lunes, 28 de diciembre de 2020

Asunción · Divinación: De Volcanes Y Humedales // ҚALA§A§AỴΛ: Camino // Bahía Mansa: Memorias De Los Pájaros Niños

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 9 de diciembre del 2020.)

A Claudia Trejos, con todo mi cariño.

#AguanteChile.

En vísperas de la última Noche de Brujas, obtuvo luz verde lo nuevo de Asunción, proyecto solitario del santiaguino Christian Sánchez (Navidad Y Matanza, La Golden Acapulco, El Diablo Es Un Magnífico). De este modo, Divinación: De Volcanes Y Humedales queda ungido como sucesor de aquel El Paisaje Interior que llamase mi atención el año pasado por su decidido internamiento en los nictálopes piélagos de la psicodelia, de la drone music y aún del vetusto kraut rock -asiéndose siempre del sonido del subgénero kraut designado con el marbete “Berlin school” como punto de referencia, digamos, geográfico.

Este novedoso título de Sánchez convierte a ese punto en norte a conquistar. Empezar a reproducir “Y Debajo De Nosotros, Un Fragmento De Este Cielo” y paladear los efluvios atemporales de titanes como Tangerine Dream y Klaus Schulze, todo es uno. La largada se halla inserta de lleno en la tradición de la antedicha escuela, sugestionada/rodeada por ambientaciones sonoras ensopadas de drónicas líneas de sintes y de apagados/atenuados latidos pre-programados desde la caja de ritmos. El surco más breve del álbum, “Todas Las Luces Del Mundo” es idéntico gramaticalmente hablando, pero su andar no conjura imágenes como la del laxo oleaje marino en un mundo primordial o la de enhiestas y metálicas tallas retrofuturistas. Su pálpito es más vivaz, enérgico, impetuoso. Si no fuera por la férrea devoción del capitalino hacia el credo ambient, me atrevería a asegurar que los teclados en “Todas Las Luces...” refulgen hasta altitudes Hi-NRG.

Con divergentes matices, “El Sendero De Los Bosques Sumergidos” y “Hacia El Último Horizonte” se hacen eco del renovado perfil asumido por Asunción -divergentes porque, si bien se esmeran en equilibrar texturas y atmósferas electrónicas labradas en la primera mitad de Divinación..., acaban inclinándose en sentidos opuestos. Así, “El Sendero...” prefiere las secuenciaciones contemplativas que pululan en “Y Debajo De Nosotros...”, aunque se asiste de la vehemencia que los teclados imprimen a “Todas Las Luces...”. Por su parte, los emotivos beats mullidos que “Hacia El Último Horizonte” entrelaza en un infinito tapiz tonal se revelan eficaz complemento del nervio/vigor irradiado por “Todas Las Luces...”, no obstante hereda intactas las pretensiones siderales de “Y Debajo De Nosotros...”. ¿La justificación más evidente? Ambas parejas de tracks fueron registradas respectivamente en el 2019 y en el 2020.

Divinación: De Volcanes Y Humedales, que exterioriza los augustos arcanos de ascendencia enoidal disimulados en El Paisaje Interior, ha sido bandeado digitalmente por la argentina Priusdiscos. La edición física, en formato cassette y autogestionada por el propio Sánchez, viene siendo distribuida desde octubre último.

Cuatro calendarios han echado sus adioses al viento tras el debut del individual ҚALA§A§AỴΛ (/ES/T/A/CIO/NES/), protagonizado por el ariqueño Víctor Jeremías. Desde entonces, Cu4rto EP (2017) fue la única referencia discográfica dada a conocer por quien firmase uno de los debuts latinoamericanos más excéntricos del ejercicio 2016 -EP que deparaba más dudas que certezas sobre el mapa que seguiría el desenvolvimiento ulterior del acto.

Aparecida sobre el filo de septiembre, Camino es una jornada de muchas composiciones y minutaje cercano a la hora de extensión. A la fecha, es la apuesta más ambiciosa del artista, y representa otro cambio de humor en el espectro ҚALA§A§AỴΛ. Si el estreno emanaba vibras muy cercanas al post rock dominado por impulsos primitivos y al shoegazing zarandeado por fuerzas telúricas, y el extended redirigía esfuerzos hacia una retórica sónica tanto más sofisticada y segura de sí misma, Camino asoma completamente des-encorsetado. Tan pronto puede nutrirse del IDM (“Naraka”) como sucumbir a borrascas de plasma ionizado a fin de transmutarse en una versión archæopteryx de Seefeel (“Ino”), escurrirse entre puquios especulares de precolombina raigambre (“Ghen” pudo pautearse en el primogénito sin problemas) o apechugar formatos más convencionales para tentar un synth -“Último Tren Al Norte”, “Lamento En Código”- que incluso luzca semi-baladesco (“((Óbito Espiral”).

