viernes, 4 de agosto de 2023

Miyagi Pitcher: Gala EP // Kinder: Desastres Naturales Para Niños

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 26 de julio del 2023.)

A manera de antesala para lo que será su nuevo larga duración, sexto desde que en el ‘15 diese sus primeros pasos con el notable Blonde, Miyagi Pitcher pone a consideración del público un breviario de remezclas nombrado Gala EP. Como su denominación indica, se trata de una más-bien-reducida selección de material sometido a reinterpretación digital, con el agregado de dos números a modo de adelanto de cara al próximo estreno.

Indicando de antemano una mirada furtiva antes que un cierto repaso a la obra del proyecto, tres son los remixes de Gala EP. De esa terna de relecturas, dos proceden de originales de Ikigai () (‘22), en tanto la tercera extrae su materia prima de Okuraseru (‘17); rodaja con que MP acentuó la diversificación sonora que ya había empezado Nymph EP (también ‘17). Los tracks del ‘22 han sido remezclados por Siam Liam: “Gala (ねこ)” e “Ikigai (生きがい)”. En ambos casos, el tratamiento es bastante similar: acaso “Ikigai...” no disponga de la opacidad nublada/sobresaturada que da la bienvenida al escucha en “Gala...” y que luego declina, pero sí comparte el trastoque de cadencias basado en una selección de loopeados muestreos de su modelo matriz (como también le sucede a “Gala...”).

A cargo de un tal Atoq, al que no he escuchado previamente, la remezcla de “Midori Iro” despega ahogada por el amperaje extremo de un molesto zumbido. Tras casi dos minutos de anabolizado proto harsh noise y de descuadrantes silencios intempestivos, el cielorraso se despeja un poco y empiezan a oírse rastros del original. Como éste, el remix prescinde tanto de los bpms como de cualquier otra tentativa de secuencia o programación.

Resulta interesante repasar varias veces la dupla de cortes nuevos que incluye Gala EP. Ambos parecen comportar un retorno a los días en que Miyagi Pitcher blasonaba de una pureza vaporwave, que encandilaba ante la casi nula presencia de otros compañeros de trinchera sobre suelo patrio. Y digo “parecen” porque no es la primera vez que me queda la sensación de que el individualista oroíno tienta volver por sus primigenios fueros. Como tantos otros en el pasado, en este caso lo logra, pero vaya uno/a a saber si será ésa la nueva dirección del siguiente capítulo. Por el momento, basta para ilusionarse: mientras el mallsoft de “Wabi-Sabi” nos regresa a las épocas de Blonde y de Honey (’16), con la calidez pastel y el glo-fi de sus teclados, el muzakcore de “Komorebi” subraya jornadas más recientes del unipersonal en que se ha buscado restituir al vaporwave al lugar preponderante que ostentaba en la retórica Pitcher -ambient pop afín a la glosolalia y a la psicodelia, preñado de alusiones directas al específico pasado ochentero en que se recrea el también llamado VHS pop.

Exceptuando la realineación oleada y sacramentada por un reciente tour europeo, nunca me he sentado a averiguar si es que los miembros de Kinder han sido los mismos desde que la banda irrumpiese en la escena indie -allá por el ’05- hasta la segunda mitad de los 10s. Dos son los escenarios posibles: o hubo un recambio de piezas al interior de la agrupación (cuán extenso, también sería motivo de investigación), o se decidieron a practicar un giro bastante radical en sus aspiraciones artísticas (entre 180 y 270 grados). Si fue lo primero o lo segundo, lo cierto es que un Kinder es el que debuta con el escuetamente bautizado Mini EP (Internerds Recors) y otro el que se reinventa en su lanzamiento epónimo del ‘10 (Automatic Entertainment). Es este último el que ha rubricado artefactos tan recomendables como Archipiélago EP (‘12) o Migraciones (‘16).

Lo nuevo de su cosecha, Desastres Naturales Para Niños es el mejor álbum de Kinder a la fecha. Y no precisamente porque se haya implementado otro golpe de timón en la travesía. El sonido es, en esencia, el mismo validado por el precedente Migraciones -uno que jamás se priva del groove hegemónico en los jammings, que pese a ello mantiene control íntegro de cada uno de sus aspectos, que a través de ese delicado balance no sólo se ensambla y cohesiona de maravillas, sino que además ejerce el ilusionismo de la unicidad estilística realizando malabares con los códigos abrazados durante por lo menos trece años.

¿No hay novedades, entonces? Sí, y éstas son cruciales. La más sutil es la asimilación inteligente y consecuente ósmosis de formas depuradas tanto del indie rock como del post rock del nuevo milenio y del math rock. Aunque la velocidad del math, que ya poco o nada se sincroniza con la del drum’n’bass, sea la que dictamine el brioso paso durante casi todo el esférico; ésta no opaca la filia indie marca 90s que domina muchas de las atmósferas elaboradas por guitarras y teclados en Kinder. Es, de hecho, esta conjunción la que permite el símil con el post rock que traspuso el Año del Jubileo: además de acreditar unos envidiables acierto y timing instrumentales, el indie matematizado de “Las Colinas”, el paisajismo metamórfico de “Porque Eso Es Lo Que Somos”, la poliédrica “Tomorrow I’ll Radiate” (acompañándose de La Cueva Del Oso) o la apagada pesadumbre de “Incendios” (el ancla del plástico) son indubitables lecciones del quinteto a este respecto.

La otra novedad, la más evidente, se relaciona con el acabado. No es la electrónica una ilustre desconocida para los limeños, pero en Desastres Naturales... adquiere mayor relevancia que la dispensada en jornadas anteriores del combo. De arranque nomás con “Dream Master”, ese fulgor electro en clave de viejo y arcádico 8BIT se convierte en justo contrapunto al soporte rítmico de Kinder, transformando aquello que toca en puestas de un ludismo fantástico. Aquí se puede mencionar sin ligereza a prácticamente todo el menú: “Magnolias”, “Primeras Horas” (su segunda colaboración con Cristina Valentina), la canción epónima (cuyo bajo ponedor se roba los flashes), el segundo inicio que supone “Winnie Looper”...

Dejándose de prejuicios fofos y de ansiedades momentáneas, me pregunto qué pensarían al audicionar este opus quienes fueron a la hasta-ahora-única presentación de The Cure en Lima y se desvivieron tratando de apurar a los Kinder para que terminasen su set. Si tuviesen dos dedos de frente, se les debería caer la cara de vergüenza. Notorio candidato a disco del ejercicio ‘23, el que han alumbrado Nicolas Gjivanovic, Esteban Rodríguez, Mariano La Torre, Luis Alonso Altamirano y Francisco Borges -los dos últimos, batería y bajo respectivamente, nuevos integrantes de la familia. Ello explica por qué la sección rítmica del alias asoma rejuvenecida y decisiva en este extraordinario esfuerzo.

Hákim de Merv

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