miércoles, 31 de octubre de 2018

ElectroFrameWork // ProtoU: Echoes Of The Future // Me & Munich: Knives Of The Sun EP

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 24 de octubre del 2018.)

Éste debe contarse entre los calendarios más prolíficos para la mancuerna formada por la discográfica itálica Unexplained Sounds y su anexo Eighth Tower Records. Algunos de los títulos pertenecientes a esta cosecha ya han sido repasados en este espacio, pero el rush editorial llega tan sostenido al último tramo del año, que me siento conminado a revisar por lo menos uno de los más recientes volúmenes a los que el sello ha dado luz verde. Entre inusuales e inopinadas exquisiteces como Balkan Experimental Survey - Post Industrial Culture Series o Anthology Of Electroacoustic Lebanese Music, escojo para ello la compilación ElectroFrameWork.

Doble CD en formato físico, la obra destaca por el pronunciado acento que pone en la tecnología. No es que en anteriores compilaciones se le minimizase ni mucho menos, pero aquí su papel adquiere una irisada relevancia protagónica, las más de las oportunidades por encima de los temas mismos. Un tsunami de aguzados sintetizadores y eruptivos modulators preside la concepción de piezas que pueden llegar a ser muy distintas entre sí -cf. el ambient ritualista de “Cappella”, de Giovanni Verga, con el pavoroso noise industrial de “Collapsing Circuits” que firma Stefan Schmidt.

En concordancia con el ejemplo del párrafo previo, los contrastes menudean durante las más de dos horas de tensa neurosis sónica con que ElectroFrameWork vapulea a quien merodea sus lindes sin estar al tanto. En una esquina, el futurismo post-urbano (¿también post-humano?) de “Dahomey Kingdom” (Sonologyst), el drone experimental de “Pesto Solo” (d E), las hirsutas texturas asincrónicas de “Discord” (Thomas Grezenbach), el incómodo cachetadón ambient de “Ausstrahlung” (Giorgio Sancristoforo) y la desolación que produce el oscuro jazz tribal de “Perturbation 2” (Immara). En la otra esquina, la repujada nocturnidad de “Moon Faced Buddha” (Cupis, saxo incluido), la solemne distensión cuasi-lúdica de “Open Set 1” (Daniel Barbiero + Ken Moore + Dave Vosh), el carrusel para sombras chinescas de “Oiseau Dans L’Espace” (Diego Arcadio), el monstruoso post-clasicismo contemporáneo de “Untitled III” (Yixuan Shao & Fahmi Mursyid), y los insólitos trazos melódicos de “Wave” (Lucia Caiazza).

En el más extremo de los casos alejándose apenas algunos metros del dark ambient identitario de ambas escuderías, con ElectroFrameWork Raffaele Pezzella persiste en el intento de hacer de su propuesta sonora una de las parcelas más autárquicas, agrestes e impresionantes de la escena underground en el contexto electrónico contemporáneo. Hasta ahora, en ese empeño le acompaña el éxito.

Si no en la edición física, por lo menos en BandCamp el corolario es un video: “6EQUJ5-11-1 (Gandahar Remix)”, de ATM.


También habitante del dark ambient, pero en una dirección completamente distinta, el acto ProtoU despacha su segundo LP en lo que va del 2018. Con Echoes Of The Future se baja el telón a la trilogía que iniciase Khmaoch (octubre del 2016) y prosiguiese el ya reseñado aquí The Edge Of Architecture (febrero).

Enigmáticas y vastas superficies pétreas de una antigüedad opresiva, pero rodeadas/intervenidas por tecnología futurista, se materializan en muchas de las imágenes que el proyecto de Sasha Cats sugiere a través de sus composiciones. La individualista ensaya en Echoes... con multitud de infinitesimales capas de sonido, entretejidas para su consumo aural/visual, moldeando un electrónico ambient crepuscular que no demora en astillarse en dimensiones varias, acicateado por una epatante recurrencia al drone.

