Mostrando las entradas con la etiqueta Noise. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta Noise. Mostrar todas las entradas

jueves, 5 de junio de 2025

Fiorella16: Pathetic Live Recordings

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 28 de mayo de 2025.)

No bien le bajase la persiana al año pasado con Mas(a)Océano (Primaveras Digitales), José María Málaga cedió a la chilena ETCS Records un registro que recopilaba fragmentos de la gira ‘Loopermantrautoviolencia’, que llevara a Fiorella16 a presentarse en dieciséis ciudades entre Perú, Argentina, Chile y Uruguay; de junio del ‘23 a enero del ‘24. Inusualmente largo para un proyecto peruano independiente consagrado a la experimentación sonora sin concesiones, el tour diseminó por doquier performances que atestiguan el actual momento que viene atravesando el acto arequipeño, irisadas de brillos radioactivos y ruido arisco/insociable.

Publicados hacia fines de enero, los 47 minutos de Pathetic Live Recordings se dividen en tres suites y el “extracto” de una improvisación que ya había sido revelada por entero en el precedente Mas(a)Océano (“Montevideo 2 Tatami Registros - Uruguay”). Aquella vez era la norma en la segunda mitad de la jornada, mientras que ahora se erige como la excepción a la regla. De aquí se deduce que esos tres números con que hace mancha le son marcadamente distintos. En efecto, apenas hay algo más que asomo de voces en estos sueños informes, de atmósferas espectrales e inquietante sacralidad. Las envolventes masas de noise crujiente evocan la imagen de un bliss out atezado, que sin embargo relampaguea cada tanto.

Da la bienvenida “La Plata - Alihuen Espacio Cultural”, impro efectuada en el marco del ciclo “Ruidismo De Barrio”, organizado por el colectivo Circuito Expreso. El ambient facetado, inscrito en la tradición de dronismo ritualista que F16 observa desde hace tiempo atrás, remite a las compactas formaciones megalíticas del meta metal de Khanate o de los célebres Sunn O))). En ese exacto filón también puede ubicarse “Arica - Casa Túpac”, canal lleno de contaminación sónica cuyo ruidismo atronador y omnipresente parece engullirte sin masticar. Es el único tramo de la cinta en que nos es dado escuchar los murmullos de la asistencia (mapocha), prontamente invisibilizados por el bullicio de pedaleras loopeadas.

Solitario ocupante del lado B, “Buenos Aires - Mun Discos” enciende motores ensayando una suerte de génesis del Ruido, guiada por una solitaria vocalización de ultratumba que hace levitar los guijarros con que Málaga construye macabros e ignotos accesos. ¿Hacia dónde? Hacia el interior de este dolmen preternatural dedicado a dioses de quienes no sabemos nada, ni siquiera su apariencia. La ciclópea sillería del conjunto acaba erosionada tras más de 23 minutos de ininterrumpida tormenta noisica, sin derrumbarse. Así concluye Pathetic Live Recordings. Difícil que pueda considerársele un directo de Fiorella16 a la antigua usanza de los discos-concierto, ya que no repasa temas señeros o de hinchada numerosa. Tampoco es ésa su intención, pero si lo fuera, ¿a fin de cuentas importa eso?

Hákim de Merv

jueves, 27 de marzo de 2025

Desawe: Grindattack EP // Chino Burga: Tecnología En La Religión Futura

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 19 de marzo de 2025.)

Conforme lo pregona el nombre del extended que funge como puesta de corto, de un tiempo a esta parte la gente de Desawe ha empezado a pisar el acelerador hasta el fondo. Formado en el ‘16, el cuarteto recién registra en mayo último la maqueta Sociedad Coprofágica, cassette que le sirviera de bosquejo para la publicación hecha el pasado 10 de enero y que motiva las presentes líneas: Grindattack EP. A su vez, ésta se ha difundido como adelanto de lo que supongo vendría a ser su primer disco en regla, de fecha de salida ignota y título desconocido.

¿Cuánto ha avanzado Desawe, entonces, entre el demo y Grindattack EP? Aunque ha habido algunos cambios, yo dudaría en tipificarles como avances antes que como retrocesos -y eso no sería necesariamente un jalón de orejas. Porque el chiste del grindcore es el del bajo malsanamente retorcido, el de la(s) guitarra(s) intencionalmente desafinada(s) varios tonos cuesta abajo, el del doble pedal tejiendo velocidades demoníacamente sobrehumanas. Y obvio, el de voces guturales cuando no agudas -en el combo parece haber dos, una que gruñe y otra que grazna.

De Sociedad..., el grupo ha rescatado “Destruir” y “Chapa Tu Choro Y Mátalo”. Las nuevas versiones suenan aún más chancrosas que las tomas de la cinta, precisamente en el marco de un género para el que “peor es mejor”. Esa peculiaridad en la grabación se propaga a casi todos los tracks del EP -media docena, que en conjunto se quedan a las puertas de los seis minutos. Arranca éste con “Intro”, que no es otra cosa que parte del speech de Hades, muestreado del capítulo que a Orfeo dedica la recordada serie The Storyteller (segunda temporada, denominada “Mitos Griegos”).

Mugre opacidad, uniforme continuidad, ininteligibilidad, fugaz concisión. Algunos seguidores de la banda se han quejado de lo poco o nada que se puede entender de sus letras, cuando en el grind y afines la ira es el mensaje a transmitir/recabar. Esto se evidencia al escuchar “Pueblo Elegido”, “Motor De Sangre” o “Caca Blanda” -las dos últimas en una clave hardcore más reconocible-, siempre en la línea grind/crust/fast de la que hay antecedentes por montones en estas comarcas. Vale el esfuerzo, si es que estás habituado/a a este tipo de vejámenes sónicos. Si no, como dijese François Quesnay tres siglos atrás, “dejar hacer, dejar pasar”.

A poco de acabar el primer mes del año, el inagotable Miguel Ángel Burga liberó para descarga gratuita nuevo álbum acreditado con nombre civil, que se ha convertido en una tremenda sorpresa dada la fractura que implica respecto del devenir kosmische normalmente atribuible a su discografía. Pese a ser cierto que en algunos EPs Burga explora direcciones más periféricas, ninguna de esas producciones se adentra en ellas de la manera en que lo ha hecho su más reciente trabajo.

