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jueves, 20 de febrero de 2025

Monsters: Lejos De Mi Ciudad // Antibióticos: 100mg // Fukuyama · Fijando El Estallido: En Vivo En Festival Sarcófago // Todo Sigue Igual // Humano De Hiel: Encierro EP / Emboscada EP

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 12 de febrero de 2025.)

LOS DISCOS PERUANOS DE 2024 QUE NO ALCANCÉ A RESEÑAR (III)

(Ni tan) inusual el sino que le fuera deparado al primigenio volumen de Monsters. Fundado a mediados del ‘16 en La Oroya, Junín (región centroandina del Perú), el dúo de los hermanos Paulo (voz, arreglos) y Ronald Chávez (segunda voz, producción) le edita en julio del ‘18. Que sea la apertura de una label cuyo catálogo siete años después no rebasa aún los dos dígitos (Dark Sheep Records), acaso explique lo desapercibido que Lejos De Mi Ciudad pasó más allá de su radio inmediato de alcance. Para suerte suya, ello no ha afectado gran cosa el accionar del binomio, que sigue tocando dentro y fuera del terruño.

En septiembre del ‘24, Lejos... se ha favorecido de una nueva edición gracias a Dark Grave, disquera independiente que bordea el centenar de referencias con apenas un bienio más que su par huancaína. De esta forma, se pone a consideración de públicos más jóvenes/nóveles un esférico merecedor de mejor fortuna que la cosechada hace media docena de años, que ilustra parte del amplio espectro de música electrónica cultivada en la movida oroína, y que debiera ubicarse junto a obras de coetáneos/coterráneos como En Los Ojos De Medusa (Ausencia, ‘19) o Irinum (El Origen De La R-Evolución, ‘16).

Lejos De Mi Ciudad viene tapizado con ornamentaciones new wave y EBM. Buena parte de sus programaciones podría etiquetarse como fundada sobre una especie de proto-techno. Su fuente matriz es, sin embargo, el synth pop. No cualquiera: el output de los Chávez tiende a ser más opaco de lo normal y a acelerar el trote, aunque la temperatura glacial típica del synth de los 80s se mantiene inalterable. A despecho de su velocidad, “Misterios De Amor” me suena su largo rato a Visage. Otras muestras de esos sintes de ébano y secuencias de ágil marcialidad son “Tan Cerca De Mí”, “Sueño Oscuro” y la terna final “Muriendo En Tu Ser”-“Latidos De Tu Corazón”-“Lejos De Mi Ciudad”.

Sintomáticamente, la tríada que acabo de subrayar sucede a una precedente, donde Monsters testea esos otros sabores mencionados renglones atrás. “Mafia Y Poder” me recuerda a la electronic body music de Nitzer Ebb. “Monsters” busca reverdecer los laureles del techno industrial de gente como Front Line Assembly. Y “Siempre Estaré Contigo” es casi techno trax al alza. Canales divergentes que encajan en un plástico de sesgo bailable -al modo en que se bailaba en los 80s, obviamente-, que no pierde nunca de vista el norte synth al que ha entregado su alma. Por algo la pileraza “Tu Oportunidad” se levanta sobre ese nervioso synth de gustito agridulce que se manufacturaba en la Unión Americana no bien alborearon los 90s.

Lejos de ser un trabajo impecable, y ya de cara a una próxima jornada, Monsters necesita implementar prontas reformulaciones en dos rubros muy específicos: la voz y las letras. Se nota en qué canciones las vocales están forzadas y en qué otras no. Obviamente, Lejos De Mi Ciudad luce más cuando la voz sale suelta, sin pretender ser lo que no es. Igual se le aprecia en grado sumo cuando las líricas son construidas con empeño, dejando atrás disfuerzos medio cursis. No olvidar, eso sí, que estamos hablando de un episodio editado por primera vez en el ‘18. Hoy, las cosas podrían haber cambiado sustancialmente.

Hace un par de semanas, escribí unas pocas líneas sobre el bluff que supone Super Fuzz, abanderado local del llamado “egg punk”. Ya tenía pensado comentar también 100mg, estreno absoluto de Antibióticos, cuando me enteré por medio del crítico Fernando Pinzás que ambas agrupaciones comparten integrantes. “Mientras no milite en las dos el cantante...”, recuerdo que pensé con no poca aprensión, ya que la actuación ofrecida por el sujeto en cuestión en Super Fuzz EP es tan mala que consigue estigmatizar alineación y extended.

Aparentemente, no es el caso. Coincide el sonido molde de Antibióticos con el del punk, mas no con el del subgénero que practican Ismatic Guru o Snõõper. Como bien señala Pinzás, si 100mg hubiese salido hace 48 años, nadie le habría tenido por otra cosa que hijo de su tiempo. Suena a punk primordial, rasposo, concebido bajo el canon de la explosión ‘77. Y sobre todo, fresco, con el cerebro lleno de ideas por probar y el corazón a mil -lo que no se traduce a la prepo en rebotar gratuita y ridículamente de un rincón al otro, sino en escupir cada asalto con urgencia, vitalidad e inteligencia.

Que 100mg es imperfecto, es una verdad innegable. Si hasta da que pensar que involuntariamente se han micrado mal los instrumentos (cuando probablemente sea al revés). Lo mismo ocurría con los jóvenes turcos de la segunda mitad de los 70s. Es esa imperfección, adviértase, lo que aquellas huestes reivindicaban como única salida posible ante el pro-gre-si-vo acartonamiento en que había caído el pop contemporáneo. Repite la faena Antibióticos en edades muy posteriores, provisto de mucha más libertad que antes. El pistoletazo de salida “Proteínas/Calorías” puede traer a la memoria a multitud de bandas punk clásicas, aunque asimismo a la síncopa de “Ether” de Gang Of Four -no por mucho más de cuarenta segundos. La brevedad es una aliada a la que el acto le saca el jugo. Otro tanto acontece con “Transgénicos”.

La efímera “Transmisión” está armada a punta de sintetizadores, y calza perfectamente con el rock mutante a lo Devo de “Vitamina C”, indicio que profetiza despegue punk hacia destinos quién sabe de qué color. De gravosa marcha rockera, “Prescripción” ve alivianado su tonelaje gracias a la inserción de fuertes dosis de componentes electrónicos -una evolución congénita, como lo demuestra Pete Shelley, que pasó de Buzzcocks a modelar sólida carrera solista en predios synth. “Consumir” despide 100mg remontándose a las raíces punk que Antibióticos busca de continuo reivindicar.