Hay en Echoes..., además, un mosaico de invisibles contrapuntos cromáticos; que no obstante responde a un rango/rasgo emotivo definido varios discos atrás: soledad, desesperanza, resignación... A algunas de estas emociones aludí en el precedente comentario de The Edge..., con la diferencia de que en el reciente largo se les imprime un nuevo tratamiento. Ciñéndose a una economía de medios fosca y opiácea, no disruptiva, la ucraniana dirige las pulsaciones de los canales hacia perennes estados de languidez; igualando su ritmo cardíaco al de una profunda onda sonora estática. Es bastante probable que ello obedezca al concepto detrás del esférico: explica Cats que, mientras Khmaoch era un viaje hacia las raíces mismas de la civilización humana, y The Edge Of The Architecture especulaba sobre el futuro a mediano plazo de nuestra era; Echoes Of The Future dirige su mirada hacia los últimos pasos de la Humanidad sobre la Tierra, antes de abandonarla. El arte de la portada corrobora, con sus colores arena que van desde el ocre más oscuro hasta el amarillo solar, ese imaginario.

¿Sí? ¿No? Decídelo tú mismo/a, mientras escuchas arder el vacío.


Remata esta terna de lanzamientos firmados por músicos del Viejo Mundo un dúo proveniente de Dinamarca, de donde hace poco llegase la buena nueva de Catch The Breeze. Se trata de Me & Munich, binomio de Aarhus, ciudad ubicada en la península de Jutlandia y la segunda más grande del país.

Exceptuando el antecedente de Ear & Dark, experiencia consignada entre los pergaminos del grupo y de la que no he encontrado nada en Internet, M&M es la segunda vida de Shocking White. Fue éste un trío nacido en el seno de la escena underground danesa, formado por Jan Petersen (guitarra, voz), Rune Randlev (bajo) y Marco Bøgehøj (batería). En activo desde el 2009, SW llegó a acuñar cuatro albums: los tres primeros fueron publicados por su propio sello, Fat Phone Records, a la vieja usanza del DIY punk. Sólo el último de éstos, Reptilize You (marzo del 2015), puede encontrarse online; ya que It’s A Sick World... But I Like It (2010) y Piece Of Ache (2012) fueron prensados en vinilo. En cuanto al postrer Ghosting (Tapetown Records, 2017), las referencias en la Red señalan que supuso cierta involución estilística -suena más cerca del punk y la no wave que el Reptilize..., que es bien post punk y noise rock-, mas no artística.

Para inicios del 2018, el combo redefine alineación (Petersen y Bøgehøj), norte (noise en adelante) y nombre. Me & Munich profesa en el auroral Knives Of The Sun EP la misma devoción de bandas que hicieron de la retroalimentación su bandera: Pixies, Hüsker Dü, Sonic Youth... Las canciones del extended son en esencia efectivos ejercicios de naturaleza pop/rock, recubiertos de una convulsa capa de ruido eléctrico y distorsionado, lo bastante crispante y asentada como para llamar la atención de ScreamLite Records (la label que les ha editado en Inglaterra).

La ascendencia noise rock 80s, ésa que inaugurase The Jesus And Mary Chain, es innegable. También lo es la impronta de los caminos que esa correntada de distorsión siguió hasta la aparición del fundacional Isn’t Anything (1988) de My Bloody Valentine. Lo que no está claro es si Me & Munich también bebe del shoegazing. En los cinco surcos del EP, éste se hace tangible únicamente a través de interludios fugaces -de los cuales, la mayoría se condensa en el track homónimo. Los demás se hallan muy dispersos entre sí. Ergo, es el ruido como “agente contaminante”, y no como “posibilidad de expresión artística”; el que por ahora signa el destino del dueto.

Un inicio mesurado, para una incipiente trayectoria que quizá luego surque otros mares.


Hákim de Merv

jueves, 25 de octubre de 2018

UnderPop: Pop Rock En Perú Vol. 4.1 // UnderPop: Pop Rock En Perú Vol. 8

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 17 de octubre del 2018.)

