(Publicado
originalmente en mi cuenta Facebook el 12 de mayo del 2016.)
Conocí a Los Tetas
al año siguiente de su debut discográfico, el celebérrimo Mama Funk (1995). Eran los días en que el rock latinoamericano
finalmente concretaba el asalto definitivo a una ya entonces más permeable MTV,
a través de su señal para la región, y Chile comenzaba a ganarse a pulso el
honroso título de la tercera mejor escena latina, por detrás de México y
Argentina. Todavía la feria de Quilca se asentaba en la primera cuadra del
jirón homónimo, aquí en Lima, y en medio de los stands había un hueco al que
llegaban discos de grupos latinoamericanos conforme iban saliendo -Fobia,
Babasónicos, Víctimas Del Dr. Cerebro, Nicole, Panteras Negras, Control
Machete, Cacería De Lagartos, Lucybell... En cassette pirata, obviamente: aún
faltaba para que arribase a estas costas la tecnología que posibilitaba
duplicar los CDs.

No alcancé a
escuchar Tómala (2002), tercera
producción de la banda, ya lejos del regazo de EMI Odeón. Pero sí supe que Los
Tetas llegaron a tocar por entonces en Lima. Aunque no sería la última vez que
pisasen suelo peruano (se volvieron a presentar hará unos tres años), no he
tenido la suerte de verles en vivo. Eso sí, cuando se me dio la oportunidad de
acceder a nuevo material del grupo, no lo pensé dos veces y me agencié un
ejemplar de El Movimiento, disco que
los volvió a juntar en el estudio tras la amarga separación del 2004. Publicado
a fines del 2012 (el cuarteto se había reunido un año antes), es un registro a
medio camino entre el EP y el mini-álbum: ocho temas, sí, pero tres de ellos
son remixes de surcos que aparecen allí mismo. Esto no pasaría de lo anecdótico
si el reentré estuviera a la altura de las circunstancias. Simplemente no es el
caso.

No ha vuelto a
publicarse un nuevo material de Los Tetas desde entonces, así que me lo pensaré
seriamente si vuelven a venir.
:(
Hákim de Merv
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