(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 31 de julio de 2024.)
Segunda colaboración al hilo con su ¿ex partner? en Gelatina Magma, Ángela Ruesta, en modo alguno puede abordarse Lisergias como otra cosa que no sea un disco de Polvos Azules. Incluso en las pistas en que la presencia de Ruesta juega papel importante -cuatro de diez-, queda claro que la batuta en composición sonora se halla en manos de Samamé. El ambient pop de atmósferas relajantes y melodiosas se encuentra a la base del CD, pese a que éstas logren permearse del breakbeat nervioso del jungle (“En La Colmena”), de las texturas resonantes del shoegazing (“Corazones De Papel”), de la electrónica anterior a Kraftwerk (despliegue vocálico aparte, “Cariño Malo” saca chapa de vigoroso update de lo que hiciese Jarre hijo casi medio siglo atrás).
Es en la sección epilogal de Lisergias donde más pueden apreciarse las intenciones decorativas del pop que fabrica Polvos Azules. Sin ignorar sus correspondientes matices, “Olas De Tedio”, “Corazones De Papel” o “Recuerdos” son sumergidos en una electrónica indefinida, incorpórea, fantasmal. Es como si de las marañas más tupidas, este segmento fluyera hacia cálidas riberas de impactante minimalismo, y luego hiciese exactamente lo contrario en notorio movimiento pendular. Agrade o no, esa capacidad de metamorfosis es encomiable -de paso, revela un modus operandi desconcertante que mañana podría convertirse en norma. Más allá de preferir el neto acabado pop del resto del programa, aquí se exponen con más desparpajo los recursos con que cuenta el proyecto en esta etapa de su existencia.
Lo de Eviterna se alza desde las cavernosidades de ese dark-gothic nacional que viene resucitando sin mucho aspaviento hace su buen número de meses. Como sus pares de latitudes similares, solía éste participar del reciclaje que de actos como Bauhaus o The Sisters Of Mercy hacían presa sus correspondientes epígonos noventeros -considérese, antes que nada, la nómina de la usamericana Cleopatra Records. Por desgracia, esa reutilización pasó prontísimamente del reaprovechamiento al abuso, convirtiendo nombres como los mencionados en clichés insufribles -cuando, en sus días, habían sido todo lo contrario.
Afortunadamente, el dark-gothic que ahora se engendra ha dejado en el camino muchos de los defectos que lastraban estas toscas (re)concepciones. En lo concerniente a Eviterna, el quinteto prefiere elaborar un sonido nacido de la confluencia del synth más oscuro y del dark-gothic clásico del lustro ‘85-‘89. No faltará quien diga, tras escuchar Love Is Dead, que esto no es otra cosa que un recalentado de ese “electro-gothic” que los tributos darkies de los 90s popularizasen tanto -combos que sólo existían para versionear, sin vida propia. Pienso distinto. Aún cuando es evidente que LID no está inventando la pólvora, no es menos cierto que su intención está lejos de querer caricaturizar grupos como los antes señalados.
Éste, no obstante su homogeneidad, no es parejo. En temas como “Midnight” y “Espergesia”, Eviterna incurre en los fementidos clichés góticos. En otros, como “Aislamiento” y “A Prayer For Me”, cotiza a la baja sin siquiera tropezar con la misma piedra. Ello se debe a que su estilo tiende a sobrecargarse y a exagerar justamente por no saber la banda cuándo detenerse. Love Is Dead luciría más si prescindiera de esos capítulos, lo que de paso ayudaría a mitigar la extensión y elevar perceptiblemente sus réditos. Menos mal que de esa sensación, sobre todo palpable durante la segunda mitad de la placa, se libran grupo y obra con un estoque sólido y bien ensamblado como “Tormento”. Recomendable que, en lo sucesivo, cuenten con un productor artístico que sepa orientarles, porque potencial no falta.
Hákim de Merv
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