¿Fugacidad? Sí. Pero fuera de esa cualidad común, no hay ninguna otra que permita hablar de egg punk al mencionar a este conjunto. Aún cuando se trata de hacer algo con mal gusto, hay que tener buen gusto. Con mayor razón, si la consigna es divertirse, hay que hacerlo seriamente -para no quedar como un hato de cretinos que se palanganean de su torpeza e incompetencia. Abiertas de par en par las puertas para seguir avanzando, espero lo siguiente de Antibióticos no demore demasiado.

En el prontuario de la música pop peruana, dedos de pies y manos son suficientes para contabilizar álbums grabados en vivo. Normalmente, registros de esas características tienen lugar cuando una agrupación o un/a solista ha alcanzado ciertos niveles de difusión, lo que de paso asegura el considerable impacto que propician sin dejar por esto las cuentas en rojo. Al menos tal es la norma en las principales escenas internacionales, donde a partir de este punto es que sobrevienen otros criterios -el artístico, primero entre ellos.

En un país como el nuestro, donde el pop, el rock y la electrónica han sido sistemáticamente apartados de las grandes audiencias por los culiestrechos intereses de la mass media; esa norma carece de vigencia. Son causales estrictamente artísticas las que suelen determinar la edición de un live, no existiendo en la práctica expectativas de retorno vinculadas a la transmisión/divulgación o a la crematística. Pese a ello, no siempre queda garantizado el valor testimonial -ahí está Tormenta Mental - Live At Woodstaco 2019 (‘22), de El Jefazo, ejemplo de cómo NO encarar la producción de un material en directo.

En el otro extremo se halla Fukuyama, que inauguró octubre último recuperando para la posteridad su performance en la edición del Festival Sarcófago del año pasado, junto a bandas como Titania, Pus y Laura La Sangrienta. Fijando El Estallido... devela desde su denominación la intención del entonces cuarteto: legar a futuro un documento que atestigüe el estado por el que atravesase el combo en aquel momento histórico. Noise rock de orla pesada, sostenido por un soporte rítmico -Gonzalo Santos en batería, Erick Cavero en bajo- que semeja una columna vertebral de titanio, dotado de suficiente versatilidad como para pasar del estruendo arrollador a la calma plácida y viceversa.

El cassette tiene cuatro temas ya conocidos y tres que pueden contarse como nuevos -salvo Fukuyama afirme lo contrario. Entre los primeros, encontramos a “Los Días Son Aterradoramente Calmos”, a “Blíster” (ambos de Los Días Son... EP), a “Tierra Baldía” (del mini-álbum Fukuyama) y a “Intro” (de su debut en corto, Fukuyama EP). Entre los segundos, a “Intro II”, al lovecraftiano -por el nombre- “Lo Que No Tiene Forma Te Protegerá” y a “Acá Morimos Todos”. Salvo este último, en insólita configuración dub-reggae, el íntegro del repertorio interpretado ese 18 de mayo conjura a los sospechosos de siempre cuando se habla de la entidad nucleada por Juan Pablo Villanueva (guitarra, voz): Sebadoh, Sonic Youth, Dinosaur Jr., Fugazi... Guitarrera bulla audioextremista que estalla cíclicamente, sea volando, sea serpenteando.

Señalo un par de detalles. El primero: sintetizador, secuencias y sampleos de Ernesto Bernilla. Su presencia, sólo percibida en segmentos puntuales de Fijando El Estallido..., debería ser más relevante -cuando se le escucha, se aprecia su gran desenvolvimiento. El segundo detalle: la voz de Villanueva. En medio de las tormentas de noise y decibeles que despliega Fukuyama, siempre se le oye gritar más que cantar, lo cual es de agradecer. En “Lo Que No Tiene Forma...” y “Tierra Baldía”, empero, la vocalización suena filtrada/procesada. ¿Será cuestión de mezcla y masterización, a cargo de Vamsick? Afirmativa o no la respuesta a esa interrogante, en esas canciones me queda la sensación de estar oyendo vociferar a Starscream.

Otra placa “31/12”. Primaveras Digitales se autodefine como productora lo fi especializada en bootlegs y mixtapes. Con base de operaciones en Cuzco, la plataforma parece haber iniciado su existencia en diciembre último, o al menos así lo indican tanto Mas(a)Océano de Fiorella16 como la compilación con que ultimase el ‘24, Todo Sigue Igual. Hace ésta trasversal alusión a un panorámico anterior, también lanzado en la Ciudad Imperial por Felino Renegado Records, cuya reedición en cassette PD acaba de financiar: Qué Bueno Que Ya Nada Es Igual (2019).

Las coordenadas estilísticas de Todo Sigue Igual le sitúan un poco a trasmano de Qué Bueno... En general, los proyectos que aquí colaboran -arequipeños, cuzqueños, limeños- llevan a cabo todo el proceso desde espacios físicos privados. De ahí el calificativo de “homemade” a que se acogen. Con todo, no existe una equivalencia completa entre esa etiqueta y la de “bedroom pop”. En Todo... no sólo hay lugar para este último, sino además para el indie rock, para la electrónica, para el pop punk, para el lo fi. Incluso para el noise. Y si bien Qué Bueno... gozaba de cierta variedad, Todo Sigue Igual le sobrepasa en ese rubro concreto.

Al disco lo abre “Nanananaan”, de Violento Amor, único alias que figura dos veces en el menú. Su otra participación es “Meme Chistoso” -me quedo con ella, más redonda en su línea de indie rock que la otra en su perfil de punk elemental. De idéntica laya son “No Me Importa” de Trapo Sucio, que se hace eco del primer Azmereír, y “Brazo Y Letra” de Amaru Loayza (algo formulaico). “Muxos Honguitos” de Nematodos comienza a escarbar en la veta indie a la par que la del pop, aunque no me queda claro si su espíritu es lúdico o simplemente bobo. Sí está más allá de las dudas, en cambio, “Estallar (En Mil Pedazos)” de Teni3nte Laz33r.

En la senda de un pop más elaborado crecen “Hay Un Lugar” de Capitán Milaneso (tributario del noventoso sonido donostiarra) y “Distimia” de DjSexo (instrumental y austero). En la de un rock emotivo y sobrio, “1 7” de Tetraedro, “Larvas” de La Terminal (noise grunge), “Enero” de Sieteonueve (vibrante ascendencia ochentera) y “Catarsis” de Anfótero -la tajada más prominente. En la de un noise que se sirve de la drone music, el postrer “Mas(a)Océano” de Fiorella16, extraído del LP del mismo nombre. De esta guisa, Todo Sigue Igual ayuda a visibilizar grupos y/o individualistas que, en la mayoría de casos, recién están empezando.

