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jueves, 27 de marzo de 2025

Desawe: Grindattack EP // Chino Burga: Tecnología En La Religión Futura

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 19 de marzo de 2025.)

Conforme lo pregona el nombre del extended que funge como puesta de corto, de un tiempo a esta parte la gente de Desawe ha empezado a pisar el acelerador hasta el fondo. Formado en el ‘16, el cuarteto recién registra en mayo último la maqueta Sociedad Coprofágica, cassette que le sirviera de bosquejo para la publicación hecha el pasado 10 de enero y que motiva las presentes líneas: Grindattack EP. A su vez, ésta se ha difundido como adelanto de lo que supongo vendría a ser su primer disco en regla, de fecha de salida ignota y título desconocido.

¿Cuánto ha avanzado Desawe, entonces, entre el demo y Grindattack EP? Aunque ha habido algunos cambios, yo dudaría en tipificarles como avances antes que como retrocesos -y eso no sería necesariamente un jalón de orejas. Porque el chiste del grindcore es el del bajo malsanamente retorcido, el de la(s) guitarra(s) intencionalmente desafinada(s) varios tonos cuesta abajo, el del doble pedal tejiendo velocidades demoníacamente sobrehumanas. Y obvio, el de voces guturales cuando no agudas -en el combo parece haber dos, una que gruñe y otra que grazna.

De Sociedad..., el grupo ha rescatado “Destruir” y “Chapa Tu Choro Y Mátalo”. Las nuevas versiones suenan aún más chancrosas que las tomas de la cinta, precisamente en el marco de un género para el que “peor es mejor”. Esa peculiaridad en la grabación se propaga a casi todos los tracks del EP -media docena, que en conjunto se quedan a las puertas de los seis minutos. Arranca éste con “Intro”, que no es otra cosa que parte del speech de Hades, muestreado del capítulo que a Orfeo dedica la recordada serie The Storyteller (segunda temporada, denominada “Mitos Griegos”).

Mugre opacidad, uniforme continuidad, ininteligibilidad, fugaz concisión. Algunos seguidores de la banda se han quejado de lo poco o nada que se puede entender de sus letras, cuando en el grind y afines la ira es el mensaje a transmitir/recabar. Esto se evidencia al escuchar “Pueblo Elegido”, “Motor De Sangre” o “Caca Blanda” -las dos últimas en una clave hardcore más reconocible-, siempre en la línea grind/crust/fast de la que hay antecedentes por montones en estas comarcas. Vale el esfuerzo, si es que estás habituado/a a este tipo de vejámenes sónicos. Si no, como dijese François Quesnay tres siglos atrás, “dejar hacer, dejar pasar”.

A poco de acabar el primer mes del año, el inagotable Miguel Ángel Burga liberó para descarga gratuita nuevo álbum acreditado con nombre civil, que se ha convertido en una tremenda sorpresa dada la fractura que implica respecto del devenir kosmische normalmente atribuible a su discografía. Pese a ser cierto que en algunos EPs Burga explora direcciones más periféricas, ninguna de esas producciones se adentra en ellas de la manera en que lo ha hecho su más reciente trabajo.

Según el músico, la génesis de Tecnología En La Religión Futura comienza un año atrás, cuando se propuso distenderse ejercitando su talento con programaciones y sampleos que guardaba en la PC o en la laptop. En cuanto a los sampleos, éstos habían sido creados a partir de voces cantando o rezando plegarias, con lo que su cualidad litúrgica queda fuera de discusión. Miguel Ángel no especifica si las piezas estuvieron perfilándose conforme trascurrían los meses o si se retomaron hace poco para pulirles y finalmente empacarles tras un mismo rótulo. Sea una cosa o la otra, el resultado suscita la sensación de estar audicionando expresiones sonoras de un credo teñido de orientalismo, en tiempos aún por venir.

Las programaciones recicladas postulan beats corpulentos de tempo rebajado -son todo lo iterativas que cabe esperar de composiciones pensadas para solemnes ceremonias en torno a un altar o tótem, sin mutar en/acometer empellones. Las atmósferas están llenas de ruidosa estética drone, pero su enérgica ominosidad no desciende hasta transfigurarse en lóbrega. Y las voces que percibimos como tales se asemejan mucho a las de aquellos/as hijos/as de los desiertos medio-orientales que llamaban/llaman a la oración, cualesquiera sea o haya sido su religión abrahámica de procedencia: almuecines, anacoretas, patriarcas. De ahí el aroma vagamente oriental y la invocación subconsciente a esa extraña fascinación por los mares de arena.

Sin embargo, en algo difieren estas visiones de Burga de las impuestas por las culturas judeocristiana y arábiga, y ello es el rol que la Mujer desempeña en estos cánticos futuristas. La divergencia propugnada calza a la perfección con el illbient escarpado que cincela áspero cada corte, con el minimalista IDM oscuro que facilita la metamorfosis de cada surco en un mantra, con el ambient dub ritual que adelanta su mirada cientos de años hacia el remoto mañana. De esta guisa, Tecnología En La Religión Futura bien puede plantearse como banda sonora alternativa de la fantástica Dune de Denis Villeneuve. Ignoro si el ex Espira la habrá visto o tenido en cuenta. De no ser así, estaríamos hablando de un excepcional caso de poligénesis sónica -que incluiría, cómo no, la ligeramente brutalista portada, soportal hiperbólico de un templo enclavado en mitad de grisáceos yermos.

Es una opinión subjetiva, por supuesto. Pistas como “Noth”, “iisaM”, “Shinto” o “Das” a mí se me hacen idóneas para vivir junto a los fremen, cabalgar los gigantescos Shai-Hulud, meditar las palabras de las Bene Gesserit. Números manantes de reverberaciones ritualistas con que suspirar por el advenimiento del Kwisatz Haderach -que no llegaremos a ver.

