miércoles, 20 de septiembre de 2017

27 U H F: Nostalglitch // Zetangas: Paradiso Eterno

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 13 de septiembre del 2017.)

Un agradable par, como dijese alguna vez la Harvest Records, que para la navidad de 1973 empacó “medio-leoninamente” en un álbum doble los dos primeros LPs de Pink Floyd -esos lingotes de 24 kilates que responden a los nombres de The Piper At The Gates Of Dawn (1967) y A Saucerful Of Secrets (1968)...

Tras Fotografía (Dorog Records), su último largo a la fecha (2011), a Luján se le ha notado medio disperso. Bajo ese ¿”alias”?, hasta entonces Marco Luján había labrado una trayectoria fantástica, entre mash-ups que ocasionaban accesos varios de estruendosas carcajadas y números de movedizo drum’n’bass cuyo repertorio de samples revelaba un olfato finísimo del perpetrador. Luego apareció un EP comparativamente más digerible (Sci-Fi Bossa, 2013) y, bastante después (2016), otro que me dejó patitieso dado el background del individualista. Nocturnal EP (2016), del Luján que todos disfrutábamos tenía ciertamente muy poco, casi nada. Marco (a)parecía enterrado bajo una montaña de samples de estética cutre, que hacía pensar más en una película de terror con harto y subliminal flashing, a la manera de un desbocado Tyler Durden gillette en mano.

A fin de ordenar en algo sus enormes bancos de data audiovisual, este año Marco se ha sacado de la manga una nueva identidad: 27 U H F, cuyo Luna EP fuera reseñado en estos bytes. Redundo si parafraseo lo que dije en aquella oportunidad sobre el extended -a saber, que el nuevo proyecto es vaporwave, con el mismo sentido del humor que el de Luján e idéntica muñeca para la selección/el tratamiento de los samples. Esta suerte de transustanciación deja una gigantesca interrogante sobre el futuro de Luján, interrogante que sólo el músico puede responder.

Tanto en el aspecto visual como en el sonoro, el vaporwave es un pastiche. Nostalglitch, primer larga duración de 27 U H F, no sólo se asume así; sino como un meta-pastiche total. Por ahora no existe versión física del disco, de modo que haber impregnado la imagen de marca vaporwave a la obra es en sí mismo un triunfazo. Título/Folder sumamente ingenioso: ¿existe manera más sintética de definir lo que es el vaporwave que la de “nostalgia glitcheada”?... Portada/JPEG, magnífica/o: dibujo, color, iluminación medio pastel, filia japonesa en las letras... Ambos adjetivos se aplican también a los nombres de cada tema (MP3): Marco le ha dado a cada uno distintas tipografías asociadas directa o indirectamente al ¿género? de marras.

Cuando el Windows Media Player se ceba en Nostalglitch, algunas veces creo escuchar a Luján y no a 27 U H F, como en “c ▲ r n ▲ v ▲ l”, “ცరﻯﻯą ƿą२૯”, “Teleavisos.exe” o “パナニーホテル”. Mientras las tres últimas son tributarias de ese coctel “high tech” de bossa nova/space age/lounge al que eran tan afectas las producciones setenteras de las grandes cadenas televisivas latinoamericanas, la primera no puede domeñar el ímpetu del sampleo que le da forma, y califica perfectamente como un outtake del Safaridélica (2010) e incluso del Bolero 3000 (2008). Acorde, sin embargo, con las frecuencias que 27 U H F visita; el resto del disco es vaporwave de sabor latino -o mejor, y antes de que te dé un patatús, vaporwave de resonancias latinas. Luis Miguel en “NTIK”, el pacharacón cuarteto italiano Ricchi e Poveri en “損失 ???????”, la inevitable Jeannette en “ノスタルジア84”, nuestro canal 9 en “ͣTV is Ḏ∃∀Д (“Andiiiiiiiiiiiiiina De Televisión”) y hasta un insólito matrisuicidio de Rita Lee y Roxana Valdivieso circa Carmín en “香水ゾーン 85”.