Reservo el párrafo final para las excepciones de rigor. Primero, la negativa: “Demente” de Cirugía No Terminada. Con esa chapa, me esperaba algo más ruidoso y/o avant garde, en vez del rapcore desabrido y caricaturesco que finalmente plasma. Segundo, la positiva: “Un Nuevo Día, Otra Vez” de Love & Pop. Interesante cómo el aluvión de noise con que arranca se despeja para transformarse en un número que fluctúa entre el synth deconstruido y un cruce minimal de IDM y jungle.

Humano De Hiel es una de las dos identidades que le conozco a César Aguirre -la otra es El Balcón Rojo, con la que ha ido liberando varias composiciones a través de muestrarios diversos, y cuyos réditos sí tengo más o menos presentes. HDH, por otro lado, es algo nuevo para mí. Lo primero que le audiciono es “Infección Y Meditación”, cedida a Entre Rejas Y Concreto (‘24). Ya allí se exhibía como acto industrial que prefería ruidos de máquinas en lugar de secuenciaciones brotadas de algún ejercicio basado en softwares. Lo que no sabía es que, antes de esa pista, Aguirre ya había gestionado y colgado dos EPs bien a principios del año previo al actual.

Dichos EPs son Encierro y Emboscada, y ostentan el sello de agua de la misma factoría que “Infección Y Meditación”, si bien son bastante más virulentos. En efecto, los EPs son sendas ventanas hacia delirantes realidades postapocalípticas de paisajes dramáticamente sucios. Sórdidas e insanas, las oxidadas sonoridades que pueblan estos artefactos nacen de las mismas visiones de pesadilla que colonizasen los imaginarios de héroes como Foetus, Laibach, Einstürzende Neubauten, Coil o SPK: rebencazos metálicos, laxas texturas hertzianas, maníacas voces rastreras sampleadas una y otra vez, efectos crispantes que se repiten sin fin, invencible prescindencia de percusión sincopada...

Tal vez debido a su tenaz minimalismo, Encierro EP (1/1/24) es la expresión más acabada del esteticismo que enarbola Humano De Hiel. Sirviéndose de chasquidos apenas audibles, tanto “Con-Tacto” como “Radio Esplendor” y “Sólo Importa La Fuerza” descascaran los convencionalismos relacionados a la Música -“armonía”, “orden”, “melodía”- y los que se asientan en el contexto de un “mundo civilizado”. El futuro propuesto por el extended se corresponde con el de ominosas realidades en las que, como profetizaban los Lluvia Ácida hace casi tres décadas, existir es espanto.

Por contraste, Emboscada EP (30/3/24) es más concesivo. También postula nubarrones de escalofriante ruido omnívoro (“Pérdida Sensorial”) y dantescos escenarios de horra abyección casi inimaginable. Sólo que lo hace empleando otros modos. Puede adoptar una apariencia más tribal (“Mi Alma Ya No Habita En Mi Cuerpo”), e incluso condescender a herrumbrosos esbozos de secuencias, que al final no son otra cosa que trallazos al pobre sinte y/o teclado. Puede samplear una voz para procesarla hasta la deformación completa (“No Podrás Escapar”), mientras se hunde en un imposible pozo de oscuridad material, como si estuviera buceando en petróleo. En el crepúsculo, esa voz contrahecha y maligna espetará un “Todo Será Extinto” que resonará en nuestras psiques y las devorará si no se tiene la suficiente fuerza de voluntad.

Llamativo el cuestionamiento que Humano De Hiel realiza de patrones formales, en consonancia con la asimilación plena de los postulados futuristas que miraban entusiastas hacia la nueva gama de sonidos proporcionada por la decimonónica Revolución Industrial. O con la instrumentalización de ruidos punzocortantes con que acuchilla las normalidades que nos rodean. ¿Faltará mucho todavía para el estreno en largo de estos exorcismos dadaístas?

Hákim de Merv 

jueves, 23 de febrero de 2023

Maria Reiche: Perdiendo Frecuencias / Atlántico EP //Panoptia: Manglar // El Otro Infinito: No Nos Rendimos EP // Vida En Marte: Punk Rock Por Atenas // Necrosante: Cadáveres Electrónicos // Thank You Lord For Satan: Thank You Lord For Satan

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 15 de febrero del 2023.)

LOS DISCOS PERUANOS DEL 2022 QUE NO ALCANCÉ A RESEÑAR (IV)

Siendo el principal de ellos el de DJ Locopro, de cuyos más recientes lanzamientos di cuenta hace dos semanas, desde hace años Miguel Elescano ha venido editando material a discreción sirviéndose de numerosos chaplines. Tributarios en mayor o menor medida del octanaje bpm característico del tech-house, todos ellos... hasta hace unos meses, en que el músico decide crearse una nueva identidad. Es ésta la de Maria Reiche, visible homenaje a la eminente matemática y arqueóloga alemana que consagrara su vida al estudio y preservación de las hoy mundialmente célebres Líneas de Nasca.

Este nuevo vehículo para las aspiraciones artísticas de Elescano no enfila hacia alguna dirección específica. Para que te hagas una idea, en mayo del ‘22 aparece la puesta de largo de MR, inscrita en una inconfundible tradición de férrea experimentación digital. Nada más empezar la reproducción, queda clarísimo que Perdiendo Frecuencias corresponde a una personalidad insospechada en el capitalino -la del esteta que baraja ruido, vacío, suciedad, silencio. No hay, en sus dos tercios de hora, el menor atisbo de síncopa: las seis pistas que le integran se suceden una tras otra dejando como saldo de audición texturas que son todo rugosidades (“En Casa”), vibraciones alteradas (“16C”), ruidos que son todo excoriaciones (“Invierno”).

Los tratamientos de distorsión y manipulación del sonido aplicados por Elescano dan forma, así, a un LP abrumado de ambient escuezante; que irrita sin descanso al escucha. Suma en ese propósito la extensión del repertorio, harto dilatada en comparación con el minutaje promedio que suelen manejar los demás rostros del autor, llegando el cierre “Waiting” a superar la docena de minutos. Paradójicamente, “Waiting” y su nutrida colección de sonidos ambientales urbanitas se erige como lo más “tolerable” del CD.

Respetando la única constante en la dialéctica de Maria Reiche, es decir la absoluta prescindencia del pulso percusivo, todo aquello que no es Perdiendo Frecuencias lo es Atlántico, su EP de la veintena de julio. Tercia, sin embargo, una circunstancia decisiva: el track list completo cobró sustancia durante las frías madrugadas en que el limeño se mantuvo en vela al lado de su padre enfermo. El extended, de hecho, está dedicado a la memoria de don Esteban.

