jueves, 14 de septiembre de 2023

Seven 7'' // DJ Locopro: Human Music

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 6 de septiembre del 2023.)

En el background general de la música pop, la figura del single doble es rarísima, mucho más que la del extended play doble. Si algo tienen uno y otro en común, ello es una justificación conceptual no siempre impertérrita. Quizá el ejemplo más célebre del doble EP es el que diera lugar posteriormente al disco Magical Mystery Tour (‘67) de The Beatles. En cuanto al doble 7’’, la primera vez que supe de su existencia fue gracias al 45 r.p.m. de Japan “Gentlemen Take Polaroids” (‘80), insólitamente presentado como díptico. Aunque de seguro hay antecedentes más antiguos.

Cerca de dos meses atrás, Chip Musik Records lanzó el sencillo de nombre Seven, editando por separado el lado A (13/7) y el lado B (16/7). Salvo el buen tino que ha presidido la elección de participantes en la sucinta jornada doble, lo que de paso también me faculta a hablar de algo así como un 6-way split, no capto ninguna idea subyacente a cada “cara” del single. Eso sí, cumple Seven con ilustrar los principales méritos de la discográfica (si bien de manera demasiado efímera para mi gusto).

El lado A de Seven empieza con Aloysius Acker -y, considerando las coordenadas de los cinco actos que le suceden, puedo decir que no hubo mejor lugar en donde ubicarle. El nom de guerre de José Rodríguez deambula entre el shoegazing próximo al bliss pop y el post rock de facciones etéreas. Henchida de texturas poco menos que seráficas, la pieza “Esta Sombra Que Cae Del Ruido De Tus Pasos” no sólo se condice con el perfil que retrata este filón del músico, sino que corrobora la buena forma en que se mantiene. Le siguen Siam Liam y Ionaxs, sendos cultores IDM clásicos del sello, inusualmente presos de una inflamada heterodoxia durante sus performances. El primero se sirve de una melodía de ambient acuoso rodeada de dosis exactas de intelligent techno/deconstruida con beats que guiñan a la distancia al drum’n’bass (“Mar Cuántico O Fluctuaciones Del Vacío”). En cambio, Ionaxs -Ion Axs, para la ocasión- cose IDM epiléptico y entrecortado a secuencias de raigambre downtempo (“Haz De Iones”, nimbada por enaltecidas frecuencias vibratorias).

Seven da inicio a su lado B con fichaje de estreno en la nómina Chip -Paititi. El novísimo seudónimo de Óscar Cireneo (Semilla Galáctica/Galactic Seed) nos obsequia en “Tagmatron” una polimórfica exhibición de autechrismos circa Tri Repetæ (‘96) y de esa agitación intrínseca al subgénero braindance en sus horas de inspirada ebullición. Tras el surco, se posicionan Mongo No Stars y Troek. El segundo es otro chaplín debutante en los bits de la label, aunque detrás suyo están dos viejos conocidos: Jorge Rivas (Ionaxs, Puna, Philkophillips) y Alfonso Noriega (El Otro Infinito, Prados Perfectos, Puna). “Primer Mensaje Desde La Niebla” es un ventarrón huracanado de ruido digital, que se ve progresivamente invadido por restallantes programaciones de nerviosa electrónica.

Mongo No Stars, por otra parte, es ya una revelación confirmada; fogueada en compilaciones de las series ‘Lego’ y ‘Trasmisores’, y cuyo primigenio Neofhyte Miscellanea se erigió como el mejor álbum perucho del ‘21. El proyecto se esmera en mitigar todas las salientes producidas por la robusta mezcla entre acid techno y ambient house que esgrime, aditando elementos intelligent e incluso EBM, consiguiendo así abastecer a “Tigh Rope” de una gran capacidad de fuego de cara al dancefloor. Admito que a prima facie la noción de un single doble no concitaba mucho mi atención. Los resultados obtenidos por Seven me conminan a reconocer la nulidad de esa temprana sugestión.

Para su nuevo capítulo bajo la identidad que más ha hecho suya frente a las escenas independientes, Miguel Elescano propone una suerte de tratado abstracto sobre algunos de los géneros electrónicos de obvia filiación noventera. A tal efecto, el limeño no discrimina entre vieja y nueva escuela, por lo que Human Music reditúa la incómoda sensación de querer sonar omniabarcante y errar en el intento -aunque no sea ése su objetivo.

En “In The Light”, por ejemplo, DJ Locopro hace rugir los motores con que siempre coge velocidad y vuelo -los del house y del techno. Pero el trote del tema de apertura es suave, cansino, a despecho de la alta tensión que muge a través de las ensordecedoras líneas de acompañamiento. Algo similar sucede al reproducirse el track epónimo del esférico (si bien se prescinde de osamenta rítmica). Esta parsimonia choca con la presteza de composiciones como “New Creature” o “Nuclear Pop” -respectivamente demostraciones del vertiginoso tech house de-ascendencia-Roland TR-808 que fascina al capitalino, y del fracturado jungle con que éste difumina nubarrones y sirenas.

Otro ejemplo de diversidad es “Sweet Poison”, que paulatinamente se va acercando al trip hop, sin llegar nunca a sumergirse del todo en el sonido bristoliano. Ello, pese a la presencia de la japonesa Coppé y de ¿esa colaboración? ¿ese sampleo? a lo Horace Andy que más parecido, imposible. Y no podía faltar el guiño a aquellas dialécticas digitales marca 90s que basculan entre el lo fi y el no fi, que pueden ser angélicas y dulces como asimismo áridas y punzantes -que son todo atmósferas y efectos, sin rastro de programación o secuencia. En este último cajón incluyo a “Coming Home” y a “Dios Es Luz”.

El balance es un poco disparejo, entonces. No porque falte oficio, o porque Human Music tienda a disgregarse en variedad de impresiones que divergen unas de otras. No. En Everything Is Wrong (‘94), Moby probó que se podía ser exageradamente versátil y aún así permanecer a flote con circunspección y solvencia. El problema es que los canales mismos carecen de mayores brillos: no destacan por características propias, una vez descifrada su posología, y en honor a la verdad lucen bastante inanes todos ellos. Ni siquiera esa excepción a la tácita regla de base 9 que es “Aunque Los Perros Ladren”, synth pop fondeado en los 80s, escapa de la imperante aura de inercia. Así, se torna difícil matizar un largo al que le es imposible avanzar más allá de la categoría “regularón, nomás”.

Hákim de Merv

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