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jueves, 17 de julio de 2025

Alcaloidë: ∞ EP // Contusión Cerebral: Pensamiento Programado

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 9 de julio de 2025.)

Cuando hace casi dos meses tomé conocimiento de EP, nueva entrega de Alcaloidë, acababa de retornar de unas breves vacaciones en las alturas de Huaraz. Lo primero que se me ocurrió es que había ingresado inadvertidamente en una realidad alternativa. Supuse después que me había equivocado al momento de seleccionar la descarga, facilitada gentilmente por el músico y co-fundador de Chip Musik. En última instancia, pensé que al descomprimir el .rar inadvertidamente debía haber abierto otro archivo.

Vanas conjeturas. El extended, valgan verdades, dista mucho de las composiciones más recientes que publicase el autor oroíno. El golpe de timón que propina es más bien un martillazo, en modo alguno ubicable próximo a su último largo Wichq’ana Ch’askancha (‘21) o a su tumultuosamente ruidosa colaboración en Paradigmas Frecuenciales II (‘23). Tampoco “Tesla”, cedida para el lado B de Philodina (‘25) y donde Alcaloidë se acerca tangencialmente al shoegazing, guarda mucho en común con el EP subido a inicios de mayo pasado.

Se desgajan los primeros sonidos de “Frecuencias De Kénosis” y la metamorfosis se evidencia. Aunque la música de Alexander Fabián bajo esta faceta proporciona con el paso de los minutos las dosis de peculiar rugosidad y de esos glitcheos que dan consistencia a sus fondos sonoros, ahora su preeminencia es menor ante la adopción de una línea melódica de conducción ambient que no necesita descollar para modificar sustancialmente el cariz del alias. Mantener el perfil discreto le basta.

Mientras empieza a declinar “Frecuencias...”, fantaseo con un Brian Eno que hubiese empezado carrera solista en este siglo en vez del anterior. La quimera se evapora al arrancar “XTO” acentuando ritmo y melodía, transformándose de a pocos en una jungla simétrica de pulsos. Aunque proliferan los autechrismos, sus reverberaciones y un sublimado exotismo étnico me hacen sentirle más a gusto en los predios de The Future Sound Of London que en los de la dupla formada por Sean Booth y Rob Brown. No acontece otro tanto con “Godwave V_1.1”, que subraya la multiplicación de secuencias pero no la tonalidad eurítmica. Pese a que “Godwave...” se ceba en los límites del drum’n’bass, su impronta digital está lo suficientemente borroneada para impedirle cruzar esas lindes.

Sorprendente giro el de EP, entonces, con sólo tres canales y menos de un cuarto de hora. Como se usa decir en estos bytes, queda la incógnita sobre si es una transformación pasajera o si será algo más permanente, que modificará por completo la naturaleza misma de Alcaloidë.

Descubrí hace poco las bondades -por así decirlo- de Contusión Cerebral. Se trata de un seudónimo aparentemente individual tras el que se acomoda el huancaíno Harold Heinz. Su labor artística despega en el Año de la Pandemia a través del álbum La Doble Singularidad, y continúa en el siguiente con Variación Cuántica. Pistas en este último como “Navegando Por Una Galaxia Holográfica” o “Reiniciando El Simulador De Sonidos Monogravitacionales” me inclinaban a especular sobre una electrónica deudora de la tradición sci-fi.

Nada más lejos de la realidad. Luego de una buena cantidad de singles y algunos EPs, el tercer volumen de Contusión Cerebral aparece a fines de febrero. Con Pensamiento Programado, Heinz finalmente se decide por géneros más delineados que el nebuloso esteticismo post punk del debut. El darkwave, la coldwave, el synth punk e incluso la electronic body music trashuman este disco de melodías inmutables y oscuras, de ritmos cortantes y angulares, de febriles arrebatos y vocales tan escasas como lúgubres -que esconden de este modo sus limitaciones, todo sea dicho.

El genoma mitocondrial de CC guarda una enorme herencia materna de dark rock. Ello es más que notorio al escuchar canciones como “La Muerte Me Espera”, “El Planeta De Los Genocidas” (acreditado como cover de unos tales Rüe Morgue 131) o “Las Flores Del Mal” (bien Lima 13). Ocasionalmente, es el darkwave inclinado hacia el synth punk el que se pasea en “Madre, He Probado La Muerte” o en “Nativos Digitales”. Algunas esquirlas de esta aleación expanden el output hacia desarrollos cobijados por la proverbial frialdad de la coldwave, caso “Frío Destino ♡”, la ágil “Presagio Fúnebre” (aquí la voz emula la de Javier Benavente, de los legendarios Parálisis Permanente) o la aún más virulenta “Baila Como Ian Curtis” (original de unos aún más ignotos Octubre).

Angustia nihilista envasada en alienantes programaciones de hierática gelidez. Sí. El problema es que, salvo “Suicidio Moral”, que arriesga un poco más empujando a Harold hacia maquinaciones filo-EBM; no encuentro muchos intentos por trascender o superar el manual de estilo, y sí bastante complacencia genérica. Aún cuando no tengo ningún reparo en torno a las etiquetas utilizadas, no me he sentido especialmente movido por Contusión Cerebral. Su agitación synth, su quejumbrosa calígine a lo Seventeen Seconds circa “At Night” o “In Your House”, su paso correlón y rabioso; todo ello me gusta y entretiene, sin lograr calarme de veras.

Todavía se le siente crudo, pues, al acto altoandino. Paciencia, me digo, que el muchacho no ha hecho sino empezar. Mi espíritu se serena ante esa perspectiva.

Hákim de Merv

jueves, 10 de julio de 2025

Ballet Mecánico: Primera Secuencia // Ayarwhaska: Dendritas Oscilantes

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 2 de julio de 2025.)

Luego de un tiempo relativamente alejado de su faceta como músico, estrenó Fernando Pinzás durante el último trimestre del ‘24 Ballet Mecánico, proyecto donde él tiene la última palabra y en el que las colaboraciones son más que bienvenidas. Se establece así una diferencia clave respecto de grupos anteriores en los que participó, como Specto Caligo y los recordados Varsovia. A posteriori de los singles de adelanto “No Cederé” (10/24) y “Testamento” (1/25), BM libera su debut en marzo del presente a través de la discográfica Buh Records.

Mencioné hace un momento las colaboraciones. En esencia, éstas han tenido lugar a la fecha en el rubro de la voz, dándose el caso de tantas vocalistas invitadas -sí, todas ellas mujeres- como de episodios provee el largo, exceptuando la epilogal remezcla de “No Cederé”. La suerte es, en consecuencia, variopinta.

Pinzás ha erigido un opus de synth pop ochentero clásico con debilidad por la decoración Hi-NGR e italo-disco. No siempre es así, por cierto. En canciones como “Fábricas Del Miedo” y “La Memoria Es Un Acto Político”, Ballet Mecánico se enfunda en la piel de la ochentosa electronic body music. Monocordes, cortantes, airadas; las voces escogidas para ambos números -Anabhell y Kat Kathia, respectivamente- calzan de plácemes con la contundencia cuasi industrial y el agresivo synth punk para caderas que ellos encarnan. No es tan simple abordar el resto de Primera Secuencia, sin embargo.