Es el de Atlántico EP, por ende, un ambient radicalmente diferente al del álbum previo. Cientos de veces más carnoso y colorido, su espectro se abre hasta fases críticas, permitiéndose combinar barnices de electrónica minimal y de new age setentera. Incluso en sus momentos de ingente aridez (“Peces”), el plástico definitivamente resguarda una mayor musicalidad que la de PF. Y aunque tanto “Hope” como el timing asistólico de “Atlántico” son exponentes de melodías cálidas, expansivas y vivaces; toca coronar al primero por el uso intensivo de unos teclados en-la-práctica inequívocamente Hi-NRG.

Insondable misterio rodea el futuro inmediato de Maria Reiche. No queda sino perseverar estoicamente en la espera.

Tal como sucediese con José Luis Arango y Ayver hace un año, quedo gratísimamente sorprendido con Julio Guillén Serrano y Panoptia. Sintomáticamente, las similitudes entre los dos proyectos no escasean. Conscriptos ambos en los regimientos de combos peruanos de más excéntrico pedigrí, Panoptia y Ayver cuentan con obras relativamente copiosas dados sus cortos periodos de existencia -ubicados cuando mucho al iniciarse la segunda mitad de los 10s. Las divergencias son básicamente estéticas. Mientras Ayver se posiciona cerca del post rock con accesos de neoclasicismo a lo This Mortal Coil o Rachel’s, Panoptia se siente a gusto vagando a través de las distintas sendas que convergen en/divergen tras la IDM, sin asentarse por entero en esa comarca del planeta electro.

De las dos placas editadas por Guillén Serrano el año pasado, focalizo este breve comentario en la segunda, liberada en los idus de noviembre. Como ha venido sucediendo desde el epónimo debut (‘16), Manglar parece poner todo su empeño en escorzar la geografía de un mundo ¿paralelo?/¿distante?/¿imaginario? Ríos, penínsulas, litorales, sistemas orográficos, seres vivos; son sugeridos por el pincel de Panoptia. Uno que han moldeado por igual las oscuras suites de The Orb y las melodías angélicamente etéreas de Global Communication (binomio que mereciera mucha mejor suerte que la que recolectó).

Allende las justificadas metáforas cartográficas del acto librepoblense, el output contenido en Manglar describe un arco de tiempo que va de la nocturnidad al alba -o quizá sea mejor hablar de un tránsito que arranca en las tinieblas y culmina en la luz. Desde el IDM/post IDM mutante de “Densidad”, “Manglar” y “Raíces”, hasta los límpidos tapices electrónicos flujoiridiscentes que representan “Vientos”, “Ciénaga” y “Desembocadura”; se produce la locomoción lunar espaciotemporal que precede al nuevo día. La lobreguez de la noche transige paulatinamente ante la llegada de la alborada, que lo inunda todo con su particular fulgor. En paralelo, las influencias formales se van difuminando al mismo ritmo/tiempo, transformándose los últimos temas en manifestaciones de un ambient electrónico sostenido por la improvisación libre y por la experimentación sónica.

Me queda la sensación, desvanecidas ya las barreras ornamentales, de haber descubierto en Panoptia no sólo un nom de guerre con encomiable capacidad para generar imágenes; sino también un excelente compañero para quienes preferimos la Música a la Literatura al zarpar rumbo a regiones no holladas por la imaginación de nuestra especie. Peruano, encima.

Se va convirtiendo en (sana) costumbre que Alfonso Noriega publique un extended play en las proximidades de las fiestas de fin de año -el 21 de diciembre, concretamente, y para más inri valiéndose de diferentes plataformas. 211221 EP se liberó desde el BandCamp de SuperSpace Records en el ‘21. El nuevo “obsequio” con que Noriega baja la persiana del ‘22, No Nos Rendimos EP, se colgó en el BandCamp de su reconocido unipersonal -El Otro Infinito.

Claramente marcado por los agitados meses que atraviesa el país, el curso de acción que escoge No Nos Rendimos EP trae más de una sorpresa respecto del background construido por EOI y de las circunvoluciones con que el surcano se ha reinventado. Ésta que practica Noriega es una de las más arriesgada que ha ensayado hasta ahora. Y es que, sin trastocar influencias ni tótems, el extended barrena un derrotero entre el intelligent techno que sale despedido más allá de la estratósfera -atravesando irrefrenable tanto tiempo como espacio- y el que antropomorfizado conserva los pies sobre la tierra gracias a programaciones angulares y a secuencias aritméticas. Es como si Noriega flotase varios metros encima del suelo, sin alzar la vista hacia arriba (ni mucho menos el vuelo).

No Nos Rendimos EP es intelligent techno apartado de la vorágine de los bpms. No prescinde de la rítmica, pero es evidente que ésta ni le clava las extremidades inferiores al piso, ni colisiona los átomos de deuterio/antideuterio que encienden el núcleo warp con que desplazarse superando la velocidad de la luz. En ese sentido, en piezas como “No Nos Rendimos, Me Decías” y “Tus Signos Aéreos” El Otro infinito se enfoca en una contemplación zen del ambient. Lejos de la tolvanera que cruza la IDM en uno u otro sentido, el extended levita entre el cielo y el suelo: sus notas nunca despiden luminiscencia alguna, su pulso está atemperado, su pulida estética está más repujada que cincelada.

Aún en “Agosto”, canal que calza mejor con el paradigma IDM por el crecimiento geométrico de la batería electrónica, Alfonso se las arregla para no flaquear en ese justo medio que ha encontrado; mientras su voz recita parte de “Las Constelaciones” del poeta Luis Hernández Camarero. Tiene lugar, así, un EP sólido; donde colaboran Leko López (Prados Perfectos, Puna, Rupturas) y Andrea Halley (cuya voz se aprecia en “No Nos Rendimos, Me Decías”).

Marzo del ‘22 ve la salida de Punk Rock Por Atenas, descrito por Herber Paredes en el BandCamp de Vida En Marte como una compilación de instrumentales que lo han “acompañado en todos estos años”. Sería, por ende, un error hablar de Punk Rock... como si fuera “conceptual”; pero acaso no el catalogarlo de “nuevo”, siendo al fin y al cabo material inédito para los cien gatos que seguimos al arequipeño.

Por lo pronto, los ocho asaltos dispuestos en el “compi” tienen algo en común: sin dimitir de la consabida simpleza a la que es tan afecta la producción promedio del seudónimo mistiano, PRPA luce un estilo un tanto más elaborado. Puede ser esa cuota diminuta de lisergia surreal que guiña a Robert Pollard, la que ahora distingue el pop de forma y función/punción indie recuperado aquí. Apenas si hay destellos de dream pop, que en ningún caso se transmutan en shoegazing. Por lo demás, el encanto de la tosquedad/el perfume del amateurismo te encuentra a cada paso. Incluso en “Christmas Boy”, quizá el instrumental más logrado desde un punto de vista técnico en la grabación.