Según el músico, la génesis de Tecnología En La Religión Futura comienza un año atrás, cuando se propuso distenderse ejercitando su talento con programaciones y sampleos que guardaba en la PC o en la laptop. En cuanto a los sampleos, éstos habían sido creados a partir de voces cantando o rezando plegarias, con lo que su cualidad litúrgica queda fuera de discusión. Miguel Ángel no especifica si las piezas estuvieron perfilándose conforme trascurrían los meses o si se retomaron hace poco para pulirles y finalmente empacarles tras un mismo rótulo. Sea una cosa o la otra, el resultado suscita la sensación de estar audicionando expresiones sonoras de un credo teñido de orientalismo, en tiempos aún por venir.

Las programaciones recicladas postulan beats corpulentos de tempo rebajado -son todo lo iterativas que cabe esperar de composiciones pensadas para solemnes ceremonias en torno a un altar o tótem, sin mutar en/acometer empellones. Las atmósferas están llenas de ruidosa estética drone, pero su enérgica ominosidad no desciende hasta transfigurarse en lóbrega. Y las voces que percibimos como tales se asemejan mucho a las de aquellos/as hijos/as de los desiertos medio-orientales que llamaban/llaman a la oración, cualesquiera sea o haya sido su religión abrahámica de procedencia: almuecines, anacoretas, patriarcas. De ahí el aroma vagamente oriental y la invocación subconsciente a esa extraña fascinación por los mares de arena.

Sin embargo, en algo difieren estas visiones de Burga de las impuestas por las culturas judeocristiana y arábiga, y ello es el rol que la Mujer desempeña en estos cánticos futuristas. La divergencia propugnada calza a la perfección con el illbient escarpado que cincela áspero cada corte, con el minimalista IDM oscuro que facilita la metamorfosis de cada surco en un mantra, con el ambient dub ritual que adelanta su mirada cientos de años hacia el remoto mañana. De esta guisa, Tecnología En La Religión Futura bien puede plantearse como banda sonora alternativa de la fantástica Dune de Denis Villeneuve. Ignoro si el ex Espira la habrá visto o tenido en cuenta. De no ser así, estaríamos hablando de un excepcional caso de poligénesis sónica -que incluiría, cómo no, la ligeramente brutalista portada, soportal hiperbólico de un templo enclavado en mitad de grisáceos yermos.

Es una opinión subjetiva, por supuesto. Pistas como “Noth”, “iisaM”, “Shinto” o “Das” a mí se me hacen idóneas para vivir junto a los fremen, cabalgar los gigantescos Shai-Hulud, meditar las palabras de las Bene Gesserit. Números manantes de reverberaciones ritualistas con que suspirar por el advenimiento del Kwisatz Haderach -que no llegaremos a ver.

Hákim de Merv

jueves, 21 de noviembre de 2024

Dionírico: Sincrodestino EP // La Terminal: La Terminal EP

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 13 de noviembre de 2024.)

Durante los últimos días de febrero, apareció en Internet Sincrodestino, EP con que desde Arequipa se da formalmente a conocer Dionírico. El dúo, cuyos integrantes se hacen llamar Dennis Dionisio (a) Dionisíaco Onírico y Sri Rahul (a) Raúl Verdugo, parece haberse formado el año anterior y ya tenía colgados algunos singles promocionales -todos los cuales han sido repescados para el debut en corto.

El extended tiene sus ratos de cal y sus otros de arena. El sonido del tándem se debate entre el indie noventero de octanaje light y el pop desprovisto de cualquier aspereza y/o rugosidad. Sólo al inicio y al final, Dionírico exhibe una muy tenue influencia del pop practicado en los 80s, y es justamente esa variable la que arroja sombras sobre la tesis del estilo unitario en su caso. Esos cortes son, respectivamente, “Sincrodestino” y “Zonírica”. Sintomático que ambos sean además instrumentales.

Y es que el rubro de la voz necesita mejorar muchísimo, si el asunto va a seguir como en Sincrodestino EP. En muchos pasajes de éste, las vocales se perciben demasiado graves, cuando deberían ser de un tono más claro (“El Dragón Onírico”). Dicha coloración no ayuda si se trata de atenuar resultados bastante discretos en la letra (“La Danza Rasa”), o de sobrellevar amagos de ¿spoken word? allí donde menos espacio para maniobrar encuentran éstos (el pop punchero de “Eurídice En Los Tiempos Modernos”).

La segunda mitad del extended alberga gradaciones más dispares en cuanto al apartado sonoro. Tal vez “Hay Alguien Que Cree En Su Corazón”, breve pista a medio camino entre el pop y la balada, no sea buen ejemplo de ello; pero sí el homenaje a Ciëlo y el curioso synth punk de “Don Nadie”. El primero, titulado “Cielo Dionisíaco (Tributo A Ciëlo -Mario Silvania Y Cocó Cielo-)”, reconstruye acrisolando estilos tres gemas de la desaparecida dupla: “Radio Subterránea”, “Líneas Rectas” y “Siempre Tan Lejos”. Valiéndose de algunos pequeños sampleos, esta muestra de admiración obtendría mayores réditos si no fuera por las falencias ya acotadas del cantante arequipeño.

En cuanto a “Don Nadie”, acabaría siendo interesante la sacada de cuadro si se consideran las coordenadas estilísticas habituales de Dionírico. Lástima que tanto letra como voz me recuerden mucho a “No Voy A Trabajar”, de los mexicanos Bermudas. Claro, lo que dispensaba a estos últimos es que lo hacían en plan de joda. Para la próxima habrá que esmerarse no sólo en la ejecución, que en eso logran modestos pulgares arriba.

Ocurre algo insólito con el epónimo extended que La Terminal ha editado en la segunda quincena de agosto. La versión oficial del cassette, publicada por la canadiense We, Here And Now! (plataforma que también lanzó el Thanatology For Young Ladies de Fiorella16), contiene únicamente tres tracks. Todos nuevos, eso sí.

La versión “pirata” de la cinta, en cambio, se compone de ocho canales. La tirada de esta versión consta sólo de siete ejemplares, que han acompañado la venta de otros tantos polos por parte de José María Málaga, con lo que se hace más adecuado hablar de “autopirateo”. Ante la imposibilidad de saber qué versión maneja la persona que lee esta reseña, opto por comentar las dos en una sola -o mejor, una después de otra.

