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jueves, 17 de febrero de 2022

Tetsuo: Vacío Existencial // Vida En Marte: Musical Meloncolía 2003 // Santiago Pillado-Matheu; La Revolución Y La Tierra // Fiorella16: Ida Y Vuelta A La Tierra De Los Insectos EP

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 9 de febrero del 2022.)

LOS DISCOS PERUANOS DEL 2021 QUE NO ALCANCÉ A RESEÑAR (III)

Hasta hace medio año, no había vuelto a golpearme un jab de Tetsuo tan duro como el que aperturase su agitado accionar, allá por el ’16. Entonces el acto trujillano respondía al a.k.a. de Tetsuo Terror Punk, y Odio Generalizado EP lo presentaba como perpetrador de un artcore embravecido y despiadado, que asimilaba propiedades tanto del gabber como del grindcore. Apartándose gradualmente del post-apocalíptico discurso de Ed Rush, Spider Net y la ominosa independiente No U-Turn, los subsecuentes asaltos de TTP profundizaban en las estéticas del grind y del también llamado Rotterdam techno -lo que ya no me inclinaba mucho a pelarle oreja.

Con el nombre recortado desde hace algunos almanaques, un lustro después Tetsuo reposiciona en primeros planos el amenazante breakcore que había ido relegando en favor de la virulencia gabber y del demencial vértigo grind -sin omitirles. Al contrario, y como sucediese en los primeros días del unipersonal, estos tres géneros se despedazan entre sí para trenzar la maníaca velocidad de las programaciones, la sobrehumana saturación de las frecuencias, la acerada intuición para seleccionar idóneos sampleos.

Vacío Existencial rompe fuegos con el jungle henchido de distorsión asesina que vomita “Revuelta Con Cadenas Sexuales”. Si no caes fulminado/a por ese garrotazo, el despegue del siguiente es comparativamente más tranquilo, aunque al rato los iracundos golpeteos neurofunk de “Vacío Existencial” terminan de convertirte en un despojo zombificado por los bpms. “Runner”, lección acelerada acerca de cómo subdividir breakbeats hasta la aniquilación, mientras un metálico riff subcutáneo abre caminos para colar el icónico monólogo del replicante Roy Batty (Blade Runner), cierra la primera cara del tape.

La iconoclasta “Suicidio De Dios” no sólo reduce las pulsaciones rítmicas a estándares tolerables, sino que catapulta a Tetsuo al período industrial de entredécada 80s-90s, cuando bandas como KMFDM, Ministry, The Young Gods, Front Line Assembly o Noise Unit imponían su imaginario de ciencia-ficción distópica al mainstream de la escena electrónica internacional (si existió alguna vez algo como eso). En clave de gabber mutante injertado de grindcore y de dubstep, la subversiva “Obligado A Creer Ciegamente” pone las cosas como al principio, en intachable preludio para el desenlace del cassette. Además de fungir de colofón, “Bulldozer” retoma en parte el planteamiento de “Runner”, maquillando/conteniendo sus oligofrénicos accesos drum’n’bass con otro riff de ascendencia metal. ¿Ejecutado o sampleado? Es lo de menos.

Lo que de veras cuenta es que Tetsuo ha revalorado el peso de la variable breakcore en su sonido, uno del cual el mismísimo Leonardo Bacteria estaría orgulloso, al menos por unas semanas. Edita este uppercut Rip Off Records (¿quién más?).

Fruto  de,  como  siempre,  un  sigiloso y paciente  trabajo  de  hormiga; aparece por fin -mira tú qué coincidencia, el 6 de agosto- el esférico de Vida En Marte que de todas maneras debes añadir físicamente a tu meloteca personal. No es que Musical Meloncolía 2003 sea pionero en trascender el formato virtual, donde se encuentra la mayor porción del prontuario de Herber Paredes, pero sí es el primero concebido en plan tour de force. En efecto, el plus que inclina la balanza en detrimento de Los Sonidos De La Adolescencia (2019), que tengo entendido fue la primera de sus referencias producida en físico; es el poseer todas las pistas entrelazadas.

Acotado ese detalle, justo es confesar que el contenido de la rodaja no difiere gran cosa de lo que el músico arequipeño de dormitorio ha mostrado con antelación. El idioma sigue siendo el mismo (bedroom pop), los rasgos de desprolijo lo fi no desorientan, la estupenda mano para los ganchos indie pop sigue portándose como buena. Cualidades que he disfrutado muchas veces al aproximarme a la obra de este individualista. La valía de MM2003, en tal sentido, radica en testimoniar la intacta capacidad del ¿ex? Hombre Del Espacio para esculpir y colorear melodías con las que sintonizar de inmediato. Después de todo, esto es bedroom pop, no música de vanguardia. Exigirle algo más equivale a pedirle manzanas al naranjo.

Entonces, hay de todo un poco en Musical Meloncolía 2003, cuyo marbete guiña ni tan sutilmente al doble Mellon Collie And The Infinite Sadness (1995) de los Smashing Pumpkins. Está la Baja Fidelidad al mango de “Arequipa Vida Lo Fi”, conviviendo con manifestaciones menos opacas pero igual de nebulosas, como la nostálgica “2003 Es El Año” o la vital “Hércules Pop”. Está además la urgencia trascendental que se adueña del formato pop en cortes tipo “La Revolución En Tus Pulmones” y “Portales”. Palpita en las letras de “Hey Meloncolía” o “Florence” (el complemento ideal para “2003...”), asimismo, la derrotista desazón heredera de East River Pipe o Casiotone For The Painfully Alone. Encendidas miniaturas pop engalanadas con esa inconfundible sencillez indie de estarle cantando al paquete de galletas sobre la mesa de la cocina, o a la caja de cigarros que algún visitante olvidó en la sala.

Se ha dispuesto a Musical Meloncolía 2003 para libre descarga desde el BandCamp de VEM. Antes de proceder con esa opción, te recomiendo hacerte de una copia del CD.

Estrenado en el ’19, el revuelo que provocó el documental La Revolución Y La Tierra se explica al abordar la principal de sus propuestas: una mirada -no hollada por los rumores míticos que convierten al militar Velasco Alvarado casi en un ente angélico, ni por los sesgos que pretende imponer la narrativa que esgrimen las clases dirigentes del país- a uno de los capítulos más álgidos y controversiales de nuestra historia republicana reciente, el de la trunca Reforma Agraria. Como efecto colateral, se revisitan las visiones que la exánime cinematografía peruana erigió en torno a esa coyuntura, antes y después: En La Selva No Hay Estrellas (1964), Tupac Amaru (1984), Espejismo (1972), Luis Pardo (1927), Muerte De Un Magnate (1981)...