Hákim de Merv

jueves, 19 de octubre de 2023

The Infernal Sounds From Peru: Compilado Thrash/Black/Grind/Noise/Crossover Volumen 1

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 11 de octubre de 2023.)

Próximo/a a cumplir tres décadas practicando el hoy perdido/olvidado arte de escribir reseñas/artículos sobre discos/tendencias/grupos de música popular, llegas a obtener cierto grado de -si no sabiduría, al menos sí de- inteligencia. De entre la modesta que me ha reportado ese esotérico oficio, pesco una certeza que ni pedrada en ojo tuerto se presta mejor para la ocasión: cualquier ejercicio de dialéctica histórica en detrimento de estilos actualmente tenidos por “caducos” como el hardcore, el punk y el metal queda reducido a intentona estéril; si aquello de lo que éstos en principio se nutrieron permanece inmutable. Y hasta donde sé, todavía la Humanidad se halla muy lejos de ascender a la sociedad ideal que satisfaga a todos/as.

Valga la parrafada para alegar a favor de incansables oleadas de hordas insumisas y gritantes, que casi siempre acaban consumiéndose más rápido de lo que tarda su impacto en golpear cual encrespados tsunamis, pero cuyas sucedáneas no han dejado nunca de aparecer -y es saludable que jamás lo hagan. Calientito aún, ahí tienes el ejemplo de The Infernal Sounds From Peru: Compilado Thrash/Black/Grind/Noise/Crossover Volumen 1, cobijado por el siempre hirviente regazo de Entes Anómicos, que amenaza con hilvanar una seguidilla de lanzamientos de igual o mayor calibre -ojalá nomás la cosa no termine como lo del mítico Nuestro Silencio, Ahoga Sus Gritos (‘97).

Dado el largo subtítulo que le orla, ponderar los colores que tiñen esta compilación de descarga gratuita es tarea algo reiterativa. Poco es, en efecto, lo que se hace menester añadir a la paleta: además de los géneros aludidos, cabe citar al extremecore, al kängpunk, al D-beat, al stenchcore, al speed, al crustcore, al anarcopunk, al fastcore y al death, tanto si este último prefija al metal como si al rock. Verdad que muchas de estas denominaciones son esencialmente sinónimas de las consignadas en el nombre del disco, pero los especialistas les suelen tener más bien por variantes y argumentar a tal fin disecciones muy enteradas/eruditas de cada rama, lo cual es suficiente motivo para mencionarlas aquí.

En mi opinión, el output predominante en The Infernal Sounds From Peru... es el del crossover. Muy pocas son las bandas que sólo abrazan uno u otro subgénero en este apocalíptico maelström. Tal vez ARZ, Dezerción (ambas arequipeñas) y los legendarios Atrofia Cerebral y DHK, por el lado de las tendencias de origen punk y hardcore. Quizás Nahual, Katari, Apnosia, Zyx66 (ambas ileñas), Deicidios (Ayacucho) y Humanicidio; por el lado de los marbetes de ascendencia metalera. Probablemente sea ésta una taxonomía errónea, pues la totalidad de formaciones involucradas -dieciocho, más de la mitad de ellas proveniente de provincia- seguramente reconocerá improntas de ambos lados y manifestará cerrada admiración por sus figuras tutelares.

Y es que hasta un profano en el tema como tu seguro servidor advierte que son más los vínculos que las barreras. Una imparable avalancha de iracundia brutal metamorfoseada en canciones que van de los 16 segundos (“Continuo Deterioro” de Atrofia Cerebral, adalid fundacional del grindcore patrio) a los 4 minutos (“Callejón Sin Salida” de Grito De Miseria, clásico indiscutible de la Ciudad Blanca), exceptuando la participación en directo de Nahual (“Agathodemon Or Kneph”). Una velocidad contundentemente abrasiva que obliga al rasposo exabrupto gutural o a la sangrante garganta en carne viva. Un ruidismo distinto del concebido por el avant garde -salvajonamente radicalizado, urgentemente rabioso, combativamente caótico, enérgicamente devastador. Un odio y un asco revulsivos hasta niveles intoxicantes, que impelen a tomar las armas que aún ofrece la ¿“musicalidad”? y a descerrajar equivalentes rollos igual de inconformistas.

Qué envidia contar con menos de 20 y recibir revelaciones como ésta, vertebrada por sangre nueva y por veteranos experimentados -los Atrofia, Demencia, DHK, Maestro Caníbal, Gritos De Miseria, ARZ, Nahual... La virulencia de su onda expansiva aún está por verse.

Hákim de Merv

miércoles, 7 de junio de 2023

Juan Pablo Villanueva · Saldando Cuentas Pendientes: Las Bandas Olvidadas Del Underground Peruano 1990 - 2010

(Elaborado a partir de un posteo publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 24 de abril del 2023.)

Desenredar los innumerables hilos con que se entreteje una crónica, cualquiera sea su naturaleza, siempre va a ser empresa ardua -por no decir intrincada. Si lo es teniendo todo a favor, imagínate lo que es con varios hándicaps encima: relato coral, desinterés de uno/a o más de los/as protagonistas, legado a auscultar escaso o nulo, acceso parcial/restringido a documentos de época... Multiplica el factor de dificultad por la cifra correspondiente a quince biografías, aunque no todas completen la cartilla, y vas a tener que hacer frente a un proyecto in-men-so. Sin otro apoyo que el de los/as compas que se compran el pleito. Sin más fondos que los tuyos propios.

