jueves, 23 de agosto de 2018

La Vie: Magic Mushroom // Comfuzztible: Sauce Fucsia // Vida En Marte

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 15 de agosto del 2018.)

Cerca de un año atrás, celebré el debut de un proyecto que había visto la luz bajo los cielos de la Ciudad Blanca, si bien su único impulsor no es originario de allí -ni tampoco peruano: Solar Ritual. ¿El título en cuestión? Animales Del Sol. Lo que son las vueltas que da esta vida: hoy celebro la quinta obra in extenso de otro acto individual sureño, éste sí mistiano de cuerpo entero, que guardase hasta el año pasado algunas semejanzas con lo mostrado por SR. Me refiero a La Vie.

Diego Romero, ex Post-All y guitarrista de Peter Pedro, es quien se esconde tras este alias; muy mentado desde que empezase a llamar la atención con su tercer largo, Conexión (2014). A raíz de éste, le presté oídos a su producción anterior, que incluye el Do It Now EP (2013). Tanto el extended como My Days In The Capital (2012) y Be Like The River (2013) me hablaron de una apuesta constante por canciones acústicas que rompen el molde inmaculado de una pop song, sin dejar de ser tales. Hay quien afirmaría que ésa es la esencia del indie rock, pero La Vie bebe además de otras aguas. Se agita en sus discos algo que evoca a Nick Drake, a Stars Of The Lid, al Mark Kozelek solista, a Explosions In The Sky, e incluso al flaco Spinetta. El peso de estos nombres perfila una identidad que fluctúa entre el indie y la variación más agreste del post rock -la americana. ¿En común? La inclinación de ambos bancos sonoros por el acid folk. Agregas el catalizador pop y la resultante cuaja en jornadas como el posterior Autodidacte (2016) y el 7” Cada Día Es Una Vida En Pequeño (2017).

Lo inimaginable sucedió en este 2018. For La Monte Young 7”, segundo single digital, que homenajea al octogenario compositor de vanguardia usamericano; es un ejercicio de despojado ambient noise que se entiende en tanto su condición de tributo. Hoy podría aventurarse que en realidad anunciaba una metamorfosis formal concretada en la siguiente parada.

Ésta, Magic Mushroom, sale en junio. Casi enteramente armada a partir de instrumentación y procesamiento electrónicos (una guitarra eléctrica acompañada del respectivo e-bow, una laptop, loops, un teclado), con esta placa Romero ahora apunta hacia Boards Of Canada, el tutelar Eno, PanSonic, DJ Shadow e incluso Neu! Lo interesante es que la esencia del sonido LV no ha mutado, sino que descuella revestida de parafernalia digital. Y si bien un gran paso para experimentar con los sonidos de naturaleza electrónica fue el consumo de hongos -de ahí el bautizo-, más inclinó la balanza el descubrimiento de la venerable tradición electrónica.

Dos nombres ha ofrecido el músico para comprender Magic Mushroom, ambos dúos: Boards Of Canada y Neu! Me quedo con el 50% del legendario binomio kraut rock alemán que aún vive: Michael Rother. La sabiduría proto-ambient, imbuida de belleza contemplativa y acuarelada, con que el germano diese cátedra en sus LPs solistas; se percibe en el nuevo La Vie a través de sus momentos de frecuencias en technicolor (“Cuando No Hay Un Yo Hay Dicha”), en el robusto aumento de las capas de sintetizador como materia prima para la construcción de los temas (“Más Allá Del Pensamiento”), en el notable enriquecimiento de las texturas timbrales (“Engaño Mental”).

El amor de Romero por el pop sigue vivito y coleando, no obstante. Ello, aunque, hacia el final del viaje; La Vie permee su nueva piel hasta ser atravesada por abstracciones sonoras más enrevesadas (“La Atención Es El Principio De La Inteligencia”, “El Silencio De La Mente Es La Belleza En Sí Misma”). Recomendable para vuelos enteogénicos en estos días grises.


Aprovechando que estuve por Arequipa en mayo, logré hacerme por fin de un ejemplar de Sauce Fucsia (2017), nuevo trabajo de Comfuzztible que a la vez comportase su retorno a la escena characata. Para quienes no le conocen, Comfuzztible debuta en el 2007 con un epónimo que concitó buenos comentarios, dada su sonoridad deudora del psicodélico revival garajero-surf que se soliviantase en la década pasada -saltando hacia la misma vereda que Los Protones y su anterior encarnación, Manganzoides. Un año después, se libera un EP para libre descarga, Fuzz Propano; que no consiguió reeditar los logros del epónimo. A mí no me desagradó, tal vez porque fue lo primero que le oí a la banda (el debut lo encontraría años más tarde, en una tienda de Galerías Brasil).


