jueves, 23 de julio de 2020

Artaud: Campo De Flores Artificiales (En Vivo En El Teatro Limbo Astral) // Silvana Tello: Circuito

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 15 de julio del 2020.)

Terminando mi habitual audición de madrugada, reparo en que los dos títulos de este comentario no sólo comparten sello (Discos Astromelia, label con sede en Lima fundada a fines del 2019), formato (el resucitado cassette) e integrantes; sino que ambos han sido además condicionados por la pandemia, diferenciándose a partir de esta circunstancia en grado y curso...

Debido a los extraños días que vivimos, no hay ninguna certeza sobre si este 2020 alcanzará a ver publicado el LP de Artaud que completa la tríada de volúmenes consignados en el 2017. El remate, pues, queda en compás de espera -mas no el proyecto de Erick Baltodano, que ha liberado en abril último su primer directo, testimonio de una intervención en el ex cine Ayacucho. Producido por Baltodano y Camilo Uriarte, de la portada se encarga el primero, mientras que el segundo lo hace de mezcla y masterización.

Campo De Flores Artificiales (En Vivo En El Teatro Limbo Astral) atestigua la performance de Artaud en medio de un programa que incluía por igual proyecciones y lectura de poemas, amén de otras varias performances. Según costumbre del guitarrista trujillano, que nunca trabaja con alineaciones idénticas, Artaud aquí son Baltodano (primera eléctrica), su hermano Boris (de Ancestro, bajo), Ale Borea (de Búho Ermitaño; voz, percusión, efectos), Franz Núñez (de Búho Ermitaño, guitarra), Silvana Tello (theremin), Sebastián Quispe (teclados) y Pedro Fukuda (batería). Colaboran también Uriarte y Santiago Vera.

El live, dos tomas que bordean la media hora de extensión cada una, retrata al grupo en faena de improvisación abierta. En lo único en que se asemejan estas pistas, por ende, es en la duración y en el imperativo que moldea los correspondientes procesos creativos -entre free y harmolódico. De hecho, “Sketches De Oaxaca/Noches De Xochimilco/Alice Coltrane Flota En Toluca Lake” arranca levemente jazzeada, y le toma algunos intervalos acelerar la marcha hasta transformarse en la materia prima de la que nació el rock’n’roll. Al poco tiempo, la percusión se disocia/desentiende del resto del ensamble, y éste se hunde en los océanos de la cerril psicodelia noise. Como en su superficie, sus profundidades son agitadas por corrientes de pasiones primigenias, aunque la conexión intuitiva entre los miembros de esta versión de Artaud nos rodea mayormente de un smooth timbral aterciopelado. A diez minutos del desenlace, la percusión vuelve a asomar con algo de fuerza, levantando el escenario que rodea la ulterior acometida rockera.

El poeta Santiago Vera tiene una participación estelar en “Popular Y Porvenir” con las composiciones “Esos Procesos Demoran”, “Variaciones De Un Texto Para Leer, Cantar, Mirar Y Contar”, “Fuentes Del Derecho” y “Fuera De Precio”. Su modo de leer algo me recuerda al subterfugio del spoken word. Encausadas por esta impronta, las ultraterrenas y jammeras erupciones de Artaud, que unas veces suenan psicofónicas y otras sólo psicoacústicas; insuflan al track aires de subtexto sonoro idóneo para cualquier happening. Entrecruzados con las líneas que emite Vera, aquellos estallidos alientan asociaciones mentales surrealistas, que sin embargo no acompañan a la impro hasta el último acorde -una serie de loopeos finales baja el telón para “Popular...”, otorgándole connotaciones de soundtrack para la película de un Lynch división B.

Aperitivo un tanto agreste/convulso, con que esperar que el viento sople a favor y el nuevo disco de Artaud aparezca en la segunda mitad del año.


Fascinante instrumento, el theremin. Creado en la Unión Soviética entre 1919 y 1920 por el físico y violonchelista Lev Termen Sergueyevich a.k.a. Leon Theremin, el principio de su funcionamiento recae en las variadas frecuencias de radio oscilante que la carga eléctrica de un cuerpo humano produce moviéndose dentro y/o fuera de un campo electromagnético dado. El requisito del campo físico cargado eléctricamente adscribe al también llamado eterófono a la familia en que se agrupa al invento japonés Otamatone, a las francesas Ondas Martenot y al británico “telégrafo musical” -primer antepasado de los sintetizadores.

