jueves, 24 de junio de 2021

Bahía Mansa: Botánica Del Olvido // Ihä: En Busca Del Tiempo Perdido

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 16 de junio del 2021.)

#AguanteChile.

Parecía complicado que Iván Aguayo lograse su propósito de sacar dos títulos largos el año pasado, no sólo por la brevedad del tiempo restante -la segunda edición de su exquisito Memorias De Los Pájaros Niños apareció el 31 de agosto, lo que le dejaba margen de sólo cuatro meses-, sino además por las circunstancias que modificasen nuestras vidas diarias tras el advenimiento del COVID-19. No es de extrañar, por ello, que el anunciado Botánica Del Olvido recién obtuviese fecha de salida para el 20 de este mes.

La espera ha valido la pena, sin embargo. Precedido de un EP (Expo 21’) y tres singles -uno de los cuales, “Montaña Sin Nombre”, ha sido reelaborado/rebautizado/empacado en el nuevo título-, Botánica... equipara las cotas de Memorias... gracias a un alucinante puñado de instrumentales de enorme calidad. El imaginario sonoro invocado es, en esencia, el mismo que recorriese su predecesor; mientras que en lo tocante al pathos la coincidencia es menor. Esto se debe a que Aguayo se sumerge casi literalmente en la misma fijación por el agua que los cultos hídricos de la Antigüedad, surgidos en multitud de sociedades alrededor del mundo.

Desde la lenitiva apertura de “Amapolas” hasta el epílogo de “Miles De Rostros Abandonados”, Bahía Mansa se mece al abrigo de un galvanizado ambient de ensoñación electrónica. Ensoñación nada más, ya que durante 59 minutazos no falta la instrumentación “orgánica”: la guitarra que el propio Iván pulsa varias veces, el violín que le da un vibrante cariz indeleble a “Hombre Bajo La Bruma”, la femenina voz que divaga acompañando a ese violín... El arsenal de recursos estéticos no para de prodigarse en reverberaciones oceánicas, elongados bajorrelieves de sintetizador colmados por una cromática venturosa (“Hombre Bajo...”), eufonías apenas sugeridas (“El Camino Del Agua”), humores termales (“Los Nenúfares De Monet”). El símil del espiral ascendente no necesariamente aplica para el disco en conjunto, pero de lo que no me cabe la menor duda es del momento culminante de éste -su epónimo track, jubilosamente terapéutico. En “Botánica Del Olvido”, ciertamente, la Realidad queda traslapada ante la fluida inmaterialidad líquida de su lapislázuli contorno. Botánica... pudo quedar allí y nos hubieran faltado palos para el puente.

Los capítulos finales son “A La Montaña Sin Nombre” y “Miles De Rostros Abandonados”. El primero es una suerte de coda para esa sacra peregrinación hidrofónica que he descrito antes. El segundo cambia de registro, desentendiéndose de la dicha para abrazar la nostalgia, sensación acrecentada por los sampleos varios de voces infantiles. El detalle me hizo recordar la carátula del Music Has The Right To Children (1998), de Boards Of Canada, que retrata a unos/as niños/as sin que podamos ver claramente sus facciones: sé que los sampleos provienen de niños/as, pero no entiendo claramente lo que dicen...

Empezó, hace exactamente diez años, la historia de uno de los proyectos más singulares/excéntricos aparecidos en la escena independiente mapocha. Con la portada verosímilmente dibujada a mano sobre papel cuadriculado, Un Nuevo Comienzo (23/6/11) marcaba el debut de Ihä, alias tras el que se escuda el músico Ignacio Moreno. Desde entonces, el santiaguino viene publicando sin descanso abundante material, incluso en formato single o EP, bien en solitario o bien en comandita. Su accionar ha devenido tan prolífico, que pese a haber escuchado muchos de los trabajos editados, todavía no entreveo si estoy cerca o lejos de asimilar la totalidad de su obra.

