(Publicado originalmente en mi cuenta
Facebook el 1ero de febrero del 2023.)
LOS DISCOS PERUANOS DEL 2022 QUE NO ALCANCÉ A
RESEÑAR (II)
Apelar al oxímoron que es hoy la figura del “disco
de transición” se ha convertido en arma de dos filos. Atrás quedaron las épocas
en que se le tomaba como un comodín para evitar profetizar si la carrera de
bandas o artistas estaba por dispararse o por descalabrarse. Actualmente se
tolera todavía su uso, siempre que esté acompañado de la predicción de rigor. Mas,
a pesar de ese descrédito, hay otras maneras en que esta frase puede aún
validarse.
Semanas después de cumplirse el segundo aniversario de la salida de Telescopio, Alunaki despacha al sucesor de
su vitoreado entré. Sueño Ameba deja el bastidor en las postrimerías
del ‘22, integrado su repertorio exclusivamente por canciones nuevas -ya que
outtakes como “Lágrimas De Lodo”, “Cuarentena”, “Inicio” o “Círculo” no se han considerados.
No había cómo, en realidad: para el nuevo esférico, Raúl Begazo abandona la
zona de confort que le había deparado la experiencia anterior, poniendo proa hacia
aguas un tanto más encrespadas.
Al ser Sueño Ameba un álbum más versátil,
resulta tentador chantarle la socorrida etiqueta “disco de transición”. Si ésta
se le ajusta, no lo hace en un sentido ortodoxo. Para empezar, el músico
arequipeño no revalida la hegemonía del shoegazing, sino que se postula más
cerca del tripgaze macerado en sus días como miembro del dueto Paisaje 3. Más
cerca, no “a la vera de”: el tripgaze que despliega Alunaki tiende a ser
altamente permeable, flexible, dúctil. Obvio, hay momentos en que SA alcanza
los estratos bristoliano-noisicos del memorable Sesión Invernal (2016),
como la trilogía que ensamblan “Forever”, “Veneno” y “Agua”. Son muchos más, con
todo, los episodios en que esa impronta abandona posiciones frente al avance de
otras variables -o, simplemente, se lo toma con toda la calma del mundo.

Ilustrando el primer caso están la neopsicodélica
“Nunca Es Tarde” (cuya flamígera guitarra prende la mecha de un groove
delicioso) o la ácida “Riendo De Todos” (de violáceos efluvios celestiales -sólo
le faltó materializar un troncho roleado por Jason Pierce-). También, el baggy
achorado de “Ultra Rumi”. En cuanto al segundo caso, es refrendado por el
lúdico ejercicio de “Zion” (Orfa Ponce en voz, quien ya había grabado en Telescopio),
el corte epónimo (que da inicio al CD esgrimiendo una fina capa de scratch
moviéndose declinante en circuito cerrado), el dúo de fraseos entre el mollendino
y la ¿freestylera? cantante Fershee Djin retratado en “Un Nuevo Verbo”, o el
rave distendidamente pasotista de “Locuras De Adentro”.
Begazo confía el colofón a “La Orden Del
Delfín”, gesta en plan electroacústico, prontamente invadida por rasgos que
inclinan la balanza en favor del ethereal noise -voces susurrantes, feedback a
granel, la guitarra recreando el plácido y agradable gancho pop que distingue
al shoegazing... Un final que resarce al género en cuestión por lo pequeño que
ha sido su papel en Sueño Ameba, sin augurarle U-turns en el horizonte
de Alunaki. “Disco de transición” lo bastante heterodoxo como para no percibirse
tal.

Bonito regalo el de
Manual Eterno De
Recuerdos Confinados, puesta de corto con que al fin se estrena el quinteto
Chinese Park, originario de Huancayo. El combo comienza su existencia en el ‘18,
manteniéndose su formación inicial -Alejandro Arrieta (guitarra), Raúl Macha
(bajo) Denise Monteferrario (vocales), Ángel Flores (guitarra), Kevin Yauri (baquetas)-
intacta hasta la actualidad. Su primera canción publicada, una toma de ensayo
de “Alt F4”, data de febrero del ‘21. Tras de ella vendrían el single virtual “Análisis
Funcional De Mis Pensamientos” y “Mañana Siempre Puede Ser Peor”, canal este último
difundido vía
Perdiendo Peleas, Ganando Amigos Vol. 04 (2022), compilación
de Anti Rudo Records. Salvo “Alt F4” en remozada lectura, ninguno de estos adelantos
forma parte de
Manual Eterno...

