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jueves, 17 de julio de 2025

Alcaloidë: ∞ EP // Contusión Cerebral: Pensamiento Programado

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 9 de julio de 2025.)

Cuando hace casi dos meses tomé conocimiento de EP, nueva entrega de Alcaloidë, acababa de retornar de unas breves vacaciones en las alturas de Huaraz. Lo primero que se me ocurrió es que había ingresado inadvertidamente en una realidad alternativa. Supuse después que me había equivocado al momento de seleccionar la descarga, facilitada gentilmente por el músico y co-fundador de Chip Musik. En última instancia, pensé que al descomprimir el .rar inadvertidamente debía haber abierto otro archivo.

Vanas conjeturas. El extended, valgan verdades, dista mucho de las composiciones más recientes que publicase el autor oroíno. El golpe de timón que propina es más bien un martillazo, en modo alguno ubicable próximo a su último largo Wichq’ana Ch’askancha (‘21) o a su tumultuosamente ruidosa colaboración en Paradigmas Frecuenciales II (‘23). Tampoco “Tesla”, cedida para el lado B de Philodina (‘25) y donde Alcaloidë se acerca tangencialmente al shoegazing, guarda mucho en común con el EP subido a inicios de mayo pasado.

Se desgajan los primeros sonidos de “Frecuencias De Kénosis” y la metamorfosis se evidencia. Aunque la música de Alexander Fabián bajo esta faceta proporciona con el paso de los minutos las dosis de peculiar rugosidad y de esos glitcheos que dan consistencia a sus fondos sonoros, ahora su preeminencia es menor ante la adopción de una línea melódica de conducción ambient que no necesita descollar para modificar sustancialmente el cariz del alias. Mantener el perfil discreto le basta.

Mientras empieza a declinar “Frecuencias...”, fantaseo con un Brian Eno que hubiese empezado carrera solista en este siglo en vez del anterior. La quimera se evapora al arrancar “XTO” acentuando ritmo y melodía, transformándose de a pocos en una jungla simétrica de pulsos. Aunque proliferan los autechrismos, sus reverberaciones y un sublimado exotismo étnico me hacen sentirle más a gusto en los predios de The Future Sound Of London que en los de la dupla formada por Sean Booth y Rob Brown. No acontece otro tanto con “Godwave V_1.1”, que subraya la multiplicación de secuencias pero no la tonalidad eurítmica. Pese a que “Godwave...” se ceba en los límites del drum’n’bass, su impronta digital está lo suficientemente borroneada para impedirle cruzar esas lindes.

Sorprendente giro el de EP, entonces, con sólo tres canales y menos de un cuarto de hora. Como se usa decir en estos bytes, queda la incógnita sobre si es una transformación pasajera o si será algo más permanente, que modificará por completo la naturaleza misma de Alcaloidë.

Descubrí hace poco las bondades -por así decirlo- de Contusión Cerebral. Se trata de un seudónimo aparentemente individual tras el que se acomoda el huancaíno Harold Heinz. Su labor artística despega en el Año de la Pandemia a través del álbum La Doble Singularidad, y continúa en el siguiente con Variación Cuántica. Pistas en este último como “Navegando Por Una Galaxia Holográfica” o “Reiniciando El Simulador De Sonidos Monogravitacionales” me inclinaban a especular sobre una electrónica deudora de la tradición sci-fi.

Nada más lejos de la realidad. Luego de una buena cantidad de singles y algunos EPs, el tercer volumen de Contusión Cerebral aparece a fines de febrero. Con Pensamiento Programado, Heinz finalmente se decide por géneros más delineados que el nebuloso esteticismo post punk del debut. El darkwave, la coldwave, el synth punk e incluso la electronic body music trashuman este disco de melodías inmutables y oscuras, de ritmos cortantes y angulares, de febriles arrebatos y vocales tan escasas como lúgubres -que esconden de este modo sus limitaciones, todo sea dicho.

El genoma mitocondrial de CC guarda una enorme herencia materna de dark rock. Ello es más que notorio al escuchar canciones como “La Muerte Me Espera”, “El Planeta De Los Genocidas” (acreditado como cover de unos tales Rüe Morgue 131) o “Las Flores Del Mal” (bien Lima 13). Ocasionalmente, es el darkwave inclinado hacia el synth punk el que se pasea en “Madre, He Probado La Muerte” o en “Nativos Digitales”. Algunas esquirlas de esta aleación expanden el output hacia desarrollos cobijados por la proverbial frialdad de la coldwave, caso “Frío Destino ♡”, la ágil “Presagio Fúnebre” (aquí la voz emula la de Javier Benavente, de los legendarios Parálisis Permanente) o la aún más virulenta “Baila Como Ian Curtis” (original de unos aún más ignotos Octubre).

Angustia nihilista envasada en alienantes programaciones de hierática gelidez. Sí. El problema es que, salvo “Suicidio Moral”, que arriesga un poco más empujando a Harold hacia maquinaciones filo-EBM; no encuentro muchos intentos por trascender o superar el manual de estilo, y sí bastante complacencia genérica. Aún cuando no tengo ningún reparo en torno a las etiquetas utilizadas, no me he sentido especialmente movido por Contusión Cerebral. Su agitación synth, su quejumbrosa calígine a lo Seventeen Seconds circa “At Night” o “In Your House”, su paso correlón y rabioso; todo ello me gusta y entretiene, sin lograr calarme de veras.

Todavía se le siente crudo, pues, al acto altoandino. Paciencia, me digo, que el muchacho no ha hecho sino empezar. Mi espíritu se serena ante esa perspectiva.

Hákim de Merv

jueves, 24 de abril de 2025

Philodina // Un Día En Venus: Darkwave EP

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 16 de mayo de 2025.)

Aparecieron entre fines de febrero y principios de marzo las dos caras de Philodina, nuevo lanzamiento bifronte de Chip Musik destinado a prolongar la saga inaugurada durante el ‘23 por Seven 7’’. Esta vez no se ha adosado la nomenclatura “single” a la denominación, si bien una de las faces (A) encaja perfectamente dentro de ese concepto. De todas formas, tampoco es que los dos lados de Seven 7’’ se ciñesen a la estricta definición de lo que es un 45 rpm. En lo sí que coinciden ambos títulos es en la figura del 6-way split, al menos formalmente.

