miércoles, 31 de marzo de 2021

En El Fin Del Mundo, Hasta El Fin Del Mundo

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 24 de marzo del 2021.)

Ciclópea, ardua, extensa. Son éstos, y otros análogos, los calificativos que se granjea la compilación con que se presentase en sociedad en agosto último la discográfica santiaguina EMA Records. La novel plataforma, a la que he mencionado no hace mucho a propósito de su segunda referencia de catálogo, ha sido montada por los camaradas chilenos Óscar Burotto, Ottavio Berbacow -es decir, LEM al completo- y Juan Pablo Claro.

En El Fin Del Mundo, Hasta El Fin Del Mundo no es un muestrario excluyentemente mapocho, empero. Ni mucho menos. Nombres pertenecientes a las escenas de avanzada situadas al sur de Tacna, como Embassador Dulgoon, Insecto, Spiritu (la nueva identidad del genial Cristián Heyne), LEM, Diego Morales (Fredi Michel), Trimex Collective o el quilpueíno MUBE; se intercalan con genuinos tótems vanguardistas del Primer Mundo. En efecto, concurren al llamado el austriaco Fennesz, el británico Peter Rehberg (a) Pita, el virginiano Mark Nelson en modo Pan·American, el también usamericano Matthew Azevedo a.k.a. Retribution Body... Juntos y revueltos, ahorman poco más de dos horas de un titánico esteticismo ambient -que oscila entre el bliss pop y el aislacionismo, que salta desde el glitch lúdico hasta la aleatoriedad de los clicks’n’cuts, que va del post rock a la electrónica.

Debido a las pantagruélicas dimensiones del documento, lo escindo en dos mitades para tentar un acercamiento algo menos general. Por suerte son 20 pistas, la abrumadora mayoría de ellas inédita, y cada decena dura una hora y minutos.

Dispara Spiritu el pistoletazo de salida en la hipotética primera parte del “díptico”, con una otra muestra del talento insular de Heyne: su “Sp_1” bracea en medio de asperezas bliss asiéndose principalmente de intervenidas voces loopeadas. Sin repetir el recurso, rutas equivalentes -si bien menos originales- circundan “Still Shimmer” de The Humble Bee y “Cada Año Habrá Menos Palabras” de Trimex Collective. No es que se desvanezca el componente bliss en lo sucesivo, sino que se ventila desde otros (sub)niveles, ubicados éstos siempre al interior de músicas de notorias intenciones decorativas.

“Gyrosphere Starflight” de Embassador Dulgoon explora una veta ambiental cristalina, inclinada hacia sonoridades de ascendencia étnica, minada también por Insecto (“Domic”). De otro talante es Pita (“DS Complete”), sin embargo: Rehberg opta por un ambient subsumido a la vocación experimental del ruidismo avant garde, como suele ser su costumbre. Idéntico sino marca las colaboraciones de Ben Vida (“The Untitled”) y de Oren Ambarchi (“Pas Le Bebe”). Las vibraciones seudo-rocktrónicas de Greg Fox (“Sotaviññāṇa”) y la basal oscuridad dhármica de Retribution Body (“Forest Path”) redondean este primer tramo del panorámico.

El segundo se apertura con el paso en falso -inane, bastante plano- de Abul Mogard (“To Drown Out The Ocean”). Felizmente y pese a su dilatada duración (casi doce minutos), el resbalón se olvida pronto gracias a “Espejo Para Alondras”, surco en el que Cacciuttolo catapulta el ambient al dominio de los clicks’n’cuts. Pan·American se encarga de contrastar éstos reciclando en “April 27 ‘63” el bliss que había pasado a segundos planos y añadiéndole generosas pinceladas de post rock, un sendero en el que se interna igualmente Diego Morales (“Valle Misterioso”).

Conforme progresa este segundo segmento, se acentúa el ingente uso del lenguaje electrónico: “Sunday Evening” de Fennesz (glitcheo de colores cálidos), la novísima “Abyssus Abyssum Invocat” de LEM (me suena parcialmente inspirada en Satie), “Dielie” de MUBE (de afiladas programaciones/secuencias), “Sagas” de Chiodata (que parece refundarse a sí misma/recomenzar constantemente)... En El Fin Del Mundo, Hasta El Fin Del Mundo cierra las persianas con sus números más lúdicos: “Esplendor Asymetrica”, de Philippe Petit, y “Rain Trails”, a cargo de los compas italianos de 大雨-Ooame.