Hace ya tiempo que La Terminal ha dejado de ser un grupo, pasando a ser otra de las identidades utilizadas por José María. Bajo su mano, se editaron un par de singles y una pequeña colección de demos, todo esto previo a la aparición del presente EP. Con éste, el mistiano reconfirma esa permisividad que se evidenciaba ya en el largo de estreno (‘17), misma que permitía hablar simultáneamente de no wave, noise, post grunge, punk e incluso dream pop. La Terminal EP no sólo refrenda la asimilación de esos géneros, sino que agudiza la inclusión hibridándoles. La constante omnipresente sigue siendo, por supuesto, el Ruido.

Pensemos en el grunge glaseado de shoegazing y quejumbroso registro post punk que es “La Culpa”, a ratos mimetizándose con “The New Stone Age” de O.M.D, para más señas. O en el grunge psicodélico de “Samsara”. O en la enésima alusión a Irijua Yin, la inédita banda post rock rojinegra de inicios del milenio, de “Irijua” -noise goth rodeado de espesa niebla enteógena que acaba convirtiéndose casi en un mantra. Así de dispar y friki se ha metamorfoseado La Terminal, consiguiendo gracias a su recia distorsión extremar el salvaje caos con que concibe etiquetas imposibles como “after punk experimental” o “grungegaze de lado B”.

Las pistas añadidas corresponden al single “Todo Lo Que Se Pudre Forma Una Familia”/“Irijua” (’21), así como a maquetas no publicadas anteriormente. En conjunto, la versión “pirata” le saca lustre a los muchos títulos que adornan a LT. Los ecos oscuros de “Todo Lo Que Se Pudre...” o “Hacia El Vacío” conviven según qué surcos con el feedback en modo huayco o con modosidades acústicas, sin problemas. Málaga puede decidir echar a correr (“Irijua”, muy distinta de la versión ‘24) o tenderse lúgubre a esperar la muerte (“Chocolates & Antibióticos”). O, en última instancia, hacer estallar la atmósfera misma sobresaturando la distorsión a gran escala (“Pude Ver El Fin”). No es la de un bulldozer la mejor imagen para describir a este acto, aunque acaso sí la consabida variante peruana armada exclusivamente de materiales reciclados.

Hákim de Merv

jueves, 1 de agosto de 2024

Simón Campusano: Sobre Habitar La Depresión Intermedia EP // Arboretum: Plan Obsesivo

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 24 de julio de 2016.)

Niños Del Cerro pertenece a esas nuevas sangres del pop chileno que comenzaran a circular durante la segunda mitad de la década pasada. De ahí en más, su ascendiente se ha agigantado, convirtiéndose en una de las asociaciones que con mayor propiedad representan el estado actual de las escenas ajenas al mainstream allende Tacna. Cuatro capítulos remarcables entre el ‘16 y el ‘22, dos de ellos lanzados por el prestigioso sello QuemaSuCabeza, dan cuenta de tal condición.

Precisamente tras el primero para la aludida escudería, Lance (‘18), su vocalista Simón Campusano se animó a probar suerte mientras compartía rodaja con Diego Lorenzini de VariosArtistas (Serotonina, también ‘18). El resultado, Brillo (QuemaSuCabeza, ‘19), en cierto modo complementa el psicodélico dream pop de su banda madre con pedestre simplicidad e impresionismo cristalino. Cuatro años después, en septiembre último y ya en la pujante discográfica Fisura (lo mismo que NDC), Campusano edita Sobre Habitar La Depresión Intermedia; EP que refuerza la idea de ese pop adlátere a la cotidianeidad y a la sencillez, moldeado según las lecciones que el indie de entresiglo impartiera desde órbitas hispanohablantes.

Da de lleno el extended en el blanco. Con menos de veinte minutos, multiplica su efecto como lo hiciese el encantador post pop de fines de los 90s, aupándose durante la acometida al hyperpop de nuestros días. Ello, pese a que Campusano prioriza a la guitarra de palo o en todo caso a la electroacústica en sus aventuras solistas. Así empieza “Polvo”, subrayando el carácter artesanal e independiente del pop que cultiva el cantante de Niños Del Cerro -su coloración plácidamente cansina acaso refulgiría si no fuera porque la voz de Simón queda en debe tratándose de registros más “rudimentarios”. De todas formas, la sazón slacker de sus vocales suma tanto aquí como en “Nunca Estuvo En Ti El Litoral”.

“Compañía” nace burilada por reminiscentes reverberaciones idílicas. Su grato/cálido acusticismo acaba transfigurándose, sin embargo, debido a aquellos recursos pletóricos de electricidad de los que se vertebra el hyperpop. Son éstos los que sirven de puente hacia “Esta Profunda Pena Me Va A Dar De Comer”. Prontamente la pieza retorna a coordenadas acústicas, pero la voz, que ha cantado dos estrofas en su habitual rango; se engrosa/agrava calzando ahora sí perfecto con el cariz “deprimente intermedio” de track y versos como “Te Amo En Mono Y En Stereo” y “Tengo Que Cantar Para Comer/Y No Quiero”.

Campusano le baja el telón a Sobre Habitar... EP de la mano de “Viento Del Litoral”. De manufactura irresistiblemente doméstica, “Viento...” rubrica la proximidad con que la música del autor suele enamorar a quien le preste oídos sin expectativas fundadas en preconceptos. Basta una sensibilidad altamente introspectiva, honesta, transparente, cómplice, sencilla -las mejores cualidades que el indie pop hecho “a mano” tiene para chuntarla cuando menos te lo esperas. Llevo ya alrededor de diez vueltas y contando.

Como acontecía con el ariqueño Víctor Jeremías (a) ҚALA§A§AỴΛ, que estableció al inicio de su andadura interesantes paralelismos con la génesis de la movida experimental perucha, el santiaguino Arboretum tiende valiosos vasos comunicantes hacia los músicos experimentales nacionales de tercera y cuarta generación gracias al que debe ser sin duda su debut. En efecto, parapetado tras la label Medio Oriente, el individualista extiende atractiva carta de presentación con Plan Obsesivo.

A modo de síntesis lineal, el plástico despliega su repertorio de forma que propone una suerte de viaje iniciático, al tiempo que historia en contados episodios y minutos el devenir del ambient cuando éste se adentró sin regreso en el camino de las vanguardias. Al menos yo no encuentro gratuito que los primeros canales, “Colosales Reflejos De Fuego Y Luz Abrirán Tu Camino” y “Una Vida Solo Y Otra Acompañado”, discurran por derroteros en que la melodía y una cierta cadencia brotan sin esfuerzo -esto, pese a los no pocos escollos que en la ornamentación suponen principios geométricos extractados del IDM circa el Autechre más pulento.