En el side A de Philodina (24/2) corre el telón Trampaluz, remixeado en esta oportunidad por Óxido, unipersonales santiaguinos ambos. En “Pulsar - PSR B1919+21”, se hibridan pelágico post rock y picoteante electrónica, aunque para discernir qué tramos corresponden a qué manos es menester pelarle oreja al apenas estrenado Pulsar (18/3) de Fernando Arce. En caso contrario, sin más puedes disfrutar de sus correntadas subterráneas de fluidos binarios, tamizadas por laxas ambientaciones propias del primer post. Le sigue “Patas De Perro”, del también chileno Pande-Dios. Lo de Mauro Rojas va a la vera de un folk de compleja taxonomía, muchas veces emparentado con la veta usamericana más arisca del post original. La concisión no resiente su feeling neopagano de dimensión paralela, ni su coletilla de embrionario ruido blanco.

Baja la persiana de la cara A “Montuno”, composición de Norvasc. Llaman la atención la tromba de noise polucionante y la aleatoriedad de su estética glitchera, ya que Gerardo Flores normalmente boceta viñetas mucho más calmadas y melodiosas. Tras 3 minutos y medio de enturbiada ¿deconstrucción? ¿destrucción?, se elevan desde simas crackeadas el bliss pop y el baggy a que el individualista siempre ha sido afecto. La corrosión, sin embargo, no se desvanece.

Philodina reserva a Ionaxs la apertura de su side B (10/3). Con el sugerente marbete de “Geopolímero”, Jorge Rivas postula una performance de post IDM sobregirado de software y hardware incluso a niveles microscópicos, pese a que las primeras acometidas me hacían pensar en Puna antes que en Ionaxs. A renglón seguido, Alcaloidë presenta “Tesla”, conformada por dos capas de sonido muy distintas entre sí que colisionan para producir azarosas formas de noise camelado divergentes del shoegazing. Una de estas capas se prodiga en la vorágine de un ruidismo digital áspero en exceso, mientras que la otra -prácticamente sepultada por la primera- erupciona a cuentagotas para dar paso al éter mayúsculo del bliss out. Cinco minutos y monedas de insólita convivencia después, matizados por cacofonías binarias que emulan la voz humana, emerge un amago de programación.

Finaliza el lado B “Teletransportador”, de Óxido y Trampaluz. Se propone aquí, siempre y cuando accedas a audicionarle con los ojos cerrados, una experiencia hasta cierto punto inmersiva que despega de manera un tanto confusa. El cúmulo de impresiones metasónicas que reviste los primeros minutos del corte afloja luego  de  buen  rato  ante  divisiones  abrumadas  de  volátil  cosmicidad,  lo  que deja una impresión final de permanente transición -del caos al orden, del desconcierto a la avenencia, del primer chispazo de impulsiva creación al último de veterana precisión.

Me quedo aún con ambos lados de Seven 7’’, que lograban una mejor representación de la nómina Chip, tanto en cantidad (seis participantes claramente diferenciados, en vez de los cinco de Philodina) como en diversidad (¿y el shoegazing dónde recaló?).

A poco de iniciado el año, pudo sondearse en redes un pulso de gran actividad por parte de Miguel Ángel Elescano. Bien con seudónimos nuevos, bien con otros ya conocidos, el músico no ha permanecido quieto; al punto de acreditar a día de hoy suficiente material nuevo para al menos un par de reseñas. Aquí va la primera de ellas.

Elescano debuta bajo el alias de Un Día En Venus el 17 de enero, inaugurando de refilón su propia label discográfica, Nuclear Pop Records. De entrada, el individualista explicita intenciones de volcar la recién bruñida chapa hacia sonidos no antes hollados por su mano, declaración rubricada gracias al título que confiere a la primera producción de UDEV: Darkwave EP. En efecto, en el extended hay un tufo a lo que actualmente se entiende por darkwave -pero también a géneros cercanos, como el dark-gothic, el minimal synth, la coldwave e incluso la electronic body music. Si ello responde a una jugada vintage, retro o de cualquier otra laya, que cada quien lo decida.

Cuatro temas en menos de un cuarto de hora. Comienza el EP con “Elefantes En Mi Habitación”, darkwave al alza de medio tiempo, que a lo primero que me recuerda es a esa bandaza que fue Décima Víctima. Oscuridad que puede sobrellevarse merced a su tesitura pop, a su sencilla estructura lírica, a su dinamismo en el límite de lo tolerable para un estilo tan cargado como lo fuera en su edad dorada el dark rock. A este cumplidor inicio le sigue “La Cocaína Mata A Mis Amigos”, bastante más próximo al electro-gothic de fines de los 80s, ése que naciese del contubernio entre el gothic y la EBM. Aunque reconozco que sobre “La Cocaína...” flota un aura mucho más amenazante, también debo decir que es un surco muy cliché.

“Las Estrellas” se inserta de lleno en la dialéctica de la coldwave francesa, a modo de punto medio entre los extremos que supondrían las dos piezas que le anteceden. Coadyuva en la tarea no sólo su vecindad con grupos como Police Des Moeurs o Martial Canterel, sino el protagonismo concedido a unas glaciales vocales femeninas que no se consignan acreditadas por ningún lado. Salvo por ese detalle, “Por La Cordillera De Los Andes” fatiga idéntico carril. Mohína y evocativa, la voz de Elescano acompaña una melodía de cansinos ardores, de fervorosa gelidez maquinal, de apagados resplandores boreales; mientras erra como alma en pena buscando en andinas serranías a su incógnita musa.

Novísima faceta, la que abarca aquí el limeño. Nada mal para empezar, en el futuro inmediato se ha de exigir un poco más, a fin de renovar el interés por la mixturada propuesta que le atribuye a Un Día En Venus.

Hákim de Merv

jueves, 17 de octubre de 2024

Schmerz: Lamentum // DJ Locopro: Locopro Is Dead

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 9 de octubre de 2024.)

De tres a cuatro calendarios median entre EP (‘20) y Lamentum, primer álbum del unipersonal Schmerz. Débese el lapso al desfase existente entre la aparición online del 33 rpm (marzo del ‘23) y su confección en físico (a la que, según se ha anunciado, nos hallamos ad portas). Dado que el acto se mueve en circuitos que los músicos independientes nacionales mismos considerarían independientes, aún apegándonos a la primera fecha puede el debut en largo considerarse todavía novedad.

Destaca otra diferencia importante, esta vez atenida a las dos producciones que Khrome Hitam Laga lanzase a través de InfraVox Records -una tercera se ha colgado únicamente en BandCamp propio, a mediados del presente: Ghost Tapes (Lost Demos)-. El extended de estreno pregonaba una cierta policromía que le salvaba de caer en los lugares comunes afectos al principal ingrediente de la retórica Schmerz. Éste era el gothic, matizado por el minimal synth y la coldwave, etiquetas ambas de relativa consanguinidad. Pese a que dicho protagonismo no ha cambiado, sí lo han hecho sus cotas de hegemonía.