Tremendo esfuerzo de EMA Records, tanto en convocatoria como en réditos artísticos. El largo saldo a favor pone las expectativas al tope respecto de nuevas entregas de similar corte.

Hákim de Merv

jueves, 25 de marzo de 2021

Chino Burga: Letanías Remixes

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 17 de marzo del 2021.)

Más allá del plausible gesto de destinarse la recaudación de sus ventas a Niños Del Río, ONG que vela por los infantes sin hogar de Lima, encuentro harto fascinante lo plasmado en Letanías Remixes; artefacto que -digamos- reconfigura muchos de los pa(i)sajes sonoros gracias a los que el debut de Miguel Ángel Burga usando nombre civil (2020) adquiere volumen y espacialidad.

Concebido totalmente en do menor, para dicho estreno el frontman de La Ira De Dios conjuraba ambient no electrónico, post rock de este lado del Atlántico, shoegazing de baja resolución y psicodelia toscamente minimalista. Cómo preservar la fragorosa esencia de ese maelström a cámara lenta y transmutar simultáneamente a éste en un homogéneo dark ambient electrónico cerrado sobre sí mismo, comporta tremendo pase de vueltas apenas superado por el hecho de no ser obra de una única inteligencia, sino de siete distintas.

Antechamber, Danny eM, Desert Drone, Acavernus, IO, Eyes Gone y Halv Drom. Sean o no connacionales -de todos ellos, sólo ubico al peruano Danny eM-, estos actos remodelan algunos de los segmentos dispuestos en el Letanías original. ¿“Segmentos” en lugar de “temas”? Por supuesto: tratándose de dos viñetas hiperbólicas, que sobrepasan cada una la veintena de minutos, el modo más creativo de diseccionarlas para la remezcla de rigor es elegir tramos específicos -pero así y todo el uso del término “remezcla” asoma discutible.

Hablaba de un pase de vueltas líneas atrás. Pues eso: qué hacer con el fragmento seleccionado depende de cada testa, por lo que no deja de sorprender que las siete hayan puesto manos a la obra como si estuvieran sincronizadas. Si bien unas y otras acreditan ascendencia electro, ello no garantiza la coincidencia de planteamientos que se ha producido aquí. Por principio de cuentas, se ha respetado el único ingrediente subyacente a en-la-práctica todo proyecto en que Burga es protagonista excluyente: el drone -que Letanías Remixes mantiene a niveles subcutáneos. A partir de ese reservorio, cada alias ha reconducido el magma sónico de Miguel Ángel utilizando a conveniencia el arsenal de técnicas/tácticas estéticas ofrecido por la audiogalaxia electrónica.

“Acavernus Remix” y “Saeztti Remix”, por ejemplo, utilizan fantasmagóricas bases proto-industriales. La primera, sin embargo, prescinde del más leve andamiaje rítmico; mientras que, en la segunda, Danny eM enrostra una programación tímidamente trance. Por otro lado, “Halv Drom Remix” vira hacia el post techno de Raw Russian y Virtual Ground, en tanto “Eyes Gone Remix” late atragantándose de la incesante pulsión consustancial al ambient binario.

Lo enigmático es sentir casi físicamente en el balance que el output preponderante de la jornada es tributario del obsesivo ambient sibilino/esotérico despachado desde escuderías de punta como Cryo Chamber o Drawing Room. Las tempestuosas atmósferas micrónicas que se suceden en ondas de choque despedazándose contra pétreos acantilados, latigazos incluidos (“Expansión Remix”, de Desert Drone), han reconvenido a escala digital el macizo pedigrí drónico del autor en este Letanías Remixes -el disco que firmarían unos Tomorrowland en shock barbitúrico, nada más.

Hákim de Merv

jueves, 18 de marzo de 2021

Sihuas Infuzzión: Cutrismo // Gelatina Magma: Zapatos Ardientes EP

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 10 de marzo del 2021.)

Es posible que Cutrismo sea el Waterloo que intuyo puede llegarme (diferido) el día menos pensado -la constatación tangible/irrefutable de la validez de un imperativo biológico que impida seguir asimilando músicas nuevas normalmente al promediar los treinta. No me resistiré, de ser el caso, a la única salida digna que me quedaría por delante -la del “retiro”. Sin embargo, ¿qué tan probable es? Ensayo un alegato, con la esperanza de que tal vez no sea yo, después de todo.