En pubs, en Minka, en auditorios universitarios, en el ICPNA, en estaciones del Tren Eléctrico, a cielo abierto... No sé de algún lugar al que Josué Vásquez le diga no. Hay gente de la escena off-mainstream limeña que siempre tendrá cosas que criticarle al ex Dolores Delirio como músico, y de seguro la polémica entre estas opiniones y sus opuestas será inacabable. Como gestor de la mancha UnderPop, en cambio, no hay por dónde pillarle: más de una vez lo he visto sacarse la entreputa para que los eventos que organiza se realicen contando con los requerimientos básicos de cualquier presentación, proponiendo así una tribuna limpia desde donde las nuevas hornadas pop/rock pueden visibilizarse.

El mismo tesón les dedica Vásquez a los lanzamientos que promueven el colectivo. Por  razones coyunturales, no pude reseñar en su momento el volumen 4.1 de la serie, editado el año pasado. Me pongo al día ahora y, de paso, mato dos pájaros de un tiro.

UnderPop: Pop Rock En Perú Vol. 4.1 juega cartas distintas respecto del ...3.2. Ello se manifiesta en el desbalance notorio hacia el synth noventero: involuntaria o no, esta inclinación logra endosar poquito menos de un tercio del disco a este rubro. Otra singularidad: la ausencia de canciones que aporten una cuota de diversificación siempre balsámica. En episodios anteriores, muchos de estos “lunares” sonaban lo suficientemente distintos como para percibirles a la primera escucha, pero el costo de no incluirlos es el de una homogeneidad que puede terminar jugando en contra -habida cuenta de la generosidad de las compilaciones, ninguna de las cuales ha bajado hasta ahora de los 77 minutos.

...4.1 arranca con Gredel y el power pop de “Estrella”. Debería decir que comienza con el dark de Prealba (“Sin Ti”), pero es un tema harto difundido en redes. Porque lo de Julio Granados (50% de Noche Futura, “Aunque Tú No Me Quieras” discurre en la misma vena synth que la del dúo) y lo de Kalabi Yau (“Torre De Piel”) comportan sendas largadas en falso, con las que no he podido conectar pese a haber escuchado varias veces ya el CD. Tras Gredel, hace su entrada José Carminis (“Afraid (Synthinel Edit)”), y con él ese sonido synth al que me refería. La misma ruta emprenden Neoforic (“Tacto Eléctrico”) y obviamente Noche Futura, este último estrenando composición (“Hasta Que Ya No Duela El Amor”). NF cierra esta primera parte en la que el dominio synth 90s es matizado por el acustipop de L.O.L.I.T.A. (“El Último Rincón”), la pincelada disco -aghhhhhh- de Markess (“Misterio En Sus Ojos”) y el sacudón rockero de Dooguican (“Rompiendo Mentes”).

La segunda parte del muestrario empieza con otro mazazo rockero, a cargo de Xtraños (“Desesperado”) -me gustaría decir que en realidad empieza con “Herida” de los notables Dead Pop, pero en aras de la coherencia, también es un corte ya publicado y con nada desdeñable kilometraje online. En este tramo es clara la supremacía pop/rock gracias al college rock de Lobos De Ciudad (“Vacílate”) y los anfetaminizados Melt (“Revienta”), y al pop señero de Alter Project (“Despertar”), de Satélite Menor (“Maisaje”, tema que cierra su recomendable debut Tímidas Formas De Convivencia EP), de Bocanegra (“Kick Back”) y de Medusa (“Horus”, ostensiblemente tributario de los 80s). No podía faltar en el segmento, sin embargo, el toque synth de Ensamble (“No Sé Qué Hacer”) y de Sonda (aunque su “Enlutad” es mucho más minimal que el promedio de piezas del género).


Rompiendo con la nomenclatura a que se adscribiesen todos los episodios precedentes de la serie (etiquetado que nunca dejaba de generar algunas confusiones), hace poco acaba de aparecer el sucesor del ...4.1. UnderPop: Pop Rock En Perú Vol. 8 reconcilia a la saga con la numeración convencional, a la par de realinearle más cerca del pop que del synth sobre el que se recarga su predecesor, valiéndose para esto más de la calidad que de la cantidad.