Lo dicho, pues. La técnica del vaporwave -Pitch juguetón, construcciones glaciares, lo fi premeditado, TimeStretch a contrapelo- al servicio de referentes de pretérito perfecto e imperfecto que evocamos con naturalidad. Todavía no decido si Nostalglitch califica como candidato a disco nacional del 2017, pero sí merece como mínimo un lugar en los recuentos de fin de año.


Zetangas & Monsters De Comida. Zetangas And The Monsters De Comida. Zetangas And The Monsters Of Comida. Simplemente Zetangas, para mí.

En plan solista, Carlos García lleva ya un buen tiempo recorriendo los vericuetos de la escena local -antes in situ, y ahora a través de la Red, desde Suecia (país donde lleva residiendo varios años). Que no te engañe la fecha de lanzamiento de su primer disco: si bien Zetangas And Monsters De Comida apareció en el 2012, el ex Electro-Z ha venido participando con la misma chapa en diversas compilaciones desde el 2004. Por cierto, algunas de estas participaciones se encuentran recopiladas en el disco “no oficial” Zetangas 2000-2002 (2015), que desde su nombre pone los puntos sobre las íes acerca de la fecha original de las composiciones a posteriori cedidas.

El cuarto episodio de García -quinto, si se contabiliza la antedicha recopilación- asciende sobre sus predecesores condensando muchas de las ideas desarrolladas en éstos y logrando una jornada rotunda tanto en la duración como en los réditos artísticos que obtiene. Y es que el sonido de Zetangas es sincrético: advierte, lector, que no hablo de pop, de rock o de electrónica. Hablo de SONIDO: el también ex Rayobac renunció a esa clase de formalismos bastante tiempo atrás, o al menos de esta guisa lo entiendo, haciendo en la práctica imposible cualquier ensayo de etiquetado taxonómico. Su música, todavía más la de este Paradiso Eterno, puede verbalizarse como un insospechado entrabe de rock y electrónica, de experimentación sagaz y accesibilidad popular; sin por ello necesariamente evocar reinvenciones de dominio común como la rocktrónica de The Chemical Brothers y Propellerheads.

No. Lo de Zetangas es bien distinto. La tentativa más elemental de describir sus temas tolera tanto el manoseado marbete de indie como el del post punk (“New Saigón”), el de la fusión mestiza (“Paradiso Eterno”), el de la electrónica (el cierre “Z011”, “Nouva Vita”) o el del shoegazing (“Factory Man”). Todo ello, sin que ninguna de estas categorías termine de ajustarle razonablemente bien. Concedo que podrían conjurarse, siempre en el terreno de las generalizaciones, dos grandes variables: el indie y la electrónica -pero ni siendo ése el caso, Zetangas se asemeja a la indietrónica de múm y Pulseprogramming. Quizá sea que el Hombre-Máquina (Carlos tiene fama internacional como circuit bender y creador de sus propios osciladores) ama demasiado la Tierra como para discriminar entre sus matices. No es para menos, viniendo de quien sin renunciar a viñetas llenas de color ha logrado definir un estilo propio -en mi meloteca personal, hace rato que acredita parcela propia.


Hákim de Merv

martes, 12 de septiembre de 2017

Dead Pop: Dead Pop EP // Amor Suicida: Amor Suicida // Prealba: Prealba

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 6 de septiembre del 2017.)

Aludí en el posteo dedicado al UnderPop... 3.2 a nuevos lanzamientos ligados a las huestes del colectivo que coordina esforzadamente Josué Vásquez, lanzamientos que se vienen sucediendo desde hace poco más de un año. Me acerco ahora a tres de ellos -en todos los casos, debut y homonimia van de la mano.

Dead Pop, que acaba de soplar dos velitas, puso a la venta un par de meses atrás su primer EP. En la práctica casi un single, las tres canciones incluidas son de la autoría del grupo formado por Jorge Muñoz (voz), Johans Ángeles (guitarra), Eduardo Paz (batería) y los hermanos Patricio (guitarra) y Freddy Melo (batería).