Sihuas Infuzzión es el proyecto unipersonal del joven músico Nelson Balta Bustamante, ancashino como los Desert Gang. Residente en Huaraz, las canciones que integran su debut se gestaron en los varios periodos de cuarentena sanitaria decretados durante el 2020. Concluido el proceso a inicios de noviembre, Cutrismo es colgado en el BandCamp del individualista el seis de enero, promocionado desde esa misma fecha por Dorog Records como su primer lanzamiento del año.

Salvo que exista un “affaire” previo, siempre reservo la mejor disposición para encarar las nuevas publicaciones que van llegando a mis manos/a mis ojos/a mis oídos. No siendo distinta la figura en relación a Sihuas Infuzzión, el estreno me ha provocado enorme desasosiego. Asentado queda, tanto en la sumilla de BandCamp como en la nota promocional, que el volumen refleja la confluencia de muchos y muy diversos géneros: hay, en efecto, rastros de jazz, drum’n’bass, vaporwave, dub, harsh folk, electrónica, prog rock, gotas de trip hop y de lounge... Estos lenguajes rara vez prevalecen en tal o cual canal: Balta les mantiene en constante cubileteo, de modo que un mismo número puede empezar en clave jazzera y electrónica, y terminar absorbido por el progre barnizado de downtempo (“Otra Noche Bajo La Lluvia”).

Por este diletante zigzaguear, Cutrismo debería hacerme recordar a un artefacto como Entroducing... (1996). Por desgracia, SI no es DJ Shadow. Una cosa es ser versátil y otra harto distinta ser superficial. Aunque algunos tracks tienen lo necesario para funcionar -“Recuerdos De Una Rave” y su trance a punto de desbocarse que implosiona anticlimático en un amasijo de ambient y new age, los deformados ecos andinos de “Tétrica Fiesta Patronal”, el jungle de acústica guitarra de “Adheridos Estamos”-, la inmensa mayoría de ellos no pasa de ser un rosario de frankensteins con los trozos cosidos tan a la mala, que las suturas quedan expuestas. Entonces se resquebraja el espejo en que aparecía el Entroducing... y ocupa su lugar Será (2001), el desafortunado segundo y último disco de Asido Tubalius.

Cutrismo pudo quedar en “regular” o en “discreto” no sólo debido a las excepciones enumeradas. El manejo de los sampleos merece algo de crédito, lo mismo que ese reprocesamiento a través de filtros y cribas que imposibilita determinar a ciencia cierta si estás paladeando un sampleo, la voz de NBB o la del invitado Gustavo Ezequiel Almaraz. Lo que pudo ser un álbum en extremo bizarro simplemente se queda en “malo” por esa licenciosa cuota de (puaj) trap y sobre todo de (puajjjjjj) reggaetón con que el huaracino demerita su primer esfuerzo. “Pacay (𝘌𝘯 𝘦𝘭 𝘮𝘰𝘯𝘵𝘦 𝘥𝘦𝘭 𝘭𝘶𝘨𝘢𝘳)”, “Sencilla MIDI - Fuga + D𝘦𝘮𝘣𝘰𝘸”, “Ocho Eucaliptos Y Un Felino”, “Anhelos De Una Flauta Con Gallos”: cuatro ejemplos de cómo cagarla grandiosamente, insertando mierda de subproductos prefabricados.

¿Errores típicos de la noviciada? No necesariamente. Mal que bien, la escena ha dado su buena cantidad de pasos hacia adelante desde los 90s. Muchos debutantes demuestran que hoy no tienes por qué patinar en tu primer intento, sino todo lo contrario -cf. Dafne Castañeda.

Por cuanto el material que proporcionan para el comentario es bastante exiguo, no soy nada amigo de reseñar singles. Me constriñen a hacerlo las excepciones, sí, pero para calificar tienes que ser un Christian Galarreta, un JJ Castro o un Mario Silvania. O haber firmado un 45’’ jodidamente macanudo.