Líneas sencillas, melodías pegajosas, encanto pedestre. “Home Alone 2”, “Stupid Mall”, la tristona e innecesariamente larga “Guided By Moses” (¿viste que tan equivocado no estaba aludiendo al histórico grupo de Pollard, Guided By Voices?), “Herber’s Picnic”, “Robin”... Muestras de un sonido ya afianzado, pop hasta el tuétano, que puede sustituir la eléctrica por la de palo sin que el armazón se resienta mayormente. Diagnóstico del que también participa la ‘new version’ de “1987, 1986”, único track del esférico que incluye voz -en un estado tan “borroso”, que ésta termina siendo ininteligible.

Me gusta el detalle de finiquitar el día con “Home Alone”. Más elongado que “Guided...”, este instrumental tiene un despegue a punta de puros ruidos ambientales citadinos. Cuando entra la guitarra, ésta se descose vaporosamente, recordándome a la distancia las gráciles performances de Vinny Reilly (The Durutti Column). Luego de más de 13 minutos de un lento crepúsculo, “Home Alone” finaliza como cuando se termina el carrete de un añejo film. Un cierre acorde con la opción estética que en estos casi siete años ha adoptado Vida En Marte.

AVISO DE SERVICIO PÚBLICO: Para primeros de diciembre, Paredes colgó la primera recopilación formal de la principal de sus chapas. En versión digital, VEM HIStory: Past, Present And Future contiene sólo 22 de los 32 rounds que incluye la edición física en cinta. Había pensado comentarle, pero como se ha anunciado que éste es sólo el ‘Book I’, mejor me espero a que salga también el segundo libro.

Medio huidizo el andar de Gabriel Tanta Chávez. Utilizando el nombre de Sintonía Muerta, obtuvo cierto reconocimiento que le llevó a participar en tocadas tanto en su natal Arequipa como en Lima, sin que la viada le haya alcanzado a la fecha para colaborar en compilaciones o debutar en corto/en largo. Pese a no detectarse últimamente muchas señales de vida, por suerte el sonido industrial/post industrial de SM todavía sigue en pie de guerra (ofreció set en un evento semioficial de Chip Musik, en diciembre del ‘21).

Simultáneamente, el rojinegro soltó bajo nombre civil un registro en los bytes del BandCamp de la label uruguaya con sede social catalana Hamfuggi Records. Paisaje Azul (‘21) va en consonancia con la propuesta del sello, que apuesta fuerte por el avant garde y el sound art, ambos en estado químicamente puro. Paisaje... no tiene mucho de esa línea, pero sí de un ambient que se las arregla para calificar como experimental sin evitar ser draconiano.

El rubro que ahora ha decidido explorar Tanta Chávez usando el a.k.a. de Necrosante, esta vez abrigado por el regazo caliente de Rip Off Records, es completamente distinto al de su fugaz incursión en el padrón de Hamfuggi -si bien más próximo a lo mostrado como Sintonía Muerta. El autor vuelve a arrojarse de cabeza en los brazos del industrial, haciendo asimismo lo propio en los del EBM, tentando establecerse a medio camino de uno y otro discurso sonoro en un mini-álbum de título Cadáveres Electrónicos. Aún cuando rudos, los rasgos de este artefacto son también sencillos, como haciéndose eco del credo minimal que observa Tanta Chávez desde los días de SM.

Cadáveres Electrónicos está atiborrado de secuencias rítmicas duras, cuadriculadas, impertérritas; que remiten de inmediato a programaciones maquinales que coquetean con el techno industrial de fines de los 80s, pero que las más de las ocasiones se detienen antes de dar el salto definitivo. Rigurosamente instrumental, Necrosante da pruebas de su contundente new beat en cortes como “C9H13N”, “Acrotomofilia” (término que designa la pulsión sexual cuando ésta es detonada por personas que han padecido amputaciones) o “The Fly”. Cadenas, chancabuques  militares,  cabello  corto o al rape, cuero  negro  y  mucha  tecnología pre-digital -unos pasos más y el cyberpunk estará a tiro de piedra.

Destaco dos surcos por distintas razones. Curiosamente, son la apertura y clausura de Cadáveres Electrónicos, cuyo tiraje físico consta de sólo 20 unidades en formato cassette. La primera, “Oda Al Horror Y La Inmundicia”, samplea sin cesar dos porciones vocales de Pink Flamingos (1972), el escatológico clásico de John Waters que inmortalizó a la drag queen Divine, muy a tono con el apocalíptico planteamiento. La segunda, “Inanire”, da el paso que Necrosante estuvo insinuando todo el rato sin atreverse a ir más allá: techno industrial hecho y derecho, digno émulo/par de Front 242 o Leæther Strip, que acaba en un efímero pero intenso estallido de crisis distópica.

Bacán. Nomás no se olvide Tanta Chávez de legar para la posteridad un documento bien producido de SM.

Lo primero que debe decirse de un grupo como Thank You Lord For Satan y su epónimo debut, es que no hay que dejarse sugestionar por semejante denominación. Se supone que esto ya no debería ser ninguna novedad en el siglo XXI, pero algunos otros protagonistas de la nómina Buh Records podrían hacer pensar que una banda con tremebundo alias está en el mismo sendero que Puppies In The Sun, por poner un ejemplo. Basta con saber quiénes están tras Thank You Lord For Satan para descartar de plano paradojas como ésa y similares -Ayahuasca Dark Trip, Doppelg​ä​nger, Jacko Wacko.

Thank You Lord For Satan son Henry Gates y Paloma La Hoz. Gates pertenece a las nuevas hornadas de músicos que se han dado a conocer sobre todo a partir del ingreso del nuevo milenio. Acredita entonces una experiencia para nada desdeñable, cuyo punto más álgido a día de hoy debe ser su paso por Resplandor. La Hoz proviene de otros campos del Arte: ha hecho poesía y actuación. Si bien sorprendió a tirios y troyanos con Folk (2005), debut y despedida de 12 Garras, el proyecto no logró continuidad -además, Folk era bueno y cumplidor, pero tampoco para tanto. Más destacable en cualquier caso me parece su chamba en Mitad Humana. Ambos comienzan a trabajar las canciones que darían forma a su estreno hace dos años, en plena etapa hardcore de la pandemia.