A esa última labor coadyuva el gancho melódico del que el volumen se halla provisto, más afinado y macizo que el del ...4.1. Me explico. Definido desde el principio de los tiempos el universo en que se mueve el colectivo, cada nueva compilación asume el nada fácil reto de oxigenar constantemente ese cosmos en permanente ebullición pero no siempre novedoso. A diferencia del ...4.1, UnderPop... 8 se ajusta al perfil de la rodaja promedio del manchón aupado por Josué.

Como ya adelanté, es el pop el que concita los flashes esta vez. Empiezo, no obstante, por deglutir la porción synth. A ella pertenecen Noche Futura (con otro track nuevo, “Oro”), José Carminis (el otro 50% de NF, que ofrece en “Mi Corcel Marino” una curiosa balada electropop), Rallemant (“Twisted Fairy Tail” es un número synth entre sombrío y borroso), The Klub (con una sorprendente “Me Quedo Sin Aliento”), Pozí (con una versión actualizada de su clásico siempre vigente “Baila Pasiva”, subtitulada ‘TKO Ponce Remix’) y Julio Granados (“Estoy Buscándote”).

Circundando parámetros rock, los únicos que se posicionan son Dooguican (“No Estás” deja sentado que el tiempo de probar suerte con el debut se acerca) y Xtraños (“Te Olvidaré”). El pop es, pues, la cubeta que mayor tajada ocupa en ...8. Con suerte variable, eso sí, aunque admito que aquí entramos ya en el terreno de las preferencias. Abre y cierra el esférico Markess, con desiguales resultados (bien por “Sueños”, mal por “Viento”). En el interín, están Baquelita (“Tener Fe”), Suka (“Amor Dolor”, de evidente influencia pop española ochentera), Fernando Kno (“Me Dejaste En Visto”, de aires latinos), Medusa (la ochentosa “Cascabel”, con un riff interesante) y los siempre cumplidores Dead Pop (“Origen”, también para ellos suena próxima la hora del debut en largo); por citar algunos nombres.

Acorde con el identikit de las compilaciones UnderPop, no podían faltar las excepciones, para bien y para mal. Para bien, Vox Humana: su “Dance To Dead” es un número lo suficientemente cavernoso y dantesco como para clasificarle en los márgenes externos del EBM, lo que le convierte en un caso inédito en toda la discografía del frente sonoro UP. Para mal, 7 Vidas: “El 7 Vidas” no está lejos de lo que brinda Fernando Kno en ...8, pero su letra desangelada y simplista lo reduce a un intento bastante discreto.

Para quienes como yo se quedaron en el ...3.2, ambos panorámicos conforman una caja doble de bombones con todo lo necesario con qué saciar paladares que se muevan entre el pop/rock y el synth mayormente 90s.


Hákim de Merv

jueves, 18 de octubre de 2018

Felyno: Graciano Ricci // Blue Velvet: In Event Of Moon Disaster

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 10 de octubre del 2018.)

Diez años atrás, en casa se empleaba como doméstica una muchacha de Amazonas. Su nombre es Flor De Lis. En los ratos libres en que coincidíamos, solíamos charlar acerca de cualquier cosa. Alguna de esas conversaciones perdidas se convirtió en el marco de una curiosa anécdota suya: me habló de un compañero de promoción, Marvin, quien afirmaba que le gustaba la música pero que no escuchaba las radios de la zona ni asistía a fiestas. “Si no escuchas la música que pasan las radios o ponen en las fiestas, y dices que te gusta la música, ¿qué música es ésa?”, le preguntó un día Flor, cuando todavía ambos compartían aulas escolares. Su interlocutor le respondió algo como “Todavía no la encuentro, pero tiene que existir. Lo que hemos escuchado hasta ahora no puede ser lo único que hay”.

(Marvins del mundo, uníos...)