Felizmente, el cuarteto se ha mantenido todo este tiempo tocando en vivo y componiendo, hasta que decidiera regresar con nuevas entrega y formación. El line up original estaba compuesto por Piero Chávez Velando (voz y teclado), Coco Herrera (batería), Víctor Abarca (guitarra) y Luis André Talavera (bajo). El lugar de este último ahora lo ocupa Joaquín Castañón. La lisérgica portada recibe ecos apagados del arte de discos como los de Jimi Hendrix o The Grateful Dead, lo que indicaría que se ha dado más protagonismo al viejo rock ácido de esos cada vez más lejanos días. Esto, sin embargo, no es tanto así: como sucedía en el epónimo, lo de Comfuzztible es rock protopsicodélico de movedizas melodías, guitarras pericoteras con habilidad para el quite limpio, vocalización en plan de delirio persecutorio, y un groove que invita al desenfreno tal cual aquel “ritmo enfermedad” que se viralizase en la Lima de fines de los 60s.

La novedad respecto de Comfuzztible estriba en el incremento exponencial/adrenalínico de fuzztone y, sobre todo, de Farfisa. Desde “Invasores Del Espacio (Ella Va A La Playa)” hasta la revivalista “Revolución”, ambas fuerzas tallan cada número de Sauce Fucsia, convirtiendo a la mayoría de ellos en un coctel molotov de desbocado y quemante rock cavernícola. Y si uno de estos dos pistones gana el pulseo, ése es el Farfisa, que redondea las tomas finales en performance tan chillona como la de Tren Fantasma (amago clandestino de Diego García, del recordado fanzine Sótano Beat); sólo que en registro mucho más proteico. Canciones como “Spiral Dance”, “Calle Abajo”, “Extraña Piel” y “Flash” no serían lo mismo sin la presencia del consabido órgano.

Comfuzztible no siempre hunde el pedal en el acelerador. Tras “Ese Cristal”, y con la excepción de “Césped Primaveral”, track en el que la banda se transfigura para mostrar su lado más oscuro/agresivo/contemporáneo; los medios tiempos hacen las delicias de las generaciones que vivieron el Verano del Amor en San Francisco. Ello no veda espacio para solos ígneos y punteos acibarados, como el de “Césped Primaveral” (a cargo de Miguel Ángel Burga, invitado de lujo -La Ira De Dios, Culto Al Qondor, 3AM-) y el de “La Chica Del Puente”, respectivamente.

Disco a escuchar con el volumen al tope, Sauce Fucsia marca el retorno del combo mistiano psych-garagero. Si decide nuevamente parar, espero que el reentré no vuelva a demorar nueve años (o más).


La navidad del 2015 trajo como regalo inesperado la publicación de En Bancarrota, estreno de los arequipeños Hombre Del Espacio. Formado en el 2014 por Luis García (bajo), Herber Paredes (guitarra, voz) y Fernando Morales (batería); el trío de indie rock casero consagró el 2016 a la difusión de su primogénito, cerrando el año con La Navidad De Raúl Armas 7’’. Desde entonces, los triates se hallan de para: aunque hace poco (julio) se ha editado nuevo sencillo con dos demos de lo que eventualmente sería un segundo asalto (“Cine Millonario (Versión Invierno)” y “De Hecho, Aún Sigo Rockeando”), los miembros de HDE consideran al grupo todavía inmerso en el receso.

Algún tiempo después de editado En Bancarrota, Herber Paredes se saca de la manga el chaplín de Vida En Marte. Bajo este seudónimo, el guitarrista ha estado lo suficientemente activo como para acreditar a la fecha cinco lanzamientos -sin contar con que, en paralelo, ha dado curso a otro mote unipersonal de apariencia colectiva: Mente & Los Manuscritos (con el que ha puesto para free download Una De Tus Vidas Prestadas EP, 2017).