Si hay que escoger una sola etiqueta para catalogar a TYLFS, ésa es la del pop. En ningún momento, la rodaja tiene la intención de sonar experimental, vanguardista, ni tan siquiera innovadora. Esa única etiqueta, con todo, no basta para describir el intenso sonido del dúo. Aunque el formato sea pop, asimila una buena cantidad de referentes. Si bien el elemento preponderante es la psicodelia, tanto en su variable psych sesentera como en su variable neo de fines de los 80s, no es inconcebible detectar indirectas al synth pop y al folk. La mirada que echan en derredor estos ocho cantares tiene algo de velvetiana en la imperfección de su registro -entendiéndose lo de “imperfección” según los asépticos parámetros impuestos por el advenimiento de la era digital en la nueva centuria. No en vano alberga el spanglish de “Conversations Al Amanecer” un tufo más que pronunciado al “Sweet Jane” de la Velvet Underground.

Según entiendo, TYLFS repite dos veces un mismo ciclo. Del pop psicotrópico de “A Million Songs Ago” al senescente laidback al piano de “Isolation”, se hace notoria una declinante rotación. Es algo así como perder la vista en horizontes despejados, pero a la vez llenos de litio que estimula a un tiempo imaginación y emoción, mientras la iluminación se va apagando, consecuencia de una enfática recurrencia de la coartada lo fi. Ese primer ciclo es perfecto. El segundo repite el plato, de los solemnes/gravosos trémolos de “Wet Morning” a la delectable melancolía de “Devine Destinity”. Falla aquí, por desgracia, el otro spanglish del disco, “When We Dance”. No es un problema de sonido, sino de letra, que asoma bastante frívola y superficial en comparación con las que se hallan a la base de las otras siete canciones -eso, y la pueril cita de “The Safety Dance” (Men Without Hats). No pega.

Pronto estará disponible una edición vinílica de la presentación en sociedad del tándem. Debería también planificarse una en compact disc. En ambos casos, no estaría mal contar con un inlay card/booklet que consigne las letras de estas (siete) excelentes composiciones, fluctuantes entre la vocación crooner de Gates y la melodiosidad de La Hoz.

Hákim de Merv

jueves, 17 de febrero de 2022

Tetsuo: Vacío Existencial // Vida En Marte: Musical Meloncolía 2003 // Santiago Pillado-Matheu; La Revolución Y La Tierra // Fiorella16: Ida Y Vuelta A La Tierra De Los Insectos EP

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 9 de febrero del 2022.)

LOS DISCOS PERUANOS DEL 2021 QUE NO ALCANCÉ A RESEÑAR (III)

Hasta hace medio año, no había vuelto a golpearme un jab de Tetsuo tan duro como el que aperturase su agitado accionar, allá por el ’16. Entonces el acto trujillano respondía al a.k.a. de Tetsuo Terror Punk, y Odio Generalizado EP lo presentaba como perpetrador de un artcore embravecido y despiadado, que asimilaba propiedades tanto del gabber como del grindcore. Apartándose gradualmente del post-apocalíptico discurso de Ed Rush, Spider Net y la ominosa independiente No U-Turn, los subsecuentes asaltos de TTP profundizaban en las estéticas del grind y del también llamado Rotterdam techno -lo que ya no me inclinaba mucho a pelarle oreja.

Con el nombre recortado desde hace algunos almanaques, un lustro después Tetsuo reposiciona en primeros planos el amenazante breakcore que había ido relegando en favor de la virulencia gabber y del demencial vértigo grind -sin omitirles. Al contrario, y como sucediese en los primeros días del unipersonal, estos tres géneros se despedazan entre sí para trenzar la maníaca velocidad de las programaciones, la sobrehumana saturación de las frecuencias, la acerada intuición para seleccionar idóneos sampleos.

Vacío Existencial rompe fuegos con el jungle henchido de distorsión asesina que vomita “Revuelta Con Cadenas Sexuales”. Si no caes fulminado/a por ese garrotazo, el despegue del siguiente es comparativamente más tranquilo, aunque al rato los iracundos golpeteos neurofunk de “Vacío Existencial” terminan de convertirte en un despojo zombificado por los bpms. “Runner”, lección acelerada acerca de cómo subdividir breakbeats hasta la aniquilación, mientras un metálico riff subcutáneo abre caminos para colar el icónico monólogo del replicante Roy Batty (Blade Runner), cierra la primera cara del tape.

La iconoclasta “Suicidio De Dios” no sólo reduce las pulsaciones rítmicas a estándares tolerables, sino que catapulta a Tetsuo al período industrial de entredécada 80s-90s, cuando bandas como KMFDM, Ministry, The Young Gods, Front Line Assembly o Noise Unit imponían su imaginario de ciencia-ficción distópica al mainstream de la escena electrónica internacional (si existió alguna vez algo como eso). En clave de gabber mutante injertado de grindcore y de dubstep, la subversiva “Obligado A Creer Ciegamente” pone las cosas como al principio, en intachable preludio para el desenlace del cassette. Además de fungir de colofón, “Bulldozer” retoma en parte el planteamiento de “Runner”, maquillando/conteniendo sus oligofrénicos accesos drum’n’bass con otro riff de ascendencia metal. ¿Ejecutado o sampleado? Es lo de menos.

Lo que de veras cuenta es que Tetsuo ha revalorado el peso de la variable breakcore en su sonido, uno del cual el mismísimo Leonardo Bacteria estaría orgulloso, al menos por unas semanas. Edita este uppercut Rip Off Records (¿quién más?).

Fruto  de,  como  siempre,  un  sigiloso y paciente  trabajo  de  hormiga; aparece por fin -mira tú qué coincidencia, el 6 de agosto- el esférico de Vida En Marte que de todas maneras debes añadir físicamente a tu meloteca personal. No es que Musical Meloncolía 2003 sea pionero en trascender el formato virtual, donde se encuentra la mayor porción del prontuario de Herber Paredes, pero sí es el primero concebido en plan tour de force. En efecto, el plus que inclina la balanza en detrimento de Los Sonidos De La Adolescencia (2019), que tengo entendido fue la primera de sus referencias producida en físico; es el poseer todas las pistas entrelazadas.

Acotado ese detalle, justo es confesar que el contenido de la rodaja no difiere gran cosa de lo que el músico arequipeño de dormitorio ha mostrado con antelación. El idioma sigue siendo el mismo (bedroom pop), los rasgos de desprolijo lo fi no desorientan, la estupenda mano para los ganchos indie pop sigue portándose como buena. Cualidades que he disfrutado muchas veces al aproximarme a la obra de este individualista. La valía de MM2003, en tal sentido, radica en testimoniar la intacta capacidad del ¿ex? Hombre Del Espacio para esculpir y colorear melodías con las que sintonizar de inmediato. Después de todo, esto es bedroom pop, no música de vanguardia. Exigirle algo más equivale a pedirle manzanas al naranjo.

