(Publicado originalmente en mi cuenta
Facebook el 15 de noviembre de 2023.)
Todavía sigo cavilando si tengo a la mano las
palabras justas para redactar algo acerca del más reciente parto de
Sajjra. Subráyese
“justas”:
Serpent Is Present es tan distinto a lo que ha venido publicando
Christian Galarreta premunido de ese alias, que son muchas más las dudas que los
convencimientos. De hecho, creo que el único de éstos se vincula precisamente a
la enérgica transición que comporta
Serpent...
respecto de su background.
La semilla del nuevo plástico fue sembrada
antes de la emergencia sanitaria del COVID-19. Como es sabido en la comunidad
avant garde nacional, el ex DiosMeHaViolado tiene un copioso cedulario de grabaciones
inéditas e inacabadas, algunas de las cuales han pasado a integrar SIP
luego de muchas jornadas de exhaustivo trabajo de mezcla a orillas del mar Egeo
en Turquía. Por cierto, el bellísimo arte gráfico nace de una fotografía tomada
al peruano bajo aguas anatolias por su pareja, la artista rusa Margarita Milova.
¿Qué escribir, entonces, sobre lo más reciente
del individualista rimense? Rompe fuegos “Suena Como Azul Radiante (Oración Del
Mediodía)” y en una los cambios empiezan a percibirse. Los silencios calculadamente
intempestivos -si bien acaecen cada cuarenta segundos, igual resultan
sorpresivos- se intercalan con elongados sets de 3/4 acordes solemnes,
otorgando a la pista rasgos procesionales, hierofánticos, elefantiásicos.
Extrañamente, la minimal huella psíquica que se imprime en los tímpanos no entra
en conflicto con los estímulos que le han generado. El cortocircuito mental,
eso sí, no se hace esperar. ¿Califica esto como ambient? ¿Puede ser el ambient
a la vez litúrgico y sci fi? ¿No sería mejor hablar de un post pop etéreoangélico,
alimentado directamente por el chispeante fervor que mana del subsuelo
terrestre? ¿Su infinito final, de aisladas notas vibrafotónicas cual campanazos
de diverso tono y cariz perdidos en el firmamento, alcanza a coronar esa suerte
de renacimiento ritual?
Parapetada tras ciclicidades rebosante de
drones en comandita abierta con el factor dub, “Beso Fin Y Descenso” no aclara
el panorama. Cierto que la voz alcanza a hacerse inteligible -dejando apreciar
versos de mítica inspiración altoandina como “Y En Mis Alas De Hielo/Acaricio
Espejos De Mi Compenetración/Beso Fin Y Descenso/Sin Recuerdos Y
Sin Piel”-, pero los trallazos contenidos de la drum machine inclinan a
formular la hipótesis de un erosionado lado X del intelligent techno, desracionalizado
y excluyentemente intuitivo. Descomponiéndose lentamente en sus códigos
elementales, la pieza va tornándose incorpórea hasta verse reducida a una
pendular onda eléctrica de retroalimentación sonora. Así repta hasta
convertirse en la siguiente parada del trip, suscitando interrogantes
equivalentes a los de su predecesora.
Lleno de incertidumbre, llego al tercer y
último round de la placa, cuyo título pone de relieve la virtual equivalencia
entre los dos sustantivos escogidos para el nombre de ésta. “Serpent” y “present”
se escriben usando exactamente las mismas letras, lo que les hace anagramas uno
del otro. Pese a los indicios que apuntan a las mismas raíces de que nacen las varias
músicas de nuestros Andes, evidentes desde los tres minutos y veinte segundos, cuando
bruscamente asume un rol solar-ceremonial; “Srpnt S Prsnt...” es el que más se
condice con la obra precedente de Sajjra. Cornos transgalácticos/transdimensionales,
mesmerizantes progresiones de resonancias vernáculo-noisicas, cuerdas de sibilantes
efectos ambientales, soberbios estallidos de materia roja hecha sonido con que
abrir portales hacia cualquier dirección a través del tiempo y de las
vastedades sidéreas -arriba, abajo, adelante, atrás, izquierda, derecha; o las
seis dimensiones del espacio indostánico. Sedante futurismo andino trasmutado y
reelaborado, que hacia el epílogo se transfigura cada vez más y más abstractamente.
Así, pues, ¿qué clase de vuelo comporta Serpent Is Present? Planteando una utopía que probablemente acabe convirtiéndose en
ucronía más temprano que tarde, ¿no tiene nada que comunicar a nosotros/as,
habitantes de este hoy? Sospecho que su electromagnético mensaje estético
todavía permanecerá algún tiempo indescifrable. Algo, no obstante, revela su naturaleza
críptica. La Serpiente es el animal que identifica tanto al uku pacha o “mundo
subterráneo” en la cosmovisión inca, como a la resistencia artística global más
militante en estos deplorables días de consumismo oligofrénico y hipterismo
arty -el underground, esa “vieja confiable”. Sea uno u otro el sentido que
escojas, proclamar no sólo su supervivencia sino además su completa vigencia, constituye
una auténtica declaración de principios para quienes vivimos en permanente
disidencia.
Acostumbrado a esperar a que me saque de
cuadro cada dos por tres, hace algunas semanas escribía a propósito de
Gala
EP, de
Miyagi Pitcher: “...no es la primera vez que me queda la sensación de
que el individualista oroíno tienta volver por sus primigenios fueros. Como
tantos otros en el pasado, en este caso lo logra, pero vaya uno/a a saber si
será ésa la nueva dirección del siguiente capítulo”. Puesto ya con antelación
el parche, paso en consecuencia a comentar el nuevo extended del unipersonal de
Chip Musik.