Apenas germinado, VEM abrazó el catecismo de todo músico de dormitorio -el indie, otra vez. Ruido, pop, ludismo en el testeo de sonidos; son variables que también están presentes en Hombre Del Espacio, si bien más cohesionadas en un formato reconociblemente rockero. El debut Días EP (2016) recoge la impronta del terceto desnudándola hasta lo más básico (“Fábrica De Falsas Memorias”, “Sueños De Frágil Cristal”). Posteriormente, el sureño se ha dejado arrastrar por el lo fi, en un caso de abducción mucho más severo que el de Peatón (por citar un nombre coterráneo).

El lo fi prioriza la urgencia y la vitalidad antes que la pulcritud de registro y el ensayo cuadrado, de modo que lo grabado por Paredes tiene una pinta bastante sucia, lo cual no oblitera sus impacientes despliegues de energía e inventiva pop. De este modo, paulatinamente Vida En Marte se ha alejado del sonido de Hombre Del Espacio. Si en Días EP todavía quedaban resabios del sonido de la terna, en Nietos Cósmicos (2017, single de cuatro temas) esos residuos desaparecen ante el vuelco hacia hechuras pop melódicas dominadas por la Baja Fidelidad, acicaladas con anotaciones raspantes más propias del “hssssss” del cassette, con fade outs arbitrarios, con outputs de retroalimentación -¿a qué punto?- involuntaria. El mismo sino han seguido los otros dos singles, Pornografía Nostálgica (2018) y Mis Beatles (2018), así como el otro EP, Reporte Rápido Del Alma (2018, magníficas “Mi Anticipado Rescate” y “Ladrones De Sinergia”).

Una mixtura senescente de noise, melodioso pop minimal y hasta elementos repescados del folk (sobre todo en el primer round); es la que preside el universo personal de Herber Paredes. Como aparentemente va en serio la cosa, no hay que preocuparse de que un posible regreso de HDE corte la trayectoria de Vida En Marte. Ni la de Mente & Los Manuscritos, que ya ha amenazado con reaparecer.


Hákim de Merv

jueves, 16 de agosto de 2018

Sonologyst

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 8 de agosto del 2018.)

Inquietante el modo en que ha empezado a evolucionar lo que entendemos por “polisemia”. El significado original del término designa la cualidad de una palabra o signo lingüístico “que tiene varias acepciones o significados”. Una palabra polisémica, en consecuencia, maneja “dos o más significados que se relacionan entre sí”. Este postrer entrecomillado ya no es necesariamente cierto desde hace décadas. En su álbum de 1975, Radioactivity, Kraftwerk apostaba abiertamente por la ambigüedad: ¿se referían título y concepto a la actividad radiofónica o a la radiación atómico-nuclear?

Lo que no podían prever ni el Océano, ni el Larousse Ilustrado, ni el Espasa Calpe; era que tal significado de “polisemia” empezase a aplicarse a más de una palabra. Hace apenas unos años, le recomendaba a un amigo, músico vanguardista local, darle una oportunidad a Maximum Terrorem. Éste es/¿era? un avatar de Erick Bullón, que firmaba discos cuyos rasgos podían ser simplistamente descritos como dark ambient. Mi amigo retrucó que ya había escuchado el subgénero en cuestión, oponiendo a mi sugerencia los nombres de Black Tape For A Blue Girl, Ordo Equitum Solis, Lycia y casi toda la tropilla del sello estadounidense Projekt. MT no se parece en nada a la citada nómina, pero entendía los motivos que había tenido mi amigo para confundirse.

Y es que, sin duda, “dark ambient” se ajusta mucho más a los lineamientos de Projekt; puesto que sus grupos partían del dark rock y del gothic para acercarse a la música etérea a través de atmósferas oscuras pero no dantescas. Por otra parte, “ambient dark” sería la precisa manera de sindicar a determinadas bandas de cepa industrial, postindustrial, noise y/o metal; que conscientemente se internan en el minimalismo del ambient para generar climas lúgubres y alevemente dantescos. El vencedor en la lucha por la sobrevivencia fue este último, y el habla cotidiana, que a la hora de la hora es más fuerte que el sistema y la norma en cualquier idioma; le premió sin embargo con la chapa del vencido -haciéndose conocido como “dark ambient” aquello que en un principio era más apropiado tildar de “ambient dark”.

A lo nuestro, antes de que la polisemia nos lleve al lenguaje universal o al babélico caos del Armagedón, lo primero que llegue.