Reivindicado en los 90s a partir del documental Theremin: An Electronic Oddyssey (1995), Termen patentó el theremin en Estados Unidos hacia 1928. Gracias a su extensiva utilización en bandas sonoras de films B para la floreciente industria de la época en el imperio (norte)americano, la sonoridad umbría, catastrófica y extraterrestre del artefacto eslavo quedó asociada a las representaciones audiovisuales de géneros como el terror y la entonces incipiente ciencia-ficción -huella que ha signado su derrotero, para bien o para mal.

Pese a la reciente puesta de largo, Silvana Tello es compositora y ejecutante curtidísima en esas lides. Cultivada en distintas ramas del arte; Tello ha cooperado con varios exponentes de la escena independiente desde que aprendiese a manejar el theremin con Veronik -puede aseverarse, dicho sea de paso, que son las dos únicas mujeres peruanas capaces de usarle como herramienta medular de composición. La más difundida de estas colaboraciones quizá sea “Jarjacha”, único tema cantado en la discografía de los progresivos Cholo Visceral.

A mí, que pertenezco a una generación más bien harto timorata en esos menesteres, me hace sentir abuelo esta chica. Habiéndosela jugado desde temprana edad por su firme convicción en torno a la expresión artística, ad portas de llegar a la base 3 la capitalina entrega Circuito. Aunque todos los números de la cinta ya habían visto la luz como singles el 22 de mayo del 2019 en su cuenta BandCamp, el mérito intrínseco les otorga margen suficiente para obviar este formalismo. Valiéndose de grabaciones de campo recopiladas en un periodo que abarca años, la también fotógrafa ha intervenido este corpus, desfigurándolo al punto de convertirle en torvo telón de fondo sobre el que operar dos theremines (digital uno, analógico el otro). En su caso, la prolongada fase de aislamiento social obligatorio le sirvió asimismo para ordenar ideas y terminar de pautear/pulir el tape.

Ciertamente, Circuito apechuga el peso del canon que soporta el theremin. Su sci-fi ambient apuesta por draconianas distopías resultantes del eventual colapso de la civilización humana. El toque alusivo del disco es muy patente en tal sentido, capitalizando además la holográfica turbación emocional que genera evocar realidades post apocalípticas existentes sólo como meras posibilidades. Al futurismo dantesco y desolador de la obertura “Averno” se le extinguen las pocas luces que toleraba cuando transita hacia “Espectro”. “Lourdes” es tal vez el corte más redondo de la ‘circuitería’: siempre misterioso, de continuo siseante, a veces trepando las paredes; el theremin conjura los recursos que más se han arrogado para sí tanto la ciencia-ficción como el terror. Sé que es físicamente imposible, pero percibo momentáneamente que los glissandos de “Lourdes” se trasmutan en portamentos, aumentando más la sensación de estrujada e irreal pesadilla.

Camino que merece ser explorado a posteriori, “Materia” -cuenta con video oficial- es más apolíneo que el resto de este acromegálico Circuito. Sobre todo si suena después de “Lourdes” y antes de “Paisaje”. No encuentro un nombre más apropiado para este último surco, que indefectiblemente hace brotar en mi imaginación parajes áridos, sin actividad biológica perceptible -donde el único estigma posible es el del ocaso, de la entropía, del kippel...

Al cassette lo finaliza “Ausentes”, en comandita con Danny Caballero (a) Paruro. Aquí el registro es más zumbante y canibaliza la estética drone, con el theremin literalmente disparándose de sonidos graves/subsónicos a frecuencias estridentes/chirriantes. “Ya No Hay Seres En La Tierra/El Sol Se Oculta” es el mantra que profiere Tello a todo lo ancho de los poco más de quince minutos con que Circuito acaba mordiéndose la cola. Imponente debut de la integrante del binomio FEM/BOT, que se quedará todavía un rato clavándole los incisivos a mis nerviosas neuronas.


Hákim de Merv

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