Almenara para dar curso a una nueva faceta que inaugurar en su experiencia vital -la de músico. O, en este caso, no-músico. Tarea nada sencilla, máxime si antes se ha estado mucho tiempo en las graderías de la crítica y ahora se salta a la arena -en cierto modo, la pesadilla de todo crítico. No parece ser así para el limeño, que con absoluto desparpajo refiere fecha de concepción y desarrollo concernientes a los canales adosados a Wrong Market EP: una escasa semana.
Quienes le conocemos apenas, podemos especular con que Almenara no busca enfrentarse al pop. Por desgracia, a ello le constriñen las coartadas estilísticas sonoras por él escogidas. En el extended se plasman fugaces paisajes cercanos por igual al happening y al post rock, al ambient y al free jazz, perforados por voces filtradas/tratadas y por fragmentos muestreados como a la vieja usanza del cut and paste. El resultado es asaz hosco para quien no ha paladeado antes esos acibarados sabores. Para quien sí, Wrong Market EP con las justas alcanza a dejar algo de miel en los labios -7 surcos en menos de trece minutos.
Habrá quienes califiquen a Wrong Market EP de sobrio debut. Lo es, dada su cortedad. El efecto colateral radica en que esa escueta suficiencia también le provee de un aura artificiosa. Faltó por ahí impulsar mayor evolución en los tracks, fomentar su crecimiento... Tener más paciencia, en resumen. Tal cual se ha editado, el extended tiene pinta de jugada calculadamente adscrita a sonidos blindados por aquello que aún sobrevive tras el rótulo de “crítica especializada”. No estoy asegurando que sea así, sino que lo parece -y mi percepción puede errar, naturalmente. Sea o no el caso, difícilmente podrá Alonso volver a dejarla picando en su siguiente movimiento.
Hákim de Merv
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