Tras dos bienios de exhaustiva investigación y demandante trabajo de campo, Juan Pablo Villanueva ha editado Saldando Cuentas Pendientes: Las Bandas Olvidadas Del Underground Peruano 1990 - 2010. De arranque, el subtítulo establece determinados parámetros, el más notorio de los cuales es el del período de tiempo. Desde que empezase el boom de la literatura referida a las músicas peruanas de diversa índole, probablemente sea éste el primer esfuerzo de largo aliento posicionado de los 90s en adelante. El detalle es importante, porque las revisiones bibliográficas hasta ahora bocetadas se han orientado a la fundacional escena peruana instro-garage-surf-beat, que floreció entre el ‘63 y el ‘75; o en su defecto enfocado en el rock subterráneo mal llamado “clásico” (80s y principios de los 90s).

La segunda particularidad a resaltar se vincula al campo específico de acción -los circuitos independientes nacionales. Hace casi cuarenta años se pretendió consolidar una movida mainstream que, instantáneamente, quedó fosilizada. Con el tiempo, se incorporó uno que otro nombre, pero aún hoy esa entelequia sigue siendo propiedad de los mismos sospechosos de siempre. Para verificar esta afirmación, basta con escuchar por espacio de media hora la “radio-rock” de tu preferencia, o chequear ese bodrio fílmico que responde al nombre de Avenida Larco: al risible Pedro Suárez-Vértiz, los cochambrosos Río, el veintiúnico hit de Jas o los vendidos NoseQuién Y NoseCuántos; sólo se les deja de lado para poner canciones de conjuntos pusilánimes como Libido o Mar De Copas.

Con pros y contras, el underground peruano sobrevive como la suma de territorios todavía vírgenes para audiencias masivas, donde las ideas se vuelven más avezadas; sin importar la densidad o liviandad de las variopintas propuestas que dentro de sus linderos grupos y solistas concretan. De todas ellas, Villanueva ha escogido reivindicar el espectro hardcore punk, salvo algunas excepciones evidentes ni bien se interroga el índice -Insumisión (industrial y gabber), Perú No Existe (post punk), Atrofia Cerebral (grindcore) y Dios Hastío (crustcore). Por sus páginas, en efecto, desfilan gentes como Paroximia, Autonomía, D(estruye)H(uye y)K(rea), Irreverentes, Morbo, Generación Perdida, Deskontento y P(ateando)T(u)K(ara). Combos todos ellos comprometidos con el punk y el hardcore en sus diferentes encarnaciones -destroy, fastcore, d-beat, punk español, power violence, etc. Por qué asumir la rehabilitación de estas asociaciones y no la de otras, es algo tan subjetivo como válido -total, bandas extraviadas en los anales de la historia de la música pop perucha hay para regalar a manos llenas.

En Saldando Cuentas Pendientes..., el frontman de Fukuyama ha apelado a una estructura mixta. Por un lado, el texto toma apunte de lo mostrado en Por Favor, Mátame (‘96), esa historia oral elaborada a partir de declaraciones de los/as principales animadores/as del estallido punk, hilvanadas por Gillian McCain y Legs McNeil. Por otro lado, y a diferencia de Por Favor..., el autor ha articulado no sólo las palabras concedidas ex profeso para su libro por individuos pertenecientes a los varios estamentos que conforman una escena/subescena; sino también ha rescatado reseñas y notas periodísticas publicadas durante y después de esos convulsos almanaques. La argamasa que ha unificado todos esos sintagmas de información ha sido la voz de Villanueva, no sólo a través de largas introducciones y concatenando párrafos para darle una dirección a la narrativa de cada capítulo, sino también con sendos acápites que proveen de contexto al lector/a la lectora según la década que corresponda y un interesante epílogo de visos historiográficos separado en dos segmentos -el cuestionamiento de la etiqueta “rock subterráneo” y el futuro de los remozados circuitos hardcore punk. Afortunadamente, pues, el volumen no se contenta con ser un mero registro compilador de los anecdóticos decires de otros/as; como sucede con el dizque “clásico” de McNeil y McCain.

Entonces, ...Las Bandas Olvidadas Del Underground Peruano 1990 - 2010 merecería una salva unánime de aplausos por el esfuerzo, profundo y serísimo, puesto en reconstruir lo más objetivamente posible los caminos -todos ellos accidentados- de quince formaciones que desempeñaran roles importantes, según criterio del escritor, desde las trincheras de resistencia que cada una ocupó de cara al mainstream. Lo merecería aún más, si la intención original de Villanueva se hubiese realizado, ya que el primigenio esquema contemplaba además a Nada Tuyo, Contracorriente, Muerta Humanidad, Carnaval Patético y Kaos Endémico. Esto es, ya sentado el músico a planificar en serio el libro -porque cuando éste era apenas una idea sin contornos precisos, se pensó asimismo en SFC y en Manganzoides (estos últimos descartados de plano porque, si bien geniales, fueron todo en su tiempo menos olvidados).

La loable iniciativa de Juan Pablo parece no contar en absoluto, sin embargo, para un sector de la movida independiente nativa; que más de un mes antes de colocar la editorial Entes Anómicos en venta el texto vilipendió a éste y a su padre, enumerando otros tantos alias perdidos con el propósito de minimizarles. Más grave -de cara a los incitadores, claro- ha sido esgrimir alegatos relativos a la cuestión de la equidad de género. Sobre lo primero, habría que recordar que cualquier libro puede escribirse a partir de la idea más pequeña, sin otra justificación previa que la del gusto. Como es evidente, puedes estar de acuerdo o no con el criterio de selección del autor -por qué resarcir géneros que en el fondo no ofrecen ya nada nuevo, o por qué revalorar bandas deplorables como Irreverentes o Anfo. Lo que no puede hacerse es condenar casi 250 páginas en ese momento inéditas, de impecable investigación testimonial, sólo por el hecho de colgarles el “sambenito” del hardcore punk -o porque no ha sido considerado tal o cual grupo.

