miércoles, 31 de mayo de 2017

José Vicente Asuar

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 24 de enero del 2017.)

“Un país que no tiene cine documental carece por completo de memoria e inteligencia”. Ni idea de quién es el autor de tan extraordinaria sentencia, pero en todo caso yo la conocí a través del amigo y crítico de cine Claudio Cordero. Siempre que las evoco, cada palabra de esa frase resuena rotunda e invencible en mi cabeza. Acaso ello se dé con más fuerza por el dramático contraste entre el ideal que enmarca dicha afirmación y la tristísima realidad nacional, donde poco o nada se hace por fomentar la concreción de filmografías documentales (La Espalda Del Mundo, de Javier Corcuera; Su Nombre Es Fujimori, de Fernando Vílchez). Las contadas películas que se han hecho, en su mayoría ni siquiera pueden engrosar el catálogo del cine peruano, pues su financiamiento proviene de capitales extranjeros y por lo mismo no cuentan -a pesar de estar dirigidas por peruanos. Es que a los “amos” bien poco les importa apoyar sistemáticamente cualquier expresión artística que sea verdaderamente asumida como tal -y por ende, que colisione contra el Orden Establecido. Así, mientras en otras latitudes títulos fantásticos como Cave Of The Forgotten Dreams (2010), Rip! A Remix Manifesto (2007), A Letter To Elia (2010), Copyright Criminals (2009); fomentan la discusión y el diálogo en niveles multidisciplinarios, en el contexto de una cultura contemporánea global, en Perusalém nos acercamos cada vez más a una nueva Edad de Piedra.


A unos cuantos miles de kilómetros hacia el Sur, la realidad es cuando menos un poco más alentadora. De un tiempo a esta parte, Chile ha empezado a producir excelentes documentales que proponen distintos acercamientos a referentes audiovisuales consagrados, reivindican su producción cultural contemporánea y escarban en la Historia para reescribir algunos de sus capítulos -desenmascarando de paso embustes de quienes pretendieron manipular la verdad ocultándola. Para muestra, tres botones: El Camino De La Memoria (2014, de Rafael Cheuquelaf), Nostalgia De La Luz (2010, de Patricio Guzmán) y Locaciones: Buscando A Rusty James (2013, del literato Alberto Fuget).

Hoy, Chile puede darse el lujo de hablar de una sólida documentación de su historia pop, pues existen films sobre artistas tan marcianos como Tobías Alcayota, fundacionales como Electrodomésticos y Emociones Clandestinas, e insulares como José Vicente Asuar. Fue este último el más destacado representante, de entre varios coetáneos suyos, de la escena electroacústica chilena surgida a fines de los 60s y principios de los 70s -escena que recogía las principales enseñanzas de músicos del Primer Mundo como Stockhausen, Schaeffer o Boulez; y que más o menos coexistió en el Tiempo con su similar peruana, representada por Edgard Valcárcel, Celso Garrido-Lecca y César Bolaños (entre otros).


Asuar, compositor electroacústico e investigador del Sonido y sus (infinitas) posibilidades expresivas, ha muerto el 11 de enero de este año. Había empezado a deglutir el mediometraje documental que lo rescataba del Olvido, Variaciones Espectrales (2013), cuando amigos chilenos me noticiaron su deceso. No dije nada al respecto en esos días, pero la espina me había quedado clavada. La película cuenta su increíble aventura artística e intelectual -porque Asuar fue más allá, experimentando en los 70s con la construcción misma de prototipos de máquinas electrónicas que pudieran usarse para crear música. Variaciones... captura para la posteridad el momento exacto en que el autor prácticamente ¿desentierra?/¿redescubre? el computador que él mismo construyese casi 30 años atrás literalmente a punta de latas y perillas recicladas: el COMDASUAR, que supongo debe estar ahora en un museo de arte (como mínimo).


Estuve bastante exaltado y emocionado tras, por fin, acabar el visionado del documental. Lamenté no sentarme inmediatamente a escribir al respecto, pero a veces es mejor dejar correr un poco el tiempo para mejor ordenar las ideas. De hecho, agrego ahora que también me sentí feliz, sí, pero a la vez apenado. ¿Cómo no, si descubro a Asuar casi en el momento mismo de su muerte? Por fortuna, el documental lo reivindicó en el ocaso de su vida. Conviene recordar aquí una anécdota acaecida en nuestro país, con motivo del doble Tensions At The Vanguard: New Music From Peru (1948-1979) (2012). Cuando los organizadores del díptico fueron a buscar al maestro Valcárcel, para pedirle permiso y acceso a fin de relanzar algunos de sus trabajos, e indagar por los demás testimonios de la escena electroacústica peruana; el compositor creía que estaba frente a una alucinación. Valcárcel no terminaba de asimilar que alguien en el Perú se acordase de lo que él y sus compañeros habían hecho entre fines de los 40s y mediados de los 70s. Algo similar debe haber sentido Asuar cuando los responsables de Variaciones... fueron a entrevistarle e incluso le acompañaron en su redescubrimiento del aludido computador. El maestro, pues, partió reconocido -por escaso margen de tiempo, pero reivindicado al fin. Después de conocer la noticia de su muerte, me enteré de que poco antes donó a la Biblioteca Nacional de Chile todas sus partituras.

