(Publicado originalmente en mi cuenta
Facebook el 12 de febrero de 2025.)
LOS DISCOS PERUANOS DE 2024 QUE NO ALCANCÉ A
RESEÑAR (III)
(Ni tan) inusual el sino que le fuera
deparado al primigenio volumen de
Monsters. Fundado a mediados del ‘16 en La
Oroya, Junín (región centroandina del Perú), el dúo de los hermanos Paulo (voz,
arreglos) y Ronald Chávez (segunda voz, producción) le edita en julio del ‘18.
Que sea la apertura de una label cuyo catálogo siete años después no rebasa aún
los dos dígitos (
Dark Sheep Records), acaso explique lo desapercibido que
Lejos De Mi Ciudad pasó más allá de su radio inmediato de alcance. Para suerte
suya, ello no ha afectado gran cosa el accionar del binomio, que sigue tocando dentro
y fuera del terruño.
En septiembre del ‘24, Lejos... se ha
favorecido de una nueva edición gracias a Dark Grave, disquera independiente que
bordea el centenar de referencias con apenas un bienio más que su par
huancaína. De esta forma, se pone a consideración de públicos más
jóvenes/nóveles un esférico merecedor de mejor fortuna que la cosechada hace
media docena de años, que ilustra parte del amplio espectro de música
electrónica cultivada en la movida oroína, y que debiera ubicarse junto a obras
de coetáneos/coterráneos como En Los Ojos De Medusa (Ausencia, ‘19) o
Irinum (El Origen De La R-Evolución, ‘16).
Lejos De Mi Ciudad viene tapizado con
ornamentaciones new wave y EBM. Buena parte de sus programaciones podría etiquetarse
como fundada sobre una especie de proto-techno. Su fuente matriz es, sin
embargo, el synth pop. No cualquiera: el output de los Chávez tiende a ser más
opaco de lo normal y a acelerar el trote, aunque la temperatura glacial típica
del synth de los 80s se mantiene inalterable. A despecho de su velocidad,
“Misterios De Amor” me suena su largo rato a Visage. Otras muestras de esos
sintes de ébano y secuencias de ágil marcialidad son “Tan Cerca De Mí”, “Sueño
Oscuro” y la terna final “Muriendo En Tu Ser”-“Latidos De Tu Corazón”-“Lejos De
Mi Ciudad”.

Sintomáticamente, la tríada que acabo de subrayar
sucede a una precedente, donde Monsters testea esos otros sabores mencionados renglones
atrás. “Mafia Y Poder” me recuerda a la electronic body music de Nitzer Ebb.
“Monsters” busca reverdecer los laureles del techno industrial de gente como
Front Line Assembly. Y “Siempre Estaré Contigo” es casi techno trax al alza. Canales
divergentes que encajan en un plástico de sesgo bailable -al modo en que se
bailaba en los 80s, obviamente-, que no pierde nunca de vista el norte synth al
que ha entregado su alma. Por algo la pileraza “Tu Oportunidad” se levanta
sobre ese nervioso synth de gustito agridulce que se manufacturaba en la Unión
Americana no bien alborearon los 90s.
Lejos de ser un trabajo impecable, y ya de
cara a una próxima jornada, Monsters necesita implementar prontas reformulaciones
en dos rubros muy específicos: la voz y las letras. Se nota en qué canciones
las vocales están forzadas y en qué otras no. Obviamente, Lejos De Mi Ciudad
luce más cuando la voz sale suelta, sin pretender ser lo que no es. Igual se le
aprecia en grado sumo cuando las líricas son construidas con empeño, dejando
atrás disfuerzos medio cursis. No olvidar, eso sí, que estamos hablando de un episodio
editado por primera vez en el ‘18. Hoy, las cosas podrían haber cambiado
sustancialmente.