La (precoz) sabiduría intuitiva que encierra esta historia confirmó ciertas sospechas que entonces tenía. ¿Referidas a qué? Pues a que, por reducidas que sean sus proporciones, en todos los rincones del país deben palpitar comunidades rockeras compuestas de bandas, difusor(es) y consumidores. La antigua página Facebook de Rock Achorao’ -injustamente cerrada, perdiéronse con ella decenas de miles de posteos estimables, debiendo comenzar otra vez desde cero-, que había dispuesto un álbum de fotos y/o pantallazos para músicos de cada uno de los 24 departamentos del Perú, lo confirmaría años más tarde.

Me he acordado mucho de estas circunstancias al degustar Graciano Ricci (2018), el debut de Felyno. La razón es bien sencilla: el grupo procede de una de las provincias de altitud más inhóspita de la nación -Pasco. No disponer de noticias anteriores relativas a escena o público rocker en la localidad, le da además el plus de la novedad al combo formado por Roy Herrera (batería), Kevin Nieto (voz, sinte, guitarra), Santiago Ferrer (bajo, voz) y Roberto Cervantes (guitarra).

Determinadas características de cuarteto y disco dan cuenta de un regionalismo pundonoroso. El lienzo de la carátula, por ejemplo, obra de Johan Falcón; reivindica los paisajes y el pasado de su ciudad (Cerro De Pasco, capital del departamento). Asimismo, el nombre del estreno -originalmente ‘A Ti Graciano Ricci’- se refiere a un personaje bohemio compositor de huaynos y mulizas (género tradicional pasqueño), que viviese entre las últimas décadas del siglo XIX y las primeras del XX. Precisamente la muliza es citada como influencia en la página Facebook de Felyno, junto al jazz, a la new wave y al rock. Parecen ser, sin embargo, influencias iniciales; correspondientes al momento de la creación de la banda (mayo del 2017).

Así, hoy los cuatro de CDP surcan vectores muy distintos, ligeramente distanciados entre sí -pero más específicos y homogéneos que los anteriores. Dos tercios del material incluido en Graciano Ricci tienen la sección rítmica enganchada a los placeres de la neopsicodelia. Tienta aseverar que es ésta la argamasa estética del disco. No obstante, su tercio final -de la cumplidora “Roboter” en adelante- abandona esa dependencia en favor de un sonido indie, en lo que representa otra peculiaridad a resaltar del esférico: aunque la sección rítmica de Felyno sea mayormente de ascendencia neopsicodélica, los altoandinos la utilizan para interrogar/explotar parcelas sonoras cercanas y afines. Excluyendo el filón indie, la formación resucita el dark auroral de los primeros 80s en “Abducciones”, la inaugural “Mirage” y “Baile Viejo”. Algo de esa asociación umbrátil que tejen Nieto y Cervantes pervive en “Mira Cómo Las Miran”, si bien el tema, así como “Vamos A Vestir La Noche” y “Vulcano Club”; son esencialmente de los minutos shoegazing que guarece esta placa, con una estela que me recuerda su poco a Ride y su mucho a The Boo Radleys.

Siempre sumergidos en las luminosas aguas del canon pop, los pasqueños prueban muchos sabores sin sentirse inclinados a decantarse por ninguno en especial. ¿Necesitan hacerlo, en la era del subgénero infinito? No. Instrumentalmente, es un expectante primer paso. Lo que sí necesitan es la flexibilidad que otorga la experiencia, para que su incesante vaivén estilístico se perciba fluido y natural, en lugar de presidido por un cierto diletantismo más bien bisoño. Eso, y un poco más de vuelo lírico -en ello, todavía van a la saga.


Todo/a melómano/a amante de la ciencia-ficción debe ser un/a potencial, cuando no instantáneo/a, fan de Blue Velvet. ¿Comentario, tesis, mandato? Tú elige. Axioma, por lo que a mí concierne.