Celebra Moreno el décimo aniversario de Ihä reeditando no su primera referencia, sino el proustiano En Busca Del Tiempo Perdido (2017), colgado ahora para descarga gratuita. Esa elección parece indicar que el músico le considera la más acabada expresión artística de su monosilábico alias. Concuerdo, sin menoscabo de lo que todavía me falta por escuchar (y que eventualmente podría modificar ese juicio). La versión original de En Busca... es casi lo último que oí del capitalino antes de perderle la pista: luego vino Esperanza (también 2017), y de allí en más moví el timón hacia otras coordenadas.

Asumiendo que lo de Ihä estuvo definido desde un principio, definición que aprovecha cada resquicio de la inasible vaguedad en la que se inscriben los códigos abiertos del post rock, del drone y de la baja fidelidad; el plástico relanzado puede tomarse como representativo del polimorfo estilo que acomete el proyecto. En buena cuenta, es como si Moreno prefiriese componer bajo el enorme palio que le proporciona el cielo nocturno de Chile, límpido o nublado. El proceso creativo, a medias influenciado por el post y por la improvisación altamente intuitiva, tiende a alumbrar piezas lánguidas, un tanto solemnes (“El Nacimiento De Un Alma Que Amenaza Con Caer”). Esas características se han hallado siempre presentes en la música de Ihä (Liek Hiin Stäk Sin Tÿ, Vivo), sin tornarle reacia a tonalidades sonoras entre cálidas y tórridas, como ocurre con “Un Bosque En El Interior” (único track aditado a la nueva versión de la placa) o “Catarsis”. Acaso sus atmósferas pueden, pues, tolerar la etiqueta de autistas, pero no de áridas. Ihä tiene tanto de laboratorismo (“En Busca Del Tiempo Perdido”, ambient premeditadamente entregado al Caos) como de miocardio distribuido por toda la epidermis (“Sólo Paz”). Al final siempre acaba imponiéndose éste: tal cual en la edición 2017, clausura la rodaja “Sin Economía”, trece balsámicos minutos de pacífica ensenada sónica, con múltiples guitarras en modalidad round trip unas sobre otras. Precioso.

Cabe resaltar, dato no exento de interés para quien decida embarcarse en el descubrimiento del planeta Ihä, que los surcos que integran En Busca Del Tiempo Perdido se compusieron entre el 2011 y el 2017. Algunos de ellos fueron publicados como parte de otras obras. Esto no desdibuja, obviamente, el carácter conceptual conferido al volumen. Por lo demás, Ihä va alimentando un envidiable expediente de colaboraciones con algunos de sus pares más autárquicos en la escena sureña. Están allí los splits con El Diablo Es Un Magnífico, Asunción (proyecto de Cristian Sánchez, tecladista de EDEUM) y Orquesta Pandroginia. Nunca ahíto de novedades, hacia allá apunta ahora mi bauprés.

Hákim de Merv

miércoles, 9 de junio de 2021

Anthology Of Experimental Music From Mexico // Anthology Of Experimental Music From Peru

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 2 de junio del 2021.)

Incontables son los lazos que hacen de México y de Perú pueblos tan parecidos. Los estados contemporáneos que les representan en el orden mundial vigente pertenecen a organizaciones como la Alianza Del Pacífico y la Comunidad De Estados Latinoamericanos Y Caribeños, entre otras más. Los paralelismos con nuestros hermanos mexicanos, empero, no son ni mucho menos recientes. Los territorios que conforman a ambos países fueron, durante el dilatado período prehispánico, centros de civilizaciones antiquísimas y cabezas de vastos imperios. Idénticamente, muchas derrotas y muchas estériles victorias han moldeado nuestras idiosincrasias, convergentes desde sus particulares rasgos culturales.

No siendo un experto en la materia, en lo tocante a México, sospecho que asimismo las dos naciones cobijan sendas tradiciones de música experimental -tan vinculadas una y otra al pop como a las esferas académicas, y en ambos casos, aún por revalorar/reivindicar. En efecto, a pesar de los plausibles esfuerzos hasta ahora realizados, buena parte de las obras concebidas por los francotiradores del ayer en tierras aztecas -Carlos Alvarado, Vía Láctea, Manuel Enríquez, Hilozoizmo, Duda Mata, Oxomaxoma, Alquimia, Sergio Luque, Flüght- y en tierras incas -Luis David Aguilar, Edgardo Valcárcel, Sergio Zevallos, César Bolaños, Arturo Ruiz Del Pozo, Francisco Pulgar Vidal, Miguel Flores, Alejandro Núñez Allauca- todavía espera paciente su adecuada recuperación y/o restauración.