Sonologyst es el unipersonal del italiano Raffaele Pezzella, músico de quien te hablé hace casi un mes en estos mismos bytes con ocasión del In Tenebris Scriptus - A Dark Aural Tribute To H.P. Lovecraft (2018). Como seguro recordarás, el hombre además dirige la discográfica Unexplained Sounds y su subsidiaria Eighth Tower Records, frentes de edición/difusión para cultores de dark ambient y de composición contemporánea de todas partes del mundo. Con el alias de Sonologyst, Pezzella tiene ya seis años de trayectoria publicando mayormente obras de las que él solo es responsable, si bien ello no le ha impedido asociarse cada tanto para asimismo lanzar trabajos conjuntos (Time Is The Enemy, 2016, con el ruso Kshatriy). Contando éstos, y desde el primerísimo Ipotesi Del Continuo (2012), Raffaele lleva catorce discos editados con tal seudónimo. No los he escuchado todos, pero sí una buena cantidad de ellos, lo que me permite ensayar un acercamiento a sus opresivas sonoridades y sus doctas referencias.


Doctas, sí, porque otra cosa no puede pensarse de largos como Ancient Death Cults And Beliefs (2015), A Dream Inside A Dream (2015) o Beyond The Logic Of Science (2013, cada uno de sus tracks nace de samples de/está inspirado por Stockhausen, Morton Subotnick, Pierre Henry, Bernard Parmegiani y Henri Pousseur; entre otros insignes precursores de la misma brillante época). Sonologyst depura la brusquedad del industrial barrenando su aparatosidad, lo deja en los huesos para facilitar a partir de ese estado su acercamiento entre chamánico y hebefrénico al ambient, a la drone music ritualista y de mayúscula abrasión iterativa. En sus genes yace el legado de los grandes compositores electroacústicos de mediados del siglo XX, pero también el de los francotiradores insulares antologados por el Ambient 4: Isolationism (1994) y -tangencialmente- por la cuádruple serie Excursions In Ambience.



Mecanismos sin forma zarandeados por entidades incógnitas, de las que no sabemos nada excepto que no toleran ni media guitarra. Paganismo radioactivo sin evidente raison d'etre, que emite sin cesar cascadas de agobiantes sonidos velados. Antigeneradores de síntesis aditiva cuyas directrices tímbricas muy difícilmente pueden entenderse ideadas por la mente humana promedio. Purga casi absoluta de cualquier elemento al cual el escucha pueda asirse para evitar flotar hacia el maremágnum de materia negra que inexorable se acerca -las poquísimas voces que aparecen en la música de Pezzella son TODAS accesorias... Ésa es la trocha que ha decidido abrir Sonologyst, y en la que se ha desenvuelto progresivamente mejor con cada nueva entrega.

Rodajas como Silencers - The Conspiracy Theory Dossiers (2015, reeditado este año) o Electrons - A Scientific Essay (2016) se hallan masivamente plagadas de sonidos que ni absorben, ni reflejan, ni mucho menos emiten luz alguna -salvo, acaso, la del punzante dub electrónico, que tampoco es que abunde. Me figuro que personas extremadamente sensibles no podrían comprenderlas, e incluso serían incapaces de percibir sus contornos generales, como si fuesen cúmulos de gases fríos compuestos por partículas aún desconocidas para el entendimiento humano. A estas alturas del texto, caería en un oxímoron aduciendo que así es el dark ambient por ascendencia. El ruido de catacumbas pletóricas de vida infrahumana, el sonido que emiten las meninges irritadas, alegorías fabuladas de ruido blanco: cualquiera de estas imágenes alude a su esencia tortuosa/atosigante, sin agotarla.


Una jornada promedio de Sonologyst es, en la práctica, un laberinto sencillísimo de resolver desde fuera. El problema radica en que, una vez dentro, aquello que parecía manifiesto se torna ilusorio; y la arquitectura del dédalo se distorsiona hasta niveles no-euclidianos. Trazados lineales, columnatas y ángulos se multiplican pesadillescamente sin posibilidad de disrupción; y ya sólo el fade out (¿cuán?) arbitrario permite un respiro momentáneo ante el enmarañado súmmum de vericuetos ramificados. Mientras desde fuera el enigma se soluciona con un par de miradas, la experiencia de zambullirse en su interior -escalofriantes climas de enajenación, nihilismo inextricable de magnitudes siderales, malignas trombas de alienación sonora, refinados crescendos minimalistas/maximalistas- no será placentera para quien no esté previamente preparado.