Muy poco en Lamentum se posiciona más allá de las fronteras del dark fabulado durante los 90s desde factorías como las estadounidenses Cleopatra, Metropolis o Pendragon; o ya en los albores del nuevo siglo desde las holandesas Neophyte o Enzyme. Quizá por ahí las animosas armonías de ascendencia Xymox circa “7th Time” o “No Words”, que recupera “Eliza”. Quizá también el impulso de pop ambiental que cientos de bandas duplicaron en la segunda mitad de los 80s, plasmado en “Frozen Heart”. No mucho más. El color que abarrota la rodaja es el del gothic en simbiosis con la electrónica afín a gradaciones metálicas -de Evil Toys a Haujobb, de Pressurehed a Nosferatu.

A despecho de su notoria extensión, el CD no termina aburriéndote. Escuchando “Hex”, pensé que ése sería el caso. Por suerte, Schmerz demuestra suficiente talento como para alivianar el tempo en el instante justo, amén de dosificar el cariz de sus canciones evitando atosigar al/a la escucha. Mientras temas como “Thanatosis”, “Sanguis Rose” o “Chrysalis” despliegan motivos de intenciones épicas, canales como “Dance Macabre”, “A La Luné” o “Memento Mori” ilustran el lado más oscuro del electro-gothic. Los tiempos más elongados suelen ir adosados a estos últimos, y los más rápidos a los primeros, aunque no es una regla estricta.

Es evidente que el de Lamentum se corresponde con perfiles de muy específicas tribus urbanas nacidas en el seno de la cultura pop contemporánea. Hará las delicias de darkies y góticos, y probablemente sucederá otro tanto con los head hunters de la EBM y del industrial -no en vano, Hitam Laga toca asimismo en Monöchrome. Si bien he aludido a algunos segmentos en que pululan iridiscencias menos gravosas, lo que cohesiona el repertorio de cabo a rabo es la entonación de Khrome: distanciándose de EP, su fúnebre cavernosidad es completamente mórbida, sepulcral (a veces no funciona, cf. “Frozen Heart”, tan forzado como escuchar a Van Morrison cantando en un grupo tontipop español). Atenúa con sus jaspeadas vocales Casiopea Amore.

El mismo día de su salida (3/8), fui noticiado por Miguel Ángel Elescano de la aparición de éste, el último opus del más conocido de sus múltiples alias. Por su intermedio, DJ Locopro se despide de toda actividad, pasando a engrosar el catálogo de nombres a evocar como parte del legado histórico de la música pop originaria de estas tierras. En adelante, Elescano conducirá toda su creatividad artística utilizando seudónimos como los de Teiza Raizi, Lutero, Lima Centro Project, Maria Reiche...

Es una naturaleza bastante disociada la de este epilogal Locopro Is Dead. De un lado, es necesario enfatizar que si bien el menú completo se acredita a la autoría del músico capitalino, ésta se plasma empleando algunas de las diversas identidades que maneja. De otro lado, DJ Locopro ha querido poner punto final a su andadura con un artefacto recopilatorio, que empero reserva algunas plazas para material nuevo. Así sucede cuando concurre Lima Centro Project, portándose con “Otros Planetas” y “Gray Is Turning Blue”. Su sino es esquizoide: mientras que el primero luce un big beat desestructurado, vencido por la propia gravedad, el segundo se ampara en la IDM de los primeros años, ésa que no necesitaba del menor pálpito percusivo para alzar vuelo. Completa la terna “Lejos De Londres”, ambient trip al alimón con Afrosky MF.

En lo concerniente a discordancia estilística, algo similar ocurre con Lutero y Teiza Raizi. Bajo el chaplín luterano, tan pronto hace implosionar Elescano un tech house de repiques vítreos (“Play”) como coser voluptuosas programaciones technoides a sampleos algo siniestros (“Seven”), creando atmósferas de ciberdélico horror folk. En cuanto a TR, no cabe esperar mayor congruencia: el armazón rítmico de “Jazzy Jungle” pondera su prosapia rebosante de swing, surcado por sampleos de inequívoca raigambre sacra en clave SD, al tiempo que “Time (Lucha Reyes Vs. Portishead)” hace honor a su denominación recreando la estética bristoliana mientras mixtura “Roads” de los genios británicos y “Regresa” de la fenecida cantante criolla.

El resto del track list es ocupado por DJ Locopro, asistido de algunos invitados y premunido de algunos muestreos en plan admirativo. Entre estos últimos quedan fijados los respectivos números techno y house de “Ride Me” y “Mily Star”, sendos tributos a Voz Propia (de quienes recicla “Llévame”, de su maqueta del ‘90, El Sueño) y a la artista folklórica conocida como Princesita Mily, lo mismo que el poliédrico remix de “Dudas”, de Vrianch. Entre los primeros, la vaporosa/quebradiza “Invisible” junto a Coppé, la cadenciosamente rocktrónica “In The Light” al lado de Raúl Santiago a.k.a. Rara Avis, el house anabolizado de “New Creature” en sociedad con la nipona 34423.

De esta forma contradictoria y plausible, dicen adiós DJ Locopro y el potente crisol de house y techno que lo acompañara en sus días de esplendor. Es posible que algo de ello se reencause empleando Miguel Ángel a tal fin cualquier otro de sus noms de guerre. Sospecho, sin embargo, que no será lo mismo. Extrañaré su invencible constancia, su comprometida prolificidad, la solidez de las convicciones vertidas en sus discos -podía discrepar de su curso de acción, pero no de su entrega. Hasta una próxima vida, Locopro.

Hákim de Merv

miércoles, 1 de diciembre de 2021

Visoki Napon: Huitlacoche // Das Leiden: Chapter I, Dies Irae // Irradiador: Expediente Post-Industrial (1982 - 1993) // The Beyond - Music Inspired By The Lucio Fulci Death Trilogy

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 24 de noviembre del 2021.)

Llegan buenas nuevas desde Bilbao, España, a través de Kiko Monzón. Radicado desde hace muchos almanaques en la ciudad, el peruano ex Nudo De Espejos se ha unido al vizcaíno Jon Fernández bajo el alias artístico de Visoki Napon (¿guiño a la película croata de 1981?). Grabado de una toma a mediados del 2019 y mezclado un año después, su debut acaece en septiembre pasado, tras haber sido masterizado en Dublin. La rodaja recibe el extraño nombre de Huitlacoche, hongo del maíz que se consideraba alimento para pobres en los días del imperio azteca, y que hoy ha pasado a formar parte de la educación culinaria más exquisita.