Santiago Pillado-Matheu es de los contados músicos nacionales a quienes incluso las facciones más intransigentes de nuestra escena independiente les reconocen méritos y respetan. Tanto en sus andanzas al frente de El Hombre Misterioso como en el disco junto a José Antonio Mesones (Caudillismo & Pedigrí, 2004), el limeño ha enyuntado y -sobre todo- equilibrado una peculiar vocación experimental a/con formatos pop/rock alternativos. Habiendo aparentemente finalizado la historia de El Hombre Misterioso con su epónimo opus del ’16, Pillado-Matheu encaró en el ’19 un segundo debut gracias a Sanken Rei, asociado a su esposa Mariana Tschudi y a Richard Gutiérrez (ex EHM). Por desgracia, el puñado de singles que han visto la luz (8) no alcanza las cotas que otrora resultaban tan familiares al capitalino.

A pedido del director de La Revolución..., Gonzalo Benavente, Pillado-Matheu se encargó de elaborar el soundtrack para el polémico documental. La música del film se da maña para lucir asaz atemporal, pese a tomar prestadas sonoridades andinas y sampleos de procedencia diversa -más o menos a la manera del largometraje. Allí se cuentan números como “Runancaycu”, “Cumbia” o “Tierra 2” para corroborarlo. Este último, además, apunta hacia sustratos sonoros iterativos, cual macro-loops ralentizados; que ocasionan a mediano plazo veladas/ambiguas sensaciones de parsimonia y redundancia (“Funeral”, “Chambi”, “Tierra 4”).

No toda la banda sonora es así, por supuesto. Tracks de (in)cierta cacofonía como “1968” o “Tierra 2” tienen más de ambiental instalación sonora, un nicho en el que ha destacado el propio Santiago (la música de la instalación La Realidad Ausente, la de la exposición artística homónima de la placa Caudillismo...). Y evidentemente, no podían faltar los temas más accesibles, que así y todo invocan un paisajismo entre melódico y drone: el psicodélico “Asesinato En El Colegio”, el arrebato rockero de “Popachorao”, el enteógeno ritmo trippy/jazzy de “Alianza Para El Progreso”, o los bellamente bucólicos “Revolución” y “Tierra 3”.

El mérito de este soundtrack se cifra en una invitación doble -a acercarse a la obra de Pillado-Matheu y al documental en cuestión. Puedes ver la versión completa de la película haciendo click aquí.

Ha sido el 2021 un calendario bastante movido para Fiorella16. Tras la curaduría del excelente panorámico colectivo Roiduoma Vol. I: AQP Electrodoméstica Ruido S.A. y de su Tales In Deep Noise Saturation, ambos eyectados en el 20’, la identidad avant garde de José María Málaga colgó Stereoma (Singles) en el BandCamp del proyecto (marzo). Un par de meses después, aparece Narraciones Retorcidas en la nómina de Rip Off Records. Si bien el primero es una selección de canales incluidos en el dantesco Tales..., el segundo da fe de un puñado de tomas inéditas efectuadas durante el ’18 en Arequipa y en el D.F. mexicano.

El año pasado se cierra con dos lanzamientos simultáneos (7/12). Ocupa plaza en su BandCamp el single “Nulle Part” (“Mena” como b-side), mientras que el extended Ida Y Vuelta A La Tierra De Los Insectos hace otro tanto en el de la discográfica azteca Silencio EPI. Escojo este último no sólo por ser un EP, sino también por ser el artefacto del que el crédito peruano extracta la materia para el sencillo virtual, y además por haber sido cedido a la misma escudería que se la jugó con un muestrario tan complejo y de elevada calificación como Roiduoma... (¿el volumen II para cuándo?).

Interesante el sonido de F16 en IYVALTDLI EP. Fabricado en cinta, cada lado lo protagoniza una suite de 8 minutos en promedio. Ambas remiten al Ruido, pero no precisamente al que Málaga ha venido cincelando desde el inicio de su carrera, harto más cercano a la electrónica. El de este extended se halla codificado a través del post rock y de la drone music. Atmósferas tenues, artesanales loopeos ambientales, distorsión irradiada de lo fi, desencajadas figurillas drónicas; son el casquijo y la argamasa con que se levantan “De Un Mal Sueño Con Polillas Blancas / Hacia Ninguna Parte” y “Entre Idas Y Vueltas Por Cortes y Campos De Batalla / ...Y Todo Para No Encontrarte”.

Otros elementos destacables son los psicotrópicos trallazos de guitarra (como los de “De Un Mal Sueño...”), el pincel del ¿casiotón? (que dirige la insectil melodía de “Entre Idas Y Vueltas...” a partir del minuto 6), las grabaciones de campo (coronando ambas caras del EP), y la minimal/liminal línea de bajo; audible claramente hacia el final de “Entre Idas...”. Un aperitivo de cara a las nuevas empresas que se trae entre manos José María para este 2022 -el anunciado debut en largo de El Divino Juego Del Caos, entre ellas.

Hákim de Merv

jueves, 7 de octubre de 2021

Lluvia Ácida: El Camino De La Memoria / Antiviral / La Isla De Los Pájaros Sombra / Archipiélago Coloane

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 29 de septiembre del 2021.)

#AguanteChile.

Tal cual ha sucedido con todos/as (miente quien diga que no), la vida en tiempos de pandemia impuso severas alteraciones a la hoja de ruta de Lluvia Ácida. Meses antes del arribo del COVID-19 a Sudamérica, el tándem que integran Héctor Aguilar y Rafael Cheuquelaf había colgado para libre descarga la banda sonora del mediometraje El Camino De La Memoria, y se hallaba presto a soltar su nuevo disco conceptual -adjetivo este último que desde hace ocho años no es nada gratuito al hablar de ellos. La emergencia sanitaria mundial se trajo abajo ese estreno, postergándole dos años, a la vez que generó colaboraciones online invirtiendo el cronograma de lanzamientos que LlA tenía esbozado. A (casi) todas ellas intento pasar revista en el presente texto.