Quisiera subrayar dos declaraciones incluidas en Variaciones Espectrales:

“El COMDASUAR es el representante (...) del estado de la investigación en Chile. Y es un alto resultado, aunque sea hecho por una persona individual. No tomar en cuenta eso es el problema: pensar que son investigaciones que no conducen, digamos, a una rentabilidad inmediata, que no se pueden masificar como productos... toda esa tontería que... bueno, para qué enfadarnos”.

“Resulta que Chile, para su desgracia, tuvo una dictadura que duró 17 años, que instaló un sistema a la fuerza, que ningún chileno planteó (...) y que ahora estamos sufriendo, que es el neoliberalismo (...); cuyo objetivo central es, desde el punto de vista de la Música, establecer que la Música es una mercancía. Y resulta que la Música no es una mercancía ni puede ser considerada como mercancía. Por consiguiente, en este momento, que a nadie le preocupe, le interese absolutamente nada de estas cuestiones; a mí me llama la atención, porque (la Música) tiene una tremenda importancia”.

Esta última declaración pertenece a Fernando García. La del párrafo anterior, no he conseguido recordar a quién. Ambas sirven para demostrar que el Arte puede y debe convertirse en un feroz crítico de cualquier sistema sacralizado; sea éste político, social, económico, religioso e incluso artístico. Un orden establecido puede funcionar como paradigma por algún tiempo, pero debe ser removido por otro con determinada celeridad. De lo contrario, se esquematiza, se fosiliza, inevitablemente oprime el pensamiento libre y estigmatiza a los creadores de nuevo conocimiento. No por las puras lo sintetiza nuestro César Moro en su incendiario lema casi bakuniano: “Por El Arte Quitasueño/Contra El Arte Adormidera”. La obra de José Vicente Asuar y de todos sus pares, más allá de nacionalidades ilusorias, es prueba fehaciente de ello.

Descanse en paz, maestro.

:'(


UPDATE COMPLEMENTARIO

Desde que publiqué el texto, he encontrado mucho material que avala más de una afirmación hecha en estos renglones.

Chile crece a pasos agigantados en lo que concierne a la memorabilia de su movida independiente: además de los documentos visuales citados, también existen otros como Malditos: La Historia De Fiskales Ad Hok (2004) y Hardcore: La Revolución Inconclusa (2011). Mejor aún, entre mediados de agosto y mediados de septiembre del 2016, se emitió a través de UCV TV -esto es, por señal abierta- la serie de seis episodios Cassette: Historia De La Música En Chile. Cada entrega estuvo consagrada a un género, y aunque pueden señalarse omisiones importantes (faltó una mirada panorámica al indie, por ejemplo), este esfuerzo es tremendamente valioso para historiar el devenir de la música pop al sur de Tacna. Como era de esperarse, José Vicente Asuar aparece en el episodio dedicado a la electrónica.



La reputada netlabel chilena de músicas digitales Pueblo Nuevo ha colgado para free download el triple recopilatorio Obra Electroacústica (2011), de Asuar. El tríptico se vale de un riguroso criterio cronológico para disponer el track list -la pieza más antigua data de 1959, mientras que la última se publica en 1989. Ya no hay excusa para no conocer la producción sonora de este pionero.


Hákim de Merv

4 comentarios:

  1. Muchas gracias Hákim por tu excelente trabajo de recopilación y rescate de la memoria histórica de José Vicente Asuar, el padre de la música electroacústica chilena. Tuve el privilegio de tener como compañeros de la carrera de Tecnología del Sonido, donde el maestro Asuar era el jefe de carrera y profesor de la cátedra de Acústica y Electroacústica, varios chicos peruanos que se distinguieron por su excelencia académica y gran empatía con el proceso que se vivió en Chile en esos años. Recibe un cariñoso abrazo desde Chile.

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    1. Es un honor, compa, que me dediques estas sentidas palabras. Me pone feliz saber que he contribuido -modestamente- a la difusión de la obra del maestro Asuar, no sólo en estas latitudes. En efecto, las obras de aquellos/as que nos preceden deben ser difundidas para, como escribí en el texto, generar diálogos entre culturas y entre generaciones.

      Te invito a que recorras las muchas entradas que en este blog dedico a músicos chilenos, algunos experimentados y otros más bisoños, pero siempre sorprendentes. He estado en Valpo y en Santiago, y he quedado fascinado con la movida independiente de música que Chile ha desarrollado en el curso de décadas. Y aunque no sé cuándo pueda volver, de todas maneras regresaré, pues cuento con muchos/as buenos/as amigos/as chilenos/as a quienes debo al menos una visita más.

      Un gran y fuerte abrazo desde Lima. Gracias mil por escribir.

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  2. Pues, cuando vengas por estos lares, a ver si nos damos tiempo para tomarnos un cafecito y hablar de música. Saludos desde Chile.

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