Apoyada por el baterista mexicano Esau Nava, la mancuerna ha ensamblado un cohetazo al que alimentan tres tipos de combustible. Distintos, sí, pero no incompatibles: el de la psicodelia en su acepción más clásica, el del noise rock en su vertiente más áspera, el del post rock en su origen americano. Este último dato cobra relevancia al postularse la tesis del grupo como semi-instrumental: aunque Kiko (bajo) lleva la voz cantante y Jon (guitarra) le asiste en los coros, sólo a dos tracks de Huitlacoche se les puede considerar “canciones”. Un rasgo que comparte con la tropa comandada por Slint y June Of 44.

Dicha peculiaridad induce a pensar espontáneamente en Huitlacoche como fruto de dilatadas e intensas sesiones de improvisación -conciliábulos durante los cuales esos tres carburantes aludidos han interactuado hasta alcanzar un notable grado de miscibilidad. Contrariamente a lo que podría esperarse, esa característica dúctil no entra en conflicto con la compacta osamenta entre pétrea y diamantina del sonido VN, sino que le aligera. Tal vez ésa sea la paradoja paradigmática que sostiene a todo power trio, formato cuya piel más de una vez se calza el ¿dueto?/¿terceto?

Los volátiles acordes que aperturan “Desprendimiento” anuncian una filia space rock que sólo se manifestará cuando el maremágnum de la banda ingrese a periodos de relativa calma -esto es, de vez en cuando. Son norma para los indesmayables segmentos instrumentales, pues, el fragor imponente, la dureza inflexible, la tormenta estruendosa, el crescendo granítico. En medio de semejante agitación, la vital solución líquida permanece balanceada.

“Vuelvan Las Horas” y “Espacio” conceden margen para probar fortuna con otros formatos, sin exceder los límites que establece el binomio. Una intro de percusión mixta prologa -y determina- la ruta de “Vuelvan...”, mientras que en “Espacio” conviven dos tempos que se devoran al intercalarse. Lejos de esa implícita esquizofrenia insinuada, “Obstrucción” modela las sedas hard rock de principios de los 70s, en tanto “Yawar”, la pieza más larga del álbum, ofrece no pocas secciones de distensión -del prog más enérgico y sumarial a los límites del meta-stoner. Suculento entremés el de Visoki Napon, repleto de memorables pasajes para sacudir las carnes en medio de un pogo desenfrenado/para rolear esa yerba divina en compañía de la familia que elegiste -la amical.

Incierta evolución la que propone Das Leiden con Chapter I, Dies Irae, su estreno en 33 -comenzando por el concepto mismo de “evolución”. Lo que hacía del ¿EP? ¿mini-LP? Wounds una placa interesante era el denodado tesón del cuate Daniel Rossier por sortear los lugares comunes del gothic noventero, ofreciendo así una versión de éste en-gran-medida libre de afectaciones, melifluidades y empalagamientos. En ese sentido, al nuevo plástico le cuesta varios pasos en falso mantener la vara en alto.

Colgado en Internet hacia la quincena de junio, Chapter I... empieza reeditando virtudes y cualidades a través de “La Maledizione Di Amare” y principalmente “Dies Irae”, minimal goth a prueba de balas. Es a partir de “Cenizas” que al proyecto mexicano se le hace un mundo lidiar con la enfática pomposidad teatrera de la descaminada prole heredera de Andrew Eldritch y compañía. Incluso se puede aventurar un cierto paralelismo sutil entre cortes como “Cotard, Ich Werde Für Dich Beten” o “Forgiveness”, y el aura macabra de las obras de Goblin confeccionadas para los films del maestro del giallo Dario Argento (Profondo Rosso y Suspiria, respectivamente). Ojo, no estoy diciendo que suene terrible. De hecho hará las delicias de los amantes del género. Su concentración ferrosa, no obstante, sabe a salida fácil teniendo en cuenta lo avanzado por Wounds.

Afortunadamente, con “Sombras” -donde Rossier sostiene un duelo vocal junto a Suzi Sabotage, cultora finlandesa de coldwave- los afanes y pugnas del unipersonal por retomar el camino de la austeridad se hacen bastante evidentes. Pese a eventuales resbalones -“Weariness” y su llorón alegato de dark sintético, el excesivo tremendismo de “Alquimista”-, Das Leiden logra salir airoso gracias a “Blood”, “Sentir” y los magistrales 4.25 de “My Pale Face Weeps”. Un misterio por qué precisamente estos tres llevan el paréntesis de ‘Vinyl Version’. Coincidencia reveladora, también los tres sueltan los frenos para testear tiempos más acelerados, lo que les constriñe a un andar ligero.

Mención especial para “Curse”, que rescata el diálogo final de The Witch (2015) entre Thomasin y Black Phillip. Su estructura y asfixiante atmósfera testimonian la lucha entre el exceso y la templanza librada a través de los casi 58 minutos de Chapter I, Dies Irae; próximo a ser editado en físico por la peruana InClub Records (2022).

Desde hace algunos días en “pre-order”, acaba de editarse el muestrario Irradiador: Expediente Post-Industrial (1982 – 1993), concebido por At At Records. La tijuanense discográfica independiente del nuevo siglo, que fundaran los históricos Ford Proco, publicita a este título como medio hermano de ese célebre Backup: Expediente Tecno Pop (1980 - 1989) que ella misma editase en el 2005. Queda colmado, de este modo, otro de los muchos espacios vacíos que todavía descontinúan el mosaico biográfico de la música electrónica pop mexicana.

(Un mosaico igual de incompleto que aquellos pertenecientes a los demás países de la región. Lo dijo en algún momento el desaparecido Leonardo Bacteria -Insumisión, Pestaña-, al afirmar que la historia de la música electrónica en Latinoamérica todavía estaba por escribirse. Muchos años después, la frase del músico sigue plenamente vigente.)

Si Backup... apuesta por el legado de las formaciones primigenias adscritas al synth pop que se hizo en ‘Technotitlan’ durante los 80s, de ocasionales y por ende insólitos arrestos coldwave (Casino Shanghai, Vandada, Década 2) y minimal synth (el trío Avant Garde), Irradiador... otorga prioridad a las huestes que caminan decididamente hacia la coldwave y se adentran sin reservas en la EBM y el techno industrial. No importa si avanzan hacia estos territorios desplazándose aún desde el synth pop, como sucede con María Bonita (“Rezo El Rosario”), LLT (“Ficción”) y los oscuros Figuras Abstractas (“Proclamación Al Futuro”); o incluso si se resisten a abandonar ese estrato (“Se, Soy” de Duda Mata, que repite el plato de “Masticándote” en Backup...). El reto es no desentonar, y por suerte no lo hace casi nadie.