Entonces, hay de todo un poco en Musical Meloncolía 2003, cuyo marbete guiña ni tan sutilmente al doble Mellon Collie And The Infinite Sadness (1995) de los Smashing Pumpkins. Está la Baja Fidelidad al mango de “Arequipa Vida Lo Fi”, conviviendo con manifestaciones menos opacas pero igual de nebulosas, como la nostálgica “2003 Es El Año” o la vital “Hércules Pop”. Está además la urgencia trascendental que se adueña del formato pop en cortes tipo “La Revolución En Tus Pulmones” y “Portales”. Palpita en las letras de “Hey Meloncolía” o “Florence” (el complemento ideal para “2003...”), asimismo, la derrotista desazón heredera de East River Pipe o Casiotone For The Painfully Alone. Encendidas miniaturas pop engalanadas con esa inconfundible sencillez indie de estarle cantando al paquete de galletas sobre la mesa de la cocina, o a la caja de cigarros que algún visitante olvidó en la sala.

Se ha dispuesto a Musical Meloncolía 2003 para libre descarga desde el BandCamp de VEM. Antes de proceder con esa opción, te recomiendo hacerte de una copia del CD.

Estrenado en el ’19, el revuelo que provocó el documental La Revolución Y La Tierra se explica al abordar la principal de sus propuestas: una mirada -no hollada por los rumores míticos que convierten al militar Velasco Alvarado casi en un ente angélico, ni por los sesgos que pretende imponer la narrativa que esgrimen las clases dirigentes del país- a uno de los capítulos más álgidos y controversiales de nuestra historia republicana reciente, el de la trunca Reforma Agraria. Como efecto colateral, se revisitan las visiones que la exánime cinematografía peruana erigió en torno a esa coyuntura, antes y después: En La Selva No Hay Estrellas (1964), Tupac Amaru (1984), Espejismo (1972), Luis Pardo (1927), Muerte De Un Magnate (1981)...

Santiago Pillado-Matheu es de los contados músicos nacionales a quienes incluso las facciones más intransigentes de nuestra escena independiente les reconocen méritos y respetan. Tanto en sus andanzas al frente de El Hombre Misterioso como en el disco junto a José Antonio Mesones (Caudillismo & Pedigrí, 2004), el limeño ha enyuntado y -sobre todo- equilibrado una peculiar vocación experimental a/con formatos pop/rock alternativos. Habiendo aparentemente finalizado la historia de El Hombre Misterioso con su epónimo opus del ’16, Pillado-Matheu encaró en el ’19 un segundo debut gracias a Sanken Rei, asociado a su esposa Mariana Tschudi y a Richard Gutiérrez (ex EHM). Por desgracia, el puñado de singles que han visto la luz (8) no alcanza las cotas que otrora resultaban tan familiares al capitalino.

A pedido del director de La Revolución..., Gonzalo Benavente, Pillado-Matheu se encargó de elaborar el soundtrack para el polémico documental. La música del film se da maña para lucir asaz atemporal, pese a tomar prestadas sonoridades andinas y sampleos de procedencia diversa -más o menos a la manera del largometraje. Allí se cuentan números como “Runancaycu”, “Cumbia” o “Tierra 2” para corroborarlo. Este último, además, apunta hacia sustratos sonoros iterativos, cual macro-loops ralentizados; que ocasionan a mediano plazo veladas/ambiguas sensaciones de parsimonia y redundancia (“Funeral”, “Chambi”, “Tierra 4”).

No toda la banda sonora es así, por supuesto. Tracks de (in)cierta cacofonía como “1968” o “Tierra 2” tienen más de ambiental instalación sonora, un nicho en el que ha destacado el propio Santiago (la música de la instalación La Realidad Ausente, la de la exposición artística homónima de la placa Caudillismo...). Y evidentemente, no podían faltar los temas más accesibles, que así y todo invocan un paisajismo entre melódico y drone: el psicodélico “Asesinato En El Colegio”, el arrebato rockero de “Popachorao”, el enteógeno ritmo trippy/jazzy de “Alianza Para El Progreso”, o los bellamente bucólicos “Revolución” y “Tierra 3”.

El mérito de este soundtrack se cifra en una invitación doble -a acercarse a la obra de Pillado-Matheu y al documental en cuestión. Puedes ver la versión completa de la película haciendo click aquí.

Ha sido el 2021 un calendario bastante movido para Fiorella16. Tras la curaduría del excelente panorámico colectivo Roiduoma Vol. I: AQP Electrodoméstica Ruido S.A. y de su Tales In Deep Noise Saturation, ambos eyectados en el 20’, la identidad avant garde de José María Málaga colgó Stereoma (Singles) en el BandCamp del proyecto (marzo). Un par de meses después, aparece Narraciones Retorcidas en la nómina de Rip Off Records. Si bien el primero es una selección de canales incluidos en el dantesco Tales..., el segundo da fe de un puñado de tomas inéditas efectuadas durante el ’18 en Arequipa y en el D.F. mexicano.

El año pasado se cierra con dos lanzamientos simultáneos (7/12). Ocupa plaza en su BandCamp el single “Nulle Part” (“Mena” como b-side), mientras que el extended Ida Y Vuelta A La Tierra De Los Insectos hace otro tanto en el de la discográfica azteca Silencio EPI. Escojo este último no sólo por ser un EP, sino también por ser el artefacto del que el crédito peruano extracta la materia para el sencillo virtual, y además por haber sido cedido a la misma escudería que se la jugó con un muestrario tan complejo y de elevada calificación como Roiduoma... (¿el volumen II para cuándo?).

Interesante el sonido de F16 en IYVALTDLI EP. Fabricado en cinta, cada lado lo protagoniza una suite de 8 minutos en promedio. Ambas remiten al Ruido, pero no precisamente al que Málaga ha venido cincelando desde el inicio de su carrera, harto más cercano a la electrónica. El de este extended se halla codificado a través del post rock y de la drone music. Atmósferas tenues, artesanales loopeos ambientales, distorsión irradiada de lo fi, desencajadas figurillas drónicas; son el casquijo y la argamasa con que se levantan “De Un Mal Sueño Con Polillas Blancas / Hacia Ninguna Parte” y “Entre Idas Y Vueltas Por Cortes y Campos De Batalla / ...Y Todo Para No Encontrarte”.

Otros elementos destacables son los psicotrópicos trallazos de guitarra (como los de “De Un Mal Sueño...”), el pincel del ¿casiotón? (que dirige la insectil melodía de “Entre Idas Y Vueltas...” a partir del minuto 6), las grabaciones de campo (coronando ambas caras del EP), y la minimal/liminal línea de bajo; audible claramente hacia el final de “Entre Idas...”. Un aperitivo de cara a las nuevas empresas que se trae entre manos José María para este 2022 -el anunciado debut en largo de El Divino Juego Del Caos, entre ellas.