Comienzo con El Camino De La Memoria (septiembre del 2019). En modalidad mini-LP, se trata de la música con que la dupla participase en el homónimo documental (2014) realizado por Rafael Cheuquelaf, que presumo debe ser su debut formal tras la cámara. La película acompaña el peregrinaje efectuado por los deudos que dejó la dictadura militar en la región de Magallanes, agrupados en la asociación Hijos Y Nietos Por La Memoria (constituida durante la primera mitad de ese mismo calendario). En calvinista blanco y negro, la cinta expone los lugares que utilizase la administración pinochetista y la milicia para detener/torturar/interrogar   a   quienes   consideraban   sospechosos/as de confabularse   contra   el  tiránico régimen -locaciones algunas de las cuales ya no existen como tales. La cámara no registra miedo, rencor, hesitación, dolor; sino memoria, ésa que a los/as peruanos/as nos falta para evitar repetir errores del pasado, ésa que debería mantenernos vigilantes ante la menor fractura del orden democrático, ésa que también exalta jornadas heroicas -la del Puntarenazo, por ejemplo.

Consonante con la mirada del mediometraje, Lluvia Ácida crea cuatro piezas insufladas de atmósferas exclusivamente tonales. Incluso “El Camino De La Memoria 3”, cuyo gordo redoble de bajo sintetizado parece adquirir ribetes de leitmotiv, pero que sólo contrasta/potencia a los demás sonidos alrededor suyo -el único momento del soundtrack comparable a lo hecho por Boards Of Canada en el maravilloso Geogaddi (2002). La sencillez a que se apela en modo alguno desmerece la elaboración de estos paisajes sonoros decorativos, que tan pronto recrean una fría tarde ventosa del riguroso invierno puntarenense (“El Camino De La Memoria 1”) como una mañanera resolana primaveral en Puerto Williams (“El Camino De La Memoria 2”), y aún una veraniega noche estrellada en compañía amical a orillas del océano (“El Camino De La Memoria 4”). Euritmias que predisponen a la tranquilidad, al sosiego acaso alcanzado por aquellas personas que abrazan la historia de las comunidades a que pertenecen, sin dejarse afectar por sus páginas más negras -hete ahí el efecto sanador, desestresante, conciliador que tantas veces se ha señalado posee la Música.

Muy distintos son el temple y la sustancia de Antiviral (abril del 2020). Con la crisis del COVID-19 ya instalada en nuestra cotidianeidad tercermundista y el nuevo álbum en suspenso indefinido, vocablos como “cuarentena”, “contagio” y “mascarilla” se hicieron de uso común en cuestión de semanas. Paralelamente, los gestores magallánicos concibieron este título llevando a cabo el consabido brainstorming intercambiando avances a través de Internet y puliendo nociones e imaginarios mediante el hilo telefónico. Probablemente el primer material sonoro de la Historia en editarse declarada la pandemia, Antiviral hace las veces de crónica distópica tanto como de tedeum a las víctimas mortales arrebatadas por la enfermedad, y asimismo de agradecida memorabilia al personal médico que se bate en la primera línea de defensa que tenemos los pueblos de la Tierra contra el terrible virus. Es en sí mismo, además, un testimonio de adaptación y supervivencia.

Con estética mutante que tiene de downtempo, de lóbrego synth pop y hasta de dark ambient; la placa guarda ciertas similitudes -¿conscientes? ¿involuntarias?- con el trabajo de Cliff Martínez. Es este músico estadounidense un soundtracker competentísimo, de amplia trayectoria, que ha forjado estrecha relación con su compatriota el cineasta Steven Soderbergh. En OSTs como los de Traffic (2000) y The Underneath (1995), pero sobre todo los de Solaris (2002) y la premonitoria Contagion (2011), Martínez ha ofrecido exquisitas muestras de su talento para la música electrónica de propagación instantánea y tintes intoxicantes -cf. “Is That What Everybody Wants”, “They're Calling My Flight” o “First Sleep”, tremebundos híbridos de intelligent techno y sci-fi a una voz dramáticos y tensionales. Esos exactos rasgos son los que aparecen in crescendo en la apertura “COVID-19”, mientras escuchamos la explicación y recomendaciones que una especialista argentina expone acerca del SARS-CoV-2.

Partiendo de una experiencia real y concreta, Antiviral es todavía más dramático. Los capítulos del primer segmento son dominados por estructuras rítmicas muy marcadas, si bien éstas no necesariamente les acompañan de cabo a rabo. “Contagio”, verbigracia: comienza emponzoñado, y casi de inmediato es invadido por un golpe sobrio de trip hop, que luego declina frente a una dinámica secuencia de lo que parece ser el bajo pre-seteado de algún sinte. En similar situación se hallan la nerviosidad IDM de “Cuarentena”, el insistente downtempo de “Pandemia” y el ambient en combustión de “Confinamiento” (cuyo embrión de síncopa es obliterado por las pesarosas líneas de teclado).

En el segundo tramo, la mayor presencia de números abordados por un dark ambient anubarrado, zumbante, de escasa/nula visibilidad; es notoria. Que no es lo mismo que decir excluyente. “Animales Que Regresan” (toda una advertencia para la Humanidad hecha sonido), la minimal no-percusión de “Necropolítica”, la tensa opacidad de “Respirador Artificial” (g-e-n-i-a-l el detalle de samplear los borborigmos de la computadora de Alien, 1979); subrayan el lado denso, de turbio vaho, que exuda Antiviral. El contrapunto a la severa gravedad de esas suites es aportado en esta segunda mitad por el vigoroso ejercicio proto-industrial de “Primera Línea Sanitaria” y la cadencia maníaca de “Postpandemia”, cierre del opus que sin embargo la deja picando: esta plaga, con la que aún conviviremos años, debe tomarse como apercibimiento y exhortación. Apercibimiento de lo que puede llegarnos en el futuro si no enmendamos el rumbo como forma de vida dominante del planeta. Exhortación a modificar nuestro modus vivendi hasta alcanzar el equilibrio con el medio ambiente que toda especie animal busca de manera innata.