El hoy no es menos importante, sin embargo. Unexplained Sounds, la renombrada independiente napolitana dirigida por Raffaele Pezzella y especializada en avant garde/dark ambient/drone music/música concreta/electrónica experimental/et.al., tiene la mirada puesta en el aquí y en el ahora. Sus célebres compendios de música experimental proveniente de diversas latitudes entornaron hace poco la mirada hacia el Nuevo Mundo por algunos meses, entre fines del 2020 y principios del 2021 -para luego enrumbar hacia el Lejano Oriente (Anthology Of Experimental Music From China, 7 de mayo). Testimonian este vistazo dos nuevos títulos de la serie: Anthology Of Experimental Music From Mexico (noviembre) y Anthology Of Experimental Music From Peru (marzo).

A la excelente compilación mexicana se le siente más cómoda encuadrada en el seno de un sello como Unexplained Sounds. Esto se debe a que los charros continúan sosteniendo un largo prontuario de vanguardismo auditivo modelado por una teratológica variabilidad timbral las más de las veces improvisatoria, de colores oscuros/apagados, atmósferas y texturas con visibilidad computable en cero. Caravanas interminables de frecuencias crepitantes e incordiantes, graves que parecen no estar realmente allí. Ruido telepático epatado desde el corazón de las tinieblas. Estas características son todas intrínsecas al grueso del catálogo de la itálica label.

En esas líneas se aposentan “Amydrós” de Heraldos Negros y “NoirLand” de iN FORMALDEHYDE, lo mismo que “Topologías Del Deseo” de Interspecifics. También “17º48’N” de Juan José Rivas, “Escandinavia Por Ala Delta” de Roberto Romero Molina, “Et Voici La Fièvre” de Rodrigo Ambriz y “Totaua” del pionero multidisciplinario Israel Martínez. Estos cuatro últimos números vienen no obstante matizados respectivamente por aproximaciones al rollo industrial (“17...”), brillo fantasmal de sintetizadores y sampleos que remiten de inmediato a los films fantásticos de la edad dorada del cine mexicano (“Escandinavia...”), una furiosa iteración verborréica que resurge a posteriori disgregada en deformes voces ralentizadas (“Et Voici...”), y la manipulación de cintas que injertan grabaciones de sonidos naturales (“Totaua”, durante la segunda mitad).

Resalto, debido a que superan el puntaje promedio, las participaciones de Tecuexe Band (único acto del lanzamiento que aparece dos veces, siempre recreando música tribal en clave abstracta), de Mito Del Desierto (“Larva Ella Que Trastorna” es lo más parecido a un surreal script sonoro que he escuchado en mucho tiempo), de Rogelio Sosa (la ominosa concrete music en cascada de “La Noche Del Nahual” rompe los fuegos) y de la dupla contrapuesta de “Revelación” (Simonel, bliss pop crispado) e “Invasión” (Concepción Huerta, inquietante reverso de “Revelación”). Respecto del disco físico, la descarga paga incluye cinco pistas adicionales, de las que me quedo con “No Sólo Es Dolor” de Gibrán Androide, cercana a la dialéctica Einstürzende Neubauten, y la refrescante “Los Días De Antes” de Sebastián Fuentes.

Acaso por conocer de primera mano la escena peruana -obviamente, el menú de todas maneras me resulta más familiar-, encuentro mayor diversidad de acercamientos ilustrada en Anthology Of Experimental Music From Peru, diversidad que no agota la amplia gama de posibilidades manejadas por nuestros créditos. Algunos de ellos están plenamente identificados con los circuitos avant nacionales, como CAO, José A. Rodríguez, Brageiki, Wilder Gonzales Agreda o Fiorella16. A otros tantos sólo los he oído de pasada, como Árbol, Qsn10-97, Ivanka Cotrina, Ian Duclos o Paola Torres Núñez Del Prado. Con los demás nombres se trata de la primera vez que me cruzo, si bien ya escuchados calzan de maravilla en el perfil que postula el panorámico.