Para quienes aún no le conocen, el dúo se constituye a inicios del 2017, a instancias de Noelia Cabrera (Kusama) y de Antonio Ballester. Asumo que los dos la tuvieron clara desde un principio, pues a fines de agosto del mismo año ya cuelan “Tenuous Sphere” en Memorias De Un Continente II, compilación de electrónica old school latinoamericana articulada por InfraVox Records. Con buen sentido común, el track ha sido recuperado en la puesta de largo, situándolo para más señas primero en la partida.

Como sucede con el resto de sus pares, en el planeta electro, por originalidad e innovación hay discos maravillosos capaces de revolucionar el patio prometiendo un futuro inimaginable para todos; un futuro que sólo las vanguardias pueden bleepear/clickear en el presente. También hay discos rotundos, tan extemporáneos, que plantean por sí mismos dimensiones simultáneas y ucronías irrealizables. In Event Of Moon Disaster, debut de Blue Velvet, es definitivamente de estos últimos.

Embarcándose en un sesudo update de los ígneos días del synth pop inglés ochentero, y por extensión de todas sus variantes coetáneas/derivaciones contemporáneas, el binomio consigue transportarte a una realidad alternativa en la que el synth nunca cedió ante la co(mo)dificación beige alentada por la derecha thatcherista. Es más, en esa hipotética línea de tiempo coexistente, el synth tomó el lugar del dub como microrganismo tornadizo capaz de asimilarse a cualquier ADN sónico, logrando que la arquitectura glaciar de los pioneros  del  género dominase avant garde  y  mainstream  durante  muchas  rotaciones  más que en la realidad en que vivimos -dando lugar así a un futuro distinto en el que, empero, habría sido igualmente posible la aparición del vaporwave y demás.

En Blue Velvet, ella se encarga de las voces en un plan synthwave psicóticamente celestial. Él, premunido de sintetizadores “¿vintage?”, se ocupa de imbricar texturas espectrales y apagadas; sobre las que ambos incorporan jerga de otros territorios pertenecientes a la misma época. Temas como “Dark Room” o “Tenuous Sphere” encarnan una etérea exégesis synth del post punk más grávido. En contrapunto, cortes como “Under Your Spell”, “Moon Disaster” y “Ghost Breath” son híbridos extraños resultantes de colisionar prístino ambient y morbosa coldwave. Ello, para no extenderme con experimentos como “Feuer” (lo más cerca que está la dupla de chuntar una versión prototípica de la EBM) y “Hell By Your Side” (resumiendo, una semi-balada).

In Event Of Moon Disaster ha sido producido por Mario Silvania, quien a estas alturas del partido creo ya no necesita ser presentado. Me atrevería a especular que su mano y sus consejos pueden rastrearse desde por lo menos las fases finales del proceso compositivo, sugiriendo detalles valiosos y conexiones preciosas (amén de colaborar con el remix de “A Strange Face In The Mirror”). Las improntas del lado menos glam de Japan (chequear el genial B-side “The Experience Of Swimming”), del ubicuo Metamatic (1980) de John Foxx, de los O.M.D. de sus gloriosos cuatro primeros plásticos, del Neuromantic (1983) de Yukihiro Takahashi, del androide mutante Gary Numan, del Pete Shelley de jornadas como XL1 (1983) y Homosapien (1982), y de tantas otras referencias que se me quedan en el tintero; confluyen y resurgen en este trabajo francamente a-lu-ci-nan-te. De todo ello, mucho más que el joven tándem, cuyo innato talento es a todas luces excepcional; sabe Mario, quien vivió los calendarios en que el synth tuvo su mayor auge. Pero si me equivocase, mi error acrecienta los impresionantes méritos de la sociedad Cabrera-Ballester.

El álbum está ad-portas de salir por Buh Records, en edición vinílica. Para aliviar la espera, o si el bolsillo no te lo permite, puedes acceder una y otra vez a la inédita evolución paralela del synth desde el BandCamp de la discográfica.


Hákim de Merv

jueves, 11 de octubre de 2018

Desfound: Dylan EP // Vortex: Bon Voyage EP // Sistemas Inestables: O

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 3 de octubre del 2018.)