Como sucedía con Gala, Isolde
EP se anuncia a modo de antesala para el nuevo largo a acreditar a esta identidad
de Alexander Fabián, que responde a la bonita denominación de Petricor. A
diferencia de su antecesor, sin embargo, Isolde tiene poco o nada que le
posicione rumbo hacia el vaporwave. La obertura “Masquin” se materializa
gracias a un evocador ambient inmaculado, que sugiere paisajes inundados de luz
y de ese murmullo característico que delata la existencia de rutas de agua corriendo
apenas centímetros bajo la superficie. “Cuaderno De Bitácora LO1993” subraya
las ramificaciones ruidistas de ese mismo ambient, incrustándole a tal efecto
jirones de un bliss pop en plena metamorfosis hacia el harsh noise, incitando así
un enésimo vuelco del sonido Pitcher -esta vez hacia los tiempos del
inaprensible Ikigai (生きがい) (‘22).
Dotado de una carcasa que aglomera
imaginarios de ciencia-ficción, el subsiguiente “Primer Verdor” se aviene al papel
de punto medio entre “Masquin” y “Cuaderno De...”, tomando del primero la “líquida”
concepción ambient y del segundo una cierta ausencia de nitidez -dejando en
claro, como insinuaba este último, que el principal carburante del viaje es el
dreampunk de 2814, Gates Of Siam y similares. Cuando
Isolde EP empieza a
despedirse con “Fuera Del Tiempo Y El Espacio”, en coordenadas totalmente “tecnológicas”,
ya es notoria la filiación del acto al aludido microgénero, que usualmente -y
aquí caes en la cuenta de que de lo mismo padece todo el menú- prescinde del
menor vestigio de programación y/o secuenciación.
El dreampunk es, ergo, la nueva influencia
hegemónica en el universo Pitcher. Al menos de momento. Ello supone una nueva
circunvolución respecto de andanzas anteriores, pero nada garantiza que Fabián
siga ese camino por mucho tiempo. Tampoco, que suceda lo contrario. Después de
todo, está visto que el cambio es la única constante de esta historia. Cualquier
duda sobre el devenir de MP, así, deberá aguardar hasta la aparición del nuevo larga
duración para ser confirmada o desmentida. Colgado para la consabida descarga
gratuita, el EP incluye cuatro hermosas postales correspondientes a cada tema y
la opción de bajársele en formatos .mp3 y .wav, a criterio del/de la escucha.
Mandando al tacho una pausa de cinco años en
lo tocante a LPs -el
Post-Primatus EP apareció el 14/6/20 en modalidad
free download, durante la temporada dura de la pandemia-,
Rito Verdugo cuelga
en BandCamp al sucesor de
Cosmos (‘18), su estruendoso debut. A
diferencia de éste, grabado en directo en el mítico y hoy desaparecido Hensley
Bar de Monterrico, el nuevo volumen se ha concebido en los estudios de Quarter
Note y ha pasado meticulosamente por las fases de mezcla y masterización -como
lo demuestra la descomunal fuerza/energía que de su repertorio emana.
No es sólo eso, empero. La propuesta del
cuarteto, cuya alineación sigue siendo la misma, ha madurado mucho desde las
épocas de Cosmos. Si antes podía hablarse de una psicodelia garagera que
había conseguido asimilar sin despeinarse punzocortantes riffeos metálicos, hoy
es más apropiado alegar un heavy psych erizado de filosas espadas aceradas,
cuyas empuñaduras se han labrado en lonsdaleíta. Esto es, un lisérgico output
stoner al que poco le falta para acceder a la categoría sludge. Y lo más
interesante es que el ensanchamiento de tal reciedumbre no ha implicado
aumentar el tonelaje del soporte rítmico que comparten Carlos Del Castillo
(bajo) y Luis Rodríguez Chávez (batería) -lucen éstos igual de ligeros, aunque
mucho más aplastantes que en sus primeros tiempos como miembros de la misma
unidad táctica.
De facto, si bien los niveles de brutalidad
aural exhibidos por
Kamikaze Boom no son uniformes, únicamente en la
primera mitad de “Ritual Por La Eternidad” descienden del rojo. El pie no le da
tregua al acelerador (“Ataque Shimpu”), mientras la performance instrumental de
Rito Verdugo se desarrolla exponencialmente, deteniéndose antes de cruzar los
límites del abigarramiento y de la profusión (“Vagabundo”, “Viento Divino”). La
membruda bataca de Rodríguez asoma sumergida en methadrine, imparable (“Kamikaze
Boom”, “Apocalyptus” y su coda nintendistoide), seguida fielmente por el reptante
bajo stoneado de Del Castillo (“El Despertar”, “Aplastando A Las Ratas”).
También hay que resaltar lo mucho que ha
crecido Rodrigo Chávez Garcés en su rol de cantante. Acreditado en KB
como compositor de todos los tracks, sus vocales han adquirido mayores presencia
y relieve, cualitativamente hablando. No ha sucedido lo propio con las
guitarras de la banda, que empuñan tanto él como Álvaro Gonzales, hoy dosificadas
-si bien para nada opacadas, e incluso protagonizando algunos semi-solos vistosos
a la par que jugueteando con arabescos. Magnífico esfuerzo a ponderar en el
segundo año consecutivo que el stoner patrio se toma de descanso sabático.
Hákim de Merv