jueves, 27 de octubre de 2022

Sunday Night Joy: Stranded // Nyarlathotep - A Tribute To Howard Phillips Lovecraft

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 19 de octubre del 2022.)

Desacostumbrado, cuando menos, el itinerario que ha seguido Caesar Rahadian Kusnadi bajo el mote de Sunday Night Joy. En estas tierras se le escuchó por primera vez hacia el ‘13 con “Like The Sounds Of Curiosity”, corte cedido a ...Brands Upon The Brain, sexta entrega de la serie ‘Lego’ que sostiene Chip Musik. No volvimos a tener el gusto sino hasta mayo de este año, en que refrenda su colaboración en el quinceavo capítulo de la misma saga -...Pulsos De Bosques- vía “Lying Under A Shady Tree”. Siendo el músico ciudadano de Indonesia, en realidad no extrañaría su casi nula presencia en Latinoamérica, si no fuera porque la situación es exactamente la misma en su zona de procedencia -con la adición del single “Mind Of Silence” (lanzado en el ‘18).

SNJ, pues, carece de mayores acreditaciones discográficas. Tres 45s en dos lustros es un promedio muy magro, pero palidece aún más si se duplican los años en actividad. Aunque lo de “actividad” habría que analizarlo más de cerca, ya que es el propio Rahadian Kusnadi quien consigna como fecha de nacimiento el período comprendido entre el 2002 y el 2022 -léase un parto de dos décadas. Así lo corrobora Stranded, anunciado por Chip en su BandCamp como el debut absoluto del asiático: en efecto, se adosa allí una fugaz biografía del insular que incluye la dirección de su cuenta SoundCloud, donde no hay absolutamente nada. Stranded debe considerarse, entonces, el estreno a nivel mundial.

El disco se compone de seis temas y un remix en manos del peruano Alcaloidë. De esa media docena aludida, una tercera parte corresponde a aquello aparecido en los Legos antedichos -no siendo “Mind Of Silence” materia para la respectiva repesca. Las nuevas creaciones se aúnan al sonido con que ya se había identificado Sunday Night Joy gracias a “Like The Sounds...” y a “Lying Under...”: un idioma sonoro que se derrama/disemina/acomoda entre el shoegazing y su trasvase rumbo a la electrónica intimista de baja resolución, a unos cuantos pasos de la estilizada indietrónica que caracterizase a Morr Music.

Acompañada por “Like The Sounds...”, que subraya la veta digitalista del mixtión, la apertura “Dyn” pone de relieve el fino balance entre melodías sencillas y microscópicos clicks’n’cuts que al autor es tan caro. Ese equilibrio, empero, vacila intangible, cual si fuese sólo apariencia. Esto se debe a que, por una parte, hay tracks que florecen más próximos al cálido fulgor del baggy; como “Lying Under...” o “The Shoreline Quest”. Por otra parte, canales como “Stranded In The Interior Of A Common Sphere” y su remix se asientan en el subíndice binario de la fórmula, enfatizando la ornamentación electrónica e incluso acudiendo a patrones rítmicos tributarios del jungle. Esta taxonomía, por supuesto, no excluye la utilización de elementos pertenecientes al lado “opuesto”: en todo momento, el resplandor demencial del shoegazing y la desprolijidad lo fi de la indietrónica combustionan al interior del álbum.

“Newfoundland” es la síntesis más pulida de lo hecho hasta ahora por Sunday Night Joy. Número de ensoñación digital y brillo dream pop, es heredero por igual de Auburn Lull y de Boards Of Canada/de Pale Saints y de Telefon Tel Aviv/de Slowdive y de Dntel. Tal cual sucede en buena parte de Stranded, “Newfoundland” se convierte en angélico flujo de narrativa no-lineal, donde una guitarra en plan ambiental hace las veces de plomada para la construcción de muros de artificioso éter -o el dulce crossover entre Ulrich Schnauss y los Seefeel cristalinos inmortalizados en la recopilación Polyfusia (1993), hecho realidad.

