jueves, 19 de marzo de 2020

Schmerz: EP // Culto Al Qondor: Tannhäuser Tor

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 11 de marzo del 2020.)

Ateniéndome a cierta consonancia vibratoria, si descontase algunos pasajes del debut de Blue Velvet (In Event Of Moon Disaster, 2018) y algunos otros más del Dante Gonzáles posterior a Diseñar Y Construir (2001), puedo jugármela afirmando que Schmerz debe ser el primer acto peruano cuyo ADN se construye a partir del minimal synth y de la coldwave. No son éstos los únicos componentes que figuran en su genoma sónico, donde tercia el dark-gothic, pero sí son los que más resaltan en cada nucleótido.

Schmerz es el unipersonal de Khrome Hitam Laga -desconozco si ése es su nombre verdadero-, quien canta en alemán e inglés. Para los directos, cuenta con el concurso en las vocales de una tal N (¿de “Nana”?). Enrolado en el batallón de InfraVox Records, el alias ya ha ofrecido unas cuantas tocadas a despecho de ser bastante bisoño -me sorprendería que sobrepasase el año de existencia. Lo interesante es que esto último no le pesa en contra.

Se hermanan en el escuetamente bautizado EP la aparatosidad del gothic a lo The Wake (US, no UK), el pop sintético fundido en gris -cuando no en negro- y la letal albura gélida de la coldwave, encajándose las piezas dentro de una estética que favorece sistemáticamente la constitución de armazones minimalistas. Es gracias a este inteligente subterfugio ornamental que Schmerz evita dejarse apabullar por la raigambre kitsch de su secuencia genética, logrando contenerla y dosificarla. El resultado asalta tus tímpanos nada más empezar “Lies”: un cliché que elude el cliché -ingenioso eso de “minimal dark”.

“Let My Heart Die”, “Mein Schmerz” y la mencionada “Lies” recorren estos senderos de nieve negra y noche eterna plasmados desde una monacal economía de conceptos. También lo hacen “Blindead” y “Shooting Star”, si bien éstos no tienen reparos en olvidarse de las bases synth para intentar -sólo intentar- saltar hacia la electronic body music (aguas que KHL ya ha probado como Monöchrome, junto a Nana Aray). El hecho de que “Blindead” sólo complete media acrobacia, con esa voz que parece entonada por el mismísimo Belial, da pie para hablar de un “baile de los condenados”.

Debut en corto redondo, que hará las delicias de los fans de estos subgéneros y de los seguidores del limeño -insólitamente, europeos en su mayoría.


Sorteando la escisión temporal -el baterista Aldo Castillejos radica desde hace ya algún tiempo en San Francisco (Estados Unidos)-, Culto Al Qondor se las arregló para lanzar en mayo pasado su segunda producción, que consiguiese presea de plata en el recuento anual perucho 2019. No satisfecha con semejante proeza, el 15 de agosto último la banda anunció en su página Facebook la inesperada salida de nuevo material. Indicaba el posteo que se trataba de un mini-álbum, y señalaba rumbos algo distintos a los trajinados tanto en Templos (2017) como en Electricidad (2019). Entonces no se previó que el mini-LP tardaría en aparecer hasta febrero del 2020 vía BandCamp, ni que el vinilo recién se publicase hace menos de un mes.

Hoy se conocen, gracias a Miguel Ángel Burga, bajista y frontman de CAQ; muchos de los detalles relacionados a Tannhäuser Tor. Se sabe, por ejemplo, que “Part 1” y “Part 2” formaban originalmente un solo gigantesco track de 29 minutos -que acaba dividiéndose fade in/fade out mediante por obra de Joel Álvarez, encargado de grabación y mezcla del Electricidad. Se sabe además que el nombre del esférico, revelado desde el posteo de agosto, fue escogido porque el mismo día que se grabó (19/7) había fallecido el actor Rutger Hauer -quien encarnase al icónico replicante Roy Batty en el legendario film Blade Runner (1982). Lo más importante quizá sea saber que Tannhäuser Tor es consecuencia de un ensayo que quedó a centésimas de ser abortado: el batero de sesión Renato Sauri no pudo llegar a la cita, por lo que Burga y el guitarrista José Antonio Flores a.k.a. Dolmo decidieron abandonarse a improvisar utilizando como micrófono el celular de Miguel Ángel. Media hora después, para reponer fuerzas los implicados hicieron un alto que se extendió durante otros treinta minutos, escuchando lo que se acababa de grabar. El resto es historia.

El disco, entonces, carece de batería. Eso no implica, por otro lado, que sea huérfano de rítmica: hay una chamba de manipulación de frecuencias y, sobre todo, una persistente iteración drónica en la guitarra; rasgos que nimban a ambos números de TT de una aureola de síncopa prácticamente intangible -o al menos lo suficiente para no interferir con la fisionomía convulsa pero también expansiva y disipada de este jam equiparable al viento solar. Climas magnéticos, sedantes, nebulosos; muy en la línea de lo mostrado en Electricidad, que al space rock de los capitalinos inspirado por Agitation Free, UFO o Brainticket integraba la retórica de la Berlin School. La novedad reside ahora en un acercamiento al post rock de los 90s, guiada la dupla Burga/Flores por la heredad de Flying Saucer Attack, A Silver Mt. Zion o Jessamine.

Entremés cósmico y acaso pretérito, como la luz que nos llega desde estrellas del pasado que tal vez ya no existan, Tannhäuser Tor ha sido planchado en vinilo por la recién estrenada Worst Bassist Records. El sello, propiedad de Lulu Neudeck -bajista de los teutones Electric Moon-, se especializa en space, post punk, motorik y drone music.


Hákim de Merv

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