En 1578, el corsario inglés Francis Drake descubrió una ínsula entre el Cabo De Hornos y la Antártida, a la que bautizó “Elizabeth” homenajeando a la reina de Inglaterra. Perdióse su bitácora con la descripción de la isla, a la cual nunca más se volvió a encontrar, lo que ha llevado a suponer que ésta desapareció tragada por las profundidades oceánicas debido a la actividad sísmica. La extraña historia inspiró al escritor magallánico Óscar Barrientos Bradasic el cuento que la directora Tiziana Panizza adaptó en el corto ficcional La Isla De Los Pájaros Sombra, estrenado en el 2017 con música de Lluvia Ácida. Como sucediese con El Camino De La Memoria (5), la banda sonora correspondiente al film de Panizza se subió al BandCamp del grupo para free download años después (3).

De 16 minutos de extensión, la película fue hecha con la técnica de las fantasmagóricas sombras chinescas (shadowplay), derivada de la milenaria tradición oriental del Teatro de Sombras. Su utilización sobre el ecran es tan añosa como Die Abenteuer Des Prinzen Achmed (1926), el largo animado más antiguo que se conserva (dirigido por la alemana Lotte Reiniger). La Isla... está acreditada como creación colectiva de Panizza, Paula Sáenz, Niles Atallah y Francina Carbonell; habiéndose encargado Cristóbal León del proceso de animación.

De nuevo en formato mini-LP, la dupla Aguilar-Cheuquelaf compone ex profeso para el cortometraje seis de los siete surcos dispuestos en el esférico. El séptimo es repescado de Insula In Albis, su plástico del 2013: “Biomarina”. Huelga decir que con buen tino, pues las rugosidades que imitan/deforman el alucinado gorjeo de las aves empatan perfectamente con el hálito de inquietante fábula que trashuma el film -y que se extiende a toda la música incluida. Esas mismas texturas enrarecidas y surrealistas de “Biomarina”, por ejemplo, son reeditadas en “El Lugar Sin Nombre” y en “La Tempestad” -aunque en esta última se perciben más cercanas al rollo dark ambient.

No faltan, por supuesto, los canales en que el dueto se exhibe menos luctuoso. Estando la historia de La Isla... inserta en el marco de la expedición de Drake, no podía prescindirse de cierto guiño a la intrepidez, como el que proporciona el lance epónimo. Igualmente, Lluvia Ácida se aleja -no mucho- de las sombras a través de otras viñetas comparativamente más convencionales, como el synth cosecha 80s a lo Ciencia Sur (2017) de “Golden Hind” (nombre con que el corsario bautizó a su buque insignia), los tintineantes fuegos de San Elmo en “Carta Náutica” o esa distendida coda epigónica que es “Trazado De Rumbo”. No obstante algo distanciadas de los colores predominantes en el relato, es justo remarcar que la (falta de) iluminación de estas postales sónicas participa de la atmósfera entre onírica y surreal de tan singular narración.

Por cierto, La Isla De Los Pájaros Sombra es el tercer soundtrack firmado por LlA, tras Arte Y Shamanismo Paleoindio (2011) y el ya comentado El Camino De La Memoria.

Luego de dos años de espera, el 5 de agosto de este 2021 vio la luz por fin el opus que Rafael y Héctor habían planificado para el 2019. Previsiblemente, son muchas las circunstancias que hacen de Archipiélago Coloane el primer trabajo que rompe los moldes usados por la dupla en los últimos tiempos para encausar sus publicaciones. La más evidente: el eje temático ha dejado de ser Magallanes y las vastas proximidades antárticas. En efecto, el mentado archipiélago no es un espacio geográfico, sino uno metafórico -vertebrado por algunas de las obras del escritor chilote Francisco Coloane Cárdenas (1910-2002), ganador del Premio de la Sociedad de Escritores (1957) y del Premio Nacional de Literatura (1964). Libros como El Guanaco Blanco, Cabo De Hornos o El Camino De La Ballena, y cuentos como “El Témpano de Kanasaka” o “Perros, Caballos, Hombres”; bautizan las esculturas sonoras que Lluvia Ácida ha cincelado para la nueva rodaja.

Derivado del anterior, el segundo cambio que salta a la vista es la ausencia de correlato visual. Insula In Albis, Zonas De Silencio (2015) y Ciencia Sur fueron discos y también películas -en todos los casos, cada pareja abordaba el mismo tópico. Al estar enfocado Archipiélago Coloane en la producción literaria del fallecido escritor, prescinde de su respectiva contraparte visual, si bien Cheuquelaf afirma que sólo temporalmente. Un ensayo del mexicano Jaime Valdivieso -La Épica Del Mar En La Obra De Francisco Coloane, 2002- señala la fuerte relación que existió entre el autor y el océano, algo que se evidencia en el telón arriba “Cabo De Hornos”, donde se lo escuchamos decir al propio literato (en entrevista concedida al programa Off The Record, el mismo año de su deceso).

El tercer rasgo que distingue a Archipiélago... de sus predecesores inmediatos es la fórmula de producción física. Se trata del primer largo de LlA que aparece planchado en poliacetato de vinilo. No sólo calza que ni soñado en AC, de ocho pistas y cerca de dos tercios de hora, con una media de 4 minutos y medio (a la usanza de la mayoría de LPs de antaño). También es el soporte que mejor se acomoda a su eufónica narrativa -llena de referencias tan cercanas a la experiencia vital del binomio puntarenense como las propias vivencias de Coloane, oriundo del archipiélago de Chiloé, circundado por brazos de mar y donde aún hoy sus habitantes residen en palafitos.

Archipiélago Coloane está imbuido de esa electrónica de sesgo naturalista que tan bien ha sabido modelar Lluvia Ácida durante su andadura discográfica en el presente siglo. El arrullo de las olas y el vocerío de las gaviotas hacia el término de “Cabo De Hornos” sintoniza con ese downtempo reducido a su mínima expresión que los sureños han ido refinando desde Hotel Kosmos (2004). De hecho, casi todos los tracks se adhieren a ese código rítmico, algunas veces tanto más acelerado -“Perros, Caballos, Hombres”, sublimes strings de tesitura celestial- que otras -“El Guanaco Blanco”, donde el mismo efecto string abrillanta esa cualidad épica aludida anteriormente, o “Cinco Marineros Y Un Ataúd Verde”-.

