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jueves, 1 de agosto de 2024

Simón Campusano: Sobre Habitar La Depresión Intermedia EP // Arboretum: Plan Obsesivo

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 24 de julio de 2016.)

Niños Del Cerro pertenece a esas nuevas sangres del pop chileno que comenzaran a circular durante la segunda mitad de la década pasada. De ahí en más, su ascendiente se ha agigantado, convirtiéndose en una de las asociaciones que con mayor propiedad representan el estado actual de las escenas ajenas al mainstream allende Tacna. Cuatro capítulos remarcables entre el ‘16 y el ‘22, dos de ellos lanzados por el prestigioso sello QuemaSuCabeza, dan cuenta de tal condición.

Precisamente tras el primero para la aludida escudería, Lance (‘18), su vocalista Simón Campusano se animó a probar suerte mientras compartía rodaja con Diego Lorenzini de VariosArtistas (Serotonina, también ‘18). El resultado, Brillo (QuemaSuCabeza, ‘19), en cierto modo complementa el psicodélico dream pop de su banda madre con pedestre simplicidad e impresionismo cristalino. Cuatro años después, en septiembre último y ya en la pujante discográfica Fisura (lo mismo que NDC), Campusano edita Sobre Habitar La Depresión Intermedia; EP que refuerza la idea de ese pop adlátere a la cotidianeidad y a la sencillez, moldeado según las lecciones que el indie de entresiglo impartiera desde órbitas hispanohablantes.

Da de lleno el extended en el blanco. Con menos de veinte minutos, multiplica su efecto como lo hiciese el encantador post pop de fines de los 90s, aupándose durante la acometida al hyperpop de nuestros días. Ello, pese a que Campusano prioriza a la guitarra de palo o en todo caso a la electroacústica en sus aventuras solistas. Así empieza “Polvo”, subrayando el carácter artesanal e independiente del pop que cultiva el cantante de Niños Del Cerro -su coloración plácidamente cansina acaso refulgiría si no fuera porque la voz de Simón queda en debe tratándose de registros más “rudimentarios”. De todas formas, la sazón slacker de sus vocales suma tanto aquí como en “Nunca Estuvo En Ti El Litoral”.

“Compañía” nace burilada por reminiscentes reverberaciones idílicas. Su grato/cálido acusticismo acaba transfigurándose, sin embargo, debido a aquellos recursos pletóricos de electricidad de los que se vertebra el hyperpop. Son éstos los que sirven de puente hacia “Esta Profunda Pena Me Va A Dar De Comer”. Prontamente la pieza retorna a coordenadas acústicas, pero la voz, que ha cantado dos estrofas en su habitual rango; se engrosa/agrava calzando ahora sí perfecto con el cariz “deprimente intermedio” de track y versos como “Te Amo En Mono Y En Stereo” y “Tengo Que Cantar Para Comer/Y No Quiero”.

Campusano le baja el telón a Sobre Habitar... EP de la mano de “Viento Del Litoral”. De manufactura irresistiblemente doméstica, “Viento...” rubrica la proximidad con que la música del autor suele enamorar a quien le preste oídos sin expectativas fundadas en preconceptos. Basta una sensibilidad altamente introspectiva, honesta, transparente, cómplice, sencilla -las mejores cualidades que el indie pop hecho “a mano” tiene para chuntarla cuando menos te lo esperas. Llevo ya alrededor de diez vueltas y contando.

Como acontecía con el ariqueño Víctor Jeremías (a) ҚALA§A§AỴΛ, que estableció al inicio de su andadura interesantes paralelismos con la génesis de la movida experimental perucha, el santiaguino Arboretum tiende valiosos vasos comunicantes hacia los músicos experimentales nacionales de tercera y cuarta generación gracias al que debe ser sin duda su debut. En efecto, parapetado tras la label Medio Oriente, el individualista extiende atractiva carta de presentación con Plan Obsesivo.

A modo de síntesis lineal, el plástico despliega su repertorio de forma que propone una suerte de viaje iniciático, al tiempo que historia en contados episodios y minutos el devenir del ambient cuando éste se adentró sin regreso en el camino de las vanguardias. Al menos yo no encuentro gratuito que los primeros canales, “Colosales Reflejos De Fuego Y Luz Abrirán Tu Camino” y “Una Vida Solo Y Otra Acompañado”, discurran por derroteros en que la melodía y una cierta cadencia brotan sin esfuerzo -esto, pese a los no pocos escollos que en la ornamentación suponen principios geométricos extractados del IDM circa el Autechre más pulento.

