jueves, 26 de diciembre de 2024

Juan Nolag: Past/Future // Solenoide: Solenoide // Calefactor: Desrealizaciones

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 18 de diciembre de 2024.)

Past/Future debe ser el primer título en la producción de Nolag que noto reflexiona sobre la cotidianeidad humana partiendo de aquello que ésta crea/concibe como cultura, antes que de su vida interior. La introspección había sido la perspectiva por la que se decidiese el chaplín de Juan Esquivel en el primigenio Echoes EP (‘18), y se había mantenido así hasta Fragmentos, mini-LP resultado de su experiencia vital durante los días duros de la pandemia del COVID-19. Editado casi exactamente dos años después (se adelantó dos días), esto ha cambiado con el nuevo material.

Primer largo en sentido estricto, Past/Future parece refrendar la alteración volcándose absolutamente hacia el imaginario retrofuturista del que se nutre su estética. Me explico: Juan Nolag ha empleado desde siempre la textura que proveen sintetizadores y teclados de los 80s, herramientas que conllevan inherente un plus sci-fi. El modo en que opera la Ficción Especulativa consiste en normalizar elementos futuristas para contar historias o describir situaciones adscritas a esas realidades eventuales posibles, siendo poquísimas las oportunidades en que estos medios se convierten en fines y continúan teniéndose en pie. Algo similar ha ocurrido en el caso que nos ocupa.

¿Y entonces... funciona? Curiosamente, sí. No siendo más que un simple aficionado al género, me he sentido a gusto entre sus añejas postales de la Guerra Fría, sus inteligencias artificiales autoconscientes, sus postreras noches desperdiciadas junto a quien no volverás a ver, sus ilusorias velocidades. Porque, más allá de los relatos que inmortalizan los grandes hitos de la Ciencia-Ficción, sus escenarios y modos permanecen (o no), se retroalimentan (o no), evolucionan (o no); fascinando siempre a quienes habitamos en su pasado (o el pasado de alguna de sus dimensiones paralelas).

Por eso me ha imantado Past/Future. Me encanta su primera sección, en la que el synth pop, la new wave y el minimal synth se zambullen hasta el tuétano en la nostalgia más dulce; fundiéndose en un retrofuturismo ochentero que purga el cyberpunk de sus predicciones sci-fi a la vez que antepone las sonoridades analógicas envasadas en medios tempos: “What Do You Regret About?”, “Those No Fear Moments”, “Goodbye Summer Girl”... Y me fascina su segunda parte, que mantiene el timing pero como si no, porque el arsenal tecnológico del tecladista de Catervas se afana prodigándose maravillosamente en vertiginosos arreglos y en aceleradas ambientaciones que trascienden el aliento narrativo para incidir en las formas: “A Dream About The Future”, “Speed Is An Illusion”, “Bittersweet Destiny”.

Ideal para fans de Castlebeat, Trans Active Nightzone y sobre todo Droid Bishop; Nolag ha conseguido en Past/Future invertir sutilmente procedimientos y renovar interesantemente las facciones de su sonido. Bonito lío en el que se ha metido, empero. Como sucede con la mecánica transformada en metafísica, el medio transmutado en fin tiene un incierto periodo de existencia funcional. Lo que suceda en adelante, aún dependiendo exclusivamente de su talento, es un misterio.

La promesa del extended debut hecha realidad. Música que enternece, que sacude, que abrasa, que escarcha. Música que es fragor transformado en melodía, que es sublimidad devenida en ruido. Música que se contradice desde su naturaleza aporética misma, y que se reafirma desde cada una de sus paradojas. Música luminosa y profusamente conmovedora, a despecho de sus recurrentes figuras algentes e imponentemente nocturnas. Música dolorosamente vital, de frecuencia y energía idénticas a las que ofrendasen sus veteranos mayores, hace poco más de tres décadas...

Solenoide se estrena en 33 rpm con muy poco que objetar y muchísimas virtudes que ponderar. Entre ellas, las relativas a los principales logros concluyentes del shoegazing, que ya se venían poniendo en práctica desde su primerísimo Casa De Islandia EP (‘23) y que aquí ascienden a altitudes extremas. Cierto, el extended ha sido incorporado al 100% en el track list del largo, que ha reemplazado la edición de un segundo EP del que probablemente también se haya repescado todo el contenido (testeado en directo al menos unas cuatro o cinco ocasiones). Sin embargo, no es menos cierto que esa incorporación ha sido hecha con tino cuando menos plausible.

La primera mitad de Casa... EP da la bienvenida en Solenoide, y no queda sino envidiar a aquellos/as que no han escuchado previamente ni “Cartarescu” ni “Casa De Islandia”. El emotivo sosiego que emana de ambas canciones te habla de una fortaleza decibélica que no se apresura en mostrarse, de una otoñal estoicidad pop con que pacientemente capturar en instantáneas/urdir preciosas viñetas de atardeceres infinitos, envueltas en distorsión y melancolía. Algo más de empuje y locura es añadido en las subsiguientes “Diamante Azul” y “Nunca”, moviéndose el centro de gravedad del filón dopamínico del ethereal noise -Slowdive en sitial de honor, Bowery Electric, Swallow, Half String- a la esquina más quemada y avezada -Lush, Pale Saints, visiblemente My Bloody Valentine en “Nunca” y sus dos guitarras que parecen cuatro-. Sin dejar de susurrar a nuestros corazones, claro.