¿Ponderaciones? Varias. En primer lugar, la EBM de Ford Proco (“Militermia”), La Función De Repulsa (“Amor Es”) y Vortex (“Visión Oculta”). En segundo lugar, el techno industrial de LLT y Bostich (“Pieza Para Dos Radios”). En tercero, la cenagosa coldwave de Figuras Abstractas, El Escuadrón Del Ritmo (“Hierro Congelado”) y Artefakto (el otro nombre que ya consignaba Backup... con “Mundo Sin Viento”, aquí con “Omóplato”). ¿Defenestraciones? Sólo una: la deplorable “Dinámica” de Gestalt, demasiado cerca del techno pacharacón que asaltó las radios de todo el mundo a principios de los 90s.

Si el lanzamiento de Irradiador: Expediente Post-Industrial (1982 - 1993) te mueve a acercarte por primera vez a la historia de ‘Technotitlan’, te recomiendo que escuches antes a su directo antecesor Backup: Expediente Tecno Pop (1980 - 1989). En paralelo, consulta a From Trance To Cyber: An Electro Mexican Compilation (1994) y al subsiguiente Trance Formation (A Techno/Trance Compilation) (1995), registros de cariz arqueológico preparados por la escudería angelina Opción Sónica. Para darle una mirada a los antecedentes, consigue -ya sabes cómo, ya sabes dónde- el box set de siete vinilos Mexican Cassette Culture: Recordings 1977-1982 (2016), diseñado por la extraordinaria label alemana Vinyl-On-Demand: Hilozoizmo, Voldarepet, Vía Láctea, Oxomaxoma, el pionero Carlos Alvarado... Finalmente, dale un par de vueltas a Film (1985) de Casino Shanghai, a Odio Bajo El Alma (1997) y El Día De La Ira EP (1998) de Hocico, a la compilación homónima (1991) de los fundacionales Size, a todo lo que encuentres de Jorge Reyes (el otro tótem junto a Alvarado) y de Bostich (la semilla de la que nacería el sincretismo audio-cultural de Nortec Collective). Provecho.

Mira lo que son las cosas. Hace un rato mencioné al capo Argento y ahora es el turno de otro grande del giallo italiano -Lucio Fulci. Eighth Tower Records, subsidiaria de Unexplained Sounds, dio luz verde en las postrimerías de agosto a un volumen bautizado The Beyond - Music Inspired By The Lucio Fulci Death Trilogy. Sabiendo que disquera napolitana y subsede se han especializado en drone music, dark ambient y post industrial diríase pagano, a priori el homenaje al extinto cineasta romano parece tenerlas todas consigo en una confluencia soñada de sonido e imaginario/imágenes.

No sé si antes alguien haya dicho que Fulci es el Quentin Tarantino de la Santísima Trinidad del giallo, entente que completan Argento y Mario Bava. No es difícil llegar a esa afirmación, dada la mesmerizante fascinación del peninsular por las circunstancias surrealistas de ribetes desaforados y las escenas de ultraviolencia escatológica -a tal punto, que el propio realizador de Pulp Fiction y The Hateful Eight considera a E Tu Vivrai Nel Terrore! L'Aldilà como su largometraje favorito. Una entre varias -spaghetti westerns, comedias, parodias, documentales e incluso musicales (puajjjj)-, fue justamente la etapa giallo de su carrera la que elevó a Fulci a figura de talla mundial. De entre todas las películas rodadas bajo ese molde estético, sin duda sobresalen las que se agrupan bajo el rótulo de ‘Trilogía De La Muerte’: Paura Nella Città Dei Morti Viventi (1980), E Tu Vivrai Nel Terrore! L'Aldilà (1981, estrenada en USA como The Beyond) y Quella Villa Accanto Al Cimitero (1981).

Son catorce los capítulos de los que The Beyond... consta. Doce de ellos, prorrateados entre cuatro participantes, y el par restante firmado por un colaborador adicional. Nàresh Ran iza el telón con “Enoch”, que me transmitió muy poco. Sus otros dos surcos, “Eibon” y Freudstein”, tampoco son especialmente recordables. A “Enoch” le sigue “Rotta Dal Pianto”, de Mario Lino Stancati. El rollo es esencialmente el mismo: música iterativa, de ecos turbios y ambientaciones tenebrosas, que luce razonablemente convencional en comparación con otras producciones de la plataforma. Ídem las demás pistas de Stancati, “Se Parla Il Mostro” y “Perdono Sangue I Tuoi Ocche”. Y si bien podría entusiasmarte diciendo que es recién con “The Blind Woman” de Kloob que comienza en serio el vuelo, advierto que ya he mencionado de pasada la mitad de un compacto cuya locomoción es bastante díscola. Queda, sin embargo, la posibilidad de que el track list salve la situación distribuyendo con tino sus componentes; algo a lo que contribuye Kloob en la fúnebre “Hotel’s Blueprint” y sobre todo la sombría “Seven Doors Of Death” (el subtítulo que recibió The Beyond en la Unión Americana).

Es el turno de Bad Girl y el rumbo parece encaminarse para bien, porque este acto cumple pundonorosamente, en la línea opresiva y ominosa de Kloob (“City Of Death” y “He Opened The Gates Of Hell”). Pero, ay, el llamado a voltear el marcador tiene desiguales resultados. Aunque Progetto No Name + DuoSerpe se anota un acierto con la terrorífica “A Cuore Aperto”, su “Late Night Black News” y su “Ending Nightmares Of Beauty” fallan clamorosamente, dejando a este The Beyond - Music Inspired By The Lucio Fulci Death Trilogy como la primera referencia de los catálogos de Unexplained Sounds con la estadística igualada -mismo número de goles y de autogoles.

Y es que los grupos y proyectos de la disquera parecieran haberse planteado manufacturar los temas en una clave más accesible de la que usualmente enmarca sus trabajos, cuando debieron hacer exactamente lo contrario -con más ahínco, si pertenecen a Eighth Tower-. Es verdad que medio CD trata de estar a la altura del desafío que implica tributar a Fulci, y aún cuando los réditos no son malos, de ningún modo transmiten el horror de una toma como la de las tarántulas carnívoras de E Tu Vivrai Nel Terrore! L'Aldilà o la del fulminante cuchillazo transcraneal al inicio de Quella Villa Accanto Al Cimitero. Algo que los mejores esféricos del sello pueden re-crear sobradamente.

Hákim de Merv

jueves, 12 de agosto de 2021

Aeon Wave: Neo Synth And Dance Tracks From Lima’s Underground

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 4 de agosto del 2021.)