Esa tersura en la música de Arboretum vuelve a aflorar más adelante, sólo que mixturada con otras esencias -porque, como se ha dicho muchas veces a lo largo de la historia de la Humanidad, lo único inmutable es el Cambio. De ello da cuenta “Si Te Ordeno Ser Bueno, ¿Sabrás Qué Hacer?”, breve interludio de frecuencias semi-nocivas completamente distinto de los anteriores, consecuencia de una atomización/erosión del intelligent techno en clave hipnótico noise. Ídem “Siento Cómo El Mal Se Imbuye En El Mundo” y “Yo Seré Un Pez, Tú Serás Dios”: el primero se mueve sobre telones de fondo imbricados por sonidos graves y regordetes más que insinuados, a la vez que su superficie padece un moderado cuadro de autechritis. El segundo, en tanto, postula un ambient noise cuidadosamente fracturado y reconfigurado; que pace sobre aleatorias crepitaciones digitales.

Igualmente reconfigurado, aunque en otro sentido, es el ambient vanguardista de “Tres Golpes En La Puerta De Mi Corazón (Aunque La Puerta Trasera Siempre Está Abierta​)” y “He Visto El Centro Del Mundo Y En Él No Hay Nada. La Luz Que Asoma Por Los Ventanales Es La Misma Que Produce La Sombra De Los Abismos”. Laxo y algo uniforme, “He Visto...” recuerda los pasajes más despojados/depurados de Naves Sin Puertos (‘98) de Silvania. Acaso el número clave de Plan Obsesivo, “Tres Golpes...” es el surco de más larga duración del debut: un muestreado speech antilaborista converge sobre la tranquilidad casi shoegazing de los primeros momentos, para luego sucumbir a mesmerizantes secuencias de bliss out gigadecibélicas. De in crescendo oscilante, el final del corte es rematado por el mismo elemento que orla sus primeras notas -el agua.

Glitch, drone, ambient, noise binario... Un disco que ilustra las armas más evidentes de lo que desde hace un tiempo ya largo se tilda/autopercibe de/como vanguardia, a la par que resalta sus principales hándicaps -la estética del collage/bricolage electrónico no va a durar indefinidamente. Cuántas batallas más le quedan, eso se verá en trabajos como éste. O siguientes.

Hákim de Merv

jueves, 1 de julio de 2021

------: First Try // La Agonía De Desear Existir: It's Not Like It Was Before // Entes Anómicos 'Zine 16

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 23 de junio del 2021.)

¿Se ajusta la construcción “reciclaje zen” a lo que busco enunciar cuando escuchó no sólo lo nuevo de La Agonía De Desear Existir, sino también el debut del side project ------? Seguiré rumiándola mientras termino de escribir estos párrafos. Por lo pronto, en un mode sonoro similar a la conjunción de ambos significantes debe haber estado en estos meses la cabeza de Carlos Palacios Hidalgo, impulsor de ambos chaplines y del sello Entes Anómicos.

Comienzo con ------. A diferencia de la gamelán, oriunda del sudeste asiático y centrada en el Sonido, la música tankdrum está más identificada con el extremo oriente -China continental y Japón, sobre todo- y se halla asaz más enfocada hacia la Melodía. Es, pues, una profunda cuestión de perspectiva lo que separa a ambas encarnaciones sónicas; más allá de una numérica -para tocar gamelán se requiere un mínimo de cuatro o cinco ejecutantes, a la tankdrum le basta con uno.

El primer intento de Palacios con la tankdrum parapetado tras la etiqueta ------ se produce en enero del 2020, a través del 7” Mold. Sus dos pistas -“/” y “//”- son harto indiciarias de lo que hará el chalaco en First Try doce meses después: un ejercicio algo desarraigado -o descontextualizado, si prefieres- de percusión que puede aterrizar en la categoría terapéutica, grados de más o de menos como cualquier otra ejecución entroncada a la síncopa, sonoridad y huella psíquica propias del instrumento convertido en toponímico de este tipo de música -sobria, austera, minimal.

Una sesión de tankdrum, en efecto, puede desbloquear diques emocionales largo tiempo levantados. Puede igualmente reducir el estrés a la par que aumentar la resiliencia. Incluso puede diluir la alienación y reestablecer insospechadas conexiones perdidas. No sé si atribuirlo al exotismo de su timbre -como me pasa con el yangqin o con el erhu- o a sus resonancias cóncavas, el hecho es que durante algunos pasajes de First Try mis oídos han intuido tímidamente ese potencial entre sedante, catártico y rehabilitador.

