Este nuevo vehículo para las aspiraciones
artísticas de Elescano no enfila hacia alguna dirección específica. Para que te
hagas una idea, en mayo del ‘22 aparece la puesta de largo de MR, inscrita en
una inconfundible tradición de férrea experimentación digital. Nada más empezar
la reproducción, queda clarísimo que
Perdiendo Frecuencias corresponde a
una personalidad insospechada en el capitalino -la del esteta que baraja ruido,
vacío, suciedad, silencio. No hay, en sus dos tercios de hora, el menor atisbo
de síncopa: las seis pistas que le integran se suceden una tras otra dejando
como saldo de audición texturas que son todo rugosidades (“En Casa”), vibraciones
alteradas (“16C”), ruidos que son todo excoriaciones (“Invierno”).
Los tratamientos de distorsión y manipulación
del sonido aplicados por Elescano dan forma, así, a un LP abrumado de ambient
escuezante; que irrita sin descanso al escucha. Suma en ese propósito la
extensión del repertorio, harto dilatada en comparación con el minutaje
promedio que suelen manejar los demás rostros del autor, llegando el cierre “Waiting”
a superar la docena de minutos. Paradójicamente, “Waiting” y su nutrida
colección de sonidos ambientales urbanitas se erige como lo más “tolerable” del
CD.
Respetando la única constante en la
dialéctica de Maria Reiche, es decir la absoluta prescindencia del pulso percusivo,
todo aquello que no es Perdiendo Frecuencias lo es Atlántico, su
EP de la veintena de julio. Tercia, sin embargo, una circunstancia decisiva: el
track list completo cobró sustancia durante las frías madrugadas en que el limeño
se mantuvo en vela al lado de su padre enfermo. El extended, de hecho, está
dedicado a la memoria de don Esteban.
Es el de Atlántico EP, por ende, un
ambient radicalmente diferente al del álbum previo. Cientos de veces más
carnoso y colorido, su espectro se abre hasta fases críticas, permitiéndose
combinar barnices de electrónica minimal y de new age setentera. Incluso en sus
momentos de ingente aridez (“Peces”), el plástico definitivamente resguarda una
mayor musicalidad que la de PF. Y aunque tanto “Hope” como el timing
asistólico de “Atlántico” son exponentes de melodías cálidas, expansivas y vivaces;
toca coronar al primero por el uso intensivo de unos teclados en-la-práctica inequívocamente
Hi-NRG.
Insondable misterio rodea el futuro inmediato
de Maria Reiche. No queda sino perseverar estoicamente en la espera.
Tal como sucediese con José Luis Arango y
Ayver
hace un año, quedo gratísimamente sorprendido con Julio Guillén Serrano y
Panoptia. Sintomáticamente, las similitudes entre los dos proyectos no escasean.
Conscriptos ambos en los regimientos de combos peruanos de más excéntrico
pedigrí, Panoptia y Ayver cuentan con obras relativamente copiosas dados sus
cortos periodos de existencia -ubicados cuando mucho al iniciarse la segunda
mitad de los 10s. Las divergencias son básicamente estéticas. Mientras Ayver se
posiciona cerca del post rock con accesos de neoclasicismo a lo This Mortal
Coil o Rachel’s, Panoptia se siente a gusto vagando a través de las distintas
sendas que convergen en/divergen tras la IDM, sin asentarse por entero en esa comarca
del planeta electro.
De las dos placas editadas por Guillén
Serrano el año pasado, focalizo este breve comentario en la segunda, liberada en
los idus de noviembre. Como ha venido sucediendo desde el epónimo debut (‘16), Manglar
parece poner todo su empeño en escorzar la geografía de un mundo ¿paralelo?/¿distante?/¿imaginario?
Ríos, penínsulas, litorales, sistemas orográficos, seres vivos; son sugeridos
por el pincel de Panoptia. Uno que han moldeado por igual las oscuras suites de
The Orb y las melodías angélicamente etéreas de Global Communication (binomio
que mereciera mucha mejor suerte que la que recolectó).