Aprovechando que la Audiosesión en Fundación Telefónica de agosto pasado programó la participación del unipersonal ariqueño ҚALA§A§AỴΛ, oportunidad tuve de agenciarme dos trabajos autogestionados provenientes de la misma localidad que el proyecto de Víctor Jeremías. Las rodajas en cuestión no son precisamente recientes, pero dada la poca o nula accesibilidad a ediciones físicas ariqueñas desde Lima, convengo en reseñarlas -en el marco de un circunloquio dedicado a tres combos meridionales allende Tacna.

Empiezo con Desfound, cuarteto que a la fecha tiene al Dylan EP (2016) como única producción discográfica, y que conforme atestigua su página en Facebook se mantiene plenamente activo. Agrupados tras ese nombre desde el 2014, Kianno Peccio, Hugo Ríos (ambos en guitarra y voz), José Morales (bajo) y Felipe Vásquez (batería) declaran desde un inicio intenciones post punk y new wave. Lo curioso es que Dylan EP no les da precisamente la razón.

Primera referencia en el catálogo de Sub Andes, sello que se mueve sobre todo en la XV Región (Arica y Parinacota), de los géneros declarados el extended sólo tiene algunos minutos entreverados/confusos en “New Wave”. Esa resonancia crepuscular que exuda la grabación, por otro lado, nada tiene que ver con las atmósferas lóbregas de los días posteriores al punk -y se explica mejor en función de ciertas limitaciones, voluntarias o involuntarias, que ofreció el estudio escogido para realizarle.

Antes que en el post punk, Desfound me hace pensar mucho en el sonido mainstream de los primeros 90s. De hecho, su BandCamp incluye la etiqueta “alternative”, que se queda corta, porque podría haberse sustituido con la de “Seattle” y hasta se entendía mejor. No sé cuán conscientemente, estos gallos detentan una fuerte conexión con el grunge, pero le añaden un toque oscurón -de tal forma que canciones como “Novelty”, “Gorda De Porno” y “Chatos De Hamburgo” no llegan a lucir como calcos o mimesis de algún grupo seminal del género. Ello, a pesar de sus riffs testosterónicos, su tenue atonalidad y su densidad de-todos-modos pop.

El puntaje negativo tiene dónde sustentarse en el aspecto formal del esférico -la mala presentación del digipack. Encuentro difícil de creer que he sido tan piña, que me ha tocado un ejemplar defectuoso. La pista de “New Wave” tiene un breve corte o drop cuando está por llegar a los tres minutos. Algo similar ocurre con la de “Novelty”. Que sea un CD-R y no un disco de fábrica no es excusa, porque en Chile ambos se venden al mismo precio.


Otro acto ariqueño, Vortex es un trío conformado por Sebastián Lucero (bajo), Jonathan Velis (guitarra) y Nicolás Valderrama (batería). Grabado en diciembre del 2015, el debut Bon Voyage EP aparece al año siguiente. En el caso de Vortex, la info es aún más difícil de encontrar: hasta donde me entero, esta gente no maneja ni página en Facebook, ni cuentas en BandCamp o en SoundCloud -apenas un canal de YouTube donde, como hicieran sus paisanos de Desfound, expresan desde el saque pretensiones space rock. Y, como igualmente sucede con aquel cuarteto, el extended no les da precisamente la razón.

Sea intencional o no, en esencia Vortex no trasciende el formato pop, aunque a veces da la impresión de procurarlo. Bon Voyage EP puede ser escuchado por cualquier hijo de vecino sin capacitación previa en los vericuetos del space -Gong, el primer Pink Floyd, Hawkwind: no llega a ser tal más que cuando el flanger baja al llano y el intimidante mugido del bajo gana masa muscular. Ésta es la situación de la sucinta “Deflesh”, de “Violette”, de tramos intermitentes en “Contigo Al Fin” y de su cataclísmica arremetida final. En el resto de tracks, el accionar del terceto remite oblicuamente al post punk instrumental tipo Dif Juz.