Dada su naturaleza vanguardista, éste apuntala nexos que le vinculan no sólo a sus pares mexicanos, sino por extensión a los del resto del mundo. La austeridad minimalista-maximalista, la devoción por la tecnología pichicateada, la aleatoriedad en que se esconde el concierto de los mundos interiores, la oscilante metafísica de la improvisación. La alteración de la Percepción a través de interminables olas de distorsión sonámbula... Sí. El detalle es que mis compatriotas aquí reunidos persiguen menos al dark ambient que a aquello que en “XXXX XXXX XXX XXX” de #DMTh5 se define como “ruidismo etéreo”. El sólido corpus de noise producido, por ende, es un medio expresivo antes que un objetivo estético con que cumplir.

Así se entienden el bliss de codificación binaria de “Región Perpleja” (Árbol), el cósmico y zumbante telón de cierre orlado de motivos vernaculares de “XXXX XXXX XXX XXX” (#DMTh5), los mismos que también se prodigan en la ambigua “Yachag” (Ivanka Cotrina) y en la lujuriosa “Les Jungles Occultes” (CAO), el dulce cruce de post rock y harsh noise en “Río De Sangre Hirviendo” (Rodolfo Ontaneda) y en “Viento En Círculos” (Marcelo Mellado), el sobresaturado output de una recortada “Zuckerzeit” (Wilder Gonzales Agreda) o la improvisación filoacusmática con glitcheos al mayoreo de “Vistiendo A Un Hombre Muerto” (José A. Rodríguez). En tal sentido, el track más acabado es “Venucia (Ciudad Flotante)”, a cargo de Juan Pablo Egúsquiza y Kevin Salkeld -el típico sonido del avant garde perucho que se la juega por Dionisos, martilleado sobre la histórica escasez crónica de herramientas que acunó a las movidas independientes: lleno de salientes, fluctuantes coartadas acústicas, ecos cíclico-siderales...

Tiempo de ponderar la composición que más perfecta suena, así como de señalar la que sale sobrando. Empiezo por esta última. El recurso de Vanessa Valencia Ramos de recrear el audio verité que abunda en los mercados de barrio me parece muy válido, pero su floro en “Plantas Medicinales Contra el Patriarcado” me sabe a consigna estereotipada. Por el contrario, el sobresaliente morphing que se produce durante los cinco minutos y pico de “To Wear Quipus Or Cables”, de Paola Torres Núñez Del Prado acompañada de The People Of Tupicocha; redondea una magnífica intervención de noise acumulativo que erupciona al azar y sonoridades de raíces autóctonas. 10/10. Por algo, la versión digital de Anthology Of Experimental Music From Peru le incluye también en modo video.

Hákim de Merv

jueves, 3 de junio de 2021

Saeztti: Esplendor Artificial // Aloysius Acker: Vergel

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 26 de mayo del 2021.)

Mucha gracia no me causó escuchar por primera vez a Elegante & La Imperial. Ni por segunda, ni por tercera. No porque me disguste la electrónica mestiza. Todo lo contrario: me parece una vía refrescante de hacer fusión que, tal cual sucediese con el rock mestizo en los 90s, oxigenó nuevamente las músicas más identitarias de nuestra latinidad. No obstante, sucede que el alias aludía a una suerte de ósmosis -o en todo caso evolución-, de la que participaba Elegante. Es este último el zarpazo inaugural de Daniel Martinetti (quien después se reinventara como Sonoradio), cuyo unigénito legado se convirtiese en uno de los más lánguidamente hermosos (y dilatados) álbums IDM hechos en nuestro país: Desvaneciendo (2004).

Escuchar lo que antes era Elegante haciendo cumbia digital o global bass, pues, me parecía harto afrentoso. Pero bueno, ya pasó un tiempo. Además, el propio Martinetti ha reivindicado su primigenia faceta a través de las chambas como Danny eM y Saeztti. El primer chaplín cuenta con una seguidilla de EPs en un registro de inmaculado house -de los cuales he podido audicionar Something To Say, Form & Function y All Kind Of Things.