Esa tersura en la música de Arboretum vuelve a aflorar más adelante, sólo que mixturada con otras esencias -porque, como se ha dicho muchas veces a lo largo de la historia de la Humanidad, lo único inmutable es el Cambio. De ello da cuenta “Si Te Ordeno Ser Bueno, ¿Sabrás Qué Hacer?”, breve interludio de frecuencias semi-nocivas completamente distinto de los anteriores, consecuencia de una atomización/erosión del intelligent techno en clave hipnótico noise. Ídem “Siento Cómo El Mal Se Imbuye En El Mundo” y “Yo Seré Un Pez, Tú Serás Dios”: el primero se mueve sobre telones de fondo imbricados por sonidos graves y regordetes más que insinuados, a la vez que su superficie padece un moderado cuadro de autechritis. El segundo, en tanto, postula un ambient noise cuidadosamente fracturado y reconfigurado; que pace sobre aleatorias crepitaciones digitales.

Igualmente reconfigurado, aunque en otro sentido, es el ambient vanguardista de “Tres Golpes En La Puerta De Mi Corazón (Aunque La Puerta Trasera Siempre Está Abierta​)” y “He Visto El Centro Del Mundo Y En Él No Hay Nada. La Luz Que Asoma Por Los Ventanales Es La Misma Que Produce La Sombra De Los Abismos”. Laxo y algo uniforme, “He Visto...” recuerda los pasajes más despojados/depurados de Naves Sin Puertos (‘98) de Silvania. Acaso el número clave de Plan Obsesivo, “Tres Golpes...” es el surco de más larga duración del debut: un muestreado speech antilaborista converge sobre la tranquilidad casi shoegazing de los primeros momentos, para luego sucumbir a mesmerizantes secuencias de bliss out gigadecibélicas. De in crescendo oscilante, el final del corte es rematado por el mismo elemento que orla sus primeras notas -el agua.

Glitch, drone, ambient, noise binario... Un disco que ilustra las armas más evidentes de lo que desde hace un tiempo ya largo se tilda/autopercibe de/como vanguardia, a la par que resalta sus principales hándicaps -la estética del collage/bricolage electrónico no va a durar indefinidamente. Cuántas batallas más le quedan, eso se verá en trabajos como éste. O siguientes.

Hákim de Merv

jueves, 9 de mayo de 2024

Kim Gordon: The Collective

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 1ero de mayo de 2024.)

Tras la desintegración de Sonic Youth -vamos, eso del “hiato indefinido” es un subterfugio-, los ex integrantes no han dejado marchitar sus respectivos trajines solistas, salvo Steve Shelley; único de los cuatro que carece de andadura individual propiamente dicha. Por desgracia, aunque han entregado algunos cumplidores discos sin mayores pretensiones, ni Lee Ranaldo ni Thurston Moore logran enhebrar propuestas con la misma capacidad de impacto que la acreditada por la Juventud Sónica en pleno: tanto Screen Time (‘22) del larguirucho Thurston como Electric Tim (‘17) del guitarrorist Lee fueron ignorados en los respectivos recuentos anuales por la prensa especializada.

Quien sigue dando la hora con sus lanzamientos es Kim Gordon, bajista del cuarteto y ex esposa de Moore -fue la disolución del matrimonio lo que precipitó el final del legendario combo usamericano, luego de cuatro décadas de existencia. Amén de la vitoreada autobiografía Girl In A Band: A Memoir (‘15), la crítica internacional celebró su No Home Record (‘19) con las mismas energía y pasión puestas en saludar la aparición de un álbum tan esperado como The Collective, publicado en la significativa fecha pasada del 8 de marzo. Se ha dicho, en efecto, que es “un maelström de pensamientos mundanos”, en cuyo interior “las turbulentas guitarras de Gordon son despedazadas por sintetizadores aserrados y crujientes beats masivos”.

Tal cual. Producido por Justin Raisen y Anthony Paul López, que hicieron lo propio con No Home... y que también coescriben junto a Kim buena parte del nuevo repertorio, The Collective es un profundo foso de oscuridad casi material cuyas paredes han sido levantadas fundándose en un invencible/irritante murallón de sonido. Sea que experimente con medios tiempos o con síncopas algo más aceleradas (“The Believers”, “Dream Dollar”), sea que prescinda de puentes o del más elemental apoyo coral, la neoyorkina ha sumergido sus eléctricas en procesos desarrollados a partir de beats digitales. La transustanciación ha guiado al plástico hacia periferias de géneros normalmente ajenos a la polímata y a su instrumento estelar, como el industrial o el illbient, cuando no el trap (puajjjjjj). En el caso de este último, cuyo espectro sobrevuela amenazante los cuarenta y tantos minutos de TC, menos mal su impronta sólo se hace evidente en “The Candy House”.

No puedo decir que hay protagonismos en The Collective. Con excepción del bajo, y ello sólo en contadas ocasiones (el tirón gravitacional de “Shelf Warmer” equivale a por lo menos 50 veces la fuerza G del gigante de nuestro Sistema Solar, Júpiter), ninguno de los instrumentos que seas capaz de reconocer y aislar escapa a la zumbante turbiedad/a la densa ominosidad que recorre de punta a punta la placa. Mejor aún, el único protagonismo que permite la vigorosa septuagenaria es el del sonido mismo: el volumen de éste te clava en el asiento, literalmente te aplasta a través de siniestros y aciagos latidos sin fin, te tumba antes de conducirte/arrastrarte por pasillos anegados de electricidad de ineluctable carga negativa. En esa dirección, hasta podría afirmarse que la división del CD en canciones es ficticia, apenas nominal, pues su inherente opacidad no permite distinguir claramente cuándo termina una y comienza la otra -ese entrelazamiento termina por desdibujar cualquier intento de identificar con certeza cada tema, descontando el rush final, cuando el tempo se agiliza.