A pesar de registrarse en redes el 18 de enero del 2020 como la fecha en que inicia operaciones, se me hace complicado establecer la génesis de la plataforma Bestiario Collective. Probablemente el sello nace algún tiempo antes, y poco más de dos meses después sube a su cuenta oficial de BandCamp la primera referencia de catálogo -el sencillo “CYBERSLAVE2050”, de quien sospecho es el principal animador del proyecto, Benjamín Ubierna (a) Zpectrum. El single, no obstante, es anunciado como tercer lanzamiento; a partir del cual se han publicado básicamente 45s virtuales del antedicho individualista. Las únicas excepciones a esa ‘regla’ son el 7’’ “Uplifter Two” de SAIGG (25 de junio) y la compilación Aeon Wave: Neo Synth And Dance Tracks From Lima’s Underground (12 de febrero).

Las principales bondades de Bestiario son indisolubles de las de esa música electrónica que dominó las escenas más próximas al mainstream durante los primeros 90s: el sonido Detroit, el acid techno como primera reacción tras la llegada del género a las costas británicas, las (posteriores) variaciones minimal y ambient, el estilo Birmingham, un poco de hardcore breakbeat, todavía menos de acid house y new beat... Construcciones esencialmente instrumentales donde bombo, clap y hi hat se hermanan al abrigo de patrones 4/4; surcando tempos que van de los 120 a los 150 BPMs, buscando siempre encontrarse con Jack para elevarse a las alturas habitadas por The Shamen, Utah Saints y otros dioses del mismo panteón.

Si no ha sido ésa su intención explícita, Aeon Wave: Neo Synth And Dance Tracks From Lima’s Underground funge de presentación en sociedad para  la bisoña discográfica.  Lejos  de  enfocarse  en  los músicos que conforman la breve nómina de BC -no repesca ninguno de los tracks previamente difundidos-, la compilación convoca proyectos más o menos convergentes con su propuesta, mismos que ceden composiciones inéditas. Esos alias son Server, Blue Velvet, Theremyn_4 y FEM/BOT: los dos primeros colaboran con dos pistas cada uno, mientras que los dos últimos con una por testa. Esto, en lo referente a la primera mitad del disco -la segunda la integran remixes de los seis primeros canales, salvo en el caso de “¿Eres Tú Señor El Que Se Manifiesta?” de Server, que es remezclado en dos oportunidades.

El esférico lo abre Blue Velvet, es decir Noelia Cabrera (Kusama, Silveria) y Antonio Ballester (Server, Silvania). En “Funeral Dance” y “Space Army”, el synth pop del binomio resigna los rasgos minimales exhibidos en In Event Of Moon Disaster (2018) y se vuelca hacia las atmósferas avasalladas por la coldwave. Esta cualidad, sin embargo, es mitigada gracias al acabado entre reluciente y lujurioso que envuelve a ambas piezas. Tratamiento parecido reciben los dos aportes de Server -parecido, mas no idéntico. Si desde un principio el dúo de Ballester y Andrés Pérez se declaró fan del synth pop, el italo disco y la estética Hi-NRG; en “Gynoid” y “¿Eres Tú Señor El Que Se Manifiesta?” se ve afianzada su devoción por el sonido synth y vaporizado el feeling que le tenía al italo disco. En tanto, la variable de teclados llenos de energía casi chillona se manifiesta sólo a través de la apolínea “Gynoid”, mostrando “¿Eres Tú...?” el inopinado rostro dionisíaco, techno, casi EBM de Server.

Distintos a los anteriores son los caminos que trashuman tanto FEM/BOT como Theremyn_4. El primero, tercera dupla participante en Aeon Wave..., está formado por Oman Morí y la artista del theremin Silvana Tello -quien sorprendiese gratísimamente el año pasado con su estreno Circuito. Con FEM/BOT, que ha debutado hace poco en cassette gracias a Trilce Discos, vuelve la Tello a dejarme patitieso: un menestrón de post punk, no wave, kraut rock, synth, darkwave y gradaciones intermedias; recorridas en la resplandeciente “Bestiario” por algo más de cuatro minutos y medio. El segundo, Theremyn_4, practica un rework de “Chambi”; su clásico incluido en el inicial Fluorescente Verde En El Patio (2000). Fuera de remarcar la ornamentación étnica hasta grados sustantivos, no encuentro en la intervención de José Gallo mayor trascendencia.

Reproduciendo el orden en que figuran los seis primeros cortes, desfilan a pie juntillas sus correspondientes remixes, con la excepción de la remezcla extra de “¿Eres Tú Señor El Que Se Manifiesta?” (dispuesta al final a modo de bonus). Este tramo de Aeon Wave... hace hincapié en la supresión de los límites estilísticos que separan  los  subgéneros  electrónicos  cultivados  por la  troupé  de Bestiario Collective,  el  ideal  último  de  esta  mancha.  Así,  Zpectrum  y  Tuff Soul posicionan  sus remixes de “Funeral Dance”  y  “¿ETSEQSM?”  en   aguas  del hard techno,  colmados   de  secuencias  de  cariz  magnetofónico  y  precisión científica -hubieran puntuado más alto sin esos guiños al eurobeat tan popular durante la última década del siglo pasado, que a mí me resulta aún hoy indigesto. Mucho mejor paradas quedan las relecturas de “Bestiario” (Monoperpol, en plan minimal techno), de “Space Army” (Seb, espacioso y ralentizado acid, estilizado y lleno de color/calor) y de “Chambi 2021” (Qosmiqu, en depurada onda global bass).

Punto flojo del artefacto: las dos remezclas de Alejandro Cuestas, sumamente discretas. A “Gynoid” le borra todo lo que le hacía brillar, forzando una sucesión de breaks que pretende ser algo parecido al drum’n’bass pero que se queda lejos de concretar. A “¿ETSEQSM?” le rebaja la oscuridad que le circundaba a estándares de caricatura.

Hákim de Merv

jueves, 2 de abril de 2020

Prophecy + Progress: UK Electronics 1978 - 1990

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 25 de marzo del 2020.)

A propósito del norconeño Habø, la semana pasada mencionaba que a Grauzone se le considera el primer acto minimal synth de la Historia. Tal es el consenso que valida la crítica especializada tras la luz verde que en el 2010 recibiera Grauzone 1980-1982 Remastered, compilación que rescató el homónimo y unigénito legado del trío suizo (1981), sazonado con numeroso material inédito y/o de difícil disponibilidad.