Puede que esté dejándome engañar por su cortedad, pero Dead Pop EP realmente me suena muy bien. Estilizando al máximo el sonido de un título como, digamos, The Head On The Door (1985) de The Cure; el combo ensaya un dark pop que luce contemporáneo gracias a que el output del que se nutre es tomado como referencia en lugar de modelo a calcar/plagiar. Ya mencioné un posible tótem. Otro de éstos podría ser el modern rock que palpitase en los 90s. Los medios tiempos del extended son vigorosos y flirtean con la tecnología unas cuantas veces -bacán que sea sólo flirting, porque de este modo se marca distancia con otro nombre de la casa con quien el quinteto guarda más de una similitud: Marfilia. Pues tanto la banda de Sofía Araya como DP son quienes mejor representan la, ejem, “filosofía” de UnderPop.

El flanco débil viene por el lado de las letras. Esa pluma necesita foguearse con la práctica constante. Pero para empezar, el pulgar apunta hacia arriba.


El de Amor Suicida, en cambio, es un álbum completo; aparecido a inicios de este 2017. Ello no deja de ser meritorio, considerando que estos muchachos han celebrado apenas su primer aniversario juntos: en efecto, sólo ha transcurrido un año desde que Dante Huarancca (guitarra, voz) y Danny Prieto (batería) decidieran crear Amor Suicida. Con posterioridad, se incorporarían Robert Pastorius (bajo, coros) y Desbal Jara (guitarra).

Disco algo desbalanceado, debido quizá a que le faltan sus buenas zambullidas en lava viva. Una primera parte va hasta “Al Filo De La Muerte”, y en ella el cuarteto queda parado -no digo “bien”, sólo “parado”, y eso hay que mencionarlo ya que no siempre es poca cosa. AS apuesta por el pop de raíces noventeras, sencillo, sin mucho latín. En un universo paralelo, donde las radios rockeras del país se dejasen de cobardías y propalasen músicas nuevas observando puntual frecuencia, algunos de estos temas sonarían a través de la FM con mecánica regularidad.

Desafortunadamente, luego se produce un bache que se dilata hasta “Sobredosis”, donde el disco se aplatana casi hasta la inanición. Por suerte, a partir de “Un Par De Besos Más”, la rodaja coge vuelo nuevamente y se pone a la altura de lo ofrecido en su primer segmento. En las sumas y restas finales, Amor Suicida no lo hace mal. Ahora, para poder decir más, prefiero esperar el próximo movimiento. Concentración, autocontrol y mayor rigurosidad en la edición; es lo que me gustaría apreciar en el siguiente paso.


De los tres discos que protagonizan este breve comentario, el acreditado a Prealba es el más antiguo -así como la agrupación de Antonio Espinoza (guitarra rítmica), Vicente García (bajo, voz), Andrés Gratelli (batería), Alan Llapa (guitarra solista) y Julio García (guitarra, teclados) es la más longeva de las tres. De hecho, el plástico obtuvo luz verde poco tiempo después del UnderPop... 3.2. Desde el bienio 2013/14, suele pasarme/nos que a veces faltan manos, orejas, tiempo y hasta dinero para estar al día con los nuevos discos nacionales que salen al mercado. Éste fue uno de ellos.

(Antes de la homónima jornada, Prealba sacó un mini-álbum titulado Sesiones Postergadas Vol. 1.0, en el 2015. No entra en las cuentas del grupo sino como una suerte de CD-demo, previo al debut en regla. Sea, pues.)

Prealba es un disco más irregular que el de Amor Suicida, porque puntos altos y bajos se intercalan hasta prácticamente graficar una arritmia cardíaca. Hay canciones buenas, muy buenas (“Sin Ti”, “Lugar”, “Acompáñame”), mezcladas con otras que no logran despegar todo lo que uno quisiera (“Bosques”) y otras que sólo se quedan en intenciones (“Al Alba”, yo hubiese descartado “Nunca Más” si quedaba tal como a fin de cuentas quedó). A diferencia de lo que ocurre con Amor Suicida, porque Prealba sí tiene la pasión a flor de piel, aquí faltó mayor sapiencia para trackear el disco -no fue lo más atinado darle a “Volar” la responsabilidad de la apertura.