Podría afirmarse ello, pero no lo haré. Hacerlo implica ignorar una parte importante del alma misma de las composiciones, las letras. Gordon las utiliza para verbalizar su cotidianeidad -una en que reflexiona sobre el aislamiento y la soledad imperantes en un mundo paradójicamente interconectado hasta la náusea (“I Won't Join The Collective/But I Want To See You” en “The Candy House”), sobre el eterno dilema de elegir entre el mainstream y los circuitos (cada vez más miniaturizados) de música independiente, sobre el sexo en segmentos poblacionales pertenecientes a la tercera edad (“Stick Your Fingers In The Holes, Mmm/Gotta Have 'em On My Set/My Set/These Are My Trophies/My Bowling Trophies” en “Trophies”), sobre el revisionismo contemporáneo ante la orfandad de una dialéctica que dinamice la cultura pop nacida-desarrollada-y-estancada-hace lustros. Discazo de la Kim, la ex Sonic Youth que más ventajas ha capitalizado de la desaparición de su mítica banda matriz.

Hákim de Merv

jueves, 8 de febrero de 2024

Paradigmas Frecuenciales (I) // Pay: Apariencias EP // Fiorella16: Thanatology For Young Ladies // Novalima: La Danza (Pt. 1) / La Danza (Pt. 2)

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 31 de enero de 2024.)

LOS DISCOS PERUANOS DE 2023 QUE NO ALCANCÉ A RESEÑAR (I)

En cortísimo lapso de tiempo (básicamente el último trimestre), Chip Musik estrenó el año pasado nueva línea de lanzamientos que aditar a la de ‘Transmisores’ y a la ya clásica de ‘Legos’. ‘Paradigmas Frecuenciales’ es la denominación que recibe la bisoña ristra, armada un poco sobre la marcha, o al menos así luce dadas las inusuales características formales que a día de hoy la definen.

Etiquetada como single, la primera entrega irrumpe el 12 de octubre. Leyendo la nota interna de BandCamp, la independiente le presenta como split, lo que es confirmado por las participaciones de Ionaxs, Trampaluz y Miyagi Pitcher. Pongo en entredicho hablar de un split single o un three-way single, empero, ya que Paradigmas Frecuenciales (I) sobrepuja la cota de los 20 minutos.

¿Cómo categorizar, pues, este título colgado por Chip para libre descarga? Hago a un lado esa discusión, enfocándome de lleno en el contenido. Éste empieza a revelarse vía “Cortando El Lazo En Paz” de Trampaluz, acto santiaguino que previamente ha brindado muchas demostraciones de un solvente post rock expansivo hacia comarcas colindantes como la electrónica de avanzada, el bliss pop/out y la drone music. La melodía de “Cortando...” florece entre bullentes secuencias aleatorias de nervioso movimiento, prontamente opacada por el pulso seco e intransigente de una percusión artificial. Acaba ésta por mimetizarse, redituando la sensación general de estar observando el avance de flujos de lava a través de lentes microscópicos (si tal cosa es posible).

Sin el peso/anclaje que suponen las texturas envolventes asociadas al campo de la experimentación sonora, “Meissa” de Miyagi Pitcher prescinde igualmente de cualquier patrón rítmico evidente. Su utópica arquitectura ambient se despliega indesmayable, lo mismo que la campaneante reverberación de su sinuosamente circular leit-motiv, evocando (¿mejores?) mundos post humanos de ciencia-ficción y erigiéndose como el exacto reverso de “Cortando El Lazo En Paz”. Tan es así, que por momentos me hizo recordar las fábulas futuristas soñadas por The Future Sound Of London en los pasajes más atmosféricos de su monumental doble Lifeforms (1994).

Finaliza “Cianotipia” esta primera muestra de ‘Paradigmas Frecuenciales’, a modo de práctica síntesis. Para ello, Ionaxs se encumbra hacia las armonías volátiles del shoegazing y del bliss pop, como ha hecho en sus trabajos personales liberados durante el ’23 (Antotipia EP y Portrait In The Postcard), atravesando densos bancos de neblinoso éter gracias a la delicada orfebrería electrónica que enhebra intermitentes esquirlas de nutrido miniaturismo noise y silencios que no pasan por tales. Curioso diseño para una composición que alude a la vieja técnica artística de obtener negativos fotográficos en gama azul prusiano.

La segunda entrega de ‘Paradigmas Frecuenciales’, publicada el 14 de diciembre, en otra oportunidad.

Existe un punto común entre las circunstancias bajo las que conocí a Panoptia y a Pay, a partir del cual ocurre cierto paralelismo en sendas historias. A la obra del primero llegué a fines del ‘22 (no recuerdo por medio de qué cortocircuito), y a la del segundo a fines del ‘23. Esta última ocasión se da gracias a Julio Guillén Serrano, responsable de Panoptia y miembro de Pay. Tras revisar grosso modo las hojas de vida de ambos alias, tomo consciencia de sus respectivas longevidades: Pay chunta el epónimo debut en septiembre del ‘04, mientras que lo propio hace Panoptia en junio del ‘16. Es decir, no son neófitos. Hasta aquí nomás, por desgracia, las correspondencias.

Si bien no me hallo tan familiarizado con la discografía de Pay como con la del unipersonal de Guillén Serrano, sí le he dado varias vueltas a Apariencias EP, y debo decir que no me ha resultado atractivo en lo más mínimo -a diferencia de la ejemplar andadura de Panoptia. Sin el apremio de aludir a evolución alguna, cosa que como acabo de dejar sentado no me consta, la música de Pay es de lo más básica y superficial. El pop rock que elige cultivar sólo tiene de ello la piel. Cero riesgo, cero actitud, cero crudeza. Al menos aquí, la dupla integrada por Daniel Casave -voz y coros, guitarra, teclado- y Julio -teba, teclado, guitarra, voz y coros-, secundada por Rolando Del Carpio en bajo y eléctrica (el “Rula” de Los Resortes); no muestra ni el instinto ni mucho el alma que cabría esperar de una agrupación devota a esas coordenadas.

Y no es que no sepan tocar. Sucede que las canciones de Apariencias EP son de una construcción demasiado elemental. No encuentro en todo el extended el menor intento por arriesgar más allá del estereotipo extractado al sonido escogido. Esto habla de un dúo/trío que no sabe qué hacer con las habilidades que tiene, y opta por ir siempre a lo seguro. Quizá se plantean salir (apenas) del molde en “Sueños Cuervos” y en “Para James”, pero aún cuando se puede ser indulgente con el primero, el segundo no pasa de amago punk empeñado en quemar amplificadores (otra cosa es que lo logren), hasta que sueltan la pachotada “Dispuestos A Morir/Pero De Risa”. Si vas a ser así de primario/a, lo menos que se te puede exigir es que ardas en cuerpo y espíritu con cada martillazo que descerrajes.