Cuando las programaciones se adelantan un poco a la fecha de origen de su matriz (menos próximas a los 80s que a los 90s), las melodías se hacen más recordables, el delay se aposenta en los lugares correctos, las atmósferas se empañan de melancolía y los teclados se vitrifican hasta traslucirse. Ésa es la mejor performance para las vocales de Luz Cáceres (a) Luxsie (“Mascarilla”), Luminiscencia (“Testamento”) o Noelia Cabrera (“Como La Última Vez”). Emergen efluvios de O.M.D., de Yazoo, de Soft Cell e incluso del primer New Order. Cuando no ocurre tal cosa, sino que se prioriza el esteticismo/efectismo Hi-NRG/italo-disco, aunque los arrestos suenen bien elaborados, carecen de la chispa emotiva de sus pares -y en ese contexto, hacen lo mejor que pueden gentes como Susana Fátima (“No Cederé”) o Laura Rosales (“Rosa Era Inocente”). Por fortuna, esas oportunidades son las menos -para más inri, ubicadas al inicio de la jornada.

El grueso del álbum está, pues, a la altura de las circunstancias. Synth pop contenido de ingente carga emocional tratando simultáneamente de sonar lo más minimal que se pueda, bebiendo a veces del output de El Aviador Dro Y Sus Obreros Especializados (pero no de su divertida retórica). Cuando no, new beat de ecos a lo Front 242 o Neon Judgement, y hasta de unos Nitzer Ebb con las secuencias desmontadas.

El único rato en que se funden todas las variables puestas en juego a lo largo de poco más de 36 minutos es “La Ciudad De Los Incendios”. Su conjunción de Hi-NRG, marcialidad proto-EBM, teclados veleidosos como ellos solos y una voz que se afantasma sin disolverse (Angélica Carlos a.k.a. Elva Cío, camarada de Pinzás en Specto Caligo); le hace merecedor de un espacio insular. No digo que sea la mejor canción del vinilo, sino que es la de sonido como no tiene otra en éste.

Correcto primer paso. Muy artístico y entrañable, también. Para sortear hándicaps y superarse a sí mismo, Fernando debería: 1) equilibrar la balanza en cuanto a estilos de los que se nutre, y 2) pensar en una cantante estable, de registro amplio. Sólo así sacará todo el partido posible de sus potencialidades y conseguirá puntaje perfecto. El de Primera Secuencia va bien para un bergantín que recién zarpa.

Aún no tengo el gusto de conocer a Valentín Causillas. A riesgo de equivocarme, lo alucino alguien todavía con el pellejo verde, coetáneo de Nicolás Prado, de la tropa Haiti Bon Aire o de la mancha de Antibióticos. De todos ellos algo tiene su escueta primera entrega Dendritas Oscilantes, de apenas 26 minutos más sencillo, embebida en desparpajada conchudez con la cual rondar tendencias aglutinadas alrededor de dos cepas entrelazadas: el ruido fecundado por la actitud punk y la fascinación por la distorsión ominosa.

Comienza a sonar “XXX Rated Speed Grindcore” y piensas automáticamente en Leonardo Bacteria, fallecido frontman de Insumisión. No porque Ayarwhaska -alias de Causillas- sea un facsímil del u-ni-per-so-nal de Leo, sino porque la inspiración es clarísima. Mezcla de grindcore y gabber a velocidad supersónica, “XXX...” navega los mismos mares encrespados que el digital hardcore de Insumisión a partir de La Frustración Lo Cubre Todo (2000). Como éste hay varios surcos en la decena que integra el repertorio del cassette, si bien dotados de intros diversas: “Torturados Serán Los Alzados” (cuyo pistoletazo de salida parodia los viejos programas de variedades setenteros), “El Harsh Es Lo Único Que Me Excita” (que de harsh no tiene nada, con sus bpms fuera de control), “Desasosiego” (su engañoso preludio de rock grave y solemne experimenta un quiebre para aplastarte despachando avalanchas de drum’n’bass deforme), “Matas El Pueblo Por El Que Luchas” (sampleos de La Boca Del Lobo y del cleptócrata oriental Fujimori, colándose por en medio de frecuencias que colapsan ante la voluminosa carga que soportan).

Por contraste, hay otros tantos cortes que asoman bastante más convencionales, pese a que Ayarwhaska se las arregla para preñarles de elementos bizarros con que tender vasos comunicantes hacia sus similares del párrafo anterior. El primer ejemplo de ello es “En Colono”, que suena a punk noise de sucio ruido ascendente. Por la misma trocha se desplazan “Memorias Gwiyomi Nyan Cat”, egg punk de desprolijidad absoluta que muta hacia el final en webcore (y cuyo bajo modélico es lo único que sostiene su caótica naturaleza), el inusualmente dilatado “Tres Gallos” (noise rock desestructurado de guitarra aporreada), el cierre “Psykodemia!! (Asko)” (que más parece una unión a la mala de distintos retazos).

Punk + noise + distorsión + gabber, entonces. Tal es la consigna hecha lema por el joven Valentín. Lema que, como suele suceder, no tiende a la uniformidad -y que tiene en Dendritas Oscilantes una excepción para confirmar la regla. Ésta es “Puti Jazz”, pista diminuta que así y todo se da maña para hacer sonar saxos ¿andinos? ¿afroperuanos?, por entre masas asesinas de abyecto noise. La exceptuación -a duras penas- de una experiencia frikeante que pone a prueba, una vez más, tu capacidad de aguante en relación a formas no convencionales de crear música/no-música. Como sucede con Ballet Mecánico, se porta asimismo Buh con la manufactura de la cinta.

Hákim de Merv

jueves, 24 de abril de 2025

Philodina // Un Día En Venus: Darkwave EP

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 16 de mayo de 2025.)

Aparecieron entre fines de febrero y principios de marzo las dos caras de Philodina, nuevo lanzamiento bifronte de Chip Musik destinado a prolongar la saga inaugurada durante el ‘23 por Seven 7’’. Esta vez no se ha adosado la nomenclatura “single” a la denominación, si bien una de las faces (A) encaja perfectamente dentro de ese concepto. De todas formas, tampoco es que los dos lados de Seven 7’’ se ciñesen a la estricta definición de lo que es un 45 rpm. En lo sí que coinciden ambos títulos es en la figura del 6-way split, al menos formalmente.

En el side A de Philodina (24/2) corre el telón Trampaluz, remixeado en esta oportunidad por Óxido, unipersonales santiaguinos ambos. En “Pulsar - PSR B1919+21”, se hibridan pelágico post rock y picoteante electrónica, aunque para discernir qué tramos corresponden a qué manos es menester pelarle oreja al apenas estrenado Pulsar (18/3) de Fernando Arce. En caso contrario, sin más puedes disfrutar de sus correntadas subterráneas de fluidos binarios, tamizadas por laxas ambientaciones propias del primer post. Le sigue “Patas De Perro”, del también chileno Pande-Dios. Lo de Mauro Rojas va a la vera de un folk de compleja taxonomía, muchas veces emparentado con la veta usamericana más arisca del post original. La concisión no resiente su feeling neopagano de dimensión paralela, ni su coletilla de embrionario ruido blanco.