El segundo acaba de hacer su debut formal precisamente el 26/5 con Esplendor Artificial, también tras unos cuantos EPs publicados en Discos Aquelarre (sello del autor). En su primera parte, Saeztti repasa casi todo el frente de estéticas post rave valiéndose del canon del intelligent techno para proyectar sugerentes movimientos circulares, evocadoras ristras melódicas, espaciosas notas de una calidez expansiva... No es el suyo, con todo, un IDM de arte y ensayo: pistas como “La Transparencia Del Aire”, “Nada Ha Existido” o “De Extraño Diseño” hablan más de un output abierto, permeable al hechizo house y otros sortilegios equivalentes -el nutritivo ambient pop que cocina “Detrás De Un Resplandor”-, enganchado a las cadencias retozonas de unos Bandulu o un Speedy J.

Por otro lado, EA se pone un tanto voluble de ”Historia Natural” en adelante. Me explico: las formas que modela Saeztti persisten indemnes, su vocabulario y gramática son los mismos. No así el contenido, que deviene mercurial. El magnetismo carnal de números como “Historia...” y “Distant”, por ejemplo, es progresivamente atemperado por alternantes sensaciones vívidas de nostalgia y melancolía. Con la tesitura de un paseo subacuático, “Las Cosas Simples” borronea de a pocos los indicios de pulsión rítmica, convirtiéndose así en la pieza más abstracta del repertorio. Y, pese a las sofisticadas líneas de bajo que recodifican la energía primaria del funk, tanto “El Falso Profeta” como “Esplendor Artificial” emergen sanitizadas hasta la asepsia -si bien no cargadas de congoja, tampoco del dulzor que era moneda común en el primer segmento.

En conjunto, el debut de Saeztti colma sobradamente las expectativas. Entiendo que tal vez pudo ganar más puntos con un trackeo menos disparejo, aunque la apreciación es asaz subjetiva. Provengan de una u otra mitad, los sonidos de Esplendor Artificial hacen justicia al íntegro del background que acredita ya el limeño...

...salvo Elegante & La Imperial.

¿Existirá, como es el caso de la entrada que precede al plato principal, la salida? Alguien dirá que ésta es en realidad el postre, y puede que razón no le falte. Aún así, no me nace pensar en Vergel, nuevo mini-álbum de Aloysius Acker, como la sobremesa que contrasta/contrapesa a De Arcana Celesta (2019); sino como el tentempié que extiende su recuerdo en el paladar al complementarle.

Esta colección de seis nuevos episodios batalla entre el shoegazing y el ambient digital, si bien la presencia de este último es ahora mucho más manifiesta. Desde los primeros latidos de “Memorias De Un Lago”, queda establecida la preponderancia otorgada por el unipersonal de José A. Rodríguez a la electrónica de tintes ornamentales. Incluso en los minutos más dulces/ruidosos del esférico -“El Alma De Flora” y “Fragancia De Ocaso”, vale decir su sección media-, el timón de Vergel yace en manos del antedicho discurso binario. 

Paradójicamente, esta dialéctica hace del baggy el verdadero elemento decorativo de la jornada. En la senda del crossover abierto por Silvania y similares, Aloysius Acker emprende travesía sobre ese ambient rugoso cuyas bases están anegadas de iterativas figuras de programación sintética (“Edhral”, “Memorias...”), que en más de una vez parece querer echarse a correr pero que siempre sucumbe contenido por la placidez y laxitud en que finalmente encallan las composiciones. Las pinceladas de dream pop -“Una Estatua Que Sueña Nubes”, “La Lluvia Cae Desigual Como Tu Nombre”- se limitan, en consecuencia, a diversificar/suavizar el impertérrito paisaje en derredor de este apacible trip.

Sin trepidaciones, sin pulsaciones ni proclamas vigorosas, todavía puede recurrirse a la figura del crisol para describir a Vergel. Mas, a diferencia de DAC, ya se apunta sutilmente hacia direcciones donde el shoegazing no encontrará cabida. Coedita la moreliana Bifronte Records, discográfica mexicana desde hace un lustro próxima a los circuitos independientes nacionales emparentados con la electrónica más arriesgada.

Hákim de Merv