Desaparece así cualquier atisbo de conflicto entre la médula percusiva y el ornato cuasi biológico con que los australes arropan este puñado de melodías. Los tumbos de agua que te dan la bienvenida en “Golfo De Penas” no entran en conflicto con el pulsante synth que domina el número, del mismo modo en que los vientos magallánicos no hacen sino destacar la majestuosidad de “Los Conquistadores De La Antártica”, trip hop instrumental en el más amplio sentido de la etiqueta. O la tranquilidad del mar abierto que no se ve tocada por la digitación ominosa del hardware análogo en “El Témpano De Kanasaka”, la pieza más corta de la entrega. Cabe aquí acreditar tanto en “Los Conquistadores...” como en “El Templo...”  a Paula Barouh, la airada performer de Descargo Y Maleficio, que se porta con sendas vocalizaciones preverbales.

Repiques galácticos, palpitantes oscilaciones, timing en sintonía con el que observa siempre Madre Natura... Sería necio negar esto último. El énfasis en la literatura de Coloane recae sobre la presencia del Hombre en un ecosistema tan duro, incluso hostil, para la existencia humana. Énfasis que secundan Héctor y Rafael, pues mientras más al sur de Chile uno/a se adentra, más evidente se hace la degradación progresiva que el ecosistema viene soportando desde hace décadas. En tal sentido, el potencial artístico-didáctico de un registro como el de Archipiélago Coloane es innegable.

Con ilustraciones, diseño gráfico y prólogo a cargo respectivamente de Iñaki Muñoz, Mika Martini y Óscar Barrientos (sí, el de La Isla De Los Pájaros Sombra); Archipiélago Coloane se encuentra por ahora sólo disponible en vinilo. Para los próximos meses se ha planeado la venta de CDs y el upload en las plataformas oficiales del grupo.

PD: Queda en el tintero el single virtual “Kenčenák” (“latido del corazón” en el idioma de la etnia kawésqar), fondo sonoro del corto documental de Vanessa Álvarez estrenado en julio. Pese a la política que sostengo en torno a los 45s online, pude haberme dado un tiempo para reseñarlo en el marco de esta revisión. Para otra vez será.

Hákim de Merv

jueves, 9 de noviembre de 2017

Lluvia Ácida: Ciencia Sur

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 1ero de noviembre del 2017.)

Usualmente, te acomodas a escuchar un disco nunca antes degustado teniendo entre ceja y ceja dos perspectivas. Por un lado, la de las habilidades, logística y técnica que el músico/los músicos ha/n puesto allí en juego. Por el otro lado, la concerniente a la capacidad del artefacto para remecerte el mundo: desde sacudirte con un tremendo cachetadón hasta arrancarte de la Realidad. Las permutaciones de instancias que estos dos considerandos ofrecen, posibilitan discos marcianazos, tiernos, malditos y pedestremente pop; incluyendo las distintas combinaciones entre todos ellos -bueno, salvo quizá la de un disco marcianazo que a la vez sea pop (y viceversa). Aunque nunca se sabe.

Usualmente, también, te dispones a escribir sobre un disco teniendo en mente dos criterios: originalidad y autenticidad. La primera se asocia más al potencial creativo de la música, a la renovación de su lenguaje mismo -mientras que la segunda conecta espontáneamente con la interpretación, con la fuerza, con la pasión. Las permutaciones de instancias que estos dos considerandos ofrecen, posibilitan discos históricos, cerebrales, urgentes e inanes; incluyendo las distintas combinaciones entre todos ellos -bueno, salvo quizá la de un disco histórico que a la vez sea inane (y viceversa). Aunque nunca se sabe.

A partir de Insula In Albis, Lluvia Ácida ha tratado de reacomodar/reordenar/¿sortear? tanto criterios como perspectivas, instancias y considerandos alegados en los párrafos precedentes de este comentario. Su lanzamiento del 2013 inauguró, en efecto, la plausible costumbre de ilustrar un concepto específico trabajando a la par disco y mediometraje llamémosle “documental” -el entrecomillado tiene razón de ser, pues muchos pasajes del film no están exentos de cierto hálito poético, lo cual pone en entredicho cualquier categorización reduccionista. Jugada por demás interesante: hubiera sido mostrísimo saber qué podrían haber hecho las bandas de la época de oro del “álbum-concepto”, de haber contado con idénticas posibilidades tecnológicas en sus días.

Esta dicotomía de formatos funcionó a la perfección en Insula In Albis. La diferencia con Zonas De Silencio (2015) radicó en que la película de este último título integraba segmentos varios en los que Héctor Aguilar y Rafael Cheuquelaf tomaban la palabra para esclarecer diversos aspectos de aquello que veríamos a continuación. Así, en tanto IIA exponía con fluidez al oyente/espectador al puro estímulo audiovisual, ZDS introducía una oralidad tal vez necesaria pero que no calzaba del todo en el método propuesto por el disco-film del 2013.

(Aclaro que, al mencionar el ZDS, me estoy refiriendo al mediometraje y no al disco. Queda hecha y explícita la salvedad.)


Hace poco más de una semana, Lluvia Ácida liberó para descarga gratuita su más reciente obra, Ciencia Sur. Nuevamente disco y película, esta última retoma el aliento narrativo de Insula In Albis. Desde las primeras imágenes, una sucesión de gráficos que arranca con la maravillosa Pangea para explicar la evolución geológica y climática que han padecido tanto la Antártida como el extremo meridional de Sudamérica, otrora conectados por una cadena de islas e islotes; la música sonoriza armoniosamente el mediometraje. Tras la breve introducción, la pantalla nos deja librados al diáfano goce estético que los fieros landscapes de las zonas magallánica y antártica proporcionan al foráneo. Inevitablemente, la música cede el primer plano. Esta “suerte de fin del mundo”, de “última tierra”, de la que hablaban los también chilenos Arteknnia; aparece ante los ojos del extranjero en todo su majestuoso y terrible esplendor -otra vez despojada de todo verbalismo mediato. Es un viaje distinto, sin duda, al de ZDS (circunscrito a Magallanes) y al de IIA (que mostraba el antes-durante-y-después de la presentación del dúo en la Isla Rey Jorge, una de varias que el tándem ha concretado en el Continente Helado).


“¿Y la música? Mejor dicho, ¿y Ciencia Sur, el disco?”. Pues verás, en ZDS, ésta tendía a una sobriedad bastante rigurosa; y también -o precisamente por ello- a los márgenes de la experimentación, toda vez que las sesiones para el plástico se grabaron en espacios urbanos y rurales magallánicos solitarios o abandonados. En Ciencia Sur, el sonido recupera esa activa corporeidad que se echaba de menos en el esfuerzo anterior. La electrónica va en el mismo camino que transita el naturalismo abrazado por el grupo hace ya varios años (Kuluana en el 2009, Arte Y Shamanismo Paleoindio en el 2011 -banda sonora para el documental homónimo de Carlos Vega Cacabelos, sobre la mística de la etnia Selk’ nam-, El Saqueo en el 2012).