Baja la persiana de la cara A “Montuno”, composición de Norvasc. Llaman la atención la tromba de noise polucionante y la aleatoriedad de su estética glitchera, ya que Gerardo Flores normalmente boceta viñetas mucho más calmadas y melodiosas. Tras 3 minutos y medio de enturbiada ¿deconstrucción? ¿destrucción?, se elevan desde simas crackeadas el bliss pop y el baggy a que el individualista siempre ha sido afecto. La corrosión, sin embargo, no se desvanece.

Philodina reserva a Ionaxs la apertura de su side B (10/3). Con el sugerente marbete de “Geopolímero”, Jorge Rivas postula una performance de post IDM sobregirado de software y hardware incluso a niveles microscópicos, pese a que las primeras acometidas me hacían pensar en Puna antes que en Ionaxs. A renglón seguido, Alcaloidë presenta “Tesla”, conformada por dos capas de sonido muy distintas entre sí que colisionan para producir azarosas formas de noise camelado divergentes del shoegazing. Una de estas capas se prodiga en la vorágine de un ruidismo digital áspero en exceso, mientras que la otra -prácticamente sepultada por la primera- erupciona a cuentagotas para dar paso al éter mayúsculo del bliss out. Cinco minutos y monedas de insólita convivencia después, matizados por cacofonías binarias que emulan la voz humana, emerge un amago de programación.

Finaliza el lado B “Teletransportador”, de Óxido y Trampaluz. Se propone aquí, siempre y cuando accedas a audicionarle con los ojos cerrados, una experiencia hasta cierto punto inmersiva que despega de manera un tanto confusa. El cúmulo de impresiones metasónicas que reviste los primeros minutos del corte afloja luego  de  buen  rato  ante  divisiones  abrumadas  de  volátil  cosmicidad,  lo  que deja una impresión final de permanente transición -del caos al orden, del desconcierto a la avenencia, del primer chispazo de impulsiva creación al último de veterana precisión.

Me quedo aún con ambos lados de Seven 7’’, que lograban una mejor representación de la nómina Chip, tanto en cantidad (seis participantes claramente diferenciados, en vez de los cinco de Philodina) como en diversidad (¿y el shoegazing dónde recaló?).

A poco de iniciado el año, pudo sondearse en redes un pulso de gran actividad por parte de Miguel Ángel Elescano. Bien con seudónimos nuevos, bien con otros ya conocidos, el músico no ha permanecido quieto; al punto de acreditar a día de hoy suficiente material nuevo para al menos un par de reseñas. Aquí va la primera de ellas.

Elescano debuta bajo el alias de Un Día En Venus el 17 de enero, inaugurando de refilón su propia label discográfica, Nuclear Pop Records. De entrada, el individualista explicita intenciones de volcar la recién bruñida chapa hacia sonidos no antes hollados por su mano, declaración rubricada gracias al título que confiere a la primera producción de UDEV: Darkwave EP. En efecto, en el extended hay un tufo a lo que actualmente se entiende por darkwave -pero también a géneros cercanos, como el dark-gothic, el minimal synth, la coldwave e incluso la electronic body music. Si ello responde a una jugada vintage, retro o de cualquier otra laya, que cada quien lo decida.

Cuatro temas en menos de un cuarto de hora. Comienza el EP con “Elefantes En Mi Habitación”, darkwave al alza de medio tiempo, que a lo primero que me recuerda es a esa bandaza que fue Décima Víctima. Oscuridad que puede sobrellevarse merced a su tesitura pop, a su sencilla estructura lírica, a su dinamismo en el límite de lo tolerable para un estilo tan cargado como lo fuera en su edad dorada el dark rock. A este cumplidor inicio le sigue “La Cocaína Mata A Mis Amigos”, bastante más próximo al electro-gothic de fines de los 80s, ése que naciese del contubernio entre el gothic y la EBM. Aunque reconozco que sobre “La Cocaína...” flota un aura mucho más amenazante, también debo decir que es un surco muy cliché.

“Las Estrellas” se inserta de lleno en la dialéctica de la coldwave francesa, a modo de punto medio entre los extremos que supondrían las dos piezas que le anteceden. Coadyuva en la tarea no sólo su vecindad con grupos como Police Des Moeurs o Martial Canterel, sino el protagonismo concedido a unas glaciales vocales femeninas que no se consignan acreditadas por ningún lado. Salvo por ese detalle, “Por La Cordillera De Los Andes” fatiga idéntico carril. Mohína y evocativa, la voz de Elescano acompaña una melodía de cansinos ardores, de fervorosa gelidez maquinal, de apagados resplandores boreales; mientras erra como alma en pena buscando en andinas serranías a su incógnita musa.

Novísima faceta, la que abarca aquí el limeño. Nada mal para empezar, en el futuro inmediato se ha de exigir un poco más, a fin de renovar el interés por la mixturada propuesta que le atribuye a Un Día En Venus.

Hákim de Merv

jueves, 20 de febrero de 2025

Monsters: Lejos De Mi Ciudad // Antibióticos: 100mg // Fukuyama · Fijando El Estallido: En Vivo En Festival Sarcófago // Todo Sigue Igual // Humano De Hiel: Encierro EP / Emboscada EP

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 12 de febrero de 2025.)

LOS DISCOS PERUANOS DE 2024 QUE NO ALCANCÉ A RESEÑAR (III)

(Ni tan) inusual el sino que le fuera deparado al primigenio volumen de Monsters. Fundado a mediados del ‘16 en La Oroya, Junín (región centroandina del Perú), el dúo de los hermanos Paulo (voz, arreglos) y Ronald Chávez (segunda voz, producción) le edita en julio del ‘18. Que sea la apertura de una label cuyo catálogo siete años después no rebasa aún los dos dígitos (Dark Sheep Records), acaso explique lo desapercibido que Lejos De Mi Ciudad pasó más allá de su radio inmediato de alcance. Para suerte suya, ello no ha afectado gran cosa el accionar del binomio, que sigue tocando dentro y fuera del terruño.

En septiembre del ‘24, Lejos... se ha favorecido de una nueva edición gracias a Dark Grave, disquera independiente que bordea el centenar de referencias con apenas un bienio más que su par huancaína. De esta forma, se pone a consideración de públicos más jóvenes/nóveles un esférico merecedor de mejor fortuna que la cosechada hace media docena de años, que ilustra parte del amplio espectro de música electrónica cultivada en la movida oroína, y que debiera ubicarse junto a obras de coetáneos/coterráneos como En Los Ojos De Medusa (Ausencia, ‘19) o Irinum (El Origen De La R-Evolución, ‘16).