No está mal BV EP. La composición deja entrever algunas cosas interesantes, como su correcta artesanía de potencial filigrana y su empatía con las atmósferas desérticas, tan propias de su entorno natural. Lástima que, como asimismo ocurre con Desfound, la presentación deje mucho que desear. Si esto fuese un vinilo, los seis surcos se dividirían equitativamente entre las dos caras, y la evidencia indiciaria de ello es que Vortex quiere que los temas de cada “lado” vayan entrelazados. Pero no lo están, pues parece que olvidaron ese pequeño gran detalle a la hora de elaborar los discos físicos. Estás en pleno trip con “Gare Du Nord” o “Levitar Al Instinto”, y te chantan una pausa de dos segundos que te malogra el viaje. Aquí es claro que se trata de un defecto de toda la tirada: el compartimento del empaque en que viene el CD-R me llegó sellado, así que es un fatal error de fabricación. Con lo bien que me había apantallado el booklet -un brutal desafío para cualquier papiroflexor, que aún no termino de comprender (ver foto a continuación).


(La terna cuela un hidden track que sí está mucho más cerca del viejo space rock setentero, pero dejémoslo como sorpresa.)


La revelación y gratísima sorpresa de esta digresión escrita se las debo a otro terceto, que pese a su breve existencia hace gala de una madurez y un oficio dignos de aplauso. Me refiero a Sistemas Inestables, conjunto fundado apenas en abril del 2017 en la capital chilena. Militan en él Mauricio Lacrampette (bajo), Javier Hechenleitner (batería y secuencias) y José Tomás Molina. Este último es un notable músico multi-instrumentista sumamente habilidoso en los terrenos del ambient, del clásico contemporáneo y de la música incidental: su carrera solista, que arranca en el 2014 con La Orquesta Errante, incluye el score editado (2015) de la serie documental Manufactura, que gira en torno a la recuperación del diseño artesanal artístico-funcional y de oficios manuales en Chile. Molina participa, de igual modo, en Presente Inexacto -Acendrado data también de este 2018- y en los proyectos abiertos Santropía y Macrosónica.

O, primer 33 del trinomio, apareció en BandCamp el último 30 de agosto. Tengo entendido que la edición física en su país (LeRockPsicophonique) hizo lo propio durante los primeros días de septiembre. Aunque al interior de Sistemas Inestables Molina, quien se encarga de guitarra y teclados, ayuda en gran medida al desarrollo de la performance colectiva; no se puede decir menos de sus compañeros de aventura. Hechenleitner multiplica sus brazos cual divinidad hindú para disponer constantemente una avalancha de tempos no-convencionales, convirtiendo al disco en una memorable odisea polirrítmica. Lacrampette, desde el mástil, complementa la construcción de los complejos movimientos que emanan de las baquetas de Javier con un bajo acróbata, improvisando insólitos loopeos de filiación jazzy y bizantinas estructuras de cierto tufillo progresivo.

Emulando a sus pares del hardcore y del punk en la concisión de las inflexiones, y al progre de avanzada en la imprevisibilidad armónica (“Retorno De Saturno”), la eléctrica de JT altera aún más con sus disonancias y melodías angulares los ya de por sí inestable/indivisible pulso y estridente orden de SE (“Azimut Shift / Zenith”). Brillante ejercicio entre math rock y post rock a lo, por citar un par de ejemplos coterráneos, Meridiano De Zürich o La Ciencia Simple -ha anunciado la propia agrupación que se editará en Argentina (Chancho Discos), Colombia (EM Records) y nuestro Perú (Anti-Rudo Records). Fantástico.



POST DATA DEL 11/10/18: Además de darme a conocer la página Facebook de Vortex, el camarada Marco Rivarola concuerda en que los esféricos de éstos y de Desfound son engañosos: “He podido chequearlos en vivo y son bastante más ásperos los primeros y psicodelicones los segundos. De todas maneras conocer la escena ariqueña ha sido una grata sorpresa para mí, por la cantidad, calidad y variedad de sus actos, considerando que se trata de una ciudad, digamos, pequeña”.

Hákim de Merv