Y sobre lo segundo, igualmente habría que recordar que, cuando eliges un tema de tesis; el punto focal sobre el que deben converger los esfuerzos de documentación y argumentación es precisamente ese tema -o el jurado que evalúa la tesis comenzará a hacerla añicos. Personaje histórico de la movida (Atrofia Cerebral, Descarga Nociva, Espirales, Matus, TRIBU), Richard Nossar ha señalado que la proporción entre hombres y mujeres al interior de los line-ups surgidos durante los 80s y los 90s era cualquier cosa menos proporcionada. Es cierto. No menos relevante que esa aseveración es preguntarse por qué, pero ésa es una interrogante que absolutamente nada tiene que ver con el corazón de Saldando Cuentas Pendientes... Villanueva seleccionó una veintena de grupos que considera fueron excelentes y a la vez ninguneados, de veinte pasaron a ser quince porque cinco lo huevearon hasta que se cansó de esperarles/de arranque no quisieron saber nada del asunto/estaban completamente desaparecidos, y de los quince restantes él le dio tribuna a todos/as quienes quisieron relatar su versión de la historia grupal que estelarizaron. En esa selección, nada tuvo que ver el género. Allí están, para ejemplo, los testimonios de las mujeres que participaron en Generación Perdida (Aracelli), en Ratas Rabiosas (Sandra) y en Perú No Existe (Katty). Incluso es menester considerar la decisión de no declarar de Rochi (Irreverentes), a pesar de las muchas veces que Villanueva insistió en ello. Por qué el resto de alineaciones no incluyó féminas, es una cuestión que los demás integrantes y las propias mujeres que pululaban en las escenas independientes deben responder, poniéndose así la cuestión sobre la mesa en otra oportunidad -y que el texto de Villanueva, que lo que está haciendo es historiar el devenir de esos combos, no tiene por qué absolver.

Pese a que algunas plumas han calificado el libro de altamente recomendable (me incluyo), hay un par de instancias que impiden que ...Las Bandas Olvidadas Del Underground Peruano 1990 - 2010 obtenga puntaje perfecto. Una de ellas está referida al aspecto formal, mientras que la otra se relaciona más al enfoque de su contenido. Con relación a la primera, existen discrepancias entre el índice y el texto a partir del capítulo de Atrofia Cerebral: éste debería empezar en la página 117 y lo hace en la 119. En similar situación se hallan todos los capítulos posteriores (Anfo, Irreverentes, DHK, Paroximia, Morbo, Ratas Rabiosas, Deskontento...).

Con relación a la segunda, durante una de las presentaciones de Saldando Cuentas Pendientes... la ponente Teresa Cabrera advirtió que en algunos pasajes de la obra, la única voz agresiva es la del autor. Observación pertinente. A despecho de sus años en Kill The ‘Zine, a la pluma de Juan Pablo todavía le falta curtirse y crecer -entender que, así como todo no es puro academicismo, tampoco todo es pura calle. En la aún corta tradición de crítica de música pop elaborada en el Perú -escrita, narrada, audiovisual-, los exponentes más visiblemente reconocidos han demostrado que la ruta a seguir es la del aristotélico justo medio. Un repaso a los artículos de Pedro Cornejo correspondientes a la primera mitad de los 90s, al legado de Caleta, a la primera etapa del hoy inexistente Sigfrido Letal, o a la incansable chamba del mejor crítico de pop/rock que ha tenido el país, Fidel Gutiérrez (quien prologa SCP...); es suficiente para caer en la cuenta de ello.

Ambos reparos pueden corregirse en una segunda edición. Ello, por supuesto, depende de factores ajenos a la (buena) voluntad de los involucrados en la confección y producción del libro -del que, de otro modo, bien ya podría hablarse como de paradigma para futuras investigaciones. Cabe preguntarse cuánto tiempo habrá que esperar para que esfuerzos similares hagan lo propio con agrupaciones de sesgo dark-gothic (Azules Moros, Danza Rota, La Devoción, Espergesia, Flagelo Clériga, Terminar, Feudales, Aura, Pompeya, Ilusión Marchita), indie (La Molicie, Persépolis, Rojos Calientes, Callahan, Rayobac, Golden Chameleons, Cabezas Descalzas, Mi Jardín Secreto, Cocaína, Moon Over Soho), avant-garde (Lunik, Yume Station, Tica, Jardín, M.A.R.U.J.A., Colores En Espiral, Ozono, Rapapay, L- Ror, StereoKultivoX). Eso, por mencionar sólo tres estilos en los que nuestros circuitos independientes han sido generosos en cuanto a producción -y cuya repercusión ha sido magra en lo concerniente a prensa (incluyendo la independiente, de hecho) y a público.

Hákim de Merv

jueves, 9 de febrero de 2023

Alunaki: Sueño Ameba // Chinese Park: Manual Eterno De Recuerdos Confinados // DJ Locopro: StArS EP / Tan Lejos // Vorágine: Puñales En Los Bolsillos EP // Apnoea: Radium EP // Underground Junín Vol. 2

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 1ero de febrero del 2023.)

LOS DISCOS PERUANOS DEL 2022 QUE NO ALCANCÉ A RESEÑAR (II)

Apelar al oxímoron que es hoy la figura del “disco de transición” se ha convertido en arma de dos filos. Atrás quedaron las épocas en que se le tomaba como un comodín para evitar profetizar si la carrera de bandas o artistas estaba por dispararse o por descalabrarse. Actualmente se tolera todavía su uso, siempre que esté acompañado de la predicción de rigor. Mas, a pesar de ese descrédito, hay otras maneras en que esta frase puede aún validarse.