No es menos cierto, sin embargo, que con frecuencia los géneros/subgéneros que se desgajan de la música popular contemporánea les deben la propia identidad a varios progenitores -algunos de los cuales no se enteran sino décadas después-. Y tampoco peca de falaz quien afirme que muchas de estas tendencias sonoras devienen consecuencia del Azar. Ejemplos de una y otra fenomenología, usualmente entrecruzadas, pueden encontrarse varios en los anales del pop de avanzada. Recuérdese que, desde cientos de garajes esparcidos por la Unión Americana a finales de los 60s, surgió la psicodelia beat en el intento de nóveles músicos por emular a The Beatles. También, cómo el fundacional electro-pop de Kraftwerk deslumbró (no sólo) a los jóvenes turcos de fines de los 70s, quienes siguiendo su estela inventaron sin planearlo el synth pop. O la coyuntural travesía del ex Sex Pistols John Lydon a Jamaica, que prefijase coordenadas para el nacimiento y ascenso del flamígero post punk original.

La génesis del minimal synth tiene un poco de esto y otro poco de aquello. Las miras de quienes empezaron a probar suerte con lo que a posteriori se convertiría en estilo, eran menos dar vida a una nueva cepa del synth que ampararse para crear la propia música en la frialdad maquinal y la enajenación robótica de subversivos como Tubeway Army/Gary Numan, O.M.D., The Future/The Human League/Heaven 17, Visage, John Foxx o los Ultravox sin este último. Y aunque esos largo tiempo desconocidos precursores fueran asimismo inspirados en principio por los Robots de Düsseldorf, más les sedujo otro iluminado por los germanos, que en 1978 alborotase el cotarro con el inmortal single “T.V.O.D./Warm Leatherette”: The Normal, identidad de Daniel Miller, fundador de Mute Records en los primeros 80s.

Los helvéticos Grauzone, pues, nunca estuvieron solos -si bien Christian Trüssel, Marco Repetto y Martin Eicher son visiblemente los más reconocidos exponentes del primer minimal synth. En la misma Suiza radicaba Mesh, dueto ginebrino coetáneo de los berneses que recién editaría álbum en 1986 (Claustrophobia) y que debió esperar casi seis lustros para la reedición doble de rigor con abundantes tomas inéditas (Cenotaph, 2015). En la dividida Alemania de la postguerra, existía una pequeña escena occidental identificada con la neue welle que se inclinaba hacia el synth más austero y glacial: Dusk To Dawn, Futurisk, Bal Paré, Das Kabinette... Del lado francés del Canal de la Mancha, nombres como Clair Obscur, End Of Data o los excelentes Moderne coadyuvaban a moldear la coldwave, aporte galo que se ha mantenido vigente hasta nuestros días deparándonos sorpresas como Police Des Moeurs. Del lado británico del brazo de mar, respiraban entidades como Breathing Age y Joy Before The Storm. Incluso el agreste norte de España fue tierra fértil para la fecundación de proyectos afines: El Guerrillero Rojo, Séptimo Sello, T.V. Soviética, Grupo Q...

Ninguno de los combos que en el párrafo anterior he evocado desde el ayer logró notoriedad en su espacio-tiempo de procedencia. Es con los años y mediando mucha paciencia que se vienen armando estoicamente los mapas/mosaicos de esas olvidadas genealogías: a la lentitud con que van recuperándose las piezas para reconstruir estos rompecabezas, hay que sumar la inevitable desaparición de algunas de éstas. Por ello cobra relevancia la publicación de compilaciones que repesquen todos los fragmentos rastreables, a las que como mínimo hay que reconocerles un crucial valor testimonial. La coldwave franchute ya tuvo un primer avatar con el interesantísimo muestrario Synthétique: A French Synthwave Compilation 1982​-​2016 (2017). En esa misma recta arqueológica va Prophecy + Progress: UK Electronics 1978- 1990 (2018), esfuerzo auroral por ilustrar el acaecer histórico del minimal synth en la Rubia Albión.

Como sucede con el antecedente franco, el track list del Prophecy + Progress... sigue un estricto orden cronológico. Pero, a diferencia del Synthétique..., aquí se lucha por omitir los vacíos temporales en la medida de lo posible -graficando más fielmente no sólo la evolución del minimal synth, sino además su permeabilidad. Según qué filones estilísticos, podría postularse que etiquetas como “coldwave”, “synthwave”, “synth punk” o “minimal synth” guardan determinado grado de equivalencia. Incluso se podría decir que ambos panorámicos se complementan, ya que ni siquiera la coldwave es excluyentemente francesa -un ejemplo: los belgas Absolute Body Control.


Levanta el telón la única agrupación conocida de todas las participantes, Clock DVA. “Lomticks Of Time”, outtake perdido de su debut Tape 1 (1978), pone justicieramente en entredicho la categorización tradicional del quinteto de Sheffield encabezado por Adi Newton (miembro del maravilloso experimento The Future junto a quienes después formarían The Human League): plásticos como Thirst (1981) o White Souls In Black Suits (1980) no me suenan en absoluto a industrial, sino a un extraño híbrido abortado en los márgenes de la música electrónica de sus días. La asfixiante acechanza percusiva de “Lomticks...”, que parece extrapolada de una película B de ciencia ficción, traza lineamientos que repiten actos tan antiguos como Vice Versa (semilla de la que naciese ABC, una tribal “Idol”), Konstruktivists (su impericia a los teclados en “Vision Speed” es fantástica) o Colin Potter (una machacantemente oscura “Number 5”).


“Rabies” de Naked Lunch retacea el incipiente canon trazado para prodigarlo hacia distintas direcciones, acercándose a lo que entonces ya había ganado notoriedad como synth pop hasta poner pie en sus proximidades. De paso, se inaugura el segmento más prometedor de Prophecy + Progress... -articulado por la angustiante pulsión proto EBM de Five Times Of Dust (revulsiva “Automation”), el synth de polícromos ribetes pop que facturasen Peter Hope + David Harrow y Attrition (cuyos respectivos “Too Hot” y “Beast Of Burden” tuvieron todo menos suerte para colarse en las programaciones de la FM de la época), o el epatante accionar coldwave de Schleimer K (“Women”) y V-Sor,X (“Conversation With”), quienes se reflejan en el New Order que todavía no dejaba de ser Joy Division.


Con “Total Shutdown” (1986) de John Costello entramos a la recta final del registro y a un período en que se redefinen ideas, se vuelve a las fuentes y se adoptan los postulados que le dan forma definitiva al synth de acabado lacónico y temperatura bajo cero: pertinaces ritmos frígidos destilados desde las drum machines, teclados espartanos, el escarpado bajo dibujando sobrias líneas nocturnales, el/la cantante en plan desafecto/a e imperturbable impersonator de la vocalización dark rock clásica -Ian Curtis en primer lugar. No es que Costello, T.A.G.C. (“Further And Evident Meanings”) o John Avery (“12am Awake & Looking Down (Edit)”) ya suenen como Lebanon Hanover, Doric o She Past Away; sino que abren los surcos y ponen las semillas cuyos frutos, latentes en su aletargamiento, han recogido sus herederos del nuevo milenio. De paso, renuncian de una buena vez al sendero por el que se internasen Depeche Mode, Soft Cell o Pet Shop Boys; y siguiesen sus sucesores naturales -Anything Box, Red Flag, Seven Red Seven...