En cuanto a letras, releo la nota de prensa y no sé si soy yo el que no ha podido sintonizar (por viejo), o si es que esta gente vive en una realidad alterna. De líneas muy discretas como las de “Estoy Jodido” y “Ninguna Por Ti”, Pay pasa a estrellarse contra el piso garrapateando textos que me retrotraen a los disfuerzos noventeros de los sobrevivientes mainstream del decenio anterior (“Apariencias”). Un nivel francamente pobre.

No soy muy partidario de demoler una banda hasta los cimientos, pero aquí no veo/escucho por dónde salvar lo mostrado. Zancada en recontrafalso, la de Pay, en el mejor de los casos -ahora mismo me allano a devorar sus referencias precedentes, para confirmar o desechar mis dudas.

Cuando se extinguía noviembre último, arribaron noticias de un nuevo álbum acreditado a Fiorella16. No figuraba éste en el BandCamp del individualista arequipeño José María Málaga, sino en el de la escudería canadiense We, Here And Now! -que se define como especializada en sonidos de rizoma doom, psych y audioexperimental. No es esto, sin embargo, lo que más llamaba la atención. La info provista por la rodaja indicaba que el material de que ésta se componía fechaba entre el ‘14 y el ‘21, razón por la que terminaba algo mermada su condición de “brand new”.

Corroboro la veracidad de lo anotado por Málaga en cuanto a la vetustez de algunas partes de este mosaico. “Gloomy Sunday”, uno de los dos temas no firmados por el mistiano (el otro es “Canción De Cuna Para Abortos”, de los mexicanos La Función De Repulsa), me fue enviado por el músico hará cosa de una década atrás. Lo he conservado en mi PC hasta que verifiqué que era el mismo número incluido en Thanatology For Young Ladies, tras de lo cual acabó en la papelera de reciclaje. Rubrico aquí constancia, por ende, de la exactitud del intervalo señalado en lo tocante a su límite más lejano.

Me remito a Tales In Deep Noise Saturation (‘20, editado también en Norteamérica), último Fiorella16 que escuché (no sabía del Inertrice EP sino hasta el preciso minuto en que tipeo estas palabras), para confrontar Thanatology For Young Ladies. Un plástico bastante más corto que el de hace cuatro años (apenas 40 minutos vs. los más de 80 de Tales...). Es, asimismo, más copioso (16 canales contra los 6 del ...Noise Saturation). De ello se infiere que muchos de los cortes de Thanatology... son, si cabe, algo más que fracciones/pedazos/cachos: tres de ellos no superan el minuto de extensión, y sólo dos se arriesgan más allá de los cuatro.

Ergo, ¿qué decir del CD? Sus colores son los que, de un tiempo a esta parte, conserva siempre a la mano José María en la paleta: noise analógico-binario, ambient en su acepción más arisca/indócil/insociable, drone zombificado, lo que de terrorífico surrealismo puede ofrecer aún la psicodelia... Aunque ello es una (re)afirmación de intenciones respecto de Tales In Deep Noise Saturation, también puede interpretarse como negación definitiva de aquello que asumo no volverá a entrar en el horizonte del seudónimo. Qué lectura es la correcta, o si lo son las dos, sólo el futuro lo dirá.

En cuanto a su metafísica, el acento se ha recargado en las cualidades ungidas por las últimas vanguardias del siglo XX. A despecho de un Ruido que tiende a transfigurarse/exhibirse poliédrico (“Calle Panteón”), éste es esencialmente monocorde, duro, sólido. Pese a que algunos ecos resultantes de los espacios cerrados dibujados por la música de TFYL hablan de oscuridad no fúnebre (“Bardo”), ejemplos de lo contrario pululan a todo lo ancho del volumen, llegando a ratos a estratos macabros y bastante creepies (“El Boohoo”). No necesariamente un defecto, la tosquedad en el acabado acústico de las viñetas refuerza la percepción y la sensación de iteración (“I Shall Be Late”), de un primitivismo aplastantemente dionisíaco (“Las Willis”), si acaso dos o tres veces apolíneo (“...Y Todo Para No Encontrarte”, “Última Letanía”). En resumen, experiencia poco recomendable si nunca te has atrevido a merodear los auténticos extramuros de la música pop contemporánea.

Cuánto tiempo se tomó Novalima para dar lugar a su séptima placa, que ha tenido a bien presentar en insólito formato bipartito. La Danza (Pt. 1) se hizo pública en junio, en tanto La Danza (Pt. 2) se colgó a fines de octubre. A santo de qué se produjo esta segmentación, la alineación no ha dicho ni pío. A mí me recordó, por analogía, los dos tramos en que se ‘estrenaban’ hace años las nuevas temporadas de The Walking Dead, mediando entre ellos la famosa pausa de “mid-season”. Tampoco a esa jugada le encontraba justificación, déjame decirte.

A propósito de Ch’usay (2018), cerraba un corto comentario mío indicando que quizá Novalima se encontraba en una encrucijada: “...enrielarse definitivamente hacia el afro, acometiendo para ello un importante salto evolutivo que le(s) transforme, o hacerlo mutar a través del componente electrónico”. Luego de un lustro, se verifica lo segundo. Si en ambas secciones de La Danza se han encartado sampleos de música afroperuana tradicional, éstos son infinitesimales, y por ende accesorios del todo. El repertorio de once piezas asoma completamente nuevo, aupado por colaboraciones como las de La Dame Blanche, Pablo Watusi o Hit La Rosa.

Es notorio que el sexteto ha realizado un esfuerzo constante por permanecer permeable a diversas influencias convergentes al gen afroperuano, manteniendo a éste como la fuerza preponderante alrededor de la que se vertebran los procesos creativos. Preponderante, no omnipresente: no siempre son el golpe de cajón o el rechinar de la quijada de burro los que acaparan primeros planos, sino que cumplen más la misión de cohesionar las distintas fusiones maniobradas por Novalima en cada canción.

La primera escucha de “El Tiempo”, verbigracia, casi me produce un soponcio. La segunda, en cambio, reveló que se trataba de un brioso y grácil dancehall antes que de un funesto reggaetón. La sección conformada por “Palenque”, “Canto Del Agua”, “Amanecer” y “Aquí Y Ahora” es todavía más reveladora; con exquisitos indicios de un mestizaje abierto: “Palenque” y su notable ejercicio de percusión afrocaribeña, “Canto Del Agua” y su roots reggae estilizado, “Amanecer” y su tenue coqueteo con el sandunguero candombe, “Aquí Y Ahora” y su potente crisol lleno de color.

