Cerca de un año atrás,
celebré el debut de un proyecto que había visto la luz bajo los cielos de la
Ciudad Blanca, si bien su único impulsor no es originario de allí -ni tampoco
peruano: Solar Ritual. ¿El título en cuestión? Animales Del Sol. Lo que son las vueltas que da esta vida: hoy celebro
la quinta obra in extenso de otro
acto individual sureño, éste sí mistiano de cuerpo entero, que guardase hasta
el año pasado algunas semejanzas con lo mostrado por SR. Me refiero a La Vie.
Diego Romero, ex
Post-All y guitarrista de Peter Pedro, es quien se esconde tras este alias; muy
mentado desde que empezase a llamar la atención con su tercer largo, Conexión (2014). A raíz de éste, le
presté oídos a su producción anterior, que incluye el Do It Now EP (2013). Tanto el extended como My Days In The Capital (2012) y Be
Like The River (2013) me hablaron de una apuesta constante por canciones
acústicas que rompen el molde inmaculado de una pop song, sin dejar de ser tales. Hay quien afirmaría que ésa es la
esencia del indie rock, pero La Vie bebe además de otras aguas. Se agita en sus
discos algo que evoca a Nick Drake, a Stars Of The Lid, al Mark Kozelek solista,
a Explosions In The Sky, e incluso al flaco Spinetta. El peso de estos nombres perfila
una identidad que fluctúa entre el indie y la variación más agreste del post
rock -la americana. ¿En común? La inclinación de ambos bancos sonoros por el acid
folk. Agregas el catalizador pop y la resultante cuaja en jornadas como el
posterior Autodidacte (2016) y el 7” Cada Día Es Una Vida En Pequeño (2017).
Lo inimaginable
sucedió en este 2018. For La Monte Young 7”, segundo single digital, que homenajea al octogenario compositor de
vanguardia usamericano; es un ejercicio de despojado ambient noise que se
entiende en tanto su condición de tributo. Hoy podría aventurarse que en
realidad anunciaba una metamorfosis formal concretada en la siguiente parada.
Ésta, Magic Mushroom, sale en junio. Casi enteramente
armada a partir de instrumentación y procesamiento electrónicos (una guitarra eléctrica
acompañada del respectivo e-bow, una laptop, loops, un teclado), con esta placa
Romero ahora apunta hacia Boards Of Canada, el tutelar Eno, PanSonic, DJ Shadow
e incluso Neu! Lo interesante es que la esencia del sonido LV no ha mutado,
sino que descuella revestida de parafernalia digital. Y si bien un gran paso
para experimentar con los sonidos de naturaleza electrónica fue el consumo de
hongos -de ahí el bautizo-, más inclinó la balanza el descubrimiento de la
venerable tradición electrónica.
Dos nombres ha
ofrecido el músico para comprender Magic
Mushroom, ambos dúos: Boards Of Canada y Neu! Me quedo con el 50% del legendario
binomio kraut rock alemán que aún vive: Michael Rother. La sabiduría
proto-ambient, imbuida de belleza contemplativa y acuarelada, con que el
germano diese cátedra en sus LPs solistas; se percibe en el nuevo La Vie a
través de sus momentos de frecuencias en technicolor (“Cuando No Hay Un Yo Hay
Dicha”), en el robusto aumento de las capas de sintetizador como materia prima
para la construcción de los temas (“Más Allá Del Pensamiento”), en el notable
enriquecimiento de las texturas timbrales (“Engaño Mental”).
El amor de Romero
por el pop sigue vivito y coleando, no obstante. Ello, aunque, hacia el final
del viaje; La Vie permee su nueva piel hasta ser atravesada por abstracciones
sonoras más enrevesadas (“La Atención Es El Principio De La Inteligencia”, “El
Silencio De La Mente Es La Belleza En Sí Misma”). Recomendable para vuelos
enteogénicos en estos días grises.
Aprovechando que
estuve por Arequipa en mayo, logré hacerme por fin de un ejemplar de Sauce Fucsia (2017), nuevo trabajo de
Comfuzztible que a la vez comportase su retorno a la escena characata. Para
quienes no le conocen, Comfuzztible debuta en el 2007 con un epónimo que
concitó buenos comentarios, dada su sonoridad deudora del psicodélico revival
garajero-surf que se soliviantase en la década pasada -saltando hacia la misma
vereda que Los Protones y su anterior encarnación, Manganzoides. Un año
después, se libera un EP para libre descarga, Fuzz Propano; que no consiguió reeditar los logros del epónimo. A
mí no me desagradó, tal vez porque fue lo primero que le oí a la banda (el
debut lo encontraría años más tarde, en una tienda de Galerías Brasil).
Felizmente, el cuarteto
se ha mantenido todo este tiempo tocando en vivo y componiendo, hasta que
decidiera regresar con nuevas entrega y formación. El line up original estaba
compuesto por Piero Chávez Velando (voz y teclado), Coco Herrera (batería),
Víctor Abarca (guitarra) y Luis André Talavera (bajo). El lugar de este último
ahora lo ocupa Joaquín Castañón. La lisérgica portada recibe ecos apagados del
arte de discos como los de Jimi Hendrix o The Grateful Dead, lo que indicaría
que se ha dado más protagonismo al viejo rock ácido de esos cada vez más
lejanos días. Esto, sin embargo, no es tanto así: como sucedía en el epónimo,
lo de Comfuzztible es rock protopsicodélico de movedizas melodías, guitarras
pericoteras con habilidad para el quite limpio, vocalización en plan de delirio
persecutorio, y un groove que invita al desenfreno tal cual aquel “ritmo
enfermedad” que se viralizase en la Lima de fines de los 60s.