Descontando la cadenciosa “Fotografía” incluida en 4 EP, placa temática que reúne aventuras tanto de Ángela Ruesta como de Giancarlo Samamé (al alimón y por separado), Gelatina Magma no se manifestaba con título propio desde noviembre del 2018 (Una Nueva Era). Hace poco más de un mes, el grupo inauguró cuenta en BandCamp anunciando la inminente aparición de nuevo extended. La expectativa quedó un tanto desinflada ante la comprobación de que en realidad era menos un EP que un single.

Formalismos a un costado, la relevancia de Zapatos Ardientes EP radica en lo que podría considerarse un pequeño pero importante cambio de dirección en el peregrinaje de la sociedad Samamé-Ruesta. Y es que los ‘brasilerismos’, ésos en los que a veces se ensimismaba el dúo y que adherían aún a “Fotografía” a la carta de navegación configurada por trabajos precedentes, ahora han desaparecido casi del todo. Su lugar lo ha tomado un pop de granítica lozanía, que literalmente refulge a cada nota que avanza. Donde más queda en evidencia la sustitución es en “Lava”, la pieza que funge de lado B -ejercicio de fino pop estilizado a golpe de hiperactivo medio tempo, cuyo contagiante vigor hizo que me acordara de la mejor versión de The Sundays.

Con todo, es el lado A del “extended” el que cosecha los mayores elogios. “Los Zapatos De César Vallejo” puede tomarse de distintas maneras: homenaje al aedo de Santiago De Chuco (la voz masculina sampleada declama con perfecta dicción un fragmento de “Los Pasos Lejanos”, poema del canónico Los Heraldos Negros, 1919), despedida ¿definitiva? a los sonidos de fragancia carioca (revolotean brevemente hacia el cierre del tema, reemplazando los arreglos pentafónicos del inicio), declaración de amor hacia un pop sedimentado a partir del trip hop (no sería la primera vez)... Cualquier posibilidad tiene las mismas chances de ser y no ser.

La única constante válida para ambas caras es la cálida y dúctil voz de Ángela Ruesta, en seráfico estado de gracia. Su registro en “Los Zapatos...”, entonando el poema de Haydee De Benavides inmortalizado en el libro Presencia De La Mujer Peruana En La Poesía (1971), es el contrapunto soñado para la performance vocal del vate sampleado. Corren las apuestas con miras al próximo disco largo -que, presumo, será igualmente producido por el capo Neto Pérez.

Hákim de Merv 

jueves, 11 de marzo de 2021

LEM: Portonazos EP // Ascendente: II

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 3 de marzo del 2021.)

#AguanteChile.

Un histórico de la movida en el hermano país sureño regresa a las andadas...

...luego de algunas enmiendas consecuencia de imprevistos en la voceada hoja de ruta. Empiezo por escribir que LEM ha regresado a su primigenia fase binomial. La salida de Roberto Rowe, quien como parte del grupo se presentara en la séptima edición del festival Integraciones (Fundación Telefónica del Perú) y cuyo trabajo quedase registrado en el bootleg oficial En Vivo Yellow Moon Fest 05/04/14 (2014), deja solitaria en cubierta a la mancuerna fundadora.

De los tres nuevos lanzamientos que LEM anunció a su paso por Lima, tampoco llegó a saberse más. En aquella ocasión, y aprovechando la revisión de 13, “three-way CD” de 1997 al lado de Cáncer y de Shogún; la entonces terna mencionó una selección de material grabado en el periodo ‘96-‘05, otra colección de inéditos -40 minutos- que sacaría en cassette la escudería ETCS, y un esférico firmado por los tres. Ninguno de ellos se ha concretado a la fecha -el disco motivo de estos párrafos, publicado a fines de noviembre último, se acredita únicamente a Óscar Burotto y Ottavio Berbacow.

Portonazos EP, que de extended sólo tiene la chapa, marca así el retorno discográfico del combo experimental ad portas de cumplir 25 años de existencia (obviando el hiato ’99-’07, claro está). Lo hace insuflando de renovada vitalidad muchas de las características siempre presentes en su output: el citado 13, la crucial panorámica de Pulsos (1998, jornada que es a la escena experimental chilena lo que Compilación I del colectivo Crisálida Sónica a su equivalente peruana) y sobre todo el lejano debut en largo Música Para Películas De Ciencia-Ficción De Bajo Presupuesto (1999, señero opus del avant pop mapocho que lamentablemente es inubicable en Internet, pero que he escuchado gracias a la generosidad del compa valpeño Raúl Cabrera).