Otros paradigmas igual de remarcables son el sutil afrobeat de “Pura” -muy en la onda de “Coba Guarango”- o la intersección entre estoque jamaiquino y sublimados bronces centroandinos de “Nación”. Ninguno de ellos, o de los anteriormente aludidos, oblitera las muestras de ¿”purismo”? que válidamente se permiten todavía insertar Pérez Prieto/Del Solar/Morales/Montesinos/Guerrero/Álvarez, como “Hatajo” y “La Danza”. Todos, eso sí, ponen de relieve el tino con que el sendero a transitar fue escogido. El otro, el de centrarse en la afroperuanidad, queda para exponentes como los Ballumbrosio o los tremendos Perkutao.

Hákim de Merv

jueves, 14 de septiembre de 2023

Seven 7'' // DJ Locopro: Human Music

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 6 de septiembre del 2023.)

En el background general de la música pop, la figura del single doble es rarísima, mucho más que la del extended play doble. Si algo tienen uno y otro en común, ello es una justificación conceptual no siempre impertérrita. Quizá el ejemplo más célebre del doble EP es el que diera lugar posteriormente al disco Magical Mystery Tour (‘67) de The Beatles. En cuanto al doble 7’’, la primera vez que supe de su existencia fue gracias al 45 r.p.m. de Japan “Gentlemen Take Polaroids” (‘80), insólitamente presentado como díptico. Aunque de seguro hay antecedentes más antiguos.

Cerca de dos meses atrás, Chip Musik Records lanzó el sencillo de nombre Seven, editando por separado el lado A (13/7) y el lado B (16/7). Salvo el buen tino que ha presidido la elección de participantes en la sucinta jornada doble, lo que de paso también me faculta a hablar de algo así como un 6-way split, no capto ninguna idea subyacente a cada “cara” del single. Eso sí, cumple Seven con ilustrar los principales méritos de la discográfica (si bien de manera demasiado efímera para mi gusto).

El lado A de Seven empieza con Aloysius Acker -y, considerando las coordenadas de los cinco actos que le suceden, puedo decir que no hubo mejor lugar en donde ubicarle. El nom de guerre de José Rodríguez deambula entre el shoegazing próximo al bliss pop y el post rock de facciones etéreas. Henchida de texturas poco menos que seráficas, la pieza “Esta Sombra Que Cae Del Ruido De Tus Pasos” no sólo se condice con el perfil que retrata este filón del músico, sino que corrobora la buena forma en que se mantiene. Le siguen Siam Liam y Ionaxs, sendos cultores IDM clásicos del sello, inusualmente presos de una inflamada heterodoxia durante sus performances. El primero se sirve de una melodía de ambient acuoso rodeada de dosis exactas de intelligent techno/deconstruida con beats que guiñan a la distancia al drum’n’bass (“Mar Cuántico O Fluctuaciones Del Vacío”). En cambio, Ionaxs -Ion Axs, para la ocasión- cose IDM epiléptico y entrecortado a secuencias de raigambre downtempo (“Haz De Iones”, nimbada por enaltecidas frecuencias vibratorias).

Seven da inicio a su lado B con fichaje de estreno en la nómina Chip -Paititi. El novísimo seudónimo de Óscar Cireneo (Semilla Galáctica/Galactic Seed) nos obsequia en “Tagmatron” una polimórfica exhibición de autechrismos circa Tri Repetæ (‘96) y de esa agitación intrínseca al subgénero braindance en sus horas de inspirada ebullición. Tras el surco, se posicionan Mongo No Stars y Troek. El segundo es otro chaplín debutante en los bits de la label, aunque detrás suyo están dos viejos conocidos: Jorge Rivas (Ionaxs, Puna, Philkophillips) y Alfonso Noriega (El Otro Infinito, Prados Perfectos, Puna). “Primer Mensaje Desde La Niebla” es un ventarrón huracanado de ruido digital, que se ve progresivamente invadido por restallantes programaciones de nerviosa electrónica.

Mongo No Stars, por otra parte, es ya una revelación confirmada; fogueada en compilaciones de las series ‘Lego’ y ‘Trasmisores’, y cuyo primigenio Neofhyte Miscellanea se erigió como el mejor álbum perucho del ‘21. El proyecto se esmera en mitigar todas las salientes producidas por la robusta mezcla entre acid techno y ambient house que esgrime, aditando elementos intelligent e incluso EBM, consiguiendo así abastecer a “Tigh Rope” de una gran capacidad de fuego de cara al dancefloor. Admito que a prima facie la noción de un single doble no concitaba mucho mi atención. Los resultados obtenidos por Seven me conminan a reconocer la nulidad de esa temprana sugestión.

Para su nuevo capítulo bajo la identidad que más ha hecho suya frente a las escenas independientes, Miguel Elescano propone una suerte de tratado abstracto sobre algunos de los géneros electrónicos de obvia filiación noventera. A tal efecto, el limeño no discrimina entre vieja y nueva escuela, por lo que Human Music reditúa la incómoda sensación de querer sonar omniabarcante y errar en el intento -aunque no sea ése su objetivo.

En “In The Light”, por ejemplo, DJ Locopro hace rugir los motores con que siempre coge velocidad y vuelo -los del house y del techno. Pero el trote del tema de apertura es suave, cansino, a despecho de la alta tensión que muge a través de las ensordecedoras líneas de acompañamiento. Algo similar sucede al reproducirse el track epónimo del esférico (si bien se prescinde de osamenta rítmica). Esta parsimonia choca con la presteza de composiciones como “New Creature” o “Nuclear Pop” -respectivamente demostraciones del vertiginoso tech house de-ascendencia-Roland TR-808 que fascina al capitalino, y del fracturado jungle con que éste difumina nubarrones y sirenas.

Otro ejemplo de diversidad es “Sweet Poison”, que paulatinamente se va acercando al trip hop, sin llegar nunca a sumergirse del todo en el sonido bristoliano. Ello, pese a la presencia de la japonesa Coppé y de ¿esa colaboración? ¿ese sampleo? a lo Horace Andy que más parecido, imposible. Y no podía faltar el guiño a aquellas dialécticas digitales marca 90s que basculan entre el lo fi y el no fi, que pueden ser angélicas y dulces como asimismo áridas y punzantes -que son todo atmósferas y efectos, sin rastro de programación o secuencia. En este último cajón incluyo a “Coming Home” y a “Dios Es Luz”.