La placa florece y se fructifica en el sonido
que ya anunciaba Chinese Park anteriormente. A saber: un indie pop presto y
raudo, de melodiosos riffs, que no le hace ascos al punk ni mucho menos al
hardcore de bajas revoluciones. Algo así como una fusión entre los canadienses Billy
Talent y los extintos marilandeses de Velocity Girl. Según qué canciones, la
agrupación elige dar preponderancia a una u otra tonalidad. La tradición indie
usamericana es invocada en pasajes como el breve telón arriba de “El Repentino
Despertar De La Consciencia” o “Creciente Y Lunático”. En la otra esquina, el
añoso feeling punk gana contundente en “No Puedo Cambiar” y por cansancio en “Alt
F4”, asomándose al término de ésta una desnuda eléctrica que remite a los Yo La
Tengo más crepusculares.
Algunas voces han señalado una prehistoria
emo en el devenir de Chinese Park. Si fue de esa guisa, actualmente no quedan
rastros de ello. Ni siquiera en lo que se erige como punto medio “físico” y
estético de MEDRC: tercero de cinco, “Días, Miedos” tributa por igual al
indie, al pop y al punk. Aquí es, para más señas, donde mejor descuellan esas ardilosas
guitarras melódicas de la mancuerna Flores-Arrieta. Bruñen éstas las presurosas
curvas que el conciso artefacto recorre durante casi trece minutos. Agraciado debut
con pie derecho, que edita efusiva la gente de Anti Rudo.
He dejado de escribir un tiempo acerca de
DJ Locopro, porque el man es una auténtica locomotora. El 2022, empero, fue un calendario
particularmente prolífico no sólo para ese seudónimo, sino también para otros
que sostiene en paralelo Miguel Ángel Elescano -Reynaga, Lutero y el recientemente
promovido
Maria Reiche. Así que ya toca volver a darse un paseo por las
inmediaciones de DJ Locopro Country.

Nada más arrancar el año pasado, concretamente
en Bajada de Reyes, el unipersonal despachó StArS EP. Más parecido a un
mini-álbum, este fugaz interludio le permitió al limeño probar la inserción y reacciones
de nuevos recursos en su dialéctica habitual, fundamentada en el hibridaje entre
Detroit y Chicago. Es la que ofrece el extended, entonces, una versión más distendida
del sonido Locopro. Una que, por un lado, consiente en que el ambient se
inmiscuya un poco más de lo normal; mientras que, por otro lado, coquetea con
el bouncing cuadradito y marcial de la apocalíptica EBM. Salvo “Nightin”, en la
línea de capítulos anteriores, todo el contenido de StArS EP testimonia esa
especie de hebefrenia sónica.
Existe otro factor a considerar, y ése es el
empleo de secciones introductorias para cada composición (incluyendo “Nightin”,
por supuesto). No son éstas necesariamente largas, aunque tengan esa pinta casi
siempre, debido a que la musculatura tech-house que en secuencias, ornato y diseño
de ambientaciones utiliza de continuo Locopro suele irrumpir desde el inicio
mismo de las pistas. Así, “After”, “Diamantes”, “Lima Me Aniquila” o el round
epónimo del mini-LP se ven en la necesidad de esperar unos cuantos segundos calentando
motores, antes de que se produzca el verdadero despegue.
Algunas de las coartadas estilísticas expuestas
hace unos renglones consiguen ramificarse hacia Tan Lejos, registro lanzado
a fines de agosto y más susceptible de ser catalogado como extended -el formato
visiblemente favorito del alias-, pero que sólo recibe esa denominación en la
sumilla epilogal de BandCamp.
En este nuevo aperitivo, Elescano se
desentiende por completo del ambient y de cualquier rasgo EBM. La convulsión
electro que sacude la prologal “Dulce Atmósfera”, muestreo de la legendaria
serie anime
Macross incluido, pone de relieve esa intención. Por otro
lado, el resto del programa refrenda el uso de esos trazos introductorios acreditados
en
StArS EP, que no alteran el hormigón y el ladrillo con que Locopro construye
sus edificaciones sonoras.
Lo que sí altera al modus operandi, y para
bien, es una actitud abierta a integrar en la argamasa otro tipo de elementos,
con el fin de robustecerla. Allí está el techno-beat de “Melancolía” y sus
luminosas progresiones de software/hardware, que enmarcan el decimoquinto de
los célebres Veinte Poemas De Amor Y Una Canción Desesperada (del aedo
chileno Pablo Neruda). Allí, el techno-trax minimalista de “Space Mood”, que
sin embargo permanece apolíneo -una de las cualidades inmutables del universo DJL.
Tan Lejos cierra con “Aldeana”,
insólita pieza casi contemplativa de solemnes teclados, que repite como un
mantra las palabras “llora un trágico azul”, extraídas del vallejiano poema del que recibe el nombre. Constato, en estos dos compactos, que Miguel Ángel no
sólo busca evolucionar probando otros sabores, sino también que se inclina más
por aquello que encuentra que por aquello que busca.
Difícil dar con info en redes sobre Vorágine.
Lo poco, poquísimo que circula por allí, habla de un trío de cierta antigüedad,
cuya primera y única referencia en largo está clasificada dentro de los metálicos
lindes del death y del black (
Demo II, ‘17). Esa taxonomía no deja de
provocar cierta sorpresa, ya que en
Puñales En Los Bolsillos EP se han
integrado cepas de diferentes procedencias. ¿Implica ello una nueva
configuración al interior de sus filas? ¿O, en todo caso, una evolución/reevaluación
en sus objetivos? Las respuestas a estas preguntas permanecen pendientes.
PELB EP salta a las calles como cassette en
febrero del ‘22, aupado por The Horde Of Nebulah Records, label y distribuidora
especializada en d-beat hardcore, punk, metal y rock’n’roll puro y maloliente;
que inicia actividades en el ‘16 y cuya sede social se encuentra ubicada en el tradicional
distrito de Pueblo Libre. Su radio de acción es global, felizmente. Dos ejemplos
al azar: Reflejo Vomitivo (‘18) de los chilenos Trepanación y Decaying
In Obscurity (‘20) de los nipones Anatomia. Siempre en modalidad tape.