Con un nombre como el suyo, diríase que el único propósito de vida de la difunta escudería lusa Kadath fue erigirse en constante recordatorio de la inextinguible influencia ejercida por H.P. Lovecraft sobre determinados individuos consagrados al arte de la Música. Durante los tres años en que se mantuvo a flote (1995-1997), sin embargo, la independiente conimbricense dirigida por Nuno Loureiro no sólo costeó una insignificante cantidad de títulos (8 en total); sino que apenas uno de ellos puede tomarse como cabal reflejo de la obsesión que suscita la mitología del visionario escritor usamericano.

Eso sí, si no el primero, Nyarlathotep - A Tribute To Howard Phillips Lovecraft (1997) debe ser uno de los -es justo ponerlo así- primigenios esfuerzos colectivos que honran con todas las letras al genio de Providence. Argumento de sobra para que Eighth Tower Records, macabra subsidiaria de Unexplained Sounds, haya apostado por la reedición de rigor un cuarto de siglo después. Concretarla, me imagino, ha debido ser toda una hazaña: Nyarlathotep... se inscribe en el ocaso de la tape culture europea, en una época en que ésta propinaba sus últimos coletazos ante la inmensa superioridad del CD-R. Como tal, el tributo fue manufacturado en cassette.

Otra circunstancia que llama la atención es la relativa a los participantes. De todos ellos (7), sólo uno gozaba de cierta notoriedad desde principios de los 80s: el grupo dark italiano Kirlian Camera, que figuró en varios mixtapes en aquellos calendarios. Como corresponde, los demás son perfectos desconocidos, incluso para los críticos más avezados. Menciono a Kirlian Camera, no obstante, porque al contabilizarle se completa la mano de combos itálicos aquí convocados; cosa rara siendo Kadath una label ibérica. Además del francés Michel Madrange (a) M.Nomized y del proyecto portugués Nigredo, se involucran Gerstein, T.A.C. (acrónimo de Tomografia Assiale Computerizzata), In Articulo Mortis y Tombstone (por partida doble). Salvo los dos últimos citados, todos se han mantenido en activo por lo menos hasta la década pasada -algunos hasta hoy.

Obviemos ponderables delicadezas técnicas como la de la nueva portada y la de la remasterización obligada. Dado que Nyarlathotep- A Tribute To Howard Phillips Lovecraft es una pieza arqueológicamente recuperada, no se le puede exigir mucho. Parece haber consenso sobre la existencia, en los 90s, de una zona fantasma que cohabitaban el dark-gothic, el progre, el industrial y el metal; región de la que muy pocas bandas surgieran/resurgieran solventemente. Entonces nadie había pensado aún géneros como el dark ambient, el noise “lovecraftiano”, o el horror ambient. De modo que los habitantes de ese limbo pueden hacer las veces de antecesores de esas proto-tendencias, ilustradas aquí.

(In)armonías deshumanizantes, neopaganismo de aviesas connotaciones ultraterrenas, frecuencias subsónicas hasta la caricatura... El riesgo es que la mayoría de estos experimentos suele convertirse en cliché con el paso del Tiempo, y eso es algo que ejemplifica muy bien este homenaje. Previsiblemente, Kirlian Camera es el que más suena a gótico medieval (“Die Hochöfen Des Schmerzes (Organ Version)”). Y M.Nomized, el que más cae en el escalafón de pastiche (“Tantra Music”). La cuesta de Nyarlathotep... es, pues, descendiente a partir de “Ritual Affliction” (Tombstone) -excepto por “Deadly Nightshade” de T.A.C., que arriesga algo más allá y logra acercarse a las atmósferas de horror basáltico y resonancias cósmicas que llegarían a la consolidación de la mano del sound art y del dark ambient en lustros posteriores.

Hákim de Merv

jueves, 20 de octubre de 2022

NRA Ruido: Una Hora De NRA Ruido

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 12 de octubre del 2022.)

Vuelve Félix Pineda Méndez desde la otredad en que vive asentado con una grabación que parece hacer alarde de no tener la más mínima de las aspiraciones -o al menos es lo primero que se puede inferir de un “no-título” como Una Hora De NRA Ruido. Cedido esta vez a la plantilla de Noxa Recs, la armígera discográfica de José María Málaga -el debut Crugita (2020) apareció vía Uku Records, sello de Miguel, el menor de los Málaga-, el contenido se sube a BandCamp durante los idus de julio último; inaugurando la línea de lanzamientos en formato cassette de la susodicha independiente.