Lejos De Mi Ciudad viene tapizado con ornamentaciones new wave y EBM. Buena parte de sus programaciones podría etiquetarse como fundada sobre una especie de proto-techno. Su fuente matriz es, sin embargo, el synth pop. No cualquiera: el output de los Chávez tiende a ser más opaco de lo normal y a acelerar el trote, aunque la temperatura glacial típica del synth de los 80s se mantiene inalterable. A despecho de su velocidad, “Misterios De Amor” me suena su largo rato a Visage. Otras muestras de esos sintes de ébano y secuencias de ágil marcialidad son “Tan Cerca De Mí”, “Sueño Oscuro” y la terna final “Muriendo En Tu Ser”-“Latidos De Tu Corazón”-“Lejos De Mi Ciudad”.

Sintomáticamente, la tríada que acabo de subrayar sucede a una precedente, donde Monsters testea esos otros sabores mencionados renglones atrás. “Mafia Y Poder” me recuerda a la electronic body music de Nitzer Ebb. “Monsters” busca reverdecer los laureles del techno industrial de gente como Front Line Assembly. Y “Siempre Estaré Contigo” es casi techno trax al alza. Canales divergentes que encajan en un plástico de sesgo bailable -al modo en que se bailaba en los 80s, obviamente-, que no pierde nunca de vista el norte synth al que ha entregado su alma. Por algo la pileraza “Tu Oportunidad” se levanta sobre ese nervioso synth de gustito agridulce que se manufacturaba en la Unión Americana no bien alborearon los 90s.

Lejos de ser un trabajo impecable, y ya de cara a una próxima jornada, Monsters necesita implementar prontas reformulaciones en dos rubros muy específicos: la voz y las letras. Se nota en qué canciones las vocales están forzadas y en qué otras no. Obviamente, Lejos De Mi Ciudad luce más cuando la voz sale suelta, sin pretender ser lo que no es. Igual se le aprecia en grado sumo cuando las líricas son construidas con empeño, dejando atrás disfuerzos medio cursis. No olvidar, eso sí, que estamos hablando de un episodio editado por primera vez en el ‘18. Hoy, las cosas podrían haber cambiado sustancialmente.

Hace un par de semanas, escribí unas pocas líneas sobre el bluff que supone Super Fuzz, abanderado local del llamado “egg punk”. Ya tenía pensado comentar también 100mg, estreno absoluto de Antibióticos, cuando me enteré por medio del crítico Fernando Pinzás que ambas agrupaciones comparten integrantes. “Mientras no milite en las dos el cantante...”, recuerdo que pensé con no poca aprensión, ya que la actuación ofrecida por el sujeto en cuestión en Super Fuzz EP es tan mala que consigue estigmatizar alineación y extended.

Aparentemente, no es el caso. Coincide el sonido molde de Antibióticos con el del punk, mas no con el del subgénero que practican Ismatic Guru o Snõõper. Como bien señala Pinzás, si 100mg hubiese salido hace 48 años, nadie le habría tenido por otra cosa que hijo de su tiempo. Suena a punk primordial, rasposo, concebido bajo el canon de la explosión ‘77. Y sobre todo, fresco, con el cerebro lleno de ideas por probar y el corazón a mil -lo que no se traduce a la prepo en rebotar gratuita y ridículamente de un rincón al otro, sino en escupir cada asalto con urgencia, vitalidad e inteligencia.

Que 100mg es imperfecto, es una verdad innegable. Si hasta da que pensar que involuntariamente se han micrado mal los instrumentos (cuando probablemente sea al revés). Lo mismo ocurría con los jóvenes turcos de la segunda mitad de los 70s. Es esa imperfección, adviértase, lo que aquellas huestes reivindicaban como única salida posible ante el pro-gre-si-vo acartonamiento en que había caído el pop contemporáneo. Repite la faena Antibióticos en edades muy posteriores, provisto de mucha más libertad que antes. El pistoletazo de salida “Proteínas/Calorías” puede traer a la memoria a multitud de bandas punk clásicas, aunque asimismo a la síncopa de “Ether” de Gang Of Four -no por mucho más de cuarenta segundos. La brevedad es una aliada a la que el acto le saca el jugo. Otro tanto acontece con “Transgénicos”.

La efímera “Transmisión” está armada a punta de sintetizadores, y calza perfectamente con el rock mutante a lo Devo de “Vitamina C”, indicio que profetiza despegue punk hacia destinos quién sabe de qué color. De gravosa marcha rockera, “Prescripción” ve alivianado su tonelaje gracias a la inserción de fuertes dosis de componentes electrónicos -una evolución congénita, como lo demuestra Pete Shelley, que pasó de Buzzcocks a modelar sólida carrera solista en predios synth. “Consumir” despide 100mg remontándose a las raíces punk que Antibióticos busca de continuo reivindicar.

¿Fugacidad? Sí. Pero fuera de esa cualidad común, no hay ninguna otra que permita hablar de egg punk al mencionar a este conjunto. Aún cuando se trata de hacer algo con mal gusto, hay que tener buen gusto. Con mayor razón, si la consigna es divertirse, hay que hacerlo seriamente -para no quedar como un hato de cretinos que se palanganean de su torpeza e incompetencia. Abiertas de par en par las puertas para seguir avanzando, espero lo siguiente de Antibióticos no demore demasiado.

En el prontuario de la música pop peruana, dedos de pies y manos son suficientes para contabilizar álbums grabados en vivo. Normalmente, registros de esas características tienen lugar cuando una agrupación o un/a solista ha alcanzado ciertos niveles de difusión, lo que de paso asegura el considerable impacto que propician sin dejar por esto las cuentas en rojo. Al menos tal es la norma en las principales escenas internacionales, donde a partir de este punto es que sobrevienen otros criterios -el artístico, primero entre ellos.

En un país como el nuestro, donde el pop, el rock y la electrónica han sido sistemáticamente apartados de las grandes audiencias por los culiestrechos intereses de la mass media; esa norma carece de vigencia. Son causales estrictamente artísticas las que suelen determinar la edición de un live, no existiendo en la práctica expectativas de retorno vinculadas a la transmisión/divulgación o a la crematística. Pese a ello, no siempre queda garantizado el valor testimonial -ahí está Tormenta Mental - Live At Woodstaco 2019 (‘22), de El Jefazo, ejemplo de cómo NO encarar la producción de un material en directo.

En el otro extremo se halla Fukuyama, que inauguró octubre último recuperando para la posteridad su performance en la edición del Festival Sarcófago del año pasado, junto a bandas como Titania, Pus y Laura La Sangrienta. Fijando El Estallido... devela desde su denominación la intención del entonces cuarteto: legar a futuro un documento que atestigüe el estado por el que atravesase el combo en aquel momento histórico. Noise rock de orla pesada, sostenido por un soporte rítmico -Gonzalo Santos en batería, Erick Cavero en bajo- que semeja una columna vertebral de titanio, dotado de suficiente versatilidad como para pasar del estruendo arrollador a la calma plácida y viceversa.