La novedad respecto
de Comfuzztible estriba en el
incremento exponencial/adrenalínico de fuzztone y, sobre todo, de Farfisa.
Desde “Invasores Del Espacio (Ella Va A La Playa)” hasta la revivalista
“Revolución”, ambas fuerzas tallan cada número de Sauce Fucsia, convirtiendo a la mayoría de ellos en un coctel
molotov de desbocado y quemante rock cavernícola. Y si uno de estos dos
pistones gana el pulseo, ése es el Farfisa, que redondea las tomas finales en performance
tan chillona como la de Tren Fantasma (amago clandestino de Diego García, del
recordado fanzine Sótano Beat); sólo
que en registro mucho más proteico. Canciones como “Spiral Dance”, “Calle
Abajo”, “Extraña Piel” y “Flash” no serían lo mismo sin la presencia del consabido
órgano.
Comfuzztible no
siempre hunde el pedal en el acelerador. Tras “Ese Cristal”, y con la excepción
de “Césped Primaveral”, track en el que la banda se transfigura para mostrar su
lado más oscuro/agresivo/contemporáneo; los medios tiempos hacen las delicias
de las generaciones que vivieron el Verano del Amor en San Francisco. Ello no veda
espacio para solos ígneos y punteos acibarados, como el de “Césped Primaveral”
(a cargo de Miguel Ángel Burga, invitado de lujo -La Ira De Dios, Culto Al Qondor, 3AM-) y el de “La Chica Del Puente”, respectivamente.
Disco a escuchar
con el volumen al tope, Sauce Fucsia
marca el retorno del combo mistiano psych-garagero. Si decide nuevamente parar,
espero que el reentré no vuelva a demorar nueve años (o más).
La navidad del 2015
trajo como regalo inesperado la publicación de En Bancarrota, estreno de los arequipeños Hombre Del Espacio.
Formado en el 2014 por Luis García (bajo), Herber Paredes (guitarra, voz) y
Fernando Morales (batería); el trío de indie rock casero consagró el 2016 a la
difusión de su primogénito, cerrando el año con La Navidad De Raúl Armas 7’’. Desde entonces, los triates se hallan
de para: aunque hace poco (julio) se ha editado nuevo sencillo con dos demos de
lo que eventualmente sería un segundo asalto (“Cine Millonario (Versión
Invierno)” y “De Hecho, Aún Sigo Rockeando”), los miembros de HDE consideran al
grupo todavía inmerso en el receso.
Algún tiempo
después de editado En Bancarrota,
Herber Paredes se saca de la manga el chaplín de Vida En Marte. Bajo este seudónimo,
el guitarrista ha estado lo suficientemente activo como para acreditar a la
fecha cinco lanzamientos -sin contar con que, en paralelo, ha dado curso a otro
mote unipersonal de apariencia colectiva: Mente & Los Manuscritos (con el
que ha puesto para free download Una De Tus Vidas Prestadas EP, 2017).
Apenas germinado, VEM
abrazó el catecismo de todo músico de dormitorio -el indie, otra vez. Ruido,
pop, ludismo en el testeo de sonidos; son variables que también están presentes
en Hombre Del Espacio, si bien más cohesionadas en un formato reconociblemente
rockero. El debut Días EP (2016)
recoge la impronta del terceto desnudándola hasta lo más básico (“Fábrica De
Falsas Memorias”, “Sueños De Frágil Cristal”). Posteriormente, el sureño se ha
dejado arrastrar por el lo fi, en un caso de abducción mucho más severo que el
de Peatón (por citar un nombre coterráneo).
El lo fi prioriza
la urgencia y la vitalidad antes que la pulcritud de registro y el ensayo
cuadrado, de modo que lo grabado por Paredes tiene una pinta bastante sucia, lo
cual no oblitera sus impacientes despliegues de energía e inventiva pop. De
este modo, paulatinamente Vida En Marte se ha alejado del sonido de Hombre Del
Espacio. Si en Días EP todavía
quedaban resabios del sonido de la terna, en Nietos Cósmicos (2017, single de cuatro temas) esos residuos
desaparecen ante el vuelco hacia hechuras pop melódicas dominadas por la Baja
Fidelidad, acicaladas con anotaciones raspantes más propias del “hssssss” del
cassette, con fade outs arbitrarios, con outputs de retroalimentación -¿a qué
punto?- involuntaria. El mismo sino han seguido los otros dos singles, Pornografía Nostálgica (2018) y Mis Beatles (2018), así como el otro EP,
Reporte Rápido Del Alma (2018, magníficas
“Mi Anticipado Rescate” y “Ladrones De Sinergia”).
Una mixtura senescente
de noise, melodioso pop minimal y hasta elementos repescados del folk (sobre
todo en el primer round); es la que preside el universo personal de Herber
Paredes. Como aparentemente va en serio la cosa, no hay que preocuparse de que un
posible regreso de HDE corte la trayectoria de Vida En Marte. Ni la de Mente
& Los Manuscritos, que ya ha amenazado con reaparecer.
Hákim de Merv