No hablo de mero decorado, sin embargo. Hablo de arte sonoro electrónico vivo, que interactúa con su propio medio ambiente, modificándolo y siendo modificado por éste, en el Tiempo y en el Espacio. Si quieres un símil en cuanto a pathos, podrías emparejar a la dupla con Nigel Stanford (curioso que ambos nombres pertenezcan al hemisferio austral), con la diferencia de que el neozelandés es más pretencioso, ligeramente volcado a la ampulosidad. Lo de Lluvia Ácida es, por lejos, mucho más austero que lo del “kiwi”. No hay track de este Ciencia Sur que discurra plácidamente. Acre (“Antropoceno”, “Cretácico”), marcial (“Búsqueda De Fósiles”), alienígena (“Ciencia Sur”, “Bentos”); CS jamás incita el menor bostezo -un largo sorprendentemente dinámico en su ¿ensimismamiento?/¿cavilación?/contemplación.

Muy de acuerdo con el ¿single? escogido por Rafael y Héctor, “Expedición Científica Antártica”: minimal synthwave, con ese efecto vintage que guiña a los 80s de eternos mutantes futuristas e inmaculados paraísos glaciales.


PD: "¿Y entre Zonas De Silencio y este Ciencia Sur, Lluvia Ácida no publicó nada?". Clickea aquí para saberlo.

Hákim de Merv

miércoles, 14 de junio de 2017

Lluvia Ácida: Entre Los Hielos De Las Islas Orcadas/Early Demo Tapes (1995-1999)/Impro

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 11 de enero del 2017.)

(Una breve semblanza para acercarnos a los más recientes episodios discográficos en la carrera de dos viejos conocidos -y de paso completar, cuando menos en escucha, mi percepción de su vasta trayectoria...)

Los últimos años han sido bastante fructíferos para el dúo formado por Héctor Aguilar y Rafael Cheuquelaf. Lluvia Ácida no sólo ha tenido diversas presentaciones dentro y fuera de Magallanes, sino que además se ha dado tiempo y maña para publicar tres discos en dos años. Recopilaciones en porcentaje mayoritario, sí, pero eso no quita mérito alguno -ya que cualquier ejercicio de este tipo implica procesos de selección y discriminación sobre lo que finalmente se edita (cuando no también la consabida remasterización).

Tras el disco/documental Zonas De Silencio, formato híbrido que ya ha usado en dos ocasiones, la dupla musicalizó en vivo la película muda Entre Los Hielos De Las Islas Orcadas (1927). El mediometraje dirigido por el argentino José Manuel Moneta fue reencontrado y restaurado el 2011/2012 por su compatriota Andrés Levinson, en asociación con el Museo De Cine Pablo Ducrós Hicken (Buenos Aires). Una primera musicalización en directo se llevó a cabo durante el reestreno del film (2012), por Alan Courtis (músico miembro de los gauchos de Reynols). La musicalización de Aguilar/Cheuquelaf se realizó el 5 de diciembre del 2015.

El resultado de esta sesión improvisatoria guarda notables semejanzas con otras jornadas similares que ya ha efectuado el tándem magallánico -el reestreno de Terre Magellaniche, documental silente del sacerdote italiano Alberto De Agostini filmado en 1933, por ejemplo-, así como también con el devenir que han tomado sus últimos trabajos (Insula In Albis, el ya citado Zonas De Silencio). Cincuenta y cinco minutos sin pausa, en los que la música se convierte en fiel reflejo de la experiencia de adentrarse en territorios naturales dominados por los perpetuas vastedades nevadas/glaciales: a veces puede sonar a deshielo, a veces a la escasa fauna que acompaña a esos desaparecidos “brave men” que explorasen las zonas vírgenes de nuestro planeta, a veces simplemente a viento y a soledad. El output sonoro completo y envasado en un disco, desde luego homónimo del documental, lo encuentras para descarga gratuita aquí.


En febrero del 2016, Rafael y Héctor liberan una recopilación de versiones demo correspondientes al período de sus primeros trabajos. Early Demo Tapes (1995-1999) se publica a través de la netlabel chilena Cieliro Diystro. Como es de esperarse, el sonido de este compendio es cavernoso: pertenece a la época en que Lluvia Ácida esgrimía un discurso entre techno, industrial y noise. No olvides que el dueto tiene una prehistoria justamente en esta última veta, ilustrada tanto en el split Idiotización IndustrialXXX (1992, con Pornoholic) como en el demo 7" Ido (1993). Las improntas de mayor peso, sin embargo, son el techno y el industrial. Y si bien algunas de estas versiones son bocetos inacabados o primerizos de temas que luego verían la luz en las respectivas tomas definitivas (“Ritmo De Masas”, “Digitante”, “Ciberurgia”, “Absolutamente Nada”), otras han esperado inéditas hasta la presente ocasión: es el caso de “Octágono”, “Borgo”, “Subterra” o “Proyecto Costa Afuera” -electronic unbody music con que celebrar el Apocalipsis. El link hacia el respectivo download acanga.

Finalizo esta sucinta revisión con Impro, registro también recopilatorio aparecido en octubre del año pasado. Como su nombre lo indica, el episodio recoge piezas que el grupo ha improvisado en situaciones de todo tipo: la proyección del film El Cóndor De Plata Sobre Tierra Del Fuego (1928) en el Espacio Cultural La Idea (2016), participaciones varias en proyectos documentales de su país de origen (Atlas Vivo De Chile, Música Para Un Pueblo Nuevo), colaboraciones espontáneas con otros músicos (Walter Roblero, Mika Martini) y exponentes de otros campos (el escritor magallánico de ciencia ficción Jorge Baradit)... Previsiblemente, Impro dista de ser homogéneo, pero reviste especial interés por adoptar/adaptar en un formato comparativamente más accesible el filón improvisacional del binomio -la media es de unos entre 8 y 9 minutos de duración. Dada esta circunstancia, los tracks tienden a revelarse más concretos y menos divagantes. Impro se ha colgado en el flamante BandCamp de la banda: aunque puedes escucharlo allí en su totalidad, no está habilitada la opción de descarga gratuita.

