(Publicado
originalmente en mi cuenta Facebook el 27 de mayo del 2016.)
Una buena cantidad
de semanas antes de viajar a Chile, entre los muchos posteos de los que me
notifica a diario Facebook, di con Niño Cohete. Alguno de mis amigos había
posteado el link hacia YouTube donde figuraba colgado en su totalidad La Era Del Sur (2015), último disco de
la banda -se disolvieron en este 2017. De entrada nomás, el nombre indica el
cariz de la música que hacía este gran grupo de Concepción.
El sábado de mi estadía sureña que estuve en la feria Persa Bío Bío, encontré en uno de los stands el Aves De Chile (2013), primera referencia discográfica de NC en largo y la segunda en antigüedad. Existe, a la sazón, un EP homónimo publicado en el 2012, con el line up que fundase la banda en el 2010; excepto por Pablo Álvarez, reemplazado temporalmente por Pablo Vidal: Nicolás Arandena (voz, acordeón, clarinete), Vidal (voz, contrabajo), Nicolás Simpson (bajo), Matías Pereira (guitarra) y Joaquín Cárcamo (batería). Como no tenía presente la impresión que me causó el link audicionado, consulté con mi chocheraza Claudia Trejos. Una única palabra por toda respuesta: “Levántatelo”.

El quinteto que
grabase Aves De Chile recupera a
Álvarez sin prescindir de Vidal, pero sí de Simpson. El resto de la banda es el
mismo, con la adición de Cristian Dippel en los teclados. Asegura el booklet
que ADC fue enteramente registrado a
orillas del lago Lanalhue. Pensar que fue así no es del todo descabellado:
flota evanescente a lo largo del esférico una sensación de camaradería
distendida, amena; que bien puede haber sido redondeada por la presencia
constante -aún cuando invisible- del Agua.

Como ha sucedido
con otros descubrimientos en mi periplo austral, Aves De Chile me ha dejado con hambre por más albums del hoy
desaparecido grupo. No siempre hay que estar dando una vuelta de tuerca tras
otra; y este delicado, frágil artefacto de pop hecho con el corazón en la mano
es una prueba palmaria. Desconozco las características físicas de los empaques
en que se han lanzado sus otras obras sonoras, pero si son como éste, vale la
pena conseguirse los originales -varios puntos extra por el esmero en el
diseño, que recuerda muchísimo a los lanzamientos de la disquera local Dorog Records.
Hákim de Merv
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