Hace un par de semanas, escribí unas pocas
líneas sobre el bluff que supone Super Fuzz, abanderado local del llamado “egg
punk”. Ya tenía pensado comentar también
100mg, estreno absoluto de
Antibióticos, cuando me enteré por medio del crítico Fernando Pinzás que ambas agrupaciones
comparten integrantes. “Mientras no milite en las dos el cantante...”, recuerdo
que pensé con no poca aprensión, ya que la actuación ofrecida por el sujeto en
cuestión en
Super Fuzz EP es tan mala que consigue estigmatizar alineación
y extended.
Aparentemente, no es el caso. Coincide el
sonido molde de Antibióticos con el del punk, mas no con el del subgénero que
practican Ismatic Guru o Snõõper. Como bien señala Pinzás, si 100mg
hubiese salido hace 48 años, nadie le habría tenido por otra cosa que hijo de
su tiempo. Suena a punk primordial, rasposo, concebido bajo el canon de la
explosión ‘77. Y sobre todo, fresco, con el cerebro lleno de ideas por probar y
el corazón a mil -lo que no se traduce a la prepo en rebotar gratuita y
ridículamente de un rincón al otro, sino en escupir cada asalto con urgencia,
vitalidad e inteligencia.
Que 100mg es imperfecto, es una verdad
innegable. Si hasta da que pensar que involuntariamente se han micrado mal los
instrumentos (cuando probablemente sea al revés). Lo mismo ocurría con los
jóvenes turcos de la segunda mitad de los 70s. Es esa imperfección, adviértase,
lo que aquellas huestes reivindicaban como única salida posible ante el
pro-gre-si-vo acartonamiento en que había caído el pop contemporáneo. Repite la
faena Antibióticos en edades muy posteriores, provisto de mucha más libertad
que antes. El pistoletazo de salida “Proteínas/Calorías” puede traer a la
memoria a multitud de bandas punk clásicas, aunque asimismo a la síncopa de
“Ether” de Gang Of Four -no por mucho más de cuarenta segundos. La brevedad es
una aliada a la que el acto le saca el jugo. Otro tanto acontece con
“Transgénicos”.

La efímera “Transmisión” está armada a punta
de sintetizadores, y calza perfectamente con el rock mutante a lo Devo de
“Vitamina C”, indicio que profetiza despegue punk hacia destinos quién sabe de
qué color. De gravosa marcha rockera, “Prescripción” ve alivianado su tonelaje
gracias a la inserción de fuertes dosis de componentes electrónicos -una
evolución congénita, como lo demuestra
Pete Shelley, que pasó de Buzzcocks a modelar
sólida carrera solista en predios synth. “Consumir” despide
100mg remontándose
a las raíces punk que Antibióticos busca de continuo reivindicar.
¿Fugacidad? Sí. Pero fuera de esa cualidad común,
no hay ninguna otra que permita hablar de egg punk al mencionar a este conjunto.
Aún cuando se trata de hacer algo con mal gusto, hay que tener buen gusto. Con
mayor razón, si la consigna es divertirse, hay que hacerlo seriamente -para no
quedar como un hato de cretinos que se palanganean de su torpeza e
incompetencia. Abiertas de par en par las puertas para seguir avanzando, espero
lo siguiente de Antibióticos no demore demasiado.
En el prontuario de la música pop peruana,
dedos de pies y manos son suficientes para contabilizar álbums grabados en vivo.
Normalmente, registros de esas características tienen lugar cuando una
agrupación o un/a solista ha alcanzado ciertos niveles de difusión, lo que de
paso asegura el considerable impacto que propician sin dejar por esto las
cuentas en rojo. Al menos tal es la norma en las principales escenas
internacionales, donde a partir de este punto es que sobrevienen otros
criterios -el artístico, primero entre ellos.
En un país como el nuestro, donde el pop, el
rock y la electrónica han sido sistemáticamente apartados de las grandes
audiencias por los culiestrechos intereses de la mass media; esa norma carece
de vigencia. Son causales estrictamente artísticas las que suelen determinar la
edición de un live, no existiendo en la práctica expectativas de retorno
vinculadas a la transmisión/divulgación o a la crematística. Pese a ello, no
siempre queda garantizado el valor testimonial -ahí está Tormenta Mental - Live At Woodstaco 2019 (‘22), de El Jefazo, ejemplo de cómo NO encarar la
producción de un material en directo.

En el otro extremo se halla Fukuyama, que
inauguró octubre último recuperando para la posteridad su performance en la
edición del Festival Sarcófago del año pasado, junto a bandas como Titania, Pus
y Laura La Sangrienta. Fijando El Estallido... devela desde su denominación
la intención del entonces cuarteto: legar a futuro un documento que atestigüe
el estado por el que atravesase el combo en aquel momento histórico. Noise rock
de orla pesada, sostenido por un soporte rítmico -Gonzalo Santos en batería, Erick
Cavero en bajo- que semeja una columna vertebral de titanio, dotado de
suficiente versatilidad como para pasar del estruendo arrollador a la calma
plácida y viceversa.