Por su conformación atmosférico-ambiental, Sonologyst ha llegado a ser comparado con Merzbow y Sun O))), lo que me parece erróneo. Salvo por el minimalismo, las vanguardias de ruido digital poco o nada comparten con el dark ambient, que está más cerca del post rock de Scorn o la electrónica del primer Scanner. Aunque anterior a ellas, Merzbow ha terminado integrándoseles. Y en cuanto a Sun O))), podría alegarse que pese a que la dupla de Stephen O'Malley y Greg Anderson ha explorado direcciones consonantes, los resultados son lo suficientemente distintos como para obviar cualquier similitud. De cualquier forma, ello habla muy bien de la unicidad del músico cisalpino.

El año pasado, Pezzella estrenó Apocalypse, que debe ser su disco más singular a la fecha. Por primera vez en seis años, Sonologyst no suena coercitivo ni sofocante. La intención del bautizo es notoria, pero en lugar de un esférico de motivos irrespirables y constrictores, la mirada del europeo es crepuscular, resignada, estoica... Sin dejar de ser idóneo para films de ciencia ficción, el sonido del plástico es vesperal; otro tanto sucede con su narrativa, que enumera las estaciones que la Humanidad atravesaría/atestiguaría ante un evento de idénticas características, desde su advenimiento hasta el inerte final (de hecho, la placa recuerda mucho los minutos finales de Knowing). Por momentos líquido, por momentos anacarado, siempre desoladamente fúnebre; en mi opinión Apocalypse se convirtió en un título a considerar en los recuentos del ejercicio 2017. Su atipicidad no lo hace la más apropiada opción para quienes se muestren interesados en acercarse por primera vez a Sonologyst. No obstante, ya que hemos llegado hasta aquí, y remarcando siempre su accesibilidad... ¿te animas a darle una oportunidad?


Hákim de Merv

jueves, 9 de agosto de 2018

Satélite Menor: Tímidas Formas De Convivencia EP // Club Del Fin Del Mundo: Luna EP // Aloysius Acker: Alba EP // Brageiki: Tutamanta

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 1ero de agosto del 2018.)

(In crescendo...)

Dos de las agrupaciones más prominentes adscritas al colectivo UnderPop, dirigido/coordinado por Josué Vásquez, miembros de Marfilia y de Prealba han dado forma a Satélite Menor. Esta nueva asociación lleva por lo menos medio año de existencia, ya que su tema “Maisaje” aparece en el UnderPop... 4.1 (febrero del 2018), hasta ahora última referencia de la saga de compilaciones publicadas por la mancha pop/rock independiente (aunque eso está por cambiar en breve).

SM, sin embargo, es manejado por otro emprendedor sello de estética equivalente -Catenaria Discos. Hace menos de veinte días, la escudería ha colgado para descarga gratuita el debut, Tímidas Formas De Convivencia EP. Cuatro canciones pedestres, muy directas y dinámicas, de ascendencia pop española cosecha 90s, con ese sabor agridulce de bandas como La Buena Vida (la apertura “Días Nuevos” recuerda su poco a los donostiarras). Bien es cierto que los muchachos se inclinan hacia la melancolía conforme se suceden las pistas, pero el cierre de “Maisaje” elude con gracia la trampa mortal de la soledad, la incomunicación, el eterno duelo entre cerebro y corazón...

El dúo de voces que caracteriza a Satélite Menor lo integran Sofía Araya (Marfilia) y Antonio Espinoza (Prealba, además guitarra acústica). Completan la nutrida alineación Vicente García (Prealba, guitarra eléctrica), Mirko Bailón (bajo), Julio Guillén (Panoptia, teclado) y Jesu Ccopa (batería).


En el contraste, el de Club Del Fin Del Mundo es un registro bastante más eléctrico que el de SM. Compañeros de sello, el cuarteto de San Borja también esgrime un sonido pop/rock noventero, un tanto más cercano al sonido college/alternativo de la primera mitad de década. Riffs con buen timing, ritmos pegadizos, ejecución eficaz, chamba en los arreglos, concisión que se agradece: tales son sus mayores características.