El cassette tiene cuatro temas ya conocidos y tres que pueden contarse como nuevos -salvo Fukuyama afirme lo contrario. Entre los primeros, encontramos a “Los Días Son Aterradoramente Calmos”, a “Blíster” (ambos de Los Días Son... EP), a “Tierra Baldía” (del mini-álbum Fukuyama) y a “Intro” (de su debut en corto, Fukuyama EP). Entre los segundos, a “Intro II”, al lovecraftiano -por el nombre- “Lo Que No Tiene Forma Te Protegerá” y a “Acá Morimos Todos”. Salvo este último, en insólita configuración dub-reggae, el íntegro del repertorio interpretado ese 18 de mayo conjura a los sospechosos de siempre cuando se habla de la entidad nucleada por Juan Pablo Villanueva (guitarra, voz): Sebadoh, Sonic Youth, Dinosaur Jr., Fugazi... Guitarrera bulla audioextremista que estalla cíclicamente, sea volando, sea serpenteando.

Señalo un par de detalles. El primero: sintetizador, secuencias y sampleos de Ernesto Bernilla. Su presencia, sólo percibida en segmentos puntuales de Fijando El Estallido..., debería ser más relevante -cuando se le escucha, se aprecia su gran desenvolvimiento. El segundo detalle: la voz de Villanueva. En medio de las tormentas de noise y decibeles que despliega Fukuyama, siempre se le oye gritar más que cantar, lo cual es de agradecer. En “Lo Que No Tiene Forma...” y “Tierra Baldía”, empero, la vocalización suena filtrada/procesada. ¿Será cuestión de mezcla y masterización, a cargo de Vamsick? Afirmativa o no la respuesta a esa interrogante, en esas canciones me queda la sensación de estar oyendo vociferar a Starscream.

Otra placa “31/12”. Primaveras Digitales se autodefine como productora lo fi especializada en bootlegs y mixtapes. Con base de operaciones en Cuzco, la plataforma parece haber iniciado su existencia en diciembre último, o al menos así lo indican tanto Mas(a)Océano de Fiorella16 como la compilación con que ultimase el ‘24, Todo Sigue Igual. Hace ésta trasversal alusión a un panorámico anterior, también lanzado en la Ciudad Imperial por Felino Renegado Records, cuya reedición en cassette PD acaba de financiar: Qué Bueno Que Ya Nada Es Igual (2019).

Las coordenadas estilísticas de Todo Sigue Igual le sitúan un poco a trasmano de Qué Bueno... En general, los proyectos que aquí colaboran -arequipeños, cuzqueños, limeños- llevan a cabo todo el proceso desde espacios físicos privados. De ahí el calificativo de “homemade” a que se acogen. Con todo, no existe una equivalencia completa entre esa etiqueta y la de “bedroom pop”. En Todo... no sólo hay lugar para este último, sino además para el indie rock, para la electrónica, para el pop punk, para el lo fi. Incluso para el noise. Y si bien Qué Bueno... gozaba de cierta variedad, Todo Sigue Igual le sobrepasa en ese rubro concreto.

Al disco lo abre “Nanananaan”, de Violento Amor, único alias que figura dos veces en el menú. Su otra participación es “Meme Chistoso” -me quedo con ella, más redonda en su línea de indie rock que la otra en su perfil de punk elemental. De idéntica laya son “No Me Importa” de Trapo Sucio, que se hace eco del primer Azmereír, y “Brazo Y Letra” de Amaru Loayza (algo formulaico). “Muxos Honguitos” de Nematodos comienza a escarbar en la veta indie a la par que la del pop, aunque no me queda claro si su espíritu es lúdico o simplemente bobo. Sí está más allá de las dudas, en cambio, “Estallar (En Mil Pedazos)” de Teni3nte Laz33r.

En la senda de un pop más elaborado crecen “Hay Un Lugar” de Capitán Milaneso (tributario del noventoso sonido donostiarra) y “Distimia” de DjSexo (instrumental y austero). En la de un rock emotivo y sobrio, “1 7” de Tetraedro, “Larvas” de La Terminal (noise grunge), “Enero” de Sieteonueve (vibrante ascendencia ochentera) y “Catarsis” de Anfótero -la tajada más prominente. En la de un noise que se sirve de la drone music, el postrer “Mas(a)Océano” de Fiorella16, extraído del LP del mismo nombre. De esta guisa, Todo Sigue Igual ayuda a visibilizar grupos y/o individualistas que, en la mayoría de casos, recién están empezando.

Reservo el párrafo final para las excepciones de rigor. Primero, la negativa: “Demente” de Cirugía No Terminada. Con esa chapa, me esperaba algo más ruidoso y/o avant garde, en vez del rapcore desabrido y caricaturesco que finalmente plasma. Segundo, la positiva: “Un Nuevo Día, Otra Vez” de Love & Pop. Interesante cómo el aluvión de noise con que arranca se despeja para transformarse en un número que fluctúa entre el synth deconstruido y un cruce minimal de IDM y jungle.

Humano De Hiel es una de las dos identidades que le conozco a César Aguirre -la otra es El Balcón Rojo, con la que ha ido liberando varias composiciones a través de muestrarios diversos, y cuyos réditos sí tengo más o menos presentes. HDH, por otro lado, es algo nuevo para mí. Lo primero que le audiciono es “Infección Y Meditación”, cedida a Entre Rejas Y Concreto (‘24). Ya allí se exhibía como acto industrial que prefería ruidos de máquinas en lugar de secuenciaciones brotadas de algún ejercicio basado en softwares. Lo que no sabía es que, antes de esa pista, Aguirre ya había gestionado y colgado dos EPs bien a principios del año previo al actual.

Dichos EPs son Encierro y Emboscada, y ostentan el sello de agua de la misma factoría que “Infección Y Meditación”, si bien son bastante más virulentos. En efecto, los EPs son sendas ventanas hacia delirantes realidades postapocalípticas de paisajes dramáticamente sucios. Sórdidas e insanas, las oxidadas sonoridades que pueblan estos artefactos nacen de las mismas visiones de pesadilla que colonizasen los imaginarios de héroes como Foetus, Laibach, Einstürzende Neubauten, Coil o SPK: rebencazos metálicos, laxas texturas hertzianas, maníacas voces rastreras sampleadas una y otra vez, efectos crispantes que se repiten sin fin, invencible prescindencia de percusión sincopada...

Tal vez debido a su tenaz minimalismo, Encierro EP (1/1/24) es la expresión más acabada del esteticismo que enarbola Humano De Hiel. Sirviéndose de chasquidos apenas audibles, tanto “Con-Tacto” como “Radio Esplendor” y “Sólo Importa La Fuerza” descascaran los convencionalismos relacionados a la Música -“armonía”, “orden”, “melodía”- y los que se asientan en el contexto de un “mundo civilizado”. El futuro propuesto por el extended se corresponde con el de ominosas realidades en las que, como profetizaban los Lluvia Ácida hace casi tres décadas, existir es espanto.

Por contraste, Emboscada EP (30/3/24) es más concesivo. También postula nubarrones de escalofriante ruido omnívoro (“Pérdida Sensorial”) y dantescos escenarios de horra abyección casi inimaginable. Sólo que lo hace empleando otros modos. Puede adoptar una apariencia más tribal (“Mi Alma Ya No Habita En Mi Cuerpo”), e incluso condescender a herrumbrosos esbozos de secuencias, que al final no son otra cosa que trallazos al pobre sinte y/o teclado. Puede samplear una voz para procesarla hasta la deformación completa (“No Podrás Escapar”), mientras se hunde en un imposible pozo de oscuridad material, como si estuviera buceando en petróleo. En el crepúsculo, esa voz contrahecha y maligna espetará un “Todo Será Extinto” que resonará en nuestras psiques y las devorará si no se tiene la suficiente fuerza de voluntad.