Con poco más de veinte minutos, decía de FT que podía lucir desarraigado o descontextualizado. Una posible explicación es que Palacios haya intentado interpretar música tankdrum desde su experiencia vital, que según entiendo ha sido moldeada en los suburbios del mundo occidental -como las de todos nosotros, sus paisanos. Otra es que esa intención haya sido subconsciente. Y una tercera, que sea producto del azar. Por angas o por mangas, la tankdrum de ------ tiende a ser abstracta. O tal vez así me lo parezca, dada la tradición polifónica que nos ha formado desde hace siglos en este lado del globo. De cualquier forma, es un primer paso interesante/aleccionador/válido para comenzar a familiarizarse -me incluyo- con ese tañir tan ajeno a quienes vivimos en Occidente.

Si hasta ahora no te parece que exista motivo para hablar de “reciclaje zen”, quizá sí suceda que los siguientes renglones sumen para conquistar esa cota. El cerebro es el mismo; la faceta, ligeramente distinta.

Porque ocurre que lo más reciente de La Agonía De Desear Existir se subleva contra el propio pasado, tratando de desmarcarse de aquello que en Blind Them With Kindness preponderase. It’s Not Like It Was Before retrata la metamorfosis a medio andar. Quedan todavía, ciertamente, muchas muestras de ese ¿avant pop? mitad electroacústico mitad digital que ganaba las riberas del non-sense desde un bricolage abierto y multiforme. Partes como la cuarta, la novena, la sexta o la séptima se acomodan aún bajo esos parámetros.

Salvo la décima (que es casi vaporwave) y la octava, el resto de partes en que se desmiembra It’s Not... evidencia no obstante un muy voluntario ladeo hacia Oriente. Para que te des una idea, mientras las partes quinta y tercera bullen de segmentos alusivos al país del Sol Naciente, la primera guiña al Asia Menor merced a codas inflexivas de ascendencia vagamente sufí -como si asistiésemos a una majali para neófitos.

No cabe hablar de mayores complejidades estructurales, ausentes también en el episodio anterior. It’s Not Like It Was Before es más una exploración, no genial pero sí iluminada (y un poco diletante, todo hay que decirlo), de las posibilidades audioexpresivas que promete el abanico de herramientas analógicas y digitales con que cuenta el no-músico de hoy. Números sencillos, ordenados, pulcros... Ni siquiera en sus momentos más idos, LADDE llega a conectar con Dionisos -si acaso tal vez en la octava parte, donde Palacios tenta acrisolar ambas tradiciones.

Como mencionara a inicios de este 2021, en el principio de los tiempos Entes Anómicos fue fanzine a la par que sello de discos y cassettes. Luego de algunos años, la publicación bajó la persiana, y su (ir)responsable se concentró en la edición y distribución de material sonoro que le alcanzaban desde todas las esquinas de este minúsculo punto pálido en el Universo. Tocado por la lectura de un fanzine de otras latitudes que le llegó en intercambio, el buen Carlos cayó presa de la nostalgia hace una buena cantidad de semanas. Ello le movió a retomar la travesía de Entes Anómicos ‘Zine, cuyo número 16 apareció a fines de mayo último.

No dispongo de la colección completa del fanzine. Es más, apenas cuento con uno (el 6, jo), que fuese el que me llevó a contactar a Carlos, a conocerle en persona y a difundir su transversal apuesta/propuesta. Con satisfacción, compruebo que se ha dado la chamba de crear un repositorio para la colección íntegra y para otros proyectos impresos de su veinteañera plataforma (repositorio bastante desordenado, eso sí). Veo, asimismo, que el número 16 del ‘zine mantiene el espíritu DIY, amateur, combativo y jubiloso que le destacase antaño.

Biografías mil -no sólo de grupos, sino también de santuarios como el Hensley-, una entrevista a Eduardo Acosta -ex Anfo, banda que siempre he considerado malísima- a propósito de su nueva vida como Muertehëad (realizada por Juan Pablo Villanueva, el man de Fukuyama), y reseñas a manos llenas; es lo que encontrarás en esta decimosexta entrega, acompañada de un sampler de la escudería con 32 combos, para descarga gratuita desde su cuenta BandCamp. Entes Anómicos ‘Zine está de vuelta como si no hubiera soplado 25 velitas.

Hákim de Merv