¿Novedades? Sí, algunas. Y bastante sustantivas. El detalle es que, para advertirlas, sigue siendo imperativo horadar el fortificado murallón de bulla teñido de paranoica barbarie que este limeño exiliado al pie del Misti hace fructificar cada que se sienta a ¿componer?/¿descomponer? utilizando quién-demonios-sabe-qué herramientas. Ya al comentar el estreno de Pineda Méndez, anunciaba los graves peligros de exponerse sin prudencia a los altamente nocivos niveles de ruido que se hallaban allí desperdigados: presbiacusia, tinitis, mastoiditis... La admonición es igualmente relevante para efectos del presente tape -vale más prevenir atenuando el volumen y/o contando con las invaluables bondades de dos Aspirinas Forte al hilo.

Al sortear ese colosal obstáculo, podrás notar que el modus operandi de NRA Ruido no ha experimentado mayores cambios. Improvisación, a-gramaticalidad sónica, automatismo, performance abierta. Las pocas líneas que acompañan el upload en BandCamp y las breves declaraciones del principal instigador de Noxa Recs coinciden en la esencia: registrados todos los temas en la comodidad de su hogar empleando con ingenio instrumentos caseros, la cinta extracta una hora de decenas de grabaciones en las que el solista explora aleatoriamente los diversos caminos que transita el noise extremo. Lo que sí ha mutado, como sugerí en el párrafo anterior, son los resultados.

Vislumbro tres tipos de pistas. El primero, el más evidente, es el relacionado con el pasado inmediato del alias: una tormenta de noise erosivo que chirría y muge/brama despedazando frecuencias y armónicos. O lo que es lo mismo, el ruido como exabrupto perenne, tal cual se mostraba en Crugita. A este ‘modelo’ se adhieren “DQHS”, la apertura “Archipiélago”, “Truhán” y “¿Cómo Te Puedo Llamar?”. Neurótica disfuncionalidad al mango.

El segundo tipo de pistas, el más desconcertante, es el que disminuye el exceso de decibeles y se expone proclive al fomento de giros imprevistos (“Asa”, “Valem”), ondulaciones (“Hípica”, “Borde”), estupros contra la guitarra (“Beneficios Y Riesgos En El Vacío”, “1991”), desbocamientos percusivos (“Cobertura De Leche”)... Es, de hecho, la tajada más sustanciosa y heterogénea de Una Hora... -me recordó las ocasiones en que el Liquidarlo Celuloide de sus dos primeros discos suprimía cualquier guiño lúdico para ponerse “serio”. Atendiendo a esta nutrida categoría, habría que preguntarse cuánto ha pesado el criterio de selección del material -a cargo de José María Málaga- para inclinar la balanza hacia este lado.

El tercer tipo de pistas es aquel que logra colarse entre el primero y el segundo. Aquí NRA Ruido interviene ondas de radio y televisión para saquearlas, recorta y reposiciona fragmentos verbales, regula las estridencias para disponerlas como anómalos oleajes según convenga. Es el feudo de la expresividad perturbadora. Es el reino de “Jacop”, “Lamo Tu Espalda”, “Chilpinilla”, “Azar Lascivo” y “Meenkntassonhido”.

Aunque sorprendente, también era predecible esta suerte de viraje en el andar del acto arequipeño. Dada su irritante e iracunda naturaleza, experiencias como ésta tienen todo en contra para perdurar. O bien se suelen extinguir rápidamente, o bien se avienen a ceder después de un tiempo a la búsqueda de cielos más clementes. No espero que pase ni lo uno ni lo otro, claro, pero es casi una regla. Felizmente, éstas suelen venir acompañadas de excepciones. Veremos si consigue NRA Ruido escapar a estos sinos, convertido ahora en dúo con el ingreso de Ángeles Valverde aporreando hi-hats, tarola y bombo -en BandCamp propio, el tándem viene colgando nuevas piezas con laudable periodicidad.