Allende las justificadas metáforas
cartográficas del acto librepoblense, el output contenido en Manglar describe
un arco de tiempo que va de la nocturnidad al alba -o quizá sea mejor hablar de
un tránsito que arranca en las tinieblas y culmina en la luz. Desde el IDM/post
IDM mutante de “Densidad”, “Manglar” y “Raíces”, hasta los límpidos tapices
electrónicos flujoiridiscentes que representan “Vientos”, “Ciénaga” y “Desembocadura”;
se produce la locomoción lunar espaciotemporal que precede al nuevo día. La lobreguez
de la noche transige paulatinamente ante la llegada de la alborada, que lo
inunda todo con su particular fulgor. En paralelo, las influencias formales se
van difuminando al mismo ritmo/tiempo, transformándose los últimos temas en
manifestaciones de un ambient electrónico sostenido por la improvisación libre
y por la experimentación sónica.
Me queda la sensación, desvanecidas ya las
barreras ornamentales, de haber descubierto en Panoptia no sólo un nom de guerre
con encomiable capacidad para generar imágenes; sino también un excelente
compañero para quienes preferimos la Música a la Literatura al zarpar rumbo a
regiones no holladas por la imaginación de nuestra especie. Peruano, encima.
Se va convirtiendo en (sana) costumbre que
Alfonso Noriega publique un extended play en las proximidades de las fiestas de
fin de año -el 21 de diciembre, concretamente, y para más inri valiéndose de diferentes
plataformas.
211221 EP se liberó desde
el BandCamp de SuperSpace Records
en el ‘21. El nuevo “obsequio” con que Noriega baja la persiana del ‘22,
No
Nos Rendimos EP, se colgó en el
BandCamp de su reconocido unipersonal -El
Otro Infinito.
Claramente marcado por los agitados meses que
atraviesa el país, el curso de acción que escoge No Nos Rendimos EP trae
más de una sorpresa respecto del background construido por EOI y de las
circunvoluciones con que el surcano se ha reinventado. Ésta que practica Noriega
es una de las más arriesgada que ha ensayado hasta ahora. Y es que, sin trastocar
influencias ni tótems, el extended barrena un derrotero entre el intelligent
techno que sale despedido más allá de la estratósfera -atravesando irrefrenable
tanto tiempo como espacio- y el que antropomorfizado conserva los pies sobre la
tierra gracias a programaciones angulares y a secuencias aritméticas. Es como
si Noriega flotase varios metros encima del suelo, sin alzar la vista hacia
arriba (ni mucho menos el vuelo).

No Nos Rendimos EP es intelligent
techno apartado de la vorágine de los bpms. No prescinde de la rítmica, pero es
evidente que ésta ni le clava las extremidades inferiores al piso, ni colisiona
los átomos de deuterio/antideuterio que encienden el núcleo warp con que desplazarse
superando la velocidad de la luz. En ese sentido, en piezas como “No Nos Rendimos,
Me Decías” y “Tus Signos Aéreos” El Otro infinito se enfoca en una contemplación
zen del ambient. Lejos de la tolvanera que cruza la IDM en uno u otro sentido, el
extended levita entre el cielo y el suelo: sus notas nunca despiden luminiscencia
alguna, su pulso está atemperado, su pulida estética está más repujada que
cincelada.
Aún en “Agosto”, canal que calza mejor con el
paradigma IDM por el crecimiento geométrico de la batería electrónica, Alfonso
se las arregla para no flaquear en ese justo medio que ha encontrado; mientras
su voz recita parte de “Las Constelaciones” del poeta Luis Hernández Camarero. Tiene
lugar, así, un EP sólido; donde colaboran Leko López (Prados Perfectos, Puna, Rupturas)
y Andrea Halley (cuya voz se aprecia en “No Nos Rendimos, Me Decías”).
Marzo del ‘22 ve la salida de
Punk Rock Por Atenas, descrito por Herber Paredes
en el BandCamp de Vida En Marte como
una compilación de instrumentales que lo han “acompañado en todos estos años”.
Sería, por ende, un error hablar de
Punk Rock... como si fuera “conceptual”;
pero acaso no el catalogarlo de “nuevo”, siendo al fin y al cabo material
inédito para los cien gatos que seguimos al arequipeño.
Por lo pronto, los ocho asaltos dispuestos en
el “compi” tienen algo en común: sin dimitir de la consabida simpleza a la que
es tan afecta la producción promedio del seudónimo mistiano, PRPA luce
un estilo un tanto más elaborado. Puede ser esa cuota diminuta de lisergia
surreal que guiña a Robert Pollard, la que ahora distingue el pop de forma y función/punción
indie recuperado aquí. Apenas si hay destellos de dream pop, que en ningún caso
se transmutan en shoegazing. Por lo demás, el encanto de la tosquedad/el
perfume del amateurismo te encuentra a cada paso. Incluso en “Christmas Boy”, quizá
el instrumental más logrado desde un punto de vista técnico en la grabación.