Declarada desde el título mismo de Música Para Películas..., LEM atesora una cualidad cinemática consustancial al sofisticado ambient de terciopelo digital que el tándem permite manar sosegado, como si éste recorriese un lecho libre de recovecos. La maña de Berbacow y Burotto radica en enyuntar este ambient 50/50 cristalino y disonante a las aristas ásperamente evocadoras del post rock, de tal manera que escuchas los dichosos recovecos y tumbos sin que de veras estén allí. Esa onírica alquimia tiene lugar en la colorida “Arquitectura Fallida” y en la acuática “Crepuscular Pero Inquieto”. En la mejor tradición minimal del Eno profeta del ambient, la tenue/liviana guitarra de esta última se amplifica en el enérgico “OST Para Portonazos”, número con que mandar a la chucha el ego y disociarse un rato de esta realidad que a veces nos malogra horrible el equilibrio interior.

Edita la santiaguina E(lectronic)M(edia)A(ctivities) Records, flamante label también curadora de una recopilación que quita el hipo, a comentarse próximamente: En El Fin Del Mundo, Hasta El Fin Del Mundo (2020).

Orbitando la galaxia binaria centrifugada por Un Festín Sagital y Thanatoloop, territorio que todavía no me atrevo a mapear a conciencia dada la inconmensurable vastedad con que acojona, Ascendente ha extirpado desde las entrañas su segundo esfuerzo el 5 de agosto del 2020. Bautizado lacónicamente como II, a prima facie esta rodaja puede ser entendida como una extensión de lo que mostrara el homónimo entrée (2014), cuyas resonancias entre cadavéricas y ultraterrenas sorteaban con solvencia el lugar común de la negrura casi material alcanzando picos verdaderamente dantescos -planteando de paso la pregunta sobre si lo del terceto era post rock, o si no cabría mejor catalogarlo como “meta rock”.

En la práctica un mini-álbum, II consta de dos canciones y dos instrumentales, intercalados; que se emparejan mejor con su ‘opuesto’ vecino -y que consolidan, más notoriamente en el formato cassette, un rostro diferente del trío para cada lado. Con “No Hay Condena” y “Nuestro Otro Despertar”, el A irradia una oscuridad que no cuaja ni mórbida ni amenazante; pese a la grima alimentada por las sordas moquetas tonales confeccionadas a partir de aquello que puede llamarse “drone de fantasía”.

Bastante más accesible es el equivalente al lado B, donde asientan sus reales “Y Resistirán” y “El Siguiente Buen Camino”: dosificadas las atmósferas cargadas a que la banda se engancha tan fácilmente, son aquí bienvenidas las explosiones secas que fulguran efímeras en las inmensidades penumbrosas.

¿Y, en buena cuenta, existen elementos comunes a toda la obra de Ascendente dispuesta en la placa? Unos cuantos, sí: las oblongas miradas instrumentales (erupcionando hasta en los tracks cantados), las soledades sublunares donde se pierde la mente mientras las notas de II brotan de los parlantes/headphones, el shoegazing de antimateria codificado en el ADN de cada pista... Un símil notable, creo yo, lo resume más adecuadamente: “Es como si el The Cure del Disintegration se animara en el post rock, enfocándose más en el sonido que en la estructura” (Iván Aguayo, de Bahía Mansa). La alusión es categórica: por debajo de lo post rock/“meta rock” que nos pueda parecer el armazón calcáreo de Ascendente, el aroma de Robert Smith circa 1989 logra colarse trayendo a la memoria por igual a “The Same Deep Water As You” y “Homesick”, a “Prayers For Rain” y la pieza homónima de ese irrepetible plástico. Me atrevería a ir un poco más allá, afirmando que tanto “No Hay Condena” como “Y Resistirán” tienen algo cureano en sus letras, aunque quizá sólo sea idea mía, deslumbrado/sugestionado por el brillante parangón del músico chileno.

Ascendente son Rodrigo Astaburuaga en batería y percusión electrónica, Carlos Lazcano en bajo, producción y ruido; y el inagotable Michel Leroy en vocales, eléctrica y efectos. Otro planeta que explorar en los confines de ese sistema estelar dual.

Hákim de Merv