El cassette tiene cuatro temas ya conocidos y
tres que pueden contarse como nuevos -salvo Fukuyama afirme lo contrario. Entre
los primeros, encontramos a “Los Días Son Aterradoramente Calmos”, a “Blíster”
(ambos de
Los Días Son... EP), a “Tierra Baldía” (del mini-álbum
Fukuyama)
y a “Intro” (de su debut en corto,
Fukuyama EP). Entre los segundos, a “Intro
II”, al lovecraftiano -por el nombre- “Lo Que No Tiene Forma Te Protegerá” y a
“Acá Morimos Todos”. Salvo este último, en insólita configuración dub-reggae,
el íntegro del repertorio interpretado ese 18 de mayo conjura a los sospechosos
de siempre cuando se habla de la entidad nucleada por Juan Pablo Villanueva
(guitarra, voz): Sebadoh, Sonic Youth, Dinosaur Jr., Fugazi... Guitarrera bulla
audioextremista que estalla cíclicamente, sea volando, sea serpenteando.
Señalo un par de detalles. El primero: sintetizador,
secuencias y sampleos de Ernesto Bernilla. Su presencia, sólo percibida en
segmentos puntuales de Fijando El Estallido..., debería ser más
relevante -cuando se le escucha, se aprecia su gran desenvolvimiento. El
segundo detalle: la voz de Villanueva. En medio de las tormentas de noise y
decibeles que despliega Fukuyama, siempre se le oye gritar más que cantar, lo
cual es de agradecer. En “Lo Que No Tiene Forma...” y “Tierra Baldía”, empero,
la vocalización suena filtrada/procesada. ¿Será cuestión de mezcla y
masterización, a cargo de Vamsick? Afirmativa o no la respuesta a esa interrogante,
en esas canciones me queda la sensación de estar oyendo vociferar a Starscream.
Otra placa “31/12”. Primaveras Digitales se
autodefine como productora lo fi especializada en bootlegs y mixtapes. Con base
de operaciones en Cuzco, la plataforma parece haber iniciado su existencia en
diciembre último, o al menos así lo indican tanto Mas(a)Océano de
Fiorella16 como la compilación con que ultimase el ‘24, Todo Sigue Igual.
Hace ésta trasversal alusión a un panorámico anterior, también lanzado en la
Ciudad Imperial por Felino Renegado Records, cuya reedición en cassette PD acaba
de financiar: Qué Bueno Que Ya Nada Es Igual (2019).
Las coordenadas estilísticas de Todo Sigue Igual le sitúan un poco a trasmano de Qué Bueno... En general, los
proyectos que aquí colaboran -arequipeños, cuzqueños, limeños- llevan a cabo
todo el proceso desde espacios físicos privados. De ahí el calificativo de
“homemade” a que se acogen. Con todo, no existe una equivalencia completa entre
esa etiqueta y la de “bedroom pop”. En Todo... no sólo hay lugar para este
último, sino además para el indie rock, para la electrónica, para el pop punk,
para el lo fi. Incluso para el noise. Y si bien Qué Bueno... gozaba de cierta
variedad, Todo Sigue Igual le sobrepasa en ese rubro concreto.

Al disco lo abre “Nanananaan”, de Violento
Amor, único alias que figura dos veces en el menú. Su otra participación es
“Meme Chistoso” -me quedo con ella, más redonda en su línea de indie rock que
la otra en su perfil de punk elemental. De idéntica laya son “No Me Importa” de
Trapo Sucio, que se hace eco del primer Azmereír, y “Brazo Y Letra” de Amaru
Loayza (algo formulaico). “Muxos Honguitos” de Nematodos comienza a escarbar en
la veta indie a la par que la del pop, aunque no me queda claro si su espíritu
es lúdico o simplemente bobo. Sí está más allá de las dudas, en cambio, “Estallar
(En Mil Pedazos)” de Teni3nte Laz33r.
En la senda de un pop más elaborado crecen “Hay
Un Lugar” de Capitán Milaneso (tributario del noventoso sonido donostiarra) y
“Distimia” de DjSexo (instrumental y austero). En la de un rock emotivo y
sobrio, “1 7” de Tetraedro, “Larvas” de La Terminal (noise grunge), “Enero” de
Sieteonueve (vibrante ascendencia ochentera) y “Catarsis” de Anfótero -la
tajada más prominente. En la de un noise que se sirve de la drone music, el
postrer “Mas(a)Océano” de Fiorella16, extraído del LP del mismo nombre. De esta
guisa, Todo Sigue Igual ayuda a visibilizar grupos y/o individualistas
que, en la mayoría de casos, recién están empezando.
Reservo el párrafo final para las excepciones
de rigor. Primero, la negativa: “Demente” de Cirugía No Terminada. Con esa chapa,
me esperaba algo más ruidoso y/o avant garde, en vez del rapcore desabrido y
caricaturesco que finalmente plasma. Segundo, la positiva: “Un Nuevo Día, Otra
Vez” de Love & Pop. Interesante cómo el aluvión de noise con que arranca se
despeja para transformarse en un número que fluctúa entre el synth deconstruido
y un cruce minimal de IDM y jungle.