Hákim de Merv

sábado, 15 de octubre de 2022

Time Traveler: Dystopian Future / Micelio

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 5 de octubre del 2022.)

Faltaría a la verdad si dijese que guardaba en mis neuronas recuerdos de la que hasta hace poco debía considerarse la unigénita referencia de Time Traveler, unipersonal afiliado a Chip Musik y apertrechado del más impenetrable anonimato. La salida de dos nuevos registros, con cerca de tres meses de separación entre ambos, obliga a la consabida modificación en el status de Unidad (2011); así como a una breve reevaluación de sus pistas, de cara al análisis del material estrenado. Era ese primer paso, ergo, un conciso artefacto acunado por la desafección del ruido digital en su variante más carda. Tal peculiaridad dificultaba su dimensionamiento incluso entre lo más virulento de Chip -primero, porque la crujiente estridencia de sus aproximadamente 30 minutos le pintaba harto intratable como para estándares harsh, y segundo, porque cada tanto su atmósfera ionizada de huraña aspereza condescendía a dejarse permear por infinitesimales esquirlas susceptibles de catalogarse como “melódicas”.

Con esas inasibles cartas en mesa, la falta de continuidad del proyecto lo condujo rápido hacia el arcón de los olvidados, salvo entre aquellos/as de nosotros/as más memoriosos/as. De ahí que la conciencia agitase levemente una campanilla desde el fondo de la amplísima nómina de la independiente oroíno-limeña, cuando se anunció la aparición de un mini-LP once años después de Unidad. Ya que este último todavía se halla disponible para free download desde el BandCamp de Chip Musik -buscar entre los quince números de catálogo más antiguos-, es fácil volver a prestarle atención, corroborando de paso que el Viajero Del Tiempo ha evolucionado a partir de la radicalización de su primigenia propuesta.

Dystopian Future, en efecto, se ciñe al noise vertebrado utilizando digitalismos mil. Prácticamente, hasta el punto de no-retorno. Su capacidad de fuego no es 100% abrasiva, pero se queda a milímetros de esa línea. Tomando cuidadosa nota de los logros concluyentes que la escena experimental perucha rubricó entre fines de los 90s e inicios de los 00s, el ignoto individualista se zurra en las advertencias que penden sobre la trasposición de los límites permisibles máximos del umbral auditivo humano. Es, así, una venenosa/patológica definición del Ruido la que DF desarrolla a lo largo de cuatro canales.

No es piedad, sin embargo, lo que inhibe a Time Traveler de quemar todos los puentes tras de sí en dirección a la abrasión total. Si en “Dystopia” y en “Plastic Ocean” lo hace, bordeando las fronteras del ruido rosa, nada lo obstaculiza para obrar igual en “Micelio” o en “Wormhole”; cacofonías que podrían haberse incorporado con presteza en su asalto de hace casi un docenio. Nada, excepto tal vez cierto grado de oxidación perfectamente comprensible, razonable al sopesarse la larga estadía en los cuarteles de invierno. Es sólo una hipótesis, basada en la pura especulación, que con todo recibe inquietante confirmación cuando se presta oídos al recientísimo Micelio (26/9/22). A través suyo se comprueba, asimismo, que la inmersión del elusivo no-músico es irreversible; sin media chance de poder volverse atrás.

La estruendosa semilla que germinase en Dystopian... se ramifica y extiende en Micelio, que por lo demás incluye nuevas mezclas de todos los surcos del mini-álbum, además de recursos ¿sonoros? adicionados a cada una de ellas. Si bien la puesta de largo de TT atraviesa diversos estadios -golpes secos y cafres, punciones aniquiladoras, encontronazos a escala geológica-, no se comete yerro al aseverar que el Ruido aquí es siempre chisporroteante y caníbal. Desolador.