Semanas después de cumplirse el segundo aniversario de la salida de Telescopio, Alunaki despacha al sucesor de su vitoreado entré. Sueño Ameba deja el bastidor en las postrimerías del ‘22, integrado su repertorio exclusivamente por canciones nuevas -ya que outtakes como “Lágrimas De Lodo”, “Cuarentena”, “Inicio” o “Círculo” no se han considerados. No había cómo, en realidad: para el nuevo esférico, Raúl Begazo abandona la zona de confort que le había deparado la experiencia anterior, poniendo proa hacia aguas un tanto más encrespadas.

Al ser Sueño Ameba un álbum más versátil, resulta tentador chantarle la socorrida etiqueta “disco de transición”. Si ésta se le ajusta, no lo hace en un sentido ortodoxo. Para empezar, el músico arequipeño no revalida la hegemonía del shoegazing, sino que se postula más cerca del tripgaze macerado en sus días como miembro del dueto Paisaje 3. Más cerca, no “a la vera de”: el tripgaze que despliega Alunaki tiende a ser altamente permeable, flexible, dúctil. Obvio, hay momentos en que SA alcanza los estratos bristoliano-noisicos del memorable Sesión Invernal (2016), como la trilogía que ensamblan “Forever”, “Veneno” y “Agua”. Son muchos más, con todo, los episodios en que esa impronta abandona posiciones frente al avance de otras variables -o, simplemente, se lo toma con toda la calma del mundo.

Ilustrando el primer caso están la neopsicodélica “Nunca Es Tarde” (cuya flamígera guitarra prende la mecha de un groove delicioso) o la ácida “Riendo De Todos” (de violáceos efluvios celestiales -sólo le faltó materializar un troncho roleado por Jason Pierce-). También, el baggy achorado de “Ultra Rumi”. En cuanto al segundo caso, es refrendado por el lúdico ejercicio de “Zion” (Orfa Ponce en voz, quien ya había grabado en Telescopio), el corte epónimo (que da inicio al CD esgrimiendo una fina capa de scratch moviéndose declinante en circuito cerrado), el dúo de fraseos entre el mollendino y la ¿freestylera? cantante Fershee Djin retratado en “Un Nuevo Verbo”, o el rave distendidamente pasotista de “Locuras De Adentro”.

Begazo confía el colofón a “La Orden Del Delfín”, gesta en plan electroacústico, prontamente invadida por rasgos que inclinan la balanza en favor del ethereal noise -voces susurrantes, feedback a granel, la guitarra recreando el plácido y agradable gancho pop que distingue al shoegazing... Un final que resarce al género en cuestión por lo pequeño que ha sido su papel en Sueño Ameba, sin augurarle U-turns en el horizonte de Alunaki. “Disco de transición” lo bastante heterodoxo como para no percibirse tal.

Bonito regalo el de Manual Eterno De Recuerdos Confinados, puesta de corto con que al fin se estrena el quinteto Chinese Park, originario de Huancayo. El combo  comienza  su existencia en el ‘18, manteniéndose su formación inicial -Alejandro Arrieta (guitarra), Raúl Macha (bajo) Denise Monteferrario (vocales), Ángel Flores (guitarra), Kevin Yauri (baquetas)- intacta hasta la actualidad. Su primera canción publicada, una toma de ensayo de “Alt F4”, data de febrero del ‘21. Tras de ella vendrían el single virtual “Análisis Funcional De Mis Pensamientos” y “Mañana Siempre Puede Ser Peor”, canal este último difundido vía Perdiendo Peleas, Ganando Amigos Vol. 04 (2022), compilación de Anti Rudo Records. Salvo “Alt F4” en remozada lectura, ninguno de estos adelantos forma parte de Manual Eterno...

La placa florece y se fructifica en el sonido que ya anunciaba Chinese Park anteriormente. A saber: un indie pop presto y raudo, de melodiosos riffs, que no le hace ascos al punk ni mucho menos al hardcore de bajas revoluciones. Algo así como una fusión entre los canadienses Billy Talent y los extintos marilandeses de Velocity Girl. Según qué canciones, la agrupación elige dar preponderancia a una u otra tonalidad. La tradición indie usamericana es invocada en pasajes como el breve telón arriba de “El Repentino Despertar De La Consciencia” o “Creciente Y Lunático”. En la otra esquina, el añoso feeling punk gana contundente en “No Puedo Cambiar” y por cansancio en “Alt F4”, asomándose al término de ésta una desnuda eléctrica que remite a los Yo La Tengo más crepusculares.

Algunas voces han señalado una prehistoria emo en el devenir de Chinese Park. Si fue de esa guisa, actualmente no quedan rastros de ello. Ni siquiera en lo que se erige como punto medio “físico” y estético de MEDRC: tercero de cinco, “Días, Miedos” tributa por igual al indie, al pop y al punk. Aquí es, para más señas, donde mejor descuellan esas ardilosas guitarras melódicas de la mancuerna Flores-Arrieta. Bruñen éstas las presurosas curvas que el conciso artefacto recorre durante casi trece minutos. Agraciado debut con pie derecho, que edita efusiva la gente de Anti Rudo.

He dejado de escribir un tiempo acerca de DJ Locopro, porque el man es una auténtica locomotora. El 2022, empero, fue un calendario particularmente prolífico no sólo para ese seudónimo, sino también para otros que sostiene en paralelo Miguel Ángel Elescano -Reynaga, Lutero y el recientemente promovido Maria Reiche. Así que ya toca volver a darse un paseo por las inmediaciones de DJ Locopro Country.