Hákim de Merv

miércoles, 22 de septiembre de 2021

Slavia: La Potencia Infinita Del Vacío // Aura En El Espejo: Albedrío EP

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 15 de septiembre del 2021.)

Tanto marcó la tragedia de República Cromañón un antes y un después al interior de la movida argentina, que poquísimas cosas permanecieron inmutables en ella tras el luctuoso suceso. Como apunta el crítico porteño Norberto Cambiasso (Esculpiendo Milagros) en su texto para ¡Salgan Al Sol!: Avant-Rock En La Argentina Del Siglo XXI (Buh Records, 2014), los vasos comunicantes entre el mainstream gaucho y los circuitos underground se cortaron, impidiendo que el primero reciclase los descubrimientos de los segundos para renovarse; y que éstos continuasen avanzando a la vez que lograran acceder a audiencias masivas.

De ahí el drástico agostamiento de nombres que superasen las barreras rioplatenses para alcanzar esa internacionalización que otrora se les daba natural. Contadas son, en efecto, las nuevas sangres argentinas que han llegado en los últimos lustros a los demás países de la región -y ello, nunca a escala Soda Stereo o Babasónicos. Por el lado más pop, gente como Las Ligas Menores, Lxs Rusxs Hijxs De Putx, Las Ruinas Circulares o Él Mató A Un Policía Motorizado. Por el lado más experimental, combos como Sales De Baño, Aguas Tónicas, los cordobeses Fonez, Entidad Animada o Para Establecer Un Río. Es este último el ejemplo perfecto para contrastar el debut de Slavia, una dupla rosarina que se inspira en los días del post rock original, a diferencia de la acepción contemporánea -no por ello menos válida- que de la etiqueta esgrime PEUR.

Manejada por Germán (a secas) y Fernando (a secas), la artillería de Slavia consta de sintes, software para el (re)procesamiento de frecuencias, una ocasional guitarra (empuñada por Germán) y la puntual participación de una trompeta en “Austria”, a cargo de Juan Lemos (frontman del también rosarino cuarteto Los Lanzallamas). Nada más comenzar a reproducir “Sustrato”, apertura de La Potencia Infinita Del Vacío, los trallazos de la eléctrica dejan en evidencia la convicción depositada en el credo del drone -uno que no se empecina en copar/ahogar todos los tañidos ejecutados para cada tema. El laconismo armónico del tándem tiene la misma vibración psicotrópica/firma cuántica que gigantes como June Of 44, Labradford, los primeros Gastr Del Sol e incluso Main estampasen en los documentos esenciales del género durante su época de esplendor.

Ello no significa que Slavia suene igual a las agrupaciones citadas, sino que su proceder artístico deviene en consonante con los que éstas pusieron en práctica. El binomio se siente cómodo en medio de la carestía de melodiosidad, sobre todo cuando esa escasez se ve favorecida por el discurso electrónico, lo que acaece de “Fes” en adelante. La improvisación sonora tanteada en “EXP I”,  “Hiperbola” o “Praxis”  moldea  el  leitmotiv  de  números  tipo  “El  Devenir  Del  Tiempo”, la dilatada  “Roto”, “Austria” -Esquivel tronando desde la am de un mundo paralelo- o “EXP II”. Como si fuera poco, dicho modus operandi se ve acicateado por el patógeno del dub, que lo impele hacia altitudes de un ambient desecado y yermo, de estrías psicóticas hasta niveles martirizantes.

Álbum de arisco, doloroso ruido corrugado, que observa los intuitivos dictados de la mente; La Potencia Infinita Del Vacío ha visto la luz, para nuestra sorpresa, a través de una escudería del coloso lusohablante de nuestra región -The Church Of Noisy Goat, con sede social en la ciudad de Porto Alegre (Rio Grande Do Sul).

Según el músico Bersaín Lejarza Abelleyra, su proyecto personal Aura En El Espejo profesa influencias de grupos ochenteros clásicos, del talante de The Cure, Depeche Mode y U2. Debo dejar constancia de no haberlo notado en ninguno de los títulos que le he oído hasta ahora. Sí asoma con sobrada claridad, en cambio, la figura del Brian Eno productor, otra influencia confesa. Las esculturas sónicas de Lejarza son más estados de ánimo que experimentar sin necesariamente padecer, característica que el genio inglés patentó en tanto Padre del ambient -abrillantada por un a veces irritante miniaturismo: sigo escuchando los uploads de AEEE, y todavía no doy con un solo larga duración.

Paisano del trío shoegazer ACTY (Tepeji Del Río, en el estado de Hidalgo, México), la andadura solista de Lejarza Abelleyra se remonta a noviembre del año 2016, cuando cuelga en BandCamp el extended Paraíso Abierto. Desde aquella fecha, su labor ha sido incansable, reflejándose en nada menos que 81 referencias entre sencillos y EPs. Tamaña fertilidad no se ha limitado al arte sonoro: en paralelo viene desarrollando sendas trayectorias literaria y cinematográfica, en el marco de un esfuerzo -digamos “trifásico”- impulsado por la Editorial Objectum (criatura del mexicano, sospecho).

Tratándose de obra tan fecunda, centro mi comentario en el esférico más “largo” que el azteca ha lanzado en lo que va de este 2021: Albedrío EP. Diez viñetas que empujan la estética del bedroom pop hacia rincones insospechados -como el coral (insólitamente “gregoriano” en “Los Resucitadores”, femenino en “Hallazgo En El Barrio De Whitechapel”), el neoclásico (que se prende de las esquinas a partir de “Perdido En La Fiesta De Máscaras”) e incluso el juglaresco feudal. Esta última dirección, que utiliza el hidalguense con mayor propiedad, es la que más aciertos le ha reportado: lo puedes verificar en la recitación de ultratumba que se desliza a través del track epónimo, en los macabros teclados de “El Baile De Los Espíritus”, en la hierática gravedad de “Hallazgo...” y de “La Niebla Regresó A Los Perdidos Que Hubo En Ella” (preciosos strings sintéticos).

El piano, otra sonoridad protagónica en muchos de los surcos de Albedrío EP, se desenvuelve con un registro entre el neoclásico y ese gótico de imaginario oscuro/medieval que he subrayado. Más de una vez, su solemnidad me hizo recordar a los Cranes del siniestro Wings Of Joy (1991), realzando el acabado final de un proceso creativo que se mira en el espejo de la música rock para construirse, pero que termina siendo predominantemente electrónico, nazca de inciertos apuntes sin acabar para la base melódica o la rítmica, o de experiencias y lugares que dejan su huella en el individualista -el azar juega también papel importante en la metodología compositiva del autor.

Hákim de Merv