Metamorfoseado ya en un acto a lo Kevin Drumm o Masami Akita a.k.a. Merzbow (vg. una genialmente bautizada “Neural Rewiring”), el de ChM ovilla y superpone cientos de capas de información que convierten en vana cualquier tentativa de siquiera arañar la superficie del disco. Éste secreta constantemente malas vibras en un sentido Event Horizon, entre la ciencia ficción y el terror ominoso: pérfidos vendavales de distorsivas crepitaciones (“Sumaya”, la nueva toma de una “Micelio” ya absorbida por el Lado Oscuro), brutales colisiones de huaycos que acaban repercutiendo en intimidantes implosiones tectónicas (“Paradox”, una renovada “Plastic Ocean”), sólidos mazazos que practican una de-evolución zen contra los conceptos más básicos de música y armonía (los remozados mixes de “Dystopia” y “Wormhole”)...

Diría, tras esta resurrección, que Time Traveler corre solo en el panorama actual de underground experimental peruano. Ello sería pecar de inexacto: aunque la inmensa mayoría de artistas que integran esa movida no llega a los mismos dañinos niveles de audición irritable/vejatoria, producto de una hiperbólica sobresaturación de frecuencias, sí existe por lo menos uno que puede parangonarse al solista limense -ante la desaparición del tarapotino The Shego. Reside en Arequipa y se encuentra en plena forma: NRA Ruido. Como sucede al acercarse al output de la identidad mistiana, recomiendo extremar precauciones al escuchar lo nuevo de TT. Ambos episodios son materialmente INAGUANTABLES.

Hákim de Merv

jueves, 6 de octubre de 2022

Parasomnia: Vigilia // Jurel Sónico & Los Impuros: Flores Plásticas

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 28 de septiembre del 2022.)

A despecho de sus ya más de cuatro décadas de historia, el dark rock -dark-gothic, para más inri- sigue reverdeciendo de cuando en cuando laureles. Que lo diga si no el darkwave, ¿subgénero? ¿estética? que de un tiempo a esta parte ha reflotado las mayores revelaciones de la sonoridad oscura que caracterizase a los primeros 80s, levantando de paso muchas escenas do quiera éste recala -con la (¿honrosa?) excepción de Perú, que a mediados de los 00s terminó de exprimir el imaginario darkie hasta secarlo.

A los muchachos de Parasomnia les ha tomado poco menos de un bienio firmar el debut en largo. Luego del epónimo extended play que les diera a conocer, los santiaguinos se han movido sin descanso, fogueándose en directo o aupando cualquier iniciativa proveniente del próspero circuito darkwave mapocho. Y aunque su estreno en corto daba cuenta de no poco talento, era bastante claro que el siguiente paso a encarar debía ser sí o sí hacia adelante, despejando cualquier duda que echase sombras de más sobre el porvenir de los chilenos.

El EP de hace un par de años me permitía hablar de un purismo elástico, razonable. En Vigilia, ese purismo hegemónico se ha vuelto menos dúctil, más acerado. Lejos ya de las influencias post punk -la única que persiste es la de Joy Division, que igual puede leerse como antecedente dark-; Franco Reyes (guitarrista), Mauro Rojas (vocalista), Francisco Cerda (baterista) y Sebastián Gonzáles (bajista) se ponen bajo el signo de La Cura más siniestra y del tenebrismo liviano de Skeletal Family. En lugar de convertirles en un pesado tanque blindado, ese ajuste les reditúa el atributo de la serenidad, sin por ello descollar distantes. Al contrario, números como “Asesinos”, el vigor trepidante de “Joane Florvil”, “Cuerpos Digitales”, “Imagen”, “Ciudades Fantasmas” y “Bernardo” son expeditas muestras de una presteza oscilando suntuosa entre el darkwave y el gothic pop.

El tópico de las líricas se halla asimismo vinculado al de los avances respecto de Parasomnia EP. Las figuras en que abunda actualmente la prosa del hoy cuarteto están más enraizadas en torno a las nuevas dimensiones que la tecnología digital ha instaurado en la vida humana (cf. “Imagen”). Se percibe, pues, una mayor firmeza en este apartado: todavía falta una pizca de sutileza, de sublimación, pero esa meta se vislumbra ahora mucho más cercana. La evidencia asoma clara al aparecer de pronto el remanso del CD, en la segunda parte. “Gritar Gritar”, “Es Destrucción” y sobre todo “Humo”, que califica como el quejumbroso mid-tempo baladesco de Parasomnia; disminuyen las revoluciones en comparación con el resto del repertorio. Por suerte, la entrega es la misma.