El distintivo que, otra vez, permanece indemne como hilo conductor de la obra de Jeremías es la Baja Fidelidad. Se lleva muy bien con cada transformación que ensaya Camino. Sea en aquellas que le son más ajenas (los expresivos trazos de teclado acercan tanto a “Paisaje Indómito” como a “Unumbral” a la escuela berlinesa), sea en aquellas concebidas para favorecerle (zumbante “Marcas”, rematada por un rayo de electricidad venido de los cielos), el lo fi resiste incólume; cohesionando el conjunto y dándole un acabado de antigüedad propio de ruinas arcaicas, tal cual las del templo tiahuanaco del que Víctor toma su alias.

Hay algo que no cuadra en todo este alegato, sin embargo. La prolijidad en mezcla, masterizado y producción; etapas llevadas a cabo durante al menos nueve meses, contrasta con el poco calado que exhibe el disco, grabado de un tirón la tarde del 19 de noviembre del 2018. No es que Camino sea regularón o mediocre, aclaro -sino que carece de los uppercuts con que /ES/T/A/CIO/NES/ te mandaba a la lona, o del sadcore aclimatado al desierto con que te persuadía Cu4rto EP. Le he escuchado muchas veces y reconozco su valía, pero muy poco de él llega a ser superlativamente memorable como para que alcance a quedárseme en la materia gris. Ahí sí noto un je ne sais quoi que está faltando.

Dudé un instante en si debía o no comentar Memorias De Los Pájaros Niños. No por ausencia de merecimientos: a pesar de tenerlos de sobra, se trata en realidad de una placa publicada por vez primera en julio del año pasado, casi en paralelo a Artefactos Innaturales (colección de bajorrelieves lunares para una instalación de la artista plástica Amanda Ralph). Inclinó la balanza el rediseño craneado por Iván Aguayo, único gestor de Bahía Mansa, que aumenta a 7 los rounds del Memorias... (excluyendo algunos y sumando otros). También, la remasterización a cargo de Alexis Morales. Las tomas de los temas que repiten el plato, eso sí, son las mismas.

Bahía Mansa es, pues, un seudónimo de reciente data -pero muy fecundo. A día de hoy contabiliza tres LPs y dos singles, además de estar a punto de soltar un trabajo adicional bautizado como Botánica Del Olvido (¿le bastará lo que queda del año?). En todos ellos, Aguayo se revela instrumentista de primer nivel, que -obviando la primigenia edición de MDLPJ- ha migrado paulatinamente desde la new age de baja resolución hasta una suerte de beatífico ambient hipnagógico.

De “Caminitos” al bellísimo cierre de “Aves”, BM da curso a siete magníficos instrumentales, permeados de una placidez diáfana, quebradiza, volátil. Más que canales de perímetros definidos, son esculturas de sonido en una acepción contigua a lo que -aquí vamos otra vez- desarrollase Windy & Carl en los 90s. Los melodiosos arpegios de cortes como “Flores De Agua”, “Caminitos” o “Peregrino Blanco” adicionan al output un vaporoso plus de innegables cualidades regenerativas/sanadoras; lo mismo que esas sonoridades cooptadas de la Naturaleza que el unipersonal filtra/reprocesa en “Gran Capistan” o la propia “Peregrino Blanco” -los pájaros niños del nombre son los pingüinos a los que bautizó el polímata luterano Alexander Von Humboldt.

La preciosa narrativa ambient de Memorias De Los Pájaros Niños, que tal vez alcanza su culmen en “Ocaso Mío” (antes “Ocaso Mío, Perenne”), apela justamente a nuestras memorias más dulces. En concreto, a aquellas cuyos imprecisos límites se difuminan idílicamente. La presencia de determinadas texturas no muy dóciles en algunos pasajes del largo, como el efecto atonal de “Gran Capistan” o los drops contenidos de “Arrecife La Garita”, se subsume al delicado runrún con que nos gana el chileno. Una obra de geórgica ensoñación, a la que no se le puede criticar ni media nota en su edición virtual -mas sí en la física. Producida ésta en cinta por la independiente Golden Ratio Frequencies, recupera “Quebrada Las Petras” de la versión 2019, pero comete el horror de posicionarle al final del menú. Y, como dije, no hay mejor cierre para Memorias... que “Aves”.

Hákim de Merv

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