Llamativo el cuestionamiento que Humano De Hiel realiza de patrones formales, en consonancia con la asimilación plena de los postulados futuristas que miraban entusiastas hacia la nueva gama de sonidos proporcionada por la decimonónica Revolución Industrial. O con la instrumentalización de ruidos punzocortantes con que acuchilla las normalidades que nos rodean. ¿Faltará mucho todavía para el estreno en largo de estos exorcismos dadaístas?

Hákim de Merv 

jueves, 28 de noviembre de 2024

Entre Rejas Y Concreto // Vrianch: Rutas Electrónicas Para Sintetizadores Móviles

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 20 de noviembre de 2024.)

Al aproximarse la quincena de octubre último y procediendo de manera completamente independiente, los músicos César Aguirre (El Balcón Rojo) y Dante Gonzáles han orquestado y manufacturado la compilación Entre Rejas Y Concreto. Editada en formato cassette, abroquela ésta ocho asaltos de proyectos cuya forja es más o menos reciente, aparte de los pertenecientes a los responsables de la misma -por partida doble, en el caso del ex Varsovia.

Considerando el ascendiente de vieja escuela que acreditan ambos asociados, el muestrario se halla previsiblemente consagrado a la música electrónica de añejo cuño. Matizada de continuo, la principal cepa de la que parten casi todos los involucrados es el vetusto synth ochentero. Sólo existen dos excepciones, que brotan directo y sin escalas de la composta del primer industrial: Humano De Hiel (“Infección Y Meditación”) y Camisa Negra (“La Fuerza Del Trabajo”). Distingue a HDH una feroz ausencia de programaciones, vacío ocupado por primitivas resonancias maquinales y por ¿efectos? de teclado que emulan rayos positrónicos. Nimban a CN, asimismo, la purga de todo vestigio de secuencia y unas ominosas asperezas creepies -de las que abundan numerosos ejemplos en la tradición local de noise industrial (Pychulator, el primer Maximum Terrorem, Error Genético, et al).

Sindicado el synth como el nutriente más profuso de Entre Rejas Y Concreto, los antedichos matices se encargan de atenuar o recargar esta plétora, dependiendo del sino que ha elegido cada grupo o individualista. Así, El Balcón Rojo se aleja de ese código gracias a la concepción tosca y picapedrera de su austero registro (“Baila Mi Esclavo”), y a sus machacantes percusiones industriosas y deformadas voces (“Orden De Exterminio”). De otro lado, Avenida Militar testea en “Eje Central” estructuras proto EBM, más inclinadas al synth que concibiese en los 80s Chris & Cosey -en lo que podría tipificarse como una versión daltónica del synth clásico, por enfatizarse la iteración de un leitmotiv sónico en detrimento de las variaciones practicadas encima suyo, invirtiendo la figura del ostinato.

Ya que hablamos de los ex Throbbing Gristle, se hace igualmente eco de ellos Dante Gonzáles en su faceta de Inversor Demente. Con dos jabs encajados en Estudios Embriológicos De Deformaciones: Compilación De Ambient/Industrial/Noise Peruano (1997) y un EP de aparición extemporánea (Ununtrium), ID echa mano del voluminoso archivo encarpetado que custodia desde sus días aurorales. Algo evidente toda vez que tanto “Población Contaminada” como “Pasaje Tingua” se desmarcan de cualquier mácula de industrial/techno industrial/post industrial desplegada en sus obras publicadas. La marcial secuenciación en “Población Contaminada” da lugar a un minimal synth de visos extraterrestres, orlado de harta polución sonora ambiental. En tono más moderado, con mucho color, singulariza a “Pasaje Tingua” la recontextualización de grabaciones de campo a modo de sampleos (genial detalle el del afilador de cuchillos).

Extraído del debut solista del mismo nombre (2001), aún no recuperado en digital, Gonzáles baja el telón de Entre Rejas Y Concreto con “Diseñar Y Construir I”. Aquí se hace notorio el camino que el linceño ha transitado en solitario -el de un synth impecable y apolíneo, movedizo e infatigable, 100% fundado sobre la tecnología y la sci fi. Cierre perfecto de un panorámico que pudo haber sido bastante más copioso -apenas 29 minutos, sólo seis participantes. Para comprar la cinta, contactar directamente con Dante o con César.

Año fructífero en remixes para Vrianch. No sólo ha remezclado referencias masivas y/o de dominio común como Julieta Venegas (“Eres Para Mí”), Magneto (“Vuela Vuela”, en realidad no es suyo) o... ¡Lucía Méndez! (su olvidado hit ochentoso “Margarita”). También colgó en la veintena de abril un Remix Album que de álbum exhibe bien poco, con apenas tres surcos. Lo bueno es que para dos de ellos pone en práctica la técnica del mashup: el kraftwerkiano “Autobahn” es filtrado por la voz de Janis Joplin, mientras que Shocking Blue -aunque más parece haber sido reciclado el cover de Bananarama- se acompaña en “Venus” de los Clan Of Xymox. El corte restante es de Trueno, mocoso argentino que las pega de hip hoper sin mucha fortuna (“Real Gangsta Love”).

¿Y material fresco? Desde luego. Rutas Electrónicas Para Sintetizadores Móviles sale el 1ero de mayo. El mini-LP fue construido sampleando guiones de films, grabando sintetizadores en un editor de audio multipistas, amañando las voces con software de libre acceso, y recurriendo parcialmente al uso de la Inteligencia Artificial. Esto último es interesante, en el contexto de una andadura que tiempo atrás ya tendía naturalmente a mezclar géneros sin preocuparse mucho por su compatibilidad, al aperturar márgenes para interrogar el papel que un individualista de la talla de Víctor Chang confiere a la herramienta que mañana llegue acaso a ser el summum por antonomasia de la randomización.

¿Premunido de qué estilo(s), pues, encara Vrianch este REPSM? Habiéndose servido Chang de casi cualquier tendencia sónica dentro del universo electro, curiosamente Rutas Electrónicas... me da la impresión de ser un volumen bastante mesurado, a años-luz de la rozagante polivalencia que otrora destilaban trabajos previos. No cae el mini-álbum en la monotonía, sin embargo, debido a su milimétrico balance entre el ambient y el pop. Si bien un tanto reduccionista, ese curso de acción atestigua la persistencia del bifrontismo que nada más nacer abrazó Víctor como signatura identificatoria: mirar tanto al underground como al mainstream para aprovechar lo mejor de ambos mundos.