Nada más arrancar el año pasado, concretamente en Bajada de Reyes, el unipersonal despachó StArS EP. Más parecido a un mini-álbum, este fugaz interludio le permitió al limeño probar la inserción y reacciones de nuevos recursos en su dialéctica habitual, fundamentada en el hibridaje entre Detroit y Chicago. Es la que ofrece el extended, entonces, una versión más distendida del sonido Locopro. Una que, por un lado, consiente en que el ambient se inmiscuya un poco más de lo normal; mientras que, por otro lado, coquetea con el bouncing cuadradito y marcial de la apocalíptica EBM. Salvo “Nightin”, en la línea de capítulos anteriores, todo el contenido de StArS EP testimonia esa especie de hebefrenia sónica.

Existe otro factor a considerar, y ése es el empleo de secciones introductorias para cada composición (incluyendo “Nightin”, por supuesto). No son éstas necesariamente largas, aunque tengan esa pinta casi siempre, debido a que la musculatura tech-house que en secuencias, ornato y diseño de ambientaciones utiliza de continuo Locopro suele irrumpir desde el inicio mismo de las pistas. Así, “After”, “Diamantes”, “Lima Me Aniquila” o el round epónimo del mini-LP se ven en la necesidad de esperar unos cuantos segundos calentando motores, antes de que se produzca el verdadero despegue.

Algunas de las coartadas estilísticas expuestas hace unos renglones consiguen ramificarse hacia Tan Lejos, registro lanzado a fines de agosto y más susceptible de ser catalogado como extended -el formato visiblemente favorito del alias-, pero que sólo recibe esa denominación en la sumilla epilogal de BandCamp.

En este nuevo aperitivo, Elescano se desentiende por completo del ambient y de cualquier rasgo EBM. La convulsión electro que sacude la prologal “Dulce Atmósfera”, muestreo de la legendaria serie anime Macross incluido, pone de relieve esa intención. Por otro lado, el resto del programa refrenda el uso de esos trazos introductorios acreditados en StArS EP, que no alteran el hormigón y el ladrillo con que Locopro construye sus edificaciones sonoras.

Lo que sí altera al modus operandi, y para bien, es una actitud abierta a integrar en la argamasa otro tipo de elementos, con el fin de robustecerla. Allí está el techno-beat de “Melancolía” y sus luminosas progresiones de software/hardware, que enmarcan el decimoquinto de los célebres Veinte Poemas De Amor Y Una Canción Desesperada (del aedo chileno Pablo Neruda). Allí, el techno-trax minimalista de “Space Mood”, que sin embargo permanece apolíneo -una de las cualidades inmutables del universo DJL.

Tan Lejos cierra con “Aldeana”, insólita pieza casi contemplativa de solemnes teclados, que repite como un mantra las palabras “llora un trágico azul”, extraídas del vallejiano poema del que recibe el nombre. Constato, en estos dos compactos, que Miguel Ángel no sólo busca evolucionar probando otros sabores, sino también que se inclina más por aquello que encuentra que por aquello que busca.

Difícil dar con info en redes sobre Vorágine. Lo poco, poquísimo que circula por allí, habla de un trío de cierta antigüedad, cuya primera y única referencia en largo está clasificada dentro de los metálicos lindes del death y del black (Demo II, ‘17). Esa taxonomía no deja de provocar cierta sorpresa, ya que en Puñales En Los Bolsillos EP se han integrado cepas de diferentes procedencias. ¿Implica ello una nueva configuración al interior de sus filas? ¿O, en todo caso, una evolución/reevaluación en sus objetivos? Las respuestas a estas preguntas permanecen pendientes.

PELB EP salta a las calles como cassette en febrero del ‘22, aupado por The Horde Of Nebulah Records, label y distribuidora especializada en d-beat hardcore, punk, metal y rock’n’roll puro y maloliente; que inicia actividades en el ‘16 y cuya sede social se encuentra ubicada en el tradicional distrito de Pueblo Libre. Su radio de acción es global, felizmente. Dos ejemplos al azar: Reflejo Vomitivo (‘18) de los chilenos Trepanación y Decaying In Obscurity (‘20) de los nipones Anatomia. Siempre en modalidad tape.

Lo más reciente de Javicho/Ramón/Poncho apenas si rebasa los siete minutos. Sus cuatro surcos son expelidos a velocidades demenciales, que evocan por igual al crust, al metal, al hardcore en su variante d-beat, al punk, e incluso al fastcore -el baterista debe estar ya lidiando de por vida con un severo cuadro de bursitis crónica. Pese al tiempo que lleva en la brega (seis almanaques), el otrora acto solista no ha perdido un ápice de brutalidad, como sucede con otros similares. Por el contrario, Vorágine sigue sonando apabullante, enfermazo, agresivo en extremo, asesino. Pese a su escasa locomoción, la guitarra golpea aún con fuerza, y la voz se desgañita hasta sangrar, recordándome a veces su color a la de Rafo Komodo (el cantante de los desaparecidos Manganzoides).

Debería planearse una versión CD de Puñales En Los Bolsillos EP. Esta producción necesita más chamba de estudio que le otorgue mayor volumen a la voz, prácticamente ininteligible. Además, los tres primeros cortes -“In Front Of The Abyss”, “The Pallid Tongue”, “Pleito”- van entrelazados, pormenor que no sé si la manufactura en cinta observa. El video en YouTube se zurra en el detalle, y en BandCamp ocurre lo propio por defecto. Un poco más de chicha sobre el terceto en Kill The Zine número 5.