La cadencia ronroneante del bajo, el corte gélido de la eléctrica, la insistente parquedad de las baquetas; eran cualidades que ya se destacaban en el extended previo. Aquí son reeditadas, lo mismo que el hermanamiento que presumo existe entre el ADN de los sureños y el de sus desaparecidas contrapartes peruanas: Bajo Sospecha, Sor Obscena, el extinto lado ochentoso de Catervas, Danza Rota, La Devoción, Cenizas, Textura...

Referente ineludible en la movida independiente de Gran Valparaíso, tenía en carpeta escuchar de todas maneras la première de Jurel Sónico al lado de Los Impuros, editada físicamente por la estupenda label española Hotel Records en  julio.  El alias  artístico  de Claudio Manríquez  acreditaba  el suficiente trajín -el año pasado con Hammuravi, el anterior con Adelaida, mucho más atrás con Mowasee y Lisérgico- como para prestarle oídos a esta nueva incursión sónica. Y sí, se trata de un debut interesante, que te exige algo de paciencia y también de preparación.

La primera vez que mis tímpanos recorrieron Flores Plásticas, éstos le encontraron algo de semejanza con el Hulahop (1997) de Mercromina, banda ibérica muy subvalorada y apenas conocida en estas regiones del globo (aún cuando es descendiente directa de ese grupazo que responde al chaplín de Surfin’ Bichos). Hoy, ese parecido se ha diluido al mínimo, pero al principio surgió espontáneamente; siendo gradual y bastante arduo el proceso de su desvanecimiento. La conexión se presenta debido a que ambos trabajos se valen a partes iguales del indie y de esa zona liberada donde se entreveran el shoegazing y el output alternativo de los 90s inclinado hacia el ruido guitarrero. A diferencia de los de Albacete, mejor dispuestos a la sofisticación del dream pop, los porteños/penquistas se abandonan al irredento influjo del tosco noise rock.

El periplo de Flores Plásticas, entonces, se acerca de continuo más al cajón de sastre alternativo usamericano de copiosos niveles decibélicos. Tras el relativamente calmo despegue de “Robot (De Juguete)”, el Big Muff comienza a azotar los amplis con potencia extrema en las fragorosas “Tragaluz”, “La Noche” y “Cabeza De Muñeca”; esta última una llameante acometida a lo Porno For Pyros circa ’93. Junto a la arrojada “Distorsión”, “Cabeza...” enfatiza esta similitud farrellesca merced a las gritantes vocales del ex Lisérgico. Y aunque en “Amatista” raciona el quinteto las energías, el espíritu colectivo mostrado hasta este punto permanece indómito.

“El Blanco Ya No Es” inaugura una segunda mitad más variopinta en lo que al registro de JS&LI atañe. El hito que  comporta  esa  canción,  por  ejemplo, anuncia una baja  abrupta  de  esteroides -que irá revirtiéndose si bien no sostenida, sí progresivamente. Si “El Blanco...” tiene la fibra de un parsimonioso movimiento acústico, ocurriendo lo propio con la otoñal “Sin Dormir” (que preludia el fin de la jornada), a través de la trilogía “Salix”-“Temporal”-“Volcano” el combo recupera posiciones gracias tanto a las paredes electrificadas de tres guitarras como a la solidez de un bateo contenido/sobrio/ejemplar. “Volcano” y su casi nula fidelidad, en particular, me sabe a pista paradigmática de toda la placa pese a su coqueteo ulterior con el stoner: es el de Flores Plásticas un indie rock bullicioso, envuelto en lienzos negros.

Correcto arranque de Jurel Sónico (voz y guitarra) al lado de Los Impuros -Tomás Pérez en la teba, Joaquín Roa y Ricardo Cepeda en guitarra y coros, Mort en el bajo-, grabado en Concepción entre febrero y abril del año en curso. Manríquez firma todas las composiciones.

Hákim de Merv