(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 23 de junio del 2021.)
¿Se ajusta la construcción “reciclaje zen” a lo que busco enunciar cuando escuchó no sólo lo nuevo de La Agonía De Desear Existir, sino también el debut del side project ------? Seguiré rumiándola mientras termino de escribir estos párrafos. Por lo pronto, en un mode sonoro similar a la conjunción de ambos significantes debe haber estado en estos meses la cabeza de Carlos Palacios Hidalgo, impulsor de ambos chaplines y del sello Entes Anómicos.
Comienzo con ------. A diferencia de la gamelán, oriunda del sudeste asiático y centrada en el Sonido, la música tankdrum está más identificada con el extremo oriente -China continental y Japón, sobre todo- y se halla asaz más enfocada hacia la Melodía. Es, pues, una profunda cuestión de perspectiva lo que separa a ambas encarnaciones sónicas; más allá de una numérica -para tocar gamelán se requiere un mínimo de cuatro o cinco ejecutantes, a la tankdrum le basta con uno.
El primer intento de Palacios con la tankdrum parapetado tras la etiqueta ------ se produce en enero del 2020, a través del 7” Mold. Sus dos pistas -“/” y “//”- son harto indiciarias de lo que hará el chalaco en First Try doce meses después: un ejercicio algo desarraigado -o descontextualizado, si prefieres- de percusión que puede aterrizar en la categoría terapéutica, grados de más o de menos como cualquier otra ejecución entroncada a la síncopa, sonoridad y huella psíquica propias del instrumento convertido en toponímico de este tipo de música -sobria, austera, minimal.
Una sesión de tankdrum, en efecto, puede desbloquear diques emocionales largo tiempo levantados. Puede igualmente reducir el estrés a la par que aumentar la resiliencia. Incluso puede diluir la alienación y reestablecer insospechadas conexiones perdidas. No sé si atribuirlo al exotismo de su timbre -como me pasa con el yangqin o con el erhu- o a sus resonancias cóncavas, el hecho es que durante algunos pasajes de First Try mis oídos han intuido tímidamente ese potencial entre sedante, catártico y rehabilitador.
Con poco más de veinte minutos, decía de FT que podía lucir desarraigado o descontextualizado. Una posible explicación es que Palacios haya intentado interpretar música tankdrum desde su experiencia vital, que según entiendo ha sido moldeada en los suburbios del mundo occidental -como las de todos nosotros, sus paisanos. Otra es que esa intención haya sido subconsciente. Y una tercera, que sea producto del azar. Por angas o por mangas, la tankdrum de ------ tiende a ser abstracta. O tal vez así me lo parezca, dada la tradición polifónica que nos ha formado desde hace siglos en este lado del globo. De cualquier forma, es un primer paso interesante/aleccionador/válido para comenzar a familiarizarse -me incluyo- con ese tañir tan ajeno a quienes vivimos en Occidente.
Si hasta ahora no te parece que exista motivo para hablar de “reciclaje zen”, quizá sí suceda que los siguientes renglones sumen para conquistar esa cota. El cerebro es el mismo; la faceta, ligeramente distinta.
Porque ocurre que lo más reciente de La Agonía De Desear Existir se subleva contra el propio pasado, tratando de desmarcarse de aquello que en Blind Them With Kindness preponderase. It’s Not Like It Was Before retrata la metamorfosis a medio andar. Quedan todavía, ciertamente, muchas muestras de ese ¿avant pop? mitad electroacústico mitad digital que ganaba las riberas del non-sense desde un bricolage abierto y multiforme. Partes como la cuarta, la novena, la sexta o la séptima se acomodan aún bajo esos parámetros.
Salvo la décima (que es casi vaporwave) y la octava, el resto de partes en que se desmiembra It’s Not... evidencia no obstante un muy voluntario ladeo hacia Oriente. Para que te des una idea, mientras las partes quinta y tercera bullen de segmentos alusivos al país del Sol Naciente, la primera guiña al Asia Menor merced a codas inflexivas de ascendencia vagamente sufí -como si asistiésemos a una majali para neófitos.
No cabe hablar de mayores complejidades estructurales, ausentes también en el episodio anterior. It’s Not Like It Was Before es más una exploración, no genial pero sí iluminada (y un poco diletante, todo hay que decirlo), de las posibilidades audioexpresivas que promete el abanico de herramientas analógicas y digitales con que cuenta el no-músico de hoy. Números sencillos, ordenados, pulcros... Ni siquiera en sus momentos más idos, LADDE llega a conectar con Dionisos -si acaso tal vez en la octava parte, donde Palacios tenta acrisolar ambas tradiciones.
No dispongo de la colección completa del fanzine. Es más, apenas cuento con uno (el 6, jo), que fuese el que me llevó a contactar a Carlos, a conocerle en persona y a difundir su transversal apuesta/propuesta. Con satisfacción, compruebo que se ha dado la chamba de crear un repositorio para la colección íntegra y para otros proyectos impresos de su veinteañera plataforma (repositorio bastante desordenado, eso sí). Veo, asimismo, que el número 16 del ‘zine mantiene el espíritu DIY, amateur, combativo y jubiloso que le destacase antaño.
Biografías mil -no sólo de grupos, sino también
de santuarios como el Hensley-, una entrevista a Eduardo Acosta -ex Anfo, banda
que siempre he considerado malísima- a propósito de su nueva vida como Muertehëad
(realizada por Juan Pablo Villanueva, el man de Fukuyama), y reseñas a manos
llenas; es lo que encontrarás en esta decimosexta entrega, acompañada de un sampler de la escudería con 32 combos, para descarga gratuita desde su cuenta
BandCamp. Entes Anómicos ‘Zine está de vuelta como si no hubiera soplado
25 velitas.
Hákim de Merv
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