(Publicado
originalmente en mi cuenta Facebook el 23 de noviembre del 2016.)
Con la edición de
los debuts tanto de El Jefazo como de Ancestro, se termina de evidenciar el
giro que ha dado un sector importante de la escena independiente nacional,
hacia estuarios largo tiempo sin surcar. Ciertamente, un regreso hacia estilos
muchos de ellos pre-existentes al apocalipsis punk -viraje que no sólo se está
produciendo en nuestro país.

Estos sonidos
telúricos, macizos hasta la hipérbole, de volumen y superficie monumentales; no
son producto, sin embargo, de un mero rejunte de todas las influencias citadas
en el párrafo anterior. Claramente, el conjunto termina avasallando mucho más
que la suma de sus componentes. Medios tempos en cámara lenta, el bajo haciendo
exasperante gala de una gravidez lerda, voces melodiosas pero quebradizas (o
metálicamente compactas hasta el fárrago), las guitarras casi subterráneas (con
acoples o sin ellos). Con estas herramientas, grupos como Flor De Loto, Búho Ermitaño o Stonearth (¡¡¡de Arequipa, papacho!!!) construyen jammings sin final
visible/audible, con espacio para solos de una pretérita soberbia, que devienen
en indescifrables laberintos de basalto... Todo ello, especulo, sumido en
pródigas dosis de alcohol y de cannabis indica/sativa.
Supercaos
(Paraguay), Yajaira (Chile), Fuzzly (Brasil), Dragonauta (Argentina)... Éstos
son sólo algunos de los nombres que hoy azotan América Latina desde similares
coordenadas, ejem, “estilísticas”. No puedo hablar en profundidad por los
hermanos países, salvo acaso Chile (Hielo Negro, Apocalipsis, Vago Sagrado,
Nubosidad Parcial, Platillo Volador...), pero en el Perú, estas formas de hacer
música sincronizan espontáneamente, gracias a su peculiar genealogía; con
experimentos como el efímero proyecto Shambhala, con adalides metálicos como
Nocturno (de Heinz Wuttig y Félix Dextre), y con power tríos de dieta entre
hard rock y funk, como Stretch It To The Limit -de quienes no se ha sabido nada
después del debut Zombie “Extraterrestre”
Ryan (2014)-.
Semejante capacidad
de apertura, felizmente, no ha impedido la aparición de tres vertientes
decantadas según qué bandas hayan decidido darle más pesó a qué variables; de
entre todas las accesibles al conjunto entero. Están las que se encuentran
cómodas con el rótulo de “progresivo”, aún cuando el estilo de Van Der Graaf
Generator y King Crimson sigue cargando con el sambenito de “música
pomposamente hueca”. Allí dicen presente Cholo Visceral y Virgen Sideral (de
Paul Saavedra y Nagel Díaz).


Efectivamente, Vol. II destila una oscuridad malsana.
La espiritualidad del disco es asfixiante, dejando apenas margen para respirar
de vez en cuando -si puedes, sal a la superficie a reconfortarte en el halo
cósmico que permiten respirar los contados segmentos de inspiración andina. El
resto del tiempo bucearás en engrudo... lastrado por piedras en los pies y en
la espalda, mientras te aplasta la escucha de temas como “10 Años De Terror” o “Jarjachas”.
Olvídate del primer disco y su cuota jazz, del que sólo sobrevive el pulso
improvisatorio. La única luz que verás será la del fuego que te envolverá hasta
rostizarte -los cholos más viscerales que nunca: Arturo Quispe, Manuel
Villavicencio, Joao Orozco, Israel Tenor, Max Vega, Nagel Díaz (sí, el de hace un
rato) y Silvia Tello (¡¡¡en el theremin!!!).


Si lo tuyo es
aquello que el gran Lou Reed llamaba “the wild side”, una llamada al dealer,
cortinas cerradas y todo listo. Si no lo es, pero al igual que truly yours eres
un melómano contumaz, advertido quedas -la oportunidad que no tuve, carajo
(ahorita me quito a curarme del sustazo).
Hákim de Merv
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