¿Significa esto que ahora a Chang le ha dado por el ambient pop? Nones. Sólo uno de los dos barnices adquiere relevancia estelar en cada canal, manteniéndose el otro en honrosos segundos planos. “Policlínico Peruano Japonés”, “Vuelta A Casa (Room)”, “Estancia”, “Los Sueños De La Sangre”: bullen la rítmica deconstruida, la iluminación ambiental, la cuantiosa tímbrica pop. A grandes rasgos, podría arriesgar que “Estancia” y “Policlínico...” son dominio de un synth lustroso y pródigo, en tanto que a “Los Sueños...” y “Vuelta...” les impele un ambient de inequívoco talante contemplativo. Queda escrito, empero, que esos predominios no vedan la presencia de los contrarios. Escrupuloso y detallista esfuerzo del limeño residente en Piura.

Hákim de Merv

jueves, 28 de diciembre de 2023

Mongo No Stars: Lowlitio // Alunaki: Alunaki // Ionaxs: Antotipia EP / Portrait In The Postcard

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 20 de diciembre de 2023.)

Tras la impresionante entrada que le significó Neofhyte Miscellanea, coronándose en mi opinión como mejor largo nacional de 2021, le ha tomado un par de años a Mongo No Stars reintegrarse a la carrera en que participan las agrupaciones independientes de nuestro siempre vilipendiado Perú. No a esa carrera por competir entre sí para ver quién llega primero a diciembre, ciertamente, sino a una de mucho más largo aliento y complejidad -aquella en pos de la constancia y de la sostenibilidad estéticas. No se trata ahora, pues, de cortar nuevamente rabo y orejas.

Así las cosas, ¿qué ha pretendido hacer el anónimo músico parapetado tras las siglas MNS con Lowlitio? Lo primero que podría argüir es que ha pugnado por implementar una deconstrucción del propio debut. ¿Con qué propósito? Ni idea. Tal cual sucediese en ...Miscellanea, el prologal “Endless Fray” falla como antesala de aquello de lo que se ocupa este segundo capítulo: techno beat, ambient, avant garde en clave de new glitch, piano de inspiración clásica... No todos esos sonidos lograrán continuación en el resto del trip, y los que sí, verán constantemente trastocadas sus proporciones.

En consecuencia, Mongo No Stars vuelve a entonarse con una segunda pista. El acid house de “The Brain Of Our Species”, próximo a convertirse en IDM cristalino gracias a hardware de barroquismo Hi-NRG, recupera el output primigenio del proyecto (al cual todos/as éramos afectos/as). Este ímpetu, empero, se da de narices con el de “Untitled A”; construido sobre bases synth próximas a mutar en proto new beat o EBM, e inoculadas de house y de techno. No son extrañas al alias estas sonoridades, pero aquí lucen excesivamente esquematizadas, sin el protagonismo de las variables presentes durante Neofhyte... -y que hacían de éste un exquisito cóctel báquico.

A partir de “Shark”, Lowlitio encuentra un poco más de orden. Bifronte, qué remedio. En una esquina, canales que se apegan más a la EBM que a la IDM, sin adaptarse del todo a la consabida tímbrica distópica de la primera: el notorio acento tribal de “Shark”, el reverso que le supone el cerebral “La Mente Es Un Cubo”, el ulterior “Sad Ocean Song”, el ominoso maquinalismo de “Untitled 23”. En otra esquina, creaciones que se sienten más cómodas a la vera de la IDM que a la de la EBM, sin renunciar a la permisividad respecto de la segunda: la dionisíaca “Pill Time For Locos II Remix” (que emula los “riffs sintéticos” del soundtrack de The Terminator), la heterodoxia Warp de “Let Rat Eat Each Other” (con extra de sutil ¿techno trax?), la ya mencionada “The Brain...”.

Los dos vértices restantes del cuadrilátero se reservan para sendos surcos que no se ajustan a ninguno de los perfiles antes explicitados. El más atípico resulta siendo el de programaciones y tesitura claramente rocktrónicas, big beat en regla que ya podría haber firmado Theremyn_4: “Tigh Rope”. No menos sorprendente es el otro, el único de toda la travesía que obtiene plausible equilibrio oponiendo su herencia new beat a su contraparte intelligent techno: “Essen”, el híbrido soñado.

Artefacto extraño este Lowlitio. Aunque se robustece de los mismos nutrientes que NM, se le siente... No, ES más disperso y desordenado que su antecesor, del que se echa de menos la primorosa cohesión exhibida y el sentido del timing. Si le alcanza, débese principalmente a dos peculiaridades: la colección de sampleos que acredita Mongo No Stars (Reservoir Dogs en “Untitled 23” y Scarface en “Pill Time...” los más reconocibles, ambos curiosamente gansteriles referencias cinéfilas) y el hecho de tener todos los tracks un desenlace apresuradamente brumoso.

Era un reto tomado de manera muy personal por Raúl Begazo publicar, antes de que acabe el ‘23, un tercer episodio de su unipersonal Alunaki. Contra viento y marea, éste aparece disponible online el 11 de noviembre, exponiendo algunos puntos flacos en cuanto a forma y a contenido. De lo último puede dar fe la performance del arequipeño como cantante: siendo “Flores De Cáctus” (sic) el prototipo más acabado de la modulación vocal a que debe aspirar, en el resto de sus pares no-instrumentales la voz trasgrede el canon que a ella reserva el shoegazing.

Y en lo que atañe a la forma, la fotografía del álbum luce un tanto opaca. No es éste, impecable, el que presenta problemas, sino su aspecto: por mucho que los números hayan sido esmeradamente construidos, e insuflados de un brillo augusto, no puedo evitar sentir un tamiz entre ellos y yo -como si se hubiese añadido interpuesta una capa de jaspe, que impide a la epónima rodaja refulgir como debiera.

Finalicé el penúltimo párrafo aludiendo al género de Slowdive y de Medicine. Formulados ya mis reparos para con Alunaki, debo añadir que éste se zurra en todas las predicciones habidas y por haber. A inicios del año, en comentario algo tardío dedicado a Sueño Ameba, descartaba cualquier posible vuelta en U para esta faceta de Raúl. Nueve meses después, el mistiano me cierra la boca regresando a las cuencas que recorriese en su primerísimo Telescopio. O mejor dicho, a la principal de ellas. Queda de lado, entonces, el tripgaze que momentáneamente rozó SA.

Plus: es en el dream pop donde al pundonoroso guitarrista se le siente como pez en el agua. Abre la carrera “Misantropía”, con una eléctrica incandescente y ululante que inequívocamente remite al baggy clásico -y en muchísima menor medida al post punk. Aunque otros rounds del CD van en la misma senda, en ninguno de ellos reeditan las seis cuerdas la brutal intensidad del arranque, si bien consiguen éstos emulsionar apropiadamente la fórmula ruido + melodía. Uno de ellos es “WiGa”, de tesitura bastante más reposada debido a la implementación de dosis precisas de templanza y de melancolía: sus facciones cogitabundas me hacen pensar en Half String y el arte que éstos cultivaron gracias a la cualidad espectral que emanaba de sus puentes. Otro arquetipo de aplicado apego al ruido angélico de arte y ensayo es “Tu Luz”, viñeta de resplandecientes crepúsculos ensangrentados. Y una tercera muestra es “Flores De Cáctus”, apacible euritmia de calculados vendavales distorsivos.

