jueves, 6 de octubre de 2022

Parasomnia: Vigilia // Jurel Sónico & Los Impuros: Flores Plásticas

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 28 de septiembre del 2022.)

A despecho de sus ya más de cuatro décadas de historia, el dark rock -dark-gothic, para más inri- sigue reverdeciendo de cuando en cuando laureles. Que lo diga si no el darkwave, ¿subgénero? ¿estética? que de un tiempo a esta parte ha reflotado las mayores revelaciones de la sonoridad oscura que caracterizase a los primeros 80s, levantando de paso muchas escenas do quiera éste recala -con la (¿honrosa?) excepción de Perú, que a mediados de los 00s terminó de exprimir el imaginario darkie hasta secarlo.

A los muchachos de Parasomnia les ha tomado poco menos de un bienio firmar el debut en largo. Luego del epónimo extended play que les diera a conocer, los santiaguinos se han movido sin descanso, fogueándose en directo o aupando cualquier iniciativa proveniente del próspero circuito darkwave mapocho. Y aunque su estreno en corto daba cuenta de no poco talento, era bastante claro que el siguiente paso a encarar debía ser sí o sí hacia adelante, despejando cualquier duda que echase sombras de más sobre el porvenir de los chilenos.

El EP de hace un par de años me permitía hablar de un purismo elástico, razonable. En Vigilia, ese purismo hegemónico se ha vuelto menos dúctil, más acerado. Lejos ya de las influencias post punk -la única que persiste es la de Joy Division, que igual puede leerse como antecedente dark-; Franco Reyes (guitarrista), Mauro Rojas (vocalista), Francisco Cerda (baterista) y Sebastián Gonzáles (bajista) se ponen bajo el signo de La Cura más siniestra y del tenebrismo liviano de Skeletal Family. En lugar de convertirles en un pesado tanque blindado, ese ajuste les reditúa el atributo de la serenidad, sin por ello descollar distantes. Al contrario, números como “Asesinos”, el vigor trepidante de “Joane Florvil”, “Cuerpos Digitales”, “Imagen”, “Ciudades Fantasmas” y “Bernardo” son expeditas muestras de una presteza oscilando suntuosa entre el darkwave y el gothic pop.

El tópico de las líricas se halla asimismo vinculado al de los avances respecto de Parasomnia EP. Las figuras en que abunda actualmente la prosa del hoy cuarteto están más enraizadas en torno a las nuevas dimensiones que la tecnología digital ha instaurado en la vida humana (cf. “Imagen”). Se percibe, pues, una mayor firmeza en este apartado: todavía falta una pizca de sutileza, de sublimación, pero esa meta se vislumbra ahora mucho más cercana. La evidencia asoma clara al aparecer de pronto el remanso del CD, en la segunda parte. “Gritar Gritar”, “Es Destrucción” y sobre todo “Humo”, que califica como el quejumbroso mid-tempo baladesco de Parasomnia; disminuyen las revoluciones en comparación con el resto del repertorio. Por suerte, la entrega es la misma.

La cadencia ronroneante del bajo, el corte gélido de la eléctrica, la insistente parquedad de las baquetas; eran cualidades que ya se destacaban en el extended previo. Aquí son reeditadas, lo mismo que el hermanamiento que presumo existe entre el ADN de los sureños y el de sus desaparecidas contrapartes peruanas: Bajo Sospecha, Sor Obscena, el extinto lado ochentoso de Catervas, Danza Rota, La Devoción, Cenizas, Textura...

Referente ineludible en la movida independiente de Gran Valparaíso, tenía en carpeta escuchar de todas maneras la première de Jurel Sónico al lado de Los Impuros, editada físicamente por la estupenda label española Hotel Records en  julio.  El alias  artístico  de Claudio Manríquez  acreditaba  el suficiente trajín -el año pasado con Hammuravi, el anterior con Adelaida, mucho más atrás con Mowasee y Lisérgico- como para prestarle oídos a esta nueva incursión sónica. Y sí, se trata de un debut interesante, que te exige algo de paciencia y también de preparación.

La primera vez que mis tímpanos recorrieron Flores Plásticas, éstos le encontraron algo de semejanza con el Hulahop (1997) de Mercromina, banda ibérica muy subvalorada y apenas conocida en estas regiones del globo (aún cuando es descendiente directa de ese grupazo que responde al chaplín de Surfin’ Bichos). Hoy, ese parecido se ha diluido al mínimo, pero al principio surgió espontáneamente; siendo gradual y bastante arduo el proceso de su desvanecimiento. La conexión se presenta debido a que ambos trabajos se valen a partes iguales del indie y de esa zona liberada donde se entreveran el shoegazing y el output alternativo de los 90s inclinado hacia el ruido guitarrero. A diferencia de los de Albacete, mejor dispuestos a la sofisticación del dream pop, los porteños/penquistas se abandonan al irredento influjo del tosco noise rock.

El periplo de Flores Plásticas, entonces, se acerca de continuo más al cajón de sastre alternativo usamericano de copiosos niveles decibélicos. Tras el relativamente calmo despegue de “Robot (De Juguete)”, el Big Muff comienza a azotar los amplis con potencia extrema en las fragorosas “Tragaluz”, “La Noche” y “Cabeza De Muñeca”; esta última una llameante acometida a lo Porno For Pyros circa ’93. Junto a la arrojada “Distorsión”, “Cabeza...” enfatiza esta similitud farrellesca merced a las gritantes vocales del ex Lisérgico. Y aunque en “Amatista” raciona el quinteto las energías, el espíritu colectivo mostrado hasta este punto permanece indómito.

“El Blanco Ya No Es” inaugura una segunda mitad más variopinta en lo que al registro de JS&LI atañe. El hito que  comporta  esa  canción,  por  ejemplo, anuncia una baja  abrupta  de  esteroides -que irá revirtiéndose si bien no sostenida, sí progresivamente. Si “El Blanco...” tiene la fibra de un parsimonioso movimiento acústico, ocurriendo lo propio con la otoñal “Sin Dormir” (que preludia el fin de la jornada), a través de la trilogía “Salix”-“Temporal”-“Volcano” el combo recupera posiciones gracias tanto a las paredes electrificadas de tres guitarras como a la solidez de un bateo contenido/sobrio/ejemplar. “Volcano” y su casi nula fidelidad, en particular, me sabe a pista paradigmática de toda la placa pese a su coqueteo ulterior con el stoner: es el de Flores Plásticas un indie rock bullicioso, envuelto en lienzos negros.

Correcto arranque de Jurel Sónico (voz y guitarra) al lado de Los Impuros -Tomás Pérez en la teba, Joaquín Roa y Ricardo Cepeda en guitarra y coros, Mort en el bajo-, grabado en Concepción entre febrero y abril del año en curso. Manríquez firma todas las composiciones.

Hákim de Merv

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