El balance es un poco disparejo, entonces. No porque falte oficio, o porque Human Music tienda a disgregarse en variedad de impresiones que divergen unas de otras. No. En Everything Is Wrong (‘94), Moby probó que se podía ser exageradamente versátil y aún así permanecer a flote con circunspección y solvencia. El problema es que los canales mismos carecen de mayores brillos: no destacan por características propias, una vez descifrada su posología, y en honor a la verdad lucen bastante inanes todos ellos. Ni siquiera esa excepción a la tácita regla de base 9 que es “Aunque Los Perros Ladren”, synth pop fondeado en los 80s, escapa de la imperante aura de inercia. Así, se torna difícil matizar un largo al que le es imposible avanzar más allá de la categoría “regularón, nomás”.

Hákim de Merv

jueves, 23 de marzo de 2023

Yndeseables: El Perfecto Ruido / Escapa Del Control 7'' (1985 Studio Recording Version)

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 15 de marzo del 2023.)

Entre las grabaciones más enigmáticas que integran el legado histórico de nuestra escena independiente nacional, siempre destacó “Escapa Del Control” por su reacia insularidad, así como por considerársele la única canción de Yndeseables que había sobrevivido al paso del Tiempo. Poco más se sabía respecto de proyecto y obra: que el marbete Yndeseables fue creado en 1984 por Guillermo Valdivia a.k.a. Kimba Vilis (hermano de Daniel F y baterista de Leuzemia), que era más una apuesta personal que un grupo, y que el tema proviene de la mítica maqueta compilatoria Ataque Subterráneo Vol. II (1986).

Hace cuatro años y medio, Rolly Necio, infatigable documentador de la primera escena subte limeña; dejó helado a todo el mundo colgando en su cuenta de YouTube el cassette demo con que iba a debutar Yndeseables en 1985. Esta cinta, bien por iniciativa propia o a instancia de Vilis, se bautizó como El Perfecto Ruido. Es a partir de la base proporcionada por el tape que Buh Records ha lanzado a principios de año una recopilación y un 7’’ incluyendo todo lo que en aquella época se registró bajo el rótulo Yndeseables -con el plus, en el caso del 45 rpm, de rescatar las tomas de estudio tanto de “Escapa Del Control” como de su trunco lado B “Asquerosa Corrupción”.

Añadiendo cuatro piezas hasta hace unas semanas inéditas, El Perfecto Ruido no hace sino confirmar lo que ya había dejado entrever la primerísima versión liberada por Necio. A saber, que Yndeseables no se subordinaba al hardcore punk que reinó soberano durante los primeros años de la movida subterránea ochentera, sino que más bien se valió de sus trabas y sus contradicciones para superarle. En ese propósito, coincidió en cuanto a vocación con gente como Feudales/Paisaje Electrónico, Sociedad De Mierda, Éxodo, Voz Propia, Delirios Krónicos, Salón Dadá/Col Corazón, Lima 13, T De Cobre, Masoko Tanga, Disidentes o Sor Obscena. Aún podría decir más: Yndeseables fue el único acto peruano de no wave atómicamente puro, quizá sin que el menor de los Valdivia estuviese enterado de qué diablos quería ilustrar esa etiqueta, que en el hemisferio norte unificó a fines de los 70s a los estetas neoyorkinos precursores del after punk.

Eso es lo que refleja la maqueta recuperada -que el baterista grabó en mayo del ’85, secundado por Mario Chirinos (a) Mario Almanegra, bajista de Zcuela Crrada. Por un lado, aprovechamiento al máximo de los minúsculos espacios que toleraban unas apabullantes limitaciones técnicas: sin drum set, una guitarra acústica completamente vejada (a punta de obsesivos trallazos), teclados que es difícil imaginar cómo funcionaban después del doloroso tratamiento-a-lo-instrumento-de-percusión a que Yndeseables les sometía, simple y llano ruido “tubular” (hecho con tuberías viejas). Por el otro lado, feroces acometidas contra todo aquello que te permite elaborar y entender definiciones convencionales de lo que llamamos “música”: desprecio por las más elementales nociones de compás y afinación, aniquilación absoluta de acordes y arpegios, desmaterialización y colapso de frecuencias en plan de autosabotaje. Desprolijidad militante, en resumen.


El laudable reverso de estas carencias, de estas deconstrucciones a conciencia, es la incombustible/potente habilidad expresiva que canalizó Vilis a través del repertorio yndeseable. Un angst granputeante del que dan cuenta asaltos como “Basta Ya”, “Depresión”, “Relaciones Distanciadas” o “Confundidos”. Yndeseables nace, se saca la chucha, atropella y muere con cada canción. Si acaso puede hablarse de estilo, el de la temporal asociación Valdivia-Chirinos se corresponde con el de un incesante desmadre lo bastante consistente para evitar el polimorfismo y a la vez el lugar común de la frase “cortados por la misma tijera”. Impar correlato   sonoro   capaz   de   soportar los aullidos   y   el   spoken   word  lastimero  de Kimba -explorando/confrontando con vertiginosa crudeza y desencanto el pánico vacío existencial que hizo presa en las generaciones cuya juventud transcurrió durante los atroces 80s de este país. Nada lo resume mejor que la letra de “Cadáver” (“Eres La Persona Que Ha Dejado De Existir/No Porque Hayas Muerto/Sino Porque Has Dejado De Pensar”). Nada lo resume mejor que la pesadillesca densidad de la final “Centrosis”.

Las tomas del single son aquellas que reformuló Yndeseables en un estudio de grabación como mandan los manuales, armazón percusivo incluido (sospecho que en la forma de una drum machine), con miras a que integren el track list de Ataque Subterráneo Vol. II. Sólo una, sin embargo, fue acogida: la versión de “Escapa Del Control” que cobija el sencillo es, por ende, la que todos/as hemos escuchado en el histórico k-set. Con ella y su B-side se completa, en teoría, todo lo registrado alguna vez por el elusivo proyecto -exceptuando, claro, el intro de que venía provisto El Perfecto Ruido de Necio y el directo de “Examina”. No hay duda de la autenticidad del primero, mientras que el propio Vilis jura que no guarda recuerdo alguno de la presentación en Magia (desaparecido point ubicado en el distrito de Magdalena, casi al final de la avenida Brasil), que es de donde se extrae la mencionada versión live.

Hákim de Merv