Por ahora inscrito en esa estirpe de creadores sonoros locales que se sienten a gusto sólo en el anonimato más impenetrable, el solista Apnoea dice presente en el catálogo de Chip Musik a través de Radium EP. Colgado a mediados de octubre del ‘22, el extended le sitúa en predios de un bien entendido diletantismo, que decide habérselas con las vanguardias pop en su acepción noventera (¿las últimas de la Historia?).

El accionar de Apnoea es arisco, casi montaraz. Desde las primeras notas de Radium EP, es innegable la hosquedad de registro elegida por el ignoto no-músico para revestir su output. “ACLS”, en efecto, tolera la metáfora de un zumbido atosigante tras sus primeros 20 segundos. Con mucho esfuerzo, pueden detectarse matices que hablan de una proximidad con el ambient y el post-pop, si bien es complicado desmontar esa gruesa capa de drone para apreciarla.

El dramático contraste de “Ivy Mike” le hace lucir más melódico. Sin prescindencia de los graves, el track asimila un pródigo armazón rítmico borroso, que sugiere intenciones de esbozar algo así como un drum’n’bass apenas bosquejado. El misterio que rodea “Entelequia”, de cadenciosa intensidad, hace pensar en un equivalente peruano del primer Disjecta. Aquí se anima por primera vez Apnoea a samplear una voz, lo bastante deformada como para sintonizar con el rostro mostrado.

Firmada por los Seefeel de una realidad paralela, “Atomzahl” dilata el flirteo del capitalino con el ritmo, aunque éste se va afantasmando conforme avanza el láser, ahogado por poderosas reminiscencias industriales. El raid finiquita gracias a “Phase 1”, primera composición conocida de Apnoea al haberse entregado para el decimocuarto título de la saga Lego (Autumn Tapes, ‘22). La toma es exactamente la misma: apabullante murallón de sonido para contener un ambient de blanquecinas asperezas, que sólo en su agonía condesciende a la síncopa -el símil con los pininos de Boards Of Canada no es descaminado. En cierto modo, “Phase 1” es el cenit de Radium EP, el caldero en que Apnoea centrifuga todos los ingredientes antes utilizados.

Suerte con lo de la identidad desconocida. La aplastante mayoría de sus predecesores ha terminado siendo identificada -salvo Time Traveler, Laikamorí y Mongo No Stars.

Underground Junín Vol. 2 desdibuja buena parte lo que había avanzado Arte Sonoro, colectivo de músicos de la zona altoandina central del país, con su predecesor de hace dos años. Primera razón que justifica este juicio: el panorámico no sólo no amplía su radio de acción para incluir exponentes de todas las provincias del departamento de Junín, sino que le reduce a únicamente tres. Dichas provincias son Huancayo (3), Jauja (1) y La Oroya (¡9!). La desproporción en el reparto de las tajadas no hace sino subrayar cuán alentador era encontrar en Underground Junín Vol. 1 gente de Satipo, Pilcomayo, Chupaca... A esas cifras se suma la aportación de Lima (2) para llegar a los 15 actos involucrados en este segundo tomo, frente a los 20 conjurados en el primero.

Segunda razón: la variedad estilística se ha visto draconianamente mermada. Si antes entusiasmaba escuchar sonidos juninenses emparentados con el grunge, con el EBM, con el metal, con el indie y hasta con el reggae; la paleta de colores del ...Vol. 2 es tan exigua que no ha quedado de otra sino agrupar en segmentos los canales que más o menos comparten género, perfilándose tres compartimentos distinguibles al primer golpe de vista/oído. En ello también ha tenido que ver la extensión de la compilación -poco más de 62 minutos, contra los más de 83 de la anterior.

Tercera razón: descontando un par de números ya divulgados en discos propios, ningún asalto de esta pelea consigue destacar por encima de los demás. Esto no quiere decir que Underground Junín Vol. 2 sea una rodaja prescindible, pero sí una en que la medianía campea a sus anchas. En lo tocante a su primera tramo, se ha apostado por un synth pop/electropop que literalmente brilla en la oscuridad, apertrechado de no pocos chisguetazos de éter supersónico. Sucede con “Génesis” de Diogen Svemir, con “Saudade” de Chungking Express y con “Paraíso VIP” de Orsound. Suena exótico el maridaje, aunque se agota demasiado pronto.

En lo concerniente al segundo sector, el pop/rock se tiñe de negro, variando su grado de intensidad de acuerdo a quien performa -titubeante en “Bailes Muertos” de Zorstka (más techno pop que pop/rock, a decir verdad), en “El Retrato” de Morojo y en “Instante Eterno” de Adox Zars; monolítico en “Ataduras” de los limenses Rawa. Mientras tanto, la última sección ha sido reservada para los músicos que todavía pueden catalogarse como “de avanzada”. Los temas dados a conocer pertenecen a Miyagi Pitcher y a Time Traveler -“Ikigai (生きがい)” en el disco del mismo nombre del primero, “Old Astronaut 29.000” en Micelio del segundo (remezclado para la ocasión por Alcaloidë). El resto -“Ciudad Cristal” de Paititi, un succourizado “Crystal Beings” de Xtredan, “Génesis” de Ivo Macross- parte del post-IDM para recorrer fatigosamente el espectro de la música electrónica que traspuso el umbral del nuevo siglo. De todos ellos, indudablemente el más aventajado es “Sueños De La Eternidad En 5 Minutos” -y no deja de ser llamativo el hecho de que su impulsor, Walls, sea el mismo de Orsound.

