Ateniéndome a
cierta consonancia vibratoria, si descontase algunos pasajes del debut de Blue
Velvet (In Event Of Moon Disaster,
2018) y algunos otros más del Dante Gonzáles posterior a Diseñar Y Construir (2001), puedo jugármela afirmando que Schmerz
debe ser el primer acto peruano cuyo ADN se construye a partir del minimal
synth y de la coldwave. No son éstos los únicos componentes que figuran en su
genoma sónico, donde tercia el dark-gothic, pero sí son los que más resaltan en
cada nucleótido.
Schmerz es el unipersonal
de Khrome Hitam Laga -desconozco si ése es su nombre verdadero-, quien canta en
alemán e inglés. Para los directos, cuenta con el concurso en las vocales de
una tal N (¿de “Nana”?). Enrolado en el batallón de InfraVox Records, el alias
ya ha ofrecido unas cuantas tocadas a despecho de ser bastante bisoño -me
sorprendería que sobrepasase el año de existencia. Lo interesante es que esto
último no le pesa en contra.
Se hermanan en el
escuetamente bautizado EP la
aparatosidad del gothic a lo The Wake (US, no UK), el pop sintético fundido en
gris -cuando no en negro- y la letal albura gélida de la coldwave, encajándose
las piezas dentro de una estética que favorece sistemáticamente la constitución
de armazones minimalistas. Es gracias a este inteligente subterfugio ornamental
que Schmerz evita dejarse apabullar por la raigambre kitsch de su secuencia
genética, logrando contenerla y dosificarla. El resultado asalta tus tímpanos nada
más empezar “Lies”: un cliché que elude el cliché -ingenioso eso de “minimal
dark”.
“Let My Heart Die”,
“Mein Schmerz” y la mencionada “Lies” recorren estos senderos de nieve negra y
noche eterna plasmados desde una monacal economía de conceptos. También lo
hacen “Blindead” y “Shooting Star”, si bien éstos no tienen reparos en
olvidarse de las bases synth para intentar -sólo intentar- saltar hacia la
electronic body music (aguas que KHL ya ha probado como Monöchrome, junto a
Nana Aray). El hecho de que “Blindead” sólo complete media acrobacia, con esa
voz que parece entonada por el mismísimo Belial, da pie para hablar de un
“baile de los condenados”.
Debut en corto
redondo, que hará las delicias de los fans de estos subgéneros y de los
seguidores del limeño -insólitamente, europeos en su mayoría.
Sorteando la
escisión temporal -el baterista Aldo Castillejos radica desde hace ya algún
tiempo en San Francisco (Estados Unidos)-, Culto Al Qondor se las arregló para
lanzar en mayo pasado su segunda producción, que consiguiese presea de plata en
el recuento anual perucho 2019. No satisfecha con semejante proeza, el 15 de
agosto último la banda anunció en su página Facebook la inesperada salida de
nuevo material. Indicaba el posteo que se trataba de un mini-álbum, y señalaba rumbos
algo distintos a los trajinados tanto en Templos
(2017) como en Electricidad (2019).
Entonces no se previó que el mini-LP tardaría en aparecer hasta febrero del
2020 vía BandCamp, ni que el vinilo recién se publicase hace menos de un mes.
Hoy se conocen,
gracias a Miguel Ángel Burga, bajista y frontman de CAQ; muchos de los detalles
relacionados a Tannhäuser Tor. Se
sabe, por ejemplo, que “Part 1” y “Part 2” formaban originalmente un solo
gigantesco track de 29 minutos -que acaba dividiéndose fade in/fade out
mediante por obra de Joel Álvarez, encargado de grabación y mezcla del Electricidad. Se sabe además que el
nombre del esférico, revelado desde el posteo de agosto, fue escogido porque el
mismo día que se grabó (19/7) había fallecido el actor Rutger Hauer -quien
encarnase al icónico replicante Roy Batty en el legendario film Blade Runner (1982). Lo más importante
quizá sea saber que Tannhäuser Tor es
consecuencia de un ensayo que quedó a centésimas de ser abortado: el batero de
sesión Renato Sauri no pudo llegar a la cita, por lo que Burga y el guitarrista
José Antonio Flores a.k.a. Dolmo decidieron abandonarse a improvisar utilizando
como micrófono el celular de Miguel Ángel. Media hora después, para reponer
fuerzas los implicados hicieron un alto que se extendió durante otros treinta
minutos, escuchando lo que se acababa de grabar. El resto es historia.
El disco, entonces,
carece de batería. Eso no implica, por otro lado, que sea huérfano de rítmica:
hay una chamba de manipulación de frecuencias y, sobre todo, una persistente
iteración drónica en la guitarra; rasgos que nimban a ambos números de TT de una aureola de síncopa prácticamente
intangible -o al menos lo suficiente para no interferir con la fisionomía
convulsa pero también expansiva y disipada de este jam equiparable al viento
solar. Climas magnéticos, sedantes, nebulosos; muy en la línea de lo mostrado
en Electricidad, que al space rock de
los capitalinos inspirado por Agitation Free, UFO o Brainticket integraba la
retórica de la Berlin School. La novedad reside ahora en un acercamiento al
post rock de los 90s, guiada la dupla Burga/Flores por la heredad de Flying
Saucer Attack, A Silver Mt. Zion o Jessamine.
Entremés cósmico y
acaso pretérito, como la luz que nos llega desde estrellas del pasado que tal
vez ya no existan, Tannhäuser Tor ha
sido planchado en vinilo por la recién estrenada Worst Bassist Records. El
sello, propiedad de Lulu Neudeck -bajista de los teutones Electric Moon-, se
especializa en space, post punk, motorik y drone music.
Hákim de Merv
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