Lo más reciente de Javicho/Ramón/Poncho apenas
si rebasa los siete minutos. Sus cuatro surcos son expelidos a velocidades
demenciales, que evocan por igual al crust, al metal, al hardcore en su
variante d-beat, al punk, e incluso al fastcore -el baterista debe estar ya
lidiando de por vida con un severo cuadro de bursitis crónica. Pese al tiempo
que lleva en la brega (seis almanaques), el otrora acto solista no ha perdido un
ápice de brutalidad, como sucede con otros similares. Por el contrario, Vorágine
sigue sonando apabullante, enfermazo, agresivo en extremo, asesino. Pese a su
escasa locomoción, la guitarra golpea aún con fuerza, y la voz se desgañita
hasta sangrar, recordándome a veces su color a la de Rafo Komodo (el cantante
de los desaparecidos Manganzoides).
Debería planearse una versión CD de Puñales
En Los Bolsillos EP. Esta producción necesita más chamba de estudio que le
otorgue mayor volumen a la voz, prácticamente ininteligible. Además, los tres
primeros cortes -“In Front Of The Abyss”, “The Pallid Tongue”, “Pleito”- van
entrelazados, pormenor que no sé si la manufactura en cinta observa. El video en YouTube se zurra en el detalle, y en BandCamp ocurre lo propio por defecto. Un
poco más de chicha sobre el terceto en Kill The Zine número 5.
Por ahora inscrito en esa estirpe de
creadores sonoros locales que se sienten a gusto sólo en el anonimato más
impenetrable, el solista Apnoea dice presente
en el catálogo de Chip Musik a
través de
Radium EP. Colgado a mediados de octubre del ‘22, el extended
le sitúa en predios de un bien entendido diletantismo, que decide habérselas
con las vanguardias pop en su acepción noventera (¿las últimas de la
Historia?).
El accionar de Apnoea es arisco, casi
montaraz. Desde las primeras notas de Radium EP, es innegable la
hosquedad de registro elegida por el ignoto no-músico para revestir su output. “ACLS”,
en efecto, tolera la metáfora de un zumbido atosigante tras sus primeros 20
segundos. Con mucho esfuerzo, pueden detectarse matices que hablan de una proximidad
con el ambient y el post-pop, si bien es complicado desmontar esa gruesa capa
de drone para apreciarla.
El dramático contraste de “Ivy Mike” le hace
lucir más melódico. Sin prescindencia de los graves, el track asimila un pródigo
armazón rítmico borroso, que sugiere intenciones de esbozar algo así como un drum’n’bass
apenas bosquejado. El misterio que rodea “Entelequia”, de cadenciosa intensidad,
hace pensar en un equivalente peruano del primer Disjecta. Aquí se anima por
primera vez Apnoea a samplear una voz, lo bastante deformada como para sintonizar
con el rostro mostrado.