Podría Underground... 2 haber salido mejor librado, si no fuera por dos horrores mayúsculos. Curiosa coincidencia, ambos son reformulaciones de canciones ajenas. Una, segunda intervención de Diogen Svemir, es la revisión de “Space Age Love Song”, el incombustible clásico de A Flock Of Seagulls. No lo hace mal reconstruyendo el hit a partir del electrogaze al que hacía alusión hace un rato, pero las frecuencias de grabación alcanzan no pocas veces picos de sobresaturación, convirtiéndose en “puntos ciegos”. La impresión que deja este error de principiante es terrible. En cuanto a Lunática Terrestre, propone un desabrido cover en clave seudo bossa nova lo-fi de “¡Qué Bonito!”, original de Rosario Flores, más conocido por la versión bachatera-pacharacaza de una tal Vicky Corbacho. Ni pizca de imaginación. No era nada del otro jueves lo que exhibía Lunática Terrestre en ...Vol. 1, pero esto se me hace francamente intragable.

Hákim de Merv

jueves, 8 de julio de 2021

SoDPM: Hechizera EP // Poncho Negro: Poncho Negro

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 30 de junio del 2021.)

Ramón Pérez-Prieto ha decidido aprovechar estos meses en que Novalima está tomándose un receso en cuanto a lanzamientos -lo último fue el remix de “Rumbo Libre”, en 2019, al año siguiente de su largo Ch’usay- para dar curso a un proyecto paralelo denominado SoDPM. Paralelo y grupal: aúna fuerzas aquí con Coqui De Tramontana (M.A.S.A.C.R.E.) e Israel Vich (DJ peruano internacionalmente reconocido).

El alias SoDPM ya tenía publicado un extended play vía la label mexicana Cosmic Awakenings, especializada en lo que podría sintetizarse como música electrónica con pretensiones de espiritualidad trascendental. En su nómina, nutrida por actos de todos los rincones de la Tierra, se inscribe Coming Home EP (noviembre del ’20). La terna se exhibe en el artefacto millas alejada de la electrónica mestiza que se deleita en facturar Novalima, yendo más por el lado de una suerte de (in)fusión de downtempo con aristas lounge como las que sobresalían en el epónimo debut del célebre combo de raíces negras (2003, cf. “Nueve Dragones”).

Para Hechizera EP (sic), se han implementado algunos cambios. El primero se relaciona al grado de fisión que ha alcanzado la mezcla, fluyendo ahora de modo perfectamente natural. El segundo, quizás el más importante, tiene que ver con el groove: si en Coming Home EP lucía orgánico pero algo rígido, en Hechizera EP se le percibe mucho más cadencioso y sensual. Un tercer cambio se halla reflejado en la instrumentación: la guitarra es completamente funcional a las composiciones del extended, acompañada ahora por un sigiloso cajón afroperuano.

Tanto “Hechizera” (colabora Juan “Cotito” Medrano) como “Munra Ka Ya Te” (al alimón con Novalima y el artista del oriente peruano Rawa Muñoz) son tracks guiados por una filia inspirada en estéticas étnico-tribales, que complementa/potencia las blueseras secuencias downtempo del trío antes que repelerlas. Un EP agradable al oído, con que relajarse antes de afrontar trips de mayor calado. Edita la alemana Kindisch, donde también ha publicado Vich por cuenta propia (Ayahuasca EP, 2019).

El año pasado tuve la oportunidad de escuchar y comentar el epónimo debut de Dom Dimadoom, joven promesa de la renovada asonada grindcore/fastcore/thrashcore que viene estragando las escenas underground limeñas adscritas a esos géneros. Hoy es el turno de Poncho Negro, grupo que acaso no sea tan zagal como DD, pero que fatiga direcciones bastante similares.

Dúo formado por José Casalino (guitarra, voz) y David Núñez (batería, voz), este último además co-fundador de la interesante escudería LaFlor Records, Poncho Negro cuenta ya con una estela discográfica de tres títulos. Que los dos primeros lleven respectivamente los nombres de Demo (I) (2014) y Demo II (2016) es algo que todavía no logro entender bien: no me parecen susceptibles de ser etiquetados como “demos” o “maquetas”, y tampoco encuentro diferencias significativas entre éstos y lo que podría considerarse su homónimo estreno oficial. En cualquier caso, difícilmente esta uniformidad se transforma en hándicap cuando hablamos del grindcore, del crustcore y afines.

Dada, pues, la extrema concisión de Poncho Negro (apenas 372 segundos); se hace un tanto inútil analizar las canciones por separado. Más apropiado es señalar que, para su entrega de cosecha 2021, la dupla afianza un estilo atiborrado de mugre, velocidad y distorsión magnificadas. Las ansias de despedazar lo que ose ponerse enfrente de su desparpajado terrorismo sonoro se ven frenadas únicamente por la brevedad de los surcos -los más cortos de los cuales frisan los 17 segundos, mientras que los más largos no superan los dos minutos. Difícil prodigarse en más palabras ante semejante huayco de ruido furioso y demencial, que empuja un muro de infame sonido irrespirable sólo para dejártelo caer encima.

Irrespirable y brutal, sí, aunque rara vez denso y/o pesado -tal vez el segundo movimiento de “NN” pueda calificar como stoner-. Por lo demás, el tándem manda al carajo sus eventuales limitaciones técnicas, convirtiéndolas en rasgos distintivos de género y output: las apagadas atmósferas de powerviolence noise, los riff bestiales/rudos/viciosos, la ensangrentada garganta desde la que escapan las vocales, los huracanados blast beats de Núñez a las baquetas... Atronadora “puesta de largo” del binomio, que en directo es asistido por correligionarios de movida como Víctor (LÖRI), Tarik (los desaparecidos Un Viejo Arcoíris) y Frank (Sistemas De Aniquilación).

Hákim de Merv