Disco con que aprender de quienes ahora quedan reivindicados, y que obviamente no hace menos a Grauzone y compañía. La lista de espera no se ha cerrado, empero, y todavía es larga. Poco a poco emergerán grandes porciones de data sónica con que completar el puzzle. Por lo pronto, basta y sobra con este Prophecy + Progress: UK Electronics 1978 - 1990. Puedes escucharlo a través de los links adjuntos a esta reseña, o descargarlo aquí.


Hákim de Merv

jueves, 19 de marzo de 2020

Schmerz: EP // Culto Al Qondor: Tannhäuser Tor

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 11 de marzo del 2020.)

Ateniéndome a cierta consonancia vibratoria, si descontase algunos pasajes del debut de Blue Velvet (In Event Of Moon Disaster, 2018) y algunos otros más del Dante Gonzáles posterior a Diseñar Y Construir (2001), puedo jugármela afirmando que Schmerz debe ser el primer acto peruano cuyo ADN se construye a partir del minimal synth y de la coldwave. No son éstos los únicos componentes que figuran en su genoma sónico, donde tercia el dark-gothic, pero sí son los que más resaltan en cada nucleótido.

Schmerz es el unipersonal de Khrome Hitam Laga -desconozco si ése es su nombre verdadero-, quien canta en alemán e inglés. Para los directos, cuenta con el concurso en las vocales de una tal N (¿de “Nana”?). Enrolado en el batallón de InfraVox Records, el alias ya ha ofrecido unas cuantas tocadas a despecho de ser bastante bisoño -me sorprendería que sobrepasase el año de existencia. Lo interesante es que esto último no le pesa en contra.

Se hermanan en el escuetamente bautizado EP la aparatosidad del gothic a lo The Wake (US, no UK), el pop sintético fundido en gris -cuando no en negro- y la letal albura gélida de la coldwave, encajándose las piezas dentro de una estética que favorece sistemáticamente la constitución de armazones minimalistas. Es gracias a este inteligente subterfugio ornamental que Schmerz evita dejarse apabullar por la raigambre kitsch de su secuencia genética, logrando contenerla y dosificarla. El resultado asalta tus tímpanos nada más empezar “Lies”: un cliché que elude el cliché -ingenioso eso de “minimal dark”.

“Let My Heart Die”, “Mein Schmerz” y la mencionada “Lies” recorren estos senderos de nieve negra y noche eterna plasmados desde una monacal economía de conceptos. También lo hacen “Blindead” y “Shooting Star”, si bien éstos no tienen reparos en olvidarse de las bases synth para intentar -sólo intentar- saltar hacia la electronic body music (aguas que KHL ya ha probado como Monöchrome, junto a Nana Aray). El hecho de que “Blindead” sólo complete media acrobacia, con esa voz que parece entonada por el mismísimo Belial, da pie para hablar de un “baile de los condenados”.

Debut en corto redondo, que hará las delicias de los fans de estos subgéneros y de los seguidores del limeño -insólitamente, europeos en su mayoría.


Sorteando la escisión temporal -el baterista Aldo Castillejos radica desde hace ya algún tiempo en San Francisco (Estados Unidos)-, Culto Al Qondor se las arregló para lanzar en mayo pasado su segunda producción, que consiguiese presea de plata en el recuento anual perucho 2019. No satisfecha con semejante proeza, el 15 de agosto último la banda anunció en su página Facebook la inesperada salida de nuevo material. Indicaba el posteo que se trataba de un mini-álbum, y señalaba rumbos algo distintos a los trajinados tanto en Templos (2017) como en Electricidad (2019). Entonces no se previó que el mini-LP tardaría en aparecer hasta febrero del 2020 vía BandCamp, ni que el vinilo recién se publicase hace menos de un mes.

Hoy se conocen, gracias a Miguel Ángel Burga, bajista y frontman de CAQ; muchos de los detalles relacionados a Tannhäuser Tor. Se sabe, por ejemplo, que “Part 1” y “Part 2” formaban originalmente un solo gigantesco track de 29 minutos -que acaba dividiéndose fade in/fade out mediante por obra de Joel Álvarez, encargado de grabación y mezcla del Electricidad. Se sabe además que el nombre del esférico, revelado desde el posteo de agosto, fue escogido porque el mismo día que se grabó (19/7) había fallecido el actor Rutger Hauer -quien encarnase al icónico replicante Roy Batty en el legendario film Blade Runner (1982). Lo más importante quizá sea saber que Tannhäuser Tor es consecuencia de un ensayo que quedó a centésimas de ser abortado: el batero de sesión Renato Sauri no pudo llegar a la cita, por lo que Burga y el guitarrista José Antonio Flores a.k.a. Dolmo decidieron abandonarse a improvisar utilizando como micrófono el celular de Miguel Ángel. Media hora después, para reponer fuerzas los implicados hicieron un alto que se extendió durante otros treinta minutos, escuchando lo que se acababa de grabar. El resto es historia.

El disco, entonces, carece de batería. Eso no implica, por otro lado, que sea huérfano de rítmica: hay una chamba de manipulación de frecuencias y, sobre todo, una persistente iteración drónica en la guitarra; rasgos que nimban a ambos números de TT de una aureola de síncopa prácticamente intangible -o al menos lo suficiente para no interferir con la fisionomía convulsa pero también expansiva y disipada de este jam equiparable al viento solar. Climas magnéticos, sedantes, nebulosos; muy en la línea de lo mostrado en Electricidad, que al space rock de los capitalinos inspirado por Agitation Free, UFO o Brainticket integraba la retórica de la Berlin School. La novedad reside ahora en un acercamiento al post rock de los 90s, guiada la dupla Burga/Flores por la heredad de Flying Saucer Attack, A Silver Mt. Zion o Jessamine.

Entremés cósmico y acaso pretérito, como la luz que nos llega desde estrellas del pasado que tal vez ya no existan, Tannhäuser Tor ha sido planchado en vinilo por la recién estrenada Worst Bassist Records. El sello, propiedad de Lulu Neudeck -bajista de los teutones Electric Moon-, se especializa en space, post punk, motorik y drone music.


Hákim de Merv