Líneas sencillas, melodías pegajosas, encanto
pedestre. “Home Alone 2”, “Stupid Mall”, la tristona e innecesariamente larga “Guided
By Moses” (¿viste que tan equivocado no estaba aludiendo al histórico grupo de Pollard,
Guided By Voices?), “Herber’s Picnic”, “Robin”... Muestras de un sonido ya
afianzado, pop hasta el tuétano, que puede sustituir la eléctrica por la de
palo sin que el armazón se resienta mayormente. Diagnóstico del que también participa
la ‘new version’ de “1987, 1986”, único track del esférico que incluye voz -en
un estado tan “borroso”, que ésta termina siendo ininteligible.

Me gusta el detalle de finiquitar el día con “Home
Alone”. Más elongado que “Guided...”, este instrumental tiene un despegue a
punta de puros ruidos ambientales citadinos. Cuando entra la guitarra, ésta se
descose vaporosamente, recordándome a la distancia las gráciles performances de
Vinny Reilly (The Durutti Column). Luego de más de 13 minutos de un lento
crepúsculo, “Home Alone” finaliza como cuando se termina el carrete de un añejo
film. Un cierre acorde con la opción estética que en estos casi siete años ha adoptado
Vida En Marte.
AVISO DE SERVICIO PÚBLICO: Para primeros de
diciembre, Paredes colgó la primera recopilación formal de la principal de sus chapas.
En versión digital, VEM HIStory: Past, Present And Future contiene sólo 22
de los 32 rounds que incluye la edición física en cinta. Había pensado comentarle,
pero como se ha anunciado que éste es sólo el ‘Book I’, mejor me espero a que
salga también el segundo libro.
Medio huidizo el andar de Gabriel Tanta Chávez.
Utilizando el nombre de
Sintonía Muerta, obtuvo cierto reconocimiento que le
llevó a participar en tocadas tanto en su natal Arequipa como en Lima, sin que la
viada le haya alcanzado a la fecha para colaborar en compilaciones o debutar en
corto/en largo. Pese a no detectarse últimamente muchas señales de vida, por
suerte el sonido industrial/post industrial de SM todavía sigue en pie de
guerra (ofreció set en un evento semioficial de
Chip Musik, en diciembre del ‘21).
Simultáneamente, el rojinegro soltó bajo
nombre civil un registro en los bytes del BandCamp de la label uruguaya con
sede social catalana Hamfuggi Records. Paisaje Azul (‘21) va en
consonancia con la propuesta del sello, que apuesta fuerte por el avant garde y
el sound art, ambos en estado químicamente puro. Paisaje... no tiene
mucho de esa línea, pero sí de un ambient que se las arregla para calificar
como experimental sin evitar ser draconiano.
El rubro que ahora ha decidido explorar Tanta
Chávez usando el a.k.a. de Necrosante, esta vez abrigado por el regazo
caliente de Rip Off Records, es completamente distinto al de su fugaz incursión
en el padrón de Hamfuggi -si bien más próximo a lo mostrado como Sintonía
Muerta. El autor vuelve a arrojarse de cabeza en los brazos del industrial, haciendo
asimismo lo propio en los del EBM, tentando establecerse a medio camino de uno y
otro discurso sonoro en un mini-álbum de título Cadáveres Electrónicos. Aún
cuando rudos, los rasgos de este artefacto son también sencillos, como
haciéndose eco del credo minimal que observa Tanta Chávez desde los días de SM.

Cadáveres Electrónicos está atiborrado de
secuencias rítmicas duras, cuadriculadas, impertérritas; que remiten de inmediato
a programaciones maquinales que coquetean con el techno industrial de fines de
los 80s, pero que las más de las ocasiones se detienen antes de dar el salto definitivo.
Rigurosamente instrumental, Necrosante da pruebas de su contundente new beat en
cortes como “C9H13N”, “Acrotomofilia” (término que designa la pulsión sexual cuando
ésta es detonada por personas que han padecido amputaciones) o “The Fly”. Cadenas,
chancabuques militares, cabello corto o al rape, cuero negro y mucha tecnología
pre-digital -unos pasos más y el cyberpunk estará a tiro de piedra.
