A propósito del
norconeño Habø, la semana pasada mencionaba que a Grauzone se le considera el
primer acto minimal synth de la Historia. Tal es el consenso que valida la
crítica especializada tras la luz verde que en el 2010 recibiera Grauzone 1980-1982 Remastered, compilación
que rescató el homónimo y unigénito legado del trío suizo (1981), sazonado con
numeroso material inédito y/o de difícil disponibilidad.
No es menos cierto,
sin embargo, que con frecuencia los géneros/subgéneros que se desgajan de la
música popular contemporánea les deben la propia identidad a varios
progenitores -algunos de los cuales no se enteran sino décadas después-. Y
tampoco peca de falaz quien afirme que muchas de estas tendencias sonoras
devienen consecuencia del Azar. Ejemplos de una y otra fenomenología,
usualmente entrecruzadas, pueden encontrarse varios en los anales del pop de
avanzada. Recuérdese que, desde cientos de garajes esparcidos por la Unión Americana
a finales de los 60s, surgió la psicodelia beat en el intento de nóveles
músicos por emular a The Beatles. También, cómo el fundacional electro-pop de
Kraftwerk deslumbró (no sólo) a los jóvenes turcos de fines de los 70s, quienes
siguiendo su estela inventaron sin planearlo el synth pop. O la coyuntural
travesía del ex Sex Pistols John Lydon a Jamaica, que prefijase coordenadas
para el nacimiento y ascenso del flamígero post punk original.
La génesis del
minimal synth tiene un poco de esto y otro poco de aquello. Las miras de quienes
empezaron a probar suerte con lo que a posteriori se convertiría en estilo,
eran menos dar vida a una nueva cepa del synth que ampararse para crear la
propia música en la frialdad maquinal y la enajenación robótica de subversivos
como Tubeway Army/Gary Numan, O.M.D., The Future/The Human League/Heaven 17, Visage,
John Foxx o los Ultravox sin este último. Y aunque esos largo tiempo
desconocidos precursores fueran asimismo inspirados en principio por los Robots
de Düsseldorf, más les sedujo otro iluminado por los germanos, que en 1978 alborotase
el cotarro con el inmortal single “T.V.O.D./Warm Leatherette”: The Normal,
identidad de Daniel Miller, fundador de Mute Records en los primeros 80s.
Los helvéticos
Grauzone, pues, nunca estuvieron solos -si bien Christian Trüssel, Marco
Repetto y Martin Eicher son visiblemente los más reconocidos exponentes del primer
minimal synth. En la misma Suiza radicaba Mesh, dueto ginebrino coetáneo de los
berneses que recién editaría álbum en 1986 (Claustrophobia)
y que debió esperar casi seis lustros para la reedición doble de rigor con
abundantes tomas inéditas (Cenotaph,
2015). En la dividida Alemania de la postguerra, existía una pequeña escena occidental
identificada con la neue welle que se inclinaba hacia el synth más austero y
glacial: Dusk To Dawn, Futurisk, Bal Paré, Das Kabinette... Del lado francés
del Canal de la Mancha, nombres como Clair Obscur, End Of Data o los excelentes
Moderne coadyuvaban a moldear la coldwave, aporte galo que se ha mantenido
vigente hasta nuestros días deparándonos sorpresas como Police Des Moeurs. Del
lado británico del brazo de mar, respiraban entidades como Breathing Age y Joy Before The Storm. Incluso el agreste norte de España fue tierra fértil para la fecundación
de proyectos afines: El Guerrillero Rojo, Séptimo Sello, T.V. Soviética, Grupo Q...
Ninguno de los
combos que en el párrafo anterior he evocado desde el ayer logró notoriedad en su
espacio-tiempo de procedencia. Es con los años y mediando mucha paciencia que
se vienen armando estoicamente los mapas/mosaicos de esas olvidadas
genealogías: a la lentitud con que van recuperándose las piezas para
reconstruir estos rompecabezas, hay que sumar la inevitable desaparición de
algunas de éstas. Por ello cobra relevancia la publicación de compilaciones que
repesquen todos los fragmentos rastreables, a las que como mínimo hay que
reconocerles un crucial valor testimonial. La coldwave franchute ya tuvo un primer
avatar con el interesantísimo muestrario Synthétique: A French Synthwave Compilation 1982-2016 (2017). En esa misma recta arqueológica va
Prophecy + Progress: UK Electronics 1978- 1990 (2018), esfuerzo auroral por ilustrar el acaecer histórico del
minimal synth en la Rubia Albión.