Firmada por los Seefeel de una realidad
paralela, “Atomzahl” dilata el flirteo del capitalino con el ritmo, aunque éste
se va afantasmando conforme avanza el láser, ahogado por poderosas
reminiscencias industriales. El raid finiquita gracias a “Phase 1”, primera
composición conocida de Apnoea al haberse entregado para el decimocuarto título
de la saga
Lego (
Autumn Tapes, ‘22). La toma es exactamente la
misma: apabullante murallón de sonido para contener un ambient de blanquecinas
asperezas, que sólo en su agonía condesciende a la síncopa -el símil con los pininos
de Boards Of Canada no es descaminado. En cierto modo, “Phase 1” es el cenit de
Radium EP, el caldero en que Apnoea centrifuga todos los ingredientes
antes utilizados.
Suerte con lo de la identidad desconocida. La
aplastante mayoría de sus predecesores ha terminado siendo identificada -salvo
Time Traveler, Laikamorí y Mongo No Stars.
Underground Junín Vol. 2 desdibuja buena
parte lo que había avanzado Arte Sonoro, colectivo de músicos de la zona
altoandina central del país, con su predecesor de hace dos años. Primera razón
que justifica este juicio: el panorámico no sólo no amplía su radio de acción para
incluir exponentes de todas las provincias del departamento de Junín, sino que le
reduce a únicamente tres. Dichas provincias son Huancayo (3), Jauja (1) y La Oroya
(¡9!). La desproporción en el reparto de las tajadas no hace sino subrayar cuán
alentador era encontrar en Underground Junín Vol. 1 gente de Satipo,
Pilcomayo, Chupaca... A esas cifras se suma la aportación de Lima (2) para
llegar a los 15 actos involucrados en este segundo tomo, frente a los 20
conjurados en el primero.
Segunda razón: la variedad estilística se ha
visto draconianamente mermada. Si antes entusiasmaba escuchar sonidos
juninenses emparentados con el grunge, con el EBM, con el metal, con el indie y
hasta con el reggae; la paleta de colores del ...Vol. 2 es tan exigua
que no ha quedado de otra sino agrupar en segmentos los canales que más o menos
comparten género, perfilándose tres compartimentos distinguibles al primer
golpe de vista/oído. En ello también ha tenido que ver la extensión de la
compilación -poco más de 62 minutos, contra los más de 83 de la anterior.

Tercera razón: descontando un par de números ya
divulgados en discos propios, ningún asalto de esta pelea consigue destacar por
encima de los demás. Esto no quiere decir que
Underground Junín Vol. 2 sea
una rodaja prescindible, pero sí una en que la medianía campea a sus anchas. En
lo tocante a su primera tramo, se ha apostado por un synth pop/electropop que
literalmente brilla en la oscuridad, apertrechado de no pocos chisguetazos de éter
supersónico. Sucede con “Génesis” de Diogen Svemir, con “Saudade” de Chungking
Express y con “Paraíso VIP” de Orsound. Suena exótico el maridaje, aunque se
agota demasiado pronto.
En lo concerniente al segundo sector, el
pop/rock se tiñe de negro, variando su grado de intensidad de acuerdo a quien
performa -titubeante en “Bailes Muertos” de Zorstka (más techno pop que
pop/rock, a decir verdad), en “El Retrato” de Morojo y en “Instante Eterno” de
Adox Zars; monolítico en “Ataduras” de los limenses Rawa. Mientras tanto, la última
sección ha sido reservada para los músicos que todavía pueden catalogarse como “de
avanzada”. Los temas dados a conocer pertenecen a Miyagi Pitcher y a Time
Traveler -“Ikigai (生きがい)” en el disco del mismo nombre del primero, “Old Astronaut 29.000” en Micelio del segundo
(remezclado para la ocasión por Alcaloidë). El resto -“Ciudad Cristal” de
Paititi, un succourizado “Crystal Beings” de Xtredan, “Génesis” de Ivo Macross-
parte del post-IDM para recorrer fatigosamente el espectro de la música
electrónica que traspuso el umbral del nuevo siglo. De todos ellos, indudablemente
el más aventajado es “Sueños De La Eternidad En 5 Minutos” -y no deja de ser llamativo
el hecho de que su impulsor, Walls, sea el mismo de Orsound.
Podría Underground... 2 haber salido
mejor librado, si no fuera por dos horrores mayúsculos. Curiosa coincidencia,
ambos son reformulaciones de canciones ajenas. Una, segunda intervención de
Diogen Svemir, es la revisión de “Space Age Love Song”, el incombustible
clásico de A Flock Of Seagulls. No lo hace mal reconstruyendo el hit a partir
del electrogaze al que hacía alusión hace un rato, pero las frecuencias de
grabación alcanzan no pocas veces picos de sobresaturación, convirtiéndose en “puntos
ciegos”. La impresión que deja este error de principiante es terrible. En
cuanto a Lunática Terrestre, propone un desabrido cover en clave seudo bossa nova
lo-fi de “¡Qué Bonito!”, original de Rosario Flores, más conocido por la
versión bachatera-pacharacaza de una tal Vicky Corbacho. Ni pizca de
imaginación. No era nada del otro jueves lo que exhibía Lunática Terrestre en ...Vol.
1, pero esto se me hace francamente intragable.
Hákim de Merv