CDFDM debutó asimismo con un EP, Luna, sólo que en octubre del año pasado. La potencia que despliega desde “En Tus Ojos”, lanzado como single de promoción radial, no decrece hasta que “Mi Cuerpo No Responde” baja el telón de la jornada; pero sí se acomoda según el caso. Mientras que el surco epónimo, verbigracia, enrumba hacia espejismos inconscientemente deudores del darkwave; “Mi Cuerpo...” revisita coordenadas en las que eventualmente coincidiría con Marfilia.

Notorio punto en contra: “Juego De Intención”. El track, ejercicio de pop sincopado, es bien llevado hasta que la voz decide incursionar en el spoken word (3.05 en adelante). Errores de noviciado, supongo. Sugiero no vuelvan a incurrir en ellos Hugo Bayona (bajo, coros), Chester Luna (batería), Raúl Bustíos (voz) y Diego Orosco (guitarra). Libre descarga, como en el caso de Satélite Menor.


De mirada radicalmente distinta a los 90s, menos de un año ha necesitado Aloysius Acker para volver a samaquear los predios avant nacionales. Alba EP salió a la luz en mayo, y el cambio que implica con respecto al homónimo mini-álbum debut (junio del 2017) es demasiado marcado como para pasar desapercibido.

El proyecto unipersonal de José Rodríguez maneja en esencia las mismas variables del primer episodio: bliss, shoegazing, post rock, ethereal music... Cada una de las cuatro composiciones del extended bebe de ese fino preciosismo pop que le reportó los mayores elogios al individualista en el lance previo. Pero sólo una, “Aurora”, puede acreditar la tesitura vaporosa/el puntillazo impresionista con que Rodríguez rubricaba meses atrás su revisión de la vanguardia más clásica de fines de los 80s y principios de los 90s.

¿Qué pasa con “Luz De Otoño”, “Pastoruri” y “Madreselva”? Que sus melodiosas figuras, en otras condiciones apreciables a simple audición, están enterradas bajo un erosivo vendaval de distorsión. José ha elegido darle mucho mayor peso al Ruido, lo que resitúa a Aloysius Acker a unos cuantos pasos del harsh noise. No critico su decisión. Alba EP sigue siendo muestra inobjetable de cómo debe encararse la música pop contemporánea para transformarla en Arte. Pero admito que me gustaba más la antigua piel de AA. Free download a través de Bifronte Records (foto: Patricia Saucedo).


Desde la zona centro-sur del país (Ayacucho), Brageiki Vega manda al tacho tres años de silencio con su novísimo Tutamanta, quizá el mejor disco de todos los que se han lanzado en lo que va del año dentro de la escena independiente peruana.

Vega ha llevado su peculiar maridaje de músicas vernacular y electrónica a nuevas alturas. Desarrollo ulterior de lo mostrado tanto en El Espejo De La Iris (2014) como en Wayta EP (2015), en Tutamanta la hibridación que practica Brageiki tiene literalmente vida propia: evita las facetas (“Anqasnina”), las abraza para disgregarse sobre ellas (el lo fi nocturnal de “Luna Nueva Para El Perú”, el folklore novoandino de “Pukaray” y “Purikuq” -tributario de maestros como Raúl García Zárate-), desaparece por completo en favor del componente electrónico de la mezcla (“Infrazul” y “Atardecer Para Una Noche”, ambas en inédita clave IDM), vuelve a aparecer reunificada (“Todo Está Químicamente Planeado”, incluye fragmentos de una conferencia que diese Gustavo Cerati a la comunidad latina en Estados Unidos). De acontecer unas detrás de otras, estas sucesivas transformaciones evocarían/emularían ciclos vitales de la naturaleza -el del agua, sin ir más lejos.

Alguna vez alguien escribió que el folklore andino se metamorfosea según el entorno social en que se desarrolle, pero olvidó decir que el individuo importa también, y mucho; tanto o más que la esfera gregaria en que éste se mueve. Siendo Brageiki uno en quien habitan dos mundos en constante fricción, como igualmente le pasaba al taita Arguedas, la síntesis de su obra es doblemente encomiable. Tutamanta es la consolidación definitiva del bellísimo estilo personal que el limeño de raíces ayacuchanas ha decidido cultivar, para nuestra fortuna -no tengo ni puñetera idea de qué demonios hará luego para superarse a sí mismo. En sus mejores pasajes, me hace pensar en un Robin Rimbaud tercermundista que prescinde de todo muestreo expropiado a la red de telecomunicaciones.

Edita esta gema SuperSpace Records, patria discográfica fundada por el camarada Wilder Gonzales Agreda.