Como sucede con el
antecedente franco, el track list del Prophecy
+ Progress...
sigue un estricto orden cronológico. Pero, a diferencia del Synthétique..., aquí se lucha por omitir
los vacíos temporales en la medida de lo posible -graficando más fielmente no
sólo la evolución del minimal synth, sino además su permeabilidad. Según qué
filones estilísticos, podría postularse que etiquetas como “coldwave”,
“synthwave”, “synth punk” o “minimal synth” guardan determinado grado de
equivalencia. Incluso se podría decir que ambos panorámicos se complementan, ya
que ni siquiera la coldwave es excluyentemente francesa -un ejemplo: los belgas
Absolute Body Control.
Levanta el telón la
única agrupación conocida de todas las participantes, Clock DVA. “Lomticks Of
Time”, outtake perdido de su debut Tape 1
(1978), pone justicieramente en entredicho la categorización tradicional del
quinteto de Sheffield encabezado por Adi Newton (miembro del maravilloso
experimento The Future junto a quienes después formarían The Human League): plásticos
como Thirst (1981) o White Souls In Black Suits (1980) no me
suenan en absoluto a industrial, sino a un extraño híbrido abortado en los
márgenes de la música electrónica de sus días. La asfixiante acechanza
percusiva de “Lomticks...”, que parece extrapolada de una película B de ciencia
ficción, traza lineamientos que repiten actos tan antiguos como Vice Versa (semilla de la que naciese ABC, una
tribal “Idol”), Konstruktivists (su impericia a los teclados en “Vision Speed”
es fantástica) o Colin Potter (una machacantemente oscura “Number 5”).
“Rabies” de Naked
Lunch retacea el incipiente canon trazado para prodigarlo hacia distintas
direcciones, acercándose a lo que entonces ya había ganado notoriedad como
synth pop hasta poner pie en sus proximidades. De paso, se inaugura el segmento
más prometedor de Prophecy + Progress...
-articulado por la angustiante pulsión proto EBM de Five Times Of Dust (revulsiva
“Automation”), el synth de polícromos ribetes pop que facturasen Peter Hope +
David Harrow y Attrition (cuyos respectivos “Too Hot” y “Beast Of Burden” tuvieron
todo menos suerte para colarse en las programaciones de la FM de la época), o
el epatante accionar coldwave de Schleimer K (“Women”) y V-Sor,X (“Conversation
With”), quienes se reflejan en el New Order que todavía no dejaba de ser Joy
Division.
Con “Total
Shutdown” (1986) de John Costello entramos a la recta final del registro y a un
período en que se redefinen ideas, se vuelve a las fuentes y se adoptan los
postulados que le dan forma definitiva al synth de acabado lacónico y
temperatura bajo cero: pertinaces ritmos frígidos destilados desde las drum
machines, teclados espartanos, el escarpado bajo dibujando sobrias líneas
nocturnales, el/la cantante en plan desafecto/a e imperturbable impersonator de
la vocalización dark rock clásica -Ian Curtis en primer lugar. No es que
Costello, T.A.G.C. (“Further And Evident Meanings”) o John Avery (“12am Awake
& Looking Down (Edit)”) ya suenen como Lebanon Hanover, Doric o She Past
Away; sino que abren los surcos y ponen las semillas cuyos frutos, latentes en
su aletargamiento, han recogido sus herederos del nuevo milenio. De paso,
renuncian de una buena vez al sendero por el que se internasen Depeche Mode,
Soft Cell o Pet Shop Boys; y siguiesen sus sucesores naturales -Anything Box,
Red Flag, Seven Red Seven...
Disco con que
aprender de quienes ahora quedan reivindicados, y que obviamente no hace menos
a Grauzone y compañía. La lista de espera no se ha cerrado, empero, y todavía
es larga. Poco a poco emergerán grandes porciones de data sónica con que
completar el puzzle. Por lo pronto, basta y sobra con este Prophecy + Progress: UK Electronics 1978 - 1990. Puedes escucharlo a
través de los links adjuntos a esta reseña, o descargarlo aquí.
Hákim de Merv
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