En enero de este año, Lluvia Ácida ofreció dos fechas en concierto: la primera el jueves 26 en el Festival De Las Artes de Valparaíso, y la segunda en el Centro Arte Alameda de Santiago De Chile. En ambos días, los músicos presentaron el recital “En El Corazón De Los Hielos”, narración audiovisual que conmemora los cien años de la odisea antártica de Sir Ernest Shackleton. En ambos días, contaron con la participación de Jorge Baradit. La suerte que tienen algunos... :'(


Hákim de Merv

viernes, 9 de junio de 2017

Lluvia Ácida: Insula In Albis

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 9 de octubre del 2013).

En más de una ocasión, los miembros de Lluvia Ácida han aludido a la Antártida como una puerta hacia el pasado y a la vez hacia el futuro de nuestra civilización/especie sobre el planeta. En efecto, Rafael Cheuquelaf​ y Héctor Aguilar​ consideran que el Continente de la Luz, como ellos lo llaman, guarda abundante información acerca de lo que ocurrió en la Tierra desde las eras geológicas más antiguas hasta los albores de la Humanidad -pero también advierte, por cuanto los cambios en la Naturaleza son constantes y cíclicos, acerca de lo que nos depara el futuro si seguimos destruyendo los recursos naturales al ritmo en que lo hemos venido haciendo hasta ahora.

Desde Edgar Allan Poe​ y su unigénita novela, La Narración De Arthur Gordon Pym (1838), el continente antártico ha sido fuente inagotable de fascinación y horror -veneración que no sólo se diseminó sobre el campo de la literatura, en el cual existe otro gran relato de terror primordial: “En Las Montañas Alucinantes” (1931), de H. P. Lovecraft​. “El versátil celuloide”, como lo describió alguna vez el gran Jorge Luis Borges​, le ha convertido en escenario de films como The Thing​ (1982) o Alien VS Predator (2004), e incluso The X-Files​ situó allí el desenlace de su primera adaptación para el ecran -Fight The Future (1998).

Insula In Albis (2013) es el nuevo trabajo de Lluvia Ácida -dúo electrónico que, para más inri, no sólo es puntal de la movida de Magallanes, sino que se ha erigido por méritos propios en gestor cultural de referencia obligada para la región más austral de Chile. Concebido en los formatos de audio y video, se trata de un viaje de exploración a la Isla Rey Jorge (Shetlands del Sur), ubicada a 120 kilómetros de la costa antártica; exploración que se refleja tanto en el mediometraje como en el CD de audio. Si la memoria no me falla, debe ser la primera vez en toda su nutrida trayectoria que se incluyen para libre descarga los samples utilizados en la composición del disco. Así, podemos escuchar los sonidos que les han acompañado durante toda la travesía: diálogos de radio en onda corta, pingüinos, la respiración de una foca, una planta eléctrica, aviones, helicópteros...


Dispuestos conforme a las sucesivas etapas del periplo, los doce temas de Insula In Albis no puntúan menos que su par audiovisual: desfilan en nuestros cerebros imágenes del Desierto Helado, del Yermo Frío, de esa “Antártida paleógena” con que a Lovecraft le gustaba soñar, sí -pero también la vida que el Hombre ha logrado llevar en esa remota región del globo. Es un mundo libre de esa bestia feroz que es el capitalismo, ya que todos o casi todos los habitantes humanos de la Antártida, independientemente de la nacionalidad; son científicos, y por ende hablan el idioma de la ciencia. Y si por ahí alguien piensa que sería algo así como el paraíso de los weirdos de The Big Bang Theory, pues habría que tener presentes las terribles condiciones climáticas de un medio ambiente tan inhóspito como hostil.

Y es que, enfrentados a un escenario tal, durísimo, cierto, pero cuya blancura paradójicamente induce a la contemplación y a la quietud; el matemático y el filósofo que todos deberíamos llevar dentro no entran en conflicto. Todo lo contrario: se abrazan y se funden en un solo ser vivo, embriagado ante la magnitud cósmica de la antigüedad y la soledad de espacios aún no hollados por nuestra raza -el último territorio virgen de la Tierra. Excelente disco/testimonio visual.


Hákim de Merv

miércoles, 31 de mayo de 2017

José Vicente Asuar

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 24 de enero del 2017.)

“Un país que no tiene cine documental carece por completo de memoria e inteligencia”. Ni idea de quién es el autor de tan extraordinaria sentencia, pero en todo caso yo la conocí a través del amigo y crítico de cine Claudio Cordero. Siempre que las evoco, cada palabra de esa frase resuena rotunda e invencible en mi cabeza. Acaso ello se dé con más fuerza por el dramático contraste entre el ideal que enmarca dicha afirmación y la tristísima realidad nacional, donde poco o nada se hace por fomentar la concreción de filmografías documentales (La Espalda Del Mundo, de Javier Corcuera; Su Nombre Es Fujimori, de Fernando Vílchez). Las contadas películas que se han hecho, en su mayoría ni siquiera pueden engrosar el catálogo del cine peruano, pues su financiamiento proviene de capitales extranjeros y por lo mismo no cuentan -a pesar de estar dirigidas por peruanos. Es que a los “amos” bien poco les importa apoyar sistemáticamente cualquier expresión artística que sea verdaderamente asumida como tal -y por ende, que colisione contra el Orden Establecido. Así, mientras en otras latitudes títulos fantásticos como Cave Of The Forgotten Dreams (2010), Rip! A Remix Manifesto (2007), A Letter To Elia (2010), Copyright Criminals (2009); fomentan la discusión y el diálogo en niveles multidisciplinarios, en el contexto de una cultura contemporánea global, en Perusalém nos acercamos cada vez más a una nueva Edad de Piedra.


A unos cuantos miles de kilómetros hacia el Sur, la realidad es cuando menos un poco más alentadora. De un tiempo a esta parte, Chile ha empezado a producir excelentes documentales que proponen distintos acercamientos a referentes audiovisuales consagrados, reivindican su producción cultural contemporánea y escarban en la Historia para reescribir algunos de sus capítulos -desenmascarando de paso embustes de quienes pretendieron manipular la verdad ocultándola. Para muestra, tres botones: El Camino De La Memoria (2014, de Rafael Cheuquelaf), Nostalgia De La Luz (2010, de Patricio Guzmán) y Locaciones: Buscando A Rusty James (2013, del literato Alberto Fuget).