Hákim de Merv

jueves, 2 de agosto de 2018

Luismiwave: Tributo A Luis Miguel // Seatemples: Down Memory Lane

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 25 de julio del 2018.)

Side effect negativo del mundo globalizado en que nos movemos hoy, “gracias” al home run obtenido por la serie de Netflix ahora resulta que tooooooodo el mundo ha sido/es fan de Luis Miguel. En el mejor escenario, para mí no es otra cosa que un sujeto premiado por Madre Natura con determinados talentos -malgastados, como otros inútiles del mismo rubro (Juan Gabriel a primer lugar), en una carrera comercial/marketera orientada a extraer los últimos dividendos que podían exprimírsele a un ¿género? tan anodino e insípido como la “canción hispanoamericana”; equivalente al risible schlager alemán de post-guerra.

Te preguntarás a santo de qué hablar del así llamado “Sol de México”, cuya reaparición hace unos dos o tres años lo hacía parecer más una metagalaxia, de lo rollizamente adiposo que estaba. Obvio: por definición, el vaporwave se nutre de esa nostalgia con que arrebujamos el pasado entre fines de los 70s y principios de los 90s. Marcado por aquello que arbitrariamente imponían radio y televisión, y a diferencia del Primer Mundo, el nuestro estuvo literalmente plagado de las melodías de Luis Miguel y los de su especie. A ellos se debe el vaporwave de origen latino, (les) guste o no.

Con la consigna de agrupar a los músicos vaporwave de esta parte del globo alrededor de una plataforma sólida e independiente, la discográfica Eternal Vibes viene operando desde hace unos meses. Su primer lanzamiento data de noviembre del 2017 (la compilación Eternal Vibes Vol. I), y en menos de un año ya bordea la veintena de títulos. Aunque el hecho de que la label haya sido fruto de la iniciativa de un mexicano (Rubén Ibarra), un dominicano (Edgard López) y un chileno (Salvador Mella), da pie como para hablar de una sede social sita en Internet; lo cierto es que la producción física de los álbums tiene lugar en Chile.

Capitalizando el runrún generado por la serie de marras, la reciente aparición de Luismiwave: Tributo A Luis Miguel (2018) ha sido cálidamente recibida en los circuitos underground latinos. Se apuntan actos de cuatro países de la región: Chile (MALO420 y PEPSIMAN™), Paraguay (bøbi), Argentina (PLASMA, Invisible Lover y プテ/Svn Prxtxctxr/ック) y México (サントダック Saint Duck, Blue Fancy, RFKR BAS$, Skule Toyama, T H A 竜児かれ超神 R U, Jesse Cassettes y EMBA Soundsystem). El rango de participación es similar al del Eternal Vibes Vol. I.

La intención de Luismiwave... queda en luminosa evidencia desde el subtítulo. Es éste un homenaje “al icono musical de la década de los 80, Luis Miguel”. Dadas las características ya enumeradas de un ¿género? como el vaporwave, no podía ser de otra forma. Por eso, me deja bastante pensativo el arranque del disco. En “No Culpes A La Noche”, “Cómo Es Posible Que A Mi Lado”, “La Chica Del Bikini Azul”, “Cuando Calienta El Sol” y “Écrivain D'Amour”; los bpms andan bastante pasados de revoluciones: más que admirativos, parecen paródicos, e incluso hasta autoparódicos. Obviando este hecho, suenan muy divertidos, porque precisamente la idea de un tributo electrónico, subrayada todavía más por el vaporwave; es quebrar el contexto original de los samples y reacomodar éstos en otro más subversivo. Digamos que la cadencia superacelerada y tonera de estos cinco tracks permite catalogarles, por analogía imperfecta, de bersek future funk. Lo mismo vale para “Soy Como Quiero Ser”, de bøbi.

A partir de “Estrenando Amor”, de Jesse Cassettes, número future funk que cumple religiosamente el canon; las revoluciones bajan ostensiblemente (con la salvedad ya acotada de bøbi). Relecturas como “手をつないで (私の恋人と)” de Trans World Airlines, “Por Favor Señora” de MALO420 y “Golden Law” de Invisible Lover fluctúan entre el vaporwave original y el mallsoft/muzakcore; sin llegar a constituirse en híbridos. Sí lo hace “Sunny Protection” de プテ/Svn Prxtxctxr/ック, en tanto que “Inolvidable” de EMBA Soundsystem ignora la voz del casi cincuentón cantante para alcanzar la (¿sub?)categoría de dreamwave.