Destaco dos surcos por distintas razones. Curiosamente,
son la apertura y clausura de Cadáveres Electrónicos, cuyo tiraje físico
consta de sólo 20 unidades en formato cassette. La primera, “Oda Al Horror Y La
Inmundicia”, samplea sin cesar dos porciones vocales de Pink Flamingos
(1972), el escatológico clásico de John Waters que inmortalizó a la drag queen
Divine, muy a tono con el apocalíptico planteamiento. La segunda, “Inanire”, da
el paso que Necrosante estuvo insinuando todo el rato sin atreverse a ir más
allá: techno industrial hecho y derecho, digno émulo/par de Front 242 o Leæther
Strip, que acaba en un efímero pero intenso estallido de crisis distópica.
Bacán. Nomás no se olvide Tanta Chávez de
legar para la posteridad un documento bien producido de SM.
Lo primero que debe decirse de un grupo como
Thank You Lord For Satan y su epónimo debut, es que no hay que dejarse
sugestionar por semejante denominación. Se supone que esto ya no debería ser ninguna
novedad en el siglo XXI, pero algunos otros protagonistas de la nómina Buh Records podrían hacer pensar que una banda con tremebundo alias está en el
mismo sendero que Puppies In The Sun, por poner un ejemplo. Basta con saber
quiénes están tras Thank You Lord For Satan para descartar de plano paradojas
como ésa y similares -Ayahuasca Dark Trip, Doppelgänger, Jacko Wacko.

Thank You Lord For Satan son
Henry Gates y
Paloma La Hoz. Gates pertenece a las nuevas hornadas de músicos que se han dado
a conocer sobre todo a partir del ingreso del nuevo milenio. Acredita entonces una
experiencia para nada desdeñable, cuyo punto más álgido a día de hoy debe ser
su paso por Resplandor. La Hoz proviene de otros campos del Arte: ha hecho
poesía y actuación. Si bien sorprendió a tirios y troyanos con
Folk (2005),
debut y despedida de
12 Garras, el proyecto no logró continuidad -además,
Folk
era bueno y cumplidor, pero tampoco para tanto. Más destacable en cualquier
caso me parece su chamba en
Mitad Humana. Ambos comienzan a trabajar las
canciones que darían forma a su estreno hace dos años, en plena etapa hardcore
de la pandemia.
Si hay que escoger una sola etiqueta para catalogar a TYLFS, ésa es la
del pop. En ningún momento, la rodaja tiene la intención de sonar experimental,
vanguardista, ni tan siquiera innovadora. Esa única etiqueta, con todo, no
basta para describir el intenso sonido del dúo. Aunque el formato sea pop, asimila
una buena cantidad de referentes. Si bien el elemento preponderante es la
psicodelia, tanto en su variable psych sesentera como en su variable neo de
fines de los 80s, no es inconcebible detectar indirectas al synth pop y al folk.
La mirada que echan en derredor estos ocho cantares tiene algo de velvetiana en
la imperfección de su registro -entendiéndose lo de “imperfección” según los asépticos
parámetros impuestos por el advenimiento de la era digital en la nueva centuria.
No en vano alberga el spanglish de “Conversations Al Amanecer” un tufo más que pronunciado
al “Sweet Jane” de la Velvet Underground.

Según entiendo,
TYLFS repite dos veces
un mismo ciclo. Del pop psicotrópico de “A Million Songs Ago” al senescente
laidback al piano de “Isolation”, se hace notoria una declinante rotación. Es
algo así como perder la vista en horizontes despejados, pero a la vez llenos de
litio que estimula a un tiempo imaginación y emoción, mientras la iluminación
se va apagando, consecuencia de una enfática recurrencia de la coartada lo fi.
Ese primer ciclo es perfecto. El segundo repite el plato, de los
solemnes/gravosos trémolos de “Wet Morning” a la delectable melancolía de “Devine
Destinity”. Falla aquí, por desgracia, el otro spanglish del disco, “When We
Dance”. No es un problema de sonido, sino de letra, que asoma bastante frívola
y superficial en comparación con las que se hallan a la base de las otras siete
canciones -eso, y la pueril cita de “
The Safety Dance” (Men Without Hats). No
pega.
Pronto estará disponible una edición vinílica
de la presentación en sociedad del tándem. Debería también planificarse una en compact
disc. En ambos casos, no estaría mal contar con un inlay card/booklet que
consigne las letras de estas (siete) excelentes composiciones, fluctuantes entre la
vocación crooner de Gates y la melodiosidad de La Hoz.
Hákim de Merv