Bajo estos patrones “modélicos”, se encuadran los demás temas de Alunaki. A veces, forzando los límites hacia capas atmosféricas dominadas por el bliss (el seráfico “1978”), a veces priorizando las artificiales secuencias sintetizadas (“Puertas Cerradas”), a veces burilando faenas perfectas en ejecución y método (“Recuerdos Olvidados”). Pese a poder equipararse el recorrido en-constante-cambio de este trabajo al de los quiebres de ángulo que ofrece una montaña rusa, lo concreto es que no abandona ni un minuto el formato ethereal noise -apelando en tal sentido a las vertientes de sus diferentes avatares: Seely, Pale Saints, Kitchens Of Distinction, Mellonta Tauta, Chimera, Guitar...

Como no podía ser de otro modo, el colofón lo rubrica un corte plácido, nostálgico, de percusiones mínimas. En “Calma”, la eléctrica se desliza elegante, sobria, taciturna. Ello no impide que su epílogo suba decibeles hasta convertirle en iterativo arrebato noise de intempestivo KO. Instrumental, para más señas.

A título de adelanto a lo que sería su nuevo plástico, sexto en una andadura que ya ha cumplido las dos décadas, el 28 de septiembre pasado Ionaxs edita el Antotipia EP. Empacados para descarga gratuita, sus cuatro asaltos pueden tomarse ahora como zona ecuatorial entre la obra solista anterior de Jorge Rivas O’Connor y la más reciente placa. ¿Acercándose o alejándose de ésta? Muy buena pregunta, ya que existen argumentos tanto para afirmar una cosa como la otra.

El propio extended describe una suerte de loop, ya que el telón arriba que supone “Estamos Jugando En El Jardín” y la postrera luz de “Antotipia” despliegan sendas manifestaciones de una ars electronica suspendida entre el ambient encrespado de ruido y el drone digital desgajado a partes iguales por la abstracción y la eufonía. Uno y otro por igual me dejan pensando cuánto pesa todavía sobre las huestes de avanzada la influencia del que fuera considerado el mejor disco electrónico de los 90s gestado en España: Naves Sin Puertos (‘98), de nuestros amados Silvania.

No hay loop, por supuesto, sin movimiento orbicular; y éste corre por cuenta de “Con Los Restos De La Lumbrera” y “Mientras Florece En El Invierno”. Sin evitar participar de la génesis descrita en líneas anteriores, toman cierta distancia para acercarse al multicolor electrogaze de estos tiempos: mucho ludismo, reflejado en el aliento entrecortado de sus patrones texturales, abriendo las puertas de la distorsión sin renunciar a los bpms. El agraciado efecto conjura rizadas/onduladas imágenes teñidas de tonos burdeos, como desenfocadas a través de algún filtro líquido.

¿Sería otra mi perspectiva si hubiera escuchado antes el EP y semanas después el novísimo Portrait In The Postcard? Imposible adivinarlo ya. De ahí la necesidad de recurrir a la figura de un “territorio neutral” para esbozar la anatomía de este Antotipia. Funciona, eso sí, como apropiado entremés de cara al siguiente paso en la carrera de Ionaxs; con el literario guiño extra del breve cuarteto poético que proponen los nombres del menú si se les lee juntos: “Estamos Jugando En El Jardín”, “Con Los Restos De La Lumbrera”, “Mientras Florece En El Invierno", “Antotipia” -o la técnica fotográfica fundamentada en la capacidad fotosensible de algunos pigmentos vegetales, responsables de la coloración de las plantas.

Y hete aquí que un día volvió Rivas a tamaño 33 rpm. La última movida similar había sido Amuki (‘20), inasible y compleja dado su leitmoiv fúnebre y conmemorativo. Tras pausa de tres años y muchas colaboraciones estelares, Ionaxs da un paso adelante en su devenir como acto individualista, lo que no necesariamente le posiciona en nivel inédito. Al menos no en un 100%.

Me explico. Con el antecedente inmediato de Antotipia aún fresco, estaba listo para que Portrait In The Postcard sacara lote en cualquiera de tres escenarios posibles: el similar al del extended, el que ahondase en lo que éste prometía, el que virase en redondo de vuelta al clásico Ionaxs. Pero mentiría si dijera que no estaba predispuesto a esperar que aconteciera lo segundo -una consolidación/profundización en la ruta sindicada por el EP. Eso fue lo que finalmente encontré (¿o quise encontrar?).

Con denominación tan indiciaria como la suya, desde el primer minuto “Arrebol” me hizo recordar la acuosa serenidad de Sukha, el mejor disco del colectivo Puna -que Rivas integra- y uno de los hitos independientes de 2019. En el mismo sino que el segundo esfuerzo conceptual de la mancha “puneña”, su enyunte de sintetizadores, efectos y software anuncia mezclas más volátiles y copiosas de paradigmas como los representados por Main y My Bloody Valentine. Subraya asimismo “Arrebol” las obvias diferencias con Sukha: la falta del pulso percusivo inconfundible que confiere un baterista real (Leko López) y su pigmentación de otro orden. Ambas características se ven confirmadas por “Nublar”, de espaciosas/oceánicas atmósferas que optan por tintes granates y cuya distendida programación soslaya medianamente esa ausencia. También “Aquí Quedan Tus Postales” confirma dicha apuesta, con su calmosa aura 50/50 electrogaze y ethereal glitch, y su invocación de matices enraizados en el rojo.

Sin obviar el talante general del volumen, entre “Bromo” y “Líquido Digital” se ensimisma Jorge en viajes más arduos, desprovistos de la deliciosa miel bermeja/bermellón que colmaba la primera parte. Aquí ganan el pulseo la electrónica contemplativa, el ambient aguzado, los beats menguantes (o la falta de ellos). Una terna en que las calologías se dispersan/disocian, dando paso a resonantes pasajes senescentes que así y todo cuentan historias de arroyos y de escarlatas, de puquios y de carmesíes. Posteriormente, llegamos a “Donde Nace Brillo”, que podría catalogarse como el lunar pero también como el “área de descanso” del acetato; por cuanto implica un regreso del Ionaxs netamente digital, IDM, post rave, rep(l)icante -con todo, conectado a la nueva aventura.

Para “Cueva De Ánimas”, retornan renovados a escena esos beats del primer segmento que se esforzaban en reemplazar a las baquetas “orgánicas”, por lo que se trata de la parada más jazzy de Portrait In The Postcard. Finaliza éste regresando a sus primeros estadios, donde el shoegazing “binario” y el glitcheo de celestial bienaventuranza convivían en líquida y sosegada comunión. Primero, con la perenne declinación del fugaz “Perfecto Error”. Luego, con la imponente “Infusa”, de épicos ribetes: secuencias invencibles de rossos tiznes, salpicadas de guitarras etereoespaciales, invadidas de ruido hecho glitch y de distorsión domeñada a propósitos afiligranados. El corolario idóneo para un opus que reinterpreta los descubrimientos del Puna más interesante a través de cárdenas lumbres, el último candidato a mejor larga duración del ‘23.

Hákim de Merv