Hoy, Chile puede darse el lujo de hablar de una sólida documentación de su historia pop, pues existen films sobre artistas tan marcianos como Tobías Alcayota, fundacionales como Electrodomésticos y Emociones Clandestinas, e insulares como José Vicente Asuar. Fue este último el más destacado representante, de entre varios coetáneos suyos, de la escena electroacústica chilena surgida a fines de los 60s y principios de los 70s -escena que recogía las principales enseñanzas de músicos del Primer Mundo como Stockhausen, Schaeffer o Boulez; y que más o menos coexistió en el Tiempo con su similar peruana, representada por Edgard Valcárcel, Celso Garrido-Lecca y César Bolaños (entre otros).


Asuar, compositor electroacústico e investigador del Sonido y sus (infinitas) posibilidades expresivas, ha muerto el 11 de enero de este año. Había empezado a deglutir el mediometraje documental que lo rescataba del Olvido, Variaciones Espectrales (2013), cuando amigos chilenos me noticiaron su deceso. No dije nada al respecto en esos días, pero la espina me había quedado clavada. La película cuenta su increíble aventura artística e intelectual -porque Asuar fue más allá, experimentando en los 70s con la construcción misma de prototipos de máquinas electrónicas que pudieran usarse para crear música. Variaciones... captura para la posteridad el momento exacto en que el autor prácticamente ¿desentierra?/¿redescubre? el computador que él mismo construyese casi 30 años atrás literalmente a punta de latas y perillas recicladas: el COMDASUAR, que supongo debe estar ahora en un museo de arte (como mínimo).


Estuve bastante exaltado y emocionado tras, por fin, acabar el visionado del documental. Lamenté no sentarme inmediatamente a escribir al respecto, pero a veces es mejor dejar correr un poco el tiempo para mejor ordenar las ideas. De hecho, agrego ahora que también me sentí feliz, sí, pero a la vez apenado. ¿Cómo no, si descubro a Asuar casi en el momento mismo de su muerte? Por fortuna, el documental lo reivindicó en el ocaso de su vida. Conviene recordar aquí una anécdota acaecida en nuestro país, con motivo del doble Tensions At The Vanguard: New Music From Peru (1948-1979) (2012). Cuando los organizadores del díptico fueron a buscar al maestro Valcárcel, para pedirle permiso y acceso a fin de relanzar algunos de sus trabajos, e indagar por los demás testimonios de la escena electroacústica peruana; el compositor creía que estaba frente a una alucinación. Valcárcel no terminaba de asimilar que alguien en el Perú se acordase de lo que él y sus compañeros habían hecho entre fines de los 40s y mediados de los 70s. Algo similar debe haber sentido Asuar cuando los responsables de Variaciones... fueron a entrevistarle e incluso le acompañaron en su redescubrimiento del aludido computador. El maestro, pues, partió reconocido -por escaso margen de tiempo, pero reivindicado al fin. Después de conocer la noticia de su muerte, me enteré de que poco antes donó a la Biblioteca Nacional de Chile todas sus partituras.

Quisiera subrayar dos declaraciones incluidas en Variaciones Espectrales:

“El COMDASUAR es el representante (...) del estado de la investigación en Chile. Y es un alto resultado, aunque sea hecho por una persona individual. No tomar en cuenta eso es el problema: pensar que son investigaciones que no conducen, digamos, a una rentabilidad inmediata, que no se pueden masificar como productos... toda esa tontería que... bueno, para qué enfadarnos”.

“Resulta que Chile, para su desgracia, tuvo una dictadura que duró 17 años, que instaló un sistema a la fuerza, que ningún chileno planteó (...) y que ahora estamos sufriendo, que es el neoliberalismo (...); cuyo objetivo central es, desde el punto de vista de la Música, establecer que la Música es una mercancía. Y resulta que la Música no es una mercancía ni puede ser considerada como mercancía. Por consiguiente, en este momento, que a nadie le preocupe, le interese absolutamente nada de estas cuestiones; a mí me llama la atención, porque (la Música) tiene una tremenda importancia”.

Esta última declaración pertenece a Fernando García. La del párrafo anterior, no he conseguido recordar a quién. Ambas sirven para demostrar que el Arte puede y debe convertirse en un feroz crítico de cualquier sistema sacralizado; sea éste político, social, económico, religioso e incluso artístico. Un orden establecido puede funcionar como paradigma por algún tiempo, pero debe ser removido por otro con determinada celeridad. De lo contrario, se esquematiza, se fosiliza, inevitablemente oprime el pensamiento libre y estigmatiza a los creadores de nuevo conocimiento. No por las puras lo sintetiza nuestro César Moro en su incendiario lema casi bakuniano: “Por El Arte Quitasueño/Contra El Arte Adormidera”. La obra de José Vicente Asuar y de todos sus pares, más allá de nacionalidades ilusorias, es prueba fehaciente de ello.

Descanse en paz, maestro.

:'(


UPDATE COMPLEMENTARIO

Desde que publiqué el texto, he encontrado mucho material que avala más de una afirmación hecha en estos renglones.

Chile crece a pasos agigantados en lo que concierne a la memorabilia de su movida independiente: además de los documentos visuales citados, también existen otros como Malditos: La Historia De Fiskales Ad Hok (2004) y Hardcore: La Revolución Inconclusa (2011). Mejor aún, entre mediados de agosto y mediados de septiembre del 2016, se emitió a través de UCV TV -esto es, por señal abierta- la serie de seis episodios Cassette: Historia De La Música En Chile. Cada entrega estuvo consagrada a un género, y aunque pueden señalarse omisiones importantes (faltó una mirada panorámica al indie, por ejemplo), este esfuerzo es tremendamente valioso para historiar el devenir de la música pop al sur de Tacna. Como era de esperarse, José Vicente Asuar aparece en el episodio dedicado a la electrónica.



La reputada netlabel chilena de músicas digitales Pueblo Nuevo ha colgado para free download el triple recopilatorio Obra Electroacústica (2011), de Asuar. El tríptico se vale de un riguroso criterio cronológico para disponer el track list -la pieza más antigua data de 1959, mientras que la última se publica en 1989. Ya no hay excusa para no conocer la producción sonora de este pionero.


Hákim de Merv