“Espejo” y “Maquillaje”, este último de temática LGTBIQ, son cortes en que el quinteto limeño se despercude por completo. No sólo las eléctricas de los Óscares Chávez y Contreras economizan recursos y rebanan como navajas de rasurar, sino que los bajos de Laura Rosales y de Héctor Espinoza y las baquetas de Renzo López acceden a la palestra para protagonizar momentos verdaderamente estelares, sobre todo López. Entre ambos números, media “Centinela”, perteneciente a la primera etapa de la banda y adecuadamente recuperada como el delicado e interminable adiós de un onírico episodio noctívago. Quizá su impacto se hubiera potenciado más aún situándole incluso luego de “Sonqo”, pista insular en el todavía corto repertorio de Solenoide. “Corazón” en quechua, “Sonqo” se sale raudamente del molde baggy acogiéndose a la tradición 80s de pop exquisito y sofisticado, lo que algunas voces han tomado como licencia para hablar de un álbum de tesituras post punk (no coincido): The Church, The Chameleons, los Talk Talk del perfecto The Colour Of Spring...

La placa dispone hacia su final la segunda mitad de Casa De Islandia EP: “Tiananman” y “Macabea”. Surcos ambos que reconducen al grupo al redil del shoegazing, del primero siempre es menester elogiar su fantástico “cambio de paso”, cortesía de la admirable técnica de Renzo. Sin negarse a la percusión de golpe inquieto, “Macabea” despide a este Solenoide en olor a almíbar y a tormenta marina. Y a literatura. Culmina así una jornada brillante, con Espinoza y Rosales compartiendo/intercalando minutos frente al micrófono, producida nuevamente por el enorme Mario Silvania, grabada en Estudio Tamboril de Christian Vargas y en Studios Audioqubo de Juan Esquivel, mezclada por este último y masterizada por el batero de Slowdive Simon Scott. En portada, repite el plato Paul Lazarte. Candidatazo a disco del año.

Alentadora irrupción la de Calefactor en la escena independiente de experimentación electrónica. Tras del seudónimo se esconde un joven y entusiasta Luis Vásquez, que cuenta ya con determinada experiencia investigando/interrogando sonidos de síntesis y procesos digitales, background al cual el explorador suma sus almanaques de aprendizaje como nativo digital. El primer canal que publicara, “Pieza Para Corto”, se subió a Internet en el ‘18, en fecha significativa para el antifujimorismo (5 de abril).

Desrealizaciones es la puesta de largo de Vásquez (27). Colgado en la veintena de agosto, el artefacto compila una mano de composiciones que el capitalino ha ido desarrollando desde hace bastante tiempo, según expone en la sumilla de BandCamp -lo cual debe ser verdad, considerando una aventura anterior etiquetada bajo el mote de Industria Del Terror, de raíces más audiovisuales y emocionales que del abolengo industrial que su nombre involuntariamente sugiere.

De principio a fin, Desrealizaciones es un vendaval de chirridos informáticos. La brevísima apertura de “Inundación”, 42 segundos, tiene la complexión de un ambient concebido en el seno del ruido digital que implosionó durante los 90s. Los dos siguientes capítulos, “Compu2000” y “Compu2001”, integran una larguísima suite de aproximadamente 23 minutos de extensión. La reventazón de contaminantes texturas electrónicas al por mayor no se manifiesta desde el arranque, ni es constante, aunque se siente en estado latente del primer minuto al último. Cuando el crescendo le entrega el estrado, este cúmulo de atmósferas convulsas responde alternativamente al influjo de un IDM flamígero de hechura Autechre circa ‘95 y al rugido de un drum’n’bass en clave de demencial breakcore. Que tal cosa sea posible se debe tanto a una cierta afinidad natural entre ambos estilos como a la flexibilidad que ha alcanzado el input del unipersonal.

Más que prolongaciones de temas precedentes, “Después De Morir” y “Rotafono” responden a la tónica general del acetato. El huracán de imperfección binaria que envuelve estos rounds finales ahora se acomoda más al intelligent techno de los 90s y, en parte, a la electrónica post rave que dominó el último decenio del siglo XX. En el caso de “Después De Morir”, ese IDM de hiperkinéticas evoluciones geométricas queda uncido al Aphex Twin de estocadas como “Start As You Mean To Go On” o “Wax The Nip”. Mucho más reposado, “Rotafono” opta por un IDM eufónico, en la línea de unos Global Communication y en comunión con el último Aphex que valió realmente la pena (el del doble Drukqs).

Más que llamativa la propuesta de Calefactor. Desrealizaciones le posiciona -en el buen sentido del término- como infrecuente diletante, al modo de otro individualista de polendas en esa franja liberada que es la electrónica nacional del nuevo siglo: Prado. Lo sugerente en Vásquez es que, pese a los grados mayúsculos de abstracción que alcanza, su alias no prescinde de la fibra emocional inherente a los referentes noventeros de pro. Ésa es la ventaja que por ahora le posiciona en lugar expectante.

Hákim de Merv

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