Humano De Hiel es una de las dos identidades
que le conozco a César Aguirre -la otra es El Balcón Rojo, con la que ha ido
liberando varias composiciones a través de muestrarios diversos, y cuyos
réditos sí tengo más o menos presentes. HDH, por otro lado, es algo nuevo para
mí. Lo primero que le audiciono es “Infección Y Meditación”, cedida a
Entre Rejas Y Concreto (‘24). Ya allí se exhibía como acto industrial que
prefería ruidos de máquinas en lugar de secuenciaciones brotadas de algún
ejercicio basado en softwares. Lo que no sabía es que, antes de esa pista,
Aguirre ya había gestionado y colgado dos EPs bien a principios del año previo
al actual.
Dichos EPs son Encierro y Emboscada,
y ostentan el sello de agua de la misma factoría que “Infección Y Meditación”,
si bien son bastante más virulentos. En efecto, los EPs son sendas ventanas
hacia delirantes realidades postapocalípticas de paisajes dramáticamente
sucios. Sórdidas e insanas, las oxidadas sonoridades que pueblan estos artefactos
nacen de las mismas visiones de pesadilla que colonizasen los imaginarios de héroes
como Foetus, Laibach, Einstürzende Neubauten, Coil o SPK: rebencazos metálicos,
laxas texturas hertzianas, maníacas voces rastreras sampleadas una y otra vez,
efectos crispantes que se repiten sin fin, invencible prescindencia de
percusión sincopada...
Tal vez debido a su tenaz minimalismo, Encierro
EP (1/1/24) es la expresión más acabada del esteticismo que enarbola Humano De
Hiel. Sirviéndose de chasquidos apenas audibles, tanto “Con-Tacto” como “Radio
Esplendor” y “Sólo Importa La Fuerza” descascaran los convencionalismos
relacionados a la Música -“armonía”, “orden”, “melodía”- y los que se asientan
en el contexto de un “mundo civilizado”. El futuro propuesto por el extended se
corresponde con el de ominosas realidades en las que, como profetizaban los
Lluvia Ácida hace casi tres décadas, existir es espanto.

Por contraste,
Emboscada EP (30/3/24) es
más concesivo. También postula nubarrones de escalofriante ruido omnívoro
(“Pérdida Sensorial”) y dantescos escenarios de horra abyección casi
inimaginable. Sólo que lo hace empleando otros modos. Puede adoptar una
apariencia más tribal (“Mi Alma Ya No Habita En Mi Cuerpo”), e incluso
condescender a herrumbrosos esbozos de secuencias, que al final no son otra
cosa que trallazos al pobre sinte y/o teclado. Puede samplear una voz para
procesarla hasta la deformación completa (“No Podrás Escapar”), mientras se
hunde en un imposible pozo de oscuridad material, como si estuviera buceando en
petróleo. En el crepúsculo, esa voz contrahecha y maligna espetará un “
Todo
Será Extinto” que resonará en nuestras psiques y las devorará si no se
tiene la suficiente fuerza de voluntad.
Llamativo el cuestionamiento que Humano De
Hiel realiza de patrones formales, en consonancia con la asimilación plena de
los postulados futuristas que miraban entusiastas hacia la nueva gama de
sonidos proporcionada por la decimonónica Revolución Industrial. O con la
instrumentalización de ruidos punzocortantes con que acuchilla las normalidades
que nos rodean. ¿Faltará mucho todavía para el estreno en largo de estos
exorcismos dadaístas?
Hákim de Merv