Admito que se trata de una encantadora revisión de lo publicado por el mexicano-que-en-realidad-es-puertorriqueño. Reconozco que muchos fragmentos de sus canciones nunca dejarán de rodar por los intrincados pliegues de mi materia gris, porque a fuerza de encontrarme con ellos hasta en la sopa, se me han quedado grabados sin la menor intención. Pero también es verdad que este Luismiwave... es una lúdica manera de enfrentarlos, deconstruirlos para acelerarles o sosegarles, y así socavarlos -(les) guste o no.


La comuna portuaria de Coquimbo, en la región del mismo nombre al norte de Valparaíso, es el hogar de Seatemples. Formados en los estertores del 2014, en septiembre del 2015 y en agosto del 2016 germinan respectivamente sus primeros singles virtuales, “Lanterns” y “Further” -el primero de ellos permanece para descarga gratuita en SoundCloud.

Ambos son repescados en el debut largo Down Memory Lane (septiembre del año pasado). Antes y después, la banda colabora en dos homenajes orquestados por la prestigiosa bitácora brasilera The Blog That Celebrates Itself: Just For A Life: A Homage To Slowdive (febrero del 2017, con “Spanish Air”, del primigenio Just For A Day) y Popkiss - TBTCI Meets Sarah Recs (febrero de este año, con “Quicksilver”, de The Field Mice, editado en el So Said Kay EP). Las versiones a tamaños referentes no son gratuitas, pues ambos -tanto Slowdive como la seminal escudería Sarah Records- pueden ser mapeados en el genoma del grupo que conforman Moisés Segovia (sintetizador), Diego Herrera (batería), Priscila Ugalde (bajo y voz) y Patricio Zenteno (voz, guitarra y programación). Cabe aquí resaltar que, durante la etapa tempranera de Seatemples, signada por un feedback muy interesante entre el combo y su entorno, documentado a través de fotografías, logo y videos; Zenteno también se hizo cargo de secuenciadores y samples.

Parte de esa retroalimentación se refleja en DML sólo de modo accesorio. Ello, debido a las dos improntas que rubrican sobremanera el output de los coquimbanos. Por un lado, el post punk a centímetros de convertirse en dark. Por el otro, el shoegazing en fase dream pop. De las principales características de estos discursos no opuestos, pero sí distintos, está repleto el disco: guitarras incisivas que producen luminiscentes telarañas de sonido, en medio de la “silenciosa” e inagotable marcha del bajo; sugerentes ambientaciones instrumentales de espacios cerrados, dentro de los que la pluma de Zenteno describe emociones como la saudade, el amor, la vulnerabilidad; percusión contenida delimitando envolventes melodías de una rara tonalidad acústica...

Down Memory Lane, que circunstancialmente añade a sus cuarenta y tantos minutos pinceladas neopsicodélicas (como en “Seaweed”), me ha traído a la memoria el fantástico To Deaf And Day (2017) de los californianos Glaare. En las calles un mes después del debut chileno, la maravillosa web mexicana Sound And Vision describió a los norteamericanos como el equivalente a escuchar un 33 de The Cure y tenerlo presente en las neuronas durante un directo de Slowdive. La pequeña-pero-importante diferencia entre ambos estriba en que el sonido de los sureños es mucho más acerado y potente: piezas como “The Burning World”, “The Crack Of Light”, “When The Sea Reveals” (me encantó el guiño a Mercury Rev) o “Coronal Loop” transpiran una energía, un vigor que no tiene ninguna pista del To Deaf... (que así y todo sale bastante airoso).

Actualmente, Seatemples vive días felices. Su ingreso al catálogo de la disquera norteamericana Custom Made Music (Ringo Deathstarr, Citrus Clouds, Peter Hook & The Light), que se ha encargado de la realización física del Down..., ocurre en medio del proceso de composición del segundo capítulo del cuarteto. Maquetas del mismo ya dan cuenta de por lo menos dos singles listos, tentativamente titulados “Secuestro” y “Holograms”. No hay fecha de lanzamiento a la vista, de lo que se colige que tampoco hay apuro. Por donde se sopese, esta apasionante alternativa a lo hecho por The Holydrug Couple constituye una (otra) agradable sorpresa.



Hákim de Merv