Si he de ponderar lo bueno que trae la placa de Prealba, diré que su estilo viene cuajando sostenidamente. El punche post punk de sus pininos, que pudiésemos saborear gracias a las compilaciones UnderPop, se ha decantado hacia un darkwave de fácil combustión en clave pop. “Veneno” es, ciertamente, la expresión más acabada del sonido de Prealba -y su composición más difundida. Así que opto esta vez por “Sin Ti”.


Hákim de Merv

UnderPop: Pop Rock En Perú Vol 3.2

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 30 de agosto del 2017.)

Un mes. Sólo un mes después de haberse conmemorado el segundo aniversario de la aparición de UnderPop...1.1 (2014), se hizo pública la sexta entrega de la saga, numerada 3.2. Para efectos prácticos, es como haberse quedado a centímetros de imponer un record admirable sin echar mano de los decimales: seis testimonios grupales en poquito más de dos años es una marca que envidiaría cualquier discográfica o plataforma autogestionada. Máxime si las sucesivas ediciones han ido refinando el proceso hasta lograr un laudable equilibrio en su última encarnación.

No es menos cierto que ya transcurrieron catorce meses desde UnderPop... 3.2 (2016), y durante ese tiempo no ha(n) habido sucesor(es). Podría especularse sobre las consecuencias de haberse sometido el colectivo dirigido por Josué Vásquez al riguroso timing de, en promedio, un lanzamiento comunitario cada cuatro meses. Más justo, en lugar de ello, sería reconocerse/agradecerse semejante esfuerzo -y subrayar de paso que el lugar de las sustanciosas compilaciones de la mancha ha sido ocupado por múltiples debuts de grupos y/o proyectos militantes en sus filas. Hace unas semanas, di cuenta del interesante Luces De Neón Y Otras Oscuridades EP (2017), de Marfilia. A éste, hay que sumar los primeros larga duración de Amor Suicida y Prealba (ambos epónimos), así como los EPs de Lobos De Ciudad (Entre Canciones), Dead Pop (Dead Pop) y Pía Legonz (Congénitamente Defectuosos, que acaba de salir a la venta). Agréguense las continuas presentaciones de UnderPop en distintos puntos de la ciudad y lo que se obtiene es un incesante y saludable blasting.

Último en su rubro hasta ahora, UnderPop... 3.2 maneja ya un 60% de nombres claramente asociados al colectivo -entre los que sobresalen Kyleran, Noche Futura, Entrenieblas, la Legonz y Aura. El porcentaje restante lo conforma gente que por primera vez aparece en discos de esta clase, pero que participa de las distintas fechas UnderPop en vivo y se identifica con esta movida: Amatista, Gredel, Juan Carlos Guerrero, Rabel (donde figura el ex Textura Raúl “Pelón” Góngora), Xtraños, Madriguera, Hero, Kalabi-Yau...

Lo interesante, en cualquier caso, es que todos encarnan, matices más/menos; el sonido al que Josué siempre le ha dado mayor protagonismo en las compilaciones. Exceptuando a Noche Futura, José Carminis (50% de NF) y Kyleran, que exhiben una robusta ascendencia electrónica; los demás fluctúan -con ocasionales rasgos divergentes- entre el pop electrónico cosecha 90s y el darkwave facturado en los 80s. Lo que, por supuesto, no quiere decir que -salvo las tres excepciones listadas- todos suenen igual. Mucho menos desatinado es hablar de una comunión estilística exenta de jaloneos, libre de tirantez. La estética fluye constante, con naturalidad, sin sobresaltos.

Destaco, en lo personal, “Don’t Deprive Me” (José Carminis), “El Hombre Que Ríe” (L.O.L.I.T.A.), las versiones ‘radio edit’ de “Florecer” (Aura) y “Sexo Y Piel” (Pía Legonz), “La Marea” (Entrenieblas, pista extraída de su ópera prima Interminable, 2014). Una única atingencia: “Tanto Que Decir”, de Madriguera, cuya melodía se parece más de lo necesario a la de “All My Love” de Led Zeppelin.

Felicitaciones, amigos de UnderPop